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enlaceZapatista

Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Abr202006

en Tlapa y Ayotzinapa, 19 de abril

Acto público en Tlapa Lea aquí

Reunión con adherentes en Tlapa Lea aquí

Palabras del delegado en la reunión en la Normal de Ayotzinapa Lea aquí

Parada en el camino a las afueras de Chilapa

En Ayotzinapa

Acto público en Tlapa

Reunión plenaria en Tlapa

Tlapa, Guerrero
Acto púclico

19 de abril del 2006

Buenos días compañeros, compañeras de la región de la montaña de Guerrero. Buenos días Tlapa.

Traemos este mensaje desde las montañas del sureste mexicano y también de buena parte de los estados de la República en el sureste y en el centro de México. Traemos este dolor y sentimos este dolor como pueblos indios, como hombres y mujeres indígenas que somos despreciados por nuestro color, por nuestra lengua, por nuestra forma de vestir, por nuestra cultura. Traemos este dolor de que somos despojados de nuestras tierras, de nuestros bosques, de nuestros manantiales.

Y este dolor que se repite desde hace 500 años, cuando viene el extranjero a apoderarse de nuestras tierras y a esclavizar a nuestras gentes.

Este dolor que tenemos como pueblos indios: de que vemos pasar un gobierno y otro, y nunca obtenemos la justicia, la democracia y la libertad que merecemos. Traemos este dolor de estar trabajando todo el día, y a veces parte de la noche, para poder sacar algo para comer. Y como quiera ver que nuestros productos no tienen precio. Como quiera ver que nuestra forma de hablar es producto de burla, de chiste, o de insulto para los poderosos. Nuestro dolor de que solamente cada tres años, o cada seis años, los gobiernos y los ricos se acuerdan de que existimos. Y llegan a nuestras comunidades a pedirnos que votemos por ellos, a pedirnos que elijamos al quien se va a burlar de nosotros, a quien nos va a despojar de nuestras tierras en los siguientes años.

Como Otra Campaña estamos buscando al hombre y a la mujer indígena que se rebele contra esto.

Traemos este dolor como campesinos, como campesinos que también son despojados de sus tierras ejidales o comunales, como campesinos que tienen que luchar todo el día para poder sacarle un producto a la tierra y tener que ver cómo los coyotes, los intermediarios nos engañan en el peso y en el precio. Ver cómo nuestros productos no tienen precio, cómo los grandes apoyos para el campo no van para el campesino pobre. Cómo nuestras tierras son las que están peor, llenas de piedra y en pendiente, mientras que las mejores tierras con riego están en manos de los terratenientes, igual que en la época de Porfirio Díaz, o en manos de las agroindustrias.

Venimos a buscar al campesino y a la campesina que se rebele contra esto.

Traemos este dolor como niños, como niñas, que vemos cómo nuestros padres, nuestras familias batallan para darnos educación, vestido, alimento, una vivienda digna. Y vemos ese dolor, y vemos que es nuestro futuro como niños y como niñas.

Estamos buscando también a niños y niñas que se rebelen contra esto.

Traemos este dolor como jóvenes, como mujeres y hombres jóvenes que son perseguidos y tratados como delincuentes por su forma de vestir, por su forma de hablar, por su forma de peinarse, por la música que escuchan, por su cultura. Jóvenes, hombres y mujeres, que son perseguidos por la policía y por el ejército. Golpeados, encarcelados, despreciados, simplemente porque son jóvenes.

Venimos a buscar a hombres y mujeres jóvenes que se rebelen contra esto.

Traemos este dolor como mujeres que desde que somos pequeñas, hasta que somos ya grandes, nos tratan como objeto, nos clasifican según nuestra apariencia física. Si somos morenas, nos piden que seamos rubias. Si somos gorditas, nos piden que seamos flacas. Y cada vez que nos acerquemos a un modelo de belleza, que es el que tienen allá arriba y de donde no importa de ninguna forma la inteligencia, ni la capacidad, ni la decisión.

Venimos a buscar mujeres que se rebelen contra eso.

Tenemos este dolor como ancianos y como ancianas que después de toda una vida que nos han exprimido el trabajo, lo poco que tenemos, ahora nos quieren hacer a un lado, despreciar, tratarnos como limosneros, y hacer lo más posible para que muramos pronto y dejemos de estorbarles, porque ya no producimos y porque ya no compramos.

Traemos este dolor como estudiantes que pasamos seis, doce, dieciséis años en la escuela, que resulta que habían dicho que era gratuita y que hay que pagar, y mucho, para poder llegar al siguiente nivel. Y que después de terminar la carrera nos encontremos con que no hay trabajo para la profesión que elegimos, para la vocación que tenemos. Y que resulta que licenciados, ingenieros, médicos, maestros, no encuentran trabajo y tienen que emigrar a otras tierras.

Estamos buscando a ancianos, a ancianas, a estudiantes que se reblen contra esto.

Traemos este dolor como pequeños comerciantes que con trabajo empezamos a conseguir los productos para poder venderlos, y resulta que lo poco que tenemos, lo poco que conseguimos, se lo llevan los funcionarios públicos que nos llegan a extorsionar, los policías que nos chantajean, para que puedan instalarse los grandes centros comerciales.

Traemos este dolor como choferes, como empleados, como trabajadores de la ciudad, como obreros: que cada día que pasa es menos el dinero que recibimos y es más lo que tenemos que pagar para poder vivir.

Estamos buscando pequeños comerciantes, obreros, trabajadores de la ciudad, empleados que se rebelen contra esto.

Todos sabemos que estos dolores los estamos cargando desde hace mucho tiempo. Y cada vez que los enfrentamos, y que nos organizamos para exigir nuestro derecho, de allá arriba viene el ejército, viene la policía, viene la cárcel, viene el cementerio, viene la desaparición.

Y sin embargo, esos que están allá arriba, los grandes ricos y poderosos, y los partidos políticos que están a su servicio, nos dicen que no es otra cosa que un sistema que va a servir para siempre. Que no hay forma de cambiarlo. Que si somos pobres, tenemos que conformarnos. Que si somos indígenas, tenemos que conformarnos con la forma y el desprecio en que somos tratados. Eso es lo que nos están diciendo allá arriba.

Y cada tres años, o cada seis años, viene alguien aquí a Tlapa o a la montaña, a prometernos que si votamos por él, entonces las cosas van a cambiar. Y viene un partido político, y viene otro partido político, y todos vienen a decir lo mismo. Y todos sabemos que cuando esas gentes llegan al poder, lo único que hacen es enriquecerse, lo único que hacen es hacer leyes al servicio de los poderosos.

Y nuestra miseria sigue creciendo. Y nuestras comunidades se siguen quedando sin hombres y mujeres jóvenes porque tienen que ir a trabajar a otras partes, a buscar algo de dinero para poder vivir y mandarle a sus familias. Y la vida de la comunidad indígena se destruye, y se destruye la familia, y se destruye cada población como si fuera una guerra.

No importa qué partido político venga aquí o allá a prometer lo que sea. Ya lo hemos visto como gente que somos, humilde y sencilla, que esa gente sólo ve la política como un negocio, como el mejor negocio. Y sabemos que así como la política es una mercancía, que la compra el que tiene más dinero, también lo es la justicia.

No podemos esperar justicia de los gobernantes si somos pobres. Si tenemos dinero podemos comprar a la policía, al juez, a los que hacen las leyes. Pero como somos gente humilde y sencilla no tenemos ese dinero, y entonces lo compran los ricos y poderosos, y son los que nos están despojando de todo.

La Otra Campaña no está buscando un cargo en el gobierno. Nosotros no hemos venido acá a la montaña de Guerrero a pedirles el voto. Lo que les estamos pidiendo es que esos y esas compañeros y compañeras que se rebelan como indígenas, como jóvenes, como mujeres, como ancianos, como ancianas, como trabajadores del campo y de la ciudad, como estudiantes, como maestros, como pequeños comerciantes, como choferes, se unan junto con nosotros.

Nosotros lo que queremos hacer es levantar desde abajo, con la gente pobre, con la gente humilde y sencilla, no con los señorones, no con los políticos, no con la gente trajeada, sino con la gente humilde y sencilla, queremos levantar una lucha, otra lucha. No para tomar el poder, sino para cambiar el sistema, el sistema que es el mismo que nos desprecia como indígenas, que nos despoja como campesinos, que nos condena a la miseria como niños, que nos maltrata como jóvenes, que nos desprecia como ancianos, que nos explota como trabajadores del campo y de la ciudad. Ese sistema es el que queremos cambiar.

Así como en 1910 se alzó el pueblo mexicano para acabar con la dictadura de Porfirio Díaz. Así como en 1810 el pueblo mexicano, con los indígenas a la cabeza, se levantaron para acabar con el dominio español. Ahora no se trata de acabar con un dictador, se trata de acabar con el dominio de un sistema: del capitalismo. Eso es lo que estamos diciendo en la Otra Campaña. No estamos buscando un cargo público, no estamos apoyando a ningún candidato, lo que estamos haciendo es pasar en cada lugar para conocer la lucha de la gente, conocer a la gente que es rebelde, que no está de acuerdo con esta situación de injusticia y que quiere luchar. Pero ya no quiere luchar solo ni sola.

Los estamos invitando que ahí en la montaña, o aquí en la ciudad, o en los pueblos, que la gente que está organizada se junte con todas las organizaciones de izquierda, las organizaciones sociales, campesinas, los sindicatos, los grupos, los colectivos, los individuos, las familias, que estamos en esta lucha que llamamos la Otra Campaña.

Nosotros lo que queremos es escuchar su palabra, escuchar de su lucha y aprender de ella, y hacer un acuerdo para unirnos todos: de que ya no nos ataquen por separado, sino que podamos levantarnos todos juntos para acabar con ellos, para acabar con ese sistema.

Lo que estamos diciendo es que hay que sacar una lista de todas las demandas de la gente, según lo que la gente diga, no lo que digan los grandes políticos, o la gente que está en las ciudades. Que los indígenas digan cuáles son sus demandas, los campesinos, los jóvenes, los estudiantes, las mujeres, los ancianos, los trabajadores del campo, los campesinos, los trabajadores de la ciudad, los obreros, y hagamos juntos un Programa Nacional de Lucha, donde ahí vengan todas las demandas de la gente de abajo. No como ahora, que los políticos nada más están atendiendo las demandas de los grandes ricos y poderosos.

Todos los programas que están presentando los candidatos a la presidencia son para beneficiar a los grandes propietarios de los bancos, de la industria, del comercio, de la tierra. No hay ningún programa que reconozca los derechos indígenas. No hay ningún programa que reconozca el derecho de los trabajadores a organizarse, que dé buen precio a los campesinos, que reconozca a los jóvenes en su diferencia, a las mujeres, a los ancianos. No lo van a hacer porque ellos están al servicio de los que están allá arriba, y lo que tenemos que hacer es levantar un movimiento con la gente de abajo.

Compañeros, compañeras: nos vamos a levantar, vamos a derrocar al gobierno, vamos a correr a los ricos y poderosos de este país. Vamos a hacer un gran movimiento y un gran alzamiento civil y pacífico, y vamos a organizar este país de nuevo. Y entonces vamos a hacer una nueva Constitución, un nuevo acuerdo entre nosotros donde vengan las demandas que queremos. Y entonces sí el gobierno que quede tendrá que ser un gobierno que obedezca al pueblo, y no como los gobiernos que tenemos ahora, que nos mandan y nosotros tenemos que obedecer.

No se trata de que vamos a mirar allá arriba, a ver quién nos va a engañar y por quién vamos a votar. Lo que tenemos que hacer es mirar nuestra mesa, y ver que cada vez tiene menos cosas y de peor calidad. Es ver en la calle, en la montaña, en el campo, en la escuela, que cada vez estamos peor, y que tenemos que hacer algo nosotros, no los políticos. Tenemos que hacer algo nosotros para cambiar las cosas.

Los estamos invitando a que entren junto con nosotros en la Otra Campaña. No se trata de que dejen su organización, sino al revés, que la hagan más fuerte, que la hagan crecer, que el que está solo se una con otros, y se empiece a organizar, y empiece a hacer valer su voz, su derecho. Ninguna otra organización política allá arriba les va a decir esto. Ellos quieren mandar y quieren que nosotros obedezcamos. Nosotros lo que queremos es rebelarnos, y eso es lo que estamos promoviendo.

Compañeros y compañeras los invitamos a unirse a nosotros, a la Otra Campaña. Aquí en la montaña de Guerrero, hay compañeros y compañeras que ya están en la lucha. Les pedimos que se informen con ellos, que analicen, que piensen, y si es que están decididos a luchar por hacer otro México, otro país, éste es el lugar.

Éste es su lugar como jóvenes, como niños, como niñas, como ancianos, como mujeres, como campesinos, como indígenas. Éste es el lugar del nuevo México que vamos a levantar, de un México con democracia, con libertad y con justicia.

Gracias compañeros, gracias compañeras.

Tlapa, Guerrero
Reunión con adherentes

19 de abril del 2006

Buenas tardes compañeros, compañeras.

Nosotros pues los que estamos abajo: que sea campesinos, indígenas, trabajadores, pequeños comerciantes, estudiantes, maestros, choferes, todo pues la gente que está abajo. Hay dos tipos de gente —decimos nosotros—, hay gente que se la pasa toda la vida pidiendo perdón y pidiendo permiso. Pidiendo perdón por existir, por vivir, por ser como es. Y pidiendo permiso para poder vivir dignamente.

Ésa, que es la mayoría de la gente, está así porque hay un sistema que así nos enseña. Un sistema que nos dice que somos pobres o que estamos mal porque tuvimos mala suerte, o porque es el destino, o porque así dijo dios. Y así a cada quien nos empiezan a vender esa idea y la empezamos a comprar desde pequeños, hasta que ya somos grandes y que somos ancianos y nos damos cuenta que durante toda nuestra vida eso fue lo que pasó con nosotros: que siempre le pedimos permiso al poderoso para existir, y siempre le pedimos perdón de ser lo que somos.

Ellos, los que están allá arriba, quieren que las cosas sigan igual. Sin embargo, lo que está pasando en todo el país es que hay gente: hay hombres y hay mujeres, de diferentes edades, que no piden permiso y no piden perdón. No piden permiso para exigir sus derechos. No piden perdón por las cosas que tienen que hacer para rebelarse. No piden permiso ni perdón por luchar por ser libres, por luchar por la justicia, y por luchar por la democracia.

La Otra Campaña no es para cualquiera, tenemos que decirlo claro. Por eso estamos buscando a los hombres y mujeres, no importa si son niños o niñas, jóvenes, adultos o ancianos, que estén decididos a no pedir permiso y a no pedir perdón a los que están arriba.

Las cosas están más difícil de lo que pensamos. Si aquí hemos escuchado el dolor que hay en la Montaña de Guerrero, ya hemos pasado también en otras partes de Guerrero y en otras partes de la República, y nos hemos encontrado con una gran miseria, pero también con una gran rabia y con una gran indignación.

Y resulta que no contamos, compañeros, compañeras. Que sólo vamos a conocer que hay un movimiento a la hora que hay muertos, a la hora que hay presos. Que sólo vamos a conocer que existe un grupo social que está mal, a la hora que hay una desgracia: que se quema un mercado, que llega un ciclón, que llega un terremoto. Y entonces descubrimos que hay gente que vive mal. Y entonces descubrimos que ni siquiera ahí tenemos nombre ni rostro.

Y ahora dicen pues los ricos que porqué los zapatistas traen una máscara, y que están preocupados de que porqué quién es Marcos, o quiénes son los zapatistas, porqué ocultan el rostro. Si ellos, los que están arriba, nunca nos ven aunque tengamos el rostro descubierto. Aunque tengamos un nombre y una dirección, no nos van a ver. Para ellos nada más somos un número, un número que produce, que produce algo en el campo, que produce algo en la ciudad, un número que compra, que compra una mercancía, una ropa, una comida, un calzado, o un número que vota.

Porque lo que sabemos pues es que este sistema pues todo lo hace mercancía. También hace mercancía la dignidad de las personas. Y entonces lo que estamos haciendo en la Otra Campaña es buscando a los compañeros y compañeras que están decididos, y estamos conociendo su historia.

Y entonces estamos viendo lo que no sale nunca en los periódicos, lo que no sale nunca en la televisión, ni en el radio. Porque allá en la televisión sólo salen personas que son importantes —dicen ellos— y la gente de abajo, la gente humilde y sencilla no sale, nomás sale que hay una multitud, que eran muchos o que eran pocos. Pero no hay ninguna cámara que tome el dolor de cada uno de nosotros. No hay ninguna grabadora que nos entreviste y que nos pregunte qué es lo que estamos pensando de la vida, y qué es lo que estamos pensando de la lucha.

Hablaron aquí los compañeros de la Otra Banda, las Otras Bandas —perdón—. Son jóvenes que están luchando incluso en la forma en que están vestidos. Pero sólo nos vamos a enterar de ellos a la hora que los reprimen, a la hora que los golpean. Y ni siquiera nos van a decir cabal porqué lo están haciendo. Porque nos van a decir que son jóvenes criminales, que son facinerosos, que son drogadictos, que son gente que afea la ciudad, y que por eso los están persiguiendo. Y ahora resulta que al golpear a estos jóvenes, hombres y mujeres, resulta que nos están haciendo un bien a nosotros.

Y entonces se empieza a construir una mentira sobre cada movimiento rebelde, y es esa mentira la que le venden al resto de la gente, y parece —para todos— que es cierto que la mayoría de los mexicanos nos la pasamos pidiendo perdón y pidiendo permiso. Y eso es mentira, la Otra Campaña ha demostrado que es mentira.

Si allá afuera en el resto del país se piensa que la Montaña de Guerrero nada más es miseria. Que nada más es comunidades indígenas marginadas. Que Tlapa es nada más el centro donde se recibe la ayuda del gobierno para los pobres inditos y las inditas de la Montaña. Nos estamos dando cuenta —y eso es lo que está haciendo la Otra Campaña— que no es cierto. Que hay hombres y mujeres que se están organizando y se están rebelando, y que hay en la Montaña de Guerrero una lucha, que no se conocía más que aquí en la Montaña de Guerrero.

Y si nosotros estamos haciendo esto en la Otra Campaña, imagínense lo que estamos descubriendo aquí en Tlapa, aquí en la Montaña de Guerrero, aquí en el estado de Guerrero, imagínense que lo hacemos más grande y lo vemos en México. Y empezamos a encontrarnos entre nosotros, y empezamos a descubrir que no son nada más unos cuantos los que nunca piden permiso y los que nunca piden perdón. Gente que lucha en sus lugares, que no se va a otro lado cuando ya no hay oportunidades, sino que se decide quedar y luchar ahí en su tierra, y por su gente, y por sus mismas demandas.

Estos compañeros y compañeras que han pasado aquí: indígenas, campesinos, maestros, estudiantes, de las Otras Bandas, jóvenes, mujeres, lo que nos están diciendo a nosotros es: “yo soy esto. Esto que no voy a pedir permiso para ser libre, no voy a pedir perdón por luchar, y me niego a aparecer nada más en la historia de este país como una víctima”. Porque eso es lo que aparecemos siempre.

Lo único que sale aquí en las noticias, en la historia de este país, es que si Fox, que si Zedillo, que si Salinas, y el que vaya a quedar de los tres: de Calderón, de Madrazo, de López Obrador. Pero lo que está pasando abajo, lo que hace que este país sea México y tenga riqueza eso nunca va a salir.

No va a salir el dolor de cada familia a la hora que alguien de su gente tiene que emigrar a otra ciudad o a otro país. Y no va a salir el dolor que siente cuando se entera que murió a la hora de cruzar el Río Bravo, o que lo mataron los rancheros norteamericanos, o a lo mejor nunca sabe qué pasó. No va a salir el dolor de aunque que llegó bien al otro lado, y está mandando el dinero, como quiera la familia no está cabal. Porque falta algo, falta alguien.

Y entonces esa familia se está preguntando ¿por qué madres aquí en México no había un trabajo digno? Porqué no hubo un lugar donde ese compañero, esa compañera que ahora está en el otro lado, pudiera trabajar con dignidad, recibir un buen salario, tener una buena vivienda, tener educación para sus hijos, hospitales, medicinas, doctores y enfermeras ahí en su lugar. Y hacer crecer ahí en su lugar la dignidad que no pidió permiso ni perdón para existir.

Y entonces nos dicen: sí pero eres muy pequeño, eres una familia nada más, eres una persona, eres una mujer —que es así como lo más bajo que ponen— o todavía más abajo que ser mujer: eres un indígena. Entonces eso nos están diciendo allá arriba y dicen: no puedes contra nosotros. Nosotros tenemos el ejército, la policía, tenemos los bancos, tenemos la televisión, la radio, tenemos a los partidos políticos, y además estamos haciendo unas leyes para que todo, todo lo que existe sea propiedad de ellos.

Y lo acabamos de ver con la ley esa que se dice la ley Televisa, que favorece a las grandes empresas de la comunicación, y no deja que una comunidad tenga una estación de radio, por ejemplo, o que se puedan comunicar entre gente con la misma lengua.

¿Cuándo ha trasmitido la televisión comercial en lengua mixteca? Nunca. ¿En tlapaneco?, nunca. ¿En náhuatl?, nunca. Pero en inglés hagan la cuenta y van a ver cuánto.

Entonces a ellos que están allá arriba, no sólo no les importamos si sufrimos, si nos morimos, si nos matamos entre nosotros, si estamos batallando en la escuela, en la calle, en el mercado, en el campo. No les importa. Porque para ellos toda esta tierra es una mercancía, y hay alguien que estorba. Y los que estorban son todos los que la habitan. Entre esos que la habitan hay quienes dicen: no nos vamos a dejar, vamos a pelear.

Y entonces lo que está haciendo la Otra Campaña es como pasando lista ya que estamos en la escuela. Como preguntando: quién de aquí tiene los tamaños para luchar porque este país y el pedazo de país que le toca a cada quien no se venda, no se rinda, no se desmaye. Y entonces es cuando los que entran a la Otra Campaña, los que se adhieren a la Sexta Declaración, levantan la mano y dicen: yo. Porque saben que en la Sexta Declaración y en la Otra Campaña no importa si es hombre, si es mujer, si es anciano, si es joven, si es niño, si es indígena, si es blanco, de cualquier color. Lo que importa es su corazón y la fuerza que tiene ahí.

Y aquí la Otra Campaña no le va a pedir que se meta en un partido, que se meta en una organización. Sino que su misma organización que tiene, o si él quiere andar solo, o sólo con su familia, aquí va a tener un lugar. Porque aquí lo que se está luchando es no quién llega al poder, sino quién salva este país.

Si nosotros seguimos pensando que allá arriba alguien lo va a solucionar, no es este el lugar. Porque hay quien piensa: no, pus hay que votar por un partido, a lo mejor ese sí nos va a resolver los problemas. No los va a resolver, pero —como dijo el compañero— muy su derecho, ahí si lo crean.

Nosotros que estamos en la Otra Campaña pensamos que no. Que todo lo que tenemos, así sea muy poco, lo tenemos porque lo hemos conquistado con nuestra fuerza, nadie nos lo ha regalado. Ni los compañeros de las Otras Bandas les regalaron su rebeldía, ni el espacio que tienen, sino lo tuvieron que luchar y lo tuvieron que conquistar. Ni las mujeres que están luchando por sus derechos es porque el hombre les dio permiso, tuvieron que luchar por ese lugar.

Ni los estudiantes aquí de la Normal, o cualquier estudiante en Guerrero que está luchando por educación pública, gratuita y laica, se lo han regalado, tiene que luchar. Ni los maestros con su salario, ni los campesinos en su tierra, ni los indígenas que están defendiendo su territorio. Nadie puede decir que le han dado lo que tiene, lo ha conseguido porque ha luchado.

Y por eso —como decía, recordaba el compañero— en este país tiene el que lucha por tener las cosas. Y aquí se trata de que no vamos a luchar individualmente, de que: yo voy a ahorrar para comprar mi carrito, para comprarme buena ropa o una casa. Porque sabemos que esa es pura mentira, compañeros. No alcanza la paga para comer, no alcanza la paga pues para mal vestir, o para la educación. Y todavía que estás en la educación, cuando vas a salir, aunque sea como maestro no hay plazas. Y si hay plazas, el salario que te van a dar no sirve pues para nada.

Y entonces es donde se empiezan a juntar unos con otros para luchar, para buscar un lugar que los respete como son: como mujeres, como jóvenes, como indígenas. Y ese lugar está en un solo lugar, en un solo espacio, y es ahí donde el poder —el poderoso— le pega más fácilmente.

Y entonces nosotros decimos: ¿por qué no buscamos a todos los compañeros y compañeras que están decididos? Y juntos con ellos vamos a hablar con los otros, vamos a hablar con la demás gente. La que no está aquí en esta reunión, la que no está en Tlapa porque quedó en las montañas, que quedó en sus comunidades. La que quedó en otras partes de las colonias de esta ciudad. Y a hablar y a decirles: no tenemos que pedir permiso para ser libres, y no tenemos que pedir perdón por luchar por nuestros derechos, tenemos que hacerlo.

Y si juntamos la fuerza aquí en la Montaña de Guerrero. Si todas las organizaciones que hay en la Montaña de Guerrero, y todas las personas que están decididas a pelear en las Montañas de Guerrero se unieran, cada quien respetando sus diferencias, pues ya se vería la fuerza muy grande. Súmenle todo Guerrero: la gente que está en Zihuatanejo, la gente que está en La Parota, la gente que está en El Charco, la gente que está en Xochistlahuaca, en todas las partes donde hemos visto, y otras partes que no hemos visto, donde hay gente que se junta. Y entonces van a ver que la fuerza en Guerrero hace que Guerrero haga honor a su nombre. Gente, gente hombres y mujeres guerreros y guerreras —decimos nosotros—, o sea gente que lucha.

Y si lo hacemos más grande y juntamos todo el sur-sureste: Guerrero, Oaxaca, Chiapas. Si le agregamos la península de Yucatán, el centro de la República, toda la costa del Golfo, la costa del Pacífico, la península de Baja California y todo el norte del país, pues resulta que aquellos que ni piden perdón, ni piden permiso son millones. Pero no sabíamos que éramos millones.

Y además estaba la desconfianza de que por qué le voy a entrar a una lucha. Que qué tal que es para que un cabrón se enriquezca, o para que llegue el poder. ¿Qué tal que le entramos a la Otra Campaña y namás es su maña de Marcos que quiere ser presidente de Tlapa? (Iba a decir de la República. Pero no, de Tlapa nada más). O qué tal que quiere ser gobernador, o nomás quiere agarrar un cargo, o vender nuestro movimiento: que luego ya que crezca pues le dan un carro, o le dan una pipa nueva, o más tabaco y ya se va a entregar. Y entonces nosotros decimos: tenemos que hacer la Otra Campaña diferente.

Entonces no se trata que hay un líder, sino que cada uno de nosotros defiende su lugar y su participación. Y que la Otra Campaña tiene que tomar en cuenta a todos los adherentes, decimos nosotros. O sea, ésos que dicen: yo me comprometo a unir mi lucha de que no voy a pedir perdón, ni voy a pedir permiso, y sin dejar de ser lo que soy voy a unirme con otros en otras partes, y juntos a pelear contra ése que me tiene así. Y ése que nos tiene así es lo que llamamos pues el capitalismo.

Porque si nomás nos conformamos en que vamos a ir a pedirle al gobierno pues que nos de el registro del carro, que ya no nos pegue tan duro —pero nos va a seguir pegando—, que ya no nos mate a tantos, sino que nos mate nada más unos poquitos, o que ya no nos explote mucho, sino sólo una parte. No va a ser. Los ricos no tienen llenadero. No crean que se van a conformar con robar una parte. Si se pueden robar todo lo van a robar todo. Y si pueden matar a todos los rebeldes, los van a matar a todos: nos van a matar a todos.

Entonces lo que nosotros decimos ¿por qué nos vamos a conformar otra vez en pedirles de favor que no chinguen? ¿por qué no de una vez nos organizamos y los mandamos a la chingada a ellos? Porque ese es el problema.

Hemos visto en varios lugares que la gente se organiza y saca al rico, y las cosas salen. El rico nos está diciendo: es que la fábrica no va a trabajar si no estoy yo, el banco no va a funcionar si no estoy yo, no va a hacerse bien el tránsito si no está la policía de tránsito. Y donde la gente se está organizando para agarrar las cosas, funcionan mejor las cosas.

Acabamos de venir pues con los compañeros de la Policía Comunitaria. Es la misma gente que está cuidando la seguridad, y ahorita ya bajó la delincuencia. Pero cuando estaba la policía del estado, o la policía municipal, pues están en tratos entre los ladrones. Nosotros lo sabemos pues. Se mocha, el ladrón va y roba a un —como nos dicen aquí—, que la policía está cazando a los indígenas cuando bajan al mercado, los caza y los empieza a agarrar y a quitarles su dinero. Los ladrones y los policías van a medias, se mochan entre ellos.

Entonces ese gobierno no lo necesitamos, esos ricos no los necesitamos. Entonces ¿por qué madres los estamos manteniendo? Y además les estamos pidiendo perdón, y les estamos pidiendo permiso de todo.

Ahí es donde nosotros tenemos que decidir si empezamos a caminar, y dónde nos vamos a detener. Yo les digo claro, porque si entran a la Otra Campaña hay que estar claros dónde se va a detener. Nosotros sabemos que la gente cuando lucha en cada lugar, si está sola, o si son muchos, o son pocos, el gobierno rápido reprime. Y los mete a la cárcel, o los mata, o los desaparece.

Si recorremos las cárceles de Guerrero ¿vamos a encontrar algún rico ahí? Ninguno. Aunque sabemos que son ladrones, aunque sabemos que son narcotraficantes. Cada tanto en las noticias sale que los gobernantes se roban dinero, ningún gobernante está en la cárcel. Pasen a hacer la cuenta: puros indígenas, puros maestros, puros estudiantes, puros chavos banda, pura gente de abajo, sencilla y humilde. Y buen parte de ellos ¿por qué están? Porque lucharon. Los que están, porque a algunos los desparecieron.

Y les van a decir: “no, es que son delicuentes”. ¿Cuáles? ¿Por qué son delincuentes? “Porque es que invadieron la tierra”. Y tú le sacas y resulta que era su tierra. Y están acusados de despojo en su propia tierra, porque les hicieron una trampa para decir que el papel ahora lo tiene un gran terrateniente. Y ellos, que sus papás, sus abuelos, sus tatarabuelos vivieron ahí, son acusados de despojo y están en la cárcel.

Y está en la cárcel el que estuvo buscando pues la forma de transportarse —como nos platicaron los compañeros del FPR—. Pero el gran pulpo, el gran empresario que tiene los demás transportes ese no está en la cárcel. Y entonces nosotros decimos pues: tenemos que luchar por sacar a esos compañeros que están en la cárcel, a todos. Que se queden los narcotraficantes, los violadores, pero la gente que lucha que salga.

¿Y los desaparecidos? Nosotros no podemos permitir que también nos los desaparezcan de la lucha. Nosotros sabemos que aquí en Guerrero, en Oaxaca, en Chiapas, donde quiera pues, pero sobre todo aquí en Guerrero cuántas veces no hace la policía, o el ejército lo hizo, que agarraba a alguien y nadie sabe dónde quedó. Entonces no los podemos acusar de violación de los derechos humanos, o de asesinato porque no sabemos dónde están.

Y entonces lo desaparecieron de la vida, pero nosotros no podemos permitir que lo desaparezcan de nuestro corazón, porque es gente que luchó. No desapareció porque se aburrió de la vida, desapareció porque estaba luchando por gente como nosotros.

Nosotros tenemos que decir su nombre, y tenemos que exigir que aparezcan. Eso es lo que está haciendo pues la Otra Campaña. Pero no se va a detener porque vamos a sacar a todos los presos políticos del país, y vamos a hacer que aparezcan los desaparecidos, y vamos a cancelar todas las órdenes de aprehensión en contra de luchadores sociales. Pero no nos vamos a parar ahí, eso tienen que tener claro. Tampoco nos vamos a parar ahora a la hora que salga el ejército de las comunidades.

Nos vamos a parar a la hora que salgan de este país todos los grandes propietarios, los ricos. Y entonces que la tierra, la buena tierra, no los pedregales y las montañas, sean para los campesinos que trabajan. Y no sólo la tierra, porque entonces le van a decir: ahí está tu tierra y a ver qué haces ¿Dónde está la maquinaria? Que sí hay pero la tienen los grandes empresarios. ¿Dónde está el precio para el producto? Porque si estoy trabajando y luego llego al mercado y resulta que sale más caro producirlo que venderlo.

Pues tenemos que sacar a los ricos que son los que hacen la maña esa para quitar el precio del mercado, para que suban los precios de ellos y bajan los precios nuestros. Tiene que haber escuelas, tiene que haber una Normal digna. Porque sí es cierto, esto parece un jardín de niños. Y tiene que haber todo lo que estamos necesitando en cada lado, y los que están estorbando, porque sí está la riqueza, lo que pasa es que la tienen ellos. Entonces hay que quitársela y hay que sacarlos a ellos.

Y al que tiene delito —que yo creo que todos tienen delito, pero va a haber un juicio— hay que meterlo a la cárcel. Y entonces sí, las cárceles van a estar llenas de criminales, y no como ahora llenas de gente inocente.

Hasta entonces se va a detener la Otra Campaña, hasta que cambie el sistema político y económico en este país. O sea, hasta que acabemos con el capitalismo y empecemos a hacer otra cosa entre todos. Pero entre la gente de abajo y la gente que trabaja.

Y entonces es donde decimos nosotros: ya que hicimos un nuevo país, así como fue la guerra de Independencia, como fue la guerra de la Revolución mexicana, pues tenemos que hacer otra Constitución, otro acuerdo —decimos nosotros— de cómo vamos a vivir, de cómo vamos a relacionarnos entre nosotros.

Aquel que le va a entrar tiene que saber que hasta entonces acaba. Y hasta entonces, nosotros, ustedes, todos los que estamos en la Otra Campaña, ¡ni madre! que a nadie le vamos a pedir permiso ni perdón. Ni como mujeres, ni como jóvenes, ni como banda, ni como ancianos, ni como indígenas, ni como campesinos. La Otra Campaña no está pidiendo permiso para nada, ni le va a pedir perdón a nadie que esté allá arriba.

Si alguna vez hacemos una chingadera entre compañeros, ahí sí vamos a pedir perdón. ¿Sí? Si llegamos a un lugar que no conocemos, vamos a pedir permiso. Pero a los de arriba no les vamos a pedir nada.

Entonces compañeros y compañeras, si hacemos la cuenta hasta ahora de nuestras luchas, pues ahora sí que contamos derrotas. Porque es lo que nos están diciendo: que los madrearon en tal lado, que los mataron en otro lado, que los tomaron presos en otro lado. Y ahora en la Otra Campaña estamos descubriendo que podemos contar victorias, que podemos contar luchas que van adelante. Y entonces empezamos a aprender que cuando estamos organizados y unidos, y cuando hay respeto entre grupos y organizaciones, y hay un buen acuerdo, sí se pueden tener victorias.

De lo que se trata la Otra Campaña es de ganar. Aquellos que piensen: vamos a meternos a un movimiento porque va a ser muy bonito cuando perdamos, vamos a ser poesías y canciones. Aquí no es el lugar, porque ésta la Otra Campaña es la que va a ganar, es la que va a triunfar. Y no va a triunfar arriba con un candidato, sino que va a triunfar abajo, con la gente de abajo y va a hacer otro país. A eso los estamos invitando.

Pero no les estamos diciendo: órale echen bola. Les estamos pidiendo es que lo piensen bien, porque es en serio. Y tan es en serio que ya hay mucha gente en todo el país que le está entrando, pero ya decidido. Por eso estamos diciendo claramente: nosotros vamos a derrocar al gobierno y vamos a cambiar el sistema. Porque ya encontramos en todas partes todo este grupo de gentes. Pero a lo mejor hay más que no sabían o que no entendían, y que a lo mejor ahora con estas palabras, lo que ya escucharon, ahora se puede leer mejor lo que se está proponiendo. A lo mejor se une.

Y entonces sí compañeros y compañeras: así como se hablaba de Hidalgo, de Morelos, de Guerrero, de Vicente Guerrero; y luego se habló de Villa, de Zapata, pues se va a hablar de cada uno de ustedes, con su nombre, con su apellido: de la Montaña de Guerrero tal y tal que vivía en tal lado fue el que hizo este país libre, como se hacen las cosas libres, desde abajo.

Así va a ser de por sí, y es donde cada quién tiene que decir si le va a entrar o no. Ahí en su lugar. No se trata de irse a otro lado. Namás ponernos de acuerdo entre nosotros y hacer una buena comunicación para poder sacar bien los acuerdos.

Esa es nuestra palabra compañeros y compañeras, gracias.

Normal de Ayotzinapa, Guerrero
Reunión con estudiantes

19 de abril del 2006

Buenas noches compañeros, compañeras. Primero que nada queremos agradecer especialmente a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México no sólo el que nos hayan recibido y que sean la sede de este evento, también la señal que nos dieron para recibirnos a todos. Es algo que como Ejército Zapatista de Liberación Nacional no olvidaremos. Gracias compañeros.

Compañeros y compañeras, a lo largo de nuestro recorrido por Guerrero hemos escuchado varios “no”. Esos “no” que gritamos la gente de abajo, la gente humilde y sencilla cuando sufrimos una injusticia, o cuando sufrimos las maldades de los gobiernos y de los poderosos.

En algunas partes, escuchamos el “no” en contra de la destrucción de la naturaleza. En otras partes, en contra del despojo de las tierras a campesinos y a comuneros, a ejidatarios. En otras partes, el “no” que se levanta alto y digno: el “no” a la Presa de La Parota. Y también el “no” a la inseguridad que dan las autoridades. También el “no” al desprecio que sentimos como pueblos indios de estas tierras.

Todos los que estamos en el sur y el sureste, que somos mayoritariamente indígenas: Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Veracruz, Tabasco. Todos estos “no” los hemos ido escuchando en nuestro recorrido, y al llegar aquí escuchamos fuerte y grande el “no” a lo que quieren hacer con la educación en nuestro país.

Y vemos esto que viene en un proceso, cada vez más duro y cada vez más cruel en contra de todo lo que es la educación pública y gratuita en México. No es sólo que afecte a las universidades públicas, también especialmente —lo sabemos— a las Escuelas Normales, y de ellas, a las Escuelas Normales Rurales. No se trata sólo de apagar un foco de dignidad y de rebeldía, como han sido desde su nacimiento las Normales Rurales. No sólo apagar el foco, el semillero —como dijeron ustedes mismos— de gente y de conciencia que se empieza a esparcir por el México rural, el México más dolido, el más oprimido y el más olvidado en esta época.

No sólo se trata de eso, sino se trata de destruir toda una conquista de los trabajadores del campo y de la ciudad desde hace muchos años. Se trata de ir cerrando poco a poco las escuelas.

Ahora vemos con el gobierno de Vicente Fox que no sólo no se abren nuevas escuelas, sino que las que hay se empiezan a cerrar. Y a veces con la fachada de un gobierno estatal, que se presenta como revolucionario y democrático, a veces con la fachada del Partido Acción Nacional, o con la fachada del Partido Revolucionario Institucional. Por todos los partidos con esa fachada se empieza a golpear a las Normales Rurales, y recordamos bien lo que hicieron en Chiapas, y lo que hicieron en Hidalgo, y lo que quieren hacer ahora en Guerrero.

Y ellos piensan allá arriba que nos pueden ofrecer el olvido al administrar nomás dolor, al ofrecernos más humillación para que nos olvidemos de las que hemos recibido antes. Y nosotros no olvidamos y no perdonamos. Y venimos a decirlo aquí en su Escuela Normal Rural, venimos a decirlo aquí para que lo escuchen en todas partes, todos los estudiantes y todos los maestros: el golpe no va sólo sobre un lado, va contra todas las escuelas, de modo que desaparezcan y puedan surgir nuevas, como un negocio. Y en esos negocios lo que importa es producir mucho, aunque salga mal.

A ellos, allá arriba, no les importa si el hijo del campesino, del indígena o del obrero no aprende, o aprende mal. Lo que les importa es que aprenda a producir y, sobre todo, que aprenda a obedecer. Allá arriba no sólo no quieren una escuela que forme maestros que enseñen a decir “no”, que enseñen a rebelarse, que enseñen a exigir los derechos. No sólo eso, quieren desaparecer esa escuela y convertirla en una empresa privada, una empresa que genere ganancias y no que genere maestros.

Porque lo que va a salir a ver ese egresado de la Escuela Normal es lo que nos pueden platicar aquí los campesinos que se encuentran presentes, los indígenas que ya hemos visto en otras tierras, los campesinos que hemos visto a lo largo del estado de Guerrero. Y lo que hemos visto es una historia de despojo, a veces directamente por medio de terratenientes con el aval de las leyes que llegan y nos quitan la tierra. Y a veces que nos van empobreciendo poco a poco, acorralando, por medio de precios bajos, por medio de la contaminación, de envenenar la tierra, de tal forma que ser campesino sea una forma de morir, cuando hasta ahora ha sido una forma de vivir.

Eso es lo que quieren allá arriba, convertir a los campesinos simplemente en alguien que está empacando para irse a buscar trabajo a otro país. Y detrás de eso todos los demás sectores que están oprimidos y que están explotados, y que tienen que ver con el campo: los choferes, los pequeños comerciantes, toda esa gente que va a perder también su fuente de trabajo y su alimentación. Y vamos a encontrar entonces no sólo pueblos completamente abandonados, sino regiones completamente desérticas: sin gente. Para que puedan conquistarla entonces ellos, y poder apoderarse de los recursos naturales que hay ahí.

Hemos escuchado en varias partes de Guerrero las trampas del gobierno y de los ricos para quedarse con bosques, con manantiales. Por eso están dirigiendo su mira en contra de esta Escuela Normal Rural, por eso están dirigiendo la mira en contra de todas las universidades públicas, porque es en ellas donde se empieza a sembrar el germen de la rebeldía y de la crítica, que a la hora que llegan a sus centros de trabajo, a sus escuelas, a enseñar a los niños a vivir en la comunidad, se dan cuenta de todas estas injusticias, y entonces es cuando nace Genaro Vázquez Rojas, cuando nace Lucio Cabañas Barrientos, y tantos otros que no nombramos ahora pero que llevamos en nuestro corazón.

Aquí se vino a decir —con mucha razón— que no podemos hablar sólo de los presos políticos. Está el problema de los desaparecidos, y el problema de los desaparecidos no podemos permitir que los desaparezcan dos veces. Una vez cuando se los llevaron de su vida de lucha y de trabajo, y otra vez cuando se los quieren llevar de nuestra memoria. Nosotros cuando hemos convocado al encuentro con defensores jurídicos en San Luis Potosí, ahora el 13 de mayo, no hablamos sólo de presos políticos y de órdenes de aprehensión, también los estamos llamando a esos defensores para que busquen a los desaparecidos políticos y que sean presentados.

Por eso en la iniciativa que estamos haciendo a nivel nacional, estamos pidiendo que cada organización, que cada familia, que cada grupo social haga la cuenta, no sólo de sus presos, no sólo de las órdenes de aprehensión que pesan en contra de ellos, también de los desaparecidos políticos. Porque no podemos desaparecerlos de nuestra memoria. Esta Otra Campaña no sería otra si empieza a enarbolar la bandera del olvido, y nosotros nunca vamos a levantar esa bandera, ni la del olvido, ni la del perdón.

Hace un rato, nosotros, ustedes, nosotras, ustedes, saludamos la bandera nacional. Esa es la bandera que nosotros traemos como zapatistas. Hemos declinado nuestra bandera, la hemos puesto al servicio de esa bandera tricolor, nuestra bandera la de la estrella roja de cinco puntas sobre un fondo negro. Para nosotros lo más importante es esa bandera, la bandera de nuestro país, que está por ser destruida por esos poderosos que están allá arriba.

Hasta ahora, en estos “nos” que estábamos juntando habíamos estado solos. Solos como campesinos, solos como indígenas, solos como estudiantes. Y allá en nuestras montañas, en las montañas del sureste mexicano, escuchábamos con admiración, con respeto y con orgullo de la lucha de los estudiantes del Mexe. Escuchábamos también la decisión y la firmeza de los egresados y de los estudiantes de las Escuelas Normales Rurales. Y escuchábamos también, con admiración, las historias de la Federación de Estudiantes de Campesinos Socialistas de México.

Todo eso lo escuchábamos junto con las luchas que como campesinos, como trabajadores, como choferes, como pequeños comerciantes, como jóvenes, como mujeres, fueron levantando aquí en Guerrero. Precisamente el estado que es conocido en el resto del país como el más represivo, el más sangriento, y el que tiene mayores índices de miseria. Y escuchábamos todo eso y sabíamos que eso iba a ir acompañado de la digna rebeldía de los guerrerenses, de que quienes iban a levantar ese nombre haciéndolo parte de su corazón, iban a ser ustedes —hombres y mujeres como ustedes— principalmente jóvenes.

Y entonces, estamos haciendo esta cuenta, compañeros y compañeras, y estamos haciendo la cuenta que también de lo que hay allá arriba, de los grandes ricos y de los partidos políticos que están a su servicio. Y empezamos a hacer la cuenta de quién es el responsable de esto, y si vamos a seguir nosotros —cada uno— defendiéndonos contra la pared, tratando de sobrevivir con lo poco que tenemos y viendo poco a poco con desesperación que también por eso poco vienen ellos, los de allá arriba.

No puede ser que sigamos acumulando dolor tras dolor en nuestra mesa, en nuestro salón de clase, en nuestras calles, en nuestro trabajo y en el campo.

Nosotros los que estamos en la Otra Campaña venimos a hacerles esta propuesta: no miremos más para arriba, no escuchemos más la voz de arriba. Miremos hacia abajo, mirémonos entre nosotros, como normalistas, como campesinos, como choferes, como estudiantes, como maestros, como hombres, mujeres, niños y ancianos que estamos abajo, cargando cada quién su dolor y tratando de alimentar y de mantener su rabia y su indignación frente al poderoso.

Allá arriba nos están diciendo que no nos miremos entre nosotros, que no nos escuchemos entre nosotros. Y la Otra Campaña está proponiendo precisamente lo contrario: que nos conozcamos, nos presentemos, saludemos nuestras luchas y hagamos mutuamente la promesa que vino a decir el compañero de La Parota: nunca más una lucha aislada, nunca más una lucha sola.

Hasta ahora ellos, los de allá arriba, han construido su imperio de riqueza sobre nuestra división, sobre nuestro enfrentamiento. Han convertido nuestra rebeldía en una debilidad, en la medida en que está sola. Hasta ahora ésos de allá arriba nos han vendido la mentira de los partidos políticos, que nos ofrecen hacer por nosotros lo que tenemos que hacer nosotros mismos: liberarnos.

Nosotros pensamos que lo que tenemos que hacer es convertir esa rebeldía y esa dignidad: la de los chavos banda, la de los anarquistas, la de los punks, la de los libertarios, la de los comunistas, la de los socialistas, la de los que no tienen bandera, pero tienen la dignidad y la rebeldía para enfrentarse al poderoso, la de los hombres, la de las mujeres, la de los niños, la de los ancianos, todos los que venimos a sobrar en este país a la hora de hacer las cuentas allá arriba y sacar las ganancias.

Nosotros, ustedes, estamos sobrando acá. Estamos sobrando como propietarios de la tierra, como defensores del territorio, incluso como quienes luchan en la calle, en el salón de clase, en la universidad, en el volante. Les estorbamos no sólo porque no consumimos suficientes mercancías, no sólo porque no producimos lo que ellos quieren. Les estorbamos sobre todo porque hemos levantado ese “no” como una bandera, con el color de cada quien, con el símbolo de cada quién, pero lo que nos está igualando es ese “no” a un sistema, al sistema capitalista.

La Sexta Declaración lo dice muy claro: vamos a hablar con la gente que está de acuerdo en luchar contra el sistema, vamos a hablar y a escuchar a toda la gente que sea de izquierda, y con ella —junto con ella—, no con los de arriba, vamos a levantar este país de una vez por todas desde abajo. Y lo vamos a levantar para que esa bandera, la bandera nacional, pueda ondear con dignidad. Porque es esa bandera la que nos une como guerrerenses, como chiapanecos, como defeños, como del Estado de México, como de todas las partes donde somos cada quién.

Y lo que pasa es que en esa bandera cada uno de nosotros no tiene lugar, esa bandera que es levantada allá arriba por los poderosos nos excluye, nos persigue por nuestra forma de vestir, por nuestro peinado, por la música que escuchamos, por la forma en que nos vestimos si somos indígenas, o si hablamos una lengua, o si somos campesinos.

¿Cuándo hemos recibido respeto como gente que trabaja? Aquí en este país sólo recibe respeto y atención el que tiene dinero, no importa que sea un ladrón. ¿Cuándo hemos visto en las cárceles de este país que entren los grandes criminales? Los que entran son los luchadores sociales y la gente pobre. ¿Cuándo hemos visto que alguna vez la radio y la televisión, o los periódicos que son de allá arriba van a dar cuenta de un movimiento social, van a reconocer que es una lucha digna? Nunca.

Para ellos sólo somos revoltosos, gente que busca problemas, siempre somos una minoría inconforme que se opone al desarrollo del país. Como han atacado a los compañeros y compañeras de La Parota, como los van a atacar a ustedes, como nos atacaron a nosotros, y como van a atacar a cualquier gente que se levante por dignidad con su rebeldía.

Siempre para ellos vamos a ser una minoría, y lo que está descubriendo la Otra Campaña, es que no somos una minoría, somos muchos, muchas, por todas partes. Y lo que pasa es que hasta hora cada quien estaba en su lugar, defendiéndose, con su propia historia, una historia que hay que reconocer, saludar, y que hay que admirar, y de la que hay que aprender. Y a eso hemos venido los zapatistas desde Chiapas.

A eso hemos venido y hemos recorrido buena parte del país y lo vamos a seguir recorriendo para aprender de ustedes. Y no sólo para aprender de sus luchas y de su dignidad, también para empezar a conocernos y que llegue el momento de que hagamos un acuerdo acá abajo. Un acuerdo entre los que nadie ve, un acuerdo entre los que nadie escucha para que el día que nos vean y nos escuchen sea el último día para ellos como poderosos, para ellos como gobernantes.

Porque hasta ahora sólo somos alguien que compra, alguien que produce, alguien que puede votar, y por eso no nos toman en cuenta. Pero nosotros en la Otra Campaña estamos diciendo que va a llegar el día en que nos van a ver, y va a llegar el día en que nos van a escuchar. Y ese día, van a ver de nuestras manos la señal de que se salgan de este país. Van a escuchar de nuestra voz la voz de que ya no caben en este país más que en la cárcel, por tanto daño que han hecho. Y van a escuchar esa voz, y van a mirar nuestros rostros, y van a ver que ni Genaro, ni Lucio, ni Hidalgo, ni Morelos, ni Guerrero, ni Villa, ni Zapata habían muerto.

Ellos quisieron ponerlos en los libros de historia. Cuando los pusieron, quisieron llevarlos a los panteones, quisieron reducirlos a corridos y a poemas. Y resulta que aquí en Guerrero esa sangre rebelde está corriendo en las venas de ustedes y en las venas de mucha gente en este país. Y va a volver a levantarse, y van a volver a brillar las calles con la gente de abajo. No con el gris, que nos están imponiendo de allá arriba.

Compañeros y compañeras: de lo que se trata la Otra Campaña es de tumbar al gobierno, de acabar con el sistema capitalista y empezar a levantar otro país. Parece que es muy difícil y parece que va a costar mucho tiempo. Pero no tenemos mucho tiempo porque lo que están haciendo allá arriba es destruyendo lo poco que nos queda. Si los dejamos hacer, si nos quedamos cada quién en nuestro lugar, esperando cuándo van a venir por nosotros, cuando lleguen no va a haber nada que defender, nada porqué luchar.

Hay algo más grande que nuestra organización, que nuestra bandera, que nuestra idea, que es la tierra que pisamos, la tierra que nos vio nacer. Lo que nosotros los zapatistas, todavía llamamos patria. Esa historia de rebeldía y de dignidad que nos sentimos obligados —nosotros y muchos como nosotros y nosotras— a defender y a hacer volver a vivir de nuevo.

No hay muchas opciones, no hay mucho tiempo tampoco. Pero hay el necesario para pensar y para decidirse si le vamos a entrar o no. Cada quien tiene su organización, su pensamiento, su grupo. Lo que nos está uniendo es el enemigo, porque hay que decirlo así: el enemigo es el capitalista, el enemigo es el político que está a su servicio.

De eso se trata la Otra Campaña, de unirnos para enfrentar a ese enemigo juntos, sin perder cada uno, cada grupo, cada organización, su autonomía y su independencia.

Mi nombre es Marcos, Subcomandante Insurgente Marcos. Además de ser el vocero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, soy su jefe militar. Nuestra organización es formada mayoritariamente por indígenas chiapanecos de raíz maya. En el año de 1994, el primero de enero, salimos cerca de cinco mil combatientes y tomamos siete cabeceras municipales en el estado de Chiapas. Rendimos e hicimos correr a las guarniciones de las policías judicial, estatal y municipal en esas partes, e iniciamos los combates contra el ejército federal.

A nosotros no nos dan miedo los federales, los hemos visto ser prepotentes cuando la gente está indefensa, cuando no tiene nada. Pero los hemos visto correr también de miedo, los hemos visto rajarse y desertarse por cientos, cuando un pueblo está organizado.

Nosotros, los zapatistas y las organizaciones que estamos en la Otra Campaña, no los estamos llamando a que se levanten en armas. Los estamos llamando a que nos organicemos en un gran movimiento nacional, civil y pacífico. Que cada quien donde está levante su bandera, su lucha, y juntos, de común acuerdo, enfrentemos a los malos gobiernos y a los ricos y poderosos.

Y de una vez no nos detengamos en un permiso para un taxi, no nos detengamos en un papel para reconocimiento de una tierra, no nos detengamos en que aprueben la minuta para una Normal. Vamos por todo, de una vez ahora, porque nada, nada nos va a ser concedido —ni lo más pequeño— si no conseguimos todo.

Nosotros pensamos que si estamos dispuestos todos, en todo el país a todo, ellos, los que están arriba tendrán que empezar a comprar entre todas las mercancías que compran una que hasta ahora no han comprado, porque era nuestra: el miedo.

Llegó la hora, compañeros y compañeras, llegó la hora de que sea el poderoso, el policía, el güacho que les sirve, el diputado, el senador, el gobernador, el presidente municipal y el presidente de la República —todos ellos— llegó la hora de que tengan miedo.

Y que nosotros podamos hacerles valer esa mercancía. Gracias compañeros, gracias compañeras.

 

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11 Comentarios »

  1. Que asi como desdes las montanas crece la rebeldia, que asi tambien crezca desde las ciudades y se disperse a todo el rincón de México y del Mundo entero.
    Un saludo solidario de un corazón zapatista desde la ciudad de Copenague, Dinamarca

    Comentario de Xmal — abril 21, 2006 @ 7:54 am

  2. un saludo cobtivo a nustros amigos del EZLN desde las tierras guerrerenses queridos amigosd somos estudiantes que refrendamos nuestro apoyo al ejercito zapatista siempre y cunado luche por la dignidad del pueblo mexicano recuerden que para garnarse la copnfianza de la gente tenemos que vajarnos al nivel de los mismos no ahi que ser personas que quieran tener comodidad, que exigan tener interet telefonos a su alcance se supone que son luchadores proletarios no caigamos en el ikmprerialismo tenempos que aseptar la comodidad que tenga cada roncon de la republica que visiten no ahi que exigir algo quie no nos puden dar recuernden que estan luchando por esas gentes y que esas personas estan dispùesto a pelar por la misma causa que es la liberetad de nuestro pías de estos ricos poderosos que cada vez nos quieren ver abajo para que nos siagn explotando noa hi q

    Comentario de ENRIQUE LOPEZ LOPEZ. — abril 23, 2006 @ 12:30 pm

  3. Soy estudiante de la Normal de San Marcos Zacatecas, y me gustaria saber si el delegado cero, va a estar en nuestra escuela, ya que nos interesa mucho la sexta declaracon,

    Comentario de Fabian Ricardo — mayo 7, 2006 @ 4:19 pm

  4. Soy un combatiente de la vida, por lo que he seguido desde mis trincheras el movimiento del EZLN desde 1994.
    Estuve en la parada de Chilapa y en el evento de Ayotzinapa… en mi spacio e seguido parte de lo que es mi lucha y la lucha de los oprimidos que somos muchos.
    A todos aquellos q siguan al EZLN .. hasta la victoria simpre….
    «LOGRAR LA LIBERACION DE MEXICO., UNA PATRIA NUEVA O MORIR POR ELLA»

    Comentario de Valentin Salazar hidalgo — mayo 9, 2006 @ 1:27 pm

  5. PONGO EL NOMBRE DEL ENEMIGO PORQUE SI PONGO EL MIO VA A VER PROBLEMAS CON EL CISEN..
    LAS ELECCIONES NO RESUELVEN LOS PROBLEMAS DEL PUEBLO
    VENCEREMOS

    Comentario de jose luis de la Vega Otero — julio 6, 2006 @ 9:55 am

  6. COORDINADORA DE EGRESADOS NORMALISTAS DEL ESTADO DE GUERRERO.
    (C. E. N. E. G.)
    ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS DE LA U.A.G
    ESTUDIANTES NORMALISTAS

    AL PUEBLO EN GENERAL.
    A LAS ORGANIZACIONES SOCIALES:
    A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.

    La situación actual de nuestro país, nuestro México y principalmente nuestro Estado de Guerrero es una grave crisis social, provocada por los malos gobiernos que nos han robado y nos siguen robando. Porque en lugar de solucionar los tantos y tantos problemas populares, solo se dedican a reprimirlos, desprestigiarlos y peor aún, orillándolos a quedar en el olvido, con la intención de incrementar sus fortunas a costa de nuestro trabajo y esfuerzo.
    Cuando ya han transcurrido 17 meses del supuesto gobierno del cambio, nos hemos dado cuenta que una vez más el pueblo de Guerrero ha sido engañado, ahora con nuevos colores, inclusive el de los gobernantes. Queremos mencionar que no sólo es un grito desesperado el que estamos lanzando, sino un reclamo justo al gobierno que encabeza Zeferino Torreblanca Galindo, porque hasta el momento solamente lo hemos visto platicar con personas extranjeras, entre ellos empresarios, hoteleros, que no podemos llamarlos por otro nombre más que saqueadores y ladrones, simplemente porque con una mínima inversión se llevan jugosas ganancias que cuadruplican lo invertido. Ha esto es lo que se a dedicado nuestro gobernador del cambio.
    Desafortunadamente, todas las consecuencias de estas políticas empresariales nos toca pagarlas a todos los que no tenemos salarios superiores a los 50 mil pesos mensuales como los diputados o los más de 150 mil del gobernador, nosotros que laboramos en jornadas de ocho horas diarias y que realmente trabajamos, ostentamos salarios muy bajos que solo nos da para ir subsistiendo día a día, que a parte de ello tenemos descuentos en nuestro sueldos y el pago de impuestos, que algunos funcionarios ni siquiera eso hacen.
    Por otro lado, nos quieren hundir todavía más con el incremento del pasaje y los precios elevados en los productos de la canasta básica, eso en primer término, porque más allá, nos quieren dejar sin una educación laica, gratuita y obligatoria. Una clara muestra es el disfraz que le han puesto a las cuotas de inscripción a las escuelas públicas, el caso de mayor resonancia se da en la Universidad Autónoma de Guerrero, con las altas cuotas que ponen sólo para presentar un examen de admisión, aparte las de inscripción, que solo vienen a beneficiar a los bolsillos de algunos cuantos. Las Normales Públicas no se quedan lejos de ésta situación, porque por una ficha hay que pagar 200 pesos y tal vez más, sin tener una seguridad de obtener un lugar. Hoy también escuchamos que los estudiantes de las preparatorias demandan la reparación de sus edificios y con justa razón porque dicho caso pone en riesgo la integridad física. Por si esto fuera poco, la SEG ha incumplido con acuerdos que tiene con los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, orillando a los jóvenes a emprender acciones para hacer valer sus derechos.
    Quisiéramos abordar todos y cada uno de los problemas sociales pero serian interminables, consideramos que la preocupación de los estudiantes, los maestros, los campesinos, los obreros y todos los sectores del pueblo deben unificarse para lograr un objetivo en común, la igualdad y justicia para todos y no para unos cuantos.
    Es tiempo de organizarnos y lanzar una lucha en común que venga a desatorar los conflictos en el sector educativo y social, que dentro de estos se encuentran los egresados en su búsqueda de un trabajo digno para el cual fueron preparados y que hasta el momento el gobierno del estado ha dejado de lado. Por eso como universitarios, como normalistas, como maestros, como egresados, levantamos la voz en señal de protesta y lanzamos un llamado a la unidad de los que aún no han decidido organizarse, para que lo hagamos ahora y que ya no solo sean estudiantes, organizaciones sociales los que marchen por las calles, sino que ahora seamos todos, todos como amas de casa, transportistas, mujeres, hombres, niños, ancianos, intelectuales y demás, los que organizados pongamos un alto a los que nos están robando.
    Aprovechamos la oportunidad para convocar a la sociedad civil, para que participe en la conmemoración de la masacre del 2 de octubre 1968 y repudiemos los actos de represión que los gobiernos han aplicado a los movimientos para desintegrarlos. Dejamos de manifiesto que el objetivo de la marcha es conmemorativo, pero a la vez de manifestación, que de hoy en adelante los normalistas, universitarios, egresados, maestros, organizaciones sociales y pueblo en general, no dejaremos solo a cada movimiento y respaldaremos sus demandas, porque las consideramos justas, “nunca más una lucha aislada.”

    ¡¡SI POR EXIGIR NUESTROS DERECHOS NOS GOLPEAN, ESTARAN GOLPEANDO AL PUEBLO!!

    Septiembre combativo.

    Comentario de mario enrique nava domiguez — septiembre 27, 2006 @ 5:19 pm

  7. COORDINADORA DE EGRESADOS NORMALISTAS
    DEL ESTADO DE GUERRERO
    (C.E.N.E.G.)
    ********************************************************************************************
    Considerando que Guerrero es uno de los Estados más pobres del país, en donde impera la miseria, abuso de autoridad y violación de derechos, pero sobre todo el analfabetismo, producto de los malos gobiernos.

    ¡¡Porque la educación no es un privilegio de clases, sino un derecho de todos!!

    COMBATIVAMENTE:

    COORDINADORA DE EGRESADOS NORMALISTAS DEL ESTADO DE GUERRERO

    (Arcelia, Teloloapan, Iguala, Tlapa, Ayotzinapa, Viguri, CENEIMA, ENUF, ESEF)

    COORDINADORA DE EGRESADOS NORMALISTAS
    DEL ESTADO DE GUERRERO
    (C.E.N.E.G.)

    ********************************************************************************************************
    Considerando Guerrero es considerado como uno de los más pobres del país, en donde impera la miseria, pero sobre todo el analfabetismo, producto de los malos gobiernos.

    EXIGIMOS

    • OTORGAMIENTO DEL 100 % DE PLAZAS A LOS EGRESADOS DE LAS 9 NORMALES PÚBLICAS DEL ESTADO.
    • CUMPLIMIENTO DE LOS DERECHOS CONSTITUCIONALES DE EDUCACIÓN Y TRABAJO.
    • ALTO AL HOSTIGAMIENTO EN CONTRA DE LOS EGRESADOS NORMALISTAS.
    • RESPETO A NUESTRAS GARANTÍAS INDIVIDUALES.
    • SOLUCIÓN A LAS DEMANDAS DEL PUEBLO.

    “ENSEÑAR ES ARAR LA TIERRA DEL MAÑANA,
    EN DONDE GERMINE LA LIBERTAD Y LA IGUALDAD”

    ¡¡Porque la educación no es un privilegio de clases, sino un derecho de todos!!

    COMBATIVAMENTE:

    COORDINADORA DE EGRESADOS NORMALISTAS DEL ESTADO DE GUERRERO
    CENEG

    (Arcelia, Teloloapan, Iguala, Tlapa, Ayotzinapa, Viguri, CENEIMA, ENUF, ESEF)

    Comentario de mario enrique nava domiguez — septiembre 27, 2006 @ 5:29 pm

  8. El estado de Guerrero es solo un reflejo del verdadero Mexico.En el Norte no es la excepcion y esperamos que en Zacatecas el «delegado cero» más que retórica nos maneje realidades concretas y soluciones factibles en cuanto a la educación pública. saludos desde la Normal Rural de San Marcos Zacatecas.

    Comentario de Sergio — octubre 22, 2006 @ 6:46 pm

  9. antes que nada disculpenme por el comentario pero no creen ustedes ayotzinapos que se les va atorar esa gran palabra que menciono el delagado cero, que nunca mas una lucha aislada, pues si espero que ustedes si tengan el apoyo necesario de quien sea para que los apoyen para conseguir sus plazas pues con lo qu erespecta a la generacion de maestros 2005_2006 no cuenten con ellos.

    Comentario de francisco — mayo 13, 2007 @ 7:10 pm

  10. ¿Es correcto decirles ayotzinapos? yo creo que no. Todos tenemos derechos de proteger nuestros intereses más elementales, y sion duda los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa viven y han vivido momentos friamente especiales y no se les atiende de la manera legal como ellos lo merecen, se les hostiga, se les agrede, se les reprime, se les asesina, y no existen más calificativos en el mundo para describir las atrocidades que ellos han tenido que padecer siempre.

    No sólo es la Normal de Ayotzinapa, creo que no necesitamos tener que estar en esa Normal para saber que sus vidas estàn en un hilacho en el momento en quese enfrentan ante elementos mal llamados de seguridad; a los Normalistas de ayotzinapa se les trata como criminales y los criminales siguen libres, y los criminales mal Gobiernan el país usurpando espacios en la administración pública Nacional. ¿Que tiene que psar para que esta impunidad termine?¿cuantos más deben ser victimados para que las propuestas públicas sean escuchadas?

    Comentario de Jose angel — octubre 8, 2010 @ 11:53 am

  11. Que verguenza tener como Gobierno a un aparato delincuencial que humilla y se burla de la población más pobre del país, que lamentable es saber que ante la impunidad todavía estos Gobiernos quieren más, que pena que Calderón no renuncie por que ahí es donde él expresa su grado de conciencia más elemental que sólo sirve para encubrir a los asesinos como genaro garcia luna y como a molinar horcasitas sólo por citar dos casos, que pena que haya gente que al ver como masacran a los NORMALISTAS todavia se burlan y estorban,. Si no van a ayudar por lo menos que se hagan a un lado y nos den paso a los que si tenemos sencibilidad ante esa soberania Normalista que deberian estar estudiando y deberian estar bien alimentados, que deberian estar muy bièn aconijados de derechos que en la actualidad son pisoteados como si de criminales se trataran, ellos no tienen por que estar en la calle sufriendo hambre, sed, enfermedades, insalubridad y un clima de desesperanza que practicamente agobia las más intimas necesidades de salir adelante para ayudar al mismo pueblo de donde ellos nacieron y al mismo pueblo de donde todos nacimos. Que pena saber que ante todo esto el Gobierno pone cara de palo y se limita a decir que son muchos maestros cuando existen millones de comunidades sin escuelas y sin maestros y sin energia electrica y sin nada… por que este Gobierno sólo puede ofrecer eso …nada… pero para el FUT BOL si ahi, pero para TELEVISA si ahi, pero para SLIM si ahi; seguiremos resistiendo por que no nos vamos a quedar callados, no vamos a dejar pasar esta ofensa a los movimientos populares que no deberian existir pero que desafortunadamente existen no por gusto, sino por una necesidad real como lo es la educación, la salus, la alimentación y la vivienda.

    Gracias.

    Comentario de Jose angel — octubre 8, 2010 @ 12:03 pm

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