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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Mar232006

En Tuxpan, Jalisco. 22 de marzo.

Palabras del delegado zero en el acto público en Tuxpan

Fotos enviadas por Moyses Zuñiga, con fotos de la Casa de la Cultura de Cd. Guzmán, mitin en Sayula y en Tuxpan.

Acto público en Tuxpan, Jalisco.
22 de marzo de 2006

Buenas noches compañeros y compañeras. Buenas noches Tuxpan, Jalisco.
Especialmente buenas noches compañeros y compañeras indígenas.Cuentan nuestros más antiguos, la gente que nos dirige, nuestros mayores, la gente de edad, los ancianos; que los primeros dioses, los que nacieron el mundo, lo hicieron casi cabal; con eso querían decir que lo habían hecho parejo, no había quien estaba arriba y quien abajo, la tierra no tenía propiedad, no tenía quien la mandara ni papel que la dividiera, ni dinero que la corrompiera.

Y cuentan nuestros más antiguos, que esos dioses primeros hicieron también a los primeros hombres y mujeres, los hombres y mujeres de maíz, y que desde entonces el maíz fue sagrado para estos hombres y mujeres, los primeros que poblaron estas tierras. Pero cuentan también, que esos primeros dioses se cansaron, se hicieron a un lado, y se descansaron porque habían trabajado mucho para hacer al mundo y para hacerlo cabal; y llegó otra vuelta y otros dioses, y otros y otros, mientras el mundo seguía caminando, como de por si debe caminar, por abajo.

Y cuentan también, que llegó un día, en que uno de esos dioses, no los primeros que nacieron el mundo, pero sí uno de los más primeros, entraron en gran alboroto y bulla porque algo habían encontrado, y llamaron a reunión, a asamblea a los hombres y mujeres de maíz. Ya que estaban reunidos les dijeron: «Hay un problema, tenemos un problema que hemos encontrado», resulta que los primeros dioses, los más primeros, los que nacieron este mundo, se les olvidó a ellos decirles una cosa; se les olvidó decirles que iba a llegar un momento, en este mundo, en que iba a llegar el engaño a poblar estas tierras. Empezaron a explicar esos dioses, ya no los más primeros, pero también eran importantes, a los hombres y mujeres de maíz, que iba a llegar un día el dinero y que con él, el poder iba a sembrar el engaño por toda la tierra. «Ese día – dijeron estos dioses – la noche se va a alargar por muchos años, por siglos, cuando llegue el engaño y el dinero a poblar la tierra, nada será lo que parece, habrá engaño y parecerá que es verdad, habrá quien se diga originario de estas tierras y se venda al poderoso, habrá quien use nuestro canto, nuestra lengua, nuestro vestido, para simular que bajamos la cabeza delante del dinero, la noche será noche y el día también será noche, pero el engaño nos hará creer que ha cambiado.

«Y el engaño mayor que sembrará el poder del dinero, será el hacernos creer, que siempre fue así y que nunca va a cambiar. Y en ese engaño vivirán mucho tiempo los hombres y mujeres de maíz, lo que nosotros llamamos los pueblos originarios de estas tierras – y así como el maíz en la sierra Huichola tiene muchos colores, también los pueblos y las pieles de las personas tendrán muchos colores -, pero este engaño reinará sobre todos, y todos pensarán que es verdad lo que es mentira. Durante mucho tiempo estará esto y grande será el dolor de nuestra gente y mucho llorarán nuestros mujeres, nuestros hombres, nuestros mayores y nuestros pequeños».

Quedaron todos callados los hombres y mujeres de maíz, esperando a ver si algo más iban a decir los dioses que estaban dando este aviso. Los dioses quedaron callados y dijeron que nada podían hacer; empezó una gran bulla, un gran alboroto en la asamblea de los hombres y mujeres de maíz, que ahora qué iban a hacer, que cómo iban a saber que cuándo iba a llegar el día en que el engaño iba a poblar la tierra e iba a empezar el dolor y el sufrimiento para los hombres y mujeres de maíz. Los dioses dijeron que no sabían mero el día y no sabían tampoco cómo podían librarse de esa maldad que iba a llegar sobre la tierra, pero que lago podían hacer, «nosotros – dijeron los dioses, que poblaron el mundo los que hablaron con estos hombres y mujeres de maíz, hicieron un plan y una propuesta – cuando llegue ese día del engaño y la noche sea larga y el día sea una mentira, querrá decir que el día se ha cansado, que el sol ha quedado dormido y habrá que despertarlo». Para poder despertarlo se necesita el buen sueño, la buena memoria y el ánimo de lucha.

«Nosotros – dijeron los dioses -, lo que podemos hacer es ayudarles a ustedes para que cuando llegue ese día sepan que hacer «. Y entonces en el acuerdo de la asamblea de esos hombres y mujeres de maíz, los pueblos originarios de estas tierras, se sacó el acuerdo que iban a ser los guardianes, los vigilantes, para cuando esa noche llegara.

«El problema no es la noche – dijeron los dioses – el problema es no dejarse engañar y no creer que es eterna, que nunca va a acabar. Para eso necesitan guardar el buen sueño, donde el sol vuelve a nacer y donde vuelve a crecer el día, pero ahora con verdad; entonces el mundo vuelve a ser parejo» dijeron.

«¿Cómo vas a hacer entonces? – dijeron los hombres y mujeres de maíz.
Y los dioses les respondieron : «Elijamos entre ustedes, a los más firmes, a los más valientes, a los más sabios, y entonces a ellos les entregaremos el buen sueño del mañana, cuando llegue esa noche».

Inmediatamente los hombres que estaban en la asamblea dijeron «yo», «no, yo», y empezaron a pelear entre ellos, a ver quien era el más valiente, el más firme y el más sabio. Los dioses dejaron que estuvieran peleando un tanto en la asamblea y por fin dijeron: «Si nos dan chance – porque esos dioses eran más llevados – si nos dan oportunidad, entonces nosotros podremos decirles quiénes son los más fuertes, los más valientes y los más sabios de entre ustedes». Como no llegaban al acuerdo entre ellos en la asamblea dijeron «está bien, que digan los dioses quiénes son».

Y entonces, estos dioses primeros, no los más primeros, pero que si algo primero eran, eligieron a un anciano y a una anciana, y dijeron, «estos son los más fuertes, los más sabios y los más valientes de esta comunidad. Y les vamos a guardar el sueño en la piel, para que llegado el día que haya que despertar, los hombres y mujeres de maíz no olviden cómo debe ser el mundo, cuando sea.»

Se presentaron el anciano y la anciana junto a los dioses y trataron de meter el buen sueño en la morraleta y no cabía, lo trataron de meter en la bolsa del pantalón o en la camisola, y tampoco cabía; lo trataron de cargar en las manos, y no podían, y no sabían como hacer para guardar el buen sueño que iba a hacer que amaneciera de nuevo. Y entonces los dioses dijeron que es en la piel donde deben tenerlo, y dijeron: «A partir de ahora, los ancianos y las ancianas, llevarán la memoria del buen sueño para cuando amanezca». Y empezaron a ponerles en la piel del rostro, de las manos y de todo el cuerpo, ese buen sueño para que cupiera, y para que nadie supiera que ahí lo tenían, aparecieron las arrugas en la gente mayor; que en realidad, las arrugas que se tienen en la cara, en las manos y en el cuerpo, guardan ese buen sueño para recordarlo.

Cuando hicieron la cuenta, los dioses primeros y la gente de la asamblea, dijeron que no bastaba, que era necesario también saber cuándo había que despertar. Los dioses ofrecieron entonces que alguien guardara el buen recuerdo, y volvieron a pedir al más valiente, al más sabio y al más fuerte de la asamblea. Volvieron a pelear los hombres, a ver quien era mejor, no llegaron a ningún acuerdo y entonces le preguntaron a los dioses, quién de ellos era el mejor, el más valiente, el más fuerte y el más sabio. Y los dioses eligieron a una mujer: «esta es la más valiente, la más fuerte y la más sabia de entre ustedes». Y para que llegue el sueño del recuerdo que hay que despertar, lo pusieron en sus cabellos; desde entonces, dicen los antiguos, las mujeres y hombres de maíz reconocen en las mujeres indígenas a las más sabias, en aquellas que trencen su pelo, es en la trenza donde se guarda este sueño por el que hay que despertar.

Cuando ya se estaban por despedir, los primeros dioses, y ya habían encargado en los ancianos y en las mujeres indígenas, la caja donde se iba a guardar el buen sueño que iba a volver a nacer el mundo; les contaron la historia de cómo iba a ser, de cómo iba a llegar el poderoso, de qué color iba ser su piel, lo que iba a hacer, cómo iba a sembrar el engaño, cómo muchos de nosotros, los indígenas, iban a venderse, cómo la mayoría se iba a mantener firme, cómo debía cuidarse la tierra, porque en ella estaba el futuro y la vida de cada quien, cómo iba a llegar el poderoso a ofrecer más engaños, cómo iba a llegar a decir que siempre habíamos estado así, cómo nos iba a vender y todos íbamos a comprar, que nosotros como pueblos indios somos menos, menos sabios, menos fuertes, menos hábiles, menos personas, casi animales.

Dijeron que iba a llegar ese día, y ese día llegó junto con los españoles, cuando conquistaron estas tierras. Desde entonces, aunque hubo independencia, aunque hubo revolución, nosotros como pueblos indios seguimos siendo tratados con desprecio, por nuestra lengua, por nuestro color, por nuestra estatura, por nuestra forma de ser; y desde entonces algunos miembros de los pueblos indios, se venden al de arriba y venden junto con ellos y con su alma, nuestras danzas, nuestros colores, nuestras fiestas y nuestra lengua.

En este tiempo que hemos caminado por estos caminos de nuestra patria que es México, y que hemos encontrado con pueblos indígenas, con pueblos originarios, hemos tratado de decir y de escuchar esta historia de dolor y en todas partes hemos encontrado lo mismo, la misma indignación y la misma rabia, porque nuestros derechos y nuestra cultura no sean respetados. Pero ahora hay algo nuevo, ahora estamos enfrentando la destrucción de nuestras tierras, el despojo de lo que nos pertenece, de lo que nos dieron a guardar y a cuidar.

Dicen en algunas partes, en las montañas de este país, los hombres más viejos y las mujeres, que es necesario que la noche termine, que hay que destrenzar el pelo, que hay que hurgar en las arrugas y que hay que hablar ahora del buen sueño, que es necesario ya que acabe la noche del engaño que nos vendieron, y que vuelva a amanecer y que el día esté cabal, despierto cuando le toca y dormido cuando le toca.

Dicen que si esto no ocurre, la larga noche será definitiva y no habrá más tierra que poseer, tierra que cuidar ni tierra que querer. Dicen que si no despertamos de la pesadilla del engaño que nos vendieron, no habrá ya por qué luchar.

Gracias, compañeros, gracias compañeras.

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2 Comentarios »

  1. gracias por apollar a nuestra jente
    por infundirles esperaza en este
    momento istorico que se carateriza
    por la duresa a los mas desprotegidos

    Gracias.

    Catarino Valencia.

    Comentario de Catarino Valencia — noviembre 18, 2006 @ 10:25 pm

  2. hola espero que esten bien ahora paso a lo siguiente este comentario es muy bonito para nosotros los tuxpanenses por que yo naci en tuxpan jalisco y nunca me voy a vergonsar de eso

    Comentario de cecilia rua — octubre 19, 2007 @ 2:31 pm

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