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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Dic191994

Ruptura del cerco 

Ruptura del cerco.

Hermann Bellinghausen, enviado, Guadalupe Tepeyac, Chis. Sin disparar un tiro y después de 10 días de movilización silenciosa, el EZLN atravesó el cerco militar tendido por el ejército mexicano e incrementó la zona de conflicto a 38 municipios, que prácticamente calcan el mapa indígena del norte, el centro y la frontera de Chiapas. Las comunidades tradicionales de Los Altos, las de los trajes típicos, tzotziles y tzeltales, se incorporan abiertamente al zapatismo, lo mismo que las jóvenes comunidades migrantes de Marqués de Comillas, hoy reabautizado municipio José María Morelos y Pavón, en los confines de la selva lacandona.

El subcomandante Marcos afirma:

-Toda la zona rural del estado es zapatista, le quedan al gobierno las ciudades, las presidencias municipales (no todas) y las carreteras.

Pero los zapatistas controlan los caminos reales, las veredas y las sierras.

Hoy amaneció el estado de Chiapas con una nueva situación geopolítica. Para eso se convocó a la prensa nacional y extranjera a una conferencia de prensa a las dos de la mañana en la presidencia municipal de «San Pedro de Michoacán», uno de los 32 nuevos municipios tzotziles, zoques, choles, tzeltales y tojolabales.

-Es mi deber comunicarle a usted que tiene una rebelión indígena en el sureste de la nación.

Con estas palabras al presidente Ernesto Zedillo, Marcos renovó una vez más las rústicas maneras escénicas del EZLN.

Noche de luna llena. El pueblo inusualmente a oscuras. Un avión sobrevolando la noche. En la «oficina de Asuntos Agrarios» del «ayuntamiento» está colocada una televisión sobre un pequeño escritorio, trepado a su vez en otro escritorio más grande donde se amontona el legajo de partes de guerra, comunicados y cartas a que da lectura el subcomandante Marcos durante una hora. La habitación es pequeña pero suficiente. Seis milicianos hacen escolta, encapuchados y armados, mientras el jefe militar del EZLN se dirige a los desmañanados periodistas que lo escuchan sorprendidos.

El mayor Moisés, igual que Marcos, fuma y fuma pipa. El subcomandante advierte:

-Lo que van a escuchar tiene implicaciones militares, lo que les voy a informar es que rompimos el cerco.

Recapitula los acontecimientos desde el día 6, cuando se anunció que si Eduardo Robledo tomaba posesión como gobernador, la tregua quedaría rota. El día 8 Robledo fue investido gobernador, e inmediatamente el EZLN rompió la tregua, y a partir del día 9 inició el desplazamiento de dos divisiones (una comandada por una mujer, aclara) en cuatro direcciones. El día 12 el cerco quedó roto, con la ocupación de las zonas rurales detrás del poderoso cerco tendido, con toda la tecnología y la panoplia del ejército federal, desde Tuxtla Gutiérrez hasta las inmediaciones de Tabasco y Guatemala.

Extiende mapas sucesivos del territorio antes de la movilización, durante y cómo quedó finalmente. En diez días, el EZLN quintuplicó su territorio hasta ocupar casi la mitad del estado. Incluso los municipios más controlados, como Chamula, Zinacantán y Amatenango, salieron de la férula histórica del PRI y se levantaron en armas.

-¿Vuelta al primero de enero?

Luego de convocar a la CND, a Cuauhtémoc Cárdenas y a la Conai para sumar sus esfuerzos por impedir la guerra y llevar la negociación a nivel nacional, el subcomandante Marcos se dirige al presidente Zedillo y concluye, no sin antes advertirle que ojalá no vuelva a equivocarse, deseándole salud y «otros asesores que sí vean dónde está el precipicio».

Después exhibe un video, grabado por un indígena, relativo a una celebración en algún lugar de Los Altos el 12 de diciembre, al rebasarse el cerco.

Un baile armado. Tzotziles de Chamula, Mitontic, San Andrés, Chenalhó y Pantelhó, con sus trajes tradicionales, armados y encapuchados o amordazados, bailan interminables sones de arpa y guitarra. Close up de pies descalzos aferrados al piso, manos pulsátiles, rostros, arpas. Y el montaje de dos discursos en español que resultan uno, a cargo de los comandantes José María y Guillermo.

-Queremos demostrarle al gobierno que somos capaces de realizar cualquier trabajo. Aquí estamos presentes. Somos capaces de realizar todo. Estamos dando nuestra vida por nuestro pueblo. Nosotros, ejército zapatista, jamás nos rendiremos.

Con sus chuj blancos, los comandantes caminan ante la cámara respaldados por centenares de hombres y mujeres en silencio; los mismos que bailaban.

-Seguimos la guerra. Queremos ser la luz del mundo para que aprendan, para que vean cómo debe ser.

Es inquietante la imagen de inmaculados indígenas de blanco, a la usanza tradicional, con un fusil a la espalda, en huaraches y pasamontañas negros, bailando hipnóticamente. Autoridades tradicionales quemando copal ante una pequeña cruz chamula, mientras suenan pífanos y un tamborito. Los oradores devienen narradores del video.

Los discursos, dichos en movimiento, son acompañados por un arpa que no calla:

-Esto es para demostrar que no somos extranjeros, somos ciento por ciento indígenas nacidos aquí en el estado de Chiapas.

Aparecen violines y violincitos, danzantes con una rama, y los que no llevan al lomo un rifle llevan una jícara llena de flores y sombreros llenos de cintas coloridas.

Algunos, en vez de paliacate, llevan el rostro pintado como jaguares. Siguen los comandantes:

-Ni un grano de arena nos han dado. El gobierno se está burlando. Ése es el coraje. Ése es el coraje. No hay señales de cambio. Ésa es nuestra conciencia, pues. Nunca vamos a desmoralizar ni aceptamos que los zapatistas se están rindiendo.

Son críticos con los medios de comunicación, de manera repetitiva. A diferencia de los campesinos selváticos, los de Los Altos sufren los embates de la radio comercial y oficial, y distinguen entre lo que dicen los locutores y su realidad.

-El territorio mexicano donde estamos de por sí era de nuestros antepasados. Nuestra cultura la mantenemos firme. La guerra está en acción, como también la cultura de cada pueblo. Así como nos ven, tratamos de rescatar nuestras culturas.

Las imágenes del video adquieren un doble o triple valor: ritual, cultural, propagandístico. Otra forma nueva, distinta de la de la selva, de hacer política. El comandante José María niega que los zapatistas estén matando a otros indígenas, como difunden ciertos medios.

-El gobierno tiene a Chiapas tirado como una basura, como un animal. Somos gentes, tenemos ideas.

El arpa lo acompaña, dulcemente:

-Queremos invitarlos que vean lo que es la realidad. Ha llegado el momento de despertar. Es una invitación que queremos hacer a las personas.

El exhorto final no deja lugar a dudas. Desde algún lugar de Los Altos, en lo que para nosotros en el mundo mediático es una performance, los comandantes tzotziles se dirigen al mundo:

-Exhortarnos a todas las personas conscientes a cambiar las cosas. Exhortamos al gobierno mexicano a que entienda nuestra lucha. No estamos sin rumbo, tenemos planes. Si el gobierno no acepta estos cambios de vida, invitamos a las personas del mundo, a los países del mundo y otras naciones a que apoyen nuestra lucha. No estamos locos.

Termina la proyección del video. La fiesta de «ruptura» del cerco. Y bromea Marcos:

-Se dan cursos de video.

Risas de los camarógrafos presentes.

Empieza una conferencia de prensa. Son las 03:30 antes meridiano. Insiste el subcomandante:

-Nuestro movimiento es político. Nuestras demandas, nacionales.

Es el leit motiv zapatista:

-Sería engañar al pueblo de México pretender que la solución es por la fuerza. El EZ se compromete por lo pronto a no atacar ninguna posición del ejército federal. Sólo que defenderá todas las zonas ahora controladas.

Contra la opinión de muchos políticos y politólogos, el vocero zapatista reitera:

-En el estado de Chiapas la solución es hacer la revolución que no se hizo. Y es pronto para decir que no habrá guerra en México. No amenazamos, estamos advirtiendo.

Concluye con la certidumbre de que las cosas cambiarán:

-No sé si lo voy a ver yo, pero probablemente ustedes sí.

Terminada la noctámbula presentación somos amablemente expulsados de la selva. Más allá de Nuevo Momón, el otrora primer retén rebelde, preceden a la caravana de periodistas dos camiones cargados de milicianos encapuchados que se detienen entre el rancho Monteflor y La Florecilla, 19 kilómetros distante del retén del ejército federal en Gabino Vázquez, al parecer con intención de instalarse.

Eso no es nada a estas alturas. La movilización de insurgentes y milicianos es un grave reto territorial. Si el problema es grande, las soluciones también deben ser grandes.

 

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