Al licenciado Jorge Madrazo Cuéllar.
Comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas.
El día 22 de octubre de 1994 recibí su comunicado sobre la instalación de una comisión de verificación que, supuestamente, se ubicaría en los retenes del ejército federal en Ocosingo, Las Margaritas y Altamirano. Al mismo tiempo, el día 22 de octubre, a las 14:00 horas, una patrulla de federales avanzó con rumbo a las ruinas de Toniná, en el municipio de Ocosingo, adentrándose en el territorio donde nuestras fuerzas se hallan posicionadas. El mismo 22 de octubre, en horas de la noche, aproximadamente a las 20:00 horas, aviones federales sobrevolaron el ejido de Morelia y se adentraron a la selva lacandona; la noche del 25 de octubre, a las 21:00 horas, un avión de la Fuerza Aérea sobrevoló, varias veces, la llamada zona franca de Guadalupe Tepeyac; las detenciones arbitrarias y las torturas a civiles acusados de ser zapatistas continúan. O usted se burla de nosotros y es cómplice de la futura ruptura del cese al fuego, o a usted también lo están engañando. Esto es algo que corresponde a usted definir.
Le informo a usted que tengo órdenes del CCRI-CG del EZLN de ya no insistir en la denuncia de las constantes provocaciones del ejército federal, pues es inútil, ya que ustedes ya decidieron lo que harán. Dígale usted al señor Salinas de Gortari que ha hecho todo lo posible por terminar su mandato con una guerra y que lo está consiguiendo.
Recibí un documento fechado el 18 de octubre de 1994, donde el gobierno federal responde a la iniciativa del obispo Samuel Ruiz García para un nuevo diálogo. Me extraña que un jurista como usted convalide un documento plagado de inexactitudes, torpezas y mentiras. En los hechos, el gobierno ha insistido en una solución militar del conflicto, las denuncias que hemos hecho de las intimidaciones que provienen de las fuerzas gubernamentales, señalando lugar, fecha y hora, no han sido desmentidas por el gobierno.
El personal de la CNDH y de la oficina del Comisionado de Paz en los retenes militares está cumpliendo labores policíacas, recabando datos e intimidando a las personas que entran o salen de la zona de conflicto.
Señala el documento que debe haber compromisos entre el gobierno y el EZLN, y que éstos se deben establecer en una relación entre iguales, «de otra forma, estaríamos frente a una relación desigual o asimétrica en donde todas las obligaciones están de un lado, y todos los derechos y exigencias del otro» (cita textual de su documento). De acuerdo, si se trata de una relación de iguales, entonces eso significa que el gobierno federal nos concede no sólo el reconocimiento como fuerza beligerante, sino además como un gobierno de la misma estatura que el federal. Tal sería una relación entre iguales, no desigual o asimétrica. Si tal es el propósito actual del gobierno, debe hacerlo explícito: declarar que reconoce al EZLN como fuerza beligerante y como Estado revolucionario. Si esto es así, estamos dispuestos a, inmediatamente, iniciar el diálogo. Ahora sí entre iguales, y a adquirir todos los derechos y obligaciones que una relación entre iguales implica. Si no es así, si no nos reconocen como fuerza beligerante, entonces es un absurdo jurídico que nos reclamen y demanden estricta equidad en la relación con el gobierno federal.
Dice usted, además, que el señor Salinas de Gortari ha ordenado al ejército federal que ocupe las posiciones que tenía «no sólo el 23 de marzo, sino incluso el 12 de enero de 1994, cuando se dispuso el cese al fuego». Las posiciones que actualmente ocupan los federales no son las mismas del 12 de enero de 1994, por lo tanto la «orden» de Salinas no se ha cumplido. Además, la propuesta de Salinas de Gortari aumenta las posibilidades de choque entre las fuerzas porque el 12 de enero de 1994 ambas fuerzas estaban posicionadas para enfrentarse. La propuesta del señor Ruiz García es muy diferente. Él se refiere a volver a las posiciones en las fechas donde la beligerancia estaba más atenuada. Piense usted que el 12 de enero la guerra podía desatarse en cualquier momento, la tregua era igual de frágil que ahora. Antes del 23 de marzo, cuando el gobierno planeaba matar al lic. Colosio, lo que se estaba discutiendo en nuestras fuerzas era la firma de la paz. Tanto el ejército federal como el zapatista, en esas fechas, habían abandonado, en los hechos, la posibilidad de un choque inmediato. Pero bueno, puesto que se insiste en una relación «entre iguales», entonces, en correspondencia a la «orden» salinista de volver a las posiciones del 12 de enero, nosotros podríamos iniciar el despliegue de nuestras tropas para retomar las posiciones del 12 de enero, cuando nosotros nos preparábamos para seguir la guerra, y no las del 23 de marzo, cuando nosotros nos preparábamos para seguir el camino de la paz. La propuesta del señor Salinas de Gortari coincide con nuestra apreciación de que su gobierno está haciendo todo lo posible para reiniciar las hostilidades.
Por otro lado, vemos el tono de ultimátum de las condiciones para reiniciar el diálogo. Le comunico a usted que las «condiciones» ya han sido respondidas por el EZLN desde antes de ser planteadas. Para esto basta leer el periódico y enterarse de nuestra respuesta a la Comisión Episcopal donde reconocíamos situaciones irregulares dentro del territorio zapatista e invitábamos a organizaciones no gubernamentales de defensa de los derechos humanos para que investigaran esas denuncias. ¿Está dispuesto a lo mismo el gobierno federal en lo que se refiere a las denuncias en contra del ejército federal? Sobre que permitamos que comunidades al interior de la zona en conflicto reciban ayuda del gobierno federal, puede visitar usted el ejido de San Quintín, en el municipio de Ocosingo. San Quintín es completamente priista, cada casa tiene esa mierda del programa de «electrificación» del gobierno federal y del que tanto se pavonea el señor Hernández Llamas, que consiste en una celda solar y cuatro focos. Nadie les impidió que recibieran esa limosna de un gobierno que saquea los recursos energéticos de Chiapas. Reciben, también, créditos y todas esas mentiras del vocal Hernández.
Respecto a los hechos delictivos de supuestos zapatistas en Teopisca y Tapachula, los «zapatistas» de Teopisca andan en camionetas de las llamadas Wagoneer, del año, y se pasean delante de la guarnición de la seguridad pública. Todos saben que son policías pagados por los finqueros de la zona para justificar la presencia de seguridad pública en el lugar. De Tapachula no tengo informes, pero según lo que dicen los federales no hay, ahí, ningún grupo guerrillero actuando (claro que, a lo mejor, el gobierno está mintiendo, como en mayo de 1993). Como quiera, la opinión pública (y el gobierno) sabe que, cuando hace algo, el EZLN lo reivindica públicamente.
El retorno de los desplazados nunca ha sido problema. Tal vez usted no sepa que nombran comisiones para venir a checar sus cosas y pagar a gente que se las cuide, mientras cobran la ayuda gubernamental. Hay, ahora, «promotores de desplazados» (como ayer «promotores del voto»), en las comunidades proponen que los que no son zapatistas lleguen a un arreglo con el EZLN para que les cuiden sus propiedades, a cambio de un salario, e irse a los campamentos de desplazados a cobrar. Siempre han podido regresar, lo hacen continuamente.
En fin, las «condiciones» son un invento del gobierno para darse tiempo en la preparación política de la guerra: el control de los medios de comunicación. Pero ya que el gobierno se permite condicionar el reinicio del diálogo, entonces nosotros haremos lo mismo. Estas son nuestras condiciones para ver la posibilidad del reinicio del diálogo:
Primero. Que se aclaren los crímenes y se castigue a los verdaderos culpables de los asesinatos de monseñor Posadas, del licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta, y del licenciado Ruiz Massieu.
Segundo. Que se nombre un Comisionado de Paz y una Comisión de Intermediación para mediar entre los distintos grupos políticos y narcopolíticos al interior del gobierno y del partido de Estado, con la finalidad de que resuelvan sus diferencias por vías civilizadas y el diálogo, sin que tengan que recurrir al asesinato.
Tercero. Compromiso público de los miembros del Partido Revolucionario Institucional de no seguirse matando entre sí. A nosotros nos preocupa mucho, porque si se matan entre sí, entonces ya no va a quedar nada para nosotros y, entonces sí, vamos a tener que desaparecer como ejército.
Cubiertas estas condiciones, y en un ambiente favorable al diálogo, podríamos discutir el reinicio de las pláticas en vistas a una solución política del conflicto.
Sobre sus campamentos gubernamentales de observación se puede decir, en el mejor de los casos, que son un problema. Salinas de Gortari pretende convencernos de que el gobierno va a ser un observador imparcial de lo que haga el gobierno. No señor Madrazo, los campamentos de observación son un esfuerzo serio y genuino por la paz, pero deben ser neutrales. Que no sean ni del gobierno ni del EZLN, que sean de quien nos obligó, a ustedes y a nosotros, al cese al fuego y al diálogo a inicios del año: la sociedad civil. En suma, parece que sólo se está dando legitimidad a las acciones bélicas gubernamentales. ¿Por qué, señor Madrazo, buscan llevar la situación al límite de su explosividad? ¿Quieren forzar una rendición incondicional disfrazada de diálogo? ¿Calculan ustedes que pueden desatar la guerra y controlar sus efectos? ¿Quién se beneficia con esto? Simultáneamente a los condicionamientos, el ejército federal retomó su lenguaje de descalificación, tratándonos como delincuentes, y el inefable diputado Cuauhtémoc López Sánchez se ha pronunciado ya por la solución militar. Le reitero a usted y al diputado López Sánchez lo señalado en el comunicado del 8 de octubre de 1994: estamos listos, pueden venir cuando gusten.
Respetuosamente
Desde las montañas del sureste mexicano
Subcomandante insurgente Marcos.
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