A: la Convención Democrática Estatal Chiapaneca.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Hermanos:
Cumpliendo indicaciones del Comité Clandestino Revolucionario Indígena Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, me dirijo a ustedes para hacer llegar a esa Convención Democrática Estatal Chiapaneca el saludo sincero de los más pequeños de la patria, de los hombres y mujeres sin rostro y sin nombre, de los que son montaña, de los zapatistas.
La importancia que tiene esta Convención que ahora celebran ustedes es regional y nacional. Regional, porque en ella se encaminan esfuerzos para sentar las bases libres y democráticas sobre las que se podrá construir la paz en el sureste mexicano. En medio de la renovada beligerancia de los sectores más atrasados de la sociedad chiapaneca, los grandes ganaderos y comerciantes, que cuentan con el beneplácito del gobierno del estado y la complicidad de la regional del partido de Estado, el autodenominado Partido Revolucionario Institucional, algo de lo mejor de la sociedad civil chiapaneca se reúne para discutir y tratar de resolver la pregunta fundamental en estos días de definición: ¿Qué se debe hacer para conseguir la paz con dignidad y justicia en este rincón olvidado de la patria mexicana? La importancia de su Convención Estatal tiene repercusiones nacionales porque marcará la pauta a seguir por otros grupos ciudadanos que se preparan para la Convención Nacional Democrática. Nuevamente nuestro país voltea sus ojos hacia Chiapas con mirada nueva, no la del que saquea riquezas e impone yugos, no la de la curiosidad turística, no la del clientelismo electoral, no la del afán de buscar un nuevo escenario para promover imágenes «pacificadoras». Diversos grupos ciudadanos miran a Chiapas y a su Convención Democrática Estatal con esperanza, con la esperanza de aprender. Salud a los grupos de ciudadanos chiapanecos honestos que hoy se reúnen para esta Convención, salud a hombres y mujeres que, sin importar razas o credos, caminan unidos en la lucha por un cambio democrático, pero sobre todo, salud al campesino indígena chiapaneco, camino digno de la historia, que hoy se aglutina en el Consejo Estatal de Organizaciones Indígenas y Campesinas, el CEOIC, que se empeña hoy en las rutas abiertas de la lucha por las condiciones elementales de justicia en el campo chiapaneco y se enfrenta a la triple alianza de la guerra y la opresión en la región: el gobierno, el partido de Estado y los grandes ganaderos y comerciantes.
Quisiera aprovechar esta carta de saludo, y el hecho de que está reunido lo mejor de los chiapanecos con rostro y nombre, para hablar un poco más sobre la Convención Nacional Democrática a la que, en la Segunda Declaración de la Selva Lacandona, convocó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Lo primero es recordar quién y por qué convoca a la Convención Nacional Democrática.
Convoca el EZLN, convoca un grupo de hombres y mujeres sin rostro, armado, ilegal y en rebeldía contra el supremo gobierno. Convoca después de haberse alzado en armas en contra de todo aquello que sume a nuestra patria en esta nocturna pesadilla que para algunos, para los pobladores originales de estas tierras, dura ya centenares de años. Convoca después de haber dado la sangre de sus mejores combatientes, convoca después de haber ratificado su decisión de seguir pagando, sin escatimo alguno, la cuota de muerte que reclamen la democracia, la libertad y la justicia mexicanas. Convoca después de haber respondido NO a las propuestas de sobornos y chantajes con los cuales el mal gobierno pretendía rendir a los zapatistas, nosotros. Convoca después de reiterar, al pueblo de México y al mundo entero, su grito de «Para todos todo, nada para nosotros». Y el EZLN convoca después de haber entendido que la justicia que tiene en la orfandad a los indígenas mexicanos sólo será posible en un país libre y democrático. Convoca entendiendo que la democracia y la libertad sólo serán posibles sobre el cadáver del partido de Estado. Convoca reconociendo que estas democracia, libertad y justicia no pueden salir sólo de su andar sin rostro y sin mañana. Convoca con la certeza de que es posible y necesario probar el camino no armado para levantar de nuevo la bandera nacional, sin vergüenza, con dignidad. Convoca con la autoridad moral de sus muertos, de su sangre para todos, de su hacerse soldados para que otros tengan un mañana sin máscaras ni dobleces. Convocan los indígenas chiapanecos del EZLN, los más pequeños, los más olvidados, los más despreciados, los más dignos, los mejores.
Reconocemos, nosotros, algo que la ceguera histórica del supremo gobierno le impide ver: el posible papel protagónico de la sociedad civil mexicana, del pueblo de México, en este tránsito a la democracia, a la libertad, a la justicia. Ustedes, con desinterés y sacrificio, se han empeñado en abrir esa puerta que nosotros encontramos cerrada y que obligó nuestro andar con fuego: la puerta del cambio democrático no armado. Ustedes han aceptado tomar la bandera de nuestras manos, la bandera que manos indígenas chiapanecas arrebataron al supremo gobierno el amanecer del año. Nosotros caminamos ahora detrás de ustedes, para ver que esa bandera no se caiga, para ver que nadie la robe, para ver que no tome otro camino que la aleje de la democracia, la libertad y la justicia, para tomarla de nuevo si la puerta que su empeño trata de abrir se cierra otra vez.
El EZLN sigue siendo mayoritariamente indígena, pero ya no es solo chiapaneco. De todos los rincones olvidados de la patria, otros hombres y mujeres, olvidados pero dignos, han decidido marchar bajo la bandera zapatista. Han decidido cubrir sus cuerpos de verdad y fuego, y andar el doloroso camino de la guerra si no es posible el cambio democrático por la vía electoral. El EZLN es ejército, es zapatista, es de liberación y es, como nunca antes, nacional. Si se reanuda el camino de la guerra, no será sólo en esta esquina de la patria, no sólo en las montañas del sureste mexicano ondeará la bandera zapatista. La otra guerra, la de los oprimidos y olvidados, está dispuesta a enfrentar la guerra que nos hacen los poderosos. Pero hemos visto que vale la pena probar todavía otro camino que no es el de la guerra. Por eso nos hemos hecho a un lado y damos el paso y la bandera a los que hoy buscan el camino de la democracia sin armas y con rostro.
No nos negamos a que, sin más sangre ni tiros, sea posible construir el nuevo México que necesitamos. Pero es preciso que ustedes recuerden qué bandera es la que les entregamos y para qué se convoca a la Convención Nacional Democrática. La Segunda Declaración de la Selva Lacandona señala, en lo referente a la convocatoria a la Convención Nacional Democrática, que hay un gobierno usurpador, que la legalidad actual es insuficiente y que son necesarias todas las formas de lucha para el tránsito a la democracia. La Convención Nacional Democrática se convoca para sacar la propuesta de un gobierno de transición y de una nueva constitución.
El gobierno de transición y el nuevo constituyente pueden lograrse por la combinación de varias formas de lucha. El objetivo de la Convención Nacional Democrática es organizar la expresión civil de esa lucha por el cambio democrático en México, este cambio que se concreta en las demandas de un gobierno de transición y una nueva constitución. Se convoca a la Convención Nacional Democrática para que organice la lucha pacífica por lograr este cambio. La exigencia de elecciones libres y democráticas, así como la defensa de la voluntad popular son requisito indispensable para esta lucha.
Con esto queremos decir que el EZLN convoca con objetivos precisos. Convoca a aquellos que luchan o quieren luchar por el cambio democrático. Quienes no quieren el cambio democrático no están convocados. Convoca a quienes están de acuerdo en insistir en el cambio democrático pacífico. Quienes piensan que sólo por la lucha armada se consigue el cambio democrático no están convocados. Convoca a quienes están de acuerdo en probar que ese cambio democrático se dé, también, por la vía electoral. Quienes no están de acuerdo en probar la vía electoral no están convocados. Convoca a quienes están de acuerdo con la necesidad de un gobierno de transición. Quienes no están convencidos de la necesidad de un gobierno de transición no están convocados. Convoca a quienes están de acuerdo con la necesidad de una nueva constitución. Quienes no están convencidos de que es necesaria una nueva Carta Magna no están convocados. Convoca a quienes reconocen que el partido de Estado es el principal obstáculo para el tránsito democrático. Quienes no ven esto no están convocados. El EZLN convocó a los mexicanos honestos y a las organizaciones y partidos independientes del Estado con estos objetivos, a la Convención Nacional Democrática.
Por lo tanto, la Convención Nacional Democrática no es para el partido de Estado, no es para los que se niegan al cambio democrático, no es para los que niegan la libertad en estas tierras, no es para los que escatiman la justicia para los mexicanos todos. Pero no sólo eso. La Convención Nacional Democrática no es el brazo civil o político del EZLN, la Convención Nacional Democrática no es la insistencia en la lucha armada o su apología, la Convención Nacional Democrática no es antielectoral o abstencionista.
La Convención Nacional Democrática es, repito, el esfuerzo civil y pacífico del tránsito a la democracia, la libertad y la justicia. El esfuerzo para lograr un gobierno de transición democrática y una nueva Carta Magna para nuestro México.
Insistimos en una lectura atenta de la Segunda Declaración de la Selva Lacandona. En fechas recientes, ha salido una manifestación de Espacio Civil por la Paz (Espaz) con una propuesta para la realización de una Convención Nacional Democrática por la Justicia y la Paz. En su propuesta, el Espaz señala como objetivos, entre otros, los siguientes:
«Formular un programa de nación y definir el tipo de gobierno que mejor responda a las justas demandas del pueblo mexicano, incluyendo nuevas formas de relación entre gobierno y sociedad».
El EZLN señala que «definir el tipo de gobierno» provocará una fuerte discusión y un empantanamiento, en el mejor de los casos, o una ruptura de la Convención, en el peor. Previendo esto, el EZLN convoca, ya, sobre el acuerdo de un gobierno de transición, un gobierno que garantice condiciones libres y democráticas para que las diversas fuerzas políticas puedan definir el tipo de gobierno que promueven y consignan el apoyo popular para llevarlo adelante.
Más adelante, Espaz señala:
«Discutir la conveniencia de que en un futuro próximo la nación convoque a un congreso constituyente».
El EZLN señala que la conveniencia de un nuevo constituyente está fuera de discusión, por eso convoca a la Convención Nacional Democrática con ese acuerdo como uno de los requisitos previos: Es necesario un nuevo constituyente.
En suma, no invalidamos la propuesta de Espaz, pero es necesario aclarar que ésa es otra convención y no la que convocó el EZLN. Espaz señala que los resultados de su convención se presentarán a la sociedad en conjunto, «incluyendo a los candidatos presidenciales, para asegurar su adecuada realización». El EZLN señala que hay cuando menos un candidato presidencial, el del partido de Estado, que es la garantía de que no habrá ni democracia, ni libertad, ni justicia, ni dignidad, y, ciertamente, ni paz para los mexicanos.
Por último, respecto a la fecha y lugar de la Convención Nacional Democrática a la que convoca el EZLN, repito lo que les dije a algunos miembros de Espaz cuando planteaban que el lugar de la Convención no fuera en Chiapas. No nos opondremos, pero los organizadores tendrán que responder, a los asistentes a esa convención, estas preguntas:
¿Por qué no están presentes los que convocaron a la Convención Nacional Democrática? ¿Por qué en esa Convención no tiene lugar la voz de quienes dieron su sangre, amordazaron su rostro, renunciaron a su pasado y a su futuro, y ofrecen, sin pedir nada a cambio, su vida para conseguir la democracia, la libertad y la justicia en México?
Quiero dirigirme, con todo respeto, a esa Convención Estatal Democrática Chiapaneca para solicitarle que, si así lo decide, se pronuncie claramente por la Convención Nacional Democrática convocada por el EZLN, con los acuerdos previos de lucha por un gobierno de transición y una nueva constitución, la insistencia en el tránsito civil a la democracia, la realización de elecciones libres y democráticas, y la defensa de la voluntad popular.
Si así fuera, si la Convención Estatal Democrática Chiapaneca suscribe la convocatoria zapatista a la Convención Nacional Democrática, pido, respetuosamente, que entre sus resolutivos contemplen la formación de una comisión organizadora que coadyuve en la organización de la Convención Nacional Democrática.
En fin, creo que por ahora es todo. Les reiteramos nuestros deseos de que su Convención tenga éxito y sirva de ejemplo al resto del país.
Vale. Salud y sabiduría, que la historia y la grandeza vuelvan a ser patrimonio de los ciudadanos mexicanos.
Desde las montañas del sureste mexicano.
Subcomandante insurgente Marcos.
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