Al pueblo de México:
A los pueblos y gobiernos del mundo:
A la prensa nacional e internacional:
Hermanos:
El Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional se dirige a ustedes para decir su palabra.
En estos momentos, decenas de miles de hombres, mujeres, niños y ancianos, indígenas mexicanos todos ellos, se encuentran reunidos en centenares de ejidos, rancherías, parajes y comunidades del campo mexicano. Llegan también nuestras manos hasta el corazón de asfalto. A toda esta gente nos reúne, frente a una bandera de tres colores en cuyo centro hay la imagen de un águila devorando una serpiente, nuestra miseria común, el colectivo olvido en el que fuimos reubicados desde hace 501 años, la muerte inútil que padecemos, el no tener rostro, el habernos arrancado el nombre, el haber apostado la vida y muerte todas a un futuro ajeno. A toda esta gente nos reúne un anhelo colectivo frente a esta bandera: cambiar de una vez y para siempre los cielos y suelos que hoy la oprimen. Para esto hacer, nosotros, los sin nombre y sin rostro, los autodenominados «profesionales de la esperanza», los más mortales que nunca «transgresores de la injusticia», los que montaña somos, los del nocturno paso, los sin voz en los palacios, los extranjeros en la propia tierra, los de la muerte eterna, los despojados de la historia, los sin patria y sin mañana, los de la tierna furia, los de la verdad desembozada, los de la larga noche del desprecio, los hombres y mujeres verdaderos… Los más pequeños… Los más dignos… Los últimos… Los mejores… Nosotros hemos de abrir de nuevo la puerta del corazón hermano para que reciba nuestra palabra.
Hemos de decir verdad por nuestra boca, hemos de poner el corazón en las manos nuestras. Hermanos, queremos que sepan quién está detrás nuestro, quién nos maneja, quién camina en nuestros pies, quién nuestro corazón domina, quién cabalga en nuestras palabras, quién vive en nuestras muertes.
Queremos que sepan ya la verdad hermanos. Y es así:
Desde la hora primera de esta larga noche en que morimos, dicen nuestros más lejanos abuelos, hubo quien recogió nuestro dolor y nuestro olvido. Hubo un hombre que, caminando su palabra desde lejos, a nuestra montaña llegó y habló con la lengua de los hombres y mujeres verdaderos. Era y no era de estas tierras su paso, en la boca de los muertos nuestros, en la voz de los sabedores ancianos, caminó su palabra de él hasta el corazón nuestro. Hubo y hay, hermanos, quien siendo y no siendo semilla de estos suelos a la montaña llegó, muriendo, para vivir de nuevo, hermanos, vivió muriendo el corazón de este paso propio y ajeno cuando casa hizo en la montaña de nocturno techo. Fue y es su nombre en las nombradas cosas. Se detiene y camina en nuestro dolor su palabra tierna. Es y no es en estas tierras: Votán Zapata, guardián y corazón del pueblo.
Votán Zapata, luz que de lejos vino y aquí nació de nuestra tierra. Votán Zapata, nombrado nombre de nuevo siempre en nuestras gentes. Votán Zapata, tímido fuego que en nuestra muerte vivió 501 años. Votán Zapata, nombre que cambia, hombre sin rostro tierna luz que nos ampara. Vino viniendo Votán Zapata. Estaba la muerte siempre con nosotros. Muriendo moría la esperanza. Viniendo vino Votán Zapata. Nombre sin nombre, Votán Zapata miró en Miguel, caminó en José María, Vicente fue, se nombró en Benito, voló en pajarito, montó en Emiliano, gritó en Francisco, vistió a Pedro. Muriendo vivió, nombrado sin nombre, en nuestra tierra. Nombre sin nombre, estando vino Votán Zapata en nuestra tierra. Hablando calló su palabra en nuestra boca. Viniendo está. Votán Zapata, guardián y corazón del pueblo.
Es y no es todo en nosotros… Caminando está… Votán Zapata, guardián y corazón del pueblo. Amo de la noche… Señor de la montaña… Nosotros… Votán, guardián y corazón del pueblo. Uno y muchos es. Ninguno y todos. Estando viene. Votán Zapata, guardián y corazón del pueblo.
Ésta es la verdad, hermanos. Deben saberla, no morirá ya más en nuestra vida, en la muerte nuestra vive ya y para siempre. Votán, guardián y corazón del pueblo. Sin nombre se nombra, cara sin rostro, todos y ninguno, uno y muchos, vivo muerto. Votán, guardián y corazón del pueblo. Pájaro Tapacamino, siempre delante nuestro, tras de nosotros anda. Votán, guardián y corazón del pueblo.
Tomó nombre en nuestro estar sin nombre, rostro tomó de los sin rostro, cielo en la montaña es. Votán, guardián y corazón del pueblo. Y nuestro camino innominable y sin rostro, nombre tomó en nosotros: Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Con este nombre nuevo son nombrados los sin nombre. Con esta bandera amordazando el rostro, de nuevo rostro tenemos todos nosotros. Con este nombre se nombra al innombrable: Votán Zapata, guardián y corazón del pueblo.
Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Tierna furia que se arma. Nombre innominable. Injusta paz que se hace guerra. Muerte que nace. Angustia hecha esperanza. Dolor que ríe. Callado grito. Presente propio para un ajeno futuro. Para todos todo, nada para nosotros. Los innombrables, nosotros, los muertos de siempre. Nosotros, necia dignidad, olvidado rincón de nuestra patria. Nosotros, Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Nosotros, rojinegra bandera bajo de la tricolor águila. Nosotros, roja estrella por fin en nuestro cielo, nunca la estrella única, una más sí, la más pequeña. Nosotros, sólo mirada y voz. Nosotros, Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Nosotros, Votán, guardián y corazón del pueblo.
Ésta es la verdad hermanos. De ahí venimos. Para allá vamos. Estando viene. Muriendo la muerte vive. Votán Zapata, padre y madre, hermano y hermana, hijo e hija, grande y pequeño, nosotros, viniendo estamos…
Reciban nuestra verdad en el corazón bailando. Zapata vive, también y para siempre, en estas tierras.
¡Salud, hermanos mexicanos! ¡Salud, campesinos de esta patria!
¡Salud, indígenas de todas las tierras! ¡Salud, combatientes zapatistas!
¡Zapata, estando viene! ¡Muriendo vive!
¡Viva Zapata!
¡Democracia! ¡Libertad! ¡Justicia!
Desde las montañas del sureste mexicano
C C R I – C G del E Z L N
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