Entrevista al Sobcomandante Insurgente Marcos sobre el asesinato de Colosio
Guillermo Correa, Salvador Corro y Julio César López. San Miguel, Chs. [P, 28/iii]. El pasamontañas no oculta la impresión del subcomandante Marcos cuando el mayor Mario le informa: «Acaba de morir». Son casi las once de la noche del miércoles 23 de marzo. Tras recibir la noticia, el jefe guerrillero habla de Luis Donaldo Colosio:
«Siempre fue un hombre prudente. Nosotros nada tenemos que ver con su muerte. En todo caso hubiéramos atentado contra José Córdoba Montoya o Carlos Salinas de Gortari. Lo de Colosio, más bien se trata de un ajuste de cuentas interno, una provocación para el endurecimiento.»
Sin su famoso chuj y chamarra negros, lo que lo hace ver algo delgado; con una gorra militar de campaña con tres estrellas rojas, sobre el pasamontañas, Marcos no descarta que atrás del asesinato de Colosio esté la mano de Córdoba Montoya quien, según él, representa a la línea dura que siempre se ha opuesto a la solución política del conflicto en Chiapas.
La entrevista se realizó un día antes de que el CCRI acordara suspender la consulta en las comunidades indígenas encaminada a concretar la firma o no del acuerdo de paz con el gobierno mexicano. Según el EZLN, el ejército federal rompió el cese al fuego, por lo que se declaró en «alerta roja» y ya no dejó entrar a periodistas a las zonas bajo su control.
El subcomandante Marcos advirtió que con el asesinato de Colosio «se están abriendo las puertas de la guerra civil».
El encuentro con los reporteros de Proceso se realizó en una brecha en las inmediaciones de la zona franca de San Miguel, una de las entradas a la selva lacandona. A la luz de la luna, recostado sobre la hierba, el subcomandante Marcos asegura que lo sucedido en Tijuana perjudica, principalmente, al comisionado para la paz, Manuel Camacho Solís; al intermediario el obispo Samuel Ruiz, y al EZLN, porque daña las negociaciones.
Tajante, dice que en los últimos días se han producido coincidencias que buscan consolidar la dictadura en México. Sin embargo, nosotros vamos a darle su espacio a las palabras y no a los tiros; la frágil tregua se puede romper en cualquier momento».
1. Camacho, pacificador
-¿El asesinato de Luis Donaldo Colosio qué cambios puede provocar en las negociaciones para la paz?
-Ése es el problema; me acabo de enterar y no he consultado con el CCRI. Pero la primera reflexión es que ese hecho perjudica la línea negociadora del gobierno definitivamente. Si alguien sale perjudicado por el asesinato del candidato del PRI a la Presidencia de la República, aparte del propio PRI, es el grupo negociador. En este caso, Manuel Camacho Solís.
-Antes del asesinato se produjo el secuestro del banquero Alfredo Harp Helú. Se insiste en que hay fuerzas oscuras que buscan desestabilizar el país., ¿Qué tan cierto puede ser que haya conexión entre lo que sucedió en Tijuana, el secuestro y lo de Chiapas?
-Más bien entre lo que sucedió en Tijuana, el secuestro y lo que se trata de que no haya en Chiapas ¿no? Finalmente hay dos formas de resolver el problema del EZLN: aceptar a una insurgencia armada negociando con ellos, estableciendo el diálogo; o recurrir a la solución militar. Digamos que Camacho representa la opción política, sabiendo lo que significaría en costo social para el país la opción militar.
«Cuando empezamos a ver que lo de los finqueros estaba fuera de control y que había complicidad, no del gobierno en su totalidad, pero sí de ciertos sectores gubernamentales que veían con beneplácito la agresividad de los ganaderos y de los comerciantes, notamos la intención de provocar un enfrentamiento que rompiera el cese al fuego.
«Han sido muy agresivos en sus declaraciones y en ciertas acciones represivas, que militarmente no tienen ningún valor, pero que son una provocación, buscando obtener una respuesta militar zapatista, que le ahorre al gobierno el costo político de tomar la iniciativa de romper el cese al fuego.
2. Córdoba Montoya y Fujimori
-¿A quién beneficia lo que pasó en Tijuana?
-No sé, hay muchos intereses ahí, pero si hay algo que no beneficia es al proceso del diálogo. Ni al EZLN ni a todos los que están en ese proceso, ni a Camacho ni a su grupo, ni al mediador ni a nosotros. Puede ser que José Córdoba Montoya tenga metidas las manos. No sé si lleguen a ese nivel, a tal grado de estupidez, de hacer un autoatentado para recuperar prestigio o desviar la atención a costa de desatar fuerzas más grandes. Pero si hay un grupo dentro del gobierno que se beneficia con ese atentado, es el que está clamando por ahogar en sangre no sólo al EZLN sino cualquier intento democratizador.
-¿Podría ser más concreto?
-No sé, pero hay varias coincidencias. Desde el inicio del diálogo nosotros le dijimos a Camacho que el gobierno tenía que dar una señal en el sentido de que haría algo por los intereses del pueblo. Se comprometió a hacerlo después de que acabara la primera ronda de negociaciones. Pero se ve, como digo, que hay una aprobación del gobierno hacia los ganaderos, una complicidad, porque incluso a la Comisión Nacional de Derechos Humanos atacaron. O sea, una parte del sector gubernamental está de acuerdo con esa tendencia.
-¿Qué papel desempeñan en todo esto los militares? ¿Podrían dar un golpe de Estado?
-No, a mí me parece más bien que les faltan elementos. Se necesitaría un ejército más poderoso para controlar al país. Con capacidades administrativas, que sí tienen, pero ya para dirigir toda la estructura del país no. Se me hace que va más por el lado de Fujimori, o sea civiles, que sean ellos los que den un golpe de Estado.
-¿Apoyados por el ejército?
-¡Claro! Tendría que haber la complicidad del ejército. Por ejemplo, suspender las elecciones de agosto, correrlas indefinidamente, puesto que no hay garantías. Ingobernabilidad del país, necesidad de un endurecimiento, y entonces sí reformas a la Constitución para darles más manga ancha al ejército y a la policía.
3. Colosio, reelección y dictadura
«Pienso que lo que se pretende no es una reelección directa, sino el alargamiento del sexenio más allá del 1° de diciembre de este año. Se podría declarar la desaparición de poderes en varias regiones, incluido Chiapas. Y extender la ingobernabilidad al resto del país; por lo tanto, no hay condiciones para llevar a cabo las elecciones, se posponen y sigue el mismo Presidente.
-¿Cuál es su opinión sobre Colosio?
-El Colosio que estaba en campaña fue muy prudente al manejarse con el EZLN. Nunca se refirió a nosotros como transgresores de la ley ni profesionales de la violencia, ni utilizó los calificativos que se estuvieron diciendo. Empezaba, según mi manera de ver, a tomar distancia del discurso salinista, trataba de marcar su propia línea; comenzaba a reconocer que sí había problemas sociales profundos y que eran necesarias reformas democráticas de fondo.
«Al anunciarse que él sería el candidato del PRI, sí veíamos una continuidad. O sea, el nombre de Salinas en la imagen de Colosio. El mismo proyecto económico, con las mismas adecuaciones políticas y los mismos costos sociales.
«Así parecía hasta enero de este año. Finalmente Colosio era la garantía de esta reelección de que hablé antes. Eventualmente se podría inducir a Colosio para que reformara la Constitución, con el fin de que Salinas pudiera ser candidato a la Presidencia en el 2000, dejando un periodo de transición, que sería Colosio.
«Nosotros veíamos que el de 1994 al 2000 era un sexenio de transición para la formalización de la dictadura o para transitar definitivamente a una apertura democrática profunda, o sea una revolución que es lo que estamos planteando nosotros. Y así parecía. Los zapatistas pusimos en crisis no sólo la campaña de Colosio, sino las de todos los partidos, los cuales tienen que redefinirse. Hasta donde yo sé -los periódicos me llegan con retraso- Colosio sí había comenzado a cambiar su discurso. Pero también lo hicieron Cárdenas, Fernández de Cevallos y Cecilia Soto. Eso es lo que veíamos nosotros.
-¿En estos momentos México está más cerca de la dictadura, de una paz democrática o de la Revolución?
-Estamos más cerca de la formalización de la dictadura, porque ya estamos en lo que es la dictadura. Eso es lo que nosotros decimos. Te voy a poner el ejemplo de Yucatán: ahí dicen que el PRI sí ganó en Mérida, pero mediante una cesión o concertacesión, no sé cómo le dicen ahora, le dan el triunfo al PAN, o sea, el mismo PRI de Salinas hace que el PRI pierda. Ya no se trata de que un partido político gane, sino que ese partido político también depende del capricho o del proyecto político del Presidente de la República. Y eso crea descontento dentro del mismo PRI, por supuesto. ¿Por qué sacrifican sus victorias legítimas? ¿Por qué consideran que son legítimas las elecciones locales a cambio de un proyecto nacional, que no nos toma en cuenta para decidir el candidato a la Presidencia de la República? Ahí empezamos a detectar que se hacía más y más claro el poder unipersonal de Salinas. Que las decisiones ya no las tomaba el partido, sino él y el grupo que representa.
-¿Considera que si hubiera la necesidad de substituir a Colosio -todavía con vida en este momento de la entrevista-, Camacho facilitaría las cosas?
-Nosotros somos muy torpes para el análisis de lo que ocurre dentro de los grupos del gobierno. No tenemos mucha información. Lo que sabemos es que Camacho aparece ante nosotros como preocupado sinceramente por buscar la salida política, no militar. Que cuando él se compromete a buscar esas soluciones que respalden las propuestas de San Cristóbal, lo hace francamente. Y trata de controlar, de aplacar o por lo menos de atrasar las embestidas de los ganaderos y los comerciantes.
«Pero la actitud de Camacho choca con la de otro grupo, probablemente el de José Córdoba Montoya. O sea, que Camacho ya no se está enfrentando a Jorge Lescieur Talavera (el presidente municipal de San Cristóbal) o a Constantino Kanter (el dirigente ganadero de Altamirano) o a las asociaciones ganaderas regionales, sino a otro poder.
«Ahí ya no estoy tan seguro de si la propuesta del otro grupo sea la solución militar, o sólo buscan sacar a Camacho de la jugada. ¿Cómo? Haciendo que fracase en las negociaciones con el EZLN. El problema es que en las pláticas con los zapatistas se ve que hay un entendimiento, que hay dialogo entre Camacho y el EZLN. Y lo primero que hay que hacer es romperlo. Si no se puede, entonces meter a otro elemento.
4. Camacho-EZLN
-¿Pero Camacho como candidato a la Presidencia sí favorecería a la causa zapatista?
-Sí. Faltarían muchas cosas por definir todavía. Se inclinaría por la salida política, no la militar. Eso sí estaría claro. Aunque faltarían muchas cosas por definir: derechos, demandas de carácter nacional, sobre todo con respecto a la cuestión indígena, que pensamos que no está agotada, que no satisface la respuesta que da el gobierno. Hay muchas cosas que ya están viendo los compañeros que faltan.
5. Historia de traiciones
El subcomandante Marcos reconoce que en la historia de la lucha por el poder siempre han existido traiciones, asesinatos, una guerra a muerte. No descarta que, en la actualidad, el grupo salinista se esté tratando de esta manera
«Se me hace el momento más inconveniente para hacerlo. Cuando más efervescencia social y descontento hay contra el gobierno. Esto significaría prácticamente su suicidio político y ahora sí un llamado más consensado que el de la Selva Lacandona a la guerra civil, que lanzaría el gobierno federal con ese autogolpe de Estado.
El jefe guerrillero rechaza la existencia de una alianza con Camacho Solís. Dice:
«Quienes nos conocen se han dado cuenta de que en realidad la decisión de la guerra sí viene de esa gente que no sabe leer ni escribir, que no toma en cuenta ni la coyuntura internacional ni nacional, sino sus necesidades inmediatas y su proceso cultural previo. Lo que quiero decir es que entrando ahí, pasando un tiempo, te das cuenta que no es posible engañar a tanta gente tanto tiempo para servir a un interés oscuro.
«Les digo que ahora sería Camacho, antes Ross Perot, antier Fidel Castro, antes de antier Gonzalo, el de Sendero Luminoso. Y así pues. Pero ya estando dentro del EZLN, ves que no es posible hacer eso. En dado caso de que hubiera la posibilidad de infiltrarte ahí diez años antes, organízalos, engáñalos, alza a miles de hombres que no hablan tu dialecto, que no tienen tu cosmovisión ni nada de eso. Y en una fecha determinada, previa al período electoral, te alzas en armas. No checa pues.»
-Se dice que se ha incrementado la presencia militar. ¿Esto y lo de Colosio los pone en guardia?
-Ya estamos en guardia. En alerta roja. Desde el domingo empezamos con la alerta roja y volvimos a minar todos los accesos a nuestro territorio. Seguramente no lancen una operación de aniquilamiento, pero sí buscarán sacarnos de las posiciones en la carretera y aventarnos a mero adentro de la selva .
-En síntesis ¿podría decirse que el conflicto se encuentra en el punto más delicado o igual que el lo. de enero?
-Estamos en el 12 de enero otra vez, cuando se decreta el cese al fuego, pero como si no hubiera habido pláticas, como si existiera una tregua que se puede romper en cualquier momento.
-¿Se puede decir que este diálogo, si es que todavía existe, es con muy pocas esperanzas?
-Pues con la única esperanza que hay ahora, prácticamente de que se mantengan, ya no ni siquiera de que avance el diálogo, sino de que se creen las condiciones para que no se rompa, que se mantenga todavía la puerta abierta. Vamos a hablar, aunque no estemos todavía de acuerdo en nada, pero vamos a darle su espacio a las palabras y no a los tiros. Esa es la única esperanza que tiene ahora el país frente a la otra opción, que es la guerra civil, que con el atentado a Colosio es la otra puerta que se está abriendo; la no solución pacífica y democrática de los conflictos.
En ese momento se acerca el mayor Mario y le dice: «Acaba de morir».
-¿A qué hora?
-Al 10 para las once.
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