Al pueblo de México:
A los pueblos y gobiernos del mundo:
A la prensa nacional e internacional:
Hermanos:
El Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN se dirige con respeto y honor a todos ustedes para decir su palabra.
Primero.‑ El Ejército Zapatista de Liberación Nacional vino a esta mesa de diálogo con ánimo verdadero de hacerse escuchar y explicar todas las razones que nos obligaron a empuñar las armas para no morir indignamente. Llegamos a dialogar, es decir que llegamos a hablar y a escuchar. Dijimos nuestra palabra al supremo gobierno y a todas las personas buenas y honestas que hay en el mundo. También hablamos a las gentes malas para que escucharan la verdad. Algunos recibieron nuestra palabra, otros siguieron en el camino del desprecio a nuestra voz y a nuestra raza.
Segundo.‑ Encontramos oídos atentos y dispuestos a escuchar la verdad que salía de nuestros labios. El diálogo de San Cristóbal fue verdadero. No hubo dobleces ni mentiras, nada fue escondido a nuestros corazones y a la gente de razón y bondad. No hubo compra y venta de dignidades. Hubo igualdad en el hablar y en el escuchar. Hubo diálogo bueno y verdadero.
Tercero.‑ Ahora tenemos respuestas que reflejan el interés verdadero del señor comisionado para encontrar la paz. Tenemos ahora la obligación de reflexionar bien lo que sus palabras dicen. Debemos ahora hablar al corazón colectivo que nos manda. Debemos escuchar su voz para caminar de nuevo. De ellos, de los nuestros, de los indígenas en montañas y cañadas, vendrá la siguiente señal para dar el próximo paso en este camino cuyo destino será la paz con justicia y dignidad, o no será.
Cuarto.‑ Hemos encontrado en el comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas a un hombre dispuesto a escuchar nuestras razones y demandas. Él no se conformó con escucharnos y entendernos, buscó además las posibles soluciones a los problemas. Saludamos la actitud del comisionado Manuel Camacho Solís.
Quinto.‑ Hemos visto en el señor comisionado nacional de intermediación, el obispo Samuel Ruiz García, la preocupación verdadera y permanente de allanar todos los obstáculos que se interpongan en el camino de la paz. Junto a él, hombres y mujeres buenos trabajaron día y noche para que nada interrumpiera el desarrollo del diálogo. Sacrificando su seguridad personal, su bienestar y su salud los mediadores cumplieron su trabajo, no en medio de la paz y la guerra, sino en medio de dos voces que tratan, todavía, de encontrarse desde la paz y por la paz. Nos recibieron estos hombres y mujeres; si alguna tranquilidad florece en estas tierras se deberá, sobre todo, a su trabajo pacificador. Saludamos el sacrificio y la dedicación del grupo de la Comisión Nacional de Intermediación, y de manera especial al señor obispo Samuel Ruiz García.
Sexto.‑ Ahora esta etapa del diálogo se ha terminado y es bueno su rumbo. Apartemos todos los obstáculos para que sigamos andando.
¡ Libertad ! ¡ Justicia ! ¡ Democracia !
Respetuosamente,
Desde el Sureste Mexicano
C C R I – C G del E Z L N
(1º de marzo de 1994)
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