A los señores Mario Saucedo, Samuel del Villar y Alejandro Encinas.
Representantes del CEN del PRD.
Señores:
Acabo de recibir su justa e indignada carta. Imaginen mi regocijo al poder, por primera vez en mucho tiempo, poder responder inmediatamente, sin esperar a que llegue la carta y a que regrese mi respuesta.
Entiendo su consternación. Miren, ustedes (o algunos de ustedes) estuvieron presentes cuando recibimos la visita de los representantes de los partidos políticos. Ustedes escucharon cómo, cuando menos dos de ellos, entraron en un certamen de oratoria partidaria ante el beneplácito de sus correligionarios y la sorpresa de nosotros que, ingenuamente, pensábamos que habían llegado a escucharnos y no a «discursiarnos» (¡apa’ palabrita!)
Cuando logramos zafarnos de la suave «magia» de las palabras de estos señores, nos retiramos con las siguientes palabras: «No nos dejen solos. Y ojalá aprendan a escuchar». Cualquiera que estuvo ahí presente sabe quiénes fueron los representantes de los partidos políticos que agarraron la «tribuna» de la Catedral. Por prohibición expresa del CCRI-CG del EZLN no puedo referirme ni a favor ni en contra de NINGUNO de los partidos políticos, por lo que, al comentar el incidente en una entrevista, me referí a «los partidos políticos».
Ustedes saben quiénes hicieron esto, y saben también que no fueron ustedes, así que ¿para qué angustiarse? Acepto la justa ira de su carta, pero entiendan que no puedo desobedecer a mis superiores, así que no puedo decir públicamente cuáles fueron los partidos políticos que «rollaron» sin ton ni son. Sin embargo, creo que sí puedo decir quiénes no lo hicieron: ustedes.
Salud y ya no posdatas porque pueden traer revire y estamos, nosotros, ligeramente agotados, c’est a dire, hasta la madre.
Respetuosamente.
Desde las Montañas del Sureste Mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos
(25 de febrero de 1994)
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