Al: Consejo Estudiantil Universitario
Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F.
Compañeros y compañeras:
Recibimos su carta del 29 de enero de 1994, a cuyo calce aparece la firma de «Argel Gómez C.» Agradecemos su pensamiento que nos dirigen.
Nosotros somos mayoritariamente indígenas, mayoritariamente analfabetas y mayoritariamente discriminados. No tuvimos oportunidad alguna de terminar siquiera la primaria. Hubiéramos querido no sólo terminar la primaria y la secundaria sino llegar hasta la universidad.
Con gusto recibimos el saludo y apoyo de ustedes, hombres y mujeres, que luchan en otras tierras y por caminos diversos para lograr las mismas libertades, democracia y justicia que ansiamos todos. Sabemos que en tiempos distintos la valiente voz de los estudiantes mexicanos ha puesto a temblar al mal gobierno y en verdad que, si unieran su voz a la nuestra y a la de los desposeídos todos, nada quedaría en pie de esa gigantesca mentira que nos hacen tragar todos los días, las noches todas, en muerte y en vida, siempre. Por eso nosotros queremos dirigirnos a ustedes, hombres y mujeres estudiantes de México, para pedirles algo respetuosamente:
Si fuera posible que ustedes se organizaran y, cuando las cosas se hayan calmado un poco, vinieran a nuestras montañas a visitarnos y a platicar con nosotros y a ayudarnos con lo que ustedes saben de la técnica y las letras y todo eso que viene en los libros que a nosotros no vienen. No queremos que vengan a «grillarnos» o a «jalarnos» a una u otra corriente política. Creo que en eso más bien ustedes aprenderían de nosotros lo que es, en verdad, una organización democrática y participativa. Pero ustedes pueden ayudarnos a cortar café, a preparar la milpa, a los trabajos comunitarios de nuestros pueblos. Ustedes pueden ayudarnos a aprender a leer y escribir, a mejorar nuestra salud y alimentación, a usar técnicas para sacarle más frutos a la tierra. Pueden venir y enseñarnos y aprender, pueden venir aunque sea unos pocos días para que conozcan esta parte de México que ya existía antes del primero de enero y sin embargo. . .
Si es que aceptan esta invitación entonces se necesita que manden unos delegados para que, a través del intermediario, nos pongamos de acuerdo en los detalles porque se necesita organizar bien todo para que no entren espías del mal gobierno. Si es que no pueden, hermanos estudiantes, pues no importa, pero sigan luchando ahí en sus tierras para que haya justicia para los mexicanos.
Es todo, hombres y mujeres estudiantes de México, esperamos su respuesta por escrito.
Respetuosamente
Desde las montañas del Sureste Mexicano
C C R I – C G del E Z L N
P.D.: Sección del sup: «La Posdata Recurrente”.
P.D. a la P.D. del CEU que decía: «Para el Sup Marcos: No te preocupes, nosotros tomaremos el Zócalo por ustedes»: Yo de por sí le he dicho al CCRI-CG que el D.F. está en el otro lado del mundo y los cayucos no nos dan abasto y además, como dijo no-me-acuerdo quién, los guerrilleros que toman zócalos tarde o temprano se hamburguesan. (Por cierto y aprovechando el viaje, reviren dos sin cebolla y sin salsa de tomate. Gracias.)
P.D. a la P.D. anterior: Ya que en posdatas estamos, ¿cuál de todos los CEU’s es el que nos escribe? Porque cuando yo era un apuesto joven de 25 años (¡órales! ¡Avísale a la computadora de la PGR para que saque cuentas!) había, cuando menos, 3 CEU’s. ¿Por fin se unieron?
P.D. a la P.D. de la P.D.: En dado el caso de que, ¡uf!, tomaran el Zócalo, no sean ojeras y aparten un pedacito para siquiera vender artesanías, porque pronto puedo convertirme en un «profesional de la violencia» desempleado y siempre es mejor ser un «profesional de la violencia» subempleado (por aquello del TLC, you know).
P.D. a la «n» potencia: En realidad estas posdatas son una carta que se disfraza de posdata (por aquello de la PGR y etcéteras de lentes oscuros y fornidos) y, but of course, no requiere respuesta, ni remitente, ni destinatario (ventajas inobjetables de las cartas disfrazadas de posdatas).
P.D. nostálgica: Cuando yo era joven (¿Bueno? ¿PGR? Ahí le van más datos) había un espacio ligeramente arbolado ubicado, aproximadamente, entre la Biblioteca Central, la Facultad de Filosofía y Letras, la Torre de Humanidades, la avenida Insurgentes y el circuito interior (?) de CU. A ese espacio le llamábamos, por razones comprendidas por los (as) iniciados (as), el «valle de pasiones», y era visitado asiduamente por elementos diversos de la fauna que poblaba la CU a partir de las 7 pm (hora en que las buenas conciencias toman chocolate y las malas se ponen como agua para ídem) procedentes de las áreas de humanidades, ciencias y otras (¿hay otras?). En ese tiempo un cubano (¿Bueno? ¿Embajador Jones? Anote usted más pruebas de procastrismo) que dictaba conferencias frente al teclado de un piano del color de su piel y se hacía llamar Bola de nieve repetía:
«No se puede tener conciencia y corazón. . . «
P.D. de finale fortissimo: ¿Notaron el aire exquisitamente culto y delicado de estas posdatas? ¿No son dignas de nuestro ingreso al primer mundo? ¿No llama la atención que estos «transgresores» se preparan también para ser competitivos en el TLC?
P.D. of happy end: Ya, ya, ya me voy… pero es que ese avión ya me tiene de 7 meses, y la guardia, para variar, se quedó dormida y alguien se cansa de repetir «¿Quién vive?», y yo me digo que la patria… ¿y ustedes?
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