CARTA DE MARCOS SOBRE LA PAZ QUE ALGUNOS PIDEN
13 de enero
Para el periódico nacional La Jornada
Para el periódico nacional El Financiero
Para el periódico local El Tiempo de San Cristóbal de las Casas
Señores:
El CCRI-CG del EZLN ha emitido una serie de documentos y comunicados que pueden ser de interés para la prensa nacional e internacional. Los compañeros del CCRI-CG del EZLN me piden que vea de nuevo la forma en que estos documentos [del 6, 11, 12 y 13 de enero] lleguen a sus destinatarios y sean de conocimiento público. Por esto recurrimos a ustedes para ver si es posible que por sus medios periodísticos los documentos sean del dominio público. Estos documentos contienen nuestra posición sobre los acontecimientos suscitados entre los días 7 y 13 de enero de 1994. Aclaro esto porque, para llegar hasta ustedes, el paquete de documentos debe recorrer días de camino por caminos reales, brechas y picadas y atravesar sierras y valles, brincar tanques de guerra, vehículos militares y miles de uniformes verde olivo y, en fin, todo ese arsenal de guerra con el que pretenden intimidarnos. Olvidan ellos que una guerra no es una cuestión de armas o de un gran número de hombres armados, sino de política. Bueno, el caso es que estos documentos y esta carta tardará algunos días en llegar a sus manos, si es que llegan.
Nosotros seguimos bien, en estos documentos reiteramos nuestra disposición a un diálogo para una solución justa al conflicto. Por otra parte nos deja más bien inamovibles toda la parafernalia militar con la que el gobierno federal trata de tapar la gran cloaca de injusticia y corrupción que nuestras acciones destaparon. La paz que ahora piden algunos siempre fue guerra para nosotros, parece que les molesta a los grandes señores de la tierra, el comercio, la industria y el dinero que los indios se vayan ahora a morir a las ciudades y manchen sus calles hasta ahora sólo sucias de envolturas de productos importados, prefieren que sigan muriendo en las montañas, alejados de las buenas conciencias y el turismo. Ya no será más así, no se puede fundar el bienestar de los menos en el malestar de los más. Ahora tendrán que compartir nuestra suerte, para bien o para mal. Tuvieron antes la oportunidad de volver los ojos y hacer algo contra la gigantesca injusticia histórica que la nación hacía contra sus habitantes originales, y no los vieron más que como objeto antropológico, curiosidad turística, o partes de un «parque jurásico» (¿así se escribe?) que, afortunadamente, habría de desaparecer con un TLC que no los incluyó más que como un acta de defunción desechable, porque en las montañas la muerte no se cuenta ya. Todos son culpables, desde los altos funcionarios federales hasta el último de los líderes «indígenas» corruptos, pasando por un gobernador que no eligieron los chiapanecos según su voluntad y derecho, presidentes municipales más preocupados por obras de ornato y por estrechar relaciones con grandes señores que por gobernar para sus gentes, y funcionarios del más diverso estrato, todos negando salud, educación, tierra, vivienda, servicios, trabajo justo, alimentos, justicia, pero sobre todo negando respeto y dignidad a los que, antes que ellos, ya poblaban estas tierras. Olvidaron que la dignidad humana no es sólo patrimonio de los que tienen resueltas sus condiciones elementales de vida, también los que nada tienen de material poseen lo que nos hace diferentes de cosas y animales: la dignidad. Pero es justo reconocer que en medio de este mar de indiferencia hubo y hay, voces que alertaron sobre lo que estas injusticias traerían. Entre esas voces estuvo, y está, la del periodismo honesto, que lo hay todavía, nacional y local. En fin, para qué los aburro, parece que ya tienen bastantes problemas tratando de convencer al ejército federal de que los deje hacer su trabajo periodístico. En resumen lo que queremos es paz con dignidad y justicia.
No nos amedrentan sus tanques, aviones, helicópteros, sus miles de soldados. La misma injusticia que nos tiene sin carreteras, caminos y servicios elementales se vuelve ahora contra ellos. No necesitamos carreteras, siempre nos hemos movido por brechas, caminos reales y picadas. Ni con todos los soldados federales alcanzarían a tapar todos los caminos que siguió antes nuestra miseria y ahora sigue nuestra rebeldía. Tampoco nos afectan las mentiras de la prensa y la televisión, ¿olvidan acaso el porcentaje de analfabetismo REAL en el estado de Chiapas? ¿Cuántas viviendas no tienen luz eléctrica y, por tanto, televisión en estas tierras? Si la nación se deja engañar nuevamente por esas mentiras, siempre quedará al menos uno de nosotros dispuesto a despertarla de nuevo. Los Comités Clandestinos Revolucionarios Indígenas son indestructibles, tienen desde que fueron formados un escalafón de mando. Si uno o varios caen, ya otro o ya varios toman su lugar y sus relevos futuros se alistan. Tendrán que aniquilarnos a todos, absolutamente a todos, para detenernos por vía militar. Y siempre les quedará la duda de si no habrá quedado alguno por ahí que vuelva a iniciar todo.
No los distraeré más. Espero que la «media filiación» del «comandante Marcos» no le haya traído contratiempos a más «inocentes» (doble contra sencillo a que con esa «media filiación» van a acabar deteniendo al que protagoniza a «Juan del Diablo» en la telenovela «Corazón Salvaje» del canal, but of course, de las estrellas). Una pregunta: ¿Servirá todo esto para que, siquiera, los «mexicanos» aprendan a decir «Chiapas» en lugar de «Chapas» y digan «tzeltales» en lugar de «Setsales»?
Salud y un abrazo, si es que hay lugar y modo todavía.
Subcomandante Insurgente Marcos
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