Septiembre es el noveno mes el año, y arriba la luna trae una panza como si tal. Y hasta se ruboriza un poco cuando se deja caer sobre occidente. La lluvia y las nubes como que se asomaron, pero les dio pereza y se quedaron atrás de la montaña, ésa que se levanta al oriente. Abajo, en la grabadorita, Tania Libertad canta ésa que dice «no lo van a impedir (…), a pesar del otoño creceremos». Confundida en las sombras, la sombra escribe una carta. Después del «Ejército Zapatista etcétera» y de la fecha, Septiembre del 2004, ya se lee…
¿Cuál es la velocidad del sueño?
Cuando, después de las letras finales, la pantalla se ha puesto azul (bueno, ya sé que es una cartulina, pero se entiende que sigo con lo del video) es muy poca la gente que permanece a la expectativa (ya ven que luego hay videos que después del final todavía sacan algo). Pues entonces, cuando nadie lo espera (yo incluido), aparece en la pantalla (o sea en la cartulina) un escarabajo con el siguiente parlamento:
Se recibió a la campamentista F, y W que estuvo aquí en el caracol IV, informó que aprendió muchas cosas durante los días que estuvo aquí y van a ir a luchar en sus países de origen, Italia y España; llevan la flor de la palabra al colectivo.
Desde la colonia, los pueblos indios de México han padecido condiciones de miseria extremas. A pesar de haber sido la clase social que más aportó en la lucha por la independencia, en las guerras de resistencia en contra de las invasiones norteamericana y francesa, y en la revolución mexicana (y, si me lo permiten, en la democratización actual del país -aunque son los políticos y los medios quienes se disputan el protagonismo»), las deudas de la Nación para ellos no han hecho sino acumularse. Si alguien ha puesto vida y muerte para que este país que se llama México pudiera levantarse como nación soberana, libre e independiente, han sido los indígenas.
Durante el primer año de las Juntas de Buen Gobierno se formalizaron algunos acuerdos internos, tomados ya hace tiempo, y se concretaron nuevas decisiones. Son las que se refieren a la conservación de los bosques, al narcotráfico, al tráfico de indocumentados, al tránsito de vehículos en las zonas y a las elecciones estatales para presidentes municipales y Congreso local.
(Falacia: engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien)
En el hombro de la noche apareció la luna, pero apenas por un momento. Las nubes se apartaron, como descorriendo una cortina, y entonces el cuerpo nocturno lució su huella de luz. Sí, como la marca que deja un diente en el hombro cuando, en el vuelo del deseo, uno no sabe si cae o se eleva.
Bueno, de acuerdo, estoy siendo demasiado generoso con el espejo. Pero no me refiero a que sólo hayamos tenido dos fallas, errores o faltas («fallos» dicen acá) en el primer año de actividad de los caracoles y las Juntas de Buen Gobierno, sino que se trata de dos faltas que ya parecen ser crónicas en nuestro quehacer político (y que contradicen flagrantemente nuestros principios): el lugar de las mujeres, por un lado, y por el otro, la relación de la estructura político-militar con los gobiernos autónomos.
Con la protección de la lluvia, Sombraluz camina en espiral, dibujando con sus pasos un caracol. ¿Entra? ¿Sale? Saber. Parece que habla o escribe a quien no está. Veamos…