EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL
COMISIÓN SEXTA ZAPATISTA.
México.
12 de octubre del 2025.
A:
La Casa de los Pueblos y Comunidades Indígenas “Samir Flores Soberanes”;
La Comunidad Indígena Otomí residente en la Ciudad de México;
La UPREZ-Benito Juárez.
De: Subcomandante Insurgente Moisés.
Les escribo a nombre de las mujeres, niños, ancianos, varones y otroas zapatistas que resistimos en las montañas del sureste mexicano.
Abrazamos a nuestros compañeros, compañeroas y compañeras de los distintos grupos, colectivos, movimientos y organizaciones que se encuentran presentes. Y de paso agradecerles a ellos y, a través de ellos, a todas las buenas personas que se han solidarizado y han mostrado su apoyo por las agresiones que hemos padecido de los gobiernos de la llamada 4T. Reciban nuestro respeto y gratitud.
Aunque lejos en geografía, somos cercanos en el compromiso de resistencia y rebeldía frente al monstruo, la Hidra Capitalista que explota seres humanos, se alimenta de la sangre, la destrucción y la muerte de pueblos enteros, violenta a las mujeres, persigue las diferencias, reprime la búsqueda de justicia, despoja territorios y que ha descubierto la imposición del dolor a quienes buscan a sus desaparecidos.
Parece que son pocas cosas las que nos unen e identifican, pero se pueden resumir en la lucha por la vida. En esta lucha contra la muerte coincidimos con distintas razas, colores, creencias, geografías, modos y calendarios.
Por encima de fronteras, aduanas, ejércitos, guerras, mentiras, calumnias y bloqueos, aprendemos a llamar “compañero”, “compañera”, “compañeroa” a quienes tienen en la diferencia su semejanza, su firmeza en la resistencia, su creatividad en la rebeldía, y el común en el compromiso de destruir a la bestia que vive de nuestro trabajo, se divierte con nuestros dolores, se burla de nuestra rebeldía y cree que la historia es eterna como eterno es su dominio.
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Es nuestro pensamiento que la columna vertebral de nuestra lucha es el Común. Esto es, buscar y encontrar lo que nos une, pero sin dejar de ser lo que cada quien es. Renunciar a tratar de convertir a todas, todos, todoas, a nuestra imagen y semejanza. Renunciar a la construcción, consciente o inconsciente, de nuevas pirámides que suplan a las actuales para que todo cambie pero siga igual. Renunciar a imponer un camino único, un mismo paso, un modo idéntico, una forma calcada.
Hablar de respeto, apoyo, solidaridad, es hablar en el vacío si no se demuestra en las prácticas reales de cada quien.
Nosotras, las comunidades zapatistas, originarias de raíz maya, pensamos que el COMÚN es algo a construir. Un espacio donde podamos convivir sin quien más y sin quién menos. “Cabal” decimos nosotros, los pueblos zapatistas, que no quiere decir “igualdad”, “semejanza”, “mando y obediencia”; sino diferencia en un trabajo común.
No hay recetas, ni manuales, ni teoría de esto. Hay, en cambio, el darse cuenta de la necesidad de nuevas formas. No sólo de lucha y de organización; también y sobre todo de nuevas formas de relacionarnos entre quienes, como ustedes y nosotras, resistimos y nos rebelamos al cruel destino de la caja mortal del sistema capitalista.
Tampoco hay un mismo modo del COMÚN. No hay un papel, escrito, canción, poesía, obra de teatro, película, pintura, escultura, construcción que sea la guía donde vamos poniendo “palomita” o “tache” según vamos cumpliendo o fallando en cada paso.
Cada quien, según su calendario, su geografía, su modo, iremos encontrando nuestras propias formas. A nosotros nos ha servido estudiar la Tormenta y lo que de desgracia, destrucción y muerte trae. Así pensamos que, con el COMÚN, tendremos una mejor forma de enfrentar la tormenta y sobrevivir a ella. Esto de modo que no se repita la historia de siempre, donde, con cada cambio, los de arriba se vuelven a acomodar arriba y los de abajo quedan todavía más abajo… o desaparecen sin que nadie lleve la cuenta.
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Y ahora, las hermanas otomíes en resistencia y rebeldía en la Ciudad de México, abren un espacio en la casa que conquistaron y mantienen en medio del acoso, la mentira, la simulación, el engaño. Crean un espacio mirando lejos. Construyen un espacio mirando, no arriba, sino a los lados; donde están otras, otros y otroas como ellas. Les ofrecen el espacio, el tiempo y el modo para decirse mutuamente “compartámonos”.
Lo hacen según su modo, en su calendario y en su geografía. Tendrán aciertos que celebraremos todos. Tendrán tropiezos que ayudaremos a resolver. Tendrán golpes que aliviaremos con la palabra hermana. Y su ejemplo, será semilla que, en otros calendarios, en otras geografías, hará nacer una planta diferente, distinta, pero la misma en su dignidad.
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Por esto queremos saludar la iniciativa de las compañeras otomíes, principalmente mujeres, que han decidido crear un espacio del Común en la casa que recuperaron de las manos de los simuladores, de caxlanes disfrazados de indígenas, que discriminan, amenazan y atacan a los originarios en la Ciudad de México. Sólo porque no se rinden, les persiguen. Sólo porque no se venden, los atacan. Sólo porque no claudican, los discriminan.
Así es como tenemos que hacer las cosas que nos proponemos. Bajo presión, ataques, mentiras, calumnias y silencios. Más de 500 años y los viejos y nuevos conquistadores, que son los mismos en estos calendarios, no entienden que la resistencia y la rebeldía la llevamos en la sangre.
La heredamos de nuestros padres, de nuestros abuelos y de los abuelos de nuestros abuelos, así hasta siglos atrás. La heredaremos a nuestras crías, a las crías de nuestras crías y así hasta que el mundo sea un lugar digno, un lugar de vida.
Más de 500 años tratando de cambiarnos nuestro modo, intentando convertirnos en caxlanes que sólo miren por sí mismos, sin pensar en los demás.
Más de 500 años y seguimos siendo lo que somos. Como decía el Tata Juan Chávez: “Somos lo que somos”. Y lo somos resistiendo una guerra que nos quiere desaparecer como lo que somos. Que quiere convertirnos en una estampita en el álbum de colores de la historia de arriba.
“Somos lo que somos” quiere decir que somos la lengua que nos habla, el color que nos viste, la cultura que nos vive, la historia en que nos parimos todos los días, a todas horas, en todos los lugares.
Salud al COMÚN en la Casa Samir Flores Soberanes. Ojalá y surjan otros modos de prepararse para la tormenta y, sobre todo, para el día después.
Gracias hermanas Otomíes. Gracias Ciudadanos. Reciban nuestro abrazo, que es otra forma de decirles que les respetamos y admiramos.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Moisés.
México, octubre 12 del 2025.
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