VIII.- EL COMÚN CONTRA LAS CAJAS MORTALES Y LAS PIRÁMIDES.
Una asamblea de jefas, jefes y jefoas.
Imagine que llega a una asamblea zapatista. Permítame acompañar su mirada y su escucha. Estamos en una reunión. Preside el SubMoy. En una mirada general (“a vuelo de pájaro”, se decía antes -ahora es “con un dron”-), puede usted detectar diferencias evidentes entre quienes participan.
De género, por ejemplo. Hay mujeres, hombres y otroas.
De calendario. Hay niños, jóvenes, adultos y personas ya de juicio (“tercera edad” o “adultos mayores”). No falta la cría que aún está en el vientre de la madre.
De lengua. Hay quienes tienen por lengua madre el Cho´ol, el Tzotzil, el Tzeltal, el Tojolabal, el Mam o Ta Yol Mam, el Zoque, el Kakchikel, y la castilla.
De geografía. Hay de las distintas zonas de pueblos originarios del suroriental estado mexicano de Chiapas.
De credos y creencias. Hay católicos, evangélicos, presbiterianos, ateos, y sin creencia definida o indefinida.
Hay diferencias también en lo que es o significa nacer, crecer, vivir, y luchar como originarios en una geografía donde ser “otro” es motivo de desprecio, explotación, represión y despojo. “Ser” donde “no ser” es la regla y el estigma para el diferente.
Por ejemplo, hay quien sostiene, argumenta, debate, grita, manotea, se enoja, bromea, murmura: “viera que no nos chingaron los reyes mayas, los aztecas, los españolistas, los curas, los franceses, los gringos, los malos gobiernos de México y el mundo, y todos los cabrones, cabras y cabritos caxlanes que llegaron nomás a ver qué roban, ya hubiéramos encontrado la cura para el cáncer, el remedio para la tristeza y el consuelo para el desamor. Para todas las demás desgracias, ahí la llevamos, aunque lentos… como el caracol”.
Y, en cambio, hay quien le contra argumenta y defiende a ciertas religiones y caxlanes; que para la tristeza ya se descubrió la cumbia; y que, para el desamor, cualquier carpintero sabe que “un clavo saca a otro clavo”.
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Ahora busque semejanzas, identidades comunes.
Bueno, la primera que salta es que esas personas son zapatistas. Eso usted lo supone porque el gran galerón en el que se encuentran reunidas está en un caracol. Un “puy”. Esos como centros de trabajo y reuniones, donde suelen haber clínicas, a veces laboratorios, campos deportivos, tiendas de colectivo y del común, comedor, templetes, y gente caminando de un lado a otro.
Es posible que ahí ande también la Verónica Palomitas, quien tiene su propio servicio de mensajería. A cambio de un dulce, usted puede encargarle que vaya a conseguirle algo de la tienda cooperativa. La Verónica Palomitas se monta en su bicicleta y pedalea sin descanso para cumplir la misión. No importa la distancia. Así sean hasta 100… metros, la jefa en funciones del Comando Palomitas le asegura que su pedido llegue a sus manos de usted.
Sin embargo, a pesar de las evidencias, puede ser que no todos sean zapatistas. Es normal que, a veces, lleguen hermanos no zapatistas a algún servicio de salud -el ultrasonido, por ejemplo-, a pedir orientación sobre algún asunto, a echar fiesta o simplemente a pasear.
Si esperamos a la hora del pozol (esa especie de “break lunch” que se acostumbra en zonas campesinas en el trabajo o en sus largas reuniones), les escuchará hablar y sonreír en lenguas que usted supone originarias porque no entiende nada. Porque sí, no es lo mismo reírse en tzeltal que en tzotzil o cho´ol.
Ni llorar.
El finado supGaleano acostumbraba desesperar a la Verónica Palomitas cuando se ponía a chillar: “no te entiendo si lloras en cho´ol”, le decía y la Verónica se desconcertaba. “Viera que chillas en castilla, tal vez te entiendo”. La niña trataba de averiguar cómo se llora en castilla, pero ya se le había olvidado por qué era el berrinche…
Ah, ya. Unas chanclas muy bonitillas que la Verónica Palomitas miró en la tienda cooperativa. Su papá le decía que “no hay la paga” y el finado divagaba porque le argumentaba que eran mejor las botas. Inútil todo, por eso la chilladera. Nada grave, porque el Capitán, siempre prevenido, sacaba de su chistera… ¡un dulce de chamoy! Y entonces la Verónica y el Capitán se ponían a planear cosas terribles y maravillosas… como una obra de teatro con notas de pie de página. Pero todo eso son secretos que no se van a publicar… todavía.
Pero no se distraiga, concéntrese. Las semejanzas no son concluyentes, porque el ser originarios lo comparten con millones en México y en el mundo; el ser zapatistas con cientos de miles; el ser mujeres o varones u otroas también lo comparten con millones.
Cierto, tiene usted razón. Es palpable que esas personas no están ahí para quejarse, sea de su mala suerte, sea de que nacieron indígenas, sea que los han despojado, explotado, despreciado, reprimido. En fin, esa historia que comparten con otros pueblos originarios del mundo.
No se escuchan quejas más allá de que duele su panza porque los tamales estaban crudos, o porque ya entró su sueño, o porque ese otro compa usa palabras muy duras que ni él entiende, pero ni modos, hay que respetar su palabra.
Pero no se engañe, el silencio que se escucha no es de acuerdo, aceptación o resignación. Es de pensamiento.
Tampoco crea que todo transcurre en calma, no. Hay discusiones, y fuertes. No hay gritos y sombrerazos porque son pocos los que usan sombrero. Digamos que hay “gritos y cachuchazos”. Las compañeras suelen ser más letales: se lanzan mal miradas y gestos. Y no hay trifulcas con sillas como arma y escudo, porque… no hay sillas, sino unas bancas que disuaden cualquier carrera armamentista (pesadas pues).
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Ah, es cierto. Entre las diferencias está su historia como zapatistas. Los hay quienes, en la clandestinidad, prepararon el relámpago de enero de 1994. Quienes marcharon, armados de verdad y fuego, en las calles de 7 cabeceras municipales que fueron tomadas por “los indios”. Veteranos combatientes, viejos guerrilleros, responsables locales, de región y de zona, comandantas y comandantes del llamado “Comité Clandestino Revolucionario Indígena”.
Están quienes eran unas crías en el alzamiento, y crecieron en medio de traiciones de todo tipo, ataques y hostigamientos de los ejércitos, las policías, los paramilitares. Quienes levantaron la autonomía zapatista.
Están quienes han nacido en los últimos 30 años y que levantaron escuelas, clínicas y toda la estructura organizativa de la autonomía zapatista. Quienes han organizado encuentros, festivales, semilleros, torneos, juegos, artes, cultura. Quienes son Tercios Compas, Promotores de Educación, Promotores de Salud, Coordinadores de Arte y Cultura, pintores y pintoras, teatristas, canta-autores, bailarines y bailarinas, músicos y músicas (sin agraviar), albañiles, poetas, carpinteros, novelistas, mecánicos, choferólogos, milicianas, milicianos y milicianoas, poetizas, insurgentas e insurgentes, autoridades autónomas, cineastas, escultores, comisiones de todo lo necesario (comisión de templete, de limpieza, de estacionamiento, de letrinas, de bañaderos, de perritos y gatitos, de cocina, de leña, de vigilancia, de tienderos, de taquería, de tamale crudo, de pirámide, de musicales, de motor, de agua, de luz, de… ¿escarabajos?)
Y, claro, están las crías que se dedican a lo que toda cría en el mundo debería dedicarse: a hacer travesuras.
Tres generaciones. Cuatro si tomamos en cuenta a la niñez. 5 contando la que viene en camino.
En fin, una sociedad más o menos compleja. Con sus trabajos y sus disputas. Con la forma que estas mismas comunidades se han dotado para organizar los primeros y resolver las segundas.
Lo que se aprecia es la seriedad de la reunión. La misma seriedad con la que decidieron y llevaron a cabo un alzamiento; la misma seriedad con la que decidieron la autonomía y la levantaron; la misma seriedad con la que definieron su camino con dos palabras “Resistencia y Rebeldía” -y la luchan y la viven día y noche-; la misma seriedad con la que llamaron a la lucha por la vida; la misma con la que ahora planean este próximo encuentro.
La misma seriedad con la que se miraron en el espejo de la práctica, criticaron no el reflejo que les devolvía el espejo, sino lo que eran y son, y así se reconstruyeron.
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Muchas personas. Muchas diferencias. Y lo que tienen en común en realidad no les hace diferentes a otros, otras, otroas en el mundo.
Pero encontraron un punto de coincidencia. Un común. Algo en lo que coinciden y no les demanda dejar de ser lo que son, ni renegar de su historia, sus raíces, su modo. Algo a lo que pueden aportar, apoyar, con sus conocimientos, trabajos, opiniones, dudas.
Ya. Son parte de lo que se conoce como “Interzona”. Pero sólo una parte, porque hay autoridades de Inter-ACGAZ, ACGAZ, CGAZ y GAL. Hay coordinadores. Hay jóvenes de las distintas áreas. Mucha juventud. Mucha bulla.
Ahora les une un propósito común: dar de entender a otras geografías, modos, géneros, lenguas, generaciones, el cómo, contra una pirámide, se construyó otra; cómo fue derribada esta última; y cómo el común fue y es machete, hacha, barretón, martillo, que la edificó primero, y que luego la destruyó para así destruir la más grande: el sistema. El capitalismo, la pirámide madre, la que bajo su sombra y jerarquía ha visto nacer y crecer otras pirámides: el patriarcado, la homofobia, el vanguardismo, el autoritarismo, la psicopatía hecha gobierno, los nacionalismos, la destrucción criminal de la naturaleza, las guerras.
Y el por qué hay que destruir la pirámide, cualquier pirámide, todas las pirámides.
Es una asamblea por el modo. Pero no se reunieron para enterarse, sino para sacar un acuerdo del qué, cómo, dónde, por qué.
Una reunión para acordar y organizarse. Para preparar todo de modo que nuestras compañeras, compañeros y compañeroas de México y el mundo, se sientan como es de por sí, es decir, en compañía.
Y toda esta bulla para prepararse para un encuentro. Uno con compañeros, compañeras y compañeroas semejantes en sus diferencias. Uno internacional. Uno por la vida.
Desde las Montañas del Sureste Mexicano.
El Capitán.
México, julio del 2025.
Imágenes de preparativos para el «Encuentro de Resistencias y Rebeldías Algunas Partes del Todo» en agosto del 2025, Terci@s Compas Zapatistas
Audio: Voz y palabras de Eduardo Galeano, «El derecho al delirio».
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Que ganas de ir por allí, sin más, solo para estar y ver, y escuchar. Que ganas!
Comentario de Silvia Alberro — julio 27, 2025 @ 2:16 pm