Colores primarios
martes 19 de junio de 2012
a las 6:00 p.m.
entrada gratuita
Casa de Cultura Obrera
Mike Nichols, E.U., 1998. Es 1992. Jack Stanton, gobernador de un estado sureño de los E.U., está en campaña en el proceso interno del Partido Demócrata para la elección de candidatos a la Presidencia. Dentro de sus colaboradores se encuentra un joven afroamericano, Henry, nieto de un famoso luchador por los derechos civiles de los negros, quien conoce a Stanton en una de sus actividades de campaña y queda cautivado por la personalidad de este político carismático, aparentemente sencillo, que comparte el dolor del pueblo.
La trama de esta película, narrada desde la mirada de Henry, transita de la parte pública de la a los entretelones de los cuartos de hotel y las casas de campaña. De los discursos públicos, los actos, los debates, a las reuniones en lo oscurito, el abuso de poder, la mentira, la destrucción del contrincante a costa de lo que sea. El terreno de la confrontación está ahora en los medios de comunicación: ya no se trata de votantes tanto como de encuestas y raiting, los discursos se preparan en consideración al posible éxito o fracaso de éstos en los programas y debates televisados; las estrategias de campaña se modifican según se mueven los intereses de las televisoras. El triunfo de uno u otro candidato depende de quién aparece más veces en horario estelar, la destrucción del contrincante es la difamación pública, el escándalo.
No se trata de una casualidad. En realidad, Colores Primarios es una sátira política basada en la novela publicada en 1996 en medio del escándalo sexual en el que estuvo involucrado el entonces presidente norteamericano, Bill Clinton. El relato de la campaña de este personaje, sospechosamente parecido al ex presidente, es el destape de la corrupción, el cinismo y la mentira de un hombre que se presenta a sí mismo como el amigo del pueblo. Es también el relato de la desilusión y la traición: Stanton proviene del movimiento en contra de la guerra de los años 70´s, de las fuerzas democráticas que se propusieron, en esos años, un quehacer político distinto al del Poder. Ahora las cosas han cambiado, dice y se dice. Y sí, han cambiado: “No tengo que decirles que son tiempos difíciles”- dice Stanton a unos huelguistas- “Ésta es la verdad: ningún político puede reabrir la fábrica y devolverles sus trabajos o hacer fuerte a su sindicato otra vez, ningún político puede hacer que las cosas sean como eran antes porque vivimos en un mundo nuevo, un mundo sin fronteras económicas (…) En este mundo, el dinero va donde la mano de obra es más barata. Y éste no es ese lugar”. Si unas décadas antes la lucha electoral tuvo como fin la conducción del Estado sustentada en la idea de que era necesario un especialista, un político profesional, en quien estaría delegada la decisión política de una nación entera, la verdad es que ahora, como diría Stanton, no hay político que pueda.
Este filme nos permite mirar de cerca la crisis de esa forma de hacer política, crisis que, como dicen los zapatistas, ha arrastrado a la izquierda institucional y a los medios de comunicación consigo. Una donde se combina lo peor de las antiguas prácticas con el papel al que quedan reducidos los políticos en la globalización neoliberal: porteros de los dueños del dinero. Una crisis de legitimidad no sólo de quienes integran la clase política sino del sistema político en su conjunto. Una crisis del Poder.
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