En Punta de la Laguna, San Ignacio de Cohurimpo Lea aquí
En Buaisiacobe, acto público Lea aquí
Palabras del delegado en el ejido Citahui, Alamos, Sonora. (súbale, está bajo el audio) Lea aquí
Palabras del Delegado Zero con el pueblo mayo-yoreme, en Punta de la Laguna, San Ignacio de Cohuirimpo.
Sonora
27 de octubre del 2006
Compañeros, compañeras: buenas tardes.
Queremos agradecer al cuerpo de ancianos, a las autoridades tradicionales y a los jefes guerreros del pueblo mayo-yoreme, a los hombres y mujeres de este pueblo, que nos hayan recibido.
Traemos un saludo de nuestros jefes y jefas, que son las comunidades indígenas de raíz maya de las montañas del sureste mexicano en Chiapas.
Y traemos esta historia que les queremos contar que es una leyenda. Una leyenda es una parte que es historia y una parte que es inventada. No sabemos qué parte es la que es verdad y cuál es la que es inventada.
Decían nuestros antiguos, nuestros ancianos los más primeros que llegaron a nuestras tierras, que cuando nació el mundo, los dioses dieron una forma de organizar a nuestros pueblos. Porque antes de que llegara el yori acá, el agua era para beber y daba vida, los árboles crecían, la tierra daba frutos y nada se compraba ni se vendía, ni mucho menos los hombres y mujeres.
Y dice que dieron a organizarse y encargar a alguien que llevara el buen gobierno. El buen gobierno —dicen nuestros antiguos— es el que obedece al pueblo, no el que lo manda. Y que para que los pueblos supieran a quien tenían que mandar, le dieron en la vara de mando o el bastón de mando para señalarlo. Así el pueblo sabía quién era que debía obedecer, a quién había que darle orden y quién tenía el cargo de cumplir la voluntad de los pueblos.
Así pasó, así nació la vara de mando en los pueblos indios: no para mandar, sino para obedecer. Y era para que cada pueblo supiera a quién tenía que darle orden. Pero también dijeron, estos dioses que hacen el mundo, que no podía ser una orden individual. Que la única forma de hacer que el que tuviera el bastón de mando o la vara de mando obedeciera, era que el pueblo se juntara, hiciera de todas las voces una sola voz y en colectivo dijera su voluntad. Y aquel que llevaba el bastón de mando tenía que cumplirla.
Eso era antes de que llegara el yori, el rico, a conquistar estas tierras.
Cuentan también una historia: que entre esos dioses se les olvidaba mucho lo que hacían o no eran capaces de ver muy lejos, a excepción de uno: el dios guerrero, que era el que tenía la capacidad de ver lo que iba a pasar después.
Y cuentan que ese dios guerrero era el encargado de cuidar al sol, que era el que daba la vida a estas tierras. Y que para poder hacerlo se hizo venado. Y que miraba cuando el sol se guardaba en las sábanas de las aguas —en el mar frente al pueblo yoreme— y corría después de beber en el Río Mayo, corría hasta las montañas del sureste mexicano al Río Jataté, y bajo la ceiba —el árbol madre— volvía a ver, a beber el agua, y a ver que el sol volviera a salir cabal, completo.
Y cada día y cada noche, el dios guerrero, el venado, iba de un lado a otro, desde el pueblo yoreme hasta el pueblo maya para ir a cuidar cuando el sol se acostaba y cuando se levantaba. Cada vez que iba caminando y caminando, cada vez va marcando más su trilla, su camino, y se va haciendo cada vez más hondo.
Los demás dioses se burlaron, le dijeron que cada vez que iba y venía, iba haciendo cada vez más hondo y que se iba enterrando. Y el dios guerrero, el venado, dijo: “no me estoy enterrando, estoy brotando”. Y nadie entendió qué era lo que pasaba.
Después llegó el yori, el rico, y volteó nuestro mundo. Hizo que el que tuviera el bastón de mando —el gobierno— se convirtiera en un mal gobierno. Y empezará a mandar. Y obligó a los pueblos, a todos los pueblos indios de nuestro país que es México a obedecer. Pero antes no era así.
Y ese rico empezó a servir, ese mal gobierno empezó a servir al que tiene mucho y a hacerle daño y a lastimar a los pueblos indios de este país y a sus gentes, a sus hombres y mujeres.
Vieron los dioses que estaba saliendo mal el asunto y decían: “¿qué es lo que está pasando?, que no sabemos qué pasa, ¿por qué estos pueblos aceptan que alguien de fuera los mande?”.
Y entonces no supieron qué hacer y se reunieron hace muchos años los pueblos indios de México, y sacaron el acuerdo de que no habían estado cabal, que algo les faltaba en el cuerpo, en el corazón, en la sangre.
Y encargaron a uno de los pueblos indios de la costa del Pacífico, que buscara remedio. Empezaron a ver cómo le iban a hacer, y vieron que se necesitaban: la dignidad, el respeto a uno mismo, el respeto a la raza y el respeto al diferente.
Y acordaron que había que juntar esa sangre y repartirla lo más que se pudiera, para que se levantara el yoreme, el maya, el purépecha, el huichol, el tarahumara, el raramuri, el o’odham, el comca’ac, el pima, para volver a exigir su derecho.
Y salió una flecha de territorio del Pacífico de los pueblos indios e hirió al sol cuando más cansado estaba, cuando ya había caminado todo el día y estaba por acostarse, y lo hirió en un costado, en el sol, y empezó a sangrar.
Esa sangre se juntó en una gran nube, que luego fue exprimida, apretada sobre el territorio, las montañas de todo el país en México, y empezó a salpicar sangre —dignidad se llamaba—, empezó a salpicar sangre entre toda la gente de abajo. Pero no a todos les alcanzó: sólo algunos hombres y mujeres alcanzaron a pintarse con esa sangre de dignidad. Y por eso sabemos bien —ustedes y nosotros— que hay yoreme que tiene el corazón de yori, y hay yoris que tienen el corazón de yoreme.
Ésos que se quieren rebelar, ésos que tienen dignidad, son los que fueron manchados por esa sangre.
Llegó el momento. Dicen nuestros mas antiguos, nuestros más viejos, que si el yori volteó el mundo de cabeza y puso al que trabaja abajo, y al holgazán arriba —enriqueciéndose—, que tenemos que voltear el mundo otra vez, para que quede cabal. Y que queden arriba los pueblos y abajo los gobiernos. Que queden arriba los que manden y abajo los que obedezcan. Y entonces el jefe guerrero, el jefe venado, no se hundirá en el tierra, sino que empezará a emerger porque el mundo se volteó otra vez.
Eso es lo que nos cuentan y ese el mensaje que traemos nosotros.
Llegó el momento en que el mensajero, el gran mensajero que nosotros reconocemos, que es el Congreso Nacional Indígena —que tiene la sangre de todos los 62 pueblos que pueblan este país— nos una y nos ayude a unir otra vez el Río Mayo con el Río Jataté, la ceiba con la Isla del Tiburón del comca’ac, con la montaña desnuda de árboles, la pura roca del o’odham, con la montaña del pima, con el río del yaqui. Y podamos juntos levantarnos, voltear el mundo de cabeza y que se caigan de una vez, con ese movimiento, los que están allá arriba.
Dicen nuestros antiguos, nuestros ancianos, que cada vez que hay un cambio en el mundo desaparece una raza y que, hasta ahora, siempre desaparecen las razas de los pueblos indios. Dicen que en esta vez, la raza que tiene que desaparecer es la de los políticos y la de los ricos, para que podamos vivir nosotros.
En esos primeros mensajeros que hubo, que unían al pueblo yoreme con el pueblo maya, dejaban sus señales. Y esas señales están desapareciendo. Está muriendo el Río Mayo, está muriendo el río yaqui, la Isla del Tiburón quiere ser convertida en mercancía, la roca desnuda de los o’odham quiere ser vendida, la ceiba maya quiere ser asesinada.
Si eso desaparece, si esas señales que tenemos para caminarnos desaparecen, andaremos el resto de nuestra vida perdidos como si estuviéramos muertos, aunque hablemos, comamos, caminamos y durmamos.
Lo que estamos pidiendo pues, como zapatistas, como indígenas guerreros mayas al yoreme, es que nos unamos en el Congreso Nacional Indígena. Que juntos nos organicemos y volvamos a recuperar la tierra, que será recuperar la vida. La tierra del yoreme tiene que ser mandada por el yoreme, por nadie más. El fruto y la riqueza que tiene, debe ser para el pueblo yoreme, para nadie más. Es la última oportunidad que tenemos para salvar esta tierra, si no la defendemos morirá todo lo que ahora vemos, lo que tuvieron nuestros antepasados y lo que debieran tener nuestros hijos.
Ese es el mensaje que traemos compañeros y compañeras. Gracias.
Buaisiacobe, Sonora
Acto público
27 de octubre del 2006
Compañeros, compañeras: tenemos un mensaje de lo que hemos escuchado y visto aquí en Sonora, y en el valle del mayo.
Pero antes de eso, queremos decir algunas palabras de algo que está pasando ahorita aquí en nuestro país, en el estado de Oaxaca. Como ustedes saben, en Oaxaca se levantó un movimiento de todo el pueblo para sacar al gobernador Ulises Ruiz. Que como todos los gobernadores, es un ladrón y es un criminal.
La gente de Oaxaca se organizó y tomó la ciudad, y está demandando que renuncie el gobernador, porque puras maldades está haciendo con el pueblo. El gobernador es priísta, y está apoyado por Fox, y por el PAN, y por el PRI. Y no quieren sacarlo de ahí. La gente ahí está en las calles, exigiendo que se respete el derecho del pueblo de Oaxaca de vivir con democracia, libertad y justicia.
Hace unas horas, nos avisaron a nosotros hace unos minutos, que paramilitares del gobierno atacaron a una barricada, una concentración pues de gente, y mataron cuando menos a una persona. Esa persona que mataron trabaja en los medios alternativos —decimos nosotros—. O sea, que no son de la televisión de paga o de los grandes periódicos, sino que es gente como la que viene aquí en el autobús, que está mirando a la gente de abajo y sacando su voz, para que se conozca. Porque ya sabemos que en la televisión sólo salen las cosas del gobierno, y en los periódicos también.
Y esta persona, un compañero de la Otra Campaña, que había andado por varias partes con nosotros, cuando andábamos por Yucatán, estaba ahí tomando pues foto y película de lo que está pasando y lo balearon, y murió.
Parece que hay otra persona muerta, y el gobierno no quiere hacerse cargo pues de lo que hizo. Y ahorita lo que nos dicen pues es que de todo el pueblo de Oaxaca se están movilizando. No se están con miedo, sino que se están movilizando para tomar la calle y protestar por esta nueva injusticia.
Y nosotros estamos haciendo un llamado a toda la Otra Campaña a nivel nacional y a los compañeros y compañeras que están en otros países para que nos unamos para exigir justicia para la muerte de este nuestro compañero, especialmente, a todos los medios alternativos y medios libres que hay en México y en todo el mundo.
La historia de Oaxaca es la misma historia de Sonora. Se vive una mentira. Porque los gobiernos con apoyo de los medios de comunicación, empiezan a decir mentiras. Y se está diciendo que en Sonora la gente está contenta y vive bien. Hace… Ayer, y hoy salió en el periódico, que el gobernador Bours se reunió con la comunidad yaqui, para decir que el no necesita pipa y pasamontaña para que lo reciban los indígenas. Que porque éste es el sexenio de los pueblos indios en Sonora.
Y sí es cierto, Bours no necesita pipa y pasamontaña, necesita vergüenza y decencia, y no tiene ninguna de las dos cosas. Es un sinvergüenza y un ladrón que está engañando al pueblo de Sonora y al pueblo de México. Lo que hemos escuchado da coraje compañeros. Porque lo que está haciendo el gobernador Bours y el presidente Fox y el partido PAN con el PRI están matando al campo mexicano, y al campo de Sonora.
Vimos muchas extensiones de tierra, desde el norte de Sonora hasta acá, que no están trabajadas por los ejidatarios, porque no hay apoyo para el campesino. Y ustedes saben que no hay créditos. Que se nos niegan, porque nos piden muchos papeles que no pueden conseguir. Y luego, como quiera, si están trabajando todo el día, como quiera no hay precios para el producto. No importa si están cosechando el trigo. Como quiera, lo que están sacando apenas va a servir para pagar la deuda de la cosecha pasada.
Y resulta que se está trabajando todo el día, y no están ni siquiera sacando para comer o mal vivir. Solamente se está trabajando para los funcionarios del gobierno, para el gobierno y para los grandes ricos. Y ahorita que veníamos para acá, vimos pues cómo aquí no se puede hacer nada. Y el lago está rodeado de los latifundios de los propietarios privados. Y bien que nos dijeron que ellos si tienen derecho al agua, y el yoreme que vive aquí desde hace miles de años, no tiene derecho al agua, ni a la tierra.
Y en la comunidad donde acabamos de pasar, no les quieren reconocer una tierra que tienen hace más de cien años. Mil 300 hectáreas, y el gobierno sólo les reconoce 90 hectáreas. Las otras hectáreas las quiere él, Bours, para convertirse como Porfirio Díaz en un gran latifundista.
Y no sólo eso vimos compañeros. Lo vimos —porque nos platicó la gente— que si eres indígena: yaqui, pima, seri, pápago, o yoreme mayo, en las oficinas del gobierno se burlan de uno. Y lo traen que vayan a México, y luego que vayan a Hermosillo, y luego que vayan a Obregón o a Navojoa. Y como quiera los traen de un lado para otro y nunca hay solución.
Y nosotros lo que estamos viendo es que aquí hay un problema, que es: que el gobierno puso una ley que es como si hubiera decretado que se muere el campo, como una pena de muerte. Como si hubiera encerrado al campo en una cárcel, sin alimento, ni ayuda, a esperar a que muere.
Y lo que está pasando es esto: que a los ejidatarios les están quitando la tierra. Y ¿por qué se las están quitando? Porque el gobierno cambió el Artículo 27 de la Constitución. Y por eso nos platicaron hace rato que a una señora la engañaron, y le vendieron su predio y ella ni siquiera recibió dinero. Y ya no tiene nada. Pero eso lo escuchamos en todo Sonora, y en toda la República, no nada más aquí en el valle del mayo.
Dondequiera que estamos pasando son puras maldades y engaños que está pasando en el campo mexicano. Si ustedes tienen un poco de tierra, que quieren trabajarla, le van a pedir apoyo al gobierno, que es su obligación del gobierno que tiene que apoyarlos con maquinaria, con fertilizantes, con riego, van a ver que no les van a dar. Les dicen que no hay. Y ustedes están viendo que a un lado, donde está el propietario privado ahí sí hay agua, hay crédito, hay tractor, hay todo. Lo que tenían ustedes, y que les quitaron. Porque el banco hipotecó sus propiedades, y se las quitó. Y ahora les va a quitar la tierra.
Y entonces, qué va a ser del yoreme, si su tierra se la está quedando el rico. ¿Vamos a seguir dando vueltas hasta el gobierno a ver si lo va a resolver? Lo digo porque ya lo vimos nosotros en otras partes, y en nuestra tierra que es Chiapas. Así como ustedes son yoreme, nosotros somos mayas, indígenas mayas. Y debemos ser hermanos con el mayo, porque nuestro nombre se parece y nuestra raíz y nuestra sangre.
Y nosotros sabemos que aquí el mayo, el yoreme. Que bien pasa hasta que llego el yori y el rico, con su gobierno y lo empezó a quebrar todo. Y aún que vivíamos malamente, pobremente, teníamos la tierra y algo daba para comer. Y ahora ni siquiera la tierra. Y el agua que también era nuestra, que era del yoreme, ahora es propiedad del gobierno o de los particulares.
¿Cuántas veces ustedes no han pedido agua para su tierra? No es para robar, ni para hacer negocio. Es para que la tierra dé el fruto. Y se las niegan, les dicen: “no alcanza, no estás en la ribera, no estás en el distrito de riego, no te toca”. Y ustedes mismos saben, porque ustedes viven aquí, que viene gente de fuera, de pronto, aparece, ya tiene tierra y tiene riego, y tiene crédito, y tiene maquinaria y tiene precio para su producto.
Y ustedes saben también que en el yoreme hay gente que estudió y se capacitó. Que conoce la tierra, que conoce la necesidad del yoreme. ¿Y acaso hay yoreme en el departamento indígena del gobierno? No, hay un mestizo que ni siquiera conoce esta tierra. Y el que está decidiendo el destino del yoreme y de su tierra es un extraño, es un yori, es un extranjero.
Y en cada pueblo indígena donde estamos pasando, está lo mismo. Y nosotros pensamos, si eso va a seguir así, si vamos a seguir manteniendo a esos zánganos y haraganes de los gobiernos. Si vamos a seguir aceptando que nos roben la tierra. Porque eso es lo que están haciendo: robándola. Como hace 500 años vinieron los españoles a robar. Y si antes trajeron ejércitos, ahora traen políticos, funcionarios de la Reforma Agraria.
¿A quién le ha hecho justicia la Agraria? A nadie más que al rico. E inmediatamente ustedes saben que si los ven que hablan indígena. Que si hablan lengua yoreme, si hablan mayo, o aunque no hablen, nomás que los vean, ya por eso los van a despreciar y los van a humillar. Que no importa qué color tengan en la piel. Lo que importa es que son pobres. Y el gobierno, el funcionario, sólo le hace caso al que tiene dinero. Y ése es el que compra a la policía. Y ése es el que mete injustamente en la cárcel a la gente pobre del pueblo yoreme.
Si nosotros vamos a la cárcel, no vamos a encontrar ningún político. Vamos a encontrar puros indígenas, campesinos, estudiantes, obreros, maestros. La gente que hace trabajar la tierra y que hace que Sonora sea grande. Y el ladrón: el que roba, el que mata, es el que está en el palacio de gobierno de Hermosillo, o el que está en la presidencia municipal.
Y nosotros estamos preguntando ¿por qué esto no se sabe en otras partes? Escuchamos su voz, lo que nos dijeron aquí, lo que nos dijeron en el camino, y lo que nos dijeron en la casita donde nos recibieron. Y esto que ustedes dijeron, esta su palabra y sui problema se va a conocer en otras partes de México y el mundo. Porque la gente que viene con nosotros, no sólo es de Sonora, viene de otros estados de la República mexicana, donde hay compañeros, donde hay indígenas como ustedes, donde hay campesinos como ustedes, con los mismos problemas.
Y lo va a llevar también a otros países: a Estados Unidos, a Europa, a otros lugares, donde también van a conocer que el gobierno de Fox, y el gobierno de Bours es una mentira. Es un gobierno que roba al campesino, que lo mata —porque a la hora que no apoyan al campo, están matando también al campesino—.
Nosotros vemos de los problemas que tienen, los escuchamos. Y escuchamos también más allá en la otra comunidad los mismos problemas. Y fuimos con el pápago, el o’odham —se llama— y vimos que su tierra la están usando como basurero, y está enojado el indígena pápago. Fuimos con el seri, y su isla se las quieren quitar el gobernador para hacer ahí un hotel, y está enojado el seri. Y fuimos con el yaqui, y vimos también que les están mordiendo pedazos de su territorio. Como si un monstruo empezara a comerse la tierra y cada vez los están encerrando cada vez.
Y fuimos con el pima y ni siquiera les hacen caso. Sus tierras las invaden los narcotraficantes y los ganaderos. Y el gobierno ni cuenta se da, o se hace pato, como sabemos.
Y ahora venimos con los mayos, y escuchamos la misma historia. Y nosotros decimos: Y viera que se une todo el pueblo mayo. Que la fuerza crece. Y viera que se une el mayo con el yaqui, ya es más grande. Y si se une el seri y el pápago, ya es más grande. Y se une el pima, todavía más grandes.
Que si se unen los trabajadores, los estudiantes, los maestros, la gente los empleados, las mujeres, los niños, los ancianos. Lo sabemos bien que a los ancianos ahora los tratan así como que ya no sirven, para qué, si ya produjeron toda la vida. Y ahora nomás están estorbando. Y el gobierno los ve mal. No les hace caso, no les da apoyo, no les ayuda. Como si viera que no estuvieran haciendo nada, si estuvieron años, decenas de años trabajando la tierra.
Si nos unimos todos ésos en Sonora. Y si nos unimos en todo México, ¿por qué chingados no vamos a cambiar la Constitución? Y que la tierra sea de quien la trabaja. Y que en la tierra del yoreme mande el yoreme, no el yori. Si nosotros juntamos esa fuerza, que es lo que queremos, y empezamos a conocer nuestros problemas, van a ver que igual que aquí en Sonora, en Yucatán, en Chiapas, en Veracruz, en cualquier estado de la República, están diciendo que el Artículo 27 no sirve. Que tenemos que cambiarlo.
Nosotros decimos: tenemos que cambiar toda la Constitución, porque tampoco reconocen a los pueblos indios. Tiene que volverse a tomar la tierra. Otra vez la tierra tiene que ser de los campesinos. Pero no nada más la tierra. Cuando tengamos la tierra, tenemos que tener el crédito para trabajarla. Y la maquinaria, y el precio para nuestro producto. Y a lo mejor uno piensa que eso no se puede. Sí se puede compañeros.
Si aquí en Sonora hay mucha riqueza. Pero lo que pasa es que se la está robando el rico. Viera que le quitamos esa riqueza al rico, alcanza para todos, para que podamos vivir bien. Para que haya escuela para los niños, para que haya buen salario para los maestros, para que haya respeto a la mujer. Para que se venere, como hay que venerar a los ancianos. Para que en cada lugar haya justicia.
Eso es lo que queremos nosotros: democracia es que mande el pueblo, no que mande el gobierno. Y aquí en estas tierras, el pueblo es yoreme. El que debe mandar debe ser el pueblo yoreme, no el yori que vienen de otras partes.
Queremos libertad, que no estemos trabajando como esclavos. Queremos que podamos vivir con dignidad. No importa si no tenemos grandes casas. Lo que queremos es tener una casa decente para vivir: que tenga agua, luz, drenaje. Que haya buena comida en la mesa —que a veces cualquier cosa tenemos que comer, porque no alcanza—. Que no sean muy altos los impuestos. ¿Por qué pagamos tanto de agua, de predial, de luz, y de cuánta madre de papeleo que pide el gobierno? Nada más para que los políticos se estén enriqueciendo.
Que queremos justicia. Y justicia es que el que tiene delito pague. Y aquí, en Sonora, el que tiene delito es el gobernador Bours. Es el partido PRI, y es el Partido Acción Nacional. Y lo sabemos que lo que quiere hacer Bours, está juntando dinero, y está juntando tierra. Porque quiere ser el próximo presidente de México. Por eso está juntando su dinero y poniéndose de acuerdo con Calderón. Para que la próxima elección, él sea el presidente de México.
Imagínense si vamos a permitir eso. Si ya vimos el daño y la maldad que hizo en Sonora. ¿A poco vamos a dejar que lo haga en el resto del país?
Lo que nosotros pedimos compañeros, es que vamos a luchar juntos. Nosotros no estamos buscando cargo. No queremos ser presidente, ni autoridad, ni nada. Lo que queremos es unirnos. Porque nosotros somos indígenas chiapanecos, y también nos hacen las mismas fregaderas que a ustedes. Y aunque estamos en el otro rincón, queremos unirnos con Sonora: con e pueblo mayo, con el yaqui, son el seri, con el pápago, con el pima y con los trabajadores de la ciudad. Y los empleados, las empleadas, las mujeres, los ancianos, los niños. La gente de abajo, ésa es que nos queremos unir.
Y volvernos a levantar como en 1810, como en 1910. Pero que no vaya a pasar lo mismo: que entra otro cabrón de gobierno y los pueblos indios quedan olvidados. No queremos eso. Queremos que los pueblos indios mero van a poner la fuerza, para que a la hora que cambie este país, tiene que tomar en cuenta al indígena. Con respeto, con cariño, y con admiración. Que es así como nos movemos nosotros.
Nosotros queremos agradecerles compañeros y compañeras, que nos hayan recibido, y que nos hayan dado su palabra. Hemos venido aquí a aprender. No venimos a mandar, ni a dar orden. Venimos a pedirle, de corazón zapatista, que seamos compañeros de lucha, que seamos compañeras de lucha. Que si pelean aquí, nos avisen para apoyarlos. Y que se peleamos en otro lado, les avisemos para apoyarnos mutuamente.
Y ahora, que está pasando este dolor en Oaxaca, con estos compañeros de medios alternativos y también del pueblo de Oaxaca, que nos unamos para pedir justicia, con eso que está pasando. Y que nos unamos para exigir que renuncie ya, hoy mismo, Ulises Ruiz. Y que detrás de él se vaya Bours también. Y todos los malditos que nos están gobernando.
Gracias compañeros, gracias compañeras.
Álamos, Sonora
Reunión en el Ejido Citahui con campesinos e indígenas mayos
27 de octubre del 2006
Buenas noches.
Quería platicarles una cosa, porque aquí en tierra del mayo, en este ejido terminamos Sonora, terminamos el noroeste de México.
Estos compañeros y compañeras que viene en el autobús y en otra camioneta, son de medios alternativos —decimos nosotros—, o sea que no trabajan por la paga, no trabajan en Televisa y esas cosas, Televisión Azteca. Sino que su forma de luchar es agarrar la palabra de la gente humilde —así como aquí— y que llegue a otros lados. Porque nosotros lo que vemos es que, pues estamos solos cada quien en su lado. Parece que Sonora queda muy lejos y parece que los Citahuis no existen.
Sabemos lo que la gente está aquí, pero en otros lados no se nota —hasta que pasa una desgracia o hasta que hay una guerra como en Chiapas—. Pero así como están ustedes aquí, igual estábamos nosotros y nadie se da cuenta de la miseria que tenemos y todo eso, hasta que nos levantamos en armas contra el gobierno.
Y por eso, cuando nos alzamos en armas nos tapamos la cara y entonces así siempre la traemos. Pero no es que estamos escondiendo nada, es como nuestro modo de nosotros. Porque ya vimos que los políticos sí muestran la cara pero no muestran su corazón, y sale que son unos ladrones y unos criminales.
Entonces lo que nosotros estamos viendo es que lo que pasa es que cuando los políticos o los medios pasan por un lado no ven a la gente pobre, nomás entre ricos se ven. O juntan un chingo de gente y nomás hablan ellos, y no se oye la palabra de la gente.
Entonces pasan aquí los políticos y tiran su gran rollo “que hay que votar por ellos” y nunca habla la gente qué es lo que necesita. Entonces ahí nosotros pensamos que había que hacer otra política diferente, Otra Campaña, donde la gente hable y nos escuchamos entre todos y nos vamos conociendo.
Pero pues no podemos juntar a todo el país en un solo lugar, entonces lo que hicimos es que vamos a cada lugar, pero no estamos hablando con los políticos ni estamos hablando con los ricos, sino que pasamos a los lugares más pobres, que está más abandonado, más retirado, y le preguntamos a la gente ¿cómo vive, si es que vive bien, si es que hay justicia, si el gobierno sí cumple?
Y pues vemos en todos lados que no, no nada más aquí con los mayos, ni nada más en Sonora, sino en todos los estados que hemos pasado —de 32 estados llevamos 25 ahora con Sonora—, nos faltan siete para terminar toda la República mexicana.
Y entonces estos compañeros que traen las cámaras y los micrófonos, eso es lo que nos ayudan, como no podemos juntarnos todos; en cada estado, en cada lugar, en cada región, hay un grupo que se llama de la Otra Campaña. Es Otra Campaña porque no es campaña electoral, no estamos pidiendo cargo ni votos. Y es Otra Campaña, porque ahora habla la gente, no el político.
Y entonces ellos mandan estas palabras, e información, su video, para que vean que es gente como ustedes y escuchan la palabra en otras partes.
Si ustedes le piden aquí al compañero Fausto o a otros compañeros de la Otra Campaña les dicen: “bueno y ¿cómo están los campesinos en Chiapas o en Yucatán, o en Quintana Roo, o en Veracruz, o en Baja California Sur?”, van a oír sus mismas palabras. Sus mismas palabras, nomás que hablan de otra forma, no hablan así como norteño, sino hablan según cada quien su región. Igual: el gobierno les está quitando la tierra, hay muchos engaños, necesitamos luchar, estamos solos, nos van a apoyar o qué van a hacer.
Y van a oír en todas partes esa historia y van a ver que su dolor, su injusticia que tienen la tenemos otros en otras partes. Y entonces se van hacer esta pregunta que yo les digo ahorita, que es: ¿qué va a pasar si juntamos toda esa fuerza? Porque ustedes aquí como ejido pues se mantienen porque están unidos, pero si se unen con todos los demás mayos, ya es más fuerte. Si se unen con los yaquis más, y así va creciendo pues la fuerza.
Y en la Otra Campaña lo que se trata es de unir la fuerza de todos los que estamos mal, jodidos, en todo el país. Eso es lo que queremos hacer, no es que estamos pidiendo cargo ni vamos a ir a hablar con Fox, ni nada. Ésa, su denuncia, la va a conocer otro igual que ustedes. Y va a empezar a preguntar: “¿por qué no nos unimos con los campesinos de los estados, con los campesinos mayos?, porque nuestro problema es igual”.
Y entonces van a ver que lo que parece imposible, que es volver a voltear de cabeza el artículo 27. Como dijo Zapata: “que la tierra es de quien la trabaja”. Ése no echó rollo, ése dijo: “¿aquí cómo le vamos a hacer? Pues el que trabaja la tierra es el dueño”. Y todos entendimos eso.
Y de pronto llega un político y un licenciado de la Reforma Agraria y nos echa un rollo: “de que no sé qué, que el ejido, que la propiedad y que hay que ir para un lado y para otro”. ¿Y qué? si el que está trabajando la tierra se la están quitando —si es que la tiene— o la está trabajando para otro.
Si se levanta una gran movimiento campesino, me cae que no sólo cambiamos ese artículo sino todo el gobierno, como en 1910 y como en 1810. Igual, que se levantó todo el pueblo y se cambió, nomás que no con las armas, sino con un movimiento de protesta nacional —decimos nosotros—, una movilización nacional pacífica, eso es lo que estamos diciendo nosotros. No es que vamos a agarrar las armas, sino que aquí luchan ustedes en los Citahuis y nosotros en Chiapas, y los compas purépechas en Michoacán, y otros compañeros en Baja California. Y en cada lugar, pero juntos, apoyándonos. Y entonces ya no vamos a estar solos.
Porque ahorita nos levantamos solos en un lado y rápido llega la policía, el gobierno, el ejército y nos pega, o nos mata, nos mete a la cárcel o nos desaparece. Esa historia ya la sabemos. Porque somos poquitos en un lugar, pero si todos nos ponemos de acuerdo, pues quiere que va a cambiar las cosas y el gobierno tiene que obedecer. Y gobierno que no obedezca, gobierno que se cae.
Eso es lo que queremos, no queremos agarrar el poder, lo que queremos es que la misma gente en cada lugar mande. Porque aquí los Citahuis, está la gente que trabaja, pero el que manda es el cabrón del Bours —que está en Hermosillo— que nomás se está rascando sus güevos y no está haciendo nada pues por la gente, porque ya lo vimos. No lo estamos inventando.
Lo que queremos es que la misma gente que trabaja tome el destino en sus manos. Y dice: “aquí se va a hacer así y aquí manda aquí y esta tierra es de éste, el que la está trabajando”. No el que viene a robársela o a sacarle el oro o el cobre —como nos platicó el compañero Fausto—, o como otras historias que nos está contando el compañero, que ya tiene tiempo pues que fundó este lugar y que va, que pasan los años, y los años, y los años, y la tierra que están trabajando no se la da en propiedad el gobierno.
Y ahora la está peleando un gringo que ni siquiera es de este municipio —así como explicaron—, es ridículo porque es de otro municipio y resulta que éste es Los Álamos y lo está reclamando como que es parte de… o sea que ni geografía sabe, no fue a la escuela pues. Entonces lo que nosotros estamos pidiendo pues es esto.
Miren, está bueno que terminamos aquí Sonora, en un lugar pequeño, con indígenas, porque Sonora lo empezamos en un lugar pequeño con indígenas. Entramos pues por San Luis Río Colorado, pasamos por Sonoyta —ahí nos brincamos la raya pa’ los gringos, nomás para hacerles mocos y luego nos regresamos otra vez— y luego fuimos a Magdalena de Kino, y ahí hablamos con un pueblo indio que ustedes les dicen pápagos, pero ellos se llaman o’odham —o’odham se escribe—.
Y entonces ellos están bien bravos porque igual la misma historia: les están despojando la tierra con trampas —con el Procede, con el Procecom—. O sea, la tierra ejidal ya no es del ejidatario, es del pinche banco o del funcionario, o a veces la gente ya no es propietaria de la tierra y no sabe, porque alguien falsificó su firma y lo vendió. Entonces puede ser que sus abuelos, tatarabuelos, lo que sea, eran propietarios de la tierra y de pronto llega una orden judicial y estás invadiendo tierra. Tú estás acusado de despojo, no el rico que se la está robando, porque hicieron una trampa legal. Donde quiera lo hemos visto y ellos no dijeron.
Miren, esa es la parte mero del desierto de Sonora, pero ese pueblo indio está ¡puta! miles de años antes de que los españoles existieran siquiera. Y entonces llegó la raya —o sea la frontera gringa— y entonces lo partió a la mitad. Entonces, un lado de ese pueblo indio queda del lado gringo y otro lado del mexicano, en Sonora —o sea un lado en Arizona y otro en Sonora—, pero a ellos les vale madre, porque esa raya para ellos no existe, porque son pueblo indio, y así se conocen entre ellos.
Y nos están diciendo que sus tierras las usa el gringo para echar sus basuras. Entonces nos dicen: “para los ricos los indígenas somos el basurero, porque lo que no quieren nos lo avientan”. Y es basura tóxica —que le dicen—, o sea es veneno, que no la quieren enterrar en el lado gringo porque está prohibido, porque hace daño. Entonces la entierran del lado mexicano, porque el Fox es un baboso que no defiende al país, y ahí sí dejan que envenenen la tierra mexicana, y no dice nada. ¿El Bours dice algo? No dice nada. Y ahí está ese veneno.
Y no crean que nomás está en un lado, pues el veneno es como la enfermedad: se empieza a pasar por abajo y se contamina, y se contamina. Y cuando van a dar cuenta, pues ya un chingo de tierra va a estar echada a perder.
Bueno, de ahí nos vamos a Punta Chueca, donde están los compañeros seris, los indígenas seris —les dicen ustedes—. Y ellos están… Mira compañero, hay un lugar pues bien bonito: hoteles, buenas calles, luces, la playa bonita, ahí vive el rico. Ahí nomás te vas un poco más adelante, un lugar más jodido que éste, ahí es donde están viviendo los indígenas comca’ac se llaman a sí mismos, pero seris les dicen otros.
Y esa gente está preocupada. Toda su vida de miles de años antes viven del mar, están mero en la orilla del mar y, enfrente, hay una isla que le llaman la Isla del Tiburón —que es también pues de Sonora—, pues ¿no está siendo que el gobernador Bours quiere quedarse con la Isla para hacer un hotel?
Y dicen que lo ven que anda en su helicóptero, ahí asomándose para ver dónde va a hacer las cosas. Y ahí nomás en la isla hay un destacamento de la armada de México —de los marinos—, quesque está para cuidar el narcotráfico, nomás está chingando a la gente de enfrente —que es donde vive el pueblo—.
Entonces ellos dicen: “¿por qué? si esa tierra es nuestra desde antes, cuando México no existía. Antes de que los aztecas, todo eso, mucho antes, esa tierra era de ese pueblo. Y ahora llega el rico y se la quiere quitar con engaños, para vendérsela al extranjero. Eso es lo que están haciendo, ni siquiera es que se lo van a quedar ellos, sino que son como intermediarios, o sea nomás le quitan a uno y se lo venden al otro, además bien barato, pues.
Y esa Isla del Tiburón pues les sirvió a ellos para esconderse cuando los españoles, y los mexicanos, todos los que llegaron a tratar de matarlos, ahí se escondían. Entonces ellos dicen: “esa Isla es nuestro corazón, si agarran esa isla, es como que nos arrancan el corazón”. Y ¿quién va a querer que le arranquen el corazón?
Nos vamos a Hermosillo —luego de ahí—. En Hermosillo nos juntamos con los estudiantes y los maestros de la universidad. Y nos dicen pues que la universidad que dice quesque es gratuita, tras que no: que puras cuotas y que colaboración y no sé qué, como si estuvieran pagando.
Y resulta pues que después de que está pagando y pagando —y ya salió bien caro—, y cuando sale la carrera —que ya es profesionista—, no hay trabajo. Entonces para qué tantos años pues de estarle dando y de tanto dinero —porque sufre la familia para pagarle el estudio al chamaco o a la chamaca, pues—, y luego resulta que no tiene trabajo.
Aunque salga doctor, salga ingeniero, no tiene trabajo. Entonces ellos también están bravos, dicen: “porque esta universidad no va para donde queremos, nosotros queremos que la universidad saque gente que ayude al que está jodido y nos están poniendo como si fuéramos a ser empleados de las grandes empresas, y para eso no se estudia”.
Entonces ahí tienes que médicos, ingenieros, doctoras, lo que sea, pues nomás las están preparando para que les sirve a las grandes empresas. Y ellos dicen: “no, debiera haber doctoras para que vinieran a con los mayos, y aquí hubiera una clínica con una doctora que supiera”. Pues están bravos también.
Bueno, y de ahí nos vamos con los yaquis, también bien jodidos. Ahí nos recibieron las autoridades yaquis. Y ya nos cuentan pues que tienen su territorio. Hagan de cuenta pues que tienen aquí —como platicaron— las mismas y pico de hectáreas que tienen. Pues que un decreto les quita un pedazo por un lado, y luego otro decreto por otro lado, y luego otro decreto por otro lado: los están empezando a encerrar. Y ¿qué tierra les están quitando? Las buenas, no les quitan la mala tierra. Entonces los están dejando pues sin nada. Y ellos están embravecidos, porque dicen: “pues si esta tierra era nuestra desde antes”. Y entonces se ponen bien bravos.
Bueno, nos vamos para Guaymas. Compañeros, no sé si has visto… Bueno el compañero nos platicó en otro lado de la Revolución mexicana ¿por qué fue? Porque había grandes latifundios y los campesinos están trabajando como peones acasillados, como esclavos. Ahí en Guaymas ahí está, no es 1910, es 2006, ahí lo vimos. Y gente, campesinos que vienen de otros lados, los tienen ahí encerrados como si fuera chiquero.
Tienen niños de diez, doce años trabajando ahí. ¿Sabes cuánto le pagan? 45. Les dicen: te voy a pagar 150 y los enganchan, y a la hora de la paga nomás 45 pesos. Trabajan quince horas al día, con químicos. Y nos enseñaba una compañera pues, ahí en Baja California, se le quema la piel. Y si estas embarazada, ¿te van a perdonar? No, “vete si quieres”. Aunque la ley dice que tienes derecho. No, ahí no hay ningún derecho más que el del rico. ¿Y quién es el dueño? El presidente municipal de Guaymas.
Nos vamos con los pimas —ya casi cerca de Chihuahua—, en un ranchito bien humilde pues. Y nos empiezan a contar la historia. Buena tierra —la vimos—, viera que hay maquinaria sale buena cosecha ahí. Pues los tractores los embargaron, la tierra se la invaden los ganaderos —con ayuda de la judicial del estado de Sonora— y los narcotraficantes.
Entonces tú, un campesino, te levantas y vas a tu milpa… Y ya no hay milpa: está sembrado de marihuana. Y a ver, tú dices: “¿pues cómo voy a comer la marihuana?, ¿qué voy a hacer?”. Y si te quieres acercar, pues sale el narcotraficante —que está de acuerdo con el ejército y está de acuerdo con el judicial, y con el gobernador— y te amenaza pues ahí: “aquí te mueres”, pues.
Pues ahí piensa el pobre campesino, dice: “bueno, pues a ver cuando se la lleven ya voy a sembrar mi maíz”. ¡Cuál! llega la PGR: “aquí hay sembrado marihuana, ¿de quién es? —de don Pánfilo Pérez— agárrenlo”. Y lo meten a la cárcel y al narcotraficante no. Y él ni siquiera sabía, ni siquiera pues se metió ahí, y no puede protestar.
Bien olvidado, no hay luz, no hay drenaje, no hay agua, es Sonora, el Sonora que dice Bours que es el más chingón estado del México, ahí lo vimos, bueno.
De los pimas, pues nos vamos a Obregón a Cajeme. Y ahí nos platican pues los estudiantes, los jóvenes, dicen: “no, pues es que aquí está bien jodido —con los maestros y todos, o sea la gente de la ciudad— que suben los precios y que no alcanza la paga”.
Y luego ya empezamos hoy el recorrido con los mayos. Y pues donde pasamos, y la misma historia de aquí. En una parte, que es que les dan una dotación de tierra, y les dan mil, mil trescientas hectáreas. Y a la hora de la hora, la misma tierra se la dan a otro ejido para que se peleen entre ellos.
Bueno —dicen ellos—, ¿y se pelean para qué? Para que el gobierno se la quite a los dos y se queda con ella, y la vende. Porque el Bours quiere hacer la escalera náutica, o sea quiere hacer un proyecto de puros hoteles, toda la costa de Sonora. Pero viene desde Nayarit, puros hoteles, campos de golf… ¿Ustedes juegan golf? Porque va a haber un chingo de —si lo dejamos a ese güey— puros campos de golf. A lo mejor ni saben qué el es el golf —yo tampoco pues—, pero va a haber muchos campos de golf. Pero es pal’ rico, no es para nosotros. Y ahí sí va a tener agua ¿a saber por qué necesita mucha agua eso? Bueno.
Y luego vamos a otro pueblo mayo, también la misma historia. Y a todo esto agréguenle que si eres yoreme, peor te van a tratar, porque eres indígena. ¿De dónde eres?, ¿de dónde son? De tal lado. “¡Ah! ahí es zona mayo, son yoreme”. ¡Bah!, ni te abren la puerta, o te dicen: “vete a México”. Juntas el dinero y te vas a México con los papeles, y en México, te dicen: “no, esto toca en Sonora, váyase a Hermosillo”. Te vas a Hermosillo, llegas a Hermosillo: “no, te toca Obregón”. Te vas a Obregón, y te dicen: “no, esto te tocaba en México”. Y ya se te acabó el dinero y el tiempo, y la paciencia. ¿Cómo vas a estar dando vuelta y vuelta pues?
Ahí mismo en esa región están los pozos de agua —si no, no hay cosecha—. Mira compañero, has de cuenta que está encerrado en una cárcel el yoreme ahí. No hay siembra ahí, es puro monte —porque no hay agua—, y alrededor puros campos propiedad privada, y la parte que no tiene agua es propiedad ejidal.
Entonces lo empiezan a ahorcar, a ahorcar, a ahorcar, hasta que tengas que vender y entonces ya la agarran. Y nosotros ya lo vimos en otro estado, que la tierra que va a agarrar el rico —que está bien jodida—, inmediatamente empieza a haber carretera asfaltada, hay jardín, hay foco, hay agua, fuentes, todo bien bonito. Pero cuando vivía el indígena, no había nada.
Si ustedes dejan esta tierra van a ver que luego, luego, va a entrar la calle aquí, autopista, y va a haber así grandes hoteles. Y van a decir… Ustedes no lo van a conocer, entonces dicen: “ésta no es mi tierra”. No, lo que pasa es que ahora la tiene el rico, pero el que trabajó esta tierra ya no va a estar.
Entonces eso es lo que estamos viendo nosotros. Pero podría estar hablando de Sonora o de Veracruz, o de Quintana Roo, o de Yucatán, o de Chiapas, de cualquier estado de la República. Y no vale que el político lo va a cambiar, porque no lo cambia.
Nosotros no queremos que un partido político, no queremos quién nos va a mandar, queremos mandar cada quien en su lugar, que cada quien mande. Y que queremos hacernos compañeros. Que la gente de este ejido sea compañera del EZLN, del Congreso Nacional Indígena y de todas las organizaciones y grupos que vienen en la Otra Campaña, que están en todo México. No se hace bulla, porque nosotros sí queremos tirar al gobierno, por eso no sale en la televisión. Porque si tú empiezas a ver en la televisión que alguien quiere tirar al gobierno, vas a decir: “pues sí tírenlo, pues si es un cabrón”. ¿O alguien piensa que Fox hizo algo bueno? Seis años estuvo ahí. Y ahora va a entrar el otro güey de Calderón. ¿A poco vamos aguantar otros seis años? No, lo vamos a tumbar.
Pero si lo tumbamos y siguen las cosas igual, entonces ¿para qué vamos a luchar? Lo que tenemos que organizarnos es mero como indígenas, para que a la hora que acabemos con esto el indígena sí sea respetado, no pase lo que pasó antes. Que respeten la cultura, respeten el color, respeten la lengua. Que alguien pueda decir: “yo soy indio mayo” y toda la gente baje la cabeza, de qué cabrón, pues sí. No que ahorita a los indios mayos le hacen así, como que huele feo, porque así nos hacían a nosotros. No dejaban que se acercaban los indígenas a los mestizos, porque apestan —dicen—. Y ahí nos contaron los mayos, del otro lado, que también, que así hacen de por sí.
Entonces lo que nosotros queremos es eso. Pero resulta que en este estado, por donde hemos pasado, hay como señales. Ustedes pues, los que han ido a la escuela, saben que la Revolución mexicana empieza en Sonora, en 1906, en la huelga de Cananea. Y ahorita estamos en el 2006, ya se va a cumplir 100 años.
Y entonces, nosotros cuando llegamos a la tierra del pápago, del o’odham, resulta que pasó eso que le llaman lluvia de estrellas, empezaron como a caerse estrellas. Y entonces los de ahí dijeron: “no pues esa es una señal, buena”.
Y luego vamos con el comca’ac, con el seri, y ahí empieza también a caer estrellas. Y empieza a haber un relámpago, como que está haciendo rayas en el cielo, pero de luz. Y el día en que nos vamos yendo, la tortuga que nunca sale, asoma la cabeza. Y entonces el de ahí dice: “esa es buena señal”.
Llegamos a Hermosillo que nunca llueve y no es temporada, todo el día lloviendo.
Llegamos con los pimas, que hacía un frío de la fregada, y en determinado momento de la noche, como un aire tibio, y no sabemos porqué, sólo un ratito.
Y así en cada lado donde estamos pasando hay como una señal, que nosotros decimos que quiere decir algo.
Y cuando llegamos aquí, me senté en la mesa me encontré este escarabajo. Chiquitillo mira, es un escarabajo, no hace nada. De éste hay allá en mi tierra. Y entonces hay uno que nosotros le pusimos que se llama Durito, cuenta cuentos para niños y para adultos —porque luego son medios rojos—.
Y entonces nosotros estamos pensando cómo es que se junta la historia de Chiapas —y del EZLN— con la del pueblo de Sonora.
Si ustedes no ven todas estas señales que estamos viendo nosotros, entonces ¿quién las va a ver? Vean su dolor, vean la injusticia que tienen, es la misma que tenemos nosotros. Y que toda esta gente está haciendo, recorriendo todo el país y la está recogiendo.
Entonces qué esperamos para ponernos de acuerdo y unirnos. No es que se vayan para otro lado, aquí mismo. Que comisionen a Fausto o a alguien que sea el contacto, el enlace pues —decimos nosotros—, el mensajero, para que a la hora que va a pasar algo, apoyarnos mutuamente y que alguien va y viene con el mensaje pues. Aquí no se está pidiendo que viene otro a darles órdenes, ustedes mismos. Lo que se pide es que nos pongamos pues de acuerdo.
Entonces ahí, si el escarabajo pues —Durito— vino a aparecer en las tierras del mayo, en Sonora, y vengo yo también de Chiapas, pues quiere decir que tenemos que ponernos de acuerdo. O si no, pues somos tarugos en Chiapas y en Sonora. Y nosotros no queremos eso. Queremos pues que cambien las cosas para bien de todos: que los ancianos sean respetados, las mujeres sean respetadas, los niños, los jóvenes. Todo lo que no está pasando ahorita. Y hay una cosa que no nos deja: que son los políticos, ésos son los que hay que quitar.
Y ahí vamos a ver que detrás de ellos, está el que manda: es el rico, ése es el que quiere la tierra. Y nomás nos pone a los políticos para estarnos entreteniendo, para que no nos demos cuenta, a veces ni la cara da —y no usa pasamontañas—.
Entonces, lo que nosotros decimos: hay que quitar a ésos —a los ricos y a los políticos—, y volver a hacer otra vez de nuevo todo, porque no quedó cabal. Como que hubiéramos hecho esta casa —has de cuenta que es el país— y a la hora de la hora no nos damos cuenta: no, pues no quedó bien, porque está chueco lo de arriba. Hay que tumbarlo y volverlo a hacer de nuevo, así es el país. Hay que tumbar al gobierno y sacar al rico, meterlo a la cárcel.
Ustedes saben que en la cárcel sólo hay gente humilde, no están los ricos, y ésos pueden hacer fregadera y media y nadie les dice nada —hasta en la televisión sale—. ¿Y cuándo han visto la cárcel? “No pues que está en arresto domiciliario” —dicen—, lo encierran en su casa. Ves su casa: ¡uta! hasta yo quiero que me encierren ahí, una casota, tiene su alberca y todo eso —ya cuando me tomen preso, yo voy a pedir que ahí me lleven, ahí los invitó a que lleven cigarros, no sean gachos—.
En cambio al pobre campesino, al indígena, peor si no habla español, pa’ dentro, y luego resulta que no sabe ni poder decir su nombre en español y está acusado de asesinato. Y nunca sabe, nunca ha salido de su casa, nomás que llegó la policía y tiene que agarrar a alguien, lo agarra, lo tortura y lo hace que firme lo que sea, pues si lo está torturando y ahí está en la cárcel. Y nos cuentan historias, todos indígenas: mayos, yaquis, seris, pimas, pápagos, son los que están llenos la cárcel de Hermosillo. No hay ningún político y el que debía estar ahí —ustedes lo saben— es Bours. Ése es el que debía estar en la cárcel por ladrón, y por baboso también, porque además puras tonterías dice —como que ya está agarrando la onda de Fox—.
Entonces, lo que estamos proponiendo nosotros compañeros es ese: que lo piensen, que con Don Fausto, digan, estudien esto: “bueno, ¿qué mero quieren éstos que llegaron?”. Y si es que están de acuerdo —porque es voluntad no es que se da la orden—, si están de acuerdo, ustedes diga: “nosotros le entramos a la Otra Campaña”.
Y ¿qué les pedimos? Sólo les pedimos una cosa: que oigan a otro como usted. Así como nosotros venimos a escucharlos a ustedes, que ustedes oigan. Pero no es que van a ir hasta Chiapas o lo que sea, sino que los compañeros que pongan de enlace les estén trayendo: “miren ya pasó en Chihuahua y dijeron esto los rarámuris” —o sea los tarahumaras— “o esto está pasando en Juárez”, según qué dice la gente, no qué dice el periódico.
Y ahí vemos que sale el periódico que dice Fox que las muertas de Juárez, pero ahí vamos a hablar con las mamás de esas muchachas, a ver qué van a decir, a ver si es cierto que hay justicia. Y así en cada lugar. Y ahí van a encontrar esto que les venimos a decir: van a encontrar que no estamos solos, no están solos aquí, aunque esté apartado.
Y van a ver que a través de estos micrófonos, de estas cámaras, como que se hace un puente por abajo, que no se mira, hasta que se mira, y cuando se mira, es que ya empieza a caerse todo lo que está arriba.
Y uno puede decir: “no pues está muy difícil”, pero Porfirio Díaz parecía que era intocable un día antes de caer. Y todo el poder que tenía parecía que es lo grande, nadie lo puede tocar, un día antes de caer. Y un día después, su ejército, su policía y él, no quedó nada. ¿Y si saben quién lo chingo? ¿no?, en el norte: el ejército de Obregón y el ejército de Villa, fue el que los hicieron pedazos.
Nomás que aquí no se trata de lucha armada, se trata de organizarnos y pelear. Y que pueda pelear el compa que ya tiene edad —80 y tantos años— y la niña, y el niño que están aquí. ¿Pues cómo?, pues diciendo: “así esto está mal, tenemos que cambiarlo” y hablando con otros niños. Donde quiera hay niños pues, que están chavalillos pues, ya están viendo que están mal las cosas. Si no, ¿qué le va a tocar? Como dijo el compañero: “¿qué le vamos a heredar pues a nuestra gente?”. Porque a ustedes les heredaron la tierra y un problema. A ellos les van a heredar la desesperación y la angustia nada más de qué van a hacer.
Lo que sea lo que nos va a pasar, pues les vamos a heredar una vida digna, a ellos y a los que siguen de ellos. Y un día van a decir: “aquí, en los Citahuis nos juntamos y decidimos que vamos a cambiar el país”. No que otro lo va a cambiar por nosotros, no que va a venir un político y lo vamos a llevar a la presidencia y él solito desde arriba, va a caer. No, eso no existe. Existen los cambios cuando la gente de abajo se organiza.
Y entonces le van a poder contar la historia a ellos y a sus hijos de ellos, y a los hijos de los hijos —cuando ya tengan la edad del compañero— y le van a decir: “llegó un momento en que dijimos ya basta, ya no más, y empezamos a organizarnos con otros. Y ahorita este México que vez que es diferente, es diferente porque nosotros luchamos, porque no nos dejamos, porque nos cansamos, porque nos organizamos y nos unimos con otros”.
Gracias compañeros.
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al Sub Comandante Cero, quedamos muy decepcionados en el Estado de Sonora por tu nula visita a la Cd. de Obregón, y queremos pensar que no estuviste no por el medio de transporte como dijo tu gente, sino por que no te dejó el gobernador…..
Comentario de Martha Moreno — octubre 30, 2006 @ 10:40 pm
Desde bolivia un abrazo revolucionario al sub comandante Marcos, estamos atentos al llamado para recuperar la patria grande que pertenese a los originarios.
Comentario de luis fernando lewin valdez — octubre 31, 2006 @ 5:31 pm