Acto público en Ensenada Lea aquí la transcripción
En el plantón del arbol Lea aquí la transcripción
Reunión con adherentes de Ensenada Lea aquí la transcripción
En el pueblo autónomo cañon de Buenavista Lea aquí la transcripción
En San José de la Zorra Lea aquí la transcripción
Ensenada, Baja California
Acto público
17 de octubre
Buenas noches compañeros y compañeras. Antes que nada una disculpa porque sé que este acto estaba programado para las cinco y media y llegamos tarde. Y gracias por esperar a los que esperaron. Ojalá y esa paciencia que han tenido, sirva para que el oído de las palabras que estamos escuchando, hagan que nuestro corazón crezca.
Lo que pasó es que el municipio de Ensenada es muy grande, no piensen pues que estábamos en la playa, o algo ahí, sino que estábamos yendo de un lado para otro para conocerlo.
Nosotros es la primera vez que llegamos aquí a Ensenada. Y lo que hemos visto da vergüenza. Da vergüenza por parte de los gobiernos. Voy a aclarar algunas dudas que pueda tener alguno que apenas nos está conociendo. ¿Por qué el pasamontaña? —la máscara pues—, ¿por qué este recorrido?
Como supieron la mayoría de ustedes nos alzamos en armas el primero de enero del 94. Y nos alzamos en armas porque este país no veía a los pueblos indios de Chiapas. Después descubrimos que no veía a ningún pueblo indio, no sólo a los zapatistas. Empezamos a pelear contra el gobierno. Y cuando empezamos a pelear, para proteger a nuestra gente de las comunidades, decidimos taparnos el rostro de tal forma que la gente de la comunidad no fuera identificada y no fueran atacadas sus familias. Como nosotros tenemos ahí el mando militar, teníamos que hacer lo mismo que ellos.
Y descubrimos después de los primeros días de enero de 94, que se levantó un gran movimiento en todo el país, que nos decía: que no siguiéramos la ruta de la violencia. Que intentáramos hablar, dialogar, escuchar, y llegar a un acuerdo que no fuera fincado sobre la sangre y la muerte de uno y otro bando.
Y eso hicimos, pero nos dimos cuenta entonces que este país nos había volteado a ver cuando nos tapamos la cara. Que antes del primero de enero del 94, los indígenas andaban por la calle y nadie los miraba. Y que fue hasta que se taparon el rostro, que los empezaron a mirar.
Y entonces, cambiamos nuestro símbolo, que era el paliacate rojo, por el pasamontaña. No estamos ocultando nada, nuestra palabra ha sido franca, y ha sido sincera. Y en estos doce años que vamos que nos alzamos en armas, hemos descubierto que —cuando menos los políticos— muestran la cara, pero no muestran sus intenciones. Y nosotros hemos mostrado nuestras intenciones desde el principio. Cuando dijimos que íbamos a pelear, lo hicimos. Y cuando dijimos que íbamos a hablar, lo hicimos. Y ahora decimos que vamos a escuchar, y eso es lo que estamos haciendo.
Como explicó el compañero del Congreso Nacional Indígena, hicimos el acuerdo con el gobierno y no nos reconocieron. Nosotros no pedimos cargos: ni ser presidente municipal, ni síndico, ni gobernador, ni secretario de Estado. Queríamos que este país nos respetara como indígenas. Que dejara de burlarse de nuestro color, de nuestra lengua, de la forma en que vestimos, de nuestras creencias. Del amor que sentimos por la tierra, y lo que hacemos por ella.
Y resultó que no, que los partidos políticos: el PAN, el PRI, y el PRD, decidieron que los indígenas en este país no son dignos de nada más mas que de la burla y de la limosna. Y la reforma que hizo el gobierno fue eso. Que la imagen de los indígenas en México, fuera la de La India María. Y que el único programa de gobierno sea repartir unas migajas para aquellos que levantaron este país sobre sus espaldas. Que lo hicieron grande, que lo hicieron crecer, que lo hicieron independiente, que hicieron una revolución, que es la Constitución, que luego fueron destruyendo los otros.
Y este país, ni siquiera tenía la mínima decencia de voltear a ver a quienes lo formaron con el mínimo de respeto.
Entonces, lo que dijimos es: ¿para qué vamos a hablar con los políticos? Tal vez a algunos de ustedes les ha pasado, por los problemas que han tenido, que han tenido que recurrir al gobierno. Y han visto que hay un trato completamente diferente para el que tiene dinero y va bien vestido, y para el que va mal vestido, porque no tiene otra cosa.
Saben también que las leyes están para violarlas. Y que aquel que las viola primeramente es el que dice defenderlas: el gobierno. Sabemos que si quieren resolver un problema tienen que mocharse —como se dice—, o sea dar una mordida al funcionario para conseguir lo que se dice. Todos: desde el policía de tránsito, hasta el presidente de la República.
Y entonces, nosotros dijimos: este dolor que tenemos nosotros como indígenas, como pueblos indios de México, ¿es que nos pasa nada más a nosotros, o le pasa a alguien más? Y los doce años no han sido en balde, porque nosotros sabemos bien que cuando se conoció nuestra situación, aquí, en Baja California se alzó la voz de gente digna que pedía que se detuviera la matanza. Que cuando fue Acteal, también aquí en Baja California mucha gente dijo que había que haber justicia, que no podían estarse asesinando niños, mujeres emabarazadas y ancianos, y que no pasara nada.
Y vimos que aquí en Ensenada, también, no sólo en Baja California en general, sino en Ensenada, teníamos a alguien que nos estaba volteando a ver y que nos estaba escuchando. Y nosotros, ¿íbamos a volver a repetir lo de otras veces?: ir a cada lugar y hablar y que la gente nos escuchara, y que nos volviera a pasar lo que nos pasó: que levantamos una gran movilización para que no nos escucharan los políticos.
Entonces, dijimos que teníamos que hacer lo contrario. Que teníamos que ir a cada lugar y escuchar de la misma gente cuáles eran sus problemas, sus dolores y sus luchas. Que teníamos que descubrir otro México, el que no está en el discurso de Fox, ni en las campañas electorales de Calderón, ni en los periódicos, ni en los grandes medios de comunicación.
Y si hasta ahora nos habían vendido la mentira de que el norte es azul, y el sur es amarillo, ahora lo venimos a ver. Porque yo quiero decirles la imagen que hay en el resto del país de Baja California, incluyendo a Ensenada. La gente vive bien, tiene dinero, tiene trabajo, está contenta con el PAN, y no pasa nada aquí.
Y llevamos recorridos, ahora, 23 estados de la República. Créanme que, sinceramente, en ningún estado he visto que desprecien tanto a los indígenas como en Baja California. Y da coraje. Lo mismo que nos hizo a nosotros alzarnos en armas, es lo que están haciendo con los pueblos que vienen de otras partes y que son comunidades indígenas aquí, y con los pueblos originarios de Baja California. Los desprecian, no los ven, los humillan, en el momento en que se organizan los meten a la cárcel, o los desaparecen o los matan.
Como si luchar por el derecho de cada quien fuera un delito. Y el gobierno se dedicara a perseguir pobres. Y lo lamento, pero la mayoría de este país es pobre. No se trata ahora de que sólo vamos a luchar por los derechos indígenas. De lo que se trata es que hemos descubierto, en estos doce años, que hay otros dolores y otras injusticias.
La injusticia que se comete contra la mujer: desde que es niña hasta que es anciana. Concebida desde que nace y empieza a crecer como un objeto de lujo, o modesto, depende de su belleza física. Completamente ignorada en sus capacidades y conocimientos. Sirve si es bella, y si no es bella, no sirve. Sirve si puede parir hijos, y si no, no sirve. Y hay una concepción de lo que es la inteligencia masculina y lo que es la inteligencia femenina. Y esa simpatía que sentimos nosotros por las mujeres fue porque nos llamó la atención de porqué como pueblos indios, tantas mujeres en el país, principalmente jóvenes tenían simpatía por los pueblos zapatistas. Y entendimos que la discriminación y el racismo que recibíamos como indígenas, lo recibían ellas también como mujeres.
¿Quién, en cualquier parte de este país, que es mujer joven puede salir sin miedo a la calle en la noche, o en el día? Que como mujer joven pueda subirse en un transporte público sin tener miedo a que la manoseen, a que le falten al respeto, o si ya es tarde, incluso que la agredan, la violen o la maten. Porque las muertas de Juárez, no están nada más en Juárez. Sino en cada parte está pasando esto.
Y vimos a los ancianos, hombres y mujeres —ahora les dicen: de edad avanzada o de tercera edad, no me acuerdo cómo les dicen—, y vemos cómo son tratados como si fueran una batería o una pila que ya se desgastó, y que hay que tirar a la basura. Son, igual que nosotros, objeto de limosna y de lástima, y nada más están esperando a que se acaben de morir de una vez. Si ese hombre o mujer de edad no tiene la suerte de tener una familia que sea agradecida y reconozca lo que se trabajó, no tiene ningún futuro, más que morirse lo más pronto posible. Y, a pesar de que estuvo toda su vida por ser un hombre o una mujer de bien, ahora resulta que sobra en este país, porque no produce, porque no trabaja.
Y vimos el dolor de los estudiantes. Ahorita pasamos por la Autónoma de Baja California. El estudiante, el que esté ahí con a esperanza de que si le echa ganas, que si puede aprender bien, se gradúa y lleva una carrera. Y que resulte, a la hora de ser egresado, que no tiene empleo. No de lo que estudió, porque ya ven que Fox nos echa mentiras de que hay mucho empleo. Pero no dice que los que están empleados, están en lo que no estudiaron. Taxistas que son médicos titulados. Vendedores de taco que son ingenieros. Gente que trabaja en centros nocturnos, que son mujeres que se graduaron con honores en la universidad.
Y ¿cómo le decimos a esa gente que todo está bien en el norte del país? Que es azul, que es panista, y ahora aplaudamos a Calderón —que fue impuesto además, con trampas—. Y vamos a ver a los trabajadores, a los colonos, y empezamos a sumar los dolores que hay en este país —no porque lo inventemos, o porque lo hayamos leído en un libro, sino porque lo vamos conociendo—, y ahora que llegamos al Valle de San Quintín, que en las noticias dice: “que está poblado por migrantes de otros estados”, vayan. Si quieren yo les enseño Ensenada: es Oaxaca. Son indígenas, no son migrantes. Y se mantienen como comunidad, y como comunidad luchan. Y como indígenas, son tratados peor que animales.
Aquellos que tienen la suerte de estudiar y han visto las condiciones laborales en la época del porfiriato, vayan a San Quintín, y van a encontrar que son peores. ¿Qué le va a pasar a Ensenada? ¿Va a esperar a que haya un alzamiento para que darse cuenta que tiene indígenas en su territorio? Hace rato, cuando pasamos por el —pues no conozco bien—, era una oficina y ahí hay un plantón de unos indígenas que quieren poner un centro ceremonial. Yo le adelanté al presidente municipal que es un sinvergüenza, no tengo otra forma más elegante que no sea una grosería para decir lo que está haciendo.
Y no fue suficiente, porque fuimos también al Cañón de Buenavista. Cincuenta hectáreas que tienen ocupadas los compañeros desde hace 16 años. Son terrenos nacionales, no les titulan, y les cobran impuesto predial. Y da coraje, porque pasamos en otro estado y hay una colonia popular que no tiene agua, en Puebla. Y les llega el recibo del agua. Y los amenazan que si no pagan se las cortan. Entonces el señor dice: “pues córtela”. Y lo amenazan por rebelde, porque no quiere cumplir con sus deberes de ciudadano.
En cada parte del país donde hemos pasado, hay una historia de dolor que a veces da risa, porque es hasta cómico cómo son los políticos. Y la mayoría de las veces dan ganas de llorar de coraje. Porque escuchamos ahí en San Quintín a un hombre llorando de coraje, y no por él, por cómo tratan a las mujeres triquis. Que las traen vuelta y vuelta, que les prometen que les van a poner un mercado y no les ponen nada. ¿Y a ése qué le decimos? Que el norte es panista, y que el norte vive bien, y que el norte es el que produce, mientras que el resto del país está de flojo.
Cien pesos al diario si le va bien, 80, 90. Sale a las 4 de la mañana y regresa a las 5 de la tarde. ¿Hicieron la cuenta? 13 horas, le pagan 8. Si eres mujer y te embarazas, que dios te bendiga, porque vas para fuera despedida. Si por estar trabajando con los químicos, en la tierra, como jornaleras agrícolas, te pasa una enfermedad al producto que llevas en la panza: a ver qué te pasa. Pero no hay seguro, ni nada. Si faltas te quitan el trabajo, al fin que hay más que lo pueden agarrar. Eso es San Quintín.
Y la gente que está ahí nos ha contado —yo pienso que es cierto, ustedes lo sabrán mejor— que el presidente de la comisión indígena del congreso del estado de Baja California, es un terrateniente, de San Quintín. A nosotros no nos van a decir que el congreso de Baja California está preocupado por los indígenas, está preocupado por los terratenientes que explotan indígenas en San Quintín.
Y vamos pues —como decíamos— al Cañón de Buenavista. Esas tierras no se las quitaron a nadie, eran terrenos nacionales. ¿Y por qué no se las legalizan? Porque quieren extender el cinturón urbano de Ensenada hasta allá. Ni siquiera sé dónde queda si de éste lado o de éste, porque me traen vuelta y vuelta, ya me maree. Porque quieren esas tierras, para hacer condominios, colonias de lujo, algún hotel, algo que se les ocurra. Bueno.
Y a la gente que está luchando ahí: a la cárcel. Y tiene que ampararse, y esconderse hasta que prescriba el delito. ¡Órale! A lo mejor nada más es un lunar en la inmaculada imagen de Ensenada. Y vamos a La Zorra: comunidad kumbai. Y lo que escuchamos, hagan de cuenta que están escuchando las crónicas de la conquista, a partir de 1521. Nomás pónganle en lugar de Hernán Cortés, pónganle Partido de Acción Nacional, y es lo mismo. El mismo desprecio, discutiendo —así como hace 500 años están discutiendo si los indígenas son seres humanos y tienen alma— el Partido de Acción Nacional en Baja California está discutiendo si los indígenas existen. Porque ni siquiera ha visto que existen, y que necesitan una legislación especial.
Y ¿mientras tanto, qué? El despojo de tierras. Les están quitando la tierra, con puras trampas. Corrompen a un líder, lo emborrachan —de alguna forma pues lo compran—, y consiguen la tierra que no le pertenece ni siquiera a él, porque le pertenece a un pueblo. ¡Órale! Está largo, porque entramos al Valle de San Quintín, casi entrando a Baja, y luego quién sabe cómo hicimos, cruzamos aquí y ya estábamos cerca de Tijuana, pero todavía estábamos en Ensenada, en La Zorra. Que Tijuana también lo quiere. Lo que quieren pues es la lana, ya lo sabemos lo que quieren los políticos.
Y vamos a la —si estoy señalando mal, ahí no me regañen pues—, por ahí está la playa —no sé dónde— y nos enseñan la regasificadora. Unos tambos grandes —así les decimos nosotros—, unos tanques, que es propiedad norteamericana. Y ¿cuál va a ser su trabajo? Recibir el gas licuado, calentarlo, hacerlo gas otra vez y mandarlo entubado a Estados Unidos —¿pa’ acá queda Estados Unidos? ya decía yo pues, algo me quedó—.
Bueno, y ¿qué beneficio le deja eso al pueblo de Ensenada? Yo hago la pregunta porque si pasa una desgracia ahí, se lleva a todo el pueblo de Ensenada. Y no importa si eres rico, blanco, triqui, kumiai, kiliwa, pa ipai, cucapá, o un estudiante, o una señora, una ama de casa, un señor, un oficinista. La desgracia ahí no respeta. Nada, pues que les dan una ayuda. Entonces, yo le preguntaba al compañero: pero ¿cuál ayuda? Porque yo acabo de recorrer el municipio y no se ve nada. Para la gente jodida no hay nada. No sé, salvo que sea una excepción Ensenada —ustedes lo sabrán mejor— que se están quedando con el dinero los políticos, donde quiera.
Entonces, nosotros decimos: ¿por qué en Baja California, primero se niega que hay indígenas? y ¿por qué —de 23 estados de la República que llevo— es dónde más desprecian a los indígenas? Y que casualidad que gobierna Acción Nacional. Y que casualidad que el que se dice presidente de México, que es el tarugo éste de Fox, es de Acción Nacional. Y qué casualidad que el candidato que fue impuesto por un fraude es de Acción Nacional.
Y entonces, tal vez muchos de ustedes pensaron, ahora en las elecciones, que lo que había que hacer era votar por otro. Yo lamento desilusionarlos, pero hemos visto lo mismo gobernado por el PRI y por el PRD. Cualquier lugar donde haya un partido político, hay una bola de zánganos —como las antiguas cortes de los reyes—, que viven de hacer nada. Y tienen sus propios clubes sociales —así como las cortes de los reyes— para codearse entre ellos, y no hacen absolutamente nada, y es la gente más rica de este país. Ni los narcos ganan tanto como los políticos.
Y estamos viendo pues en un periódico, que el señor Fox se va a llevar 3 millones 350 mil pesos de pensión, por lo que hizo los seis años. Yo veo aquí gente de edad. No se si alguno de ustedes tiene como pensión, a la hora de jubilarse 3 millones 350 mil pesos. Si alguno de ustedes es empleado y gana el salario mínimo, tiene que trabajar 90 años, 90 años trabajar, sin sábados no domingos, de 12 a 14 horas, para tener lo que Fox se va a llevar por no haber hecho nada. O ¿qué hizo? Le compró las toallas a doña Martha, de entrada, y luego se gastó una millonada en sus vestidos. Y luego se gasta otro tanto en cubrir las transas de sus hijos —de los hijos de Martha Sahagún: los Bribiesca—.
Y vamos a la cárcel y el que está en la cárcel es el indígena, el obrero, el estudiante, el empleado que están luchando por sus derechos. No están los hermanos Bribiesca. No está nadie rico pues, no está ninguno de los políticos. Y lo sabemos porque luego salen hasta en la televisión, guardándose los dólares en el saco, o en el portafolio. Y como quiera ésos no están en la cárcel. El que está en la cárcel es la gente que no tiene nada.
Entonces, lo que nosotros estamos haciendo es recorriendo el país, pero no para pasearnos compañeros, para conocerlos. Y no para estar grillando, porque nosotros no queremos aquí que vamos a poner un candidato, un nuevo partido político. No, nosotros creemos que la gente se tiene que organizar por sí misma, y decidir por sí misma su destino. No que venga otro a decirle qué tiene que hacer. Nosotros no creemos ni en Calderón , ni en López Obrador, ni en Madrazo —bueno ya el que crea en Madrazo, de plano ya necesita ir al siquiatra, pero échale que alguien todavía creía en él—, lo que nosotros creemos es que la gente mismo en cada lugar se tiene que organizar.
En las colonias, en los barrios, en las escuelas, en los centros de trabajo de Ensenada, la misma gente es la que conoce los problemas y la mejor forma de resolverlos. Y lo que está pasando cada tres años, o cada seis años —según cuando cambia el gobernador, o el presidente municipal o el presidente de la República—, sentimos que el resto del tiempo estamos como indemnes, vulnerables: a ver qué se le ocurre hacer a éste. Y nosotros, ¿qué vamos a hacer? Y pasa un partido y es igual, y pasa otro partido y es igual, y pasa otro partido y es igual, para un tanto. Para la mayoría, cada vez es peor.
Y entonces, nosotros decimos: ¿qué? ¿qué vamos a hacer? Pues vamos a decirle a la gente que no luche sola. ¡Órale! que se organicen los jóvenes en Ensenada, porque resulta que los persiguen igual que en todo el país por cómo se visten, por la música que escuchan, por cómo se peinan —si es que se peinan—, nada más por eso. Y si hay un delito, que asaltan una tienda en un lado, y ven a unos chavos, los primeros que levantan son a ellos, aunque el verdadero criminal es el que está en la presidencia municipal, y lo sabemos bien. Porque no es posible con la riqueza que hemos visto en Ensenada, que no le llegue nada a la gente que está haciendo que Ensenada camine.
Lo que nosotros estamos diciendo es que la gente cuente su historia y su lucha, y que se conozca. Que no sea cierto eso que está diciendo Fox, o los medios de comunicación, de que el norte es panista, y es azul y vive bien. Que se conozca el dolor de San Quintín, el dolor de todos los indígenas originarios de Baja California, que son despreciados, olvidados, y ni siquiera son nombrados. El dolor de las mujeres jóvenes, de los estudiantes, de los ancianos, de las señoras, de las amas de casa, de los colonos y de los niños. Todo eso se tiene que conocer en otras partes, porque lo que van a encontrar con nosotros, es que gente igual que ustedes, es la que lo va a escuchar. Y lo va a ver y va a ver que son ustedes los que están hablando.
Y entonces, se va a tender un puente que va a cruzar el Mar de Cortés, de veras. Un puente de simpatía. De la misma indignación que sienten, de simpatía luego, y de apoyo. Que no importa que aquí hablen golpeado, decimos nosotros —ya ven cómo somos los norteños, que luego hablamos así como que estamos bravos, pero somos a todo dar ¿qué no?—, que el tono no importa, sino la historia que se está contando y la lucha que se está llevando a cabo. Y que podamos organizarnos juntos. Cada quien en su lado, con su modo, con sus propias demandas.
Pero con un enemigo: tenemos que sacar a los gobiernos. ¿Por qué vamos a esperar que alguien lo va a resolver? Que se vayan los partidos políticos, todos, los que están en la cuestión electoral, todos. Y que la misma gente en cada lugar diga: aquí manda tal, y si no sirve lo quitamos, y lo quitamos. Van a ver que van a salir mejor las cosas. Porque así hicimos nosotros: ahí no manda el gobierno, ningún gobierno: ni municipal, ni estatal, ni el federal. Las mismas comunidades ponen a sus autoridades. Y esa autoridad tiene que vivir nada más con la tortilla, el frijol que le da la comunidad para sobrevivir. No tienen sueldo. Y tiene que atender a la gente que llega y tiene que barrer su oficina.
Ustedes díganme si han visto un presidente municipal que barra su oficina, vaya que barra su casa. Vaya, que barra la mierda que ha ido regando sobre la historia de Ensenada. Porque nos contaron lo que hizo el presidente anterior de Ensenada, también del PAN, de Acción Nacional. Que por lo que nos contaron, pues ése yo creo que su mamá dice: “yo a eso no lo conozco, quién sabe de dónde vino”.
Y ¿qué? ¿nos vamos a esperar a que salga éste? Y otra vez decir: pues éste salió peor, y cada vez va saliendo uno peor. Y viera que nos organizamos en todo el país. No sólo para que los kumiai, los cucapá, los kiliwa, los pa ipai, los triquis, los mixtecos, los zapotecos que están en San Quintín, vean reconocidos sus derechos. Sino que cada quien pueda levantarse cada mañana y verse al espejo sin pena y sin angustia. Porque esa es la angustia pues de qué va a pasar al otro día.
Y eso es lo que queremos hacer en la Otra Campaña. Así de sencillo: es cambiar al país. Todo. Desde Baja California, hasta Quintana Roo. Desde Tamaulipas hasta Chiapas. Ahora sí como dicen: de norte a sur y de este a oeste. Y que volvamos a sentir el orgullo, y ya no la vergüenza de ser mexicanos, de ser bajacalifornianos y de ser de Ensenada —que no sé cómo se diga, no vaya a decir una grosería yo, pero la gente que es de aquí—. Y que podamos tender ese puente hacia ese lado, y no hacia el otro lado de la frontera. Con una vida que no nos pertenece, una cultura que no es la nuestra y que además nos desprecia, desde siempre. Desde que se hicieron país allá en el otro lado: Estados Unidos.
Nosotros lo que les pedimos es que lo piensen. Que vean, que analicen, porque nosotros los respetamos pues que es gente pensante. Que no se trata aquí de comprar un candidato. Se trata de tomar el destino que otros nos han quitado y tomarlo en nuestras manos. Y que vean si lo que estamos diciendo es verdad o es mentira. Si es mentira y el dolor que carga cada uno de ustedes, es porque dios así lo quiso, o porque tienen mala suerte, o porque no han sacado la lotería, pues ni modo, ahí nos vamos a ver porque como quiera este país va a cambiar, lo vamos a cambiar.
Y si piensa que es cierto, y que no espera ser traicionado, ni llevar al poder a alguien para que luego se corrompa, sino que se resuelvan realmente sus problemas: entre con nosotros. No lo estamos invitando a que se alce en armas, ni que se ponga pasamontaña —además hace mucho calor—. Lo que queremos es que se organicen para luchar pacíficamente. Y que no luchen solos, porque si sólo aquí hacen algo, pues le avientan la represión. Pero si lo hacemos todos juntos, apoyándonos y coordinándonos, entonces ya va a ser otra historia.
Lo que estamos proponiendo, compañeros y compañeras, no lo ha hecho nadie nunca. Y qué bueno y qué honor que le toque a México, a los mexicanos y a las mexicanas, dejarle eso al mundo. No sólo el orgullo de ser el color que es cada quien y su cultura. Sino el de hacer otra posibilidad de transformar las cosas, que no sea a través de la política de arriba. Esa es nuestra palabra, compañeros y compañeras. Gracias, buenas noches.
Ensenada, Baja California
Apoyo a plantón de El Árbol
17 de octubre del 2006
Buenas tardes compañeros y compañeras:
Venimos a apoyar aquí el movimiento de los compañeros, que se reduce a una sola palabra: respeto. Eso es lo que estamos demandando.
Y lo que estamos viendo es que los herederos de los conquistadores ahora están en el Partido de Acción Nacional. Y como ellos son unos agachados, que se humillan delante del poderoso. Cualquiera que exige respeto lo ven como si fuera un delincuente.
No puede ser que los compañeros indígenas náhuatls, que están aquí en Ensenada, no puedan tener el respeto a su derecho a saludar al sol, a la tierra, según sus usos y costumbres. Si no le están quitando nada a nadie.
Y de una vez le decimos al presidente municipal de Ensenada: que es un sinvergüenza. Porque donde hemos pasado, hemos visto cómo está humillando a la gente.
Y nosotros queremos decirles también que estamos en este movimiento que es la Otra Campaña. Que no estamos buscando cargos ni puestos electorales. Y no nada más estamos los zapatistas, sino que hay gente de todo el país.
Y estamos haciendo esta lucha pacífica, para organizarnos y sacar a esos sinvergüenzas que están en las presidencias municipales, en los gobiernos de los estados, y en el presidente de la República —y me refiero precisamente al tarugo de Fox, y a su heredero Felipe Calderón, que fue impuesto por un fraude.
Todos esos. Queremos librarnos de ellos, y que nos dejen vivir en paz. Gracias compañeros, gracias compañeras.
Ensenada, Baja California
Reunión con adherentes
17 de Octubre del 2006
Compañeros, compañeras:
Venimos a pedirles una cosa. Es que pensamos nosotros que la Otra Campaña ya tiene que definirse mero cómo es. Porque ya ven hoy hubo gente que ahí se fue a la CND a elegir un presidente legítimo —según esto—, que aquí están sus símbolos. Y que yo me acuerde la Sexta Declaración y la Otra Campaña dice que vamos a elegir a nadie, sino que nos íbamos a organizar. Pero como tampoco dice que no, pues hicieron lo que quisieron. Y estuvieron ahí en el movimiento de un candidato presidencial, y nunca hicimos el acuerdo que había que apoyar un candidato presidencial.
Tienen su historia, a lo mejor se las cuentan, a lo mejor ustedes se las creen o no. Nosotros sabemos, tenemos sus documentos internos de lo que dijeron, y dijeron que la Otra Campaña estaba muerta, que lo que estaba de moda era el movimiento de López Obrador. Y como ya pasó de moda el movimiento de López Obrador, y ahora está de moda otra vez la Otra Campaña, pues aquí están con nosotros, ¿no?
Lo que nosotros les pedimos, es que se reúnan en sus colectivos y decidan qué de los seis puntos, eso es aparte cada quien. La pregunta es: ¿qué Otra Campaña quieren?
Si va a estar esa gente que está saltando de un lado para otro, diciendo que es muy revolucionaria porque ve un chingo de gente, y donde vea otro chingo de gente ahí se va ir. Y van a acabar por estar en los desfiles del mundo de Disney —porque ahí hay mucha gente—, o cuando viene el Papa también hay mucha gente.
O si lo que estamos buscando es un grupo de hombres y mujeres, que estén dispuestos a organizar, respetando a la gente, no para manipularla o para decirle qué tiene que hacer.
Entonces, que cada quien diga qué Otra Campaña quiere, cómo va estar, quién está, quién no está, etcétera, según. Y podamos organizar en todo el país, con los que sí son adherentes, cómo mero va a quedar y quién está y quién no está. Pero para eso se necesita que cada grupo, persona, familia, colectivo, organización, discuta y diga: “así quiero”.
Y se necesita que la Otra en Ensenada organice la consulta, porque si nosotros… cómo vamos a saber si alguien fue a San Quintín a preguntarle a los compañeros ahí. O si alguien fue a San Quintín a decirle a los compañeros: quién va entrar en la Otra Campaña, o sea, quién está dispuesto a luchar por sus derechos junto con nosotros. Y no quiere decir que tengan que venir a las asambleas, quiere decir que están dispuestos a luchar. Porque si exigimos que tengan que venir a las asambleas, pues hay gente que no puede venir, compas, por el trabajo pues, o por la distancia.
Entonces, ¿qué les pedimos nosotros? Que los que sí pueden, vayan a ver a esos compañeros, a donde están trabajando o a donde están viviendo, y les pregunten qué Otra Campaña quieren. Y se haga un conteo en la Otra en Ensenada. Y que se organicen para ir a la Zorra y para preguntarle a los compañeros que están aquí. Porque nosotros dijimos en la Otra Campaña, que íbamos hacer otra forma de hacer política, ¿no? Dijimos que íbamos a escuchar a la gente, que la íbamos a tomar en cuenta. Entonces tenemos que preguntarle a cada quien, no importa que sea una sola persona, tenemos que tomar en cuenta su palabra.
Y nosotros por lo que vemos de este día que estuvimos aquí, pues si tuvieron la capacidad para organizar todo lo que hicieron —porque realmente sí nos dieron, ahora sí que como una radiografía de lo qué es Ensenada, y ojalá y le duela la cabeza y no pueda dormir el presidente municipal hoy con todo lo que estuvimos diciendo y viendo que dijimos—, que pudieran organizarse también para ir a preguntarle, no para decirle a la gente: “tiene que ser así”, sino pregúntenle. Y si hablan triqui, pues en triqui, hay compañeros pues, en español. Y si hablan lengua, que en lengua le expliquen y que en lengua diga su palabra, pero no a convencerlo sino a preguntarle qué quieren.
Cada uno de ustedes tiene un trabajo y una lucha, y una historia que le hizo decir: “yo estoy en la Otra Campaña por esto”. Entonces, ahí en su trabajo y en su lucha que están haciendo: ¿qué Otra Campaña necesitan?
Si estamos de acuerdo que no vamos a mirar para arriba, ni al presidente oficial, ni al presidente legítimo, porque nosotros que estamos en la Otra Campaña no creemos que alguien vaya a solucionar los problemas. Creemos que nos vamos a organizar para solucionarlos.
Entonces le vamos ir a decir a la gente que ahorita está en la cruda moral o que regresa otra vez a la Otra Campaña porque fracasó la vía electoral, pues ¿qué le vamos a decir? ¿Qué se venga aquí a las asambleas a oír rollo y rollo y rollo?, y ¿si no puede venir? entonces no cuenta, vamos a ser igual que los partidos políticos.
Lo que tenemos que hacer es decir: “bueno, no puedes venir compañero o compañera, vamos a ir, nos vamos a organizar así como nos organizamos para la visita de la Comisión Sexta, para ir a preguntarte”. Y del 4… nosotros les estamos proponiendo que discutan eso, para ver si se puede organizar la consulta en Ensenada del 4 al 10 de diciembre. Y que en lo que queda de octubre y todo noviembre, cada quien decida cómo va a responder los seis puntos, y lo diga. Y podamos hacer el conteo nacional y veamos quién está y quién no está y cómo nos vamos a organizar.
Porque luego pasa que deciden nada más los que tienen tiempo para reunirse o para andar de un lado para otro, y el que no tiene tiempo no decide. Y ahí vamos a hacer lo que de por sí hacen los partidos políticos, que sólo los que tienen tiempo y los que mandan deciden y la gente que está trabajando no decide.
Entonces les pedimos de favor que descansen —porque lo que vimos, pues si requirió un chingo de trabajo— y que se vuelvan a reunir otro día nada más ustedes, los que son adherentes y hagan un acuerdo de cómo le van a preguntar a la gente “sí, o no es tal cosa”.
Nosotros ponemos el ejemplo de que en la Sexta Declaración dice: “la Otra Campaña es anticapitalista, es de izquierda, bla, bla”. Pero no viene, por ejemplo, eso que explicó la compañera del maltrato de los hombres a las mujeres, ¿va a ir o no? —esa es una pregunta—, o ¿qué otras cosas le faltan? Y cada quien puede decir, a lo mejor le falta más sobre los jóvenes, más sobre los ancianos, cada quien según lo que está viendo, según en su trabajo. Porque se supone que ese fue el acuerdo, que la Otra Campaña la vamos hacer todos, no nada más el EZLN.
Y entonces, nosotros decimos que si ya sacamos la palabra de todos y la mayoría quiere un camino, entonces ya podamos dejar la Sexta Declaración atrás —que es del EZLN— y hacer una declaración de la Otra Campaña. Y ahí esté la palabra de Ensenada. Y que los de Ensenada digan: “yo hice esa declaración, porque yo vi en mi trabajo que eso es lo que se necesita”. Y a lo mejor sale que ya quedan determinadas cosas cómo va a ser la Otra Campaña, y unos van a decir: “no, pues yo así no me conviene”. Pues que se vayan y que queden los que mayoritariamente quieren un rumbo y un camino.
Porque si no va a pasar lo que pasó en este año, que hubo gente que se aparece y se desaparece —lo sabemos bien— cuando hay acto público, cuando hay templete, cuando hay foto, aparece mucha gente, y cuando hay que chambear ya no hay gente. O cuando se pone de moda algo, entonces sí, mucha gente; y cuando ya no está de moda, entonces no hay gente.
Y les digo estos compañeros, porque les tengo que decir la verdad: es que va a haber un alzamiento en este país. Ojalá que no se enteren por el periódico. Y no me estoy refiriendo a un alzamiento armado. Civil y pacífico, pero en todo el país. Porque eso es lo que va a hacer la Otra Campaña. Nosotros no vamos a andar con pendejadas de que un presidente legítimo y el presidente oficial ni nada. Vamos a tumbar a los gobiernos y vamos a hacer otro país. Y vamos a empezar pocos, así como somos ahorita, pero va a llegar el día que va a llegar, como llegó en la historia de este país en otros años.
Entonces, lo que nosotros queremos es que nuestros compañeros que nos dieron su palabra hoy, sean nuestros compañeros y compañeras en todo lo demás que sigue. Y que aquí en Ensenada, no esté sólo el dolor, sino que esté la esperanza, que eso lo que está ofreciendo la Otra Campaña. No un cuento engaña bobos de que si un presidente que ahorita está preocupado si el 20 de noviembre va a tomar posesión o no, o qué. Y nosotros ¿qué?
Entonces nosotros les pedimos que, con toda calma —ya que descansen un poco de este trabajo— se reúnan, que los colectivos que estén de acuerdo con lo que estamos proponiendo nosotros, respondan las preguntas esas. Y que toda la Otra en Ensenada —los que tengan chance—, se organicen y cómo van a hacer la consulta. Si van a poner mesa, si van a hacer brigadas, si van a mandar comisiones, cómo se va contactar, eso. Para que nosotros no digamos qué es la Otra en Ensenada, sino que la gente de Ensenada diga: “nosotros somos así y queremos esto”.
Y que se tomé en cuenta de todo Baja California y de todo el noreste del país, y de todo el país. Y entonces sí veamos quién va a estar con sus mantas allá atrás —que eso es lo que no importa—, lo que importa es quién va a estar levantando la bandera de la Otra Campaña.
Entonces les pedimos eso por favor, compañeros y compañeras, viera que se pueden reunir —los que tengan chance— y organizar ese trabajo para preguntar y poder cumplir con esto de que otra forma de hacer política
Gracias compañeros, gracias compañeras.
Palabras del Delegado Zero en el Pueblo Autónomo Cañón de Buena Vista
Baja California
17 de octubre del 2006
Bueno, compañeros, compañeras, pues esa fue la palabra de otros compañeros de pueblos indios de nuestro país. Nosotros lo que estamos viendo aquí en Baja California, pues es una situación de mucha discriminación y explotación para los indígenas.
Porque nos está contando el compañero licenciado pues, que aquí en Baja California hacen que una hectárea dé producto como si fuera diez hectáreas —yo hice la cuenta de lo que hay aquí que está produciendo y lo que hay en Sinaloa—. Y él nos explica pues, que lo hacen así, entre otras cosas, pues porque hacen que trabajemos más tiempo y no nos pagan lo mismo, o sea que nos explotan más.
Y lo que estamos viendo pues, aquí en Baja California, pues es —ahora sí como decimos nosotros— que no pasa el día. Porque viera pues, lo que nos está contando el compañero Julio, porque estas tierras donde estamos ahorita, son terrenos nacionales, y el gobierno no los quiere dar en posesión a los legítimos propietarios que son ustedes. Y ya llevan 16 años aquí y en la ampliación de 72 hectáreas, y no quiere reconocer eso. Y no lo quiere reconocer no porque es de un propietario particular, es porque quiere hacer aquí extender la ciudad de Ensenada hasta acá, y acá hacer una colonia pues, para ricos.
Y nosotros pensamos que es injusto que la gente que está viviendo aquí pobremente, porque lo estamos viendo, no estamos viendo grandes casas y grandes mansiones, sino estamos viendo gente que además de que está trabajando todo el día, todavía llega a vivir con lo que puede.
Y nosotros estamos haciendo esta cuenta y nos estamos dando cuenta que en el resto del país no se sabe esto. Y aquí, en estos compañeros que vienen de la karavana, pues hay gente que lo va a dar a conocer en todo el país. Y va a ser una vergüenza que los medios de Ensenada no saque nada, y que en el resto de México se sepa lo que está pasando en este pueblo y lo que está pasando en el Valle de San Quintín. Y que lo sepan en Estados Unidos, y que lo sepan en Oceanía y en Europa. Y en todas partes estén sabiendo la situación de miseria, y de desprecio, y de persecución que sufren los indígenas en Baja California. Y en Ensenada nadie va a decir nada.
Y ellos nos han explicado pues cómo ha sido su lucha. Y nosotros estamos de acuerdo con ellos, porque es lo que estamos haciendo: una lucha pacífica. Nosotros no queremos quitarle nada a nadie: queremos lo que es nuestro. Y lo que es nuestro es la tierra, lo que es nuestro es el trabajo y la riqueza que tenemos.
Hace rato nos platicó un compañero que desde la cuatro de la mañana sale, a saber hasta a qué hora regresa. En el Valle de San Quintín nos decían que hasta las cinco de la tarde, y que sólo le pagan ocho horas. Pero que no pueden dejar de trabajar hasta que el patrón dice. Y no toman en cuenta desde el tiempo que salen de su casa, hasta que llegan al campo —los que son jornaleros agrícolas—. Y ahora sí que los están tratando doblemente mal —no sólo aquí en Baja California, también lo escuchamos en Baja California Sur, en Sinaloa, en Jalisco, en Querétaro, en todas partes donde hemos pasado—: cómo además de que están siendo explotados como trabajadores, además como indígenas son despreciados.
Nos dicen los compañeros pues que aquí si alguien se organiza para exigir los derechos, el gobierno lo trata como enemigo. ¿Por qué?, si se supone que el gobierno debe estar al servicio del pueblo, el gobierno tiene que ver por el bienestar de la gente. Entonces, si alguien que lucha por sus derechos es tratado como un enemigo, entonces, quiere decir que el gobierno mismo está diciendo que es el enemigo del pueblo.
Porque no se está pidiendo nada extraordinario. Y ustedes saben que con trabajos levantan una casa y los tratan como delincuentes. Y luego tanto de lucha y lucha para que metan el agua. Y luego tanto de lucha y lucha para que metan la luz, y como quiera falla el drenaje, como quiera no hay buenas calles. Pero eso ya lo hacen luchando aquí, viviendo aquí en la colonia, o en el pueblo.
Y en cambio, vemos que hemos pasado por Baja California Sur y Baja California, y lo que hemos visto es que a los ricos les ponen todo antes de irse a vivir. Tienen sus buenas calles, sus jardines, su teléfono, su agua, su luz, todos los servicios y el transporte, y entonces ya se van a vivir.
En cambio, nosotros tenemos que agarrar cualquier terreno que hay donde se puede y empezar a levantar con muchos sacrificios una casa, y luego pelear por los servicios. Y estar peleando por vivir y como dijo el compañero: “en lugar de estar robando, estar trabajando para vivir y luego ser tratados como delincuentes”. Porque lo sabemos pues que la gente que está en la cárcel es la gente que está luchando. Y los grandes criminales —como el gobernador de Baja California y como el que dice que es Presidente de México, Vicente fox— es un ladrón y es un criminal, y el que debía estar en la cárcel es él.
Lo que nosotros estamos haciendo aquí en esto de la karavana y la Otra Campaña, es que estamos pasando a ver cómo es que vive la gente y cómo lucha. Que no se deja, así como la historia que nos contaron aquí del Pueblo Autónomo Aguascalientes, Cañón de Buenavista. Así, en muchas partes de la República estamos encontrando esto. Y en todas partes estamos encontrando que como indígenas que somos, además nos están rechingando más que a los demás. Porque lo sabemos que no es lo mismo. Y un indígena es lo mismo donde quiera que anda, aunque sea de Oaxaca y que vive aquí, o de Chiapas y que vive acá, donde quiera que va pasando lo van despreciando por su forma de vestir, por su color, por la forma en que habla. Se burlan de nosotros porque no hablamos el español, pero a ver que ellos hablen nuestra lengua, a ver si van a poder.
Y entonces lo que nosotros estamos viendo es que esa riqueza debiera ser del que la trabaja, y que esos gobiernos deberían irse pues a donde tienen que estar: que es a la cárcel. Y debiera ser que cada pueblo —así como este pueblo autónomo— designe quién va a ser su autoridad. Eso es la autonomía: que nadie viene a mandar, sino que el mismo pueblo se pone de acuerdo.
Y luego aparte como mujer es peor, porque de plano lo que nos platicó la compañera Justina pues da coraje, porque ahora sí que le mataron a la hija en vida. Y además tiene que cargar con ella, y además tiene que cargar con la nieta. Trabajando, porque nadie le está dando nada. Y aparte, que la humillaron y la ultrajaron como mujer —a su hija—. Y no sólo eso, si en lugar de castigar al criminal, lo que hizo el gobierno es premiarlo y perseguirla a ella, como si ella hubiera hecho el daño.
Y nosotros no podemos estar escuchando todas esas historias y hacerle caso a Fox que está diciendo que todo México está bien y que todos estamos contentos. Si lo estamos viendo en todas partes donde estamos pasando que no es así. Porque nosotros no estamos hablando con los políticos, estamos hablando con la gente de abajo, así como ustedes.
Nosotros les agradecemos que nos hayan recibido, que nos hayan atendido de por sí como nos atendemos entre abajo: con atención y con cariño. Que nos dieron de su comida —que comimos con mucho gusto y mucho orgullo—, pero no sólo su comida, nos dieron su ejemplo y su enseñanza. Y eso también nos alimenta y nos hace más fuertes, porque nos habían dicho pues que en el norte nadie está peleando, que todos están contentos, felices con el PAN. Que todos están contentos con el gobernador —que es panista—, que todos están contentos con Fox —que es panista—, y parece que todo está bien. Y lo que estamos viendo es que no.
Nosotros, compañeros y compañeras, lo que vamos a hacer es llevar su imagen de ustedes aquí en su pueblo, y su palabra. Y que la conozcan también sus compañeros triquis en Oaxaca. Y que la conozcan también los zapatista en Chiapas, y los mayas en Yucatán, y los purépechas en Michoacán, y los nahuas en Jalisco y los huicholes en Jalisco, y Durango, y Nayarit. Y así todos los pueblos indios. Y lo que nosotros queremos hacer es juntarnos y, por lucha pacífica, conseguir que nos respeten nuestros derechos, que no nos estén tratando como animales.
Nos explicaban los compañeros que los partidos políticos y los gobiernos hacen como si fuéramos perros, a la hora que llegan a dar sus despensas o sus ayudas. Así como hay un montón de perros y avienta uno un hueso y se empiezan a pelear entre ellos y quedan peleados, igual está pasando en otras partes, igual está pasando aquí. Avientan una despensa, una limosna, una pequeña ayuda para que nos empecemos a pelear entre nosotros, y luego resulte que estemos molestándonos unos a otros. Como nos platicó la compañera Justina que le quitan su casa, no que está paseando estaba llevando al hospital a su nieta y a su hija. Y cómo es posible que pasen estas cosas en el país, y los periódicos y la televisión sólo estén diciendo que si Fox, que si Calderón, como que los demás no contamos, y de por sí pues, para ellos no contamos.
Lo que nosotros queremos hacer, es que nos tenemos que ver entre nosotros mismos. A lo mejor no vamos a salir en la televisión ni en los periódicos, y a lo mejor nadie de lo que dijimos aquí va a salir en otros lados. Pero nosotros, con estos compañeros y compañeras que viene en la karavana en el autobús, van a hacer que nos van a ver en otros lados y los van a escuchar. Y va escuchar su palabra de Don Julio, y la gente en otras partes va a decir: “sí es cierto, aquí la gente cuando lucha la meten a la cárcel, la tratan como delincuente, como si fuera enemigo del gobierno”, cuando sólo está exigiendo sus derechos.
Y las mujeres en todo México y en todo el mundo van a escuchar la historia de Doña Justina, y van a decir: “cómo es posible que el gobierno se esté quedando callado frente a esas cosas”.
Tenemos que exigirnos pues, pero juntos. Hasta ahora pues cada quien está peleando en su lado. Nadie sabía antes pues que existe el pueblo Autónomo Aguascalientes Cañón de Buenavista, ahora ya se conoce. Les digo lo vamos a conocer nosotros abajo, aquí en lo de la Otra Campaña.
Y hace rato me estaba hablando por teléfono un compañero náhuatl de Guerrero, pero que viven aquí y que están peleando un centro ceremonial y que están en un plantón, porque los está dividiendo el gobierno, no les quiere reconocer eso de que llevan muchos años. Y es su modo, su uso y costumbre pues hacer ese centro ceremonial, y el gobierno no los quiere respetar, que por que son migrantes, porque son de otro lado —como si fueran de otro país—. Y los náhuatl, así como los triquis, como nosotros tzeltales, tzotziles, choles, tojolabales, somos mexicanos y eso es lo que estamos peleando y no nos están reconociendo.
Y qué bueno que ya se está sabiendo ahora por todos lados lo que está haciendo el gobierno de Baja California. Qué bueno que vimos San Quintín, y que a través de nosotros, de los compañeros que vienen con la karavana, otras partes de México y del mundo lo van a ver.
Y entonces sí, que se acabe de develar de una vez, de quitar la máscara —como dijeron los compañeros— del gobierno de Fox y del que va a ser el gobierno de Felipe Calderón. El gobierno pues que está mintiendo, diciéndole a la gente afuera que todos estamos contentos y felices, y estamos viendo que no.
Nosotros apoyamos la demanda de ustedes de que esta tierra les tienen que dar los papeles, porque es su propiedad. Aquí no había nada y ustedes lo levantaron. Ustedes lucharon para que pudiera haber cada cosa que tienen. Como dijo el compañero de Escuintla: “aquí nada nos regalaron ningún partido, ni ningún gobierno, tuvimos que luchar”. Y lo que tienen, lo poco que tienen en la mesa, también lucharon con su trabajo por eso.
Pero resulta pues que así que esto que escuchamos aquí, también lo escuchamos ayer en el Valle de San Quintín, y lo vamos a escuchar en la Zorra, y lo vamos a escuchar en Tijuana y en Mexicali. Y lo que nosotros queremos es que se unan todos los jodidos —toda le gente que padece una injusticia en Baja California—, y unirla con Baja California Sur, y con Sinaloa, y con Sonora, y con Chihuahua, y con Chiapas, y con Quintana Roo, y con todo el país, por todas partes, para que juntemos realmente nuestra fuerza.
Nos explicaba Don Julio pues que aquí si uno pelea solo no tiene nada, a lo mejor saca para comer un día, pero luego sigue el olvido. Lo vimos en las pasadas elecciones: llegaron los candidatos y dijeron que van a dar muchas cosas, y a lo mejor repartieron un poquito que duró también muy poco. Y luego, ya nada, hasta dentro de seis años, entonces sí van a acordar que existe alguien aquí.
Y cómo sí existimos a la hora que vamos a trabajar a las haciendas, a los latifundios, ahí sí existimos. Pero a la hora que reclamamos el derecho al seguro, porque tenemos una enfermedad, mismo producto del trabajo, entonces otra vez no existimos.
Entonces, lo que estamos viendo nosotros es que no pasa el día compañeros. Todo el día dándole a la chamba y las cosas no mejoran. Y nos estamos enterando también por los periódicos, por la prensa, por la radio y la televisión, que los grandes políticos cada vez se enriquecen más. Y no es justo que estén pasando estas cosas. Y no es justo tampoco que nosotros como somos indígenas, además se estén burlando de nosotros y nos estén despreciando.
Nos platicaban los compañeros en Baja California Sur que esos de Derechos Humanos les cierran la puerta en las narices, y ni siquiera los quieren recibir. Que en las oficinas de gobierno ni siquiera les reciben los oficios que están demandando, y están haciendo lucha pacífica. Y entonces ¿qué quiere el gobierno?, ¿que esa gente se dedique a criminal?, ¿qué se dedique a matar?, ¿o al narcotráfico?, ¿o a robar? Si no están pidiendo nada extraordinario, lo que están pidiendo es que se respeten sus derechos. Y nosotros, como Otra Campaña, tenemos que unirnos también para exigir que se respeten los derechos laborales de los trabajadores. Para que se respete el derecho de esta comunidad para tener la legalidad de sus tierras, para que no los estén tratando como delincuentes, y además para que tenga todos los servicios, como cualquiera merece tener.
Eso es lo que estamos haciendo, compañeros y compañeras, y eso es nuestro compromiso. Lo que vamos a hacer es que su palabra de ustedes, lo que escuchamos aquí, lo vamos a llevar a Tijuana, y a Mexicali, y a Hermosillo, y a Obregón. Y cuando veamos a los compañeros seris —ahí en Sonora—, les vamos a contar la lucha de aquí. Y cuando veamos a los pimas, a los yoreme, a los yaqui, a los tarahumaras, donde quiera que vamos a pasar, vamos a contar la historia de acá.
Y vamos a empezar a tratar de hacer un esfuerzo para que haya un acuerdo entre todos los pueblos indios de nuestro país, no importa dónde viven, porque lo sabemos que hay triqui aquí y también en Oaxaca y en otras partes de la República, y lo sabemos que hay también en Estados Unidos. Y viera que nos unimos todos para que nos respetan, como triqui o como cada quien es según su pueblo: náhuatl, tzeltal, purépecha, raramuri, el que sea, que nos respetan, otra cosa fuera a ser.
Si los gobiernos no nos quieren escuchar, pues lo tenemos que hacer por nosotros mismos, porque de por sí así es lo que tenemos. Así como ustedes aquí en está colonia tienen lo que tienen porque se organizaron y lucharon, también nosotros. Que tenemos hospitales y escuelas, y la tierra ahora es propiedad de los campesinos, pero porque nos organizamos y luchamos, no porque alguien llegó a dárnoslo. Y ahí no entran los partidos políticos, porque sabemos que el partido político, nada más quiere ganar el puesto para ganar dinero.
Lo que queremos hacer entonces nosotros, compañeros y compañeras, es un movimiento pacífico, civil, no militar, no estamos invitando a poner las armas. Tampoco estamos invitando a organizarnos así a escondidas: abiertamente, porque así son los derechos. Abiertamente luchar, pero juntos, en todo Baja California, en todo el noroeste de México y en todo el país. Y entonces sí, juntos, echar fuera a los malos gobiernos que no sirven y no nos respetan. Y nosotros mismos mandarnos, nosotros mismos gobernar y gobernarnos.
Es mi palabra, gracias compañeros, gracias compañeras.
Bueno compañeros, compañeras pues esa es la palabra. Aquí en éstos de la karavana vienen de varios estados de la república: como Puebla, de Morelos, del Distrito Federal, de Chiapas —venimos nosotros—, de Baja California también aquí hay otros hermanos, y de otras partes, y de Estados Unidos, del Estado Español, de Australia, de Italia, que estamos escuchando pues su palabra para llevarla lejos.
Miren, hay un problema pues que vemos nosotros como zapatistas, que es el problema este de la tierra. O sea ellos… los gobiernos no nos pueden entender porque ellos ven diferente la tierra. Para ellos es mercancía, se compra y se vende. Entonces vienen y ven la tierra y dicen: “aquí se puede sembrar tal cosa y podemos hacer…”
Porque nos estaba platicando un licenciado ahora en el Cañón de Buenavista, nos estaba diciendo que aquí en Baja California hacen que una hectárea rinda como si fuera diez hectáreas, porque explotan mucho a la gente. Entonces ellos ven eso: si sirve para vender o para comprar, o qué tiene abajo: que petróleo y que minerales que ni conozco el nombre, pero que sirven para hacer otras cosas y entonces vale dinero. Y nosotros no vemos la tierra como si fuera una mercancía. Entonces por eso no nos pueden entender, por eso dicen: “no, pues si ahí tienes una tierra véndela o ponla a trabajar”.
Y no pueden entender que los kiliwas quieran regresar a su tierra, porque ahí están sus muertos. No lo entienden, dicen: “porqué si ya están muertos, nomás son huesos o gusanos o lo que sea”. Y no entienden lo que es la cultura de los pueblos indios. Y entonces no nos ven, y no nos ven y no nos toman en cuenta. Porque fuimos al Valle de San Quintín y lo que se dice en las noticias que es que ahí hay migrantes de los estados, y son indígenas, no son cualquier migrante, como dicen. Uno piensa que va a encontrar cualquier trabajador, y has de cuenta que estás en Oaxaca.
Cuando nosotros pasamos por Oaxaca y llegamos al límite con Puebla, se juntaron compañeros triquis. Pero coloreaba todo el cerro de tantos que eran, porque usaban la blusa que usa la compañera. Y cuando llegamos ahí a San Quintín, al lugar donde nos recibieron, también igual, hagan de cuenta que estábamos en Oaxaca. Y nosotros contentos, además porque en Oaxaca están peleando por librarse de un mal gobierno, que es ese Ulises Ruiz. Y todavía están luchando para ver si lo pueden quitar.
Y entonces no nos están viendo. Igual nos pueden matar y nadie se da cuenta, porque no existimos. El gobierno de Baja California con trabajos reconoce que hay indígenas en este estado, y los indígenas estaban antes de que él y los que lo trajeron existieran siquiera. Sabemos que nuestras lenguas estaban mucho antes que la castilla. Pero para poder relacionarse, para poder defenderse en las leyes, las leyes están en castilla, no están en nuestras lenguas.
¿Te acuerdas cuándo nos vimos en la marcha indígena allá en la Ciudad de México? ¿Cuánta gente juntamos? Millones en el camino y cientos de miles ahí en la Ciudad de México, y el gobierno no escuchó. Si no nos escucha cuando somos muchos, cuando somos pocos menos, ni siquiera nos ve.
A nosotros lo que nos pasó es igual, hagan de cuenta que están contando su historia: como que no existen. Y nos estaban destruyendo de la forma más dura que existe que es: estaban matando a los niños de enfermedades. Y si los niños no pueden lograrse, los adultos crecen, se hacen ancianos y se mueren, y con ellos se muere el pueblo. Ya no existe, hagan de cuenta que ya no hay niños kumiai, o cucapá, o kiliwas, o lo que sea, pues se desaparece la población. Porque ya no hay quien habla, ya no hay quien tiene esa historia de la cultura que tenemos nosotros.
Y entonces pues nosotros nos dijimos: bueno, entonces si ya se va a desaparecer nuestros pueblos que son de raíz maya —tzeltal, tzotzil, chol, tojolabal, zoque, mame—, pues tenemos que escoger si vamos a morir así nomás, o vamos a morir peleando.
Y entonces decidimos mejor morir peleando. Entonces nos salimos, hicimos el alzamiento —ustedes ya saben—. Pero no eso se hizo un día. El Ejército Zapatista empieza cuando empiezan a organizarse en las comunidades y son bien poquitos, así como estamos ahorita. Y hasta que se empezó a escuchar la palabra de otro, y de otro, y de otro, y empezaron a ver que son el mismo… lo mismo que duele. Y entonces se empieza a buscar quién es el que tiene la responsabilidad. Y entonces ahí llegamos a la conclusión: no, pues el que no nos ve pues es el gobierno.
Entonces tenemos que hacer que nos volteen a ver, y que nos voltee a ver el país y el mundo. Para que vea que existimos, y que vean cómo existimos. Entonces nos alzamos en armas, y sí volteó la gente a ver y dijo: “sí, no es justo”. Pero para que voltearan a ver hubo que morirse y hubo que matar, hubo que hacer una guerra.
Y entonces nosotros pensamos: bueno, y si podemos hacer lo mismo como pueblos indios, que nos volteen a ver y que nos tomen en cuenta y que nos respeten —porque eso estamos pidiendo: que nos respeten— pero sin que haya muertos pues, sin que haya guerra, sin que haya destrucción.
Y entonces dicen los compañeros, nuestros compañeros jefes dicen: “pues lo que… sólo que nos juntamos todos”. Y entonces hacemos todo este movimiento para pedir —acuérdate cuando fuimos allá— que los diputados y senadores cumplen la ley. Y entonces en la Constitución quede que estas tierras ¿sí? son de los pueblos indios, que aquí están desde antes de los españoles, y nadie las puede tocar, nadie. Sólo puede ser… hacer lo que la comunidad da permiso. Así como dijeron aquí: “los policías, que se vayan” porque no quieren que estén. Así debía ser todo.
En lugar de que los pueblos están pidiéndole permiso al gobierno para hacer las cosas —como nos platicó la compañera, de que tienen que pedir permiso para poner un restaurante—, el gobierno y los ricos tendrían que pedir permiso a los pueblos para hacer lo que sea, para llevarse un pedacito de piedra.
Pero el rico no, el rico ve y dice: “aquí tanto…” Ve este árbol y dice: “¿se puede sacar madera?”. No. “Tíralo”. No le importa la historia de ese árbol. Les digo eso porque allá el árbol sagrado es la Ceiba. Según nuestra idea de la naturaleza, la Ceiba —es un árbol muy grande que tiene un copete arriba— es el que sostiene el cielo. Si tumbas la Ceiba se cae el cielo. Y además con sus raíces es donde están nuestros muertos y nos alimenta pues de cultura. Entonces es el árbol sagrado de los mayas. Nosotros somos indígenas de raíz maya.
Pero llega el rico y dice: “pues de aquí salen tantos metros cúbicos de madera”. Y ¡órale! a tumbarlo. O “¿no nos sirve?, tíralo porque aquí vamos a hacer una hacienda”. Así fue desde hace 500 años. Llegaron los españoles y luego siguieron los norteamericanos, y luego los franceses, luego los japoneses, y luego de cualquier parte del mundo. Y entonces ahí aprendimos nosotros que hay una nacionalidad que no está en los mapas: que es la del dinero. Y esa es la que está marcando.
Y aprendimos también otra cosa: que hay gente indígena que piensa como blanco. Y hay blancos que tienen el corazón moreno —decimos nosotros—. Lo hemos visto: nos platicó la compañera que aquí hay un líder que traiciona los acuerdos de su comunidad. Y sí, debe hablar lengua —seguramente— y tiene sangre indígena en su cuerpo. Pero su corazón ya no es de nosotros.
Y vemos estos compañeros que ahora sí que son de todos los colores y a mí me llama la atención, porque no les paga nadie, y están malcomidos y maldormidos —porque vienen desde muy lejos—, y como quiera se animan cuando escuchan su voz de ustedes. Porque no nada más dolor escuchamos: escuchamos que hay ganas de pelear, coraje, rabia, dignidad. Y has de cuenta pues yo los veo como que les ponen una inyección de vitamina, y ¡órale vámonos a otro lado! ¿no? Y yo sí los he visto que andan de un lado para otro.
Entonces yo veo, por ejemplo, nosotros como zapatistas vemos a esta gente que no recibe ninguna paga y preguntamos: ¿por qué está con nosotros? Pues nosotros pensamos pues porque está en contra de la injusticia. Y entonces nosotros pensamos: si nos juntamos los pueblos indios: kumiai, tzeltal, tzotzil, chol, tojolabal, de un lado para otro, pues ya es una fuerza grande. Y si nos juntamos con estos compañeros, pues mucho más porque hay unos que vienen de organizaciones políticas de izquierda. No están en la onda electoral, ellos trabajan con obreros, con colonos, con campesinos y están en contra del capitalismo pues, o sea del rico, del patrón pues —pa’ ponerle nombre—, del burgués —también se dice—.
Y hay compañeros pues que trabajan en colectivos que hacen comunicación. Pero no crean que trabajan en Televisa o en TV Azteca. No, ellos mismos sacan su cámara y lo meten a internet y lo mandan pa’l otro lado del mundo. Y allá hay alguien también como ellos, que está interesado en qué está pasando aquí y aprende. Y hay organizaciones sociales. Porque a eso vienen, no vienen namás a asomarse a ver como está aquí que si hace frío o hace calor. Vienen a aprender, a eso venimos nosotros a aprender.
Y aprendimos, por ejemplo, que los mayos no son mayos, son yoreme. Que los pueblos indios están agarrando los nombres que les dio el conquistador y no como se llaman ellos mismos. Así como el otomí no es otomí, es ñañhu. Y entonces eso lo vamos aprendiendo. Y aquí estamos aprendiendo que en Baja California hay pueblos indios y no lo sabíamos. Y no queremos pues que se repita el mismo dolor de allá, que los pueblos indios de Baja California tengan que alzarse en armas para que los vean. ¿Por qué? si podemos vernos entre nosotros.
Y de eso se trata La Otra Campaña, por eso no nada más venimos del EZLN, ni no nada más los compañeros purépechas y nahuatls que vienen del Congreso Nacional Indígena. Sino que vienen otros así como de otros colores, tamaños y sabores —así como los dulces— pero son seres humanos que están junto con nosotros.
Porque nosotros preguntamos: ¿qué pasó?, ¿por qué nos traicionó? Porque tú estuviste ahí. ¿Por qué nos traicionó el gobierno? Si toda la gente estaba de acuerdo, no nada más en México, sino en el mundo. Hasta las prensas que están vendidas estaban diciendo: “sí es cierto, hay que reconocer los indígenas”. Pues ellos empezaron aquí. Este país creció sobre nuestras espaldas. ¿Por qué nos traicionaron?
Y entonces los compañeros preguntaron: “pues hay que preguntar ¿quién es el que manda al gobierno?” ¿Cómo? “Sí, el gobierno obedece a quién”. A nosotros no nos obedece porque, al revés, nos quiere dar órdenes. Y si no hacemos lo que dice nos manda a los ejércitos, las policías, nos desaparece, nos mete a la cárcel.
Como Don Julio o como una compañera que anda por ahí, que también le aplicaron un… —¿cómo se llama el artículo ése?, ya casi me lo aprendo— Artículo 226, fracción 1, que dice que son instigadores los que estén luchando por… los luchadores sociales.
Entonces a quién está obedeciendo dicen… Y entonces empiezan a… empezamos a ver y decimos: no, pues están obedeciendo a los patrones. Son los que se están apoderando de la tierra. Entonces, si el gobierno está haciendo eso, entonces todas las leyes que están haciendo es para quitarnos la tierra nada más. Por eso el Procede y el Procecom. Que antes no se podían tocar las tierras indias, ni las tierras comunales, ni los ejidos.
Y a veces llega con engaños, o compra un líder, lo pone de su lado, lo voltea —decimos nosotros— lo cambia de lado y hace que la comunidad entregue su riqueza. A veces los enfrentan —como nos platicaron ustedes ahí en su pueblo—, que ejidatarios contra pueblo indio. Y entonces ya va a llegar el gobierno: “que se maten entre ellos, lo que sea, y yo me voy a quedar con todo”.
Y ni siquiera se queda con él porque el gobierno aquí en México es un coyote —o sea es un intermediario—, le quita a los pobres y se lo pasa a los ricos. Y así hemos visto en toda la península. En la península de California y en la península de Yucatán, al otro lado. Porque hasta allá fuimos al otro rincón. Y ahí encontramos pues a los mayas, y nos cuentan la misma historia que ustedes.
Y en todas partes donde hemos pasado los mismos pueblos indios están contando la misma historia, y en todos hay la misma rabia. Y si uno saca la cuenta de lo que está pasando, pues está igual que cuando los españoles tenían la colonia. Y está pasando lo mismo cuando se hizo la revolución mexicana. Y que ya no tenemos de otra sino que tenemos que luchar por nuestros derechos, pero tenemos que luchar juntos.
Según nuestra idea de la tierra… Pero no es nada más la tierra que está aquí, sino es ese árbol, la piedra que está allá, el monte, el aire, el agua, todo es pues lo que decimos la tierra. Y como explicaste tú, que es nuestra madre tierra, pues ahora sí que fue la que nos cuidó todos estos cientos de años. Y nosotros sentimos que nos está diciendo que es hora de que tenemos que saldar la deuda. Porque si ella nos cuidó tantos años para que sobreviviéramos, porque todas las guerras que pasamos y todavía sobrevivimos.
Muchos otros pueblos han desaparecido, aquí nomás al otro lado. Pueblos enteros fueron aniquilados y se acabó todo, y los pueblos de lo que hoy es México siguen resistiendo y resistiendo y resis… Y avientan una cosa y otra, y otra, y como quiera luchan y se mantienen. Así como nos decía la compañera: “aunque quede el último, aquí nos vamos a trincar”. Y no es que nos… no nos vamos a rajar y no nos vamos a rendir.
Pero ahora la que se está muriendo es la tierra. Y ya lo vimos, no es que lo leímos en un libro: bosques enteros destrozados, el agua contaminada, las playas llenas de basura. Donde antes había centros ceremoniales, antenas de radio o antenas de celulares, grandes hoteles. Todo donde florecía antes la cultura, ahorita nada más hay concreto, vidrio, alfombras, aire acondicionado, luz y gente que no es originaria de esa tierra.
Y entonces nosotros decimos: primero tenemos que vernos entre nosotros. “Váyanse pues —dijeron nuestros jefes—, busquen a esos compañeros, porque está retirado acá y no pueden venir todos”. Viera que todos los pueblos de aquí pudieran ir a Chiapas para que los escucharan. “No se puede, vas tú, los escuchas. Y les dices que vamos a ir”. Porque van a venir nuestros jefes acá. Y nosotros tenemos que pensar qué hacer, y me dijeron pues que cuando llego a esta tierra que estoy pisando ahorita, que les diga una palabra para que la piensen a ver si lo hacemos juntos.
Entonces al Congreso Nacional Indígena de la zona noroeste, la región centro-pacífico, con EZLN y con el pueblo kumiai hagamos un encuentro continental de pueblos indios, de todo el continente. Invitemos a los pueblos originarios de Canadá, de Estados Unidos —del anglosajón y del moreno—, invitemos a los pueblos indígenas de Sudamérica y de Centroamérica y reunámonos aquí, en una zona del indígena, de pueblos indios del noroeste, de todas partes del continente para decir: aquí estamos y contemos nuestra historia. Y no nos importa si nos hacen caso o no, porque nos vamos a hacer caso nosotros mismos.
Como es un proyecto muy grande, nosotros proponemos un año: el 12 de octubre, cuando se cumplen quinientos quince años. Para decirles: no es cierto, ni nos conquistaron, ni nos descubrieron. Nosotros seguimos existiendo acá. Y levantemos lo que haya que levantar. Si hay que hacer construcción, venimos los zapatistas y le hacemos a la albañilería. Así hacemos nuestros proyectos allá. No llega el gobierno y los albañiles a hacer las cosas. La comunidad se organiza y levanta una casa, una escuela, un hospital, un auditorio. Las instalaciones que hay en los Caracoles, que es donde nos reunimos cuando viene gente de fuera, las levantamos nosotros con trabajo voluntario.
Y si hay que venir a Baja California a hacerlo, o a Sonora, o a donde ustedes digan, venimos. Nos organizamos y mandamos a unos y a otros por turnos, hasta que se levante algo, y haya un lugar digno donde lleguen los indígenas de Canadá, de Estados Unidos, de Chile, de Brasil, y de todo México, y de todas partes de América a decir: “yo soy lo que soy. Éste es mi dolor. Y así estoy luchando”.
Y nos encontremos entre nosotros. Y a ver si no se van a preocupar los ricos. A ver si no van a voltear a verlos a ustedes como pueblo. Y a los cucapá, y a los kiliwas, y a los pimas, y a los seris, y a los yoreme, y a los yaquis, y a los rarámuris, y a todos que nos volteen a ver aquí. Precisamente aquí que es donde… Te estaba diciendo yo hace rato: llevo veintitrés estados de la república y en ningún estado he visto que desprecien tanto a los indígenas como en Baja California, en ningún estado. Porque ni siquiera aceptan que existan. Por eso que te digo: En San Quintín no hay indígenas, hay migrantes. Y es mentira.
Entonces nosotros les proponemos que lo piensen. Igual la zona noroeste de CNI y todo CNI. Si es que nos aventamos juntos con el EZLN, podemos pedir apoyo en varias partes del mundo. Y si hay que trabajar para levantar las cosas, venimos a trabajar nosotros. Yo estoy seguro que vienen de otras organizaciones indígenas y no indígenas a trabajar y a levantar en un lugar en la zona noroeste, un lugar para encontrarnos de todo el continente.
Ya tenemos varias gentes que nos están diciendo que hay un lugar donde se puede hacer, pero pues nosotros no podemos decidir así sin preguntarle a los pueblos indios de acá. Y pensamos que éste es el lugar, este la zona noroeste del país donde deben juntarse todos. No en Chiapas ni en Bolivia, ni en Ecuador, ni en Canadá. Tiene que ser en el noroeste de México. Porque de todos los pueblos indios, el que más se niega que existe son los pueblos indios de acá.
Entonces es la propuesta que les hacemos. Si es que sale, nos hacen pues llegar la comunicación y sacamos una convocatoria juntos para el 12 de octubre del 2007, quinientos quince años de quesque descubrieron con un encuentro continental, de todo el continente americano, de puros pueblos originarios. Y que cada pueblo nombre su representación. Y me cae que conseguimos la paga para que venga de donde sea. Y si hay que hacer casas las hacemos, y que hay que hacer un auditorio lo hacemos.
Pues si levantamos un país, porque chingaos no vamos a levantar un lugar donde reunirnos.
Esa es mi palabra compañeros, compañeras. Muchas gracias.
Descargue aquí los archivos de este artículo en su formato original.
RSS para comentarios de este artículo. TrackBack URL
Que tal compañer@s, les escribimos desde el estado de Morelos. Compas ( me refiero a los de La Otra principalmente ) pues solo quiero llamar su atencion ( sobre todo de los estados que estan cerca al estado de Mexico ) para decirles que La Otra sigue y va alzando a pesar de todo, pero nos han dicho l@s compas que estan en el planton de SANTIAGUITO , que en el PLANTON se necesitan refuerzos y siendo que lo de nuestr@s compas pres@s es algo prioritario en esta coyuntura por la que estamos pasando, pues por eso los estamos invitando a que nos reorganicemos ( cada estado, por cada region, por cada unidad organizativa, por cada organizacion, por cada colectivo ) para seguir manteniendo y apoyando el planton . Nosotros en Morelos nos hemos organizado ya desde hace varios meses para ir al planton por lo menos cada 15 dias y asi lo hemos hecho, nos han dicho que de Morelia tambien hay presencia periodica, eso ; ( eso fuera de los estados del df y edo-mex ) asi que por eso invitamos a l@s compas de los otros estados cercanos a edo-mex (y tambien de los medianamente cercanos porque no ) para que se apunten y vayan a reforzar y apoyar con acopio y presencia el planton . Bueno compas, es lo que les queremos decir ya que entre tod@s, las tareas se hacen menos pesadas. Desde Morelos La Tripulacion del Viejo Antonio.
Comentario de Jose Carlos — octubre 18, 2006 @ 9:23 pm
compa jose carlos donde se ven y como se estan organizando, me agrego.
Comentario de edgar gato polho — octubre 26, 2006 @ 7:48 pm
levantemos lo que haya que levantar si levantamos un país…
que se levante lo que haya que levantar…
porque nos vamos a hacer caso nosotros mismos…. chingaos!!!!
Comentario de chocolateadelita — marzo 20, 2007 @ 6:59 pm