Palabras del delegado zero en el foro
Palabras del Delegado Zero, Foro “El capitalismo, la tierra, el agua, el aire”.
Los Cabos, Baja California Sur.
13 de Octubre del 2006
Buenas tardes Baja Sur, buenas tardes compañeros, compañeras de aquí de Los Cabos.
Nosotros venimos de una de las esquinas del país, que son las montañas del sureste mexicano y ahora tocamos está otra esquina del país, que es Los Cabos.
Cuando veníamos de la Paz, después de bajar del trasbordador, veníamos por carretera, acá por Todo Santos y en efecto vimos muchas tierras con anuncios de venta en dólares y en idioma inglés.
Uno pudiera pensar que eso remite a una imagen de una tierra norteamericana, o en territorio norteamericano. Pero la imagen que nos remitió fue a la de Quintana Roo, en al otra península, en la otra esquina de este país, precisamente del corredor que va de Chetumal, Playa del Carmen y Cancún.
Hay un compañero que queremos mucho de la Otra Campaña, que ya murió, murió este año: Julio Macossay, que cuando llegamos ahí, él, entre otras cosas, es de los que ha entendido más cabalmente que la destrucción de la naturaleza no es obra del destino o de la mala suerte o de una voluntad de dios, sino es obra del afán depredador del capital, del que quiere la riqueza.
Y nos fue mostrando en todo ese recorrido, cómo todos los ejidos que dan al litoral, al mar, estaban siendo privatizados. Todos los ejidatarios estaban siendo despojados —como explicó el compañero de El centenario— a través del Procede y a través del Procecom, porque también había, o hay todavía, tierras comunales que pertenecen a indígenas mayas, que son los que viven en la península de Yucatán.
Y esto había llegado al punto de que playas enteras estaban bardeadas, ni siquiera como el ejemplo que pusieron aquí, podía esperar el que antes era propietario de la tierra, regresar a trabajarla como jardinero, ni siquiera la podía mirar, porque entre él y la tierra que fue de sus ancestros, había una pared, hay una pared.
Y esas tierras están esperando a que suban de precio, para que las grandes empresas hoteleras se instalen. La destrucción que nos han explicado aquí los compañeros y compañeras que hablaron, es de las más completas que hemos escuchado. El problema es que no sabemos si están hablando de Baja California Sur o de Michoacán, o de Jalisco, o de Sinaloa, o de Veracruz, o de Chiapas, o de Yucatán, o de cualquiera de los estados de la república. En todas partes, el ejemplo que nos platicó de despojo el compañero de El Centenario, lo hemos escuchado en casi todas las lenguas de las 56 que hay de pueblos indios en México y en español.
Por todas partes esta guerra de despojo, de quitarle a los propietarios de la tierra lo que les pertenece se está dando.
Miren, compañeros, hay un señor que se llama Bush, que es la muestra de que el hijo puede superar al padre —en este caso en estupidez—, que es el presidente de Estados Unidos. Él construyó, él construyó una guerra sobre una mentira: mintió diciendo que Irak tenía armas de destrucción masiva. Nunca se preocuparon por demostrarlo. Uno de los grandes políticos en Norteamérica decía: “es que va a llegar el momento en que no va a importar si era verdad o era mentira”. Y este es el momento, ahorita ya con ese pueblo invadido y que todavía sigue siendo atacado, ya no importa si era verdad o era mentira que tenían armas masivas. Ahora se sabe que es mentira, pero ya no importa, como quiera ya fue la guerra.
Y ese es el problema con las cosas que nos dicen los gobernantes. No, nunca vamos a saber si es verdad o mentira hasta que es demasiado tarde. Y ahora nos están ofertando esto que están diciendo de la modernización del país —como explicó la compañera Lucía—, con esta trampa del turismo que va a hacer que tengan más empleo, que todo se vea más bonito y que vivamos mejor.
Y puede ser que se dé por una de las trampas que señaló el compañero, cuando dijo que hay unos que pretenden destruir y otros que pretenden conservar. Y la pregunta en cada caso es: ¿para beneficio de quién?, ¿para quién es esa naturaleza que se va a conservar?
En algunas de las películas de ficción, se imagina que la tierra se hace inhabitable y que es necesario que la humanidad tenga que emigrar a otro planeta. Estos otros planetas no son de ciencia ficción, son las reservas naturales de las que se están apoderando las grandes empresas disfrazadas de ONG´s ambientales, que se están constituyendo como las reservas. Porque la diferencia que se va a construir lo podemos ver en los Cabos —y los hemos visto casi en todos los estados donde hemos pasado, que parece como que un patrón, como una calcomanía se estuviera pegando sobre cada región de nuestro país—, es un centro comercial, un Wal Mart, unos cines, unas cuantas tiendas.
Los grandes centros comerciales que uno no sabe, si está entrando a La Paz o si está entrando a Villahermosa —y hay miles de kilómetros de distancia entre uno y otro—. Y el objetivo que quieren ellos es vivir como están viviendo, sin extrañar nada. De tal forma, que la diferencia de entre vivir en Nueva York y Los Cabos sea que Los Cabos tiene aire limpio y Nueva York no.
Y en el momento en que esa ciudad se haga inhabitable, simplemente esa gente se va a trasladar acá, a Baja Sur, o a cualquier otra parte de la República para instalar ahí, otra vez su emporio.
Si uno piensa, como habitante de Los Cabos o de Baja California Sur, que eso va a traer un beneficio, está equivocado. Si cuando la guerra de conquista nosotros como pueblos indios fuimos despojados de la tierra, fuimos despojados de lo que teníamos, ahora, sean indígenas o no, van a ser despojados de lo que tienen.
Y tal vez piense el pequeño empresario, o el que tiene un buen trabajo, que la va a librar. No, están equivocados. Si antes querían despojar la tierra a los indígenas, ahora quieren despojarlos de su trabajo, de su inteligencia, de su capacidad de compra. Si ustedes piensan que esas grandes empresas hoteleras van a dar trabajo, están equivocados. Vienen ya con sus empleados, vienen ya con sus ingenieros, con sus administradores de empresas, con sus gerentes de relaciones públicas, todo viene en el paquete incluido. Eso de “todo incluido” no es para el turista que llega, es para la empresa que llega con todo, y que simplemente no genera ningún empleo.
Lo que nosotros estamos viendo, lo que vimos en esta parte de la costa que da al Pacífico de la península de Baja California, en la parte que corresponde a Baja California Sur, es lo mismo que ya hemos visto en la otra península en lo que se refiere a la costa que da de Quintana Roo. Todas esas empresas que se van a poner ahí, empresas hoteleras, no generaron un solo empleo entre la gente de Quintana Roo: los que están trabajando en esos hoteles son gente que está emigrando de otros estados de la República y de Guatemala.
Nosotros estamos, como les decía, en una de las esquinas: en la última esquina, decimos nosotros. Desde nuestras montañas se ve Guatemala, así como desde sus montañas de ustedes se ven los mares: el Mar de Cortés y el Océano Pacífico. Igual podemos ver otra tierra y hacernos una pregunta: ¿qué va a ser de nosotros? Porque uno siempre piensa que sí están los problemas, pero que alguien, otro, va a venir a resolverlos.
Y ahora con el proceso electoral que pasó ese fue el cuento que nos estuvieron vendiendo los tres principales partidos políticos: el PRI con Madrazo, el PAN con Felipe Calderón, y el PRD con Andrés Manuel López Obrador. El cuento y la mentira de que ellos, desde arriba, una sola persona, iba a resolver los problemas que han sido construidos después de mucho tiempo.
Nosotros en la Otra Campaña —y no hablo nada más de los zapatistas, sino de toda las organizaciones que estamos ahí— pensamos que no es por ahí que hay que resolver la cosa. Si alguien piensa todavía que algún político va a venir a resolver los problemas de Los Cabos o de Baja California Sur, nosotros le pedimos que haga la cuenta: que revise el periodo anterior del presidente municipal y del gobernador, y el que estaba antes de él. Y si es joven que revise los periódicos de antes, de antes, y que responda a la pregunta de si Baja California Sur es mejor o peor que antes. Y que vea su mesa, que vea su casa, su forma de vestir, su nivel de vida, como dicen ahora, y digan si no es peor que antes. Y cada vez va subiendo más y más ese costo del nivel de vida y cada vez más el salario se está alejando de ahí.
Y antes teníamos seguridad en el empleo, antes había un contrato, había jubilación, había vacaciones, había aguinaldo. Ahora, ni siquiera sabemos si vamos a tener trabajo al otro día.
El problema que nosotros estamos viendo y que los queremos invitar, precisamente a los compañeros que están viendo el problema de la destrucción del medio ambiente, es que elevemos la mira y veamos quién es el responsable. Porque a la hora que decimos que el responsable es el ciclón —y ese sí no hay quién lo mande—, veamos el efecto que produce. Porque aquí, una de las ponencias dijo: “a la hora que hay un ciclón, los damnificados son los pobres, no los ricos”. Y cuando pasamos por Quintana Roo, que pasó un ciclón, se destruyó parejo, pero el gobierno de Fox le dio la ayuda a los hoteleros, no a la gente que había perdido todo: sus casas.
Y la reunión de la Otra Campaña la tuvimos en un rincón —que así se llama de por sí—, que era una casa hecha con unas cuantas tejas encima como techo, que había sido destruida de por sí por el ciclón. Y habíamos pasado por la zona hotelera, donde estaban las máquinas trabajando para reconstruir, gracias a la millonada que les dio Fox, para poder salir adelante.
Nosotros queremos preguntar si es eso o, si podemos construir otra cosa, donde la gente que trabaja sea la que reciba los beneficios y no la gente que no trabaja. Donde los políticos obedezcan al pueblo y no sean unos simples cómplices de los criminales que se están robando todo.
Ustedes saben que no hay un solo político en este país que no se haya hecho rico con su puesto, ni uno solo. Cualquiera que entra con una cantidad de dinero, sale con más dinero. Y nadie puede decir que se lo ganó trabajando, porque si alguien trabaja poco en este país, son los políticos.
En una parte de Sinaloa —venimos ahora de Sinaloa— explicábamos que un diputado, un senador, trabajan en promedio al año, cuarenta días al año. Y reciben un salario mensual de hasta un millón doscientos mil pesos al mes. No sé si alguien vive aquí con el salario mínimo que es de 45, 46 pesos, necesitaría trabajar diez años y medio para ganar lo que él gana en un mes —y eso sin que se enferme—, nada más para poder comer y vestir, sin ir al cine, sin divertirse y sin gastar en útiles para la escuela —o sea sin mandar a la gente a la escuela, a sus hijos—.
Entonces, nosotros decimos: no se trata solamente que es un sistema que hace que unos tengan mucho y otros no tengan nada, sino que además se ha generado una clase de parásitos —que son los políticos—, que viven de unos y de otros, sin hacer absolutamente nada. Más que salir en los periódicos o salir en los noticeros, o aparecerse cada tres o cada seis años, aquí en Los Cabos o en El Centenario, o donde sea, a prometerle a la gente que ahora sí las cosas van a cambiar.
La destrucción de la tierra está siendo operada por un sistema, que lo que le interesa es obtener la ganancia. Y no le importa si esa ganancia se va a obtener destruyendo algo que no se va a poder recuperar. Yo les traía aquí unos datos —pero no quiero cansarlos—, unos datos de cómo está creciendo en el sexenio de Fox —del 2000 al 2006—, casi el doble de toneladas cúbicas de aire contaminado y cómo se están reduciendo las selvas y los bosques.
Y a lo mejor en la televisión ustedes ven que son los indígenas los que están tumbando el monte. No, son las grandes empresas madereras, precisamente como nos explicó el compañero: las grandes empresas maderas que tienen permiso de las autoridades ecológicas. Porque eso es lo que está pasando: que las autoridades en México que deberían proteger la naturaleza son las que están haciendo las leyes para que se destruya.
Y uno puede pensar, ustedes pueden pensar: “bueno, pues como quiera va a tardar mucho para que esto sea un desierto”. Pero cuando yo llegué aquí hace rato, había muchos niños. Yo no sé si ustedes van a poderle dar la cara a esos niños y decir: “a mí no me importó”. Porque así como ustedes, que ya llevan tiempo aquí en Los Cabos y en Baja California Sur, ven que ya no es igual, porque los Cabos hace 10 años no es lo que es ahora, o hace 15 o hace 20. Qué van a pensar si sigue esto que nos explicaba el compañero de El Centenario, porque no se trata sólo de que están haciendo la explotación, sino que están destruyendo y contaminando.
La Baja Sur que van a encontrar esos niños va a ser diferente a la que ustedes conocieron, y créanme, no va ser mejor. No va a haber nada de que enorgullecerse. En todo caso, si todavía vivimos, nos dirán: “bueno y ¿qué hiciste para impedir esto?”.
Y lo que nosotros tratamos de hacer es unirnos. No que salga alguien de candidato ni que alguien sea gobernante, sino que los compañeros de El Centenario se organicen y manden en sus tierras. Que la gente que vive en Los Cabos mande en Los Cabos, y no esté dependiendo de un diputado, de un senador, de un presidente municipal, a ver cuánto se va a robar, o a ver qué tranza va a hacer para quitarnos lo poco que tenemos.
Si unos creen que los grandes capitalistas están interesados nada más en las grandes extensiones de tierra que son ricas, están equivocados, quieren también nuestra pobreza. Porque están descubriendo en esa pobreza algo que no tenía valor antes, que es el aire, el agua y la tierra.
Miren, nosotros somos indígenas de raíz maya, vivimos allá en Chiapas, pero así como los compañeros purépechas que vienen en la karavana, nosotros tenemos una concepción de la tierra. La tierra no es sólo la tierra que estamos pisando, es todo esto junto de la tierra, el aire, el agua, todo lo que, el hábitat —como dicen ustedes—. Y según nosotros, ella fue nuestro guardián: la que nos cuidó y nos hizo resistir 500 años de invasiones, porque antes de los españoles, estaban los aztecas y cada pueblo quería ser dominado por ese imperio. Vinieron los españoles, luego los norteamericanos, los franceses, y luego vino Fox y, como quiera, no ha podido doblegarnos —sí, porque ese es mezcla de español, irlandés, no sé qué sea—.
Entonces, nosotros decíamos que la tierra nos había ayudado a resistir, porque nuestras montañas en nuestras tierras nos daba el alimento y nos protegía, pero ahora nosotros estamos sintiendo —como sintieron los compañeros aquí que nos hablaron— que la tierra es la que se está muriendo y ahora nos está pidiendo que devolvamos la gracia. Si ella nos cuidó, ahora nos toca cuidarla nosotros a ella.
Y no se trata de que algo va a cambiar. Miren, la curva que va creciendo de contaminación ambiental y de contaminación del agua, no tiene nada que ver con cómo van creciendo los bosques y los manantiales. Va a llegar un momento en que no va a poder juntarse una cosa con otra. Y piensen nada más esto: si los grandes ricos que están divirtiéndose en las grandes cadenas hoteleras tienen que elegir quién va a respirar el aire puro, quién va a ver el agua limpia, quién va a estar en un terreno limpio, si va a permitir que ustedes vivan ahí ¿si no alcanza para todos?
Y no les va a importar si son de Sur California, o si sus abuelos lo fueron, o sus bisabuelos. Lo que va a importar es que ellos tienen el dinero y ustedes no tienen nada. Y si piensan que el gobierno los va a respetar, o va a ver por defenderlos, están equivocados. A esos gobiernos, ellos les pagaron la candidatura, y ellos, en muchos casos, les compraron la presidencia municipal, o la gubernatura, o la diputación, o la senaduría.
Entonces, nosotros decimos que tenemos que escoger: si seguimos engañándonos a nosotros mismos, pensando de que a lo mejor ahora sí va a venir alguien que va a resolver las cosas. O a lo mejor el PRI ya no va a ser criminal. O a lo mejor el PAN va a ser un poco inteligente. O a lo mejor el PRD ya no va a ser corrupto. Y así póngale cualquier nombre. No va a pasar, porque ellos han hecho de la política un negocio. Así como alguien con trabajo pone una tiendita, o labra la tierra, o se va a pescar al mar y de ahí saca para comer, ellos ponen un partido político, pero ganan mucho, mucho más. Y pueden invertir millones, no les importa —porque se gastaron una millonada en las campañas electorales presidenciales—, porque luego lo van a recuperar a la hora que estén tranzando para hacer leyes en beneficio de aquellos y no de nosotros.
Entonces, han convertido en un negocio, pero además que no hay participación. Si cualquiera de ustedes quiere participar políticamente, tiene que entrar a ese partido. Y tiene que ser del PRI, no sé si alguien todavía puede ser del PRI y no sentir vergüenza, pero supongamos que lo hay. O si alguien puede ser del PAN y no sentir que está declinando, que tiene un coeficiente intelectual muy bajo. O no sé si alguien puede decir que quiere ser del PRD y no haber pasado por la cárcel antes, o ir a parar después de ello. Y así en cada partido político.
Y entonces, a alguien se le puede ocurrir: “pues hagamos otro partido político”. ¿Para qué? Si todo lo que tenemos, lo que hemos logrado lo hemos conseguido nosotros organizándonos, ¿por qué vamos a esperar que otro lo haga?
La Otra Campaña no viene a decirles qué hay que hacer, ni a darles órdenes, ni “dénle por acá”. La Otra Campaña los vino a escuchar, y era importante que funcionara el micrófono porque vienen compañeros de otras partes del país que son de medios alternativos. A lo mejor las televisoras comerciales que están ahorita no van a agarrar nada, pero ellos sí. Y esa imagen, lo que tú dijiste, lo que dijeron ellos, va a llegar a Quintana Roo, porque también hay grupos como ustedes de campesinos, de indígenas, de grupos de investigadores y estudiantes ecologistas, que están en lo mismo, que están viendo y están viendo que defender a la naturaleza es un delito y que destruirla es motivo de un premio.
Porque las cárceles de este país están llenas de gente que evita que se corte la madera. Y lo vimos en Guerrero, indígenas que están presos porque impidieron que se tumbaran árboles. En Quintana Roo están presos pescadores, indígenas mayas, porque estaban evitando que las grandes empresas pesqueras destruyeran el mar ahí. Y a ellos los detuvieron por destrucción ecológica, que es delito federal y no alcanza fianza.
Y así en cada parte, pero su historia, no sólo la historia de destrucción que nos platicaron, también la historia de lucha. Porque yo entiendo que en El Centenario y aquí, en todas las partes donde hemos estado, no sólo ven el problema sino que están buscando por dónde y cómo organizarse.
Imaginemos que Baja Sur se une con todo ese mapa que nos enseñaron, con Baja Norte, con Sonora y con Sinaloa, Nayarit y Jalisco, va a ser posible construir ese emporio turístico en el que no vamos a estar. Si es una reserva natural, es como su planeta donde van a huir, nomás que en lugar de agarrar un cohete a la luna van a agarrar un avión de Nueva York a Los Cabos. Y aquí no va a haber gente prieta, no vamos a estar nosotros, porque no les gusta cómo somos, ni cómo hablamos, ni cómo vestimos, ni cómo olemos siquiera, por más que nos perfumemos, por más que nos pintemos el pelo, porque es otra categoría, ¿me entiendes?
Entonces, van a traer su misma gente y van a poblar esto. El problema es que no es sólo Baja California Sur, sino que es todo el país.
Y miren, yo les quiero contar una historia. Hace casi trece años nosotros nos alzamos en armas contra el gobierno, éramos miles de indígenas. Y gente aquí, en Baja Sur, se levantó pidiendo justicia para nosotros. Gente aquí en Baja Sur sintió que era su deber recrear —como dijo la compañera Lucía—, recrear Chiapas. Nosotros que somos chiapanecos sentimos que es nuestra obligación luchar por recrear Baja California Sur. Y la única forma que podemos hacerlo, es si unimos todos esos dolores que nos contaron aquí —que ya escuchamos en otras partes—, porque nos faltan varias esquinas: nos falta la esquina de Tijuana, de Ciudad Juárez, de Matamoros. Hasta que vamos a esquinar todo el país y a cruzarlo por todos lados, y poder sacar esto, este diagnóstico —como dice ustedes—: este país se está muriendo como país, y en esa muerte vamos incluidos nosotros.
Y lo que va a quedar no tiene nada que ver con nuestra historia, ni como pueblos indios, ni como no indígenas, ni toda la tradición de lucha que nos contaron en las efemérides. Todo eso se va a borrar, va a ser como un planeta que fue destruido y poblado y hecho a imagen y semejanza de las grandes metrópolis capitalistas. Imagínense Nueva York en Los Cabos, pero sin gente de Sur California, sin ustedes pues. Imagínensela en Ocosingo, pero sin nosotros; imagínensela en Morelia, pero sin los purépechas; e imagínensela en Jalisco, pero sin los huicholes.
Y todo esto está pasando en todas partes y tenemos que preguntarnos no sólo ¿por qué está pasando?, sino además ¿qué vamos a hacer?
Yo estoy seguro que la voz de ustedes, su palabra, lo que nos explicaron, va a llegar en pocas horas o en pocos días a todos estos otros compañeros. Porque eso es lo que ofrece la Otra Campaña, no ofrece —como dijo el compañero de Atenco— “ni gorras, ni lonches, ni playeras”. Lo que ofrece es que su voz la escuche otro en otro lado y que a la hora que ustedes luchen, ese otro en otro lado diga: “yo apoyo”. Así como ustedes dijeron —cuando nosotros luchamos—: “nosotros apoyamos a los indígenas de Chiapas”.
Eso es lo que les estamos proponiendo, nada más. No que nadie los mande, ni que se metan a un partido político, ni que se hagan una organización social. Ustedes cada quien lo pueden ver en su casa, en su trabajo, en su escuela, donde esté cada quien, que tiene ahí un problema. Si piensa que ese problema es porque dios así lo quiso, porque tuvo mala suerte, o porque ni modo nació chaparro y feo y por eso así le toca, si piensa eso está bien, ni modo, ahí está el PRI, el PAN, el PRD, y que vote.
Pero si piensa que no, que es producto de una injusticia y encuentra al responsable… Y el responsable no es sólo la empresa salinera ésa que está molestando a los compañeros de El Centenario —perdón, a los compañeros del Vizcaíno—, ni los que compraron a Cota Montaño —antes de que fuera gran defensor de la democracia en el PRD— para apropiarse de El Mogote y de El Centenario. Sino es todo el sistema que está dividiendo las cosas entre las mercancías que sirven y los que nos sirven. Y nosotros, perdónenme, vamos a estar entre los que no servimos.
Y como seres humanos tenemos el derecho a ser respetados por nuestro trabajo. Ninguno de los que están aquí —pienso yo— le está robando nada a nadie, si así fuera sería diputado o gobernador de Baja California Sur. Pero si no le está robando nada a nadie, entonces porqué no es tratado con respeto, porqué no tiene las cosas dignas para vivir: porque alguien se las está quitando.
Si a eso además le agregan la conciencia de historia que nos contaron, porque nos contaron que aquí hubo quien se alzó y —junto con los de Baja California Sur— expulsó al ejército norteamericano que había invadido. Y créanme que pocas partes de la República pueden decir eso. Pero nadie sabe que pasó en Baja California Sur. Ahora lo sabemos, pero no porque no los dijo un libro, sino porque no los dijeron ustedes que son de acá.
De eso se trata pues la Otra Campaña: que por Quintana Roo, hable Quintana Roo; por Baja California Sur, hable Baja California Sur; que por los pueblos indios, los pueblos indios; por los jóvenes, los jóvenes; por las mujeres, las mujeres. Que cada quien tome su voz y su destino en sus manos. Y podamos unirnos todos y empezar por quitar de en medio al que esté estorbando que es a los políticos. Y construir otra forma de gobernarnos.
Nosotros ya lo hicimos y vimos que sí resulta. En nuestras comunidades, las mismas comunidades se mandan a sí mismas, por eso dicen Municipio Autónomo Rebelde Zapatista. Ellos ponen a sus autoridades, y cuando no sirve lo quitan. Aquí para quitar a alguien hay que morirse. Si no ahí está Oaxaca: que ya tiene varios muertos y muchos presos y Ulises Ruiz no se quiere ir, y nadie lo quiere, ni los empresarios lo quieren, ni su familia lo quiere, ni su novia, nadie lo quiere pues. Más que Fox que ahí que lo está manteniendo todavía y Abascal.
Entonces ¿por qué tenemos que hacer eso? Que a la hora que tenemos un mal gobernante, en lugar de que nos pida perdón, todavía tenemos que movilizarnos, arriesgarnos a la cárcel o a la muerte para que se vaya. Ni siquiera para que se vaya a la cárcel, para que se vaya del estado, para que se vaya a otra parte. No es justo.
Estamos arañando las cosas para poder sacar para comer y mal vivir y todavía tenemos que cargar con esa gente. Y no sé si alguien aquí sea pariente de Cota Montaño —mi más entero pésame si lo es—, pero los demás no, porqué vamos a tener que cargar con él pues y mantenerlo, o el que esté de gobernador o el que esté de presidente municipal, no tenemos porque cargar con ellos pues. Lo que necesitamos nosotros es levantar aquí y en Chiapas, y en todas partes de la República, otra forma de organizarnos, de relacionarnos como sociedad, donde podamos valorar a la gente por lo que es, no por lo que tiene, porque entonces sí vamos a poder vivir mejor.
Y miren, en el mundo que nosotros estamos imaginando en la Otra Campaña, el agua va a ser vida y no un producto embotellando. La tierra va a volver a ser la madre, ahora agradecida porque le devolvimos la vida que nos dio. El aire se va a poder respirar. No va a ser una vergüenza ser ser humano, como ahora lo es.
Y nosotros lo que queremos es cumplir nuestra parte, que ser mexicano, ser mexicano, no sea una vergüenza, porque si uno ve a Fox, sí da pena, ¿a poco no?
A eso es a lo que los estamos invitando, compañeros y compañeras: veamos esos problemas. Si es que están de acuerdo, organícense, entren con nosotros. No les pedimos nada, mas que nos cuenten su historia para conocerla y, a cambio, que ustedes escuchen la historia de otros. Y entre ustedes mismos, entre todos nosotros, van a empezar a salir acuerdos, no algo que diga Marcos o que digan los zapatistas, o que diga alguien que viene de fuera, sino mismo entre campesinos, entre pueblos indios, entre jóvenes, entre mujeres, entre homosexuales, lesbianas, entre todos los que son despreciados, igual como son despreciados los ancianos y ancianas.
Eso es lo que les queríamos decir compañeros. Gracias, es un honor empezar en Los Cabos nuestro trabajo en Baja California Sur.
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Excelente discurso , hace falta ver más allá de los primeros causantes de la miseria y la depredación, detrás de la aplastante mayoría de dichos males no hay más que los intereses capitalistas.
Comentario de Paco — octubre 15, 2006 @ 8:27 pm
yo creeo que es un exelente discurso pero ademas esta es una ciudad muy hermos
Comentario de katy — marzo 9, 2008 @ 10:17 am