En el mitin de Amecameca Lea la transcripción
Durante una parada en Copiaxco, el 26 en la noche. Lea la transcripción
En la Capilla del Buen Camino, Valle de Chalco Lea la transcripción
Amecameca, Estado de México
Acto público
27 de abril del 2006
Compañeros, compañeras, de Amecameca y de los pueblos de alrededor: buenas tardes ya. Les traemos un saludo de los indígenas zapatistas. Parece que algunos todavía, a estas alturas del partido, no saben lo que pasó el primero de enero del 94. Lo voy a hacer muy sintéticamente para luego decirles de qué se trata y contestar las preguntas que hicieron.
Antes del primero de enero del 94, en el último rincón de este país —si agarran un mapa, en la mera orilla de abajo— vivíamos nosotros. Somos indígenas de raíz maya: tzotziles, tzeltales, choles, tojolabales. Donde nosotros vivimos, vivimos mero en la montaña, ni siquiera en el plano, tenemos, teníamos que sembrar nuestras tierras en medio de piedras, en lomas muy empinadas —los que son campesinos entenderán lo que les digo—. Una hectárea nos daba media tonelada de maíz.
Vivíamos de los cafetales. Teníamos que caminar tres o cuatro días con el café a los hombros, llegar a la carretera, pagar un camión que nos llevara a la cabecera municipal y ahí el coyote, el intermediario, nos quitaba el café y no los pagaba más barato aprovechando que la mayoría de nosotros no habla español, hablamos lengua maya.
Aparte de que no había carreteras, no había escuelas ni hospitales, ni tierra, ni buena alimentación. Nadie sabía que existíamos: ni ustedes, ni en Italia, ni en ninguna parte del mundo sabían que existíamos. Y nuestros niños nacían y morían sin que fueran tomados en cuenta, ni siquiera alcanzaban registro de acta de defunción, porque ni siquiera habían nacido, no tenían acta de nacimiento.
Ni siquiera llegaban los partidos políticos. Las casillas electorales se llenaban en la cabecera municipal a cambio de una torta y una cerveza, cuando se emborrachaban como antes del alzamiento, el PRI ganaba con el 110 por ciento de la votación —real, lo pueden checar en los datos de antes del alzamiento—.
Llegó el momento en que nosotros empezamos a contar cuentos de cómo era nuestra historia, de cómo era nuestra lucha antes, mucho antes de que llegaran los españoles y que nos fueran despojando de las tierras. Pero también empezamos a contar muertos. Niños y niñas menores de cinco años que morían de enfermedades curables. Cientos, miles, como una guerra —hablando del que habla de violencia— sin ni siquiera una bomba, ni una bala, simplemente con el olvido estaban aniquilando nuestros pueblos, desapareciéndolos. De tal forma que cuando la gente creciera y muriera, no hubiera quién siguiera.
Llegó entonces la idea de alzarnos en armas. Nos preparamos y nos levantamos. Y le declaramos la guerra a Carlos Salinas de Gortari y a sus mentiras de que habíamos ingresado ya al primer mundo, y de que México ya era un país que vivía bien todos.
Más de cinco mil combatientes, el primero de enero del 94, cuando los ricos estaban celebrando el año nuevo y los políticos estaban celebrando el poder de Carlos Salinas de Gortari, atacamos siete cabeceras municipales, y las tomamos en manos de indígenas.
Después de eso empezaron los combates contra el ejército federal, se dio la movilización en todo el país y en todo el mundo, de que buscáramos la vía del diálogo.
Empezamos a dialogar con el gobierno y llegamos a un acuerdo —junto con todos los pueblos indios de este país—. El acuerdo es que el gobierno y este país iban a reconocer los derechos y la cultura de los indígenas. Quería decir que a partir de entonces los indígenas no íbamos ser despreciados por nuestro color, por nuestra lengua, por nuestras tradiciones, por nuestra ropa. Que no iba a repetirse eso que platicó un compañero que a alguien se le insultara diciéndole: “pinche indio”.
Pero no sólo eso, también en nuestros derechos estaba el derecho sobre el territorio, sobre las tierras, sobre las aguas, sobre los bosques, de los lugares donde vivimos como pueblos indios, sea como ejidatarios, sea como en tierras comunales.
Los gobiernos: el PRI, el PAN y el PRD, aprobaron una ley que no reconoce estos derechos. No importó que nos alzáramos en armas, no importó que todo el país y todo el mundo volteara a ver la situación de los indígenas —que era la más terrible de todas las que se puedan imaginar, vivíamos como animales—. No importó a ellos. Lo que les importó es proteger lo que está pasando ahora: una nueva guerra de despojo en contra de las comunidades campesinas e indígenas en este país.
Después de eso, en lugar de quedarnos ahí donde estábamos, empezamos a organizarnos como comunidades. Construimos nuestro propio gobierno y empezamos a levantar con el apoyo de la gente de México y de otras partes del país, nunca con apoyo del gobierno, empezamos a levantar escuelas y a preparar maestros. Los maestros de nuestras escuelas no son del gobierno, son de las mismas comunidades, ahí nuestros niños y niñas aprenden a leer y a escribir y aprenden historia, historia de México, pero en esa historia de México, es la historia de abajo, no la de los de arriba.
Ahí está la historia de los pueblos indios, la historia de su cultura, la historia de su resistencia, la historia de su rebeldía: su propia historia. La historia que hicieron sus padres, sus madres, sus hermanos, sus hermanas, todos sus parientes.
Levantamos hospitales, clínicas y los que atienden ahí, son doctores y enfermeras que llegan desde la ciudad como una forma de apoyar al movimiento, pero también preparamos a jóvenes, a hombres y mujeres de nuestras comunidades, para que dieran los primeros auxilios, para que pudieran repartir medicinas y, también, para aplicar la medicina tradicional.
Las tierras buenas, las que estaban en planada, estaban en manos de los finqueros, se las quitamos al grito de Emiliano Zapata de: “la tierra es de quien la trabaja”, la tierra y la libertad, eso era lo que pedíamos. Y ahora donde antes pastaba el ganado de los grandes terratenientes, ahora crece el maíz, el frijol y la verdura.
Las mujeres, las mujeres indígenas se organizaron para acabar con el machismo que hay en las comunidades indígenas, que consideraban todavía a la mujer como una mercancía que se vendía. Y también prohibieron el consumo del alcohol, porque los hombres cuando se emborrachaban golpeaban a las mujeres o a los niños. En nuestras tierras no se consume alcohol, está prohibido. No se siembran drogas, está prohibido. No se consume drogas, está prohibido.
Todas estas cosas fueron producto de la organización de la comunidad, nuestras comunidades, las comunidades zapatistas que no aceptan nada del gobierno, viven mucho mejor que las comunidades priístas que reciben el apoyo del Procampo y todas las pendejadas que están haciendo los gobernantes del PRI y del PAN a nivel federal y del PRD a nivel estatal y municipal.
Logramos construir esto, pero vimos también que fue gracias al apoyo de ustedes y de gente como ustedes. Los conocimos en la consulta cuando vinieron compañeros y compañeras, los conocieron ustedes, saben que son indígenas, saben que son mexicanos y saben que luchan por sus derechos.
Pero así como ustedes los escucharon, ellos también los escucharon a ustedes. Allá, según nuestro modo, lo que manda es la comunidad y la autoridad obedece, nosotros lo ponemos así: “en tierras zapatistas el pueblo manda y el gobierno obedece”.
Todas estas personas que vinieron, 1111 la primera vez, 5000 después, hombres y mujeres, y luego en la marcha del color de la tierra, llevamos todo el dolor y toda la rebeldía que escuchamos de ustedes. Si algo sabemos los zapatistas es escuchar, incluso escuchar tonterías como las que se dijeron aquí en algunas intervenciones.
Todo esto lo llevamos a nuestras comunidades. Y vimos y sentimos —según nuestro modo— que hay una gran amenaza aquí, sobre este país, sobre esta tierra, sobre los campesino, sobre los obreros, sobre los pueblos indios, sobre los jóvenes, sobre las mujeres, sobre los ancianos.
Y lo que se trata —pensamos nosotros, es nuestra idea— que es una nueva guerra de conquista. Y si le rascamos qué hay detrás de los partidos políticos y de los gobernantes, vamos a encontrar al extranjero. Esa es la verdad: el dinero extranjero. No el dinero de la gente pobre que hay en otros países, sino de los poderosos: de los norteamericanos, de los europeos, de lo asiáticos. Los grandes capitalistas que ambicionan estas tierras, no sólo las chiapanecas, aquí Amecameca, éste, el Estado de México, y así en todas partes de la República.
Y entonces nosotros dijimos —nosotros que nos levantamos en armas sabemos lo que es una guerra—, dijimos —pongan atención— que lo que teníamos que hacer es levantar un movimiento donde todos tuvieran lugar, y en la guerra no todos tienen lugar. En la guerra hay quien tiene las armas y quien sabe usarlas, pero la mayoría de la gente queda en medio.
Y entonces dijimos: no podemos llamar a esta gente a una guerra, porque entonces la vamos a dejar fuera. ¿Dónde van a estar los ancianos y los niños? Porque recuerden que la Sexta Declaración llama a todos los mexicanos y mexicanas —en México y en Estados Unidos— a que se unan, hombres, niños, mujeres, ancianos, dice. Y lo dice claramente, no los estamos llamando a un alzamiento armado.
Lo que nosotros decíamos es: tenemos que recuperar, encontrar y aprender de las luchas que cada quien está llevando en su lugar.
Aquí dicen algunos que sólo se escuchan quejas y denuncias, no sé si no escucharon o se escapaban o se dormían a la hora que estaba hablando la gente, porque nosotros escuchamos muchas luchas. No escuchamos nadie que se esté dando por vencido, todos están diciendo: “estamos peleando por esto, porque esto está mal”. Nadie está llegando a decir: “me quejo por esto y a ver quién lo va a arreglar”. Muy pocos, en todo caso.
La mayoría, campesinos, indígenas, pequeños comerciantes, estudiantes, jóvenes, mujeres, dijeron: “tenemos este dolor y así lo estamos enfrentando, pero estamos solos”. Y nosotros decimos: si juntamos todo esto en un movimiento civil y pacífico, no armado, en un movimiento civil y pacífico, entonces tenemos que hacer alguna cuenta.
Miren, nosotros vemos —porque alguien pasó aquí: “que todos somos humanos”—, compañeros, compañeras, ustedes lo saben: hay unos que viven como humanos y otros que vivimos como animales. ¿Cuál es, en qué somos iguales a Carlos Slim? —que es el tercer hombre más rico del mundo—, ¿qué es lo que hace igual? Él es un ser humano y el pequeño comerciante que va a perder su empleo por Wal Mart también es un ser humano. Pero éste no tiene nada y lo va a perder, lo poco que tiene lo va a perder. Y aquél tiene todo y quiere más.
¿Qué es lo que estamos perdiendo cada quien de nosotros, y qué es lo que está ganando aquél? Y entonces viene esta explicación, como la que dijo el restaurantero: “tenemos los gobiernos que nos merecemos”. Mentira, no nos merecemos este gobierno, ni a éste ni a ninguno que hemos tenido. Y por eso lo vamos a derrocar, por medios civiles y pacíficos.
Y hay quien viene y nos dice: “es que no puedes criticar parejo a todos los partidos políticos, porque hay uno que es el menos malo”. Ayer estuvimos en Neza, que gobierna el PRD, y escuchamos antes a lo que a hecho el gobierno perredista en Texcoco. Es la misma historia, es la misma historia. Cambió el nombre y el color, pero la historia de despojo es la misma: detrás de ellos viene Wal Mart. Detrás de ellos viene la invasión de tierras. Detrás de ellos vienen las inmobiliarias y los fraccionamientos. Detrás de ellos viene el robo del agua, viene la destrucción de los bosques, detrás de todos ellos.
Porque hay otra explicación: puede ser —como dice alguien que pasó acá— “que el señor Slim es muy rico porque tiene suerte o porque dios así lo dijo. Y que nosotros somos pobres, pues porque ni modo salimos morenos y chaparros, y gorditos, y así es la historia”. Y entonces uno le pregunta: “¿tú qué profesión tienes?” —les digo a los jóvenes porque va a llegar el momento en que tienen que preguntarse ¿qué profesión voy a elegir?—, y allá arriba, el sistema, está diciendo: “tu profesión es ser pobre”. Y ¿a qué te dedicas? “A perder, siempre a perder”. Eso es lo que están proponiendo ahí.
Y ni modo, confórmate y en lugar de enfrentarte al poderoso, ponte a cantar: viva la humanidad y todos somos hermanos y démonos la mano. Aunque el que esté al lado, al que le estés tomando la mano, sea el que se está enriqueciendo y tú te estés empobreciendo. Esa es una explicación, en efecto.
Somos guevones, somos haraganes, somos egoístas, aunque todo lo que hayamos escuchado ahorita, y lo que hayamos visto en el estado de México y en toda la República diga lo contrario: que no es cierto. Que la gente está trabajando todo el pinche día, de sol a sol, y a veces, muchos —sobre todo en la ciudad— toda la noche. Y como quiera, cada vez gana menos y cada vez le alcanza para menos. Y si hace esa cuenta, que dice: “yo cada vez me estoy quedando sin nada y ellos cada vez tienen más”. ¿Será que tienen suerte?, ¿que se gana la lotería cada fin de semana? O no.
Y nosotros decimos no: ellos son ricos, precisamente porque nosotros somos pobres. Generamos la riqueza y ellos se la quedan. Esa es la verdad. Nos roban en el trabajo, nos roban en los impuestos, nos roban en los servicios y todavía aparte —y si no, que lo digan los pequeños comerciantes, los ambulantes, los jóvenes— hay que mocharse con la tira ¿sí? Hay que darle un tanto para que no te pida un papel y otro, y otro.
Y en cualquier partido político —ése que tiene tanta ilusión en el amarillo y negro— es la misma historia, no lo estamos inventando. No vine yo a decir: pinche PRD, pinche PAN, pinche PRI —que son pinches de por sí—. Es la misma gente que nos está diciendo: “esto nos está pasando y qué vamos hacer”.
¿Qué vamos hacer? Como decía la señora: “ya fui a todos lados, y en todos lados me dan vuelta y vuelta”. Y cualquiera a la hora que enfrente la justicia. Si van ustedes al ministerio público o a la presidencia municipal, inviten al señor Slim —ahorita que está grabando Televisa— o al señor Azcárraga, o al señor Salinas Pliego. Y vayan junto con él y que él diga: “yo tengo un problema”. Y ustedes digan: “yo tengo un problema”. Y vean a quién reciben inmediatamente. Y vamos a ver si somos todos humanos y si todos somos iguales, y si la justicia es para todos.
Y prueben en un lugar donde gobierne el PAN y van a ver que entran primero ellos. Y prueben donde gobierne el PRI y va a ser lo mismo. Y prueben donde gobierne el PRD y va ser lo mismo. Porque si de alguien se puede preciar de ser amigo López Obrador, es de Carlos Slim. Y si no pregúntenle, no hay que infórmaselo.
Está bien, decimos nosotros, hay gente, tenemos que respetar —eso es lo que queremos—, hay gente que piensa que sí, que él es rico porque trabajó mucho y nosotros somos pobres porque no trabajamos o nos gastamos el dinero en cervezas, o en drogas, o en diversiones. Y nosotros decimos: no. Él es rico porque nos robó a nosotros, porque nos roba. Y en concreto Slim es rico, porque Carlos Salinas de Gortari lo hizo rico, un político. Y en correspondencia, el otro se mocha con él.
El que está invadiendo las tierras y el que le está destruyendo la ecología, compañeros y compañeras, no es el que arroja un vaso de cerveza —ustedes lo saben— son las inmobiliarias que están avanzando y están destruyendo todo, son las grandes fábricas —como la de San Rafael— la que está destruyendo el monte ahí. No el campesino que va y agarra un poco de madera o de leña para su fogón, para poder cocinar. Pero a ése, al campesino, lo agarran y le dan veinte años de cárcel. Y a la empresa que está destruyendo el bosque, le quitan impuestos para que gane más. Esa es la verdad.
Podemos pensar cualquier cosa, pero eso es lo que está ocurriendo. Y cada vez que pasa esto y que tenemos una necesidad: necesitamos un nuevo mercado para los locatarios. “No hay dinero”. Necesitamos que se proteja este lugar para hacer un museo y recuperar nuestra historia. “No hay dinero”. ¿Y cuánto gana el presidente municipal, los regidores, el gobernador bonito, el presidente y la presidenta? Entonces sí hay dinero. Y ¿de dónde están sacando el dinero los grandes ricos? Es que lo están sacando de algún lado: hay riqueza, pero ¿quién se está quedando con ella?
Entonces nosotros decimos: aquí lo que está pasando es que hay un sistema, el capitalista, que hace que todos seamos mercancía. Todos. Y la mercancía se trata de comprarlo lo más barato posible y venderla lo más caro. ¿Qué no? así es la ley. Y además se trata de que cuando no puedes comprar, lo agarras a la brava, lo despojas. Nosotros decimos —los que estamos en la Otra Campaña— es que los ricos son ricos por el despojo, por el robo, por el crimen y por la explotación, no porque dios así quiso y no porque tienen buena suerte. Son ricos porque son unos hijos de la chingada, en términos llanos.
Y esa riqueza la conquistaron desde hace quinientos años, despojando de la tierra y de la riqueza a otros. Y toda la historia de los pueblos indios de este país y de los campesinos, es esa: una guerra de despojo.
Y luego se sumaron los trabajadores de la ciudad. Y luego dicen que te están pagando el salario. No es cierto, no te está pagando tu trabajo, te está dando algo para que te mantengas y vuelvas a trabajar al otro día. Pero lo que estás produciendo así, eso es lo está haciendo dar, lo que les está dando riquezas.
Va a llegar el Wal Mart aquí como llegó en Teotihuacan, y como está invadiendo por todos lados. ¿Que vende más barato? Mentira compañeros. Te dicen que el tomate está más barato, yo los reto: que entre alguien y salga con un kilo de tomates. Sale con un kilo de tomates, con el desodorante que te hace que las muchachas te persigan, con el shampoo que hace que te crezca el pelo si no tienes, con el tinte para el cabello, con cuanta pendejada pues que están ahí. Y sale más caro, esa es la verdad.
Y la gente, el pequeño comerciante, es una gente honesta y el señor Wal Mart —o como se llame el dueño de ahí— es un ladrón. Ni siquiera permite que sus trabajadores se sindicalicen, está prohibido. Les paga un miseria, tienen niños o ancianos de cerillos —les dicen a los que están cargando—, y es lo que les de la gente, ni siquiera tienen salario. Nadie se puede organizar ahí para exigir sus derechos.
Si el gerente le gusta una chamaca, una cajera, tiene que ponerse guapa la chamaca si no, va pa’ fuera. Y si corre pa’ tercera, le gusta el chamaco, el chamaco tiene que ponerse guapo, si no va pa’ fuera, según cada quien. Porque tienen el poder, y como afuera no hay trabajo —ya no va a ser pequeño comerciante porque ya no hay, ya no va a haber pues si llegan ellos—, pues entonces tiene que aguantarse y tiene que mocharse como decimos.
Bueno, decimos nosotros, si así está la situación, ¿cómo la vamos a cambiar? No pues que ahí están los partidos políticos: que si está el PRI, el PAN y el PRD. Y que tienen gente buena y que se ven tan decentitos y tan guapitos en la televisión y hablan tan bonito —aunque no les entendemos ni madre—, pero hablan tan bonito de la macroeconomía y la inversión extranjera, y todo eso. Y dicen que ahora sí va a haber empleo. Pero ya los vimos antes.
Los que estamos en la Otra Campaña, dejamos que cada quien piense según su pensamiento, porque nosotros sí pensamos que hay que respetar a las personas, que hay que reconocer que somos inteligentes todos.
Nosotros pensamos que tenemos una cadena: que es la cadena de la explotación, del desprecio, de la humillación, que recibimos cada día. Y que así nos están educando: ni modo, tu profesión es ser pobre, tu destino es perder. Y cada vez que te rebelas te van a perseguir por cómo te peinas, que si te pones percings, que si te tatúas, que si está muy rabona la falda o si está muy larga, que si está muy escotado o no tiene escote, que si estás prieto, que si estás chaparro, que si estás gordo, que si está alto. Lo que nos está emparejando es que somos los pobres, los de abajo —decimos nosotros—, la gente humilde y sencilla, la que no es alzada, decimos nosotros.
Entonces todos ésos tenemos esta cadena. Y según hemos visto, nosotros en nuestra tierra, porque ya nos traicionaron con la ley indígena. Y ustedes saben que se movilizaron millones de gentes, no sólo fue la guerra, también la movilización pacifica de millones y les valió madres. Que esa cadena que tenemos, nada más le cambiamos el color. Y a veces está pintada del PRI, y a veces está pintada del PAN, y a veces del PRD, pero sigue siendo una cadena.
Y entonces nosotros decimos: ¿pues qué hacemos?, ¿será que hacemos otro partido político? ¿Para qué? Si ya vimos que allá arriba los que mandan no son los presidentes municipales, ni los gobernadores, ni el presidente de la República, manda el que tiene, el que paga manda —se dice—.
Y ellos, los que están allá arriba, hacen y obedecen lo que les dicen. Y no les importa la compañera que va a perder su ejido por un despojo. Y no les importa que se destruya toda la zona de agricultura de Amecameca y alrededores, porque ahí van a meter a los trabajadores en esas casas que se caen, o que no sirven para nada, que son los que van a gastar su salario en el Wal Mart, no en el pequeño comercio.
Y ¿qué les importa si el agua se contamina? No les importa si da ganancias. Y qué les importa que el único que se va enriquecer con ese avance de la ciudad sobre el estado de México —que es como un ejército que avanza—, va a significar que toda la gente de aquí tenga que buscar trabajo en otro lado. Pues ni crean que viene el trabajo con esas construcciones: ellos ya van a venir con los trabajadores de otros lados.
Entonces nosotros hacemos toda esa cuenta y decimos ¿por qué en lugar de hacer eso —ésa es la propuesta de la Otra Campaña—, en lugar de mirar para arriba y oír a los de arriba —que a veces hasta hace daño en el cerebro, por ejemplo ver el debate de los candidatos— por qué no miramos para abajo? Y a lo mejor descubrimos —si somos un poco humildes— que no es cierto, que no es cierto que la gente nada más se queja, que se junta y se organiza.
Lo que pasa es que nadie sabe, porque no sale en la televisión, no sale en los periódicos. Si quieres salir en la televisión y en los periódicos tienes que taparte la cara con un pasamontañas, fumar pipa, y alzarte en armas. Pero no basta, decimos nosotros, entonces si volteamos para abajo y empezamos a conocer a otros que también se están rebelando, empezamos a dejar de sentir la soledad que sentimos. Y sobre todo, la impotencia.
Porque uno dice: “yo como familia, yo como grupo, como pueblo indígena, como grupo cultural, ¿cómo me voy a enfrentar contra el gobierno?” Porque estamos mirando nada más para arriba, pero si volteamos para abajo o a los lados, pues vemos que somos un buen tanto.
Lo que hemos visto en el estado de México da para mucho. Y lo que hemos visto en todo el recorrido que hemos hecho por el país da para voltear este país de cabeza, sacudirlo y volverlo a hacer.
Entonces nosotros decimos: si en lugar de estar esperando cuando hay elecciones, de que a ver si éste sale bueno —y aparte, de que en nuestra mesa se siente la pobreza, se siente la desesperanza—, cada tres años o cada seis años. A la hora que llegue López Obrador o Calderón, o Madrazo y ¡chin! salió igual o peor que el otro. Pero ahora ya no tengo tierra, ahora ya no tengo casa, ahora ya no tengo trabajo, ahora ya no tengo pequeño comercio, ahora ya estoy en la cárcel, ahora ya me violaron, ahora ya me robaron, ahora ya me golpearon por cómo estoy vestido, por mi arete, por mi tatuaje o me sacaron de la escuela. Bueno, pues a aguantar, de por sí nos tocó perder, de por sí nuestra profesión es ésa: la derrota.
Si en lugar de estar haciendo eso nos empezamos a organizar abajo. ¿Por qué no en lugar de ver a qué pinche gobernante vamos a poner —Marcos o el que sea—, por qué no empezamos a cambiar de una vez todo? Que se salgan todos ésos políticos de los cargos que tienen y entren a la cárcel. Y que de la cárcel salga toda la gente pobre que esta ahí porque es pobre, o porque luchó contra la injusticia.
Porque tampoco se habla de eso, ni va a salir en el noticiero que hay presos políticos aquí en México y que los tienen torturados y encerrados. Que salgan ésos, que ésa si es gente buena porque pensó en los demás.
Y hay gente que está por ignorante compañeros, hay gente que porque no sabe hablar español, porque habla lengua indígena, lo apaña la policía y a la cárcel, y lo acusan de cualquier pendejada. Cuando nosotros nos alzamos en armas nos encontramos con un indígena preso —porque sacamos a la gente de la cárcel cuando estábamos luchando— y estaba acusado de haber matado a su papá. Tenía 50 años de cárcel por parricidio, parricidio se llama. Y el que le llevaba las tortillas cada semana era su papá. De veras.
Alguien dice: —¡Qué pendejada!
Pero el compañero —porque después se hizo compañero— no hablaba español, lo agarró la policía y lo único que sabía decir es “sí” y “no”. Se equivocó cuando dijo sí y lo hicieron poner su huella digital donde firmaba que había matado a su papá. Y su papá ahí estaba con él acompañándolo pues.
Entonces todo ese sistema de injusticia, si le rascamos a las cárceles, pues sí habrá algunos violadores, algunos narcotraficantes, pero la mayoría de la gente, es gente jodida. (alguien pregunta algo que no se escucha) Los sacamos a todos los presos sí. Y metimos a los custodios adentro de el… qué detalle.
Entonces nosotros les preguntamos, compañeros: a ver hagan la cuenta los que ya tienen edad ¿cuándo ha salido un político de un cargo, ha salido pobre?
Alguien contesta: —¡Nunca!
Entonces es un negocio la política, es una mercancía, entonces la compra el que tiene dinero. Y si nosotros no tenemos dinero, pues no podemos comprar al presidente municipal para que se oponga al Wal Mart. Wal Mart sí tiene el dinero para comprar al presidente municipal y meta el Wal Mart. No importa cuánta gente va a destruir con eso.
Y la empresa que va a hacer las casas tiene el dinero para comprar al gobierno para que haga la ley —a los diputados y a los senadores—. Entonces, como la política se hizo una mercancía que hay que comprar, y que se vende. Y nosotros no tenemos la paga, pues entonces lo que hay que hacer es destruir esa mercancía. Destruir a esa clase política que se prostituyó.
Bueno, échale, nos sacamos de todos los malos políticos y nos organizamos. Y así como estamos aquí, que todo el pueblo de Amecameca diga si quiere el Wal Mart o si quiere mejor un mercado para los locatarios y pequeños comerciantes. Porque a lo mejor esas tienditas que hay por ahí dicen: “no pues va a llegar el progreso”. Pero van a desaparecer, porque no van a poder competir contra los otros. Y entonces nos dicen: “es que si te opones a eso, a las carreteras, a la urbanización, a Wal Mart te estás oponiendo al progreso”.
Aquí volvemos otra vez a lo de que no somos iguales. El progreso de los ricos no es el progreso de los pobres y al revés. Entonces cuando dicen: “es que esto va a traer desarrollo”, tenemos que preguntar ¿a quién? A la empresa que está construyendo la carretera y a las empresas inmobiliarias que van detrás de la carretera, y a los centros comerciales que van detrás de las empresas inmobiliarias. Una invasión: la punta que ataca, el centro que refuerza, y la retaguardia que acaba de consolidar la conquista, igual. Como en la guerra de conquista cuando llegaron los españoles.
Entonces nosotros estamos viendo pues esto: si acabamos ya con ésa clase política y decimos: “ahora vamos a tener políticos buenos elegidos aquí entre nosotros”, ¿para qué nos vamos a detener ahí?, si ya sabemos que otra vez el que paga es el que va a mandar.
Entonces de una vez que se salgan los ricos también de este país o vayan a la cárcel. Y entonces, si ya no hay ricos y si ya no hay gobernantes ¿qué vamos a hacer? Pues vamos a hacer un país bien chingón, la verdad. Porque ellos nos están diciendo allá arriba: “no es que sin nosotros no pueden”. ¿No dicen pues que sin el empresario entonces las cosas no caminan? Al revés.
Si lo sabemos por el pequeño comercio, por el pequeño empresario, porque sin el empresario y por los trabajadores se pueden sacar las cosas. Y también sin los gobiernos se pueden sacar las cosas si hay un nuevo acuerdo. Lo saben los pequeños comerciantes o los ambulantes. ¿Cuántos chingados papeles no tienen que tener? Y luego, como quiera el funcionario dice:
—Te falta la copia rosa.
—¿Y ésa cuál es?
—No sé, pero móchate, si no te clausuro.
Entonces ¿para qué estamos manteniendo un gobierno que es un parásito? Así como en los pueblos que tienen monarquía mantienen a los reyes y que no hacen nada más que salir en las fotos, igual están éstos. Y ahora nos vienen a decir: “vota por nosotros”.
Nosotros decimos: no, no vamos a mirar allá arriba. Cada quien va a saber qué hacer el 2 de julio, si vota o no vota, ahí lo vean. Pero lo que vamos hacer es preparar otra cosa. Vamos a unirnos entre todos, decimos nosotros. Y entonces vamos a derrocar a los malos gobiernos y a sacar a los ricos.
Y entonces nosotros decimos: “no, pero es que eso es para muy lejos”. No, porque ya está pasando todo lo que está pasando. No podemos decirle a todos los campesinos que hemos visto en el Estado de México y en todo el país, que les están robando la tierra, que no hay precio para el producto… ¿Qué le vamos a decir al compañero que dice: tenemos las toneladas de maíz ahí y no hay mercado? Tú espérate y algún día, tal vez… Mientras se pudre el maíz a ver qué hacemos.
¿Qué le vamos a decir a la mujer de edad que vino a decirnos que le están invadiendo su ejido? Espérate, a lo mejor para después.
A los pueblos indios que les están quitando sus tierras comunales, sus bosques, sus manantiales, sus sembradíos, ¿espérate? No.
Porque nosotros decimos: lo que están haciendo es acabar de conquistar este país y poniéndolo en venta. Si hace quinientos años venían los conquistadores con sus arcabuces, con sus espadas, con sus lanzas, ahora en lugar de eso vienen licenciados, diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores, secretarios de Estado y presidentes de la República. Ése es el ejército de conquista del capital extranjero.
Entonces tenemos que derrotar a ese ejército y tenemos que derrotar a quien lo manda. Ésa es la propuesta, y lo vuelvo a decir otra vez claramente: nos vamos a organizar en todo el país. Las luchas que antes teníamos solas las vamos a unir. Nos vamos a levantar pacífica y civilmente. Vamos a derrocar al gobierno —cualquiera que sea—, y vamos a sacar a los ricos de este país. Y vamos a volver a organizar todo, como en la Revolución Mexicana del diez —aprovechando al compañero que recordó las luchas aquí en Nepantla, y aquí en Amecameca—, como en 1810, pero en una forma tan grande, tan maravillosa, tan chingona pues —para decirlo como lo decimos—, que ni dónde lo van a encontrar antes.
Y si antes aparecían que si Zapata y Morelos, no crea que ahora va a aparecer Marcos o el EZLN, van a aparecer ustedes, los que se decidan: sus nombres, sus apellidos, sus rostros.
Porque allá arriba no importa que ustedes estén con el rostro descubierto o que se llamen como se llaman. No lo ven —más que a la hora que hay que sacarles el dinero o el voto, o a la hora que hay que golpearlos— como dijo el compañero.
Entonces se trata de que ahora nos vean y nos tomen en cuenta, los únicos que nos ven y nos tomen en cuenta, que es la gente como nosotros. Y no es nada más la gente que sufre. Es la gente que sufre, pero lucha. Eso es lo que está buscando ahorita la Otra Campaña. No estamos hablando con todos, estamos buscando nada más a aquellos que estén decididos. Los demás, no hay problema, vamos a seguir hablando con ellos, pero esos que están decididos, vamos a ponernos de acuerdo y que ya no luchen solos, que luchemos todos juntos.
Y van ver que la fuerza es tan grande, que no tiene porque detenerse en Amecameca ni en el Estado de México. Tiene que ir por todo, ahora. Eso es lo que estamos planteando. Es muy sencillo, nadie lo ha hecho, no hay ningún libro que nos diga, ningún manual, no hay ningún corrido, ningún poema que cuente lo que vamos hacer, porque apenas lo vamos hacer.
Pero lo que va a pasar en este país, va a ser tan maravilloso que va a asombrar al resto del mundo. Y entonces en el restaurante, se van a sentar a contar cómo empezó esto en Amecameca, como empezó en el Estado de México.
Y se van a señalar entre ustedes: “¿y te acuerdas cuando hicimos esto y lo otro?”. Y va a aparecer en ustedes la sonrisa que ahorita sólo produce un chiste malo, es la sonrisa de alguien que sabe que tiene futuro y que cambió el verbo, que en el futuro ya no es perder, sino ganar.
Y los jóvenes ahora sí van a poder elegir una profesión. Y ya no va a ser la de ser pobres. Sino que ya no va a haber ni ricos ni pobres: va a haber trabajadores del campo y de la ciudad. Y cada quien en su lugar, con su idea, con su pensamiento, con su identidad —como decía el compañero— va a poder ver sin vergüenza al espejo. Porque ahorita, si vemos al espejo nos da pena, nos da dolor. Pero lo vamos a ver con alegría.
Y entonces, sí, los niños, las niñas, van a crecer sin esa angustia que ahorita es la que les estamos heredando.
Los ancianos van a ser respetados, no sólo por su lucha durante toda la vida, también por hacer, por haber sido parte de la historia.
Y las mujeres van a tener un lugar de respeto.
Y los jóvenes y todos los trabajadores.
Parece que estoy hablando de algo muy bonito que no se va realizar, pero me cae de madre que lo vamos hacer y lo vamos hacer ahora.
No. No vamos a esperar seis años, lo tenemos que hacer todos. Lo que se trata compañeros, ya para terminar, para acabar de contestar las preguntas: de lo que se trata es esto que hicimos ahora —que a lo mejor algunos se desesperaban, porque ya se está haciendo tarde y a qué hora va a hablar el Marcos—, es que aquí, aquí es donde nos conocemos.
Pero también hay otras voces como ustedes en el estado de México: campesinos, pequeños comerciantes, jóvenes, estudiantes, mujeres, ancianos, niños —como el que habló al final—, que también están en la lucha. Hay que conocernos entre todos y empezar a echar acuerdo. Pero también hay así en todos los demás estados de la República.
Nosotros hoy terminamos el estado de México, este es el último acto público. Vamos a una reunión de adherentes y mañana empezamos en el Distrito Federal. Y luego jalamos pal’ norte, porque allá también hay gente como ustedes: gente chingona, gente digna, gente rebelde, que la necesitamos.
Y ya que estemos juntos, pues otra vez nos reunimos y les informo. Porque ahorita sólo les puedo platicar lo que hay en el estado de México. Pero después de que acabe todo el recorrido, les digo: “así en todo el país así estamos, ésta es la fuerza”. Y le preguntamos a todos: ¿qué vamos a hacer? No qué va a hacer Marcos, sino qué va a hacer la Otra Campaña. Y así es donde vamos a chingarle.
Gracias compañeros, gracias compañeras.
Palabras del Delegado Zero en Copiaxco
Estado de México
27 de abril del 2006
Buenas noches, compañeros y compañeras.
Lo que nos están contando tiene que ver también con otras cosas.
Mi nombre es Marcos, Subcomandante Insurgentes Marcos, soy del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, su vocero. Por mi voz están hablando comunidades indígenas del sureste mexicano, de Chiapas.
Donde nosotros vivíamos no había nada compañeros, ni hospitales, ni escuelas, ni caminos, ni tierra, ni alimento, ni nada. Y los gobiernos y los ricos no nos respetaban, porque somos indígenas. La mayoría de nosotros no hablamos español, nos despreciaban por morenos, por chaparros, por vestirnos de otra forma, por feos, por sucios, por mal olientes.
Como quiera fuimos enfrentando los problemas que ustedes también tienen y empezamos pocos, muy pocos, seis. Y empezamos a organizarnos, y a hablar con otros pueblos, según nuestro propio modo, según nuestra lengua. Y llegó el momento en que éramos miles, decenas de miles, cientos de miles.
Nos alzamos en armas el primero de enero del 94, cuando los ricos y los políticos estaba brindando por un año nuevo, y cuando estaban engañando a todo el país y a todo el mundo diciendo que en México ya no había pobreza.
Mas de cinco mil combatientes atacamos las ciudades de Chiapas, las tomamos en nuestras manos y empezamos a combatir contra el ejército.
Luego hubo un movimiento civil para pedir que mejor dialogáramos. Hablamos con el gobierno y nos engañó, todos: el PRI, el PAN y el PRD. Todos los que ahora están en el gobierno nos engañaron que iban a respetarnos como indígenas, que iban a reconocer nuestros derechos. Y nos engañaron como han engañado a muchos.
Y entonces empezamos a buscar a otras gentes y encontramos a esos compañeros de Atenco, que se llaman Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. Y nos contaron su historia, ellos nos dijeron también que empezaron muy pocos y enfrentaron un gran problema —así como el que nos están platicando ahorita—: querían construir un aeropuerto en sus tierras, querían destruirlos como comunidad, como pueblos.
Y empezaron muy pocos, y empezaron a hablar entre ellos. Y se levantaron y enfrentaron al gobierno, cuando lo hicieron ya eran miles. Y levantaron sus machetes, ésos que aquí están ahora con nosotros, y enfrentaron al gobierno. Con eso y con el apoyo de mucha gente que hay en el país y en el mundo lograron derrotarlo.
Y resulta que ahí tenemos un ejemplo que casi no se conoce, que cuando el pueblo se organiza, enfrenta al gobierno y lo derrota. En Atenco no puede entrar el gobierno, no van a poder hacer su aeropuerto, porque esos pueblos, que son varios, se organizaron y lo van a enfrentar una y otra vez. Y lo que están defendiendo es su tierra, su agua, sus árboles, su cultura, su raíz.
Y están también con nosotros los compañeros de la UNOPII, que es la Unión Nacional de Organizaciones Populares de Izquierda Independiente, que tienen también campesinos y tienen sobre todo colonos, gente que está luchando en las ciudades por una vivienda digna. Y estos compañeros nos pueden contar muchas cosas de las veces que han enfrentado a la policía, sin armas, con su propia movilización, con su propio ingenio. Y una y otra vez la han derrotado, y han podido construir sus propias colonias donde la gente es tomada en cuenta.
Y hay más organizaciones aquí dentro que estamos haciendo. Cada quien tiene su modo, su historia. Como nos platicaba el compañero, no es que nacieron a pelear hoy. Ustedes tampoco, ya llevan tres años. Otros llevan más, pero cada quien tiene su historia de lucha, de cómo ha sufrido una humillación, un despojo, un desprecio. Y cada vez piensa —como habló la compañera—: “¿qué va a pasar?, estoy sólo, somos muy pocos, ¿por qué no despierta el pueblo si ve que nos están usando como si fuéramos una letrina?” Con la angustia de esperar a ver a qué hora le van a jalar a la cadena y nos van a usar como si fuéramos escusado, a llenarnos de mierda, como nos ha explicado en ese río que está contaminando todo el ambiente, ahí en la colonia donde ella vive, en su pueblo.
Y entonces, resulta que estamos haciendo esto de la Otra Campaña, compañeros y compañeras. Y estamos haciendo lo que no hacen los políticos, que es: escuchar a la gente, que nos platique su problema. Y en todas partes donde estamos pasando, nos están contando esta historia: que resulta que los gobiernos son los enemigos, son malos gobiernos. Esa es la palabra que se usaba en la Revolución Mexicana: “derroquemos al mal gobierno, acabemos con él”. Acuérdense que se gritaba: “¡muera el mal gobierno!”, porque llegó un momento en que los gobiernos dejaron de estar viendo las necesidades de los pueblos y pasaron a ver la necesidad de los ricos.
Lo que nos están contando aquí, es lo que está pasando en todo el estado de México. Se está despojando de la tierra a los campesinos, del agua, de los bosques, incluso de los montes. Parecía que íbamos a estar aquí el resto de nuestras vidas, viviendo pobremente, pero ahí tirando con el trabajo. Y ahora resulta que también vienen sobre estos lugares. Parecía que la ciudad, su poder, el poder económico de los grandes ricos, de los capitalistas y de los políticos que están ahí, parecía que se iban a quedar allá. Y resulta que no, que están viniendo también sobre nuestra pobreza.
Y esos políticos de los partidos que ahora quieren ser autoridad, que parece que se están peleando entre ellos. Cuando sabemos bien que no importa quién llegue, porque lo hemos visto en varias partes en el estado de México: cuando gobierna el PRI, cuando gobierna el PAN o cuando gobierna el PRD, no importa, como quiera se ponen al servicio de los poderosos.
Lo que quieren hacer, compañeros y compañeras, es conquistar estas tierras, cambiarlas concretamente. Donde antes se sembraba quieren que crezcan casas, y no les importa si no tienen servicios o si tienen servicios. Es que son casas de lujo, porque allá en la ciudad está muy contaminada y los ricos ya no quieren vivir ahí, y quieren vivir en las afueras. Por eso querían hacer el aeropuerto en Atenco y por eso quieren conquistar todas estas tierras. Cada día que pasa, se hace un trazo, una raya, en donde llegan las casas, y que se va moviendo, que van avanzando como si fuera una plaga. Y, poco a poco, empiezan a invadir estas tierras y estos lugares, y a cambiar todo.
Pregunta la compañera si no les importamos. Sí, no les importamos. No les importa si nos morimos, nos les importa si nos llenamos de mierda, no les importa si toda el agua se destruye, no les importa si extensiones de cultivo desaparecen. Y no les importa, sobre todo, si nos morimos, si nos vamos a otro lugar. Por eso ya están yendo muchos mexicanos y mexicanas a Estados Unidos, eso es lo que quieren: que nos vayamos a otra parte y les dejemos estas tierras para ellos.
Y entonces uno se pregunta ¿qué más pasa? Los compañeros taqueros que están ahí, que son extorsionados por la policía: “órale, móchate, no tienes permiso, o te voy a multar por el permiso de sanidad”. Los compañeros que son empleados, que resulta que cuando ven un policía corren, en lugar de —como si vieran un ladrón—. Y si se encuentran entre un policía y un ladrón, corren a pedirle al ladrón que les ayude para que la policía no los robe, los golpee y los viole.
Y así cada pequeño comercio, sabemos que está batallando, y no sabemos cuándo, pero va llegar aquí un gran centro comercial y todas esas taquerías, los puestecitos, van a desaparecer. Y va a haber un centro comercial, y no les importa si la gente que vivía de ahí se queda sin comer. No les importa si tienen que irse más lejos. Si ustedes piensan que van a cargar junto con sus familias, junto con sus vecinos, con su pueblo, no, cada quien va a jalar por su lado.
Lo saben bien las señoras: lo que se tiene que pagar de la luz, del teléfono, del agua, del drenaje y todavía pagar impuestos. Y lo saben todos que si se organizan un tanto y van a pedirle al gobierno —como dicen los compañeros estudiantes—, van a pedir solución, o no les hacen caso, o los traen dando vueltas o los golpean. Esta es la historia que hemos escuchado no sólo aquí, sino en todas partes donde hemos pasado.
Y ahora están los políticos que nos están diciendo que los veamos en televisión, que veamos quién es el mejor, o el más peor, o el menos peor. Que les creamos que ahora sí van a cambiar las cosas. Que les creamos que cuando ellos lleguen al poder, sí va a haber ese río entubado que decía la compañera. Sí van a respetar los árboles y las tierras, y el agua que hay acá. Sí van a bajar los impuestos, sí va a bajar el precio de las cosas. Pero ustedes y nosotros sabemos que no es cierto, que todos son engaños y mentiras, y en cuanto lleguen al poder, a ver cuánto agarran.
Cualquiera de ustedes puede decir lo que le cuesta ganar el dinero con el que come. Pregunten cuánto trabaja el político y el rico, y van a ver que nada. ¿Cuándo han visto que un político sale pobre de un puesto? Nunca. ¿Y cuándo han visto que algún político haga una ley, algo que sea en beneficio de la gente? En todos los pueblos alrededor de la ciudad de México, se ha visto que todos los políticos están haciendo leyes y apoyando para quitarle a los campesinos la tierra, para despojar a los pueblos indios de sus tierras comunales. Y a veces les avisan, y a veces ni siquiera les avisan. A veces, de pronto —como dijo la compañera—, llegan a medir y nadie sabe ni quiénes son. Y resulta que ellos ya tienen un plan. Ese río compañeras no va a ser entubado, hasta que vivan los ricos acá. Sobre el cadáver nuestro o sobre nuestra ausencia, es que van a construir su bonanza, su bienestar.
Y entonces, decimos nosotros: ¿por qué si estamos trabajando todo el día no da la paga?, ¿por qué seguimos pobres? Y ¿por qué ésos que no trabajan, cada vez ganan más y cada vez son más ricos? Y ¿por qué el gobierno nos dice que no hay dinero para entubar el río, o para hacer las cosas que necesitamos como las escuelas —que decía el compañero estudiante— pero sí hay millones y millones de pesos que se están gastando en las campañas políticas? ¿Por qué los presidentes municipales y los diputados locales, el gobernador, el presidente de la República, y todos esos haraganes del gobierno ganan tanto dinero cada mes? Lo que nosotros no conseguimos en un año, ellos lo ganan en una o dos semanas: 200 mil, 300 mil pesos al mes, más los apoyos que reciben. Entonces, sí hay el dinero, sí hay la riqueza, lo que pasa es que se la están quedando ellos.
Cada vez que avanza un nuevo centro comercial dicen: “está avanzando el país porque ahora ya se ve más bonito, ya se ve mejor, porque ya hay un centro comercial, ya hay tiendas más caras y más lujosas”. Y nunca se dice todos los pequeños comerciantes que desaparecieron, todos los ejidatarios que tuvieron que irse a otro lado, todos los comuneros.
Y a todos les echan mentiras. A esta gente de Atenco les habían dicho que les iban a dar casas en otros lados y los iban a apoyar, y acabamos de pasar hace un rato por el aeropuerto de la ciudad de México y a los ejidatarios, a los campesinos que les quitaron las tierras para ese aeropuerto, para el que ya existe, están viviendo peor que animales. Todavía no les pagan y ese aeropuerto ya tiene muchas décadas de existir.
Entonces, lo que nosotros vemos es que de los gobiernos sólo estamos recibiendo mentiras, golpes, burlas y humillaciones. Y entonces decimos: ¿qué vamos hacer? ¿será que vamos a seguir esperando o hacemos otra cosa?
Nosotros los que estamos en al Otra Campaña no venimos a pedirles el voto, ni dinero ni nada. Lo único que les estamos pidiendo es que se organicen, no importa si son uno o dos, porque donde hemos pasado, hemos descubierto que así empiezan las luchas: con poca gente, pero decidida, digna, rebelde.
Porque ellos piensan allá arriba que si nos humillan y nos desprecian todos vamos a bajar la cabeza y a obedecer. Pero siempre hay hombres y mujeres que dicen: “no, no lo voy a hacer caso, no me voy a vender, no me voy a rendir”.
Y entonces está esta idea, compañeros y compañeras ¿y por qué no nos unimos? Porqué no se une Coatzingo y todos los pueblos de acá con los compañeros de Atenco, con la UNOPII, con los pueblos indios que hemos visto en el sur del Estado de México, con los pueblos indios de Chiapas, con los zapatistas, con todos los pueblos indios que hemos visto en el recorrido del país, con los colonos, con los obreros, con los campesinos no indígenas, con los estudiantes de todo México, con los maestros que también están luchando por buenos salarios, con los empleados, con todos los pequeños comerciantes que también quieren ser desplazados y despojados de su trabajo por los centros comerciales.
Y entonces, si unimos esta fuerza a nivel nacional, ¿por qué nos vamos a contentar con que pongan a alguien que no robe, o que nos den un papelito que ya sabemos que no van a respetar? Mejor unamos esa fuerza para tumbar a los gobiernos, a todos. Y nada de “compañero granadero”, ¡a la chingada!, y nada que “compañero regidor o compañero presidente”. ¡A la cárcel, por criminales y por ladrones! Y que junto con ellos se vayan los grandes ricos que son los que ambicionan estas tierras. Sólo entonces, sólo entonces cuando cambiemos el sistema, cuando corramos a los ricos, a los poderosos y a los gobiernos que están a su servicio y a los políticos que se venden, sólo entonces vamos a poder vivir con tranquilidad.
Y entonces sí, ese río va a estar entubado y muchas cosas van a empezar a florecer en esta tierra. Va a haber trabajo digno, va a haber escuelas, hospitales, pero para la gente que trabaja. ¿Cuándo han visto que donde está la gente humilde crecen las grandes obras? En ningún lado. Donde hay grandes construcciones y grandes servicios es donde viven los ricos, donde ellos tienen sus oficinas.
Entonces lo que tenemos que hacer, pensamos nosotros, es organizarnos abajo. Y así como en la Revolución Mexicana y así como en la Guerra de Independencia, pero ahora por medios civiles y pacíficos, uniendo nuestra fuerza y movilizándonos —así como han hecho de por sí ustedes en su resistencia—, levantémonos todos, todos juntos al mismo tiempo, en todo el país. Y también con el apoyo de los mexicanos y mexicanas que están en Estados Unidos trabajando, que nos levantemos y no nos detengamos hasta que podamos vivir con tranquilidad.
—¡Eh señor!, ¿por qué no empiezas con Chapas? (alguien grita)
SCIMarcos: —Ya está ahí. Nosotros ahí en Chiapas nos levantamos contra el gobierno y nos organizamos —para responderle al compañero—, ahí no había hospitales ni escuelas, compa. Te estoy contestando pues.
Una señora: —Te están contestando y no pones atención, por eso estás burro.
Otro compañero: —¡Está borracho no le hagan caso!
SCIMarcos: —Te voy a contestar, pon atención. Nosotros nos organizamos y ahora tenemos los hospitales y escuelas y la tierra sin la ayuda del gobierno. No recibimos ni un quinto. No mantenemos haraganes, conseguimos las cosas, luchando.
Entonces compañeros, nosotros decimos: si esta lucha, la nuestra, y la de ustedes y la de todos los compañeros que están en la Otra Campaña, y de todas las compañeras, la unimos, entonces ¿por qué no sacamos a los malos gobiernos ya de este país? No puede ser que sigamos viviendo cada día con angustia y con miedo, mejor que la angustia y el miedo la tengan ahora los ricos.
Donde estamos pasando se está juntando una gran fuerza compañera, grande, y hay personas individuales, y hay familias, y hay organizaciones, y hay pueblos, y hay grupos, y hay colectivos que no creemos que con las elecciones se van a cambiar las cosas, sino lo que se necesita para que se cambien las cosas es eso: que saquemos a los malos gobiernos y a los ricos de este país y volvamos a empezar todo de nuevo.
Entonces, lo que les estamos proponiendo no es que se metan a un partido político ni que voten por alguien, lo que les estamos proponiendo es que se unan, sigan luchando y crezcan, pero ya no solos. Ni los estudiantes, ni la gente que está resistiendo contra el despojo de tierras, o contra la contaminación del agua, o contra la destrucción de la naturaleza, sino que nos unamos todos en un gran movimiento para cambiar el país.
Esa es la propuesta que es de la Otra Campaña, por eso donde pasamos queremos hablar con la gente humilde y sencilla, no estamos hablando con los ricos ni con los políticos, y por eso están enojados, porque ellos quieren pasarnos de su lado. Pero nosotros ya elegimos y elegimos estar con ustedes, y por eso venimos aquí este día, porque gente de ustedes nos platicó de su lucha y quisimos venir a conocerlos directamente y a pedirles, respetuosamente, que seamos compañeros y compañeras de lucha. Ustedes aquí, nosotros allá, cada quien en su lugar, pero de acuerdo y apoyándonos unos a otros.
Esta es la propuesta de la Otra Campaña, compañeros y compañeras, tenemos que padecer ahorita leyes que nada más nos roban las cosas, tenemos que hacer otra Constitución, tenemos que hacer otro país, y eso es lo que nos estamos proponiendo: otra política que quiere decir escuchar a la gente; un Programa Nacional de Lucha, que quiere decir, donde ahí aparezca las necesidades de la gente y que tiene que se va a cumplir y otra Constitución, o sea otra ley para el país que vamos a construir.
Le pedimos que lo piensen, pero les venimos avisar que de por sí lo vamos a hacer, de por sí nos vamos a levantar todos y vamos a tumbar al mal gobierno y vamos a sacar a los ricos de este país. Lo que queremos es que ustedes, hombres, mujeres, jóvenes, niños, ancianos, mujeres, estén junto con nosotros ese día.
Gracias compañeros, gracias compañeras.
Palabras del Delegado Zero, reunión de adherentes, Chalco.
Estado de México
27 de abril del 2006
Buenas noches, compañeros, compañeras.
Este es el último acto antes de partir hacia el Distrito Federal, aquí en el Estado de México, qué bueno que sea en este lugar que se llama el Buen Camino, porque eso es lo que esperamos para la Otra Campaña.
Queríamos empezar con los agradecimientos. Queremos agradecer a las familias que nos recibieron, nos hospedaron y nos dieron de alimento durante la semana que estuvimos aquí en el Estado de México. Les pedimos disculpas si dejamos un tiradero en sus casas, vimos en algunos, que de plano tuvieron que salir corriendo todos, porque ahí estaban los calzones y todo tirado, más o menos lo levantamos, respetando pues.
Y también un agradecimiento especial a la gente que no se ve, que fue la que estuvo chambeando, a lo mejor no estaba arriba del templete, a lo mejor no salía en las fotos, pero en nuestra mirada estaban ustedes, hombres y mujeres, principalmente jóvenes, haciendo la valla, cuidando la seguridad o viendo lo del transporte o también pues, viendo lo del hospedaje y la alimentación.
Queríamos tomar ahorita un poco la palabra respecto a lo que nos señaló la compañera América, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, sobre la amenaza que se está cerniendo de un enfrentamiento ahí en Texcoco, gobernado por el PRD, y la decisión del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra para apoyar a esos compañeros, para que recuperen su zona de trabajo.
Como Ejército Zapatista de Liberación damos inmediatamente nuestro apoyo y llamamos a la Otra Campaña en el Estado de México y en todo el país, para que —ojalá eso no se dé—, pero si se da nos encuentre juntos, junto con ellos. Como ellos nos han enseñado, como Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, que no importa qué tan lejos esté una lucha o qué tan pequeña sea, siempre acuden a mostrar su apoyo, lo menos que podemos hacer es corresponder.
Y también retomando lo que dijo América respecto a lo que queda de saldo de esta gira o esta primera parte de la Otra Campaña, que ella señalaba esto de que: “hemos aprendido a que hay otros como nosotros, otras como nosotros, que están luchando”. No es la única lección, uno siempre entra a un movimiento donde hay otro, donde hay otra, con la desconfianza de quién va a ser el hegemónico, quién va a ser el que va a mandar. Y la Sexta Declaración estaba ofreciendo lo contrario, que cada quien, no importaba su tamaño, no importaba su físico, sino sobre todo su decisión, iba a ser tomado en cuenta.
Nosotros creemos que deben hacer un balance por regionales, como fueron que se organizaron para acá, y yo creo que cada organización, cada grupo, cada colectivo, cada familia, cada individuo, va a ver que en efecto no perdió nada, no perdió gente, no perdió autoridad moral, no traicionó sus principios, y se dio cuenta que sí era posible, sí es posible estar en un movimiento sin perder identidad, sin perder lo que lo hace a cada uno ser lo que es. Y de eso se trata precisamente la Otra Campaña.
Digamos que de una u otra forma la visita nuestra y las visitas que seguirán después, son como el pretexto para que empecemos a encontrarnos y a conocernos.
Cuando el EZLN define la Sexta Declaración en su primera etapa, como un espacio de oído, de la escucha, y da el ejemplo de escuchar a todos los que llegaron a las reuniones preparatorias, y luego tal vez, el único que ha escuchado lo que dicen todos, en todas partes, es el reto que les estamos lanzando a todos.
La Otra Campaña, quienes la forman, según su tiempo y su modo —porque somos muy diferentes—, debe ofrecerle a la gente de abajo, humilde y sencilla que no está aquí ahora, debe ofrecerle el oído. Y la Sexta Declaración ofrece un método, es: ¿quiénes somos? y ¿en dónde estamos? —casi es el nombre de un programa de radio, para las radios alternativas, de medios libres o comunitarias, como se quieran llamar—, que es que cada quien —y eso es otra forma de hacer política—, que cada quien pueda llegar a hablar con otros y empezar con una pregunta, no con un rollo. Que casi siempre la política de arriba empieza para decir: “usted, tiene esto y esto, y esto, y esto…” y ni siquiera la persona puede decir ni siquiera cómo se llama. “Usted vote por nosotros, usted adhiérase a nuestro partido, usted compre este producto”, a veces no hay ninguna diferencia, sobre todo en tiempos electorales, entre una oferta política y una oferta de un jabón que deja blanco la ropa de color.
Entonces lo que nosotros estamos proponiendo es que esto que dice la Sexta Declaración y esto que han sido las reuniones con adherentes, tanto las preparatorias, como las que hemos ido haciendo en cada lugar, sean el método de trabajo —es una propuesta no es una orden, debería de ser orden, porque cuando damos órdenes es cuando nadie obedece y hacen lo contrario—, que se acerquen a la gente con una pregunta: ¿quién es usted y en dónde está?, refiriéndose a la lucha, no sólo al dolor.
No se trata de encontrar gente que nada más se esté quejando, sino que a esa queja esté acompañando con una lucha. Un poco lo que hicimos ahora aquí en esta parroquia del Buen Camino, que es empezar a construirnos entre nosotros un buen camino, que tiene que partir desde otro lugar. Si partimos desde abajo es diferente a si partimos desde arriba. Los políticos hacen una propuesta, en una montaña, en una oficina, en un hotel de lujo, no importa si es izquierda o derecha y, entonces, en base a esa propuesta llegan a tratar de convencer o de imponer a más gente, para que se sume a su proyecto.
Lo que está haciendo la Sexta Declaración es partir del otro lado, preguntarle a la gente ¿quién es?, ¿en dónde está?, tomarla en cuenta desde el arranque. Que la gente se de cuenta que aquí se está construyendo otra forma de hacer política. Y que si así arrancamos, así tenemos que mantener el buen camino de siempre tomar en cuenta a la gente, quién es, dónde está, porqué lucha, cómo le hace; para empezar a conocerla y poder respetarnos.
Y entonces sí, pasar a preguntar también ¿cómo ven el mundo? Porque es distinto preguntarle a un cristiano que piensa que la pobreza es producto de una decisión de dios o del diablo, a un cristiano que dice que no, que es producto de una injusticia en la tierra. Y entonces ahí encontramos, empezamos a encontrar a alguien que puede ser nuestro compañero. Sí, en efecto —dice alguien—, no es producto de la mala suerte, no es producto de una maldición, no es producto de un designio divino, sino es producto de una relación humana injusta: hay quien vive del trabajo de otros —y muchas veces de la muerte de otros—, y en esta etapa que estamos del capitalismo, hay quien vive y obtiene su riqueza de la destrucción de la naturaleza y de la gente que puebla esa naturaleza, sean pueblos indios, sean campesino, sea gente de las colonias populares.
Y entonces, si partimos ya de ese presupuesto, así está el mundo, entonces sigue la tercera parte que es: entonces ¿qué vamos hacer? Y entonces ahí unos dicen: “pues yo voy a votar por Madrazo”, “yo voy a votar por Calderón”, “yo voy a votar por López Obrador”. Habrá algún ingenuo que diga: “yo voy a votar por Patricia Mercado o por Campa Cifrian”. Los hay, de todo hay en este mundo.
Y hay quien dice: “no, allá arriba no hay solución”, yo me estoy organizando en mi comunidad eclesial de base, en mi colonia, en mi ejido, en mi pueblo indio, en mi gente que está en la cuestión de la comunicación, o de la cultura o del arte, y estamos tratando de enfrentar esto, con nuestro trabajo, sin esperar que de arriba venga al solución.
Y una cosa es la organización que está saliendo de ahí, de abajo, y otra muy diferente la que se compra de arriba por medio de subsidios, que es lo que hace el líder charro, le dan dinero y ahora: “organízate un grupo de colonos, dáles estas matracas y vé para allá”.
Hasta ahora —donde yo sé—, no hay ninguna radio comunitaria que a alguien le paguen: “vé y organiza una radio comunitaria y luego ya que esté esto, te doy el registro y así controlo a todos”. Ese no es el problema, de si alguien tiene permiso o no. Y a la hora que la Sexta Declaración dice que respeta los procesos autónomos, las decisiones propias de cada organización, tiene que respetar eso. Porque así, de esa forma también hay organizaciones sociales que están confrontadas y negociando con el gobierno servicios, papeles —todo pues lo que negocian—, y eso no quiere decir que se estén vendiendo, quiere decir que es la forma en que están luchando.
Y hemos visto muchos ejemplos a lo largo de la Otra Campaña de gente que se puede sentar con el gobierno y eso no significa que esté vendido. Lo vimos en La Parota y lo vimos nosotros como Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Entonces nosotros no podemos juzgar a la gente por el hecho del proceso que se está saliendo nada más en los periódicos o por un papel, en lugar de juzgarla por la tradición de lucha, por la palabra, por lo que hace cada quien.
En ese sentido la Sexta Declaración es muy clara. Nosotros estamos buscando a la gente que está luchando y que piensa que no se puede arriba sino que hay que hacerlo abajo. ¿Por qué la compañera dice que hay mucha gente que trabajó y no se adhirió? Sólo hay dos requisitos para no entrar, ahorita, a la Sexta Declaración y a la Otra Campaña: es ser un explotador, o sea no ser humilde y sencillo, o estar en el proceso electoral. Yo supongo que esa gente que trabajó es humilde y sencilla, y no le entró porque está con la esperanza en el proceso electoral.
Y está este problema que significaba la aparición de Marcos y el templete. Y nosotros quisimos hacerlo ahora en el proceso electoral, para poner a prueba a éstos, de los que luchan y los que simulan que luchan, porque los hay. Que generan un movimiento, se montan en él para agarrar un cargo, o para agarrar prestigio, para que luego se puedan colocar en otro lado. Pero hay gente que no, y es esa gente la que está abajo, la gente humilde y sencilla, la que no se conoce. Y es aquí, ahora, en nuestro paso en el Estado de México, que ustedes saben que existen pueblos indios, aquí nomás cerca, que están amenazados de desalojo, pueblos que llevan más de quinientos años como pueblos originarios de esas tierras. Y saben que hay colonos que luchan como los del Frente Popular Francisco Villa Independiente. Y saben que hay comerciantes que están siendo desplazados por los grandes centros comerciales. Y saben que hay cristianos, de las comunidades eclesiales de base que están comprometidos con la lucha y no están como Onésimo Cepeda que está comprometido con la cuenta que tenga en el banco.
En ese sentido empiezan a abrirse por todas partes dos caminos: los que están caminando por arriba, aun cuando tengan la piel morena y sean indígenas, o aun cuando sea gente humilde y sencilla que está poniendo, apostando todo allá arriba. Y hay gente que no, aun cuando tiene el color claro, está apostando abajo, a que se puede construir las cosas de abajo: en su trabajo artístico, en su trabajo cultural, en su trabajo de comunicación, en su trabajo de la palabra de dios, en su trabajo de organización por servicios en una colonia popular, en su trabajo para defender la tierra.
Cada quien está eligiendo dos caminos. Y hay quien elige —que ojalá, y de veras créanme, ojalá fuera así de fácil— que alguien llega allá arriba y nos dice el Tata: “tan, tan, aquí está ¿cuánto te toca?, aquí está tu domingo, ¿quieres tierra?, ¿quieres vivienda?, ¿quieres servicios?, ¿quieres un espacio cultural?, órale”. Pero no es cierto, no es así.
Y cuando la compañera América dice: “yo el balance que hago, nosotros como Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra…” Y fíjense por quién está hablando: por un movimiento que desafió al gobierno federal y a grandes transnacionales, no para poner una inmobiliaria, un centro comercial, sino para poner un aeropuerto que iba a dirigir otra vez todo el crecimiento de la Ciudad de México hacia el norte. Lo desafiaron, nos contaron: “llegó un momento en que hicimos la cuenta y dijimos: estamos dispuestos a defenderlo”. Sí, —dijeron—. ¿Hasta dónde? “Hasta dar la vida”. Ahí fue donde ellos decidieron. Y el otro tuvo que decidir si estaba dispuesto a construir ese aeropuerto sobre la vida de los habitantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, de todas las comunidades, porque no es sólo Atenco y aprendimos que son un buen tanto de comunidades.
Y así en cada momento el gobierno, el rico, tiene que decidir a qué costo va a conquistar lo que quiere. Según nuestro análisis como zapatista, ahorita está diciendo: “al costo que sea, no importa cuántos mueran”. Dijo Onésimo Cepeda cuando lo del movimiento de Atenco: “hombre que se hubieran muerto unos cincuenta, quinientos, y ya hubiera aeropuerto”. Después de todo, quién se iba a dar cuenta de quinientos, no sólo porque tenía intereses ahí materiales, en ese aeropuerto y en las tierras que estaban alrededor, sino también porque era una posición de desprecio respecto de la gente de abajo. Afortunadamente, ahora y en otras partes del país hemos escuchado que sí, en efecto, hay otra iglesia que no apuesta a que todo se va a resolver en el cielo o en el infierno, sino que hay que luchar aquí y hacer realidad aquí esa justicia de la que se habló.
Pero, ¿por qué hay gente tan diferente acá en la Otra Campaña? Porque este es el lugar donde se garantiza como joven, como mujer, como niño, como anciano, que nos vamos a tomar en cuenta. Y tomar en cuenta quiere decir que hay que vigilar en todo momento que nuestro movimiento va por buen camino.
Y nosotros queremos decir esto porque, hasta ahora, tal vez para mucha gente afuera, éste sea un movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Y, en realidad, esta gira es para que deje de serlo. En estos momentos les estoy entregando la Otra Campaña del estado de México, así como se organizaron, cada quien tiene su modo compañeros. Pasó un joven que dice que tiene que haber una estructura organizativa, porque si no es un desmadre. En los veinte estados que llevamos, hay lugares donde el desmadre era porque era una estructura organizativa, cuando era una comisión estatal. Y en otros donde cada quien era su onda, ora si que ¡puta, salió bien chingón!
Pero, entonces, ya se puede ver en este paso del Delegado Zero y luego en la segunda etapa, que podemos hacer trabajos sin que eso signifique que alguien nos mande, que perdamos. Al revés, nuestro discurso ha sido en todo momento: cada organización que crezca, cada grupo o colectivo que crezca, ahora con la confianza —como decía América—, no estamos solos. Esa es la gran lección y la gran lección es que no tenemos nada que perder, o como dijo el compañero de La Voladora —perdón—, es además: “nos dimos cuenta, de que no teníamos nada que perder y tenemos mucho que ganar”.
Si aquí en el estado de México se organizaron, no en una estatal, sino en regionales, entonces como regionales deben agarrar ya la Otra Campaña del estado de México. Ya no debe ser que la gente del estado de México esté pendiente de qué va a decir el EZLN en las montañas del sureste mexicano, sino qué tiene que hacer en su realidad. ¿Cómo se va a unir con Atenco?, ¿cómo se va a unir con la UNOPII? —que nos platicaron pues—, ¿cómo se va a unir con los pueblos indígenas que están amenazados?, ¿con los pequeños comerciantes?, ¿con los estudiantes reprimidos?, ¿con las mujeres perseguidas?, ¿con los niños sin ninguna posibilidad cultural? Con un espacio cultural que ahora vuelve a ser privatizado con esta ley Televisa, que ahora el aire está privatizado, ya no puedes transmitir, más que donde ellos digan, y como no hay ya ningún lugar, pues en ningún espacio.
Entonces cómo nos vamos… si este es el territorio, aquí donde estamos, es aquí donde cargamos nuestros dolores, donde sufrimos las humillaciones, donde nos desilusionamos y nos desesperanzamos. Es aquí donde debe levantarse esa rebeldía. Sí, en efecto, hay mucha gente que dice, te ve: “¿bueno y ahora tú quien eres? oye aquí esta mi solicitud para que me den vivienda, tramítala”. Sí hay, o gente que dice: “me están haciendo esto, dame el permiso o no tengo el varo para regresarme y dame la lana”. Nosotros les contestamos, pues por eso nos alzamos en armas, viera que tenemos dinero, pues no nos alzamos en armas.
Pero hay gente que lucha, y es gracias a la Otra Campaña que se encontró. Porque a lo mejor sabíamos que existíamos, pero cómo vamos a hacer relación si: qué tal que esa bandera es la que me va a mandar y yo quiero que me mande esa, o yo no tengo bandera, o la mía es una A. Y eso lo menciono porque un compañero dice: “la única opción es el socialismo”. La Otra Campaña ha demostrado que no, que no es la única opción frente al capitalismo. Han empezado a surgir de gente que tiene lucha anticapitalista y que levanta la lucha ambiental, la lucha anarquista, la lucha libertaria, además de la lucha socialista. Y dentro de ellos, todo el abanico que hay, porque es fácil decir socialismo y no tomar en cuenta cómo lo conciben varios grupos políticos.
Entonces, si avanzamos más en esas definiciones, empezamos a editar —para usar el termino de audio—, a cortar las voces que nos meten ruido y olvidamos lo fundamental: que cada uno en su lugar y en su lucha, sea cristiano de base, sea campesino sin tierra, sea comunidad indígena amenazada por desalojo, sea pequeño comerciante, sea ambulante, sea chofer, sea doctor, sea estudiante, está amenazado por el mismo sistema. Y entonces hay que crear y mantener vivo el espacio que permite que esas rebeldías se encuentren.
Se necesita que esas voces que se escucharon ahora, empiecen a pagar el debe que tienen con la Otra Campaña. Se tienen que convertir ahora en oído y tienen que escuchar, ustedes, al resto del estado de México y al resto de los estados, cuando menos de los que están alrededor, y de hecho, debían escuchar lo que es la Otra Campaña en todo el país. Y entonces van a hacer cuentas, dice ¡puta el Sup se echó todo eso!
Y eso es lo que hay que aprender a hacer: a oír, porque ahí, a la hora de aprender a escuchar, es donde aprendemos a conocer al otro y así nos vamos a empezar a respetar y entonces sí vamos a ser compañeros y compañeras de de veras, no como consigna de marcha o de mitin.
Entonces, compañeros y compañeras, nosotros les estamos pidiendo que así como se organizaron para esto —o mal organizaron en algunos casos—, que así se organicen para varias tareas básicas. Una: les toca difundir y promover la adhesión. No se trata de juntar firmas, se trata que la gente entienda que ésta es otra vía, es otro camino, es otra política, es Otra Campaña. Y hay que proceder así —a menos que tengan otro modo—, que es escuchando a la gente y ver si coinciden. Si ya a la hora de la hora resulta que él dice que no, que es por mala suerte o que va a buscar por la lotería, pues hasta ahí nomás: “mucho gusto señor, señora” y adiós. No se trata de hacer imposibles, porque sí existe la gente, aquí la descubrimos y antes no sabíamos que existían, y existían. Y ahora podemos hablar de una unidad, de un movimiento nacional, porque ya nos estamos conociendo entre todos.
Entonces, les toca difundir y promover el crecimiento de la Otra en el estado de México, según como se organizaron: oriente, norte, sur, como fueron acomodándose cada quien, que se organicen y ustedes mismos vean su crecimiento, ustedes vean quién se adhiere, quién entra, quién anda en malos pasos: ese que pone los dos caminos, en la cuestión electoral y también en la Otra Campaña, pues a ésos hay que decirles que no. A ésos que dicen: “es que si sale mal, pues para tener acá”. Bueno, si sale mal entonces ya vienes y a ver como está acá, porque están apostando a que sale bien en lo electoral, ya que vea que va a salir mal, entonces van ¿y ahora que hacemos? Pues ahí está la Otra Campaña. Eso es lo que hay que hacer.
Entonces, ya no se trata de que nosotros como zapatistas sepamos quién es adherente, quién está luchando dentro de la Otra Campaña en el estado de México, sino sean ustedes mismos —la gente del estado de México— la que lo sepa. Y digo esto porque viene la segunda etapa, cuando ya vienen los Comandantes y Comandantas y ya nos plantamos por varias semanas en cada lugar. Porque este espacio en el que estamos o donde nos hemos reunido es falso, la lucha no va a ser aquí, ni vamos a estar juntos aquí, ni va a ser en la plaza, en el mitin. Va a ser en la calle, en su centro de trabajo, en los mercados, en lo que nos platico la compañera del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra: en la calle en donde están los ambulantes o los vendedores de calle.
Ahí es donde va a ser la lucha y ahí es donde tenemos que ir, y ahí vamos a ir, nomás que ahorita vengo yo para ver ahora sí que cómo está el panorama, o cómo está el pedo —para usar el alto lenguaje de La Voladora—, para conocernos entre compañeros. Pero, sobre todo, fue el pretexto para que se conocieran entre ustedes y a güevo —muy a güevo— a que se escucharan entre ustedes. Porque si no hubieran dicho: “no, a ése yo ya lo conozco, ya sé qué rollo trae”. Pero, ni modo, aquí hay que aguantarse con el calor y todo, porque hay que esperar a ver qué va a pasar al final.
Entonces, vienen los Comandantes y Comandantas. Ésos sí son los Comandantes y Comandantas, yo soy Subcomandante, y son compañeros y compañeras como ustedes, no van a batallar. Y van a ver que los medios, que son muy zonzos —los de arriba—, no van a dar tanta lata, porque no les importa tanto la gente humilde y sencilla.
Y estos compañeros van a ir con ustedes, a la estación del radio, al mercado, a lo que sea y ahí a platicar. Junto con ustedes van a ir a hablar con esa gente y a empezar a construir ya lo que es el Programa Nacional de Lucha. Porque no se trata que nada más uno suelte el rollo y ahora sí que quién me tomó el apunte para ver cuáles son mis necesidades, pues se trata de que alguien se tiene que responsabilizar de eso; y eso es la Otra Campaña en cada lugar.
Difundir, pero también prepararse para esa segunda etapa, y ahí se trata de escuchar e ir sacando el apunte, ahora sí, de las necesidades por sector. En el Valle de Chalco, tales son las necesidades de vivienda, según la propia gente, no según un estudio que hizo la universidad. No, que la misma gente diga: drenaje, luz, agua potable, pavimento, zonas de recreo, zonas deportivas, según lo que diga la gente pues, y cuál es la jerarquía de esas necesidades —porque luego resulta que puras canchas de básquetbol y ningún mercado, ningún hospital ¿no? según lo que permita la foto del gobernante—.
El Plan Nacional de Lucha, el Programa Nacional de Lucha. Eso es irlo construyendo e insistir continuamente en estarnos apoyando. El deber de la Otra Campaña, primero que nada, es para con sus miembros, tienen que cuidarse entre ustedes, tenemos que cuidarnos entre todos. Y se necesita un lugar o un teléfono o una página de Internet, un correo, no sé lo que se les ocurra, para que si a alguien lo empiezan a perseguir, a hacer amenazas, a golpear, a hostigar, lo que sea, inmediatamente avise. Que no vaya a ser que a algún compañero o compañera le pasa algo por estar en la Otra Campaña y no nos enteremos hasta mucho después.
Entonces, a grandes rasgos: una comisión que se encargue de difusión y de promoción de adhesiones, en mítines, en volanteo, en programas de radio, en carteles, como sea, o en círculos de estudio, o como quieran hacerlo ustedes. En ese sentido, esto que molesta tanto que es el desmadre, da para mucho en la imaginación y en la creatividad de la gente: unos lo harán con platicas —como el maestro en su salón de clase, les recorta esas partes, le pone un cuatro a los alumnos y caen redonditos—, así cada quien busca pues su modo, para jalarse pues a más gente.
Otra comisión, que puede ser la misma coordinadora regional, donde cualquiera de nosotros, de cualquier parte, le puede decir: “oye me están poniendo cola”, o sea me están siguiendo, o “estoy recibiendo llamadas de amenaza de muerte” o “ya me dijeron que me van a madrear por esto”, o “están haciendo esto y otro”. Y esos compañeros y compañeras —y ese es el tercer trabajo—, una comisión de enlace que es: manda el aviso luego luego a la Comisión Sexta. Y nosotros lo difundimos a la Otra en todas partes, para que todos brinquemos.
Si somos un movimiento nacional, quiere decir que si tocan a uno, se meten con todos y con todas. Y para que esto sea real, para que sea efectivo, tiene que ser que la gente en cada lugar, así como se organizó para que llegara el Sub y para cuidarlo o no cuidarlo —según el caso, donde fue la reunión—, así se tiene que organizar para cuidarnos entre nosotros. Entonces que la gente que entre a la Otra Campaña diga: “pues aquí no hay gorras, no hay playeras, no hay despensas, pero hay compañeros que están pendientes de uno, de su seguridad”, eso es básico.
Y en el enlace, esa misma comisión de enlace, nos tiene que estar diciendo a nosotros, como Comisión Sexta —ahí sería el trato directo ya, entre comisiones de enlace—, que todos sepan cuál es el correo para que nadie tenga teléfono rojo, cualquiera puede entrar —a ver qué mandó decir el Sub o a ver qué dijimos nosotros— para que no haya cosas chuecas, nos estén diciendo de las luchas que están saliendo. Que cualquier lucha, cualquier gente que se está organizando diga: “¿yo a dónde voy? con la Otra Campaña, ahí se van a enterar en todo el país que estoy luchando, porque ya sé que la televisión no me va a sacar, ni los periódicos ni al radio, pero la Otra Campaña sí va a difundir mi lucha”.
Y para que ésas… así como están organizados entre ustedes, que se puedan coordinar a nivel estatal, pero también que puedan hacer relaciones directas —sin el EZLN— con el estado de Morelos, con el estado de Puebla, con el estado de Tlaxcala. Entonces se empieza a crear una red de apoyo real, no decir: “estamos con ustedes compañeros”, sino a lo mejor es más fácil, que se muevan los compañeros de Puebla a apoyar a un problema aquí, a que se muevan los compañeros de Toluca. Y entonces hay que evitar el burocratismo de pues “hay que avisarle al enlace, enlace que le avisen al Sub, el Sub a ver dónde anda, y luego a ver si puede entrar a Internet, y luego avisarle a no sé quien, y luego llega y….” ¡puta! hubiéramos ido aquí y le hubiéramos dicho: “¡oye vente!” y ya hubiéramos resuelto el problema.
Entonces se trata de que, en efecto, la Otra Campaña sea de la gente que está en la Otra Campaña. Y eliminar este peligro de que se llegue a pensar que es el EZLN el que es el dueño de la Otra Campaña o el que la está dirigiendo. Por eso en cada lugar donde pasamos, donde vemos que sí se pudieron poner de acuerdo para lo mínimo, decimos ¡órale, ahí está!, y ya de aquí en adelante entre ustedes se organizan.
Y el 24 y el 25 de junio tienen que mandar una comisión a donde va a ser la plenaria, porque ahí se va informar cómo está a nivel nacional. Y se trata que esa comisión de enlace regrese a sus regiones o sub regiones —o como se quieran llamar—, y tiene que informarle a todos —a ver cómo—, así como se informó de la llegada del Sub o de que no llegó o lo que sea, se tiene que informar a todos cómo está la fuerza a nivel nacional. Porque la pregunta que sigue después de esta primera etapa es ¿qué tan fuertes somos para hacer qué cosa? Y si dijimos que le vamos a preguntar a todos para tomar una decisión, esa es la pregunta que va a seguir.
Entonces se necesita que ahí, en junio, cuando se acaba el recorrido, la Otra en el estado de México, en la zona de Chalco, pueda informarle a todos los compañeros cómo está en el resto del país: qué tantos individuos, qué tanta familia, qué tantos grupos, qué tanto colectivo, qué tantas organizaciones sociales, pueblos indios, organizaciones políticas de izquierda, etcétera.
Pues entonces, según se ve, pues se ve que se puede hacer esto: a lo mejor podemos pedir permiso para todas las radios comunitarias y a lo mejor no los van a dar. Pero van a ver que la fuerza va a ser tan grande que tenemos que preguntarnos: ¿qué vamos a hacer con el gobierno? y ¿qué vamos a hacer con los ricos? Y no digo que sea al día siguiente, pero sí, porque la fuerza que llevamos ahorita detectada y que son compañeros y compañeras, da para mucho, para mucho, no sólo para defender. Puede ser que la Otra Campaña dice, decida: “pues con esto vamos a defendernos y contenerlos, contener la Ciudad de México, contener el despojo y la invasión sobre el estado de México”. Podemos hacerlo, pero si se dan cuenta que da para más, entonces van a tener que contestar la pregunta: ¿si ahí nos quedamos o —como decimos nosotros— vamos por ellos? de una vez, para qué esperamos que destruyen más cosas.
Entonces, ésas son las chambas que les estamos pidiendo compañeros y compañeras. Tienen que informar a sus compañeros, hacer un balance, a sus compañeros y compañeras que no están aquí, sea en la región del Valle de Toluca, en la región norte, en la región oriente, informarles: “bueno, así salió, esto fue lo que se dijo, éstos fueron los grupos que se acercaron, esto fue lo que salió mal, esto fue lo que salió bien”. Tomando en cuenta de que dejen si quiera pasar unos días para que puedan recuperar el sueño que perdieron y se puedan alimentar lo que no comieron, porque sabemos que esto significó mucho trabajo para ustedes. De hecho varios se están durmiendo ahorita, pero lo entendemos, porque ya fue largo, ya hace calor, y aparte el rollo del Sup pues digamos que no levanta a la gente.
Que hagan esa reunión de balance, con honestidad, sin tratar de juzgar a nadie, ni condenar, ni crucificar —ya hay uno, para qué queremos otro—, y entonces informen: “esto fue lo que salió mal, vamos a remendarlo o a ver cómo le hacemos, y esto es lo que pasó, esto se dijo, éstos participaron, este fue el impacto, la gente nos cree, no nos cree”, sabiendo, dando por descontando que en medios de arriba no salió nada ni va a salir. Es lo mismo que podamos construir nosotros de comunicación, abajo y a la izquierda.
Y después de eso, ya empezar a organizarse. Inmediatamente que tengan resueltos esas comisiones —o como coordinadoras o como le quieran llamar— que nos avisen para entonces ya nosotros mandar directamente con esos compañeros y compañeras la información que tengamos, sea de encuentro, sea de acciones que se van hacer, o también, para pasarle a las Otras, en Puebla, o la Otra en Tlaxcala, para que hagan contacto directo, o la Otra en Morelos —según como a cada quien le acomode—, hasta que finalmente cualquiera de la Otra en cualquier lado pueda entrar en relación directa con cualquier Otra en cualquier estado, sin la mediación de nadie, y ahí podamos hacer los acuerdos que necesitamos.
Entonces esas son las tareas, compañeros y compañeras: 24 y 25 de junio, hay que ver cómo salió la Otra a nivel nacional. Y el estado de México, la zona de Chalco, el Valle de Toluca, la zona oriente o como se llame, la zona norte, tiene que presentarse y decir: “nosotros empezamos con tantos” —yo tengo esa cuenta, con la que salí en enero del 2006 a esta gira— y ahora, el 24 de junio, somos tantos”. Que sean reales, porque ya se va, ya se pasó lo del Sup, entonces ya mucha gente va a decir: “no pues ya no hay templete, ya no hay foto” y se zafa ¿no? Pero hay gente que sigue, esos son los que realmente, pues, cuentan. Y entonces así le informa el estado de México, el Valle de Chalco, y ya todos sabemos cuántos somos, qué fuerza tenemos, y si es real o no. Porque no podemos decidir sobre un mitin o sobre una marcha —porque entran en juego muchas cosas—, lo que necesitamos ahorita es quién es la gente que va a luchar, la que va trabajar, no la que se va a unir después, porque eso viene esa etapa después.
Y luego ya dejamos que se acaben de gastar el dinero en las elecciones —o según lo que se decida en esa plenaria—, y entonces preparamos la segunda etapa. Pero ya no es de unos días, sino que hay que tomar en cuenta que son varias semanas de estar aquí —para repartirse en los pueblos, en los mercados, en todas partes—, y que ya no viene uno, sino que vienen varios, hombres y mujeres, zapatistas pues, de los que conocen: de Tacho, Zebedeo, Esther, los que ya se conocen pues, eso es lo que van a venir. Entonces, preparar esa etapa y ahí, poco a poco, vayamos viendo que nuestro movimiento siga —repito— por buen camino.
Entonces compañeros y compañeras, gracias por escucharme. Les pido a todos que pongamos atención a lo que vaya a pasar en Texcoco. Y que, de una vez, los orejas que están aquí o que están allá afuera le informen al presidente municipal de Texcoco y a Peña Nieto que si hay problema en Texcoco, hay problema con la Otra a nivel nacional.
Gracias compañeros, gracias compañeras.
Descargue aquí los archivos de este artículo en su formato original.
RSS para comentarios de este artículo. TrackBack URL
ke onda con la otra campaña en imuris sonora los estamos esperando los k somos militantes del ezln por que aki tambien estamos jodidos esto solo lo vamos a componer nosotros los de abajo aki en en mexico el capitalismo ya se paso de la raya por que los administradores del pais se convirtieron en ultra derechistas entonces esto es una guerra de los pobres contra los ricos animo nosotros los pobres somos un chingo acabemos con los ricos se tine que dar esta trifulca para que se de una reparticion del producto y una democracia los esperamos con rifles de madera pero con guevos kiero que mis hijos ereden un mexico libre y soberano
Comentario de martin leoardo — abril 30, 2006 @ 12:49 am
Marcos, en la UNAM tienes a muchos militantes, sigue tu lucha e informa, ya que hay algunos compañeros que no saben por que luchas y por quienes, ya que se estancan en discusiones esteriles hablando de tu pasamontañas, y de que has hecho por el país, pero todos esos pendejos, aún estando en la máxima casa de estudios, todavía desconocen la historia de México y se atreven a cuestionarte, sin siquiera saber de que estan hablando, mi admiración y un saludo cordial.
Muera el Capitalismo
Comentario de Simi — mayo 2, 2006 @ 4:17 pm
soy venezolano y siempre he seguido la lucha zapatista desde q era niño , la ideologia del subcomandante es tremendamente inspiradora. sigue asi marcos lucha a favor de los debiles y en contra de los fuertes .. viva la igualdad y los derechos de los trabajadores e indigenas!! un fuerte saludo desde venezuela : juan c
Comentario de juan carlos — mayo 2, 2006 @ 8:10 pm
Ya no más olvidados y engañados!!. Con toda la fuerza que es del pueblo, este sueño pronto será realidad. La Otra hará la diferencia… Qué viva el verdadero pueblo mexicano!!!
Ozum. Méx.
Comentario de Yanette — mayo 4, 2006 @ 9:21 pm
Hola compañeros y compañeras, es un gusto y una alegria que siguen luchando por las tierras y los derechos de los demas.
Soy el Chapin, de Guatemala y los felicito,por la lucha que asen ya que no es una lucha, de los que piensan otros . Ya que es una LUCHA que esta costando .
Ya que es una lucha que bale el sudor ,de los derechos de los demas .
Soy thomas los felicito compañeros REVOLUCIONARIOS de corazón
Ya que estan luchando en una buena formación de ideolojia,companer@s un abraso y un saludo, ase unas semanas estube platicando con un companero que estubo con ustedes dice, su sobrenombre que usa es Bartolina Sisa.
Que es de Bolivia , ase una semana se fue para el Salvador.
Un saludo para el Delegado ZERO. No les digo adios compañeros ZAPATISTAS sino asta pronto. me gustaria recivir algun comunicado.
Comentario de thomas — mayo 10, 2006 @ 5:33 pm