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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Abr242006

jornada de trabajo en el estado de México, 23 de abril

Parada con colonos de La Marquesa, que salieron a la carretera para platicar con el delegado zero. Leer aquí

Acto público en Xalatlaco Leer aquí

Acto público en San Jerónimo Acazulco Leer aquí

Reunión en Ayotuxco, Huixquilucan Leer aquí

Fotos de la parada en La Marquesa

Fotos de la marcha de entrada a Xalatlaco

Fotos del mitin en Xalatlaco

Fotos de Acazulco

Fotos de Huixquilucan

Palabras del Delegado Zero en el Valle del Conejo, La Marquesa.
Estado de México
23 de abril del 2006

Les quiero explicar un poco qué estamos haciendo acá, pues. Nosotros somos indígenas de Chiapas, de raíz maya. La mayoría de nuestra gente no habla español, habla lengua pues, pero más o menos un poco hablamos, así un poco chueco el español, pero no nos da pena, porque somos indígenas y es nuestra lengua y lo cuidamos.

Lo que nosotros estamos viendo es que hay un gran peligro. O sea, los gobiernos están completamente a favor del rico y quieren despojar de la tierra a todos los pueblos indios, a todos, parejo, y principalmente aquí.

Eso que platicó el compa pues, que están haciendo expropiaciones y que les pagaron a $1.20 y ahora van a vender en dólares, pues es para que no puedan comprar ustedes y el que va a poder comprar es el que tiene el dinero.

Entonces ellos quieren todas estas tierras para hacer sus centros turísticos ellos. No es que el gobierno está diciendo de que “voy a cuidar la naturaleza”, son puras pendejadas pues. Pero ya lo que quiere es agarrar la tierra y pasársela a los ricos, porque es como su empleado. Y lo vemos rápido pues, que entra un presidente municipal, diputado, senador, gobernador, presidente de la República —el que sea— y nomás está enriqueciéndose. Y las leyes que hacen son para beneficio de los ricos y en contra de los pueblos.

Entonces ahí tenemos dos problemas: primero como pueblos indios que nos quieren destruir la lengua, la cultura, todo lo que tenemos pues lo quieren destruir, porque ahí es donde está la fuerza de los pueblos indios. Y el otro problema que tenemos: como pequeños comerciantes, como campesinos, como lo que hace cada quien, es que uno está chambeando todo el chingado día y apenas sale, o no sale. Entonces lo que nos están haciendo es que nos están aventando a la pobreza, y a la pobreza, y a la pobreza. Y están metiendo leyes como el Procede y el Procecom y las expropiaciones para quitar toda la tierra. Y ni siquiera es que nos avienten al monte, a la chingada nos quieren mandar, que vayamos a buscar trabajo a Estados Unidos o a otra ciudad pues, pero que ellos se queden con todo esto, porque es aquí a donde va llegar la gente, es donde va a estar el negocio.

Entonces, nosotros no estamos buscando ser gobierno, nosotros estamos buscando tumbar a los gobiernos, a todos, tanto a presidente municipal como gobernador, como diputado, como senador, como presidente de la República. Y el que tiene que mandar es el mismo pueblo, para qué queremos un chingado licenciado que viene de otro lado y que ni conoce aquí la gente, si mismo la gente se puede organizar y poner a uno de ellos y estarlo turnando pues, para que todos aprenden, porque así hacemos allá.

Allá no manda pues el gobierno de la República, ni el estatal, ni el municipal, sino que las mismas comunidades ponen su autoridad. Y así debe ser aquí, porque ¿quién conoce pues los problemas de la marquesa? Mismo la gente de la marquesa. Y así, si un gobernante empieza a agarrar mal camino, pues aquí mismo lo estamos viendo, si es que se está enriqueciendo, se quita.

Entonces, lo que queremos es cambiar todo eso. Y que esos ricos que nomás están ambicionando nuestras tierras, que se vayan del país, que se vayan a chingar a otro lado. Y que aquí mismo la gente que trabaja sea la que viva bien, no la gente que está nada más de holgazán y de haragán.

Entonces, lo que estamos haciendo pues es eso, y donde quiera que estamos pasando estamos hablando con gente que está jodida. No estamos hablando con gente rica, ni con diputados, ni eso, ni estamos buscando el cargo. Lo que estamos buscando es organizar a la gente, y juntos hacer el movimiento y cambiar todas las cosas. Porque ya basta pues que nos estamos organizando para pedir que el gobierno a ver si nos va hacer caso, como quiera sabemos que no nos va hacer caso. Y si hay una injusticia gana el que tiene paga, el que no tiene paga no gana. Y siempre pues el que tiene paga pues es el rico. Y luego también aprovechan pues, para que se meten leyes, la reforma agraria, o éstos, para que divide comunidades y se pelean.

O sea, lo que estamos viendo es que ya no vamos a hacer eso, ya no vamos a hacer lo que está haciendo la Anipa, que está rogándole al gobierno a ver si por favor le hace caso y le da cargo. Nosotros no queremos ya esas cosas, queremos quitar pues a los gobiernos. Y ya hemos pasado en muchos estados, ya casi veinte, en todas partes hemos encontrado pueblos indios, gente de la ciudad que ya está encabronada pues, que ya está indignada y que quiere organizarse, no con partidos políticos, sino para cambiar pues todo lo que está pasando.

Y no puede ser pues que aquí estamos trabajando y llegan los funcionarios a extorsionar. Porque lo sabemos bien que tienes que dar una mordida o algo pues, para que te dan permiso, o que le falla no sé qué cosa, que lo sabemos que es pura trampa pues nomás para que están ganando dinero. Y como quiera está el otro plan que tienen ellos de apoderarse de todo, desde la ciudad de México hasta Toluca, toda la carretera, y ellos poner sus centros comerciales extranjeros, lo sabemos pues.

El pueblo otomí no les importa, ningún pueblo indio les importa, ni mazahua, ni maya, ni tzotzil, ni tzeltal. Entonces lo que tenemos que hacer pues, es organizarnos entre todos, quitar, pero no para que pongan otro, sino que la misma gente ponga a sus mismos gobernantes. Y los gobiernos que estén allá en México tienen que respetar el modo de las comunidades indígenas, según sus problemas, según como se organizan pues, para que haya respeto.

Y entonces vamos a vivir en libertad, porque ahorita pues no hay libertad ni hay nada. Entonces, lo que estamos haciendo es pasar en cada lado para ver sus problemas y que la gente hable así como hablaron ustedes. Y están estos compañeros que traen estos micrófonos, eso es que lo graban y lo mandan a otros pueblos también para que lo conocen. O sea que su palabra no se quedó aquí nada más, sino que va a llegar lejos, y eso es lo que queremos, también para que escuchen ustedes las palabras de otros, de otros pueblos, pues. Ahora venimos, ayer estuvimos con mazahuas, y también es el mismo problema: que los quieren destruir su lengua, su cultura, sus costumbres, todo eso. Y como quiera están organizados para resistir, pero cada quien estamos solos. Están los mazahuas allá, aquí los otomíes, allá estamos los zapatistas, viera que nos unimos todos, entonces sí podemos cambiar pues las cosas.

Pero no es que estamos buscando un cargo, estamos buscando pues que cambia todo el sistema, y que en lugar de que aquí mande un partido político —que nomás están dividiendo—, lo que se trata es que mande la misma gente. Que el gobierno tiene que obedecer —decimos nosotros— y el que manda tiene que ser el pueblo.

Pero no es que somos poquitos, aquí vemos que unos cuantos compas, pero si juntas pues todo lo que está en todo México, porque estos compañeros que vienen de la karavana, vienen de otras partes de México y también son luchadores y ellos lo están informando allá donde pasamos. Y ahora van a informar: “no pues pasamos allá en La Marquesa, nos platicaron los problemas que los quieren despojar la tierra y que los chinga el gobierno”, y todo eso. Y ellos van a decir: “pues nosotros también, pues vamos a unirnos”. Eso es lo que tenemos que hacer y cada quien según su organización, no es que los vamos a meter a un partido, o los vamos a meter… No. Según como están organizados ustedes, así lo vamos a respetar y los vamos a tomar en cuenta, según cómo piensan, cómo vamos a hacer aquí el problema del estado de México, con pueblos indios o en Acazulco o en toda la zona pues, éstas de la montaña.

Y según lo que piensa la gente. No es que a ver, qué se le va a ocurrir a alguien qué va a hacer, sino que es que tenemos que preguntar a la gente, por eso ahorita lo más importante pues, es que hablen ustedes para que otros se conozcan. Y ya que acabamos de pasar por todo México, pero abajo, con gente humilde, entonces ya tenemos que ver entre todos, todos los de abajo, cómo le vamos a hacer.

Pero vamos por todo, no nada más así que un cambio de gobierno, que nos va a dar un papelito. Vamos sacarlos a todos y que se vayan pues los ricos y que nos dejen trabajar en paz aquí. Y que aquí llegue la gente también trabajadora a pasar bien el rato, para divertirse y comer bien y todo pues, como un centro turístico.

Porque ellos lo que quieren es quitar todo esto, poner su centro y ya puro rico va a llegar, no va a llegar la gente pues de México ni de Toluca que es pobre, que aquí llega pues a pasar el día y a divertirse con su familia. Ya no se va a poder, porque va a estar bien caro, porque ya no va a haber otra cosa.

Entonces hay que trincarse aquí y defender la tierra, defender los comercios, pero ya no solos, sino que unidos pues todos de acuerdo. Eso es pues lo que estamos haciendo.

Y les damos gracias porque de por sí conocemos su movimiento que ya tiene tiempo pues, que la resistencia contra esos despojos que hay y contra los malos gobiernos. Nosotros allá lo oíamos, nos platicaban los compañeros que venían aquí. Y siempre pues queríamos venir pues, a conocerlos. Y vamos a venir otra vuelta, pero ya vienen pues los compañeros que son también hombres y mujeres indígenas. Y ahí van a echar plática más tranquilo, a echar quesadilla, cafecito, lo que sea. Y van a contar bien su lucha y ellos van a contar también nuestra lucha, y van a ver que es lo mismo, nomás porque traemos tapada la cara, porque así es nuestro modo, pero es igual, es gente humilde y sencilla.

Y no es que estamos pues buscando un cargo, lo que estamos buscando pues es que la gente se levante. Y que aquí no mande Marcos, ni PRI, ni PAN ni PRD, que mande la gente de aquí y que se respete. Va a ver cómo cambian las cosas y vamos a ver si un policía, un funcionario quiere hacer una maldad, pues es él que tiene que ir a la cárcel, no la gente pobre.

Pues ese es el mensaje que les traemos, compañeros y compañeras, gracias que nos recibieron, mucho gusto. No tengas pena de hablar otomí, es bueno.

Palabras del Delegado Zero en Xalatlaco
Estado de México
23 de abril del 2006.

Buenos días pueblo de Xalatlaco, días todavía. Mi nombre es Marcos, Subcomandante Insurgente Marcos, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, digo esto, porque algunas malas lenguas de los partidos políticos y del gobierno, dicen que no soy yo.

Nosotros somos indígenas del sureste mexicano, de Chiapas. La mayoría de nuestra gente no habla español, sino habla lengua.

Soy Subcomandante, porque los Comandantes, los que dirigen nuestra lucha, son hombres y mujeres como ustedes, gente humilde y sencilla que habla una lengua indígena y que vive, desde hace más de 513 años, en la noche de dolor que nos han dado los poderosos.

Nosotros nos alzamos en armas el primero de enero de 1994 y, desde entonces, estamos construyendo en nuestras comunidades un gobierno de abajo, una organización desde abajo.

Ahí en nuestras tierras no manda el ejército federal, ni el estatal, ni el municipal, ni los partidos políticos que están luchando ahorita por la presidencia de la República.

Nos están engañando a todos, a ustedes y a nosotros, nos están prometiendo que van a resolver nuestros problemas, y esa mentira que nos están echando es porque quieren que votemos por ellos. Quieren que les demos el voto para que durante tres años o seis años, empiecen a enriquecerse a nuestras costas.

Nosotros sabemos que aparecen cada tanto gente que viene a vender la libertad, la democracia y la justicia, y que llega a un cargo y cuando está allá arriba se olvida de todos nosotros.

Como pueblos indios atacan nuestra lengua, nuestra cultura, nuestras tradiciones. Ahora no se conforman con eso, quieren también nuestras tierras.

La Ciudad de México quiere crecer más, no la Ciudad de México de abajo, de la gente que trabaja, humilde y sencilla, sino la Ciudad de México de arriba, de los poderosos. Tienen puestos sus ojos sobre Xalatlaco, quieren estas tierras, no para ustedes, no para gente pobre y humilde, la quieren para los poderosos. Eso es lo que está detrás de todas las trampas que están haciendo los gobiernos y aquellos caciques y líderes indígenas falsos, que nada más quieren estarle oliendo el trasero a los gobernantes y a los ricos, en lugar de preocuparse realmente por la gente.

Compañeros y compañeras: hay una gran trampa que se está levantando encima de nosotros como pueblos indios y como gente humilde y sencilla. Es la trampa que están haciendo los grandes gobernantes y los poderosos, que están haciendo leyes y haciendo trampas para despojarnos de nuestras tierras. Está la trampa del Procede y del Procecom, que son trampas legales que nos están diciendo que van a garantizarnos la propiedad de la tierra, cuando lo que están haciendo es convertirnos en pequeños propietarios para luego despojarnos de esas tierras.

Sabemos bien lo que pasa aquí y en otras partes de la República: que llegan a comprar la tierra muy barato, un peso, veinte centavos en algunas partes y, luego, ya cuando se vende la tierra y los campesinos tienen que irse a otro lado con unas cuantas monedas en el bolsillo, empiezan a aparecer carreteras, obras públicas, alumbrado, drenaje. Y donde antes se sembraba, donde antes vivía gente humilde y sencilla, empiezan a levantarse grandes centros comerciales como el de Santa Fe o grandes unidades habitacionales de lujo. Ellos no van a vivir junto con nosotros, nos desprecian por nuestro color, por nuestra lengua, por nuestras tradiciones, nos desprecian por ser pobres.

Cuando empiece a avanzar la mancha urbana y empiecen a crecer aquí las casas, los centros comerciales y los centros de diversión de los ricos, junto con ellos vendrán las maquinas y los policías para sacar a todos de sus casas, para que puedan vivir ellos entre los suyos, y no entre gente pobre y humilde.

Hay aquí un movimiento de resistencia que nosotros conocimos, un movimiento que hay que volver a levantar, porque así como nos explicaron que están rodeados por los perros poderosos, los grandes capitalistas de Santa Fe, del grupo Atlacomulco o de Hank González, no se van a detener, y no vamos a poder hacerles frente si estamos solos. Igual nosotros, allá en las montañas del sureste mexicano, estamos rodeados por la avaricia y la codicia de los poderosos.

En todas partes donde hemos pasado: Chiapas, Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco, Veracruz, Oaxaca, Tlaxcala, Puebla, Hidalgo, Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes, Jalisco, Nayarit, Colima, Michoacán, Guerrero, Morelos, y ahora el estado de México, hemos encontrado esta guerra de despojo en contra de los campesinos y en contra de los pueblos indios. El campo ya no produce y los pueblos indios son despojados de sus tierras comunales, no importa que levanten un papel que tiene siglos de existir. Los gobiernos y los poderosos no tienen llenadero: tienen mucho, pero quieren más. Si antes se conformaban con que fuéramos pobres y ellos ricos, ahora nos quieren robar también nuestra pobreza.

Compañeros, compañeras: nosotros no venimos a pedirles el voto por nadie, no queremos ningún cargo público, no estamos buscando que Marcos o cualquier otro llegue a la presidencia de la República. Lo que estamos buscando es que se unan las fuerzas y las organizaciones que están luchando, que Xalatlaco no peleé solo, sino que se junte con todos los pueblos del Valle de México y con todos los pueblos indios de México y, con toda la gente humilde y sencilla de este país, y juntos cambiemos toda la situación.

Nosotros no estamos buscando ser gobierno, que quede claro, lo que estamos buscando es tumbar a los malos gobiernos, derrocarlos como los derrocamos en 1910 cuando la Revolución Mexicana con Villa y Zapata, como los derrocamos en 1810 cuando la corona española era dueña de estas tierras. No podemos conformarnos con estarle pidiendo limosnas al presidente municipal, al gobernador, al presidente de la República. Gastar dinero y tiempo en comisiones para ir con el gobierno nada más para recibir desprecios y mentiras.

Lo que queremos hacer es organizarnos en cada lugar y, que, en cada lugar decida qué es lo que hay que hacer y cómo se tiene que gobernar. Y que en otras partes, respeten nuestros modos y nuestra forma de gobierno, respeten nuestras tradiciones, nuestra forma de organización de los pueblos, y respeten nuestra tierra y lo que en ella producimos o en lo que trabajamos.

Compañeros y compañeras: la Otra Campaña quiere decir que vamos a escuchar la palabra de ustedes, según cómo son los problemas aquí en Xalatlaco, cómo los han enfrentado, su historia de lucha. Y que la palabra que saquen ustedes no se quede aquí nada más, en esta plaza, sino que llegue lejos, que lo escuchen en la península de Yucatán y en la península de Baja California, que lo escuchen en el norte y en el sur, y que su lucha, su historia, llegue a otras partes del mundo. Pero que no nos quedemos ahí, que poco a poco empezamos hacer la lista de las necesidades de estos pueblos y de otras partes, pero no la necesidad de los ricos o de los gobernantes, sino de la gente que está trabajando.

Y entonces hagamos un Programa Nacional de Lucha por lo que vamos a luchar, no por lo que se les ocurre a los políticos, o los trajudos, o a los licenciados que están en sus buenas casas. Sino según la necesidad que ve cada quien, de la gente sencilla, en su casa, en el campo, en el trabajo, en la montaña, en el comercio, donde cada quien está trabajando y está viendo los problemas que tiene.

Nosotros lo sabemos bien que tenemos muchos: sube el precio de la luz, del gas, de la gasolina, de los servicios públicos, del drenaje, del predial, por todas partes están subiendo los precios, también de las cosas que consumimos y nuestro salario, o lo poco que conseguimos al vender nuestros productos, no alcanza para nada. Todavía vienen los políticos de los partidos políticos a prometernos que van a cambiar las cosas. ¿Por qué si nunca lo han hecho? ¿Por qué, si hemos visto a todos los partidos ser gobierno y como quiera terminan enriqueciéndose mientras nosotros seguimos pobres? Estamos cargándolos y todavía les estamos pagando.

Los gobiernos no sirven porque se están enriqueciendo, los gobiernos deberían obedecer a los pueblos y no estarles buscando la forma de hacerles daño.

Lo sabemos que aquí en Xalatlaco hay papeles que demuestran la verdadera extensión de sus tierras. Sabemos también que los malos gobiernos y los ricos crearon un conflicto a la hora de meterse a las tierras de Xalatlaco y reclamarlas como si fueran del Distrito Federal y lo sabemos que es mentira.

Y nos ponen a pelear entre pueblos y nos mandan a la policía y al ejército. Y siempre nos están ocultando que no son mil hectáreas las que quieren, sino que quieren las nueve mil quinientas, todo lo que es Xalatlaco, que quede nada más el nombre, pero que quede el nombre de un centro comercial, de un hotel, de un centro turístico, de una zona residencial.

Y la gente de Xalatlaco, los hombres, las mujeres, los niños y los ancianos, que se vayan a buscar trabajo a otro país o que se vayan a los cerros a alimentarse como si fueran animales. Eso es lo que no están ocultando los malos gobiernos. Todas las campañas políticas vienen a engañarnos, vienen a pedirnos un voto, un apoyo, y empiezan a comprarnos como si fuéremos cosas, a darnos una gorra, una camiseta, un refresco, un pan, a cambio de que hagamos bulla y entonces ellos digan que tienen mucho apoyo en el estado de México, en Xalatlaco, o en todo el país.

Nosotros no venimos a pedirles nada, ni dinero, ni voto, ni a prometerles nada. Lo que venimos es a invitarlos a luchar ustedes mismos por lo que les pertenece, por su tierra, por su historia, por su ser pueblo indígena. Que no permitan que avancen ellos, los poderosos, sobre estas tierras y las vuelvan a conquistar como hace quinientos años que nos encontraron divididos.

Ahora se trata de unirnos, pero no se trata de hacer un partido político, no se trata de hacer un movimiento para que un pinche líder se enriquezca y empiece a tener más riquezas mientras la gente sigue igual. Se trata de hacer un movimiento donde cada organización, cada persona, cada familia sea respetada y sea tomada en cuenta. Que nadie se levante sobre nosotros, que lo único que esté encima nuestro sea la bandera nacional, la bandera de México, y debajo de ella, todos iguales, no como ahora, que hay unos cuantos ricos que se están enriqueciendo, mientras nosotros nos empezamos a empobrecer cada vez más.

Compañeros y compañeras: viene un gran dolor sobre estas tierras, el peor y el más terrible que hayan imaginado, y viene escondido detrás de la palabra del poderoso, detrás de las mentiras de los medios de comunicación masivos, de los más poderosos. Lo que nos están escondiendo es que es una nueva guerra de conquista y que son otra vez, como hace más quinientos años, los extranjeros los que ambicionan estas tierras.

No podemos engañarnos por el color, lo sabemos también que hay gente morena y que habla lengua indígena que se vende al poderoso. Sabemos que hay caciques y autoridades que se venden a los ricos y hacen papeles o los falsifican para ir despojando a los pueblos de sus tierras. Ya no podemos permitir eso, ya no podemos seguir confiando en el que está allá arriba.

Lo que tenemos que hacer es confiar en nosotros mismos, en los compañeros de ustedes que están luchando, a los que conocen, a los que pueden vigilar para que no se corrompan y no se vendan, y que se levante otra vez la bandera de la rebeldía en Xalatlaco, que se levante por la misma gente, que nadie venga de fuera a decirles lo que hay que hacer, ni Marcos, ni PRI, ni PAN, ni PRD, porque los que conocen realmente la necesidad de este pueblo son ustedes y nadie más.

Si ellos ganan, los que están allá arriba, todo esto que estamos viendo va a desaparecer: van a desaparecer los pequeños comercios, la iglesia, la escuela, incluso la presidencia municipal, esto se va convertir en un paseo turístico para los poderosos.

Si ganamos nosotros, que es como de por sí va a pasar, se van a acabar esas amenazas. Los derechos de los pueblos van a ser respetados y entonces, tenemos que hacer un nuevo acuerdo, un nuevo plan a nivel nacional, una nueva Constitución. Eso es lo que está planteando la Otra Campaña, compañeros y compañeras, pasar por todo México, no hablar con los ricos ni con los políticos, sino hablar con ustedes, con la gente humilde y sencilla. No vender promesas falsas, no hacer regalitos ni pedir puestos públicos, sino llamar a la gente a que se levante en su lugar, a que luche de manera pacífica y civil pero ya no sola, que se una con el norte, con el centro de la República, con el sur, con el sureste, con las dos costas, con las dos penínsulas, con los mexicanos y mexicanas que están en Estados Unidos trabajando pero que no han olvidado que ésta es su tierra, que ésta es su historia.

La Otra Campaña dice que es un movimiento de abajo y a la izquierda. Es de abajo, porque es con pura gente sencilla y humilde, no tenemos ricos ni poderosos entre nosotros. No tenemos políticos de esos que nada más quieren los cargos para enriquecerse, por eso es de abajo. Y con pura gente de abajo hemos hablado con todo el país, con pura gente de abajo es la palabra que ha salido y que ha crecido.

Y es de izquierda, porque estamos en contra de los ricos, no nada más de los partidos políticos y de los malos gobiernos. Queremos que se vayan los verdaderos patrones de esta tierra, los grandes comerciantes, los grandes banqueros, los grandes industriales, los grandes terratenientes, los grandes casatenientes. Durante todos estos años se han enriquecido a nuestra costa, es hora de que se vayan a la cárcel o que se vayan de este país y, junto con ellos, los capataces que estuvieron bajo su servicio todo este tiempo.

Nosotros hemos visto, no sólo en nuestras tierras, sino en muchas partes donde hemos pasado, que cuando la gente se organiza sola, sigue su buen camino, no hay forma de que se corrompa o se venda, porque nos conocemos entre nosotros. ¿Para qué queremos a los de arriba si sólo nos están persiguiendo, si de ahí vienen los golpes, de ahí vienen los engaños, de ahí viene la explotación? Vamos a librarnos de ellos de una vez por todas y vamos a hacer este país de nuevo.

La Otra Campaña no quiere un cambio de gobierno, la Otra Campaña quiere otro país, otro México, un México de abajo, un México de la gente humilde y sencilla, pero que no sea pobre, que viva bien, que tenga vivienda, servicios, escuelas, hospitales, tierra, precio para los productos de la tierra, buen trabajo, digno, y que pueda respetarse todo esto. Además, como pueblos indios que somos según nuestras formas, nuestras tradiciones, nuestras costumbres.

Eso es lo que les venimos a decir, compañeros y compañeras, venimos a invitarlos, pero nosotros sí los respetamos. No venimos a venderles un producto, como están vendiendo ahorita los partidos electorales, venimos a traerles esta palabra y a pedirles que lo piensen, que lo analicen, que vean si estamos echando mentiras nosotros, o los políticos y los ricos.

Que vean su mesa, vean cómo cada vez tiene menos comida y de peor calidad. Que vean su trabajo, su bolsillo, y vean cómo cada vez hay menos dinero. Que vean las casas de los ricos y vean que cada vez son más grandes, que cada vez tienen más autos, que cada vez tienen más lujos.

Vean y hagan la cuenta y piensen si es que vale la pena que vamos a esperar en vano, de balde, que las cosas van a cambiar desde allá arriba o tenemos que cambiarlas desde abajo.

Si ustedes, en su corazón, en su pensamiento, piensan que hay que cambiar desde abajo, tienen un lugar con nosotros y los vamos a respetar, no vamos a tratar de que se metan en otra organización, sino cada quien donde está, según su forma. Pero pongámonos de acuerdo para luchar juntos, porque si nos encuentran separados —como hace quinientos años— nos van a volver a derrotar.

Eso les pedimos compañeros y compañeras, que se informen, que pregunten con los compañeros que trabajan aquí también en esto de la Otra Campaña, cuál es la idea, cuál es el camino, y si es que llega, que es de acuerdo a su pensamiento, únanse con nosotros.

No vamos a dejar que nadie se enriquezca a costa de este movimiento, no vamos a dejar que nadie se encumbre a costa de este movimiento. Lo que vamos a hacer es que siga el buen camino, siempre escuchando y tomando en cuenta a la gente de abajo, a la gente humilde y sencilla, como la mayoría de los que me están escuchando ahorita.

Esta es la palabra que traemos compañeros, compañeras. Gracias.

Palabras del Delegado Zero en San Jerónimo Acazulco
Estado de México
23 de abril del 2006

Compañeros, compañeras: buenas tardes, les agradecemos aquí en la comunidad que nos hayan recibido, que nos hayan esperado además porque llegamos tarde. Y quisiéramos decir unas palabras que va a tardar un poco, por lo que les pedimos paciencia. No vamos a usar palabra dura, no vamos a hablar como los políticos o los licenciados, sino que vamos a hablar como hablamos de por sí nosotros. Unas partes de lo que les voy a contar ustedes lo conocen porque lo han leído, pero todos aquellos que son indígenas lo conocen porque lo han vivido.

Cuando llegaron acá los españoles conquistaron estas tierras, toda la tierra que era buena la tomaron para ellos y, las comunidades indígenas, unas las esclavizaron y otras las aventaron al monte, a los cerros, a la tierra mala.

Durante tres siglos estuvieron discutiendo si éramos animales o éramos personas, incluso, empezaron a discutir los españoles si es que los indígenas tenían alma o no tenían alma. Después llegaron a la conclusión que sí, pero que éramos como niños chiquitos que “teníamos que educar”, decían ellos. Había que enseñarles y necesitaban un papá. Y ese papá que pusieron los españoles se llamó: el encomendero. Y entonces a los indígenas se los encomendaban a un cabrón, que era el propietario de la tierra, con la encomienda de que tenía que educarlos en la fe y educarlos en la vida. Lo que hacía el encomendero, pues es lo que sabemos nosotros, que nada más explotaba el trabajo, nada más ponía a trabajar a los indígenas todo el día, no le importaba si se morían, como quiera el se estaba sacando su paga.

Después vino la guerra de Independencia, se levantó Hidalgo, luego Morelos, Guerrero, y tantos que aparecen ahí en los libros de historia. Y no aparece el que luchó principalmente, que fueron los indígenas. Las tropas de Hidalgo, de Morelos, de Guerrero, las que derrotaron a las tropas realistas y lograron el acuerdo para que se firmara la independencia, eran gente indígena, gente morena, gente de estas tierras. Eso no aparece en los libros. Pero cuando llega la Independencia, los que llegan al poder dicen: “pues ya quedamos nosotros, ustedes regrésense a sus casas y nosotros vamos a resolverles los problemas”.

Y como indígenas seguimos igual, nos siguieron despreciando por nuestro color, por nuestra lengua, por la forma en que vestíamos. Incluso todavía se burlan de cómo somos en la apariencia física: que si somos morenos, que si somos chaparritos, que si estamos gorditos, o flaquitos o lo que sea. Y lo sabemos que desde entonces nació ese insulto cuando quieren regañar a alguien, o hacerlo sentir mal, le dicen: “pinche indio”, “pinche india”, como si dijeran perro o perra.

Siguieron esos que están en el poder y siguió avanzando los poderosos y sus gobiernos. Llegó Porfirio Díaz y otra vez un gran dolor para todo el mundo en México. Y se vuelve a levantar la gente, y nuevamente las tropas de Villa y Zapata eran de gente humilde y sencilla: indígenas, y no aparecen sus nombres. Matan a Villa, matan a Zapata y entonces quedan otra vez unos en el poder y vuelven a decir: “regrésense a sus casas, ahora sí vamos a respetar a los pueblos indios y a los campesinos”. Y volvió a seguir la historia, esa historia que ya conocen muchos que ya tienen edad aquí y, que cada vez menos hay en el país porque se están muriendo ya de edad.

Nosotros somos indígenas chiapanecos, vivimos en las montañas del sureste mexicano. Si ven un mapa, es el último rincón abajo de nuestro país. No nada más el último rincón geográfico, era también el último rincón en la historia. Nuestras tierras fueron despojadas por los hacendados, nada más que allá les decimos finqueros, y nuestros pueblos fueron aventados a las montañas.

Donde nosotros vivimos no había carreteras, ni hospitales, ni escuelas, ni gobierno. Los niños, las niñas, nacían ahí y se morían, y nadie llevaba la cuenta porque nunca los registraban. Ni siquiera llegaban los partidos políticos, era tan difícil llegar allá y tan no importábamos nosotros como indígenas que ni siquiera iban a hacer campaña electoral. Las casillas electorales se llenaban en la cabecera municipal, con una torta, un refresco, una cerveza a la gente de allí para que estuviera llenado las boletas en lugar de nosotros.

Antes de que nos alzáramos en armas, el PRI ganó la elección con el 110 por ciento de la votación, porque se les pasó la mano porque ya estaban borrachos los que estaban cruzando las boletas.

Todos pensaban entonces, si recuerdan quién era el presidente de México: Carlos Salinas de Gortari que, según esto, era el hombre más poderoso y el que había llevado al país a la modernidad. Y nadie decía que había reformado el Artículo 27 de la Constitución, el que garantizaba la tierra para los campesinos, protegía el ejido y protegía la propiedad comunal. Nadie hablaba de eso, nadie hablaba que se estaba preparando ya otra guerra, como la guerra de conquista que sufrimos hace 500 años.

Como allá no llegaba nada, ni la televisión, ni la radio, ni los periódicos, ni los partidos políticos, ni el pinche gobierno, las comunidades se tuvieron que organizar como de por sí se han organizado todas las comunidades indígenas en este país: de acuerdo en colectivo, de acuerdo como comunidad para resolver los problemas. Y así resolviendo estos problemas: que no teníamos escuelas, ni hospitales, ni buena tierra, como quiera se organizaban por medio civil y pacífico. Y anda vete que vas a hacer una comisión que vaya a la cabecera municipal a la reforma agraria, que vaya a la capital del estado, que vaya a la capital de la República. Juntar los papeles, haciendo la solicitud, llegar con el secretario del que le bolea los zapatos del compadre, del primo, del hermano del funcionario que te firma de recibido, y de regreso. Nunca solución, amontonar papeles con firmas y firmas de un gobierno y de otro, y nunca solución.

Cuando el cabrón de Salinas de Gortari reforma la Constitución y dice que ya no hay tierra, nosotros como indígenas, hombres y mujeres estamos viendo la tierra que está en manos de los finqueros, en manos de los hacendados. Mil, dos mil hectáreas en manos de una familia. Ochenta, cien hectáreas, en propiedad de un pueblo de sesenta o de ochenta familias, además, en los montes llenos de piedras, no se podía sembrar.

Allá, compañeros y compañeras, nosotros no teníamos ni tractor, ni arado. Sembrábamos con una vara que le llamamos coa, es un palo que haces un hoyo y pones la semilla. El surco queda como a veces cose un hombre cuando cose la ropa, que cose todo chueco que se va así, así estaban los surcos. Un hectárea nos rendía, tal vez, si nos va bien: media tonelada de maíz, que era para nosotros para comer, frijol. Para conseguir algo de dinero, sembrábamos café. Toda la familia tenía que ir a sembrar café, hasta los niños más pequeños tenían que ir a trabajar. Había que cargar los bultos de café: cuarenta, cincuenta kilos en la espalda, dos, tres días de camino hasta la carretera, pagar el camión para llegar a la cabecera municipal. Y en la cabecera encontrar al coyote, al intermediario, que como sí hablaba español y nosotros no, nos decía que el precio era más bajo y, que si no nos gustaba que nos regresáramos. Y ni modo de regresarnos, teníamos que malbaratar nuestro café. Ya luego nos dábamos cuenta que nos habían engañado, que el precio del café era más alto del que nos pagaron, pero ya era muy tarde.

Así, conforme fue pasando el tiempo, fuimos cosechando más dolores que maíz o que frijol. Y llegó un momento en que llegamos a cosechar más muertes que dolores. Y las muertes no eran de gente de edad, no eran de hombres, de mujeres que ya hubieran vivido, eran de niños que apenas estaban creciendo. Empezaban a morir de diarrea, porque no había hospitales, ni siquiera una pastilla para darles, de calentura. Y empezó a hacerse una gran matazón, como si fuera una guerra, igual. Nada más que como nadie la ve, como no hay cámaras —como las que están aquí— de televisión o de periódicos, pues igual qué importa que se mueran si nunca va a salir en la cuenta, porque ni siquiera tienen acta de nacimiento.

A nosotros un grupo de mujeres y de hombres nos eligieron como guerreros y nos mandaron a la montaña para prepararnos. Diez años estuvimos en la montaña, sin nada más que animales salvajes y la ayuda que nos mandaban en los pueblos.

Llegó el año de 1992, y si se acuerdan, se cumplieron quinientos años —dicen ellos, que descubrieron—, nosotros decimos que empezó la codicia y la avaricia a cernirse sobre estas tierras. ¿Se acuerdan que hubo muchas movilizaciones? Unas diciendo pues que eran buenos lo que había pasado con la conquista. Y otros, de muchas comunidades indígenas, protestando porque quinientos años después, seguía la miseria, la explotación, y el desprecio, y el racismo y, cuanta madre que tenemos que soportar como indígenas.

En ese año tomamos la ciudad de San Cristóbal de las Casas, pero nadie sabía que éramos nosotros porque teníamos el rostro descubierto como ustedes. Entonces nadie nos vio, qué raro, que a un indígena cuando anda con el rostro descubierto nadie lo mira ni nadie sabe cuál es su nombre.

Tumbamos la estatua de un conquistador de esas tierras, los mismos dueños de esa ciudad, en San Cristóbal de las Casas, los grandes comerciantes, los grandes finqueros, le habían levantado un monumento, no a un indígena que era el que les daba de comer, porque era el que trabajaba para ellos, sino a un conquistador.

En esas fechas, en San Cristóbal de las Casas los indígenas no podían caminar por la banqueta, porque la banqueta sólo era para los seres humanos. Teníamos que caminar por en medio de la calle, junto con los animales. Tumbamos esa estatua, nos regresamos y preparamos lo que pasó después.

Cuando las comunidades empezaron a hacer la cuenta de los muertos, nos llamaron a nosotros y nos dijeron que había llegado la hora de elegir: teníamos que elegir si moríamos como animales en el olvido o moríamos peleando. No era una elección vivir o morir, sino era una elección de cómo nos íbamos a morir.
Nos preparamos y tomamos la decisión de si íbamos a pelear en nuestras comunidades o íbamos a ir donde vivían ellos, a sus ciudades.

Primero que nada, aprovechamos una fecha donde ellos estaban celebrando, que es el año nuevo —el fin de año y el año nuevo—, y empezamos atacando las fincas. Ustedes saben, tal vez, que los finqueros, los hacendados, tienen guardias blancas, o sea gente armada que es la que ayuda a oprimir a la gente, que no son policías, ni ejército, son como, sus guaruras, se dice.

Les quitamos las armas —estaban todos borrachos—, les quitamos las armas, les quitamos la tierra, todo lo que tenían porque era nuestro. Y con esas mismas armas, fuimos y atacamos siete cabeceras municipales más de cinco mil indígenas, hombres, mujeres, niños y ancianos.

En ese entonces, en los primeros días de enero del 94, rendimos a todas las posiciones de la policía de seguridad pública del estado, a las policías municipales. Empezamos a combatir contra el ejército federal. En Ocosingo, que es una de las cabeceras municipales de allá de la selva lacandona atacamos y tomamos el mercado. En los combates fueron tomados prisioneros unos combatientes, compañeros nuestros, indígenas como ustedes, que los tenían amarrados detrás de las manos y pasaron y les dieron un balazo en la cabeza.

Luego hay una foto en donde están todos tirados con el tiro, y luego pasó un soldado y puso un palo a un lado y volvieron a tomar la foto y, entonces empezaron a decir que Marcos había llevado a los indígenas a pelear con palos en lugar de con armas.

Nosotros sabemos que cada vez que la gente se organiza, lucha, empiezan a decir mentiras. Si ustedes por ejemplo se organizan para defender la tierra, inmediatamente en las noticias empiezan a decir: “un pequeño grupo de Acazulco se opone al desarrollo de la región”, “un pequeño grupo de Xalatlaco no quiere el desarrollo en el estado de México”. Un pequeño grupo, sí, siempre dicen así aunque sean miles, aunque sea todo el pueblo.

Nosotros lo sabemos porque no éramos unos cuantos cuando atacamos. Empezamos a pelear con las tropas federales compañeros, les tiramos dos aviones, tres helicópteros y, empezaron los combates duros. Y entonces, México y el mundo se dieron cuenta de que lo que estaba diciendo el gobierno del PRI, de Salinas de Gortari, era una mentira. Que no era cierto que ya todo estaba solucionado, que había indígenas que estaban viviendo peor que antes de la Revolución y que había muchas cosas pendientes.

Pero ya estaban los combates y empezó a haber una gran movilización para que no peleáramos con las armas, sino que dialogáramos, hiciéramos un acuerdo con el gobierno. Eso hicimos, pero no nos sentamos nada más solos con el gobierno así escondidos, como a veces hacen algunos líderes. Lo sabemos que dicen: “yo soy el líder de tal comunidad”, y se lo llevan y ahí negocian, no sabemos qué fue lo que negociaron y luego regresan y le dicen a la comunidad una mentira.

Nosotros invitamos a todos los pueblos indios del país, invitamos a gente pues que sabe de la cuestión indígena a que se sientan con nosotros. Entonces del lado de enfrente, del gobierno, había tres, cuatro tarugos. Y del lado de los zapatistas estaban indígenas, esos que nadie veía.

Cuando atacamos el primero de enero del 94, estamos preocupados de qué va a pasar con las familias de los que van a pelear. Y entonces pensamos que si los van a reconocer, luego el enemigo va a ir a molestar a las familias o les va a hacer daño. Entonces, llegó nuestra idea de que nos vamos a tapar la cara. Y primero nos empezamos a tapar con un paliacate, este palicate era rojo, ya no es rojo, pero el primero de enero del 94 cuando tomamos san Cristóbal era rojo.

Pero en San Cristóbal es como aquí, mucho frío y, era enero, el primer día de enero. Entonces ahí las indígenas tejen pasamontañas de lana, entonces nos tapamos con pasamontañas para el frío y para taparnos la cara. Y es entonces cuando sí nos miraron. Cuando vivíamos ahí, cuando estábamos trabajando como pequeños comerciantes, como campesinos, cuando estábamos trabajando en la ciudad para los ricos nadie nos veía, y cuando nos rebelamos nos empezaron a mirar.

Y desde entonces pues llegó nuestra idea de que es nuestro símbolo como zapatistas, traer el rostro cubierto con un pasamontañas. No es que nos guste —vieran pues cuando hace calor, puta no se aguanta pues—, ni tampoco estamos escondiendo nada —nada más que estamos muy feos, tal vez, por eso nos tapamos la cara, para que no se espante la gente, si no salen todos corriendo y nadie escucha nuestra palabra—, pero no estamos escondiendo nada malo. Lo que hemos hecho lo conocen todos, y los que han ido allá también lo conocen.

El gobierno no cumplió, todos ustedes conocen esa historia en donde el gobierno firma un acuerdo y luego dice no, o luego dice más después y deja que se pase el tiempo a ver si se nos va a olvidar. Pero nosotros no nos olvidamos, ni perdonamos. Entonces nos declaramos en rebeldía y empezamos a organizar nuestras comunidades. Compañeros, la gente, no eran los políticos, era la misma gente como ustedes, no era nadie que llegara de fuera.

Ustedes escucharon pues que yo soy Subcomandante Insurgente Marcos. Esto es así porque hay Comandantes, que son los que mandan, que son indígenas. La mayoría no habla español y, si lo habla, lo habla chueco pues, como de por sí hablamos.

Estos compañeros y compañeras empezaron a organizar los pueblos y empezaron a hacer sus propios municipios, sin dinero, sin gobierno, sin partido político. Y mismo entre los campesinos nombraban a uno —o campesinas—, y que es autoridad. Y durante un tiempo, estos gobiernos, les dan su tortilla, su frijol y ya, no hay dinero. Si es que tiene que hacer comisión a un lado le dan para que agarre su carro y cuando regresa tiene que echar cuentas. Y cuando acaba se regresa a la milpa.

Nosotros les preguntamos: ¿cuándo han visto que una autoridad, presidente municipal, gobernador o presidente de la República regrese su trabajo? Nunca, porque cuando está de gobierno se enriquece.

Pero si antes los gobiernos de fuera no se tomaban en cuenta qué es lo que nos pasaba, pues la misma gente se organizó, organizó su gobierno. Y entonces, sí se tenía que tomar en cuenta lo que la gente quería, porque era la misma gente la que estaba mandando.

Y entonces es donde sacamos esta idea, que pueden ver si van a las comunidades, que dicen: “Aquí, en territorio zapatista, el pueblo manda y el gobierno obedece”. Y hay una parte que no dice: y si no obedece va para afuera.

Les decía yo pues que antes de que nos alzáramos no había escuelas, ahora hay, las construimos nosotros. Hay maestros pero no son del gobierno, son de la misma comunidad que se prepararon y ahora están dando clases. Hay hospitales y antes no había hospitales, los construimos nosotros, los que atienden son misma gente de la comunidad que aprendió de medicina tradicional, medicina alternativa y también de la medicina esa de las farmacias.

Y todo esto fue gracias a que mucha gente de afuera, de México y del mundo, apoyó a las comunidades. Pero ese dinero que llegaba, en lugar de que se lo queda Marcos, o se lo queda Tacho o Ramona, o los que ustedes conocen porque han salido en la televisión, eso lo agarraban las comunidades y empezaron a construir.

Nosotros, nosotras, los que ustedes conocen, no tenemos nada, no hemos ganado nada en esta lucha, más que una plaquita que traemos en el cuello que dice que somos veteranos de guerra, que nos alzamos el primero de enero del 94, es lo único que nos dieron.

Estos días, cuando íbamos saliendo en enero de este año del 2006, murió una compañera que fue muy conocida en México y en el mundo, que era la Comandanta Ramona. En otra parte les contaba yo de… (aplausos) …en otro pueblo les contaba yo de Ramona. Ramona era una indígena que vivía de la artesanía, no hablaba español, nunca lo habló, nunca fue a la escuela, no sabía leer ni escribir, hacía pulseras como ésta que traigo aquí, y las iba a vender allá a San Cristóbal. Eso era digamos como lo conocía la gente, pero si la hubieran visto el Fox, o Madrazo, o Calderón, o López Obrador, pues la ven y ni se acuerdan.

Pero ella estuvo pasando en cada comunidad para organizar a las mujeres para luchar por los derechos de las mujeres, porque lo saben bien pues, como mujeres, que luego los hombres se ponen muy pendejos aunque sean indígenas, y entonces se emborrachan y golpean a las mujeres o a los niños, o piensan que la mujer no debe participar, que la política es sólo cosa de hombres, dicen pues —decían, ahorita ya no los dejan—.

Se organizaron pues las mujeres y pusieron esa Ley, que dice pues que tienen que tomar en cuenta a las mujeres también en la lucha y que también pueden ocupar cargo. Y ella llegó a ser, ella sí, Comandanta. Y ella fue la que dirigió el ataque a San Cristóbal de las Casas, que fue el que se conoció en todo el mundo, aunque atacamos otros lugares, el que se conoció fue el de San Cristóbal de las Casas.

Esta compañera murió, murió de enfermedad a principios de este año. Y la recordamos no sólo porque significó mucho para nosotros como zapatistas, sino la recordamos porque este movimiento que estamos haciendo es de gente como Ramona, no la Comandanta, sino la indígena humilde y sencilla que se rebeló, se organizó y luchó por sus derechos, primero por sus derechos como mujer y como indígena dentro del EZLN, y luego organizando o apoyando a más mujeres en el resto del país y del mundo.

Compañeros pues, lo vimos pues que no, el gobierno no cumple, nos tenemos que hacer como estamos haciendo, cada quien por nuestro lado… Y vimos pues que sí resulta, que no necesitamos a los partidos políticos como pueblos indios, porque antes ya existíamos nosotros y los partidos políticos no existían. Antes no había gobierno municipal ni estatal, ni federal, ni Reforma Agraria, ni Sagarpa, ni Semarnat —ni sé cuántas madres hay de nombre ahí—, y el agua se cuidaba, la tierra producía, el aire estaba limpio, y cuando había un problema entre comunidades, se arreglaba ¿no?

Y cuando llegan estos cabrones y dicen: “aquí la ley, y que los límites y no sé qué”, inmediatamente empiezan a haber los problemas. A veces ni estamos pensando en que nos vamos a pelear con el otro pueblo y resulta que ya llegó un resolutivo de Reforma Agraria y ahora nos estamos peleando entre nosotros. Y están jodidos ellos y estamos jodidos nosotros.

Nosotros lo estamos viendo ahí cuando hay un problema, porque ahí la tierra se tomó, la tierra buena que les platico estaba en planada, que tenía tractor, que tenía agua —donde nosotros ni agua había—, se repartió entre los que no tenían tierra y en colectivo. Entonces empezamos a comer mejor, porque ya no puro monte pues, sino ya lo que sembrábamos. Porque esas tierras, antes, la usaban nada más para el ganado del finquero y ahora se siembra fríjol, maíz, y todo eso.

Bueno, pues entonces estamos ahí, parece que un poco contentos. Bueno, pues si el gobierno no quiere dialogar, no quiere cumplir, muy en su cuenta, pero nosotros aquí como quiera vamos avanzando. Pero muy pobremente, porque así como quiera que estamos mejor que antes, ni siquiera los alcanzamos a ustedes. En nuestros lugares ni siquiera las calles están pavimentadas, casi no hay luz en ningún lugar, y las carreteras son de terracería, o sea de tierra pues, y van a donde están los cuarteles del ejército. Porque ahí está el ejército, tienen miedo de que nos vamos a alzar otra vez en armas.

Estamos viendo pues esto, pero en… ¿se acuerdan que hicimos la movilización para que los diputados y senadores cambiaran la ley y nos reconocieran como pueblos indios y reconocieran nuestro derecho? Esos eran los acuerdos de San Andrés. ¿Qué dicen los acuerdos de San Andrés? Que no pueden hacer nada en una comunidad indígena, si la comunidad no está de acuerdo. Y que el territorio donde está un pueblo indio es del pueblo indio, no es propiedad privada, no se puede comprar ni vender, nadie se puede meter ahí, ni carretera, ni hotel, ni cuánta madre que inventan. Eso decían los Acuerdos de San Andrés.

Y entonces, se reúnen estos cabrones, los diputados y senadores: PRI, PAN, PRD, y dicen: no, los indígenas son para pedir limosna y para hacer artesanías. Y cambian la ley. Y en esa ley pues dicen que nos tienen que dar cada tanto una limosna para que estemos tranquilos. Así fue lo que hicieron pues los partidos políticos.

Entonces nosotros dijimos: de balde, ¿para qué estamos hablando con el gobierno? Primero no cumple, y cuando cumple, cumple lo contrario de lo que pedimos, ya no vamos a hablar con él. Pero cuando hicimos esa marcha pues vimos otras cosas, los vimos a ustedes y escuchamos su palabra y su dolor, y vimos pues está igual el mismo problema que tenemos.

Y escuchamos también a obreros, a campesinos que no son indígenas, a estudiantes, maestros, y vimos pues que esto del desprecio, no es nada más nosotros como indígenas chiapanecos, sino que todos los pueblos indios de México. Y que la explotación y la pobreza no es nada más indígena, sino que a cualquier campesino pues, lo están chingando, también trabajadores de la ciudad, también estudiantes como el compañero que pasó, maestros, choferes, a todos pues, están batallando cada día.

Pues quedamos con ese pendiente, pero como quiera estamos resolviendo el problema de las comunidades, estamos resolviendo pues los problemas de nuestras comunidades, porque ahí decimos nosotros: no vamos a hacer un movimiento para que un cabrón agarre cargo. Porque se acuerdan que entonces decían no pues es que el Marcos está manipulando a los indígenas porque quiere ser presidente, quiere ser gobernador. Y yo ya contesté que para ser presidente o gobernador, hay que ser pendejo y yo no soy pendejo, pues.

Entonces de lo que se trataba era de hacer, se trataba de hacer un movimiento pero que sí le beneficiara a la gente pues, Y ahorita sí podemos dar buena esa cuenta: sí, nuestros pueblos viven mejor, pero no cabal, nos faltan muchas cosas. Y entonces lo que empezamos a ver es qué vamos hacer y entonces empezamos a ver lo que se va a venir, y ahí díganme ustedes si es que estoy echando mentira.

Cuando nos quitan la tierra y nos avientan pues para afuera, pues ahí nos dejan vivir, como quiera, a quién le importan los indios pues. Nomás llegan a la ciudad a vender sus cositas, que siembren la verdura, el frijol, el maíz, y ahí se los compramos y que allá se estén. Y qué importa pues si tienen luz, si tienen calle, si tienen drenaje, lo que sea. Y cada vez que se necesita algo se tiene que organizar la comunidad y tiene que demandar, y tiene que hacer fuerza. Si no, no les dan nada, ustedes lo saben pues, porque lo que tienen es porque pelearon por él, no es porque se los regalaron. Bueno, pero pues estamos así, como que pues acá a quién le interesa, está muy apartado, está muy lejos pues, de la ciudad.

Y entonces, lo que estamos viendo ahorita que va a pasar es que también quieren esos lugares, porque todo lo que está haciendo esto se llama un sistema que se llama capitalista. Y Ahora resulta que el agua también es una mercancía, ahí están las botellas. Antes no. ¿Sí se acuerdan que antes pedías un vaso de agua, te dan y no te cobran? No, ahora tienes que comprarlo.

El aire es una mercancía, lo vimos en Oaxaca, hay unas torres que tienen como un abanico y es para hacer luz, pero es propiedad —¿adivinen de quién?— de españoles y van a llenar ahí todo lo que es tierra ejidal que es para sembrar maíz, frijol, se va a llenar de esas torres.

Los árboles, y a veces también nada más el agua, la tierra, los árboles, el lugar porque está bonito, porque hay aire puro, porque está bueno el clima, también se puede vender, porque no es lo mismo que vas a venderle a un rico una casa en el desierto que hace mucho calor, a un lugar donde está fresquecito y está bonito, entonces se hace una mercancía también el lugar donde estamos. Así y todo jodido como estamos, eso es lo que quieren ellos. Y nosotros como pueblos indios, como comunidades, les estorbamos. Todo lo que están haciendo de leyes es para quedarse con la tierra.

Si hace quinientos años vinieron los españoles con armas y con curas, ahora los extranjeros vienen con diputados, con senadores, con Suprema Corte de Justicia de la Nación, con gobernadores, presidentes municipales, presidentes de la República y secretarios de estado, ese es el nuevo ejército de conquista.

Y entonces todas las leyes que están haciendo es como si estuvieran haciendo una guerra para quitarnos la tierra. ¿Qué es el Procede? Este es un foro agrario, el Procede es una trampa del gobierno que te dice: “no, tú para que no tengas problemas con otra comunidad, te vamos a parcelar”. Pero es el primer paso para que te conviertas en pequeño propietario, la tierra comunal te vamos a parcelar, nada más que nomás allí donde cagas y meas, porque —y donde duermes—, porque el agua, el manantial ya no va a ser propiedad comunal y el bosque tampoco va a ser propiedad comunal. ¿De quién va a ser? Del gobierno, propiedad federal. ¿Y qué va a hacer el gobierno? Vendérselo al rico, porque lo ha hecho siempre, ese es su negocio.

Entonces, si eres ejidatario te convierten en pequeño propietario. Ta bueno, dices, estás contento tú, piensas que ya eres ranchero, aunque sólo tienes diez hectáreas, tal vez menos. Y resulta que para sembrar te venden el fertilizante —que es químico—, y como que la tierra como que la estás drogando, y como que se halla a ese modo, entonces, ya no va a dar mas que si le metes del mismo, y más, y más. Ustedes lo saben como campesinos: estás trabajando la tierra, agarras el producto, vas a venderlo y no tiene precio. No alcanza pues, de balde estás todo el día trabajando, si como quiera no te alcanza la paga.

Entonces, ¿qué haces? Tienes dos caminos: o te vas a Estados Unidos a buscar trabajo, o la ciudad, o te quedas y te endeudas. Y entonces le dices: “fíame el fertilizante, fíame el abono, fíame la semilla”. Y el otro muy contento te dice: “sí, no hay problema, dame los papeles como garantía que me vas a pagar”. Y como quiera el producto no sube de precio, vas juntando deuda, deuda, deuda, hasta que ya no puedes pagar. Y entonces el rico te dice: “ya la tierra es mía, tú estás acusado de despojo”.

¡Tú!, que tu familia, tu papá, tu mamá, tus abuelos, tus bisabuelos, tus tatarabuelos estuvieron en estas tierras, estás acusado de despojarle a un cabrón que nunca ha venido aquí y que ahora es el dueño de la tierra. Ahí empieza el Procede, eso es a donde va el Procede y el Procecom. Y entonces, por la misma ley, es que nos están despojando. Y nosotros estamos pensando de que vamos a organizarnos para que la ley se cumpla.

Compañeros, la ley no la hicimos nosotros, la hicieron ellos. Están diciendo aquí los compañeros que están, que les dicen que tienen que dejar que entren las carreteras para que haya desarrollo. ¿El desarrollo de quién? No es lo mismo que se desarrolle el rico a que se desarrolle el pobre. Y esas carreteras son para que se desarrolle el rico. Dice: “no pues es que tiene que haber desarrollo, progreso” Pero no es cierto, compañeros.

Cuando ponen un aeropuerto, las comunidades de alrededor no se desarrollan y no progresan: desaparecen. Y claro, los engañan, y aquí ya les estoy contando lo que me han contado —como ustedes— donde hemos hecho reuniones.

En Hidalgo: les ponen el aeropuerto, les quitan la tierra con engaños, expropiada, les pagan veinte pesos metro cuadrado. Se sabe que va a ser un aeropuerto y sube a setecientos pesos metro cuadrado, pero ya no es de ellos, es del intermediario que les compró bien barato. Les dicen: “les vamos a dar trabajo de taxistas, ahí puedes poner tu puestecito de quesadillas, lo que sea pues que haces”. Mentira, cuando hacen el aeropuerto, ya viene concesionado el taxista de otro lado. “Pero vas a tener empleo de albañil”. Mentira, si le pueden pagar más barato a los indígenas que viven en la sierra que no tienen nada: sin derechos, sin sindicatos, sin seguro social, sin nada.

Entonces, a esa gente le quitaron la tierra y le quitaron la vida. Y como comunidad indígena, una comunidad indígena que pierde la tierra: desapareció. Ahí perdió la lengua, la cultura, el modo, todo, porque lo que nos hace comunidad indígena es la tierra en donde estamos.

Entonces, están todos estos planes del gobierno. Nosotros vemos: viene —decimos nosotros pues—, viene otra guerra de conquista. Si peleamos solos nos va a pasar lo mismo que cuando llegaron los españoles. Entonces, lo que tenemos que hacer para que no pase igual es unirnos entre todos para enfrentarlos allá a los de arriba, pero no con las armas, sino con movilización. Que de por sí pues sabemos cómo hacer la movilización pacífica y civil.

Ahí estamos pensando: no, pues es muy buena idea, pero esta cabrón pues estamos en la montaña, ¿cómo le vamos a hablar? no vamos a hablar por teléfono: a ver Acazulco. “¿Y tú quién eres?”, me va a decir pues. Entonces dicen: no pues tenemos que ir a hablar con ellos, a conocerlos y que nos digan su pensamiento, cómo es su lucha, porque ahí vamos a aprender, según cada quien cómo se organiza y cómo lucha.

Y entonces así vamos a conocer la lucha, y nos vamos a conocer, y nos vamos a respetar. Porque ya conocemos que estamos también pues, jodidos. Y entonces, proponemos pues que haya un acuerdo, porque a eso vine yo aquí a Acazulco. Nosotros los zapatistas queremos ser sus compañeros y compañeras, no en la guerra pero sí en la lucha. No les venimos a que hay que alzarse en armas; les venimos a decir que hay que unir nuestras luchas y pelear juntos.

Pero mira compañero, ahorita llevamos dieciocho estados. ¡Puta! y lo que hemos visto no cabe en una urna, no cabe en las elecciones. Es muy grande lo que hay de coraje, de engaño, de todos los despojos que ha hecho el gobierno, sobretodo en el campo. Pero está completamente madreado todo. Y donde antes se producía algo, lo que fuera: nada, puros centros comerciales, centros turísticos. Ahí, como explicó el compañero, va a haber pues un corredor turístico desde aquí hasta Morelos. ¿Acaso va a haber puestos de quesadillas? No compañeros, puros puestos de hamburguesas, de hot dogs, de empresas extranjeras pues.

Y ustedes van a tener su puestito atrás, donde no se va a ver, o en una calle pues que está a un lado, ahí no va a llegar nadie. Si es que los dejan estar, a lo mejor ni eso.

¿Y ustedes creen que les importa que con esas pendejadas que están haciendo van a destruir el agua, el monte? No les importa, lo que les importa es ganar dinero. Y entonces, lo que están haciendo es destruyendo la naturaleza. Y uno dice: “pues qué pendejos, porque y luego dónde van a vivir”. Pues sí, son bien pendejos, no están pensando pues en qué va a pasar después, lo que quieren es ganar. Como quiera dicen: “si tengo dinero, pues me voy a otro lado, y a otro lado. Y si les dices: “es que si destruyes ahí, vas a destruir a tantos miles de gentes”. “Qué me importa pues, son indios”, como dijeron los españoles cuando llegaron aquí hace quinientos años, igualito: “Qué importa si se mueren si hay mucho trabajo, ahora, qué importa si se mueren si les quito la tierra”. Pero ya no es que nos la van a robar a la mala, no las van a robar con las leyes, si es que nos dejamos. Nosotros decimos que no hay que dejarse.

Y ahorita si ustedes luchan solos, si nosotros luchamos solos, nos van a derrotar. Entonces, porqué no nos unimos todos los que estamos jodidos en el país. Pero no nada más pueblos indios, vamos a unirnos también con la gente de la ciudad que también está jodida. A los obreros los tienen bien jodidos, ya no les dan derecho pues, de que si van a hacer huelga, les quitan el seguro social, los hacen trabajar más. Ahorita están trabajando —nos contaron pues—, mujeres que trabajan en maquiladora: catorce horas diarias. ¿Sabes cuánto le pagan? Cuarenta y cinco pesos al día, ni pal’ pasaje les da.

Entonces, todo eso pues que está pasando, nosotros decimos: pues nos organizamos entre todos a nivel nacional. Y entonces compañeros, está la pregunta: si organizamos y nos unimos todos ¿para qué los queremos a ellos, a los que están arriba? ¿Para qué queremos pues un gobierno que nomás nos está engañando, nos está robando y nos está quitando lo que tenemos? Mejor hay que quitar al gobierno, todos, de todos los partidos políticos. Y entonces, ¿cómo nos vamos a gobernar? Como dijo el compañero: “nosotros sabemos cómo, es nuestro derecho”. Pero además ya lo sabemos hacer, ya lo vimos, y ya lo hemos hecho antes.

Y no es aquí de que en lugar de López Obrador, de Calderón, o de Madrazo, vamos a meter a Marcos. No, ni madres, Marcos tampoco. Mismo la comunidad de aquí, o cada comunidad donde está que se organice y se tiene que respetar ese acuerdo. Viera que es así en todas partes, compañeros, ¡uta! serían mejor las cosas. Sí va a haber problema, pero es diferente, porque sabemos que entre comunidad sí se resuelven los problemas. Pero sabemos que cuando se mete el gobierno o un partido político no se soluciona, nomás queda dividida pues la comunidad.

Y entonces, si ya tenemos esa fuerza y ya quitamos a los gobiernos, entonces hay que preguntarse: ¿y para qué queremos a los ricos? Para qué queremos… La compañera… no, el compañero habló de alguien que tiene una tierra, una señora, un rancho ¿sí?, ¿para qué lo queremos?, ¿para qué queremos a esa señora? Ese rancho tiene que pasar a gente que sí trabaje esa tierra, en colectivo. ¿Para qué queremos al propietario de Wal Mart, de la tiendota esa, de Comercial Mexicana? ¿Para qué queremos a los propietarios de las grandes líneas de transporte? ¿Para qué? Si ellos no trabajan, los que trabajan son los choferes, los que trabajan son los empleados, los que trabajan son los campesinos. Ellos están ahí sin trabajar y se están haciendo más ricos. Y nosotros, que trabajamos, nos estamos haciendo más pobres. Entonces nosotros decimos: de una vez, fuera el gobierno y, junto con él, los ricos.

Y entonces qué pasa pues, si hacen la cuenta, compañeros, pues resulta que salió más grande que la Revolución Mexicana y más grande que la guerra de Independencia. Entonces, tenemos que hacer otra ley —otra Constitución, decimos nosotros—, y ahí sí tiene que ser una ley para la gente que trabaja, no para la gente que manda. Y la ley tiene que poner que el gobierno que queramos nosotros poner, nos tiene que obedecer.

Lo sabemos: cuando vienen los candidatos, el gobernador, el presidente, si es que viene —no sé si viene porque el tarugo ese ni siquiera sabe dónde está el baño, por eso se caga en las conferencias de prensa—, es Fox, ahorita puede ser cualquier candidato, pero ahorita estoy hablando de Fox. Pues viene y dice: “compañeros” o “chiquillos, chiquillas” —no sé pues, cómo diga ese señor—, dice: “aquí les voy a traer esta obra”, que a lo mejor ustedes no quieren. Y ¿a quién le da el dinero? ¿Por qué no se le pregunta a la gente pues qué es lo que se necesita aquí? Que saquen acuerdo. Y que todos vean claramente dónde se gastó el dinero y en dónde no, para que nadie se lo clave.

Lo sabemos que cada vez que pedimos una obra, un proyecto que se necesita, el gobierno dice: “no hay dinero”. Y si no hay dinero, entonces ¿de dónde sacan tanto que gastan —como dijo el compañero— en la campaña electoral? Pero es una millonada. ¿De dónde sacan dinero los ricos, si es que no hay dinero? Hay, lo producimos nosotros, pero se lo quedan ellos. ¿Qué va a pasar si en lugar de que se lo queden ellos, nos lo quedemos nosotros? Vamos a vivir mejor, va estar mejor nuestro pueblo, nuestra casa, nuestra escuela, nuestro hospital, nuestro campo, nuestro producto.

Entonces, no se trata de que alguien viene a mandar aquí, sino que la misma gente manda. Eso es lo que decimos nosotros: tenemos que agarrar en nuestras manos nuestro destino, no confiarlo a nadie más, entre nosotros organizándonos.

Y entonces, está este movimiento de la Otra Campaña que es nacional, decimos nosotros, en todo el país, porque de por sí hay compañeros y compañeras en todo el país que ya están dispuestos, compañeros. Ahora sí que les estamos pasando a avisar, a ver quién le quiere entrar. Nos vamos a alzar y vamos a derrocar al gobierno. Y vamos a sacar a los ricos. Pero necesitamos de ustedes, nos hacen falta pues. Sin que se vayan de aquí, pero con su fuerza de su organización. Si tienen una lucha, nos apoyemos; si tenemos una lucha, nos apoyemos.

Entonces que los gobiernos, los ricos, no nos agarren separados, sino que si quieren hacer un mal en Acazulco, o en La Marquesa, o en Xalatlaco, o en Chiapas, juntos, todos respondamos. Y si ya respondemos juntos, de una vez que se vayan ¿para qué vamos a estar con el pendiente de ahora que maldad van a hacer?

Entonces, ya a la chingada Reforma Agraria, todos esos papeles. Hay que volver a hacer todo, partiendo de nuestra tradición pues como comunidades indígenas: aquí las cosas eran así antes y así van a volver a ser en la tierra. Pero ya no vamos a vivir como antes, sino que vamos a vivir mejor porque ahora la riqueza va a ser nuestra.

El que sea compañero, hombre o mujer, aunque sea que es niño, que es joven, que es adulto, o que es anciano, quiere que lo vamos a ver. Porque no es que le estamos hablando de que a ver cuándo se nos va a ocurrir hacerlo. Lo tenemos que hacer ya, por eso a nosotros no nos preocupan las elecciones. Porque sabemos que allá arriba, según se arreglan —porque se arreglan entre ellos—, como quiera nosotros tenemos que hacer lo que tenemos que hacer acá abajo, y tenemos que salvar este país.

Y cada tanto —es lo que decimos— a este país, a este país que se llama México todavía, si lo dejamos como está, va a desaparecer.

Y entonces, este país necesita de sus pueblos originarios, de los que lo nacieron, de los pueblos indios, primero que nada. Y ésos, los pueblos indios, son los que vamos a tener mayor decisión, mayor coraje en la lucha, porque conocemos pues todo lo que están destruyendo y lo que está pasando, pero ya no vamos a ir solos como otras veces, vamos con obreros, con campesinos no indígenas, con estudiantes, con maestros, con jóvenes, con ancianos, con todos.

Pero ya que ganemos —porque vamos a ganar nosotros—, tenemos que cuidar que no pasa lo mismo: que nos vuelven a olvidar. Y entonces, quiere que en este movimiento, cuando termine, los pueblos indios tienen que quedar adelante y mantenerse adelante con su propia lucha. Que nunca nadie más nos vuelva a humillar, a despreciar, a aplicar el racismo, la burla o el insulto por ser indígenas. Nos tienen que respetar, porque en nosotros está la salvación de este país, no en los políticos, ni tampoco en Marcos: en los pueblos indios organizados, pero unidos con todas estas fuerzas.

Aquí vienen en la karavana de otras organizaciones, de otras partes de México, no nada más vengo yo de Chiapas pues. Vienen de otras partes: del DF, de Morelos, de Querétaro, Tlaxcala, de Sinaloa, de donde quiera pues vienen, que están oyendo y conociendo también. Y unos están grabando su voz para que la conocen en otros estados, y ustedes también pueden conocer lo que se ha dicho en esos otros estados.

Entonces, compañeros y compañeras —ya se me están durmiendo—, esa fue la palabra que les traemos. Gracias compañeros, compañeras.

Palabras del Delegado Zero-Reunión en Huixquilucan
23 de abril del 2006

Compañeros, compañeras, buenas tardes. Les queremos agradecer que estén aquí para escuchar nuestra palabra a pesar de que está haciendo frío y que está lloviendo, principalmente los compañeros y las compañeras que nos están cuidando aquí.Hace unos años, después de que nos alzamos en armas y empezamos la guerra contra el supremo gobierno, empezó un dialogo en una comunidad indígena de los Altos, una comunidad zapatista que se llama San Andrés. Ahí iban nuestros comandantes y comandantas a hablar con los representantes del gobierno. Estaba rodeado por soldados del Ejército Federal, por policías y por orejas. Y, entonces, las comunidades indígenas mandaron hombres y mujeres, así como ustedes, a que hicieran un cinturón de protección, de seguridad.

Ahí en el lugar de donde les estoy platicando hace mucho frío; como aquí o tal vez más. Y una madrugada empezó a llover, una lluvia muy fría como ésta que estamos ahorita, y todos los que estaban de los soldados inmediatamente corrieron a meterse debajo de los techos y los únicos que quedaron firmes sin moverse fueron los indígenas zapatistas, hombres y mujeres, ni siquiera se cubrieron con un nylon.

El mando de ellos, el mando de los militares, de los federales, se les quedo viendo un rato a ver si se iban a mover y vio que no. Le dio orden a su tropa que volviera a tomar posición del cinturón que estaban haciendo ellos y unos le obedecieron y otros no, hasta que tuvo que dar la orden que se protegieran, que se pusieran sus impermeables, para que salieran a hacer otra vez su guardia. Y entonces este general se acercó con otro y le dijo —y le señaló a los indígenas zapatistas que estaban haciendo la guardia—, dijo: “ojalá y lleguen a un acuerdo, porque si sigue la guerra nosotros no vamos a poder con esta gente, porque no aguantamos lo mismo que ellos”, así dijo y así ha pasado desde entonces.

Compañeros y compañeras: gracias otra vez por recibirnos así y gracias por esperar nuestra palabra. Lo que nosotros estamos haciendo en la Otra Campaña, es tratando de encontrar a gente como ustedes, de escuchar su palabra, llevarla más lejos a que otros la conozcan y traer también la palabra de otras partes.

Nosotros sabemos lo que está pasando aquí en esta zona, ya hemos escuchado mazahuas, otomíes, como ustedes, y también de otros pueblos indios aquí en el estado de México, y lo sabemos que mientras más pegado está al Distrito Federal, entonces vienen tres grandes amenazas: los amenaza el partido PRI que es el que gobierna en el estado de México, los amenaza el gobierno PAN que es el que está en el gobierno federal, y también los amenaza el PRD que es el que está en el gobierno del Distrito Federal.

Lo sabemos que ambicionan estas tierras, todas, no se van a detener aquí, sino que van a ir más hacia adentro, a hacer crecer su cinturón de riqueza, tratando de desaparecernos como pobres que somos y, además, como pueblos indios. Eso creen ellos, pero nos han platicado aquí los compañeros de San Mateo cómo se están enfrentando a grandes poderes del dinero; cómo están haciendo trampa aquí, también nos han platicado los compañeros de Santa Cruz, de San Fernando, de San Francisco, de los pueblos que están aquí reunidos; cómo los gobiernos están usando las leyes para quitarnos las cosas. Y las cosas para nosotros son la tierra, y quitarnos la tierra es quitarnos la vida.

Nosotros somos indígenas de Chiapas, entendemos bien lo que es la relación de la tierra: no es nada más que nos da de comer, sino está aquí nuestra historia, nuestra cultura, nuestros muertos, nuestra dignidad. Entendemos bien su decisión de resistir, entendemos bien su decisión de que van a estar aquí y que sólo los pueden sacar muertos.

Pero nosotros estamos haciendo la cuenta de todo lo que llevamos en los estados de la república, de todos los pueblos indios, de todos los campesinos que han sido despojados de sus tierras con las trampas del Procede y del Procecom, y hacemos las cuentas también de la gente que en la ciudad de México, o en otras partes aquí del estado de México, están también indignados, encabronados, con todas las trampas que está haciendo el gobierno: tanto obreros, como campesinos, como empleados, como estudiantes. Y entonces decimos que porque no en lugar de la fuerza que estamos usando para resistir, porque no usamos esa fuerza y la unimos y vamos por ellos, tumbamos a los malos gobiernos y corremos a los ricos que se quieren apoderar de nuestras tierras.

No basta con que resistamos solos, tenemos que unirnos, y no basta con que resistamos unidos, tenemos que ir por ellos, tenemos que pasar a la ofensiva, atacar a los ricos y a sus malos gobiernos y echarlos. Atacarlos con movilizaciones civiles y pacíficas, pero no nada más aquí en Huixquilucan, ni sólo en el estado de México, también hacer acuerdo con el Distrito Federal, con Morelos, con Guerrero, con Michoacán, con San Luis Potosí, con Querétaro, con todos los lados donde hay ya compañeros y compañeras que tienen la misma decisión de ustedes y de nosotros, según hemos escuchado.

Nosotros vemos que el problema que estamos teniendo cada quien es que tenemos una rabia: una rabia por la justicia. ¿Qué es lo que nos da rabia? que aquí el que tiene dinero es el que compra los jueces, el que hace las leyes a su servicio. Y si la gente es pobre, pues entonces no importa qué le pase, porque no tiene dinero para comprar un fallo favorable en la reforma agraria, o porque no tiene compadres en la reforma agraria o en las autoridades para que los beneficien a la hora de dar los dictámenes. Lo sabemos bien que eso es lo que está pasando y nos da coraje y nos da rabia.

Y nos da rabia cómo empieza a crecer la mancha urbana y a darnos cuenta que los famosos segundos pisos de López Obrador —que ahora quiere ser presidente de la república— vienen para acá, y no para comunicarlos a ustedes con la ciudad de México, sino para que esas grandes vialidades sirvan a los fraccionamientos de lujo que se van a construir acá.

Nos da rabia saber que se están llevando el agua. Nos da rabia saber que cuando unos ricos van a vivir a un lado primero les ponen sus calles buenas, primero les ponen sus jardínes, su agua entubada, su teléfono, sus buenas casas, y ya después se van a vivir allá. Y, en cambio, la gente pobre tiene que estar luchando todo el tiempo, no nada más para trabajar, sino para levantar su casa y un poco mejorarla, y encontrarse otra vez con que el ladrón que es presidente municipal, que es gobernador, que es presidente de la república, todavía está haciendo leyes y está vendiendo estas tierras como hace quinientos años cuando llegaron los españoles a conquistarlas.

Da rabia y parece que no podemos contra ellos. Da rabia y se juntan unos con otros, y siempre parece que es poco frente a la fuerza que tienen ellos, que son los que tienen el dinero y hacen las leyes y ponen a sus gobernantes según les convienen. Nos da rabia pero también nos da desconfianza. ¿Por qué vamos a confiar en un partido político? ¿Por qué vamos a confiar en otro líder que llega a hablarnos y a prometernos cosas? ¿Por qué vamos a confiar si siempre vemos que los líderes se venden, que luego que se levanta un movimiento resulta que fracasa, pero el líder tiene su carro, su casa, su buena ropa, todo lo que antes no tenía, gracias a que vendió el movimiento?

Y entonces venimos cargando eso: como ancianos que ya vimos muchas cosas; como adultos que vemos la injusticia en el trabajo, desconfiamos de nuestros líderes sindicales o de los patrones, o de todo el que dice que nos va a ayudar; como jóvenes que desconfiamos porque nos maltratan y nos persiguen nada más por la forma en que vestimos, porque pensamos, porque somos rebeldes, porque eso significa ser joven; y también como mujeres desconfiamos de quien nos viene a decir qué cosa.

Y entonces, tenemos esta rabia contra los que están arriba y pensamos que ¿qué vamos a hacer si desconfiamos de todo? Y volteamos a ver abajo, abajo de donde tenemos la mirada y la cabeza, y a la izquierda encontramos nuestro corazón, el de cada uno, el del colectivo que somos, y entonces pensamos: “en él sí confiamos”.

Y entonces, estamos preguntado cada quien, en cada lugar, si hay un lugar para el corazón que tenemos, que es en el que confiamos, que es el que no nos va a traicionar.
Y vemos que no caben los partidos políticos, no porque no lo quieran, sino porque en nuestro corazón, su rabia y su indignación, es más grande que cualquier partido político que está luchando por el poder ahí en las elecciones.

No cabe ningún gobierno, no cabe aquí en Huixquilucan, ni en Santa Cruz, ni en el estado de México. Y entonces, nosotros venimos a decirles que su corazón cabe en la Otra Campaña, que este es el lugar. Que no se trata de confiar en Marcos, ni en ningún partido político, sino de confiar en ustedes mismos, como personas, como familia, como organización, como comunidad.
No se trata que entren a otro lado, sino que su misma lucha la vuelvan a levantar otra vez, unidos ahora con nosotros, con los zapatistas y con todas las organizaciones, grupos, colectivos, individuos y familias que estamos en la Otra Campaña.

Nosotros no estamos buscando un cargo, compañeros y compañeras, tampoco estamos buscando ir a ver al gobierno para olerles los pedos, como hacen pues los partidos políticos o los líderes falsos. Nosotros ya sabemos lo que pasa: que nos traen dando vueltas, nos sacan dinero y, finalmente, el que tiene más dinero que es el rico es el que se va a quedar con todo.

Lo que nosotros queremos es hacer este movimiento nacional para derrocar a los gobiernos, a todos, no nada más al presidente municipal de Huixquilucan, no nada más al gobernador Peña Nieto, no nada más a Fox o al que quede allá arriba. También a los ricos, que son los que mandan. Si ya lo vimos aquí en al zona ésta del estado de México: que los afecta el PRI, el PAN y el PRD, vemos que es lo mismo. Como comunidades indígenas nos ofrecen lo mismo: el desprecio, la burla, el despojo de nuestras tierras ejidales o comunales. Pero vemos también que es lo mismo el que le manda: es el dinero extranjero.

Y ahora resulta que en nuestro país nuestra tierra se está muriendo y está pidiendo que nosotros, los pueblos indios, los guardianes de la montaña, los guardianes de la tierra y de las aguas, la defendamos, defendamos nuestra patria de esos extranjeros que se quieren apoderar de ella. Si no lo hacemos nosotros, nadie lo va a hacer. Ningún partido político de los que están allá arriba va a defender a nuestra patria. Y si no la defendemos se va destruir, se va a morir así como se va morir la tierra conforme va avanzando el asfalto, el cemento y el hierro que la empieza a invadir.

Hace tiempo, estábamos aquí tranquilos y la ciudad allá, y resulta que fue creciendo y creciendo y ahora quieren estas tierras. No les basta con Santa Fe y con Interlomas, quieren el Desierto de los Leones, quieren La Marquesa, quieren Xalatlaco, quieren todo el estado de México. Y los que estorban aquí no son los gobernantes, que están a su servicio, los que estorban aquí somos nosotros: los pueblos indios, nosotras, nosotros, los trabajadores que vivimos de aquí mucho antes de que ellos siquiera llegaran a esta tierras.

Nosotros no venimos a decirles que luchen, porque ya de por sí están luchando y resistiendo. Nosotros venimos a decirles que tenemos que unirnos todos con respeto, sin que nadie nos mande, sino haciendo acuerdo entre nosotros de cómo nos vamos a movilizar para acabar con esos ricos y con esos malos gobernantes. Eso es la Otra Campaña. Aquí venimos a escuchar su voz, a que se haga grande y llegue lejos. Venimos a aprender de ustedes; a que nos enseñen a luchar con su modo y con su forma. Venimos a escuchar su palabra y a hacerla grande dentro de nuestro corazón, y aprender a respetarnos unos a otros y a confiar entre los que somos abajo, los que somos humildes y sencillos.

Queremos hacer un Plan Nacional de Lucha, un programa que podamos luchar entre todos, abajo. Pero que no venga nadie a decirle a Santa Cruz qué es lo que necesita, si la misma gente de Santa Cruz sabe lo que necesita. Igual de todos los pueblos de Huixquilucan, del estado de México: otomíes, mazahuas, náhuatls, todos los que haya, y en todo el país igual.

Que la gente de abajo haga oír su palabra y diga: “¡esto es lo que se necesita!”. Y entonces, nos levantemos juntos, tumbemos a los gobiernos, los metamos a la cárcel que es donde deben estar, expulsemos a los ricos de este país. Y entonces sí, la tierra va a volver a nacer, va a volver a vivir.

Eso es lo que queremos hacer y a eso los estamos invitando como joven, hombre o mujer; como adulto, hombre o mujer; como niño, hombre y mujer; como anciano, hombre y mujer.

Eso es lo que queremos hacer compañeros. Tenemos la fuerza y la resistencia. Ningún cabrón rico iba a estar aguantando aquí el frío y la lluvia. Es la gente de abajo que está buscando camino. Éste es otro camino: el camino de la Otra Campaña y a eso los estamos invitando.

Gracias compañeros, gracias compañeras.

 

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https://enlacezapatista.ezln.org.mx/;audio/230406bsub en valle del conejo.mp3;El delegado zero en La Marquesa;

https://enlacezapatista.ezln.org.mx/;audio/230406asubxalatlaco.mp3;Mitin en Xalatlaco;

https://enlacezapatista.ezln.org.mx/;audio/230406csubenSanJeronimoAcazulcoFOROAGRARIO.mp3;En Acazulco;

https://enlacezapatista.ezln.org.mx/;audio/230406dasubSantaCruzAyatozcoreunion.mp3; Reunión en Huixquilucan;

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6 Comentarios »

  1. Hey
    Ya vi el itinerario y no veo reunion alguna en la Zona SUr. Por supuesto habra en la UNAM pero faltan LOS PUEBLOS DEL AJUSO.
    Hablemos al respecto. Propongo el Domingo 30 despues de la reunion en Magdalena Contreras

    no puedo dejar este mensaje en la pagina del sub, nunca acepta mi pasword alguien mandelo porfa Gracias
    PD Animo, estamos juntos todos, al EDOMEX no puedo ir porque ando galactia pero vengan al Ajuso el 30 de abril en la tarde 5pm

    Comentario de petranegrete — abril 24, 2006 @ 5:20 pm

  2. Vamos carajo…

    Somos un chingo y seremos mas.

    vamos todos por el camino de abajo.

    Saludos y suerte a la otra campaña.

    somos de izquierda izquierda

    Comentario de Víctor manuel López-Hernández — abril 25, 2006 @ 11:27 am

  3. Bueno yo estoy al tanto de todo lo que sucede en lo otra campaña y me da nucho usto que ya esten en el D.F.
    Lo malo es que no se las fechas exactas de donde van a estar cada dia que lastima, porque me gustaria mucho acompañarlos y aderirme a la misma.
    bienvenidos y espero que su estancia sea de lo mas provechoso.

    Comentario de paty reyes — abril 25, 2006 @ 12:04 pm

  4. BIENVENIDOS TODOS LOS QUE VIENEN CON LA OTRA CAMPAÑA, MI COMPAÑERO TIENE RAZON, SOMOS UN CHINGO Y SEREMOS MÀS, TODOS UNIDOS, QUE CHIDO QUE ESTEN AQUI, LAMENTO MUCHO NO TENER LAS FECHAS EXACTAS DE DONDE Y AQUE HORA VAN A ESTAR EN SUS PLENARIAS, SI ALGUIEN ME PUDIERA AVISAR LE AGRADECERIA MUCHO, YA QUE MIS VALES Y MI FAMILIA LOS QUIERN ACOMPAÑAR, POR SI ALGUIEN LEE MI MAIL AHI SE LOS DEJO: edurne_84@hotmail.com

    Comentario de claudia ramirez — abril 25, 2006 @ 8:38 pm

  5. ME FALTO AGREGAR, VAMOS CARAJO!!!!, QUE DE ABAJO Y DE LA VERDADERA IZQUIERDA ES QUE SOMOS NOSOTROS, LOS QUE TRABAJAMOS DIA A DIA PARA HACER DE ESTE PINCHE MUNDO UN LUGAR MEJOR, AHORA MAS QUE NUNCA…TODOS JUNTITOS… COMPÑEROS,
    VALE Y SALUD A LA OTRA, A LOS OTROS Y A LOS NUESTROS!!!!!!!!

    Comentario de claudia ramirez — abril 25, 2006 @ 8:41 pm

  6. De izquierda. Somos de izquierda.

    Somos de izquierda porque somos de izquierda, sí, de izquierda, y que nadie lo dude. De izquierda real. No pantomima. No engaño, no mentira. Venimos de abajo, de todos los rincones de la tierra luchando por un mundo mejor. De corazón lo hacemos.

    Nos dirige el color de la tierra y el corazón del pueblo.
    Nuestros caminos parecen solitarios a la Luz de los de arriba.
    Pero abajo ya muchos caminamos por la izquierda lúcida.

    No tenemos nada que perder y sí mucho que ganar.
    No importa que nuestro avance sea despacio.
    De por sí nos late el corazón de forma serena y tranquila.

    De Izquierda son nuestros orígenes, nuestros principios, nuestra identidad…, nuestro destino.

    Comentario de Jonathan — mayo 30, 2006 @ 1:04 pm

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