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Tecomalco
Anenecuilco
Mitin contra la gasolinera
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Palabras del Delegado Zero en Tecomalco, Morelos.
11 de abril del 2006
Compañeros, compañeras, buenas tardes, gracias.
Parece ser que salió cierto esto de que nos habían dicho que Emiliano Zapata había dejado un mensaje para que fuera pasando de un lado a otro y de una generación a otra, hasta que encontrara otra vez a una generación o a varias generaciones de mexicanos y mexicanas que lo entendieran. Y resulta que fue con el combatiente zapatista Ángel Torres que lo dejó, él lo pasó a su hija, y él viene a traernos a todos, no nada más a mí, ese mensaje.
¿Qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a hacer con la situación que hemos visto en el campo y en la ciudad por todos lados donde hemos andado? Y eso es lo que estamos haciendo, compañeros y compañeras. El número no nos espanta, como zapatistas, el EZLN empezó con seis también, y poco a poco, hablando con más gente y escuchando, fue creciendo y es ahora que estamos junto con todos estos compañeros y compañeras que están en la Otra Campaña.
Los compañeros del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, de Atenco, nos han contado la historia de una victoria, de alguien que se trincó en defensa de la tierra y que desafió al gobierno federal, a los grandes intereses nacionales e internacionales, para mantener la tierra y triunfó, como ellos dicen, triunfaron por el apoyo de mucha gente, pero sobre todo por la decisión que tuvieron algunos de ellos.
Les voy a contar la historia de varias derrotas, de gente que no defendió la tierra, que se dejó engañar por el gobierno o que se desmayó. Gente a la que la engañaron y le dijeron que era mejor que agarrara unos pocos pesos por metro cuadrado o por hectárea, porque si no le iban a expropiar la tierra. Y que ahora se tiene que asomar detrás de una reja, como esa que estamos aquí, y ver cómo en la tierra que antes producía maíz o frijol, o alguno de los productos del campo, ahora se está llenando de concreto, de cemento, de construcciones.
A estas personas en el estado de Hidalgo, les pagaron 20, 25 pesos el metro cuadrado. Ahora las tierras que vendieron están costando 700, 750 pesos el metro cuadrado. Les dijeron que iba a traer beneficio y desarrollo esa venta de la tierra, y que ahí donde se iba a construir el aeropuerto ellos iban a poder manejar taxis, tener tiendas. Y ni siquiera pueden cruzar al terreno que antes fue suyo.
Resulta que las empresas que llegaron junto con el aeropuerto, ya traían sus empleados. Y entonces, con trabajos pudieron poner una tiendita con el dinero que recibieron, y nadie se para a comprar con ellos. Han tenido que emigrar a Estados Unidos, algunos de ellos murieron cruzando el Río Bravo, otros fueron agarrados por la policía migratoria de Estados Unidos y regresados, y andan de un lado a otro como fantasmas.
Y resultó —nos contaban ellos— que cuando un pequeño grupo se resistía a vender la tierra, decía: “si nos quitan la tierra, nos quitan la vida y nos vamos a convertir en fantasmas”. Y esta gente está diciendo eso, “somos ahora fantasmas, caminando de un lado para otro, sin nada, sin raíces sin siquiera, sin futuro ni vida”. Esa fue la historia de una derrota.
Pero tenemos el ejemplo de Atenco, del Frente de Defensa de los Pueblos, y muchos otros ejemplos que hemos ido encontrando de victorias en el resto del país. A nosotros, como Otra Campaña, todas las organizaciones que estamos acá, no nos importa si aquí, en el comal de piedra —que creo que es la traducción del nombre de este pueblo, según vimos en un letrero—, hay pocos o muchos. Lo que estamos contando son corazones y decisiones, porque no estamos buscando grandes números de gente, porque no queremos el poder, lo que queremos es que estas luchas se vayan uniendo unas con otras.
Y el problema lo señaló bien el compañero de la UNAM, y luego el compañero de la Intersindical: no basta que nos unamos como pueblo aquí, ni siquiera en todo Morelos, ni siquiera como campesinos. Eso es lo que han hecho los gobiernos, que nos separan según como estamos trabajando, porque a la hora que nos unimos varios grupos, trabajadores del campo, con los de la ciudad, maestros, estudiantes, mujeres, empezamos a descubrir la fuerza que, de otra forma, así separados, se nos está olvidando.
Nosotros les decimos que hablen con los demás compañeros. Ojalá alguno nos esté escuchando de los que ya vendieron o de los que piensan vender todavía. No sé cuánto les están pagando el metro: 23 pesos el metro cuadrado.
Les voy a contar la historia de otra resistencia como la de ustedes, en el Batán, en Querétaro. Ahí les hicieron trampa, porque hubo alguien que se vendió con el gobierno y dijo que sacó las firmas de todos, y las falsificó, la firma del ejido, de la asamblea del ejido. Y entonces hicieron el permiso para que sacaran los pozos de agua. Y resultó que cuando la comunidad se organiza, porque ve que le van a quitar el agua, descubre que hay muchas trampas y tranzas para hacer eso. Hicieron que firmaran los que ya estaban muertos.
Es casi seguro que esto que están haciendo de la autopista Siglo XXI aquí, en su paso por aquí, haya hecho trampas, entonces es necesario que se unan los que ya vendieron y los que no han vendido y le busquen por dónde estuvo la trampa y echen atrás esa compra.
Todos los ejidos que están alrededor, los que tienen tierra, van a desaparecer también. No es sólo que la carretera vaya a partir a la mitad el ejido. La carretera, la esa autopista, es como una enfermedad que va ir creciendo. Va a partir esa tierra y va a empezar a matar la que está a los lados.
En lugar de que haya tierra o estas escuelas, al lado de la carretera van a empezar a crecer los centros comerciales, los hoteles —y no van a entrar ahí—, casinos, todo ese proyecto que están haciendo se va a empezar a comer todos los ejidos de alrededor. La oposición contra esa autopista no debe ser sólo de los ejidatarios que ven afectados en su tierra, todos los que estén alrededor tienen que unirse. Así como hicimos ayer, allá en la barranca de los sauces, que no se trataba de un árbol, sino de todo lo que significaba, en este caso, la resistencia de ustedes, de los seis —o menos si es que alguno se quiebra—, es importante y es un símbolo de lo que está pasando en el resto del país.
En otra parte, en Tlaxcala, igual, una carretera, una autopista, perdón, que va a pasar al lado del pueblo, y que la gente está desconfiando porque le enseñan —el gobierno siempre les ha mentido—, les enseñan un plano y les dicen: “mira qué bonito va quedar”, y a la hora que lo van haciendo ya no aparecen las cosas que decían que iban a aparecer. Y descubren que hay dos planos: el que le presentan a los ricos que es el que van hacer, y el que le presentan a los pobres que es lo que les van a quitar.
Entonces dicen ellos: “si nosotros nos confiamos, cuando demos cuenta, eso que nos dijeron que iban a hacer no lo van hacer y nos van a hacer más daño”. Y se organizan otra vez entre ellos y los están pasando, los están parando, perdón. Y es importante porque ellos me enseñaron un mapa y es esa carretera: el Siglo XXI, que va hasta por allá. Y lo que según esto, dicen ellos, es que el plan es que la ciudad de México se empieza a crecer más y más, y todos los estados de alrededor van a ser como fraccionamientos exactamente de la ciudad de México.
Y entonces, la gente, ni siquiera la que están quitando la tierra, la van a contratar de empleado, van a traer a otros que estén más pobres y que acepten cualquier cosa. Y todos los que están aquí, a ver qué hacen, no les importan. Pero no va a haber ni siquiera la casa para vivir. Y ese dinero —como explicó el compañero, que les dan un poco de dinero—, van a ver el coraje y la rabia —aparte de que no dura, no va a durar nada—: es que ahora el que les está comprando no es el que va hacer las cosas, es un coyote, es el intermediario. Ése lo va a revender todavía más caro, y el que ya es propietario, al gran rico que le va a vender la residencia, el centro comercial donde va a poner su local, todavía más caro. No trabajaron nada, sólo con esas trampas se enriquecieron, millones y millones de pesos, sin siquiera haber tocado la tierra. Y el campesino, que es el que toca la tierra y sabe lo que cuesta hacerla que produzca, sin nada.
Entonces, no es sólo una lucha por la dignidad como indígenas, es de la existencia como campesinos. Es como si nos estuvieran arrancando el corazón y nos dijeran: “te voy a dar 25 pesos”. Y el que vende dice: “sí está bien”. Y ¿qué va a hacer sin corazón? Y todo lo que les están diciendo: “que no, es que te va ir mejor y todo eso”, es mentira, porque ya lo vimos en otras partes. La misma gente nos contó, y nos dice: “ve y donde estén estos proyectos diles que no, es la muerte”. Y eso es lo que estoy haciendo.
Y nosotros también lo vimos en nuestras tierras. Y ahora lo que estamos haciendo —ahora en la Otra Campaña—, pues es ir encontrándonos. Encontrarlos a ustedes, por ejemplo, que no lo sabíamos. A otros compañeros en otras partes, a los que están resistiendo contra las gasolineras, en defensa del agua, por restitución de las tierras. Es una lucha importante, porque todos dicen: “no es que ya me la quitaron y ya me chingué”. No, la lucha también es porque tiene que regresar otra vez a sus legítimos dueños, porque fue obtenida con trampas.
Y todos esos que se estuvieron enriqueciendo con esas trampas tienen que ir a la cárcel, no es que se van a quedar así nomás. Y aquí lo que estamos viendo nosotros, es que el futuro que está aquí en el lugar donde estamos, depende de qué vayamos a hacer todos: los universitarios, los trabajadores de la ciudad, nosotros como zapatistas, no es sólo ustedes. Entonces estábamos diciendo en otro lado, en una montaña en donde están resistiendo unos comuneros que les quieren quitar el bosque para hacer casas —van a cortar los árboles para hacer casas—, y esos árboles es donde respira pues, el resto de la ciudad.
Eso es lo que hay que explicar en otras partes, de aquí cerca, de los alrededores, porque a lo mejor dicen: “no pues ese es problema de ellos”. No, todo se va ir comiendo, y entonces todo va a cambiar aquí. Y lo que antes se daba ya no se va a dar, los árboles se van a morir, y empieza a cambiar la naturaleza, la tierra otra vez, por eso es importante. Y nosotros lo estamos entendiendo. Y a la hora que estamos llegando hasta acá, estamos diciendo: “somos compañeros”, que quiere decir: “ésta también es nuestra lucha”. Ya no nada más la de Chiapas, ni nada más la de la UNAM, o la de San Salvador Atenco, o la de los obreros en la ciudad, o lo del Seguro Social: es la lucha por otro México, por otro país.
Entonces, yo les pido que hablen con los otros, con los que ya vendieron, y les dijeran, y les expliquen bien: “es una trampa, te engañaron, te van a matar”. Y, finalmente, si aquí va a haber vida va a ser esos seis, gracias a esos seis que resistieron. Pero ésos, en lugar de dividirse, tienen que jalarse a los otros y buscarle forma, modo, con gente que sepa de leyes, dónde estuvo la trampa. En ningún lado han hecho derecho las cosas, siempre hay una trampa que hacen legal. Y aún así, aunque no se pudiera por medios legales, es unirse con todo este movimiento y a la hora que tumbemos al gobierno, vamos a desconocer todo eso. Y estas tierras, que fueron quitadas con maña, tienen que devolverse otra vez a sus propietarios y aquí tienen que volver a crecer los productos del campo.
Ese es el mensaje que les traemos compañeros y compañeras. Quería hablar ahora a nombre, usurpando el nombre de los compañeros que vienen de la caravana: es que esta voz no nada más la escuchamos nosotros que estamos aquí, sino que vienen unos compañeros, que son los que traen cámaras y micrófonos y todo eso. Estos compañeros agarraron su voz de ustedes, el mensaje que nos dejó Zapata con el papá de la compañera, el combatiente, y eso lo están pasando, lo vamos a pasar para todas partes donde vamos. Porque eso es lo que hacen estos compañeros y compañeras de medios alternativos. Porque a lo mejor se espantaron que llegaron más gente de la que estaba aquí, como yo llegué primero sí vi muy poquitos y luego llegó todo. No vienen de balde, vienen con este trabajo, no sólo de escuchar, sino de hacer que esa palabra de ustedes se crezca y llegue muy lejos.
Eso es lo que queremos decirles, compañeros y compañeras. Esa lucha va a llegar lejos y, junto con ella, vamos a llegar nosotros. Gracias compañeros, gracias compañeras.
Palabras del Delegado Zero con Adherentes
Anenecuilco, Morelos.
11 de abril del 2006
Compañeros, compañeras, ya buenas tardes.
Hemos escuchado su palabra y quisiéramos comentar algo sobre ella y sobre lo que es la Otra Campaña.
A grandes rasgos, se puede definir este mundo en el que luchamos nosotros y dentro del que mucha gente padece y sufre, en dos grandes bloques: los que trabajan y los que viven de nuestro trabajo.
Éstos que están allá arriba tienen esto que nosotros llamamos capataces —para hacer una referencia a la hacienda porfirista que fue destruida por el movimiento agrario y campesino de Emiliano Zapata—, que son para nosotros los partidos políticos.
La base de este sistema que estamos enfrentando es la mercancía, decimos nosotros. Este sistema capitalista todo lo convierte en mercancía. Y en estos momentos, en este año y en estos meses, estamos viendo la conversión de la mercancía de la política en una mercancía. Y en ese sentido, como antes ofrecen una ropa, unos zapatos, un shampoo, un jabón, ahora ofrecen candidatos y partidos políticos.
De un tiempo para acá, las propuestas políticas de las organizaciones que están allá arriba disputando el gobierno o queriendo ser gobierno, no importan. Si hay una lectura atenta —que es lo que tenemos que hacer como parte de la Otra Campaña— de las propuestas de los políticos, no hay ninguna diferencia entre uno y otro. Es decir, no se está proponiendo realmente una transformación de las condiciones que estamos padeciendo. Y entonces, como la propuesta política ya no trata de ser llevada adelante, entonces nos están ofreciendo una mercancía: un candidato, ya no, ni siquiera un partido político.
Y sobre ese candidato se construye una campaña publicitaria. Entonces nosotros, nosotras, como trabajadores, sea del campo o de la ciudad, como maestros, como estudiantes, incluso como comunidades eclesiales de base, somos los consumidores y nos han dado una tarjeta de crédito que se llama la credencial de elector, que sólo se usa cada tres años o cada seis años. Y ésa, esta tarjeta de crédito, es cedida al candidato que resulte ganador, para que haga uso de ella y obtenga ganancias durante tres, durante seis años. Pero durante este periodo, nosotros somos unos consumidores más. Y se trata de convencernos a cada quien de que el producto que vamos a consumir es el bueno. Pero resulta que no es lo mismo un campesino sin tierra, que un vendedor ambulante, que un gran propietario de los medios de producción, un terrateniente, el dueño de la coca cola o los gerentes, que la gente que está vendiendo aguas frescas en un mercado.
Entonces se trata de que el mismo candidato, el mismo producto, convenza a uno y a otro. Si nosotros analizamos esto bien, pues nos vamos a dar cuenta de que no quiere lo mismo el vendedor ambulante o el campesino sin tierra, que el grande terrateniente, que el gran poseedor también de un centro comercial. Y entonces nos encontramos que este producto que se está vendiendo en las elecciones, cambia. Entonces cuando habla con empresarios, les dice: “yo soy el bueno”; cuando habla con campesinos: “yo soy el bueno”: y según cómo va enfrentando al consumidor, le dice: “yo soy el bueno”. Y está esta trampa que dice, que el político dice que “yo voy a gobernar, voy a dirigir este país para favorecer a todos, para el bien de todos”.
“Para que las cosas se hagan”, dice Madrazo. “Para el bien de todos”, dice López Obrador. Y Calderón no sé si alcanza a articular alguna propuesta, que es el candidato del PAN, ah! “que tiene las manos limpias” dice —puede lavar los platos—, es lo que está proponiendo el candidato del Partido de Acción Nacional.
Y lo que nosotros estamos proponiendo en la Otra Campaña es exactamente lo contrario. Primero no estamos vendiendo un producto, ni siquiera una candidatura, un partido, un proyecto de nación. Y no sólo eso, sino lo que estamos haciendo es tratar de construir desde abajo, otra cosa. Y esto de otra cosa es completamente radical en su diferencia respecto a lo que está pasando allá arriba. No se trata de convencer a unos y a otros de lo imposible. Y cualquier gente que esté abajo sabe que conforme va avanzando su miseria, va avanzando la riqueza del de arriba.
Si hay un recorrido por el Morelos que estamos encontrando, encontramos estas diferencias: zonas residenciales, grandes centros comerciales por un lado y, casi inmediatamente, zonas en la más profunda miseria y a la desesperación. Y este avance de conquista —que nosotros decimos: una nueva guerra de conquista como hace quinientos años— empieza a hacerse cada vez más brutal, más sanguinaria. Como decimos nosotros, como si el rico no tuviera llenadero, como si no bastara con que tuviera seis, siete casas, ocho vehículos, viajes al extranjero, buena ropa y quisiera todavía más. Y entonces se trata —decimos nosotros— de: es que hay la gente que tiene mucho dinero, entonces hay que venderle las cosas caras y hay gente que tiene poco dinero, y uno pensara: “no pues que lo van a dejar en paz”. ¡También quieren eso que tenemos en el bolsillo!
Y entonces se abre esta línea por el lado de la política de arriba, que digan: apuesten todo lo que tengan, aunque sea muy poco, a que allá arriba alguien les va resolver el problema. Y esta apuesta, que se necesita renovar cada tres o cada seis años, resulta para nosotros, en que lo que hay en el bolsillo se va reduciendo, lo que hay en la mesa a la hora de comer es menos y es de peor calidad, pero ahora está el agregado de que aparece una destrucción y una muerte que antes no estaba.
Y esto es particularmente doloroso en Morelos, que siempre ha sido un emblema en el país por su riqueza natural: el agua, los bosques, el aire. De hecho esto también se convirtió en una mercancía, y por eso fue poblado Morelos, no ahora por los grandes hacendados que fueron contra los que se rebeló Zapata, sino en lugar del hacendado: el empresario turístico, el empresario de inmobiliarias. Y sobre donde antes había haciendas y luego ejidos y comunidades, o sea tierras comunales, ahora se levantan zonas residenciales, centros comerciales y centros turísticos.
Nosotros pudiéramos pensar que el capitalismo se va a apoderar de esto y va a cuidar la naturaleza, pues para poder disfrutarla. Pero el capitalismo es tan idiota, que su máximo representante aquí es Estrada Cajigal —Caguijal, le decimos nosotros, porque nomás la está cagando cada tanto—, que en su afán de ganancia, si se trata de ganar el dinero, no importa lo que se esté destruyendo, y no importa que esa destrucción vaya incluso en contra de sus intereses.
Si alguien piensa que el capitalismo tiene una racionalidad, a la hora que va recorriendo el proceso de destrucción que está haciendo en todas partes, se da cuenta que no. El capital es un gran criminal idiota y estúpido. Nosotros podíamos hacer el esfuerzo de tratar de convencer al capital de que sea más racional, que piense bien las cosas, que no sea tan idiota pues. Y entonces se abre toda una línea respecto a esta zona de destrucción en que se ha convertido el país, que dice: “vamos a tratar de humanizar al capitalismo, vamos a racionalizarlo, vamos a hacerlo bueno”. Ésa es la propuesta que se está jugando allá arriba.
Nosotros que estamos en la Otra Campaña pensamos que es inútil y que no va a obtener ningún resultado, porque la base del capitalismo es la base de su origen, así como nació resumando sangre, lodo y mierda, así ha crecido y así se desarrolla.
Entonces nosotros decimos: vamos a hacer otra cosa. Nosotros como zapatistas y, nosotros y nosotras con todas las organizaciones, grupos, colectivos que estamos en la Otra Campaña, familias, como han aparecido aquí, individuos, también como han aparecido aquí. Y nosotros apostamos a que abajo vamos a encontrar muchos grupos, pequeños, los pocos. Porque el éxito del mercado electoral es que haya a lo bestia gente que vote por alguien, ¿no? Se están disputando millones de gentes y nosotros estamos hablando con diez, quince personas, a veces como dijo el compañero, esperábamos 100 y de pronto se dejo venir la raza de otras partes, y qué bueno. Nosotros estamos apostando a eso y cada quien siente que su lucha que es muy pequeña no alcanza a oponerse a lo que es muy grande. La Otra Campaña dice sí, somos pequeños de por sí, pero si logramos unir toda esta fuerza, ya no vamos a ser tan pequeños, no vamos a ser tan pocos y sobre todo no vamos a estar separados.
Eso es lo que está tratando de hacer la Otra Campaña a la hora que dice: “vamos a escuchar a la gente y vamos a encontrarla, y vamos a encontrar lo otro”. Ya antes, en otros estados hemos encontrado a la Otra Iglesia, y aquí nos referimos a las comunidades eclesiales de base, que tanta luz despidieron en Morelos y siguen despidiendo. Pero entonces, había un hombre que era Don Sergio Méndez Arceo, que digamos que sintetizaba y concentraba esta luz, y que ese no dudó. Pudo haber sido Onésimo Cepeda y Don Sergio Méndez Arceo eligió ser Sergio Méndez Arceo. Eligió ser no un ministro, un predicador de la iglesia que estuviera al servicio del poderoso y al pobre le predicara la resignación. Méndez Arceo eligió no sólo predicar otra cosa, la otra palabra, decíamos nosotros, sino trabajar con ella.
Y en ese sentido, nosotros como zapatistas —y yo creo que para muchas de las organizaciones—, no sólo es un orgullo tener a compañeros y compañeras de las comunidades eclesiales de base junto con nosotros, sino además es como un respiro saber que están de nuestro lado, y que no están en la línea ésta de tratar de humanizar lo imposible. Es —para ponerlo en sus palabras—: tratar de humanizar el capitalismo es como tratar de regresar el reloj de la historia y que Luzbel no hubiera hecho lo que hizo, o sea que el diablo no hubiera existido.
Nosotros lo que estamos diciendo es que vamos a unir esta otra iglesia con los otros homosexuales, lesbianas, con otro movimiento obrero, con otro movimiento campesino, con otro movimiento estudiantil, juvenil, de mujeres, de pueblos indios, y vamos a descubrir que se abren en nuestro país, a partir de este año del 2006, dos grandes vías: la que lleva a la destrucción de nuestra tierra y de nosotros como mexicanos y mexicanas, o la que posibilita empezar a construir otro, otra cosa, otro país. Está bien, hasta ahí estamos claro, porque por eso estamos aquí.
A la hora de construir otro país, también se abren otras dos opciones: si esperamos que alguien venga y nos diga: “va a ser así y así ¿quién le entra? y levante la mano”. Que sería la propuesta de algunos que dicen: “hay que sí hacer lo que está haciendo la Otra Campaña, pero hay que ir a decirle a la gente lo que tiene que hacer, no escucharla o no perder tanto tiempo en escucharla, si no ya ir y decirle vámonos por este lado y ahí se va a ver quién va quedar o no va quedar”.
O la propuesta de quienes estamos en la Otra Campaña que decimos: “no, lo que nos va acabar de vestir, de definir, va a ser el producto de esta escucha masiva a nivel nacional con la gente de abajo, la que nos va hacer decir: qué somos, qué queremos y a dónde vamos”.
Por eso, la Sexta Declaración parte de una definición fundamental que es: nosotros estamos contra esos de arriba, son nuestros enemigos, no queremos convertirlos, ni humanizarlos, ni decirles que sean tan bestias, ni darles curso de humanismo. Lo que queremos es destruirlos, a ellos y a quienes les están sirviendo: los partidos políticos.
A la hora que define la Sexta Declaración y la Otra Campaña al enemigo, define su horizonte. No se trata de cambiar de gobierno, sino de cambiar de sistema. Y a la hora de cambiar de sistema viene todo lo demás, cambiar la propiedad de la tierra, la propiedad de la política, el quehacer de la política y, entre otras cosas, también el quehacer religioso o la creencia que tenga cada quien o que no tenga creencia.
Esto empieza a producir pues otros efectos. La Otra Campaña elige éste, este otro camino. No pasar en cada pueblo para decir ahora somos nosotros, y en lugar de un voto subscríbanse o lo que sea, sino lo que estamos pidiendo es un compromiso para escucharnos y para escuchar a otros, y empezar a discutir cómo vamos a ser. Ya sabemos que es lo que no queremos, no queremos este sistema, porque a cada quien le da un dolor, y además le cobra, todavía. Eso es lo absurdo de las elecciones ahora en este año, nos están vendiendo un dolor y además no los están cobrando y nos lo van a cobrar por los próximos seis años, si los dejamos. Porque la Otra Campaña, los que estamos, todos los que estamos en la Otra Campaña no lo vamos a permitir. Pero eso es lo que están proponiéndonos.
Y entonces pasa esto que estamos haciendo, que hay gente que se desespera, y “que porqué pequeños grupos, porqué no mejor un acto masivo donde se junte todo Morelos, que va a salir en la televisión, o que va a salir en los periódicos”, aunque no se vean los autobuses que estuvieron acarreando la gente. ¿Por qué el zapatismo, por qué las organizaciones, grupos y colectivos que están en la Otra Campaña, están eligiendo escuchar al de abajo y tomarlo en cuenta? Porque se trata de Otra política. Y eso es lo que se está jugando aquí en todos éstas, otras y otros, otras organizaciones políticas de izquierda, otros movimientos, todo lo otro que vimos, es hacer otra política.
Y nosotros confiamos en que la gente va a entender esto, la gente va a entender que esto es diferente y que va a valer no importa su tamaño, no importa si es una persona individual, no importa si es un anciano al que nadie respeta o una anciana, no importa si es un niño al que todos desprecian o hacen a un lado porque todavía no tiene juicio, se dice. No importa si es una mujer, no importa si es un indígena que no sabe hablar, leer y escribir español. Lo que importa es ese corazón y el objetivo que tenemos de hacer otro país.
El llamado de la Otra Campaña no sería tan dramático, si no pasara lo que está pasando ahorita. Por eso nosotros decimos: no se trata de un proyecto a largo plazo, allá arriba los sectores de izquierda moderada, tan moderada que son de derecha, los intelectuales dicen: “sí, lo que están planteando los de la Otra Campaña es muy bonito, es muy bueno, así como lo de Gandhi o como el cristianismo antiguo y todo eso, pero dentro de 100 años eso es lo que va a pasar, ahorita lo que hay que hacer es resolver eso”. No, no da el país para tanto.
Nuestro llamado es dramático, porque nosotros decimos: si nosotros y nosotras, como las otras y los otros que somos de por sí, no hacemos lo que tenemos que hacer, no va a haber nada de lo que vemos ahora porqué luchar. La peor película de terror o de ciencia ficción que se imaginen va a ser una realidad en estas tierras, y no me refiero sólo a Morelos, sino a México y al pedazo de México que está cruzando el Río Bravo —no vemos un cartel que hay ahí, llamando a la Otra en el otro lado—.
Nosotros estamos planteando ésta. Lo que va a pasar lo vamos a ver, no importa la edad, no es algo que vaya a transformarse dentro de muchos años, y tal vez vean nuestros hijos o nuestros nietos —bueno, los que tienen—, sino es algo que tenemos que hacer nosotros y nosotras. Tenemos que ver porqué es necesario que, así como nos estamos haciendo todos y todas actores de este proceso, nos hagamos sus conductores. Porque aquí aparece el otro problema que nos platicaban los cooperativistas, dicen: está la otra cooperativa, la de abajo que nos hablaron ellos, y están los de arriba, que resulta que hay unos que agarran el movimiento y empiezan a dirigirlo y ahora sí a llevarlo a largo plazo, pero el largo plazo es el de la cuenta que tienen en el banco, o lo que invierten en compras de terrenos o vehículos, o lo que sea.
Entonces nosotros debemos —decimos— entrar a la Otra Campaña, conquistar nuestro espacio ahí, construirlo y defenderlo, como mujeres, como niños, como jóvenes, como ancianos, como pueblos indios, como obreros, como estudiantes, como maestros, como lo que sea cada quien, homosexuales, lesbianas.
Tenemos que conquistar ese espacio, defenderlo y convencer a la Otra Campaña, primero, de nuestra existencia. Y eso se conquista de dos formas: o a los madrazos, o con la palabra. Y la Otra Campaña ha elegido la palabra. Entonces en esta etapa, compañeros y compañeras, así como nos han regalado su palabra, a partir de ahora les pedimos que nos regalen el oído, para escuchar a otros como nosotros.
Ahorita estamos bordeando ya casi la mitad, poco más de la mitad de lo que es esta primera etapa. Y al término, en junio, cuando hayamos recorrido todos los lugares, tal vez no hayamos escuchado a todos, pero sí estoy seguro que a la mayoría, o a los más representativos, y entonces podremos respondernos a la pregunta: ¿Qué es la Otra Campaña? ¿Qué somos como Otra Campaña? Y van a ver que va haber la riqueza más inimaginable de valor humano, de corazones, que ha tenido nunca ningún movimiento en este país.
Y entonces, con esa riqueza vamos a decidir qué vamos a hacer. Y no va a haber dinero, ni cargos, ni nada. Si hubiéramos elegido hacer una campaña política, hubiéramos llenado cualquier plaza, pero no hubiéramos hecho lo que queremos hacer. Y al final el futuro de este país depende de nosotros los que estamos abajo, no los que están arriba.
Esa es la palabra que les traíamos, compañeros y compañeras. Gracias.
Palabras del Delegado Zero en el mitin contra la gasolinera,
Cuautla, Morelos.
11 de abril del 2006
Buenos días compañeros, compañeras, gracias que nos recibieron.
Quería hablarles un poco de lo que es aquí la Otra Campaña, porque —además de los de gobernación que están orejeando y tomando fotos— viene gente buena, hombres y mujeres con esto que se llama la Karavana de la Otra Campaña y ellos están tomando su voz de ustedes, para que llegue más lejos.
Este es el negocio que nosotros estamos denunciando del capitalismo: el negocio de la destrucción y la muerte. Está perfectamente sintetizado aquí. Hace unos momentos un compañero nos estaba platicando porqué escogió el General Morelos este lugar para resistir a las tropas realistas. Nos decía que era el hecho de que tuviera tantos manantiales lo que, en términos militares, le permitía mantenerse durante mucho tiempo a un sitio, que fue el sitio de Cuautla. Y ahora escuchando a las compañeras, al compañero, y tratando de entender lo que está ocurriendo aquí, me daba cuenta que en realidad Morelos escogió Cuautla por el manantial de su gente, y por su decisión. Y que esto se mantiene todavía, después de tantos años. Al escuchar y saludar con orgullo que la mayoría de este movimiento sean mujeres y jóvenes —por supuesto, porque estamos jóvenes ¿verdad? ¡eso mero! Hacía propaganda—.
Y el ejemplo de esta gasolinera y lo que empieza a ocurrir a su alrededor es algo que debe llamar la atención no sólo en el país y en el mundo —en el movimiento ecologista mundial—, sino sobre todo a la población de Cuautla. Porque, como nos han explicado, la muerte que se está generando aquí, la destrucción, empieza a extenderse como un ramal hacia todos los alrededores. La lucha contra esta gasolinera y en defensa de la vida que está aquí abajo, es no sólo de esta colonia, no sólo de ustedes, sino de todo el pueblo de Cuautla. Y ahora que estamos aquí, junto con la Otra en Morelos, de todo el estado, y junto con la Otra Campaña, de todo el país.
Nosotros hemos escuchado con atención esto, vamos a llevar este mensaje a otros lados, como hemos recogido en otras partes también la lucha contra las gasolineras, parece que la propuesta de este nuevo capitán de la conquista, de la neo conquista que es el Partido de Acción Nacional, ha logrado lo que no había logrado nadie antes: es conjuntar a la mayoría de la población en repudio en contra de su política.
Lo que están haciendo es ofrecer para el pueblo de Cuautla y para el pueblo de Morelos, en lugar de un manantial, una gasolinera que lo supla. Y si la vida antes surgía de los manantiales, de las gasolineras va a surgir la muerte. Y es casi inmediato: no ha abierto la gasolinera y ya empezó la destrucción de árboles, como nos dijeron.
Nosotros pensamos que esto que estamos luchando que se llama democracia, libertad y justicia no la tenemos.
La democracia es elegir el rostro del ladrón, el rostro de quien nos va a venir a destruir, y eso es lo que nos están ofreciendo los partidos políticos, en concreto Acción Nacional, que todavía el candidato cínicamente nos dice que tiene las manos limpias y las muestra. Pues que venga a ver lo que está haciendo Acción Nacional, Estrada —cuando le da tiempo el cachondeo de su helicóptero—, lo que está haciendo pues aquí.
La justicia, que como nos explicaron también, está vendida para el que tenga dinero y el que no tiene dinero no puede esperar nada, más que la cárcel o la expulsión. Lo que está proponiendo Acción Nacional aquí en esta colonia, aquí en esta ciudad, aquí en este estado y en este país, es que salgamos, de dos formas: o salgamos despojados de nuestra tierra o salgamos muertos, asesinados por la contaminación. En realidad hemos escuchado esto en otras partes, no un peligro que va a pasar, sino que ya ha ocurrido: fugas en los tanques que empiezan a contaminar todo el manto freático, perdón, y si en este caso se trata de manantiales, esta muerte empieza a correrse todavía muy lejos para otras colonias, incluso esto del estado.
Nosotros pensamos también que la libertad que nos están ofreciendo ellos, es únicamente la libertad para desaparecer, sea en nuestra resistencia. Para desaparecer dejando nuestras tierras, nuestra vida, sea por muerte o sea por rendición. Qué bueno que ustedes están aquí, qué bueno que escuchamos la lucha de ustedes, y junto con nosotros, otros compañeros y compañeras de la Otra Campaña en todo el país la vamos a escuchar.
Dijo una compañera que la justicia va a llevar, va a llegar algún día. Va a llegar porque la vamos a implantar nosotros. La Otra Campaña lo que está ofreciendo es tratar de recoger estas luchas, no para englobarlas detrás de un partido político, no para que alguien sea candidato, sino que para la misma gente como ustedes, según su forma de organización, no esté sola a la hora de luchar. Y esperamos que este mensaje llegue a todas partes y que su lucha se una con las luchas que escuchamos en Guanajuato, en Michoacán, aquí mismo en el estado de Morelos, en contra de lo que, de la señal de muerte que significan las gasolineras.
Si nosotros permitimos que esta gasolinera y otras se instalen, al rato nos van a vender el agua con octanaje y el agua que esté, que tenga menos contaminación, va a valer más cara, así como la gasolinera tiene, la gasolina, perdón, tiene una clasificación de octanaje, al rato también el agua. La lucha que están llevando ustedes es por la vida, la que quieren imponer ellos es por la muerte.
Nosotros los saludamos, los respetamos, y los admiramos. Llevaremos su palabra lo más lejos posible y que su lucha no quede nunca más sola.
Gracias compañeros, gracias compañeras.
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SALUDOS COMPAÑEROS DE LA OTRA. POR MEDIO DE ESTE COMENTARIO QUIERO HACERLES SABER QUE LA OTRA CAMPAÑA HA TENIDO HASTA HOY UN BALANCE FAVORABLE Y QUE HA SERVIDO PARA CONOCER OTRAS LUCHAS ALREDEROR DEL PAIS ANTERIORMENTE INEXISTENTES PARA MUCHOS. LA LABOR DE ESTE MEDIO HA SIDO MUY IMPORTANTE PARA INFORMARNOS TODOS LOS DIAS DEL PASO DE LA OTRA CAMPAÑA Y LAS REUNIONES CON PERSONAS DE ABAJO QUE LUCHAN TODOS LOS DIAS POR HACER DE ESTE PAIS UN LUGAR MEJOR. TAL EJEMPLO NOS LO BRINDAN LAS COMUNIDADES Y MUNICIPIOS AUTONOMOS EN CHIAPAS, DONDE RETOMAN LOS PRINCIPIOS DE LIBERTAD Y JUSTICIA, PARA CREAR ESTAS ENTIDADES AUTONOMAS Y CON SOBERANIA POPULAR Y TOMAR LAS DESICIONES IMPORTANTES CONSULTANDO AL PUEBLO. BUENO, SALUDOS A LOS COMPAÑEROS DE LA CARAVANA
Comentario de GILBERTO — abril 15, 2006 @ 12:03 pm