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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Mar262006

primera jornada de trabajo en Nayarit. 25 de marzo.

En Bellavista, con adherentes y simpatizantes

Lea aquí la transcripción

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Fotos de Victor Camacho, David Cilia y Ramses y Maite del Escuadrón Charlie Parker

Bellavista, Nayarit.
25 de marzo de 2006

Buenas tardes o días, según, porque como traemos el horario alrevesado pues no sabemos mero qué es, pero gracias al pueblo de Bellavista, gracias a los compañeros del Partido de los Comunistas que nos invitaron junto con los otros compañeros adherentes de la Otra Campaña. Lo de la panza es, no sé, porque traigo una faja —que me está matando por cierto—, pero pues si me la quito se me cae.

Nosotros conocimos a los compañeros y compañeras del Partido de los Comunistas en la Selva Lacandona, en la primera reunión que hubo con organizaciones políticas para preparar la Otra Campaña. Aunque nosotros sabíamos que traían con ellos la luz de Gascón Mercado, ellos no llegaron y charolearon con el brillo de ese hombre que va a llegar todavía muy lejos. Algo hay que lamentar, entre muchas cosas, de la muerte de Alejandro Gascón Mercado es que una bola de cabrones quieran usar su nombre para promoverse.

La Otra Campaña no es un espacio electoral, lo hemos dicho una y otra vez, por eso cuando el señor este del PRS vino a saludar, se lo negamos porque nomás usan eso para sus corruptelas. Compañeros y compañeras como estamos acá y parece por algunas intervenciones que no se sabe bien a bien qué es el EZLN, voy a pedirles primero disculpas a los que han escuchado ya esta historia varias veces, y a los demás, pues, permiso de contar brevemente. Porque aquí se dijo que nosotros depusimos las armas, cosa que es completamente falsa. Nosotros somos indígenas de Chiapas, de las montañas del sureste mexicano, de varios pueblos indios que tienen raíz maya y vivíamos como muchos de los pueblos indios en México: todavía viven aquí en el rincón más olvidado de este país, en las condiciones más miserables que puedan imaginarse y alejados no sólo de los avances tecnológicos que se puedan observar en otras partes en el campo mexicano, sino también de la vida política del país.

Antes de nuestro alzamiento, en los municipios donde ahora gobernamos nosotros los zapatistas, el PRI ganaba con el 110 por ciento de la votación en casillas que ni siquiera se instalaban, todo se llenaba en el palacio municipal, ahí se llenaban las boletas. Las condiciones de miseria no se las voy a platicar, los indígenas aquí en Nayarit, principalmente los huinoricami con los que llevamos una relación de hace años, pueden contar lo que significa en México ser indígena y lo que significa padecer el desprecio, la humillación, y la muerte por el color, por la lengua, por la cultura, por el modo, decimos nosotros.

Nosotros llegamos a las montañas hace 22 años, a las montañas del sureste mexicano. Y a lo largo del tiempo, hicimos contacto con las comunidades indígenas de la zona, y en el contacto con ellos empezamos a aprender de ellos y de ellas: el modo de ver la naturaleza, el modo de ver la vida y, sobre todo, el modo de ser de la rebeldía de los pueblos indígenas en México, particularmente de éstos. Las condiciones fueron apretándose cada vez más y más hasta convertirse en un verdadero etnocidio, de un aniquilamiento de los pueblos indios, así como nos platicó la compañera que pasa aquí cerca. No se trataba de ver las condiciones en que vivíamos, sino las condiciones en que éramos aniquilados. Después de mucho tiempo de estarnos preparando en las montañas, recibimos la orden de alzarnos en armas, precisamente en el momento en que se derrumbaba el campo socialista y aparentemente, sólo aparentemente, se acababa la esperanza de construir un mundo alternativo, diferente, en contradicción total con el mundo capitalista.

En México, estaba en el poder Carlos Salinas de Gortari y con él, el apogeo de la última venta de baratero, en el que han convertido los gobiernos nuestra patria. El 1º de enero de 94, en la madrugada, mientras los grandes ricos y el supremo gobierno se encontraban celebrando el año nuevo y la entrada de México al Tratado de Libre Comercio, varios miles de combatientes del EZLN: hombres, mujeres, niños y ancianos, indígenas cien por ciento y cien por ciento mexicanos, tomamos por asalto siete cabeceras municipales, rendimos a las guarniciones de las policías de seguridad pública del estado y las municipales, e iniciamos los choques armados con el ejército federal.

Después de unos días, se levantó un clamor nacional e internacional para que se detuvieran los combates y se intentara la vía del diálogo. Eso hicimos nosotros: intentamos la vía del diálogo, pero armados. Y empezamos a hablar con el gobierno nuestra demanda de techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia, justicia, democracia y paz para todos los mexicanos y, fundamentalmente, el reconocimiento de los derechos y la cultura de los pueblos originarios de México como los conocen ustedes, los pueblos indígenas. Inició entonces un proceso de diálogo y negociación, no entre el EZLN y el gobierno, sino entre la mayoría de los pueblos indios de este país y el gobierno, entonces de Ernesto Zedillo, primero de Salinas y luego de Ernesto Zedillo, hasta que se llegó al compromiso del gobierno de firmar los acuerdos de San Andrés, que era el lugar donde se estaban celebrando las pláticas que significaba el reconocimiento constitucional de nuestros derechos.

Durante mucho tiempo, el gobierno se hizo pato y no cumplió con su compromiso. Y después de varias movilizaciones nacionales nos dimos cuenta, después de la traición del PRI, el PAN y el PRD que votaron una ley que nos vuelve a poner a los pueblos indios como limosneros, como productores de artesanías o como monitos que bailan bonito o que se visten de forma diferente, nosotros decidimos que no tenía caso seguir dialogando con el gobierno porque no cumplió. Durante ese tiempo, esos 12 años que estuvimos intentando la vía del diálogo con el gobierno, conocimos mucha gente como la que esta aquí y mucha gente en todos los países, en todo el país y en todos los países del mundo y entendimos que aquello de que se había acabado la esperanza de un mundo mejor y alternativo al capitalista, que había desaparecido por la caída del Muro de Berlín, descubrimos que era mentira, que había organizaciones, personas y grupos que seguían luchando contra el capitalismo.

Cuando estuvimos analizando esto, pensamos en que tal vez era posible unir a toda la gente que reconociera en su dolor al responsable, que la gente que no pensara que su dolor, su miseria, su sufrimiento era producto de Dios o de la mala suerte, sino que era un sistema, el sistema capitalista, podíamos unir esas luchas y entre todos, basados en el respeto a cada organización, a cada persona. Entonces decidimos que además de luchar por los pueblos indios y por sus derechos, era necesario luchar contra el sistema que era responsable del desprecio y la humillación que recibíamos como indígenas. Lanzamos entonces, lo que se conoce como la Sexta Declaración de la Selva Lacandona que tiene un fundamento patriótico, anticapitalista y de izquierda, señalando al responsable de todos nuestros dolores que es el capitalismo y planteando como la última esperanza de rescatar a nuestro país de la destrucción que está sufriendo actualmente. Lanzamos esto de la Sexta Declaración y todos estos grupos, organizaciones, colectivos, personas, individuos, que de una u otra forma sabíamos que existían, respondieron diciendo “estamos de acuerdo”.

Los fundamentos básicos de la Sexta Declaración y de la Otra Campaña son el respeto al otro, a la otra organización, a su historia, a sus formas de lucha, a sus formas de dirección, siempre y cuando se inscriban dentro de la lucha anticapitalista y de izquierda, y siempre y cuando no esté en el momento actual en la lucha electoral. Nosotros decíamos esto y coincidíamos con muchas organizaciones, grupos y personas en todo el país que pensamos dos cosas: una, que allá arriba no están las soluciones a nuestros problemas, ni en el PRI, ni en el PAN, ni en el PRD. Es decir: ni en Madrazo y la nostalgia por el pasado; ni en Calderón ni en la reincidencia en decir estupideces como su antecesor Vicente Fox; ni en López Obrador, que se está convirtiendo en el basurero de reciclado del PRI y del PAN. Nosotros pensábamos que no hay ahí la solución y teníamos que elegir a dónde dirigir nuestro esfuerzo, si apoyar a un candidato o esperar a ver qué pasara, o empezábamos a mirar a otro lado.

Nosotros decidimos que lo que había que hacer en lugar de mirar y escuchar a los de arriba, era mirar y escuchar a los de abajo, ese es el espíritu de la Otra Campaña: recorrer el país e ir descubriendo o redescubriendo o hacer visibles todas las luchas que hay de resistencia contra el sistema no electoral, y todas las experiencias de organización política, de organización social, organización cultural, incluso de organización de barrio, de familia y que se oponen al sistema y que permanecen hasta ahorita aisladas o separadas unas de otras. Cuando se hace el planteamiento de la Otra Campaña, se dice: vamos a escuchar a la gente, vamos a hacer otra forma de hacer política, en lugar de llegar y tirar un rollo, que la misma gente exponga sus problemas, sus demandas y sobre todo su historia. La Otra Campaña es sobre todo un pase de lista en todo el país de cuáles son las luchas de resistencia. Y después, en este “yo soy”, en este reconocimiento donde uno dice “ésta es mi lucha”, “ésta es mi propuesta” que nos empecemos a conocer entre todos y empecemos entonces a plantear lo que dijo el compañero de la UNOPI: una red de apoyo, una red de hermandad, de izquierda por supuesto, que nos permita enfrentar al gobierno.

En el recorrido, que también se propone levantar lo que se llama el Programa Nacional de Lucha, hemos visto un país que no tiene nada que ver con el de Televisa o el de Televisión Azteca, o el de los periódicos nacionales, o el de la radio. Hay un país que se está debatiendo realmente entre la vida y la muerte como dijo el compa de hace rato, no sólo hay semejanzas entre Jalisco y Nayarit, sino entre Quintana Roo, Campeche y Nayarit, entre el golfo, el caribe, el sureste mexicano, y ahora el occidente con Jalisco y Nayarit y los demás estados que vamos a ir cubriendo.

En el caso del campo, una verdadera guerra de conquista. Los campesinos podrán darse cuenta de que no se trata de que el gobierno no apoya al campo, sino que el trabajo del gobierno es precisamente acabar de destruirlo. El arma de aniquilamiento actual es lo que se conoce como Procede o el Procecom, consiste en despojar a los campesinos por medios legales. Se le vende al campesino, al indígena, al comunero pues, la idea de que si se registra se va a convertir en un pequeño propietario, que va tener garantizada la tenencia de la tierra, que no sufre invasiones, que no tenga problemas con otros ejidos por límites y todo eso, pero lo que ocurre es que allá hay una trampa: a la hora que se registran en el Procede o en el Procecom la tierra que poseen se convierte en una mercancía que puede ser vendida, comprada o, ¡ojo!, embargada. Entonces, toda la política gubernamental —de acuerdo con las grandes empresas agropecuarias y productoras de fertilizantes— es ir endeudando al campesino de tal forma que sólo acumule deudas. Como nos explicó la compañera en el caso del café, todos los productos del campo están en crisis, porque todo el día de labor no se compensa con el precio que el producto tiene en el mercado, eso provoca dos cosas: una que el campesino haga cuentas y diga ya no sale trabajar en el campo, porque saco el producto pero a la hora que lo vendo pierdo, entonces mejor abandono el campo y emigro a la ciudad, o emigro a los Estados Unidos. Lo que la migración significa no sólo es un despoblamiento como si hubiera una guerra y la gente se desplazara, sino también está destruyendo las familias y las comunidades en el medio rural, sobre todo las comunidades indígenas. Y la otra opción, si el campesino se empeña de que tal vez va a subir el precio del producto o tal vez va a obtener una cosecha fuera de lo común, sigue endeudándose hasta que llega el momento en que el banco, la empresa a través del banco, pide el pago total de la deuda; como no hay dinero, se entregan los papeles.

Si alguien pensaba que en ese campo que fue destruido, despoblado, y ahora es propiedad de las empresas, se va a sembrar maíz, frijol, café, chile, naranja, lo que se producía antes, está equivocado. Lo que se va a producir es lo que esté demandando el mercado y así vemos cómo las empresas textileras fueron cerrando conforme avanzó el mercado sintético en México y luego las maquiladoras llegaron a moverse. La destrucción del campo mexicano es total, no se va a volver a producir alimentos, porque esos alimentos eran para que los consumiera la gente de abajo, humilde y sencilla y esa gente es la que ya no va a existir en el plan que tienen.

Por el lado de la naturaleza, en algunas partes nos van explicando cómo se va destruyendo la naturaleza: los bosques con la tala de árboles; los manantiales a la hora que se contaminan; o los ríos como nos explicaron aquí mismo en Bellavista. No se trata de que las autoridades no están haciendo su trabajo, se supone que hay una autoridad que se encarga de proteger los recursos naturales, no, esa autoridad se está encargando de destruirlos precisamente. Hay una injusticia que fuimos detectando en todos los estados que llevamos del país —15, ya casi llegamos a la mitad—, que es que un campesino o un indígena o un pescador es acusado de destruir la naturaleza, de ecocidio y acumula hasta 20 años de cárcel, mientras las grandes empresas madereras, no sólo tienen el permiso, sino además tienen subvención gubernamental para hacer este trabajo. Nos encontramos con pescadores en Isla Mujeres, en Quintana Roo, que fueron acusados por salir a pescar al mismo tiempo que salían los grandes buques de las grandes empresas a pescar el mismo producto que estaba en veda. Nos encontramos con indígenas que están en la cárcel con 20 años por llevar la leña a su casa, mientras pasaban los grandes camiones con los grandes troncos de las grandes madereras.

En el caso de los trabajadores, la destrucción por todos lados de sus derechos laborales: seguro social, derecho a la pensión, derecho a la jubilación, derecho a huelga, derecho a la jornada laboral de 8 horas, destrucción del contrato colectivo. Todo lo que se había conseguido desde la huelga que —ahora sabemos— la inicial que fue aquí en 1905, aquí en Bellavista, que luego arrancó y siguió sobre Cananea y Río Blanco y luego alumbró de rojo y negro nuestro país, todo eso está siendo destruido por dos vías: una, a la hora que se parten las empresas y se reparten en varias, se deshace el contrato colectivo. La otra es: quiebran las empresas y llegan otras, maquiladoras. Según nos cuentan, en varios estados de la República las jornadas laborales son ya de 12 a 16 horas al día. En el caso de Puebla, de las maquiladoras, con salarios de 45 pesos al día.

En el caso de los estudiantes y los maestros, que se supone que la educación es gratuita y pública, también el proceso de privatización desde el nivel de primaria y prescolar a la hora que se le imponen a los padres de familia cuotas voluntarias, pero que si no las cumplen entonces va pa´ fuera —entonces no son voluntarias—, y los ataques que reciben las universidades del Estado, las universidades públicas, también para convertirlas en otra cosa, en algo que sirva más al sistema. Los maestros, atacados por varios lados: por el lado del charrismo, por el lado de los medios, por el lado del gobierno, que son tachados de banqueteros, cuando se movilizan por sus demandas; o de holgazanes, o de borrachos porque se niegan a cumplir el papel de reproducción o a convertirse en los canales de transmisión de esta ideología. Y los estudiantes que se enfrentan con esto de que entran a una carrera, la terminan, de abogados o de ingenieros y tengan que buscar empleo de lo que sea. Se trata de la destrucción de toda la vocación de los estudiantes que los hace elegir un camino porque finalmente no van a ejercer esa profesión.

En el caso de las mujeres, pues se supone que el gobierno del cambio y que todos están prometiendo, no sólo sigue el desprecio, la discriminación y la persecución y el hostigamiento por el hecho de ser mujeres, sino que esto ya tiene tintes criminales, o sea el feminicidio no es sólo en Ciudad Juárez, en todo caso es lo que más se conoce, si no en varias ciudades que hemos topado, nos encontramos con muchas mujeres asesinadas como mujeres, o sea con la saña especial de que sean mujeres, no porque sean asaltadas nada más así.

En el caso de los niños, recordamos con el escándalo del gobernador de Puebla en liga con un empresario que se dedicaba a secuestrar y a administrar la prostitución en niñas, en niñas y niños y también para usarlas para la pornografía infantil.

En el caso de los ancianos, en todas partes el producto de desecho de un sistema, las sobras de un sistema al que ya se le sacó todo eso, es como la viruta o la resaca, lo que quedó del proceso de producción y que hay que deshacerse de ellos. Al mismo tiempo que los indígenas, los ancianos y las ancianas tienen como único destino en este sistema: la limosna o la tumba.

Entonces nos encontramos con este panorama a grandes rasgos y en todo este trayecto. El de los jóvenes, el de los jóvenes que se niegan a deglutir o a digerir una cultura que los hace idiotas y empiezan a buscar sus propios espacios y a construirlos y aparecen jóvenes que quieren en su forma de vestir, de ser, de hablar, de su música, la búsqueda de una identidad, pero con una posición política.

En todo esto nosotros encontramos un sentimiento y una lucha real anticapitalista y encontramos una fragmentación, que eso es lo que la Otra Campaña quiere romper. La Otra Campaña no es del EZLN, es de todas las organizaciones, grupos, colectivos, individuos, organizaciones sociales, familias que le han entrado y tiene como objetivo principal algo muy sintético: si el responsable es el sistema y los políticos que están al servicio de ese sistema, lo que tenemos que hacer es unir todas esas luchas, derrocar al gobierno y expulsar a los capitalistas de este país y así, en base a las experiencias —como la que nos platicaron aquí de un gobierno popular, o los que hemos ido detectando en todas partes—, construir otro país, de otra forma, desde abajo y a la izquierda, decimos nosotros.

Este movimiento compañeros y compañeras ya está, y ya está en todo el país. Entonces, nosotros queremos invitarlos porque me imagino que aquí hay gente que no es adherente o que no conoce la Sexta Declaración, pues que la lea, que pregunte con los compañeros que están organizando aquí en Bellavista, aquí en Nayarit, cómo es esto, por qué es este movimiento, el que dentro de poco tiempo, no dentro de mucho, se va a alzar frente al gobierno y lo va a derrocar…

Y no nos vamos a quedar, como en otras partes, en un movimiento de que cambie de gobierno y ahora entre otro, sino en base a eso destruir completamente todo el sistema capitalista, es decir, los grandes propietarios de la industria, del comercio y de la tierra, van para fuera y entonces volver a organizar la sociedad mexicana. Ahora, no se trata de que nadie venga a decirle a nadie qué es lo que tiene que hacer, difícilmente nosotros como zapatistas que estamos en Chiapas, y sólo en una parte de Chiapas, podríamos decirle a Nayarit qué es lo que debe de hacer, ni siquiera conocemos su modo, como decimos nosotros. Su historia venimos a aprenderla, sus luchas venimos a aprenderlas ahora, nosotros lo que proponemos es que Nayarit se alce por Nayarit y que no se alce solo, que se alce junto con nosotros, y con nosotros no me refiero a Chiapas, sino con todos, juntos con nosotros, todo lo que es la Otra Campaña. Un alzamiento nacional, civil y pacífico, que ya se vaya planteando en este conocimiento de las luchas y las rebeliones, no sólo de los dolores, las otras formas que se están buscando para organizar la sociedad que va a emerger. Nosotros los invitamos a que le entren. No se trata ya de recordar la historia, o no sólo recordar la historia de 1905, se trata de hacerla en 2006 y hacerla como parte de este movimiento; no se trata de la nostalgia por Villa y Zapata, sino el presente que tenemos ahora.

Nosotros los invitamos a que le entren a esto: no hay puestos, no hay cachuchas, no hay camisetas, no hay cargos públicos, no hay presupuesto; lo que hay es el compromiso con este país que se llama México, todavía, y que si no lo agarramos nosotros va a dejar hasta eso, va a perder hasta el nombre. Si siguen las cosas allá arriba sin que hagamos nada todo va a acabar de destruirse así como el campo, y los pueblos indios ya es algo que está saltando, igual el pequeño comercio, igual la industria, igual las colonias, igual el medio ambiente. La destrucción ya no es sólo que nos destruyan como individuos, sino que destruyan todo lo que vemos alrededor, justo como una guerra, como una guerra de conquista como la de hace 500 años, pero ahora por medio del capital, la única sobrevivencia de este país como nación es destruir al sistema que está atentando contra él: es el sistema capitalista…

Entonces compañeros y compañeras que no se han adherido, nosotros les pedimos que lo piensen. Allá arriba no van a ganar, esos son los que van a perder, los que vamos a ganar son los de abajo, porque ya basta de acumular derrotas. Y no sólo ya basta, sino que ahora en este recorrido hemos descubierto que tenemos muchas victorias que no conocíamos y eso nos está dando fuerza en el corazón para seguir adelante. Lo que ofrece la Otra Campaña es respeto, no se trata de hacer una organización nueva y que ahora nos vamos a vestir de un color o de otro, se trata de que cada organización como está, luche, se mantenga, se haga fuerte y así como organización, como grupo, como individuo, una su lucha con otros, y podamos pegarle al capital por todas partes, que es de por sí como nos está pegando a todos nosotros.

Ese es nuestro mensaje compañeros, compañeras, les pedimos que lo piensen, nosotros confiamos en su inteligencia y en su corazón. Si su corazón está en este país y con la gente de abajo, la Otra Campaña es su lugar. Gracias compañeros, gracias compañeras.

Centro de Tepic
25 de marzo de 2006

Buenas noches Tepic, buenas noches Nayarit. Mi nombre es Marcos, Subcomandante Insurgente Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Les traemos un saludo de los indígenas, hombres, mujeres, niños y ancianos, bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que vivimos en el último rincón de este país. Durante mucho tiempo, nosotros los pueblos indios fuimos el basurero de este país; el último rincón, el más olvidado y aún ahí guardamos dentro de nosotros y en nuestras montañas, la bandera que nos da nombre, la bandera tricolor, la bandera de México.

Después de habernos alzado en armas y enfrentado a las fuerzas federales, fuimos engañados por los partidos políticos y por el gobierno; por el partido PRI, por el partido de Acción Nacional, PAN, y por el partido de la Revolución Democrática, PRD. Entonces, nuestros mayores, nuestros ancianos, bajaron de la montaña con nuestra bandera, la bandera nacional, para decirnos que había un dolor en ella: el dolor de haber sido humillada, pisoteada y vendida al imperio de las barras y las turbias estrellas, al imperio norteamericano. Traían este dolor con ellos, en sus manos morenas y en nuestra lengua, la lengua indígena, volvió a hablar la palabra rebelión y la palabra dignidad. Pero entonces llegó en su palabra que no debíamos estar solos, que debíamos buscar a otros como nosotros, no arriba, no allá en los políticos, sino en la gente humilde y sencilla que hay en todo nuestro país.

Hace unos momentos, caminamos por la avenida de los Insurgentes aquí en Tepic, vimos una casa inmensa de un señor que se llama Echavarría o Echeverría que construyó su poder económico a costa de los nayaritas, que afuera se pavoneaba diciendo que él no era de Nayarit, sino que Nayarit era de su propiedad y que la podía manejar como su propia casa y conseguir a los nayaritas y a las nayaritas como sus sirvientes. Sobre esa misma calle del poder político que se corrompe y se enriquece, la Coca Cola —el poder de las transnacionales—, más adelante las fábricas, los bancos, y nosotros como insurgentes sentíamos este dolor de ver manchado el nombre de aquellos insurgentes que nos dieron patria, ahora pisoteados por el interés norteamericano, por los políticos que se venden a ellos, por la grande banca internacional. Y apenas una vuelta y no encontramos en el Palacio de Gobierno a Nely González, que seguramente estaba en las páginas de sociales, o preocupado por qué se va a poner en el siguiente zarandeo que va a hacer.

Llegamos hasta acá a encontrarlos a ustedes, a preguntarles y a contestarles lo que está pensando cada uno, ¿de qué se trata esto?, ¿a qué vienen estos hombres y mujeres de tan lejos?, ¿por qué nos traen este dolor, por qué no vienen a prometernos nada?, ni soluciones, ni esperanzas, nada, ¿por qué vienen hasta acá, hasta Nayarit a traernos un problema? El problema que cada uno tenemos en nuestras casas: el ama de casa que ve cómo aumenta el precio de la luz, del teléfono, del gas, del predial; el ama de casa que ve que ya no alcanza para mandar a sus hijos a la escuela, que ve que no hay drenaje, que no hay ningún servicio público.

El dolor del joven que es perseguido por su indumentaria, por su forma de pensar, por su forma de vestir, de cantar y de bailar, cuando le venden a la sociedad que son esos jóvenes —hombres y mujeres— quienes son los criminales, mientras que los verdaderos criminales despachan en la casa de gobierno, o en las presidencias municipales, y allá en México en Los Pinos.

El dolor de los indígenas que ven cercada su tierra, que ven cómo su producto no tiene precio, que ven cómo poco a poco el gobierno a través del Procede y del Procecom les empieza a despojar de sus tierras. El dolor del migrante que se ve obligado a dejar su tierra, su familia, para ir a buscar trabajo a otras ciudades, o incluso a otro país, incluso a riesgo de su vida. El dolor de los indígenas coras, tepehuanos, huicholes, náhuas: repetir una y otra vez la misma historia de desprecio, de represión, de burla. El ser convertidos otra vez —después de 500 años, después de 100 años—, otra vez, en el objeto de la limosna, de la lástima, de la caridad.

El dolor de las mujeres de ser perseguidas hasta ser asesinadas, humilladas, despreciadas, convertidas en un objeto de adorno sin capacidad para pensar o para trabajar. El dolor de los niños prostituidos, convertidos en mercancías por los gobernadores y los grandes propietarios de las empresas. El dolor de los ancianos despreciados por la sociedad que ellos y nadie más ayudaron a levantar. El dolor de los trabajadores que ven perdidos sus derechos laborales y como hace 100 años —como hace 101 años, cuando una huelga obrera alumbró el cielo de Nayarit—, volver a trabajar 14, 16 horas al día por 45 pesos.

Encontramos este país abajo y ese país allá arriba y sabemos que vienen los candidatos también a robarnos la memoria, nuestra historia y nuestros muertos como vinieron aquí a robarle a Nayarit la memoria de Alejandro Gascón Mercado y de tanta gente que ha luchado y que le ha dado a este pueblo el lugar digno que tiene entre los mexicanos y para el que nosotros, los zapatistas de Chiapas, guardamos especial respeto. Y encontramos también en este pueblo que no se deja arrebatar esa historia, ni a esos héroes que levantaron este país y venimos a preguntarnos, junto con ustedes: ¿qué vamos a hacer? Si vamos a seguir haciendo caso a lo que nos dicen allá arriba: ¡mírenme!, ¡escúchenme!, yo les voy a dar la solución, yo partido PRI, yo partido PAN, yo partido PRD, voten por mí, apuesten su desesperanza, su soledad, su dolor, a que yo, un partido político, les voy a resolver y esperen un año, dos, tres a lo mucho, para volver a poner a su mesa, no la luz de la comida, no la luz de la inteligencia, no la luz de la dignidad, sino la de la desilusión, la del desengaño.

Nosotros pensamos, aquí en la Otra Campaña, que si dejamos que allá arriba se resuelvan las cosas, no va a seguir todo igual, se va a poner peor. Y esa bandera ni siquiera va a poder ser levantada hecha jirones, va a quedar completamente sepultada por la ignominia que están construyendo allá arriba. Volverá entonces el imperio sobre estas tierras y tendremos la vergüenza de ver levantar en lugar de nuestra bandera con el águila devorando una serpiente, en su lugar, la bandera de las barras y las turbias estrellas que desde Norteamérica quiere imponernos el destino, el paso, el rumbo y la compañía. Nosotros pensamos que si no hacemos nada, no sólo tendremos que cargar con el dolor que vemos en nuestra casa, en nuestra mesa, en nuestras calles, en nuestra escuela, en nuestros centros de trabajo, en nuestro campo o en nuestra montaña, además, veremos en nuestros ojos frente a ellos, cómo se desmorona el último pedazo de patria que nosotros, los indígenas, junto con ustedes hemos levantado.

Tenemos que escoger, tenemos que escogerlo ahora. Un grupo de mexicanos y mexicanas hizo marchar por estas calles —otra vez, como antaño— las banderas rojas, las banderas negras, las banderas blancas del pueblo. Volvieron a brillar las palabras y las voces de los comunistas, de los socialistas, de los anarquistas, de los troskistas, de los libertarios, de los zapatistas. Volvió a iluminarse Nayarit con las banderas del pueblo que se levanta sobre esa calle, sobre la calle que el poder del dinero, el poder político y el poder extranjero han humillado y, con ella, humillado nuestra historia. Volverán a levantarse esas banderas y volverán a oírse nuestros gritos, seremos más, cada vez más, hasta el día que podamos levantar esa bandera, la bandera nacional junto con todas las banderas, las que aquí se levantaron y volveremos a marchar por esa calle y a nuestro paso las cosas ya no serán igual: serán las grandes casas para los colonos pobres, serán las fábricas para los trabajadores, serán los comercios para los empleados y la gente necesitada, será el gobierno para el pueblo y no para una bola de ladrones que cambian de camiseta y de color, como si cambiaran de calzones, si es que los usan…

Va a llegar ese día, durante años lo hemos preparado. Cuando llegan nuestros jefes, nuestros jefes indígenas, con nuestra bandera adolorida, nuestra bandera nacional, esa que ondea aquí abajo a mi izquierda, la bandera de México, nos están diciendo que hay que levantarla de la única forma en que se levanta una bandera: desde abajo. Con nosotros, con ustedes, con esa palabra de ellos, llegó una palabra de mucho tiempo atrás: Rebelión. Eso es a lo que estamos llamando: no a elegir un candidato, no a buscar un puesto, no a traer las soluciones de sus problemas, sino a avisarles a todos que estamos preparando ya una gran rebelión nacional para derrocar al supremo gobierno y expulsar de este país a los grandes terratenientes, a los grandes propietarios de los comercios y de las industrias y junto con ellos, a toda la bola de políticos corruptos, ladrones y criminales que nos han sojuzgado. Nosotros venimos a avisarles y a invitarles a estar con nosotros.

No se trata de volver a escribir una historia de derrotas; se trata de ahora volver a levantar esta bandera con dignidad y escribir en ella nuestro nombre como organización, como grupo, como familia, como persona. Ésta es la hora, llegó la hora de despertar, esto es la Otra Campaña: la única esperanza de que este país vuelva a decir su nombre con dignidad y con respeto. Ésta es la Otra Campaña: los de abajo, los que nadie quiere, los que todos desprecian, los que van a ser olvidados el día 3 de julio, en cuanto salgan los primeros resultados y allá arriba se empiecen a repartir el dinero que va a ser producto de la venta de lo poco que nos queda.

Compañeros y compañeras, nosotros, los de la Otra Campaña, las de la Otra Campaña, somos un puñado de hombres y mujeres que hemos decidido decir ya basta, somos miles, cientos de miles en todo el país. El movimiento a cada paso que damos se hace más grande y más poderoso. Toca a cada quien en su corazón elegir: si elige ver hacia arriba, todo va a seguir igual y aún se va a poner peor. No estamos pidiendo que dejen su trabajo, ni que se alcen en armas, ni que se tapen el rostro, ni que entren en ninguna organización; lo que les estamos pidiendo es que se sumen a esta rebelión nacional, civil y pacífica, con su propia organización, con su propio nombre, en su propio lugar de lucha. Pero que ya no luchen solos, que luchen junto con nosotros. Que ya no se organicen para pedirle al gobierno que por favor cumpla su trabajo, para suplicarle que por favor ya no robe más, para implorarle que ya no nos persiga, que ya no nos asesine, que ya no nos aniquile.

Queremos organizarnos junto con ustedes aquí en Nayarit; que ustedes nos digan aquí qué se necesita, qué es lo que necesita la gente aquí; no lo que vienen a decirnos los políticos, sino que la misma gente ve que es su necesidad y que debe ser cumplida. Y que eso vaya en el Programa Nacional de Lucha y luego en la nueva Constitución que regirá el nuevo país que nacerá de nuestro esfuerzo. Queremos unirnos a ustedes aquí en Tepic y aquí en Nayarit, y que se una desde la costa occidental del país con el Golfo, con el Caribe, con el Pacífico sur, con el norte, incluso con aquellos mexicanos y mexicanas que se encuentran viviendo y luchando del otro lado del Río Bravo.

Compañeros y compañeras, la historia se está escribiendo aquí, ahora, los invitamos a que sean parte de ella, sin perder su identidad, ni su organización, ni su rostro, ni su nombre. Algún día, como dije, volverá a levantarse el Nayarit libre y, con él, el Tepic digno. Y entonces tendrá su nombre, su rostro de ustedes y mucho tiempo después ese nombre y ese rostro será recordado por otros en esta plaza, en estas calles, en estos campos, en las montañas y en las costas de Nayarit. Compañeros y compañeras, esto es la Otra Campaña: la última esperanza de que México no perezca ¡Gracias compañeros, gracias compañeras!

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https://enlacezapatista.ezln.org.mx/;audio/20060325_TepicCentroNayarit.mp3;Palabras de la Comisión Sexta en Centro de Tepic, Nayarit;

https://enlacezapatista.ezln.org.mx/;audio/20060325_BellavistaNayarit.mp3;Palabras de la Comisión Sexta en Bellavista, Nayarit;

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  1. ola amigos soy una luchadora social sali de la escuela del ejercito y soy medico militar y si es verdad todo lo manifestante solo guiero decirles gue sies una asociasion civil en cada estado en cada mucipio agan un comite para gue cauando el gobierno tome sus mando diabolicas o aga apretones con adeuos alos ciudadnos por ambre demandas alos jusgados asen cajas solidarias supuestamente para los pobres cuando son narcotraficantes y la jente confiada sale a pedir un prestamo y esas cajas piden garantias los pobres se guedan sin casa y pierden todo eso es nuestro paisasi lo asen enpresas fantasmas el mexico no aguanta mas cada dia mas pobre y nuestro pias es rico si lo supieramos ordenar usted señor marcos siga su lucha social si en verdad los indijenas son pobres pero tanbien son ricos agui en nayarit les meten los narcos a senbrar drogas agui lo gue ase falta idustrias trabajo eso el campo ya no tiene presio eso es lo gue la jente debe de luchar yo sus opiniones son fuertes si lo acmiro soy jente umilde lucho por el ke menos tiene saludos desde nayarit

    Comentario de carmen villegas benites — junio 5, 2006 @ 8:45 pm

  2. hola como estan todos se le hara tonto de mi parte ponerme hacer etse comentasrio por medio de etse medio lo que pasa es que quisiera encontrar a unas grandes amiga sque s e fueron ah vivir a tepic hace unos años y yo quisiera si atraves de este medio la spudiera lo calizar ella se llama yolanda nicolaza bramont padilla y trabaja segun supe en el seguro social de tepic es todo lo que se y sus hijas se llaman clauidia y yohana me gustaria encontrarlas gracias

    Comentario de carlos castillo — agosto 18, 2006 @ 6:22 pm

  3. hola como estan pues yo opino que esta muy bonito lo que pusieron
    los quiero besos bye

    Comentario de mariana — septiembre 1, 2008 @ 8:14 pm

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