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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Feb242006

Reuniones en la región de la Malitzin, Tlaxcala (23/feb/06)

Con las comunidades que defienden la laguna de Acuitlapilco

En el auditorio de Atlahapa

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En San Pedro Tlalcuapan

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En Acuitlapilco, Tlaxcala-22 febrero

(…) acá para ver mero cómo están las cosas. Ya el compañero el Doctor en varias reuniones nos había platicado esto y le decíamos nosotros pues que no era lo mismo así nomás escucharlo, que verlo. Nosotros lo que vemos de lo que nos han contado y que vemos ora sí que con nuestros propios ojos es que, desde antes, estos ricos —que además hay que señalarlo son españoles, otra vez como hace 500 años— le echaron el ojo aquí a este lugar. Y echarle el ojo quiere decir empezar a hacer un plan para privatizarlo, para quedarse con él y sacarlos a todos ustedes, esa es la verdad.

Desde que se empezó a secar el agua, pues no es que el gobierno no haya hecho su trabajo: es que ése fue su trabajo; hacer todo lo posible porque no llegara el agua a la laguna, por obstruir las barrancas y los afluentes que llegaban hasta acá. Y no es culpa de la naturaleza, es culpa del gobierno. Y tampoco es que sea güey —que sí lo es—, lo que pasa es que estaba en ese plan que tenían desde hace años, porque así es el capitalismo: desde antes está pensando cómo hacerle.

Pero a nosotros nos da mucho orgullo escuchar su palabra y conocer su historia —además en boca de ustedes mismos—, y ver aquí a la comunidad reunida contando esta historia de lucha. Y también vimos que el gobierno los enfrentó como hace de por sí: un trámite, otro trámite y otro y otro y otro —y que ahora falta éste y este papel—, y siempre el plan es que se cansen. Y nosotros venimos desde las montañas del sureste mexicano, desde Chiapas, porque estamos conociendo estas historias.

No es el único lugar donde los capitalistas se están apropiando del agua y de la tierra de la gente, y no es el único lugar donde la están expulsando. Lo que estamos haciendo, aparte de escuchar la historia, pues es hacerles una petición —que se las vengo aquí a repetir a ustedes—: es que no se vayan a rendir y que no se vayan a cansar. Ya no están solos, ya no están solos, ya estamos nosotros como EZLN y como zapatistas junto con ustedes en esta defensa. Es la misma que hacemos nosotros de nuestra tierra y de nuestra agua para oponernos a esta situación.

Luego, aparte, yo les voy a decir lo que nosotros sabemos que hace el gobierno. Ustedes se organizan para defender esto, para defender el agua, para defender su historia, su tierra, y entonces el gobierno ve un peligro que se estén organizando, porque el pueblo que está organizado aprende a mandarse a sí mismo. No que alguien venga de fuera a mandarlo. Entonces, por eso les están chingue y chingue pues —para decirlo con las palabras que deben decirse—, para tratar de romperlos.

Entonces, van a tratar de dividirlos, de enfrentarlos unos contra otros, pero si se mantienen unidos, porque eso es lo que hemos aprendido nosotros; nos hemos mantenido unidos, no importa que avientan policías, soldados —a nosotros nos han aventado de todo— y como quiera no han podido quebrarnos. Estamos pues firmes en eso, lo que nosotros estamos haciendo —y eso le contestamos al compañero que preguntó— es eso: es empezar a escuchar en cada lado la historia que hay de lucha. de cómo se están organizando y empezar a unir todas esas luchas para que ya nadie este peleando solo. Y yo creo que ahora pueden decir bien aquí en Acuitlapilco que ya no están solos, ya la lucha no es solo aquí ni solo en Tlaxcala, sino que ya se unió con la lucha nacional que estamos llevando en todas partes.

Este plan que tiene el gobierno —les digo para que lo piensen bien—, el plan de la autoridad: si ustedes entregan el lago a la autoridad, se le está entregando a un intermediario que se lo ve a vender al capital privado. No lo va a administrar; el gobierno no es como antes que agarraba algo y lo va a administrar en beneficio de la comunidad. Ahorita nada más es un coyote —para decirle su nombre—, un intermediario que agarra las cosas y luego las malbarata, porque ni siquiera las vende como debe de ser. Y nada más se queda con un dinero y se lo guarda.

Y aquí el problema que están planteando, aparte de la defensa de la naturaleza, que es de ustedes —aquí nacieron, aquí crecieron y hay muchos que aquí van a morir—, el problema es que la democracia se supone que es el gobierno del pueblo. Y aquí el pueblo ya eligió: eligió al compañero, éste es el que va a ver el problema del agua. Y entonces, el gobierno hace una trampa y mete por otro lado y pone dos autoridades. Entonces, él dice: “de este lado está la ley y de este lado está el pueblo”.

La democracia es que gane la autoridad que está con el pueblo. Por eso tenemos que cambiar la ley; por eso decimos nosotros que necesitamos una nueva Constitución. No la que está ahorita, que nada más esta amañada pues para oprimir a la gente y para beneficiar a los grandes ricos. Como dijo el doctor, se trata de que tienen que elegir como comunidad, de acuerdo, y de discutir.

Pero nosotros les decimos que esta es la experiencia que hemos escuchado en todas partes donde hemos pasado: en el momento en que se rindan, que se cansen o que alguien se venda, pierden todo, no nada más la laguna, no nada más la tierra que está aquí. Van tras de todos ustedes, porque primero viene la unidad habitacional, luego el centro comercial, luego empiezan a extenderse y a extenderse y sus casa van a desaparecer. Les van a hacer trampa, les van a sacar papeles chuecos, y todo para decir que son invasores en su propia tierra.

Hasta que todo esto se convierta en una zona residencial para ricos, porque ¿quién va a pagar 2 millones y medio por una casa compañeros? Con 2 millones y medio vivimos toda la vida pues, así como estamos. Sólo la gente pues que tiene, que tiene mucho dinero. ¿Y ustedes creen que esos ricos van a decir aquí voy a vivir yo y enfrente van a estar las casas por las que pasamos? No les gustan, “está fea”, dicen. Y entonces quieren poner casas bonitas. Entonces, o te vas o vuelves hacer tu casa al modo que ellos quieren. Porque, además, van a poner leyes de que la casa tiene que ser así y así para que se vea bonita, porque a ellos no les gusta vivir con nosotros. Sí les gusta vivir de nuestro trabajo, porque de eso viven, eso es lo que nos están quitando. Pero no les gusta compartir con la gente como nosotros, les da roña yo creo, no sé qué les pasa.

Y entonces, esos gobernantes que están ahí, nosotros decimos que están de acuerdo ya con los ricos. Entonces, este movimiento de lo que se trata no es de poner un presidente de México, un gobernador o un presidente municipal. De lo que se trata es de acabar con todo ese sistema que hizo que esta laguna se secara y que ahora quiere quedarse con la tierra y que quiere invadirla como invadieron los españoles hace 500 años —menos pues, en 1521—, porque es ese el capital que está entrando.

Entonces, si nosotros soltamos esto, igual otros van a agarrar el mismo ejemplo en otras partes. Pero si ustedes se mantienen firmes, nosotros podemos ir a Hidalgo, a Querétaro, a Jalisco, a Guanajuato, a todos los estados que vamos a recorrer y nosotros vamos a contarles la historia de ustedes y decir: ahí hay gentes, hombres, mujeres, niños y ancianos que dicen que ¡ni madres!, que no se van a rendir, que no se van a vender. Y eso va a agarrarle fuerza a la gente y van a ver que este movimiento se va a multiplicar, se va a crecer por todo el país, y entonces ustedes van a poder decir con orgullo: “nosotros empezamos ese movimiento aquí, en esta laguna”.

Y ya no se trata de qué historia tuvo, de si estuvo Hernán Cortés o la Malinche o lo que sea, lo que va a estar es la historia que ustedes ya están escribiendo, junto con nosotros. Entonces, a eso los estamos invitando. Nos da mucho gusto, mucho orgullo, saber que ustedes son nuestros compañeros. Y qué bueno que los pudimos ver —así personalmente, como decimos nosotros—, que pudimos estar en esta tierra; y así nosotros podemos hacer grande la palabra que ustedes sacaron.

Yo vengo a decirles compañeros, también —lo que yo creo que ya se están dando cuenta—, que no están solos, que su lucha ya no va a seguir sólo aquí nada más en Tlaxcala, sino que ya va a crecer a todo el país. Y que ya la palabra que sacaron va a empezar a correr por todo el México de abajo, con gente sencilla y humilde así como la que estamos reunidos aquí. Y van a ver que esa lucha de ustedes le va a dar fuerza a mucha gente, y van a salir en las fotos sus rostros de ustedes y en los audios va a salir su voz de ustedes y eso lo van a oír otras gentes. Y van a decir: “esa gente es como yo, ya la ví, no es gente trajeada, no es gente bien vestida, es gente que es humilde como yo y que habla como yo. Entonces, sí se puede, si ellos se organizaron y desafiaron a los gringos y a los españoles, y a los gobiernos, y se mantuvieron firmes ¿por qué yo no?”

Y ese es el ejemplo que queremos nosotros que crezca por todo el país. Créanme pues, otra vez se los repito, que fue una gran lección la que nos dieron ahorita, ahorita se dio, pero se ve que la estuvieron preparando desde hace muchos años, con su lucha. Y, a lo mejor, ustedes no están pensando que lo que están haciendo va a tener gran fuerza, pero llegó el día en que la tiene. Y éste es el día, porque a partir de ahora ustedes como comunidad pueden decir: “nosotros somos parte de un movimiento nacional que va a cambiar completamente este país”.

Ya no es que nos van a contar los corridos o vamos a oír, a escuchar, las poesías o a leer los libros de historia: aquí es donde los estamos escribiendo. Entonces, gracias compañeros y compañeras que nos recibieron.

Atlahapa, Tlaxcala
Reunión con simpatizantes y adherentes de comunidades circunvecinas afectadas por el proyecto del periférico de Tlaxcala.

Jueves 23 de febrero de 2006

Buenas noches compañeros y compañeras. Queremos agradecerles la paciencia para escuchar la palabra de lucha que ha salido aquí y también para escuchar nuestra palabra. Nosotros somos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Comunidades indígenas de allá de las montañas del sureste mexicano.

Nosotros nos cansamos de los engaños de los gobiernos que ni siquiera nos volteaban a mirar por la miseria en la que vivíamos. Allá nosotros no teníamos escuelas, ni hospitales, ni buena vivienda, ni si quiera tierra para trabajar. Allá nosotros sembramos la tierra con la coa. Con un palo vamos hoyando la tierra y ahí vamos depositando la semilla. Nada de yunta, nada de tractor y las tierras que teníamos era pura piedra. No había dónde sembrar y entonces nuestros niños menores de cinco años, niños y niñas, se morían de calentura, de diarrea y nadie que voltea a ver, nada que nos tomaban en cuenta. Porque lo sabemos de por sí, que los ricos no nos toman en cuenta, ni tampoco los gobiernos. No existimos, sólo se dan cuenta que estamos ahí cuando nos organizamos y nos rebelamos.

Y entonces lo que hicimos nosotros fue que nos cansamos de esa situación y nos organizamos y nos alzamos en armas contra el gobierno. Pero no nada más de palabra. Fuimos a atacarlo a sus ciudades. Fuimos a atacar en sus cabeceras municipales a sus cuarteles de policía y a sus cuarteles del ejército. Y como era el primero de enero, estaban todos borrachos, festejando, celebrando lo que había dicho el cabrón de Salinas de Gortari, que es que ya estamos todos bien en México, que ya somos como Estados Unidos, como Europa.

Y nadie tomaba en cuenta la situación en que viven los campesinos y los indígenas. Y entonces, pues los sorprendimos compañeros y compañeras y los derrotamos y empezaron los grandes combates y entonces hubo un movimiento de que es mejor, que vamos a buscar el diálogo, que vamos a buscar la palabra. Y entonces nosotros empezamos a tratar de hablar con el gobierno a ver si hay acuerdo y vimos que pasa lo que nos están contando aquí ahorita ustedes, lo que nos contaron hace rato y lo que nos han contado en todos los pueblos de Tlaxcala donde hemos pasado: pues que el gobierno promete y luego no cumple y no importa qué color tiene su partido del gobierno, como quiera, lo vemos claro que es un mal gobierno.

Y entonces lo que hicimos es que dijimos: ya no vamos a hacer caso del gobierno, nos vamos a organizar nosotros mismos y así nos organizamos las comunidades y empezamos a construir escuelas. Y como no llegaban los maestros del gobierno, mismo la gente de la comunidad, los jóvenes, se empezaron a preparar y ellos empezaron a darle clase a nuestros niños. Hicimos hospitales, clínicas, mejoramos nuestra vivienda, porque allá se prohibió el trago, se prohibió el alcohol. Y entonces la tierra que tenían los grandes terratenientes, se las quitamos con las armas en la mano y la tierra fue entonces de quien la trabaja y nos organizamos todo esto en colectivo y donde antes nada más estaba el ganado de los grandes propietarios ahora está dando maíz, frijol, calabaza, los mismos alimentos que consumimos como indígenas y como campesinos que somos. Y aunque sea ahí pobremente como estamos, pues somos dignos. Ahí nadie llega y nos humilla, nadie llega y nos grita. El gobierno de por sí tiene miedo de entrar en nuestras comunidades porque allá nosotros decimos que allá el gobierno tiene que obedecer lo que dice el pueblo.

Pero entonces vimos que no podemos solos compañeros y compañeras, todavía hay muchas necesidades y vemos que los grandes ricos están destruyendo todo y están despojando la tierra de todos. A los campesinos y a los obreros, a los jóvenes, los están obligando a que dejan su país, que dejan su estado, que dejan su municipio, que dejan su comunidad, que dejan su casa, que dejan su familia y se tienen que ir a Estados Unidos a trabajar. Lo conocemos bien porque en todas las comunidades de este país hay gente que ha tenido que ir a otro lado porque aquí no hay empleo.

Entonces, compañeros y compañeras, nosotros llegó en nuestro pensamiento que así como está nuestra lucha allá, pues también hay otros hombres y mujeres así como ustedes que también están luchando contra la injusticia y llegó nuestra idea de que queremos conocerlos y que queremos aprender de ustedes. Y así escuchamos esta historia que es la del periférico, la de las carreteras que están haciendo.

Compañeros y compañeras, nos están engañando. Todo lo que está llegando de allá arriba es pura mentira. Esas carreteras, ese periférico nada más va a traer dolor, humillación y muerte para los pueblos. Y van a ver que les van a poner un dibujo muy bonito donde se ve el periférico y van a ver que va a decir que todo va a estar bien. Y les van a ofrecer una miseria por la tierra. Tres pesos, seis pesos, nueve pesos por metro cuadrado.

Y les voy a contar lo que va a pasar. Porque no es primera vez que pasa esto. Ya nos contaron que pasó lo mismo en Quintana Roo, en Yucatán, en Campeche, en Tabasco, en Veracruz, en Oaxaca y en Puebla donde se hicieron estas carreteras o estos periféricos y engañaron a la gente, que le iba a ir mejor.

Lo que pasó compañeros y compañeras es que la tierra que vendieron a nueve pesos, a seis pesos, cuando entró la carretera, subió a costar 350 pesos, 450 y hasta 700 pesos el metro cuadrado. Pero ya no era de ellos, era de los políticos que la habían comprado. Y esa carretera que dijo que era del gobierno, la vendió y ahora la administra una iniciativa privada, un empresario, y los campesinos y campesinas que vivían ahí, ya nadie los mira compañeros. Ni siquiera los ven porque en ese periférico empezaron a poner esos grandes anuncios y a ustedes les van a decir que pasa la carretera y ahí se va a ver su pueblo y la gente que pasa por la carretera se va a acercar. Mentira no se va a ver nada. Se van a ver sólo los grandes anuncios de Coca-Cola, de Wal-Mart, de Soriana, de todos esos cabrones que son los que se están enriqueciendo a nuestra costa.

Y les van a engañar compañeros y compañeras como ya engañaron a otros. Les van a decir: “A tí te conviene porque pones tu puestecito de quesadillas o tu puestecito de artesanías de barro y vas a ver cómo los carros se van a parar”. Ni siquiera va a haber dónde salirse compañeros. Es una autopista, pasan los carros hechos madre. Ni siquiera van a saber que están pasando aquí o por los pueblos donde va a estar el periférico. No les va a importar la historia de estos pueblos donde va a pasar. Va a desaparecer.

Les van a decir que va a ser todo muy bonito y vas a ver lo que va a pasar porque ya pasó. Se va, como está hallada nuestra gente, a que cruza el camino, sin pena, van a pasar los carros y van a matar un niño, una niña, luego a dos, luego a tres y entonces, hasta entonces, el gobierno se va a acordar: “¡chin, se me olvidó de hacer un puente para que cruce la gente!”. Pero ya para entonces ya va a haber muertos y cuánto le vamos a pagar a la mamá o al papá que perdió a su hijo. Que dijo: “Antes yo podía cruzar por aquí. Ahora ya no puedo”. Y ahora corre peligro el niño, la niña que podía ir a la escuela sin problema, ahora tiene que estar con cuidado porque pasan los carros, los camiones, los trailers y van a ver que así va a pasar y ya va a ir en la cuenta esos niños que van a morir o esas niñas que van a morir atropellados, porque el gobierno engañó y dijo que iba a estar bien el proyecto.

Y es mentira, lo hemos visto ya en otras partes. No estoy contando lo que estoy inventando. Estoy contando lo que me contaron otros compañeros y compañeras así como ustedes. Y si antes estás pensando que cruzas el camino para ir a un lado, ya no vas a poder. Tienes que ir a dar la vuelta hasta donde se pueda cruzar. Y lo que antes te quedaba así nomás enfrente, ahora tienes que dar una gran vuelta, eso es lo que va a pasar compañeros y compañeras.

Sobre esas carreteras ustedes nunca van a cruzar, van a ser para los vehículos de lujo, para los autos de los grandes ricos, para los grandes trailers que van de las grandes empresas. Sólo esos van a cruzar por ahí y todo lo que van a perder, no se va a poder recuperar. Van a ver con coraje cómo las tierras que se vendieron por una migaja, ahora valen mucho dinero y donde estaban sus casas va a haber hoteles, va a haber grandes centros comerciales, va a haber grandes edificios y los pueblos: borrados completamente.

Y si tú crees que en esos edificios te van a dar trabajo, es mentira. Les están echando mentira. Cómo van a aceptar que gente que ya se organiza y lucha va a entrar ahí. Les dicen que no. Van a decir: “Los pueblos ahí de Tlaxcala, esos no hay que contratarlos porque son muy rebeldes, porque no se dejan explotar, porque se organizan. Hay que dejarlos a un lado. Hay que olvidarlos y hay que traer de otro lado gente que sí obedezca, que no se rebele.

Eso es lo que va a pasar con el periférico compañeros y compañeras. Ustedes no deben dejarse engañar. Ni si quiera que les ofrecen mucho dinero porque no se los van a ofrecer y no es cierto que es un proyecto del gobierno. Es un proyecto de los empresarios, esa es la verdad. Y todo lo que están diciendo que van a hacer es mentira. Y todo el beneficio que dice que va a traer a los pueblos, es mentira. Ya lo vimos una y otra vez.

Y lo que está pasando, lo vemos bien, es que nadie llega a preguntarle a los pueblos de Tlaxcala pues qué es lo que necesitan. Ya nos los explicaron. Y van a ver que la mayoría de la gente dice: “no, yo para qué quiero un periférico, para qué quiero una carretera”. Lo que se necesita son escuelas, hospitales, drenaje, calles pavimentadas, que baje el costo de la luz. Todo, cuando pase ese periférico, todo se va a hacer más caro compañeros. Va a ser más caro el gas, la gasolina, el petróleo, la luz, el teléfono, el predial, los impuestos. Todo donde pasa eso, empieza a subir el costo de la vida. Pero lo sabemos bien, que lo que no suben son los salarios.

Y los van a tratar de engañar diciendo que va a haber muchas fábricas y muchos comercios y ¿para qué? compañeros, si no va a haber trabajo. ¿Para qué sirve que va a haber una gran tienda ahí, si no va a haber la paga para poder entrar si quiera a ella? Ni siquiera como empleado, ni siquiera para barrer esos grandes centros comerciales de los ricos.

Si ahora se pierde, si ahora se rinden, si ahora se desmayan, entonces lo que se va a perder no va a tener remedio. Nosotros estamos escuchando estas historias en todas partes donde pasamos y ahí donde se dejaron caer, donde se dejaron engañar o sobre todo —les aviso para que estén muy abusados—, donde se dejan dividir, pierden. Pierden todo, pierden toda la comunidad.
Nosotros venimos hasta acá para escucharlos, para escuchar su lucha. Pero también para decirles que nos hacen falta, que los necesitamos y no les estamos diciendo que se vayan para Chiapas. Ni siquiera que se salgan de Tlaxcala, ni de sus pueblos. Lo que les estamos diciendo, que ahí donde están luchen, pero que ya no luchen solos, que se unan con nosotros.

No vamos a hacer la guerra. No vamos a pelear con las armas. Lo que vamos a pelear es así como ustedes nos han enseñado. Con movilización, con organización, con protesta. Y tenemos que hacer que el rico se hinque. Que se rinda él. Tenemos que hacer que el gobierno renuncie, que se vaya. Y entonces ya no estar dependiendo de ellos, ni de los grandes políticos, ni de los grandes ricos. Porque sabemos que su plan es desaparecernos. El plan que tienen ellos compañeros y compañeras es que es un plan así por mucho tiempo. Ellos ya están pensando que la ciudad de México va a crecer mucho. Por eso van a hacer el aeropuerto en Tizayuca, en Hidalgo. Y entonces Tlaxcala va a ser como una colonia del Distrito Federal. Olvídate del campo, olvídate de los sistemas de riego. Aquí va a haber puras unidades habitacionales, puras colonias de lujo. Por eso quieren esas carreteras. Para poder llegar rápido a sus aeropuertos. Para poder mover rápido las mercancías de sus fábricas. Para poder llevarlas rápido a Estados Unidos. Y entonces vamos a ver si es que si les hacemos caso compañeros y compañeras, que vamos a perder todo. Y nos vamos a dividir.

Aquí en la Otra Campaña, no es que estamos buscando pues un partido político. Nosotros no queremos tomar el poder. Lo que queremos es organizar a la gente de abajo. No que mande uno, sino que mande el pueblo y el gobierno obedezca. Eso es lo que nos está haciendo pues este movimiento. Y si hasta ahorita, por ejemplo, en la mayoría de México y del mundo, no se sabe de este proyecto compañeros y no se sabe tampoco que la gente se está organizando para rechazarlo.

Pero ahorita a partir de ahorita, esta historia que contaron, estas imágenes de ustedes, sus rostros, sus nombres, se están yendo a todo México, porque eso es lo que estamos haciendo con la Otra Campaña. Y se está yendo para Estados Unidos y para Europa. Y entonces allá se van a dar cuenta otros hombres y mujeres que también están en contra del capitalismo, van a sentir la fuerza que ustedes tienen aquí pero que nadie veía. Parece como que está muy apartado, parece como que está separado, parece como que está olvidado.

Y entonces lo que está haciendo la Otra Campaña, es que está recordando esta historia que está pasando ahorita. No estamos hablando de Xicotencatl, no estamos hablando de la revolución mexicana cuando pasó. No estamos hablando de Zapata o de Hidalgo en la independencia o de Morelos. Estamos hablando de ustedes. De tú compañera, tú compañero, aunque seas hombre grande de edad, o que seas joven, o que seas niño. Esa es la lucha que estás haciendo tú y es buena. Es una lucha buena, es noble y es generosa. Porque no es porque están consiguiendo paga. A nadie le están pagando aquí porque se organicen. Lo están haciendo porque están pensando en lo que va a pasar después. Por eso se están organizando ustedes. Porque están pensando en los críos que a lo mejor ahorita ni saben de qué se está tratando. Pero un día se van a levantar, ahorita unas cuántas cuartas del suelo y luego más alto, hasta que ya tienen juicio, y entonces esta tierra va a ser libre por la lucha de ustedes. No porque un cabrón gobierno vino a decirlo. O no porque alguien de fuera vino a decirlo sino por la misma lucha de ustedes.

Pero entonces nosotros venimos a hacer esta pregunta. ¿Qué es más mejor? Decimos nosotros. Si cada quien lucha por su lado a ver si junta fuerza y a ver si puede convencer al gobierno que tiene que rendirse o si mejor hace un gran movimiento nacional. Toda la lucha que está ahorita separada, unirla y entonces sacar a todos los políticos cabrones, holgazanes que están allá arriba. Sacar a todos los ricos que nomás están viviendo de nuestra sangre. Y entonces juntos, hacer otro país, de eso se trata y ya lo vimos aquí en Tlaxcala. Ahorita vemos que ya están unidos los maestros democráticos, los jóvenes, los ex braceros, ustedes, los compañeros de los pueblos que hemos pasado. En todas partes ya se están uniendo y entonces ya el gobernador o el presidente ya se está rascando la cabeza porque pues no le va a gustar que se junten. Pero antes nos puede pegar o nos puede engañar si estamos solos, pero ya unidos no se puede.

Entonces imagínense que está toda esa fuerza ya aquí Tlaxcala, que es pequeño su territorio y entonces hay una lucha. Es el Tlaxcala de arriba, que si le hacemos caso compañeros aquí no va a haber casas ni campos, va a haber pura carretera, donde quiera y puras grandes casas de los ricos y grandes comercios. Nada de que su tiendita, nada de que su puesto ambulante. Nada que su escuela, lo que va a haber es nada más escuelas para los ricos. Esa es la Tlaxcala de arriba. Y la Tlaxcala de abajo pues ustedes mismos son, cómo lo voy a decir. Ustedes y los maestros democráticos y los exbraceros y toda la gente que se está organizando, que se está oponiendo a esto que quieren vender la tierra, que quieren vender el agua.

Entonces aquí está la Tlaxcala. Entonces hagan de cuenta que lo hacemos más grande nuestro pensamiento. Imagínense todo México. Imagínense que estamos juntos todos. Aquí y en el EZLN, en Chiapas, y nos juntamos con la gente que hay en Quintana Roo, en Yucatán, en Campeche, en Tabasco, en Veracruz, en Oaxaca, en Puebla, ya es un buen tanto. Millones. Millones que están igual, pero ahorita sueltos y solos. Ahora súmenle los demás estados de la república, los otros 23 estados que vamos a recorrer. Porque ahí también hay compañeros y compañeras que están organizados y que están luchando.

Pues entonces va a haber un gran movimiento, compañeros, un gran levantamiento. Porque eso es lo que va a pasar. Que estamos debajo de por sí como somos, humilde y sencillo, pero el que está abajo se levanta y el que está arriba, tiene que bajar, tiene que se va a rendir. Lo tenemos que hacer y lo tenemos que obligar. Y ese pinche proyecto del periférico, tiene que irse para abajo y se va a ir para abajo por su organización de ustedes, pero ahora lo vamos a apoyar nosotros.

Ahora lo vamos a apoyar nosotros. No nada más como EZLN sino que toda la Otra Campaña y ustedes ya pueden decir, sin ninguna pena, nosotros ya no estamos luchando solos. Y que lo escuche el cabrón gobernador y que lo escuche el Fox y que lo escuche el rico. Que diga, que se empiece a preocupar y que empiece a tener miedo, porque hasta ahorita nosotros somos los que tenemos el miedo. Que a ver cómo nos van a perjudicar, a ver si no nos van a perseguir. Y entonces nosotros decimos no. Ahora vamos a hacer cambio. Ahora el que tiene que tener miedo es el rico, el que tiene que tener miedo es el gobierno porque lo vamos a tirar. Y vamos a corretear a los ricos de este país, que se vayan a otro lado a ver cómo le van a hacer.

Y esa lucha que ahorita está aquí compañeros no se va a parar ahí porque ustedes van a escuchar las luchas que están pasando en otro lado. De otra gente así que es igual como ustedes y entonces vamos a unir toda esa lucha en una cosa que se llama el Programa Nacional de Lucha. Y vamos a cambiar el país y le vamos a hacer una nueva constitución y en esa nueva ley, el campesino va a tener la tierra, no el gran terrateniente. Y el campesino va a tener buen precio para su producto, y va a tener maquinaria para trabajarla, y va a tener buena vivienda y el pequeño comerciante va a tener apoyo y el obrero va a tener salario justo y los maestros también y va a haber buenas escuelas y los estudiantes no van a tener que pagar por estudiar y cuando acaben de estudiar va a haber empleo.

Todo esto que les estoy diciendo parece que está muy lejos. No compañeros, está bien cerca. Está bien cerca porque la gente que ahorita que está bien brava, bien encabronada como decimos nosotros, pues ya está buscando cómo le va a hacer y está buscando aquí en la otra Campaña que se va a unir. No es gente que está buscando que los partidos políticos, que si el PRI, que el PAN, que el PRD porque ellos ya saben, esos nos engañaron. Lo que tenemos que hacer es otro gran movimiento y que tenemos que acabar con todo. Eso es lo que vamos a hacer y a eso es lo que estamos echando trato.

Y ahorita ustedes pueden estar contentos como yo estoy contento porque he escuchado todas estas palabras en Tlaxcala, aquí en este lugar es donde acabamos. Mañana ya nos vamos para Hidalgo y le vamos a seguir pero ahora llegamos con mucha fuerza porque escuchamos su historia. Y entonces yo voy a poder llegar a Hidalgo a contarle a la gente humilde y sencilla de allá: “No, pues pasamos por los pueblos ahí de Tlaxcala. ¡Pu! ¡Tras que son bien bravos, tras que no se dejan! ¡Y no pelean solos, se organizan y se juntan! Y ahí vimos gente maestros, vimos ancianos, vimos ex braceros, vimos jóvenes, vimos estudiantes, vimos mujeres, vimos obreros y están todos bien bravos”. Y entonces yo les voy a decir a los de Hidalgo ¿Y ustedes qué?

Porque ya pasamos, por todos, nueve estados; con este terminamos Tlaxcala —nueve estados— y la gente está bien embravecida. Lo que pasa es que estamos viendo a que quede cabal para que todos los mexicanos y mexicanas que están abajo, que están oprimidos, se unan al movimiento. Porque si ya lo hacemos ahorita, los de otros lados se van a encabronar, van a decir: “¿Por qué no me esperaste?”. Por eso, rápido estamos haciendo este movimiento, pasando por todas partes. Y no es primera vez que vamos a pasar por aquí. Porque ya pasamos en 2001. Pero tampoco va a ser la última. Vamos a regresar otra vez aquí y ya no voy a venir solo. Van a venir más compañeros y compañeras y entonces vamos a estar con ustedes en contra de ese pinche periférico.

Y entonces, nosotros nomás les pedimos compañeros y compañeras, pues que no se vayan a rendir. Que no vaya a andar yo por allá por Querétaro, por Jalisco, o por el norte y que llegue la noticia de que ya se rindieron los compas de acá y que ya el periférico no tiene problemas y que todos bien contentos. Porque entonces vamos a perder todos. Y no queremos eso. No queremos perder todos. Queremos ganar todos, pero juntos. De eso se trata.

Entonces compañeros y compañeras, pues nosotros les damos muchas gracias porque nos dieron una lección bien chingona. Todos. Aquí en este pueblo y en todos los lugares donde pasamos en Tlaxcala. Y entonces nosotros ya podemos decir que tomamos bien el apunte de Tlaxcala y lo vamos a estudiar y yo voy a regresar con mis compañeros que son mis jefes. Porque allá yo soy Subcomandante, porque encima mío están los pueblos que son los que mandan. Y les voy a decir: “Ahí en Tlaxcala hay gente bien chingona que es nuestra compañera”. Y ellos se van a poner bien contentos.

Y entonces, compañeros y compañeras, yo les quiero pedir otras cosas, ya aprovechando pues que voy encarrerado. Sólo les quiero pedir que hablen con más gente, que no se deje engañar. Porque eso es lo que va a hacer el gobierno, va a querer dividir. Y van a ver que cuando esté su asamblea, uno se va a parar y va a decir: “Yo creo que está bueno el periférico porque va a estar bonito ver los carros que están pasando y que nos sentamos en la puerta para ver cómo pasan”. Y así va a tratar de dividir y de convencerlos.

Y entonces, ahí es donde ustedes tienen que tener bien la razón y el argumento porque nuestro movimiento no es así que llegó nuestra gana de que no tenemos nada que hacer, pues ahora vamos a chingar. Sino que estamos viendo que hay una injusticia. Entonces no dejarse engañar, no dejarse dividir y hay que crecer. Tiene que ser todos los pueblos donde están ese proyecto. Ahorita vimos el mapa y está ahí ese plan. Pues no nada más es Tlaxcala. Agarra Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Estado de México y se va hasta Morelia. Entonces tenemos que hacer todo ese movimiento para que en ningún lado va a pasar. Si quieren hacer carreteras o caminos, tienen que pedirle su permiso a la gente, así es allá. Ahí no se hace nada sin permiso de la gente.

Y cuando acabemos, que tumbemos a los malos gobiernos y a los ricos, entonces vamos a poner otro gobierno y ese gobierno cada vez que quiere hacer algo, va a tener que venir a pedirnos permiso humildemente. Porque si nos gritonea, lo correteamos otra vez, porque ya vamos a ser un pueblo levantado.

Y otra cosa que les pido compañeros y compañeras, otra cosa que les pido de favor es que así como su palabra la van a escuchar otros, ustedes también escuchen la palabra de lo que está pasando en otras partes. Con los compañeros y compañeras que organizaron, díganle: “Oye, él dice que pasó algo en Campeche igual, o en Tabasco. A ver, enséñame pues, lo que dijo la gente”. Y van a ver que es gente igual que ustedes. Igual que ustedes está encabronada, igual que ustedes está organizada e igual que ustedes está en la Otra Campaña. Buenas Noches compañeros, gracias.

Reunión con simpatizantes y adherentes de las comunidades de las faldas de la Malitzin
Jueves 23 de febrero de 2006

Compañeros, compañeras, buenas tardes, gracias por estar con nosotros, gracias por habernos dado su palabra, que nosotros vamos a llevar a otras partes de México para que se conozca la lucha que hay aquí en los pueblos que están en la falda de la Malinche. Nosotros somos indígenas, de allá de Chiapas, de las montañas del sureste mexicano, así como también ustedes son indígenas, acá en Tlaxcala, la mayoría de los que estamos aquí, y entonces queremos contarles una historia que nos encargaron allá que les contáramos, principalmente a los hombres y mujeres ya de edad, nuestros mayores, como decimos nosotros.

Y nos cuentan nuestros ancianos cómo fue al principio, cómo estaba el mundo: decían entonces que la tierra no tenía dueño, no había parcelas ni títulos de propiedad, ni nada, sino que los mismos hombres y mujeres pues ahí cultivaban la tierra y sacaban para vivir.

Y entonces, están contando que llega un joven a preguntar con un anciano: “¿por qué es que hablamos así como cantado, como cantadito?”. Así como es la lengua indígena. Y entonces el viejo, el anciano, le contó que en aquellos tiempos decían los dioses, los que hicieron el mundo, dijeron que tenían que estar así los hombres y mujeres que hablaban con la lengua indígena, que hablaban como cantado porque era así como podían hablarle a la Tierra.

Y entonces, que esos hombres y mujeres tenían que hacer una cultura para hablarle a la tierra, al agua, a los árboles, a los cerros, a los animales, porque estaban unidos —decían pues los dioses—, o sea que si la vida que tenemos como hombres y mujeres se los debemos a la tierra, al aire, al agua, y también la tierra, el aire y el agua nos deben la vida a nosotros, y entonces decía que así hicieron la lengua indígena, como un canto, como una forma de hablarle a la Tierra con cariño.

—Ta´ bueno —dijo el joven—, ya entendí porqué hablamos cantadito, pero entonces ¿qué va a pasar?
—Pues entonces —dijeron los dioses—, pues que va a llegar un día en que va a llegar el rico y se va a apoderar de la tierra, del agua y del aire. Ese rico lo va a convertir todo en dinero, va a convertir en dinero la tierra, el alimento, el aire, los manantiales, los pozos, incluso va a convertir en dinero a las personas, las va a comprar y a vender.
—¿ Y cómo es que va a pasar esto? —decía el jóven.
Y el viejo le dijo lo que decían los dioses:
—Así va a ser de por sí, porque el rico no tiene llenadero, no se detiene en lo que quiere hacer, y no le importa si destruye o mata, lo que él quiere pues es ganar su dinero.
—Pero entonces no nos vamos a dejar —dijo el joven.
—De por sí no nos vamos a dejar —dijo el viejo—, pero en su plan del rico es que nos divide, nos separa, nos separa de otros, nos separa unos de otros, y entonces así estamos separados, pues entonces así separados sí nos pueden derrotar.
—Y entonces ¿qué vamos a hacer? —preguntó el joven.
Y dijo el viejo:
—Pues entonces lo que dijeron los dioses es que así como le hablamos nosotros a la Tierra, la Tierra también nos va a hablar, y tenemos que saber escucharla.
—Pero ¿cómo es que vamos a oír? porque yo no escucho pues que hable la Tierra, sí escucho que hablan los animales, que hacen ruidos, y el viento también cuando pasa en los árboles, o el agua de los manantiales, pero la Tierra no la escucho.
Entonces dice el viejo que:
—Los dioses hicieron otro modo a los indígenas para que escucharan a la tierra, y les dijo entonces que van a escuchar con la piel. O sea con la piel que tenemos en los brazos, en la cara, en las manos, en el cuerpo y que, para que esto no se olvidara, hizo a los indígenas del mismo color de la tierra. Para que la tierra supiera cuando le va a hablar.
Y entonces el joven pregunta:
—¿Pero pues cómo va a ser? no escucho pues lo que dice mi piel.
Y entonces dice el viejo que:
—Así dijeron los dioses, que la tierra cada tanto va dejando un mensaje en la piel, y que esos mensajes se van juntando, según cada tiempo que pasa en la vida del hombre y la mujer, y es lo que se conoce como las arrugas —dice—, entonces, los que tienen más mensajes de la tierra son la gente de edad, los mayores, que se dice pues como que está arrugada su cara, sus manos, su cuerpo, y entonces —dice— no es que son arrugas, son mensajes que está diciendo la tierra, que (…), que los pone en estos hombres y mujeres.
—Y entonces, ¿qué va a pasar? —dijo el joven.
—Pues estos hombres y mujeres que son los que tienen más edad, ahí en sus arrugas guardan la historia de los pueblos, la historia de la Tierra, los mensajes que dice.
Y entonces, dice que llega el día en que la Tierra siente miedo, siente que va a pasar un gran peligro y una gran destrucción, y entonces tiene que hablarle a estos hombres y mujeres de color moreno, y los de más edad, los ancianos, y les empieza a decir que hay que despertar, que hay que ponerse alerta porque viene una gran desgracia.
Y entonces, tal vez los jóvenes no se dan cuenta de lo que está pasando, pero la gente de más edad sí se da cuenta, porque sabe cómo era antes las cosas y sabe todos los sufrimientos que pasa la Tierra, sabe también lo que duele perder la tierra, porque así también se pierde la comunidad.
Y entonces, dice este viejo —le explica al joven— que lo que va a pasar es que cuando la tierra empieza a romperse, empieza a tener peligro, entonces los hombres y mujeres empiezan a ver que se destruye su comunidad, que unos jalan para un lado, otros jalan para otro, otros se van y dejan la tierra, y entonces la tierra se queda sin quien la cuide, y entonces ya pueden llegar los ricos y poderosos y apoderarse de ella.

Y esa amenaza, ese dolor que tiene la tierra, es el que llegó allá con nosotros en las montañas del sureste mexicano, y llegó también en nuestra gente que ya tiene edad, indígenas, como somos nosotros los zapatistas de allá de Chiapas —somos mayoritariamente indígenas—, y entonces estos hombres y mujeres que son nuestros jefes, son los que nos llamaron y nos dijeron: “estamos sintiendo que hay un gran peligro en la tierra, en nuestra madre, en la montaña, y se está quejando el viento, y se está quejando el agua, y se están quejando los animales y los árboles, y la tierra está juntando toda esta queja de todo este dolor y vienen y nos dicen hay que hacer algo. Y entonces, nosotros, como los ancianos y ancianas de estos pueblos indígenas, pensamos y sentimos que este dolor no es nada más aquí en Chiapas, sino que en todo México está pasando lo mismo, y entonces tenemos que ir a buscar a otros hermanos y hermanas como nosotros, indígenas, que hablan otras lenguas, pero que también hablan cantadito para cantarle a la Tierra. Y que también tienen en su piel el color que tenemos nosotros, y también tienen en su piel las arrugas, o sea los mensajes que nos da la tierra de cómo debemos pelear”.

Y entonces me mandan a mí y me dicen: “ve y busca a esos compañeros y compañeras que son como nosotros, pregúntales si es que están recibiendo el mismo mensaje”. Y entonces, nosotros escuchamos su voz de ustedes y la voz de los indígenas mayas en la península de Yucatán: en Quintana Roo, en Yucatán, en Campeche; y fuimos también en Tabasco y escuchamos la voz de los indígenas chontales; y fuimos a Veracruz y escuchamos a los popolucas y a los náhuatl; y fuimos a Oaxaca y escuchamos a los mazatecos, zapotecos, cuicatecos, mixtecos; y fuimos a Puebla y también escuchamos de nahuas y mixtecos el mismo dolor; y ahora llegamos a Tlaxcala y escuchamos en ustedes eso mismo, en voz de las personas que tienen más edad.

Y escuchamos estas historias en todas partes: la naturaleza la están destruyendo, están convirtiendo el agua en una mercancía, la tierra en una mercancía. Entonces escuchamos que cuando nosotros vemos la tierra, vemos nuestra historia, nuestra cultura. Por eso —así como explicaron los compañeros bailadores y compañeras bailadoras—, que cómo en la tierra tiene que ver toda la cultura, los casamientos, toda nuestra idea de lo que es la comunidad. Pero entonces vemos que cuando llega el rico no ve un pedazo de tierra, sino ve una cantidad de dinero; y no ve la historia que tiene. Tampoco cuando ve la laguna ve su historia y la cultura que tiene, lo que ve es un pedazo de tereno que puede vender o comprar.

Y entonces, cuando las comunidades aquí de las faldas de la Malitzin hablan de su montaña, no sólo están hablando de los árboles, de los animales o de la tierra, están hablando de la cultura, de lo que los hace pueblos, de lo que les permite tener su modo para rezar, para amarse, para morir, para vivir, su modo del que nosotros decimos nuestra cultura como pueblos indígenas. Pero entonces llega el rico, o su gobierno —su mal gobierno— y ve el cerro de la Malintzin, y no ve su historia ni la cultura; ve una cantidad de tierra, una cantidad de madera, y dice: “si yo me quedo con esto voy a ganar tanto dinero”.

Y entonces, por eso la palabra que sacan los gobiernos y los ricos no la entendemos, porque ellos están hablando de ganancias, de riqueza, de comprar y de vender cuando hablan de la tierra, y en cambio nosotros, como indígenas que somos, cuando hablamos de la tierra hablamos de la vida. Y entonces ellos dicen: “te voy a comprar la tierra”. Y entonces nosotros decimos: “¿cómo vamos a vender la vida?”, si sabemos que si vendemos eso nos morimos como comunidad, nos morimos como pueblos indios, nos morimos como seres humanos, y ya no somos lo que somos, sino que ahora vamos a ser como fantasmas, como gente que anda sin rumbo ni destino, como si arrancamos un árbol de la tierra que lo guarda y lo aventamos por ahí.

Y entonces, vemos que esos gobiernos y esos ricos hacen su trato entre ellos, se ponen de acuerdo y entonces salen los grandes camiones con grandes cantidades de madera que sacan, y tras que si los detienen tienen un papel del gobierno que les da permiso de hacer eso. Pero si un campesino o una campesina anda con un poco de leña lo meten a la cárcel, porque dicen que está destruyendo la naturaleza.

Y vemos también que si una comunidad tiene su manantial, su pozo de agua, pues rápido se lo quieren privatizar, o sea, quitar a la comunidad, y entubar y llevar para los hoteles, para los centros comerciales, para los lujos que tienen los ricos. Y a ellos no les importa si la comunidad se rompe, si desaparece; lo que importa es el dinero que van a sacar de esa agua que los más ancianos y ancianas de los pueblos saben que antes no se vendía, se regalaba. Porque la tierra no se vende, sino que da lo que tiene según si recibe cariño.

Y entonces, estamos viendo todo esto que está pasando, y lo vemos no nada más aquí en Tlaxcala, o no nada más aquí en las faldas de la Malinche, sino que lo hemos visto en todos los estados que hemos pasado y donde hemos escuchado estas historias. Y entonces, estamos pensando esto de hacer la lucha, porque nosotros no estamos pidiendo que vamos a hacer de una elección, no estamos buscando que vamos a tener un cargo. Porque según nosotros, nuestra idea como indígenas, pues eso no importa, no vale pues, que si alguien quiere ser presidente, gobernador, o regidor o presidente municipal.

Nosotros sabemos, en nuestras tierras, que lo que hemos tenido lo hemos logrado porque nos hemos unido como pueblo y así, como pueblo en colectivo, es como se consiguen las cosas, luchando. Pero ahí, lo que estamos viendo nosotros que antes estamos acá en las faldas de la Malintzin, y estamos batallando por los precios, porque no da bien el producto, porque lo que cosechamos se vende muy barato, y lo que necesitamos está muy caro pero, como quiera, pues allí estamos, pobres.

Pero, ahora, lo que está pasando es que los ricos ya vienen también por nosotros: ya vienen a quitarnos la tierra, los árboles, el lugar donde vivimos, y nos quieren quitar la historia, así vemos también nosotros que esos bailables que nos pasaron —que era el ejemplo de la cultura—, o esta idea de esto que me dieron —que está recogido aquí en la Malintzin, que sirve para curarse—, pues se lo quieren llevar, lo quieren embotellar, o hacer en un paquete y venderlo, y entonces la gente que está aquí va a tener que comprar esta medicina, y va a estar muy cara y no la va a poder pagar.

Y entonces los pueblos van a decir: “¿por qué? si aquí tenemos el agua, la tierra, los animales, los árboles, la medicina ¿por qué? ¿qué pasó? que nos lo quitaron y no nos dimos cuenta”.

Y en todas partes escuchamos esto, compañeros y compañeras, no crean que nada más está pasando aquí, porque el plan que tienen los ricos es quitarle todo a los pobres, incluso aunque tenga unas pocas monedas. Porque lo sabemos bien —sobre todo las compañeras me van a dar la razón—, que llega un poco de paga y llega la cuenta de la luz y no alcanza; y dice: “¿por qué? pues si yo no tengo mucha luz ¿por qué sale tan caro? Pues es que el gobierno dijo que subía. Y entonces, si no puedes consumir leña entonces necesitas gas, y está subiendo el gas. Y si alguien pues de la familia trabaja de chofer pues ahora gana menos, porque la gasolina también sube. Y luego todavía la tierra que tenemos —que muy pobremente trabajamos— hay que pagar impuesto.

Entonces, llega un momento pues que tenemos que pagar por ser pobres. Estamos pagando porque nos hagan pobres y miserables; tenemos hambre y le pagamos al gobierno por tener hambre. Ya no hay para dónde hacerse. Ya no puede ser que nada más estamos trabajando, ya no para dejar de ser pobres, sino que estamos trabajando para pagarle al gobierno que nos siga teniendo como pobres. Y aún así no les basta, quieren que nos vayamos.

Y entonces, quieren privatizar este pueblo: todas las faldas de la Malintzin, el cerro, la tierra, el aire. Y entonces nos van a decir, aunque hayamos nacido aquí, aunque aquí tengamos nuestra historia y nuestros muertos, nos van a decir: “tienes que pagar por vivir aquí ¿no puedes pagar? Véte”.

Y entonces eso es lo que va a pasar y es lo que nos está avisando la Tierra, porque la Tierra sabe que va a morir si no tiene a los pueblos indios para que la protejan. (…) Bueno ¿qué está pasando? compañeros y compañeras y que lo vemos por todos lados.

Y entonces decimos pues aquí el problema no es quién va a mandar, quién va a ser gobierno, porque lo sabemos como salen los gobiernos; aunque sea una persona humilde y sencilla, en cuanto agarra cargo, agarra pues la avaricia y agarra que quiere dinero, y lo sabemos que aunque alguien sale con cargo que es muy humilde y sencillo, al rato ya tiene carro, ya tiene casa, ya tiene mucho dinero en muchas partes y se convierte en ladrón.

Y entonces en el pensamiento de nosotros, entre nosotros los zapatistas, llegó que en lugar de que vamos a buscar cambiar el gobierno, lo que vamos a buscar es unir la lucha de los de abajo, de los que no son gobierno, de los que no tienen cargo y los que no tienen riqueza, de la gente que trabaja. Y nosotros decimos que hay que unir a la gente que es humilde y sencilla, ese que batalla para hablar, a ese que le da pena pues si va a hablar en público o en un micrófono, que mejor se queda callado, pero que sabe también que tiene un sufrimiento.

Y entonces nosotros andamos en esto, no es porque vamos a hacer un partido político, compañeros, no, ni tampoco porque queremos tener un cargo. Lo que queremos es unir nuestra lucha que está allá en Chiapas con la lucha de ustedes. Porque es la misma, nosotros también tenemos montañas, tierras, aguas, vientos, animales, y así como los de aquí, están amenazados por los ricos. Y entonces nuestra gente de más edad nos está diciendo: “la tierra dice que si la vendemos morimos como país”.

Y entonces nos está diciendo: “no podemos dejar que pase eso, pero tampoco podemos solos, entonces, ve y busca al que en Tlaxcala está también peleando y dile que vamos a unirnos nuestra lucha. Y ve busca también al que es pobre en la ciudad, al que es trabajador, chofer, vendedor ambulante, pequeño comerciante, aquel joven, al que es estudiante, maestro, al que está luchando también ahí contra la injusticia y también es pobre y que también está desesperado. Búscalo y dile que vamos a hacer una unidad, abajo, no para arriba, sino para abajo y, entonces, cuando vayas no hables con los gobiernos, no hables con los ricos; habla con la gente humilde y sencilla y escúchala, y escúchala y lleva su palabra a que la escuche otro que también está igual. Y a todos llévale el mensaje de que hay que unirnos para pelear juntos, no con las armas sino con la movilización pacífica. Y dile que estas cosas sólo se van a solucionar si sacamos de una vez para siempre a los ricos, a los empresarios, a los terratenientes, a los patrones y, junto con ellos, tenemos que sacar también a los grandes políticos, que nada más se están enriqueciendo a nuestra costa. Que sólo entonces vamos a poder salvar a nuestro país y rescatarlo de la mierda en la que lo tienen los grandes políticos”.

Entonces, lo que les venimos a decir nosotros compañeros y compañeras es que la solución no va a venir de arriba, aunque sea uno que es muy chingón que está arriba, no va a poder. Lo que se necesita es que nosotros tenemos que unir nuestra lucha, juntos, como pueblos indios, pero también como trabajadores campesinos y tenemos que unirnos con los obreros, y con los estudiantes, y con los jóvenes, y con las mujeres, y con toda la gente que en todas partes está luchando, porque este dolor que sentimos aquí, en la Malintzin, no nomás se está sintiendo aquí, también se está sintiendo en las calles de Tlaxcala, en las colonias populares, en las colonias que están siendo quitados, pues, sus terrenos por esos que quieren hacer periféricos y carreteras. En otras comunidades donde les están robando el agua, los pozos; en las fábricas, donde los jóvenes, hombres y mujeres, están siendo explotados; en los maestros que no tienen buenos sueldos ni buenas condiciones para enseñar; en los estudiantes que no pueden pagar la escuela y se tienen que salir, y en todos esos compañeros y compañeras que se tienen que ir de México a buscar trabajo en otros lados.

Y entonces, lo que está diciendo la tierra —según nos dicen nuestros compañeros allá que les traiga este mensaje—, está diciendo la Tierra: “quédate y lucha, no te vayas, no te rindas, no te vendas, porque entonces no va a haber nadie quien me cuide y quien me proteja”.

Y así como una compañera pasó y los saludó a todos ustedes, a los pueblos de las faldas de la Malintzin, y les dijo que gracias a ustedes que están defendiendo la tierra, pues así, en todas partes hay pueblos indios que están defendiendo la tierra. Pero estamos solos, estamos separados, muy alejados, y lo que necesitamos es que nuestra palabra se junte; esa palabra cantadita que nos enseñaron los que hicieron el mundo para hablarle a la tierra. Entonces, ya no sólo le platiquemos a la tierra, sino hablemos entre nosotros, así sencillito, sin grandes palabras, sin palabras duras que luego no entendemos como usan los políticos, sino así como hablamos de por sí acá abajo.

Y entonces empecemos a hacer este acuerdo para sacar a todos esos. Nosotros decimos: ya no basta que nos vamos a defender aquí la tierra, ahora tenemos que atacar, tenemos que sacar esos ricos de allá; no a tiros, sino vamos a sacarlos con grandes movilizaciones en todo el país, y que se vayan de una vez, que busquen a ver en algún lugar a ver dónde, dónde van a dejarse explotar. Nosotros creemos que ya no van a encontrar dónde meterse, y entonces tienen que pagar todos los delitos que han hecho: los robos, los despojos de tierra, las trampas que han hecho, los engaños. Y también muchos crímenes, porque lo sabemos bien que han matado gente humilde para quedarse con sus cosas. Y entonces nosotros decimos pues que hay que hacer una cárcel para meterlos a ellos, a ellos y a todos los políticos que han hecho sus maldades.

Entonces, compañeros y compañeras, pues nosotros les estamos diciendo este mensaje: únanse con nosotros, no estamos solos como zapatistas, hay muchos, muchas organizaciones; muchos compañeros que no son zapatistas, muchos compañeros que no son de Chiapas. Porque ya estamos en todo el país, en todo Mexico, y también hay compañeros de pueblos indios de todas partes. No nada más es que nos vamos a unir nosotros como indígenas chiapanecos con ustedes como indígenas tlaxcaltecas, sino que nos vamos a unir con todos los pueblos indios de México, y con todos los obreros y todos los campesinos, y los jóvenes, y las mujeres, y los ancianos.

Vamos a juntar todo este dolor y lo vamos a convertir en alegría, en la alegría de la lucha, porque vamos a saber que ahora sí van a cambiar las cosas. Y entonces —ya como especial pues, para la gente de edad, para los mayores—, pues uno se ha pasado la vida esperando a ver si ahora va a cambiar, y como que se va acabando la esperanza y que dice: “pues ojalá algún día esto sea libre, sí haya justicia, pero de repente ya no lo voy a ver yo, pues ya estoy grande, ya me voy a morir”. Y entonces, decimos nosotros que ¡ni madres! que mejor se mueran los ricos, que se mueran los malos gobiernos, y que sí lo tenemos que ver, tenemos que ver no importa la edad que tengamos, tenemos que ver que este país es libre otra vez. Y que aquí, en estas tierras donde estamos ahora de San Pedro, nos vamos a reunir otra vez, pero ahora para echar alegría, ya no vamos a contar el dolor, lo que vamos a contar es cómo fue que nos unimos para luchar, cómo echamos a los ricos, cómo echamos a los malos gobiernos, y cómo empezó a florecer el canto y el baile en estas tierras.

Ese día va a llegar, lo vamos a hacer y no es que estamos hablando de algo que va a tardar mucho, porque a lo mejor la gente ya dice: “mmm, ojalá sea bueno, pero eso que dice el Marcos tal vez no lo voy a ver”. Lo vamos a ver compañeros, seguro que lo vamos a ver todos, porque esto que estamos escuchando está en todas partes.

No es cierto que somos pocos. Ya ven, en la radio y la televisión dicen: “no pues eso de la Otra Campaña pues son unos poquitos ahí, además son indígenas —dicen—, ¿quién les va a hacer caso, pues?”. Pero resulta que en la guerra de independencia y en la revolución mexicana los que se levantaron fueron los indígenas, primero que nada, y luego ya los demás. Pero nosotros estamos viendo en donde estamos llegando que está pasando pues, como el manantial. El manantial no nace ahí, sino lo sabemos que el agua va por abajo y de pronto sale, así está pasando con nuestra lucha: ahorita todavía va por abajo de la tierra, parece que es muy poquito, apenas y se escucha como un rumor, así como cuando uno siente la tierra y siente que tiene algo abajo pero sólo lo sabe escuchar el que sabe del campo. Y ya, más adelante, vemos que sale un manantial de agua limpia.

Eso es lo que va a pasar con nuestro movimiento, porque si empezamos a juntar todo lo que estamos juntando, pues ya no somos unos cuantos, compañeros y compañeras. Y, además, lo estamos haciendo derecho, sin echar mentiras, a nadie le estamos pagando, nadie está sacando dinero de aquí. Y, en cambio, allá en las campañas de los políticos pues un chingo de dinero que se están gastando, ¿a poco no? Y entre ellos se lo están repartiendo, y nada más todo ese dinero es para que agarren cargo y siguen ganando más y más dinero.

Y entonces, ellos creen que nos vamos a dejar, que vamos a ver cómo se acaba la comida en la mesa, que vamos a dejar cómo nos roban la tierra, que vamos a dejar cómo nos roban el trabajo, que vamos a dejar que suben los precios hasta que se aburran; y no, eso es lo que estamos diciendo aquí en la Otra Campaña: ya no nos vamos a dejar, ya basta. Y no es que nos vamos a conformar con que va a cambiar el gobierno. Nosotros lo que queremos es que cambie todo el país, que cambie el sistema capitalista que es el que nos tiene así. Y entonces, si vamos a arriesgar la vida, si vamos a meter todo en esta lucha, pues no nos vamos a conformar por un papel; nos vamos a conformar solamente si el país cambia, si todos los ricos se van a la cárcel o a otro planeta, y si todos los políticos también se van a la cárcel o se van a otro plantea.

Y entonces ya queda así cabal nuestro país, donde quedan los que la trabajan, la tierra, decimos nosotros, debe ser de quien la trabaja. Pues ese es el mensaje que les traía, compañeros y compañeras, gracias por haberme escuchado, gracias por su palabra.

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