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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Feb152006

En Cholula, Puebla. 15 de febrero

Mitin en Cholula

audio proporcionado por la Revista Rebeldía

Cholula, Puebla
Acto público

15 de febrero

Buenas noches compañeros y compañeras.
Les agradecemos de veras que hayan estado todo este tiempo aguantando para esperarnos, también para esperar la palabra de todos lo que han pasado a contarnos su lucha y su historia. Y también ahora para escuchar lo que yo les vengo a contar.Nosotros somos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que es una organización que está formada por indígenas en Chiapas, en las montañas del sureste mexicano. Nos alzamos en armas el 1 de enero de 1994 contra el mal gobierno, por razón de que como indígenas no éramos tomados en cuenta ni siquiera para morirnos. Los lugares donde nosotros estábamos están apartados de carreteras, caminos y del gobierno. Y ahora que están hablando de los fraudes electorales del PRI, nosotros recordamos que en 1993, 1991 apenas unos meses antes de que nosotros nos alzáramos en armas, el PRI ganó en la zona donde nosotros estábamos preparando el lanzamiento. Ganó con más votos de la gente que vive ahí en ese municipio. Se les pasó la mano de meter los votos en las urnas y sacaron el 110 por ciento de la votación. Y nadie dijo nada y todos pensaron que sí, que el poder es omnipotente, que al poder nadie lo puede vencer y que el poder puede hacer lo que quiera y pisotearnos como nos pisotea todavía en muchas partes de nuestro país.

Y entonces viene esa historia que les quiero contar. Que resulta que están allá los ricos, los grandes empresarios y los políticos que están a su servicio y parece que siempre estuvieron ahí. Como parece que siempre estuvo ahí esa pirámide, sin vida, como si nada hubiera pasado, como si ninguna fuerza humana la hubiera levantado, y hubiera hecho florecer aquí en este valle una de las culturas más asombrosas que ha visto el mundo. Y esos que están allá arriba nos hacen creer que siempre estuvieron ahí, que siempre tuvieron dinero, que fue algo, un don divino el que los puso allá arriba y un don maldito el que nos puso a nosotros allá abajo.

Pero nosotros hemos pensado y hemos analizado, y hemos hablado con muchas gentes en muchas partes y hemos descubierto que no fue así. Que no es cierto que los ricos siempre fueron ricos y que la riqueza que tienen la obtuvieron del trabajo. Descubrimos que ese dinero que tienen lo obtuvieron no de haber recibido una herencia, no de haber encontrado un tesoro, sino que lo obtuvieron del robo, el despojo, el asesinato y la explotación de gente como nosotros. Y por eso nosotros decimos con muchos, que el capital, el capitalismo, que es el problema que todos tenemos nace machada las manos con sangre y lodo. No es cierto que siempre estuvieron ahí, compañeros y compañeras, hubo un momento en que no era así y la riqueza que ahora tienen, la obtuvieron de asesinarnos, de quitarnos la tierra, de obligarnos a vender nuestro trabajo, mientras ellos se iban enriqueciendo con él.

Y entonces, si nosotros empezamos a descubrir eso: que no siempre estuvieron ahí. Y que el problema no es el político, o no sólo el político que está a su servicio. Porque lo hemos visto muchas veces, que gente que parece honesta, humilde y sencilla, en cuanto llega al poder se convierte en un corrupto, en un criminal. Y unos que desde antes que entraran —como nos contó un compañero— como el que ahora gobierna este estado de Puebla, que se llama Miguel Marín. Ese bastardo… Mario Marín —lo estoy cambiando por el otro— ese señor ahora están pidiendo que renuncie y que se vaya ¿por qué? Porque en ese tiempo en el que va a estar todavía se va a ganar un buen dinero y va a poner a otro que le cubra las espaldas. Y ¿cómo es posible que alguien que haya cometido esos crímenes que conocemos —y otros que no conocemos— se vaya limpio a su casa o se vaya al extranjero? Cuando todos sabemos aquí que a donde tiene que ir es a la cárcel.

Y sabemos que en lugar de eso, que en lugar de estar en la cárcel los que están robando, los que ahora están en las cárceles son los que luchan por los derechos, o los que tienen órdenes de aprehensión por defenderse. Porque ahora resulta —como nos han explicado aquí— que la gente se tiene que organizar para defenderse del gobierno. Así como en otros tiempos la gente se tenía que organizar para defenderse de los criminales, ahora tenemos que defendernos de aquel al que pusimos a gobernar y que, además —como explicaron muy bien aquí— le pagamos por que gobierne. Y estamos entonces a la defensiva, y una y otra vez nos ponen un criminal, un asesino, un violador, un corrupto. Y nos van cambiando uno y otro, y nosotros estamos pensando que ese es el problema, mientras que lo que es el problema fundamental es el sistema que está haciendo que estén esos políticos para servirlo.

Porque podemos cambiar lo que quieran de la clase política, pero el problema que tienen las ladrilleras va a ser el mismo, el problema que tiene cada quien en su casa por los altos costos de la luz, del agua, del drenaje, de los servicios como el teléfono, todo eso va a seguir subiendo. Porque el propietario de todas esas cosas es el gran poder del dinero, el gran poder del capital. Y nosotros en este movimiento que estamos haciendo nacional, no nos proponemos cambiar de gobierno. Lo que nos proponemos es cambiar de sistema y que salgan junto con ese sistema todos los ricos y poderosos y, junto con ellos, todos los políticos que están a su servicio.

Hemos pasado por varias partes de nuestro país y hemos escuchado mucha gente que ya no cree que se pueda cambiar por la cuestión de los partidos políticos este sistema. Mucha gente que está harta, rabiosa, indignada y que quiere hacer otra cosa y esa otra cosa es lo que se está proponiendo: esto que llamamos la Otra Campaña. Hemos escuchado a campesinos indígenas en el sureste mexicano que no son zapatistas, que dicen con rabia y muestran las cuentas de la Comisión Federal de Electricidad. Que dicen: “yo en mi casa tengo un foco y una grabadora y tengo que pagar miles de pesos, que es lo que me está cobrando la Comisión Federal de Electricidad. Y voy a protestar y no me hacen caso porque voy solo, o porque soy indígena, o porque soy campesino, finalmente porque soy pobre”.

Y ese compañero, esa compañera, se entera que los grandes centros comerciales, las grandes fábricas, las grandes casas de los ricos que tienen su luz prendida todo el día, sus aires acondicionados, sus calefacciones, sus fuentes, sus grandes jardines, pagan menos que una comunidad rural, que una casa. Y esos hombres y mujeres que se están rebelando dicen: “Ya no voy a pagar. Y si vienen a cortar la luz, no voy a dejar que la corten”.

Y no estoy hablando de uno o de dos, ni de una o dos comunidades, estoy hablando de miles de comunidades indígenas en el sureste mexicano: en Chiapas, en Tabasco, en Campeche, en Quintana Roo, en Yucatán. Que pensaban que estaban solas, pensaba cada quien que tiene ese problema, pensaba que sólo a él le llega cara la cuenta de la luz. Y ahora con esta voz que estamos escuchando y levantando en la Otra Campaña, se dan cuenta de que no están solos que son miles y se están poniendo de acuerdo para hacer una huelga general de pagos a la Comisión Federal de Electricidad.

Y no sólo eso, se están organizando para no permitir que lleguen los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad a cortar la luz. Y dicen: “borrón y cuenta nueva, no vamos a pagar la luz, ni vamos a dejar que la corten hasta que haya un precio justo, hasta que el que consume más y tiene más dinero pague más y el que es más pobre pague poco o no pague nada”. Todo eso salió en la Otra Campaña, no es que lo inventamos nosotros, no es que nosotros le dijimos a la gente organízate ahí. Es que cuando son las reuniones así como ésta en la que estamos la gente empieza a hablar, y otra gente empieza a escuchar.

Y en esa escucha y en esa palabra se empiezan a poner de acuerdo. Y empiezan a descubrir que su soledad no es ésa, que su dolor no es solitario, que su rabia no está sola, sino que hay otros como él y como ella que tienen la misma rabia y la indignación y empiezan a ponerse de acuerdo, y empiezan a hacer algo que se habló mucho hoy aquí que es: se empiezan a organizar.

Y mientras tanto, allá arriba nos empiezan a decir: fíjate en las elecciones, fíjate en quién va a quedar, da tu voto, piensa que éste es bueno, éste es malo, éste a lo mejor más o menos quién sabe cómo va a salir. Y enfrenta tu problema solo. No mires a los lados, no te pongas de acuerdo con otros que piensan como tú u otros que tienen el mismo problema.
Y mientras tanto, allá los ricos que son los dueños del teléfono, los dueños de las grandes industrias, los dueños de las grandes empresas, se están poniendo de acuerdo para conquistar este país de nuevo. Y si ustedes piensan que van a estar tranquilos, en su comunidad, en su casa, en su trabajo, están muy equivocados porque ellos van por todo. Van a conquistar todo, si es que los dejamos. Y la única opción que vamos a tener es ir a buscar trabajo en otro lado: en Estados Unidos. Y ver a ver si regresamos.

Y vamos a ver destruidas nuestras comunidades, nuestras familias, nuestra historia, nuestras costumbres. Y aquí en Cholula no va a haber gentes. Va a haber hoteles y centros comerciales para que lleguen los extranjeros a ver las pirámides, a ver las iglesias y decir “¡qué bonito era antes!” Y eventualmente habrá la foto de un indígena, para que la gente conozca cómo eran los indígenas, porque aquí ya no va a haber. Todos van a estar o muertos o trabajando en Estados Unidos, en alguna empresa agrícola de un patrón norteamericano.

Ese es el futuro que nos están prometiendo y es el futuro que ya están haciendo. Van por el agua y a la hora que nos están platicando que quieren privatizar el cerro, lo van a hacer si los dejamos. Y no crean que nos van a vender el aire en botellitas, van a cobrar impuesto por respirar el aire de ese cerro. Y cada quien en cada familia va a tener que pagar, así como el impuesto predial, el impuesto por el oxígeno. Y lo va a tener que pagar a una empresa.

Y como quiera vamos a seguir pensando que a lo mejor ahora sí salen bien un presidente auxiliar, o un presidente municipal. O quien quita y toque, y a lo mejor sale un gobernador que no sea un bastardo como Marín, o como los que siguieron, o como los que van a seguir. O a lo mejor sale un presidente que no sea tan tarugo como Fox, o que no sea tan ladrón como Salinas de Gortari, o que no sea tan imbécil como Ernesto Zedillo Ponce de León. Y así como los que han pasado por todas partes.

Y entonces nosotros decimos: si es que vamos a seguir mirando hacia arriba, esperando que llegue alguien. Ya no a hacer bien las cosas, sino nada más estamos esperando: “bueno, ojalá no salga tan ladrón, ojalá no salga tan idiota, ojalá no salga tan criminal como los que nos han tocado”. Y entonces ya ni siquiera estamos pensando en un buen gobierno, sino estamos pensando en un gobierno que sea el menos malo, el menos peor, que es lo que nos están diciendo ahora en las campañas electorales.

Y nosotros estamos diciendo: ¿por qué no miramos hacia abajo? ¿por qué no nos empezamos a mirar entre todos y empezamos a recordar nuestra historia? Que nos la cuenten, cada quién, su historia de lucha: como joven, como niño, como mujer, como anciano y empezamos a reconocer en esa historia, que tal vez nadie más sabía, la historia que iluminó, la historia de lucha que alumbró estas tierras e hizo asombrar a muchos con la dignidad de los hombres y mujeres poblanos.
Y no estoy hablando de la revolución mexicana o de la guerra de independencia, estoy hablando de hace poco tiempo y estoy hablando de ahora de estos días, de esto que nos está congregando aquí. Porque a eso hemos venido: a decir que estamos en una lucha, en una lucha nacional, no para un cambio de gobierno, sino para un cambio de sistema. Y entonces nosotros venimos a preguntar: esa dignidad acá en Cholula, acá en el valle, acá en Puebla, si va a seguir sola. Si va a seguir sola luchando con los problemas que enfrenta en el agua, en la tenencia de la tierra, en los altos precios, en los bajos salarios, en el quehacer cotidiano de cada día estar tratando de arrancarle a la vida unas cuantas monedas, solamente para poder presentarse al día siguiente y decir “aquí estoy vivo para volver a luchar otra vez por cada día”.

Si como jóvenes vamos a estar esperando que haya buenos maestros, que haya lugar en las escuelas y al final con trabajo saquemos un título y nos encontremos que no hay trabajo para esa carrera que cursamos. Y finalmente tengamos que salir de nuestra tierra y buscar trabajo de lo que sea, en cualquier otro lado.

Si como campesinos vamos a ver cómo nos están robando la tierra, parcelándonos, ya no la tierra, sino a cada uno de los campesinos y convirtiéndonos a todos en falsos pequeños propietarios. Como si fuera lo mismo un pequeño propietario que tiene una hectárea, al que tiene miles de hectáreas.
Como si fuera lo mismo el que tiene el pequeño comercio, al que es propietario de la Wal-mart o de la Comercial Mexicana o de cualquiera de esos centros comerciales. Como si fuera lo mismo batallar cada día por sobrevivir, a pasar todo el día sentado como holgazán y haragán contando el dinero y pensando cómo va a conseguir más. Y entonces va a volver a mirarnos a nosotros, y va a ver qué es lo que tenemos. Y lo poco que tengamos eso lo quiere.

Y nosotros tenemos que decidir si eso lo vamos a defender solos. Solo como organización, solo como persona, solo como familia, o finalmente vamos a volver la vista hacia los lados, a la gente que es como nosotros sencilla y humilde. Y vamos a reconocer esa fuerza que ahí está, que tenemos y que no hemos organizado —como bien se dijo aquí— como los de arriba sí se están organizando para quitarnos todo. Y entonces nosotros venimos a preguntarles, compañeros y compañeras: tú, hombre o mujer, anciano o niño, tienes una historia de lucha y una dignidad, que es el respeto a uno mismo y el respeto al que sabe vivir con honestidad.

Si vamos a seguir solos cada quien en su lado: nosotros en Chiapas, otros en Campeche, otros en Yucatán, otros en Oaxaca, y ustedes en Puebla. O respondemos al llamado que hace la Otra Campaña y unimos todas esas luchas, con todos los estados de la República mexicana en una lucha nacional, no en este municipio, no en este estado, sino en todas partes de nuestro país.
Eso es la Otra Campaña. Y no se trata de que alguien viene a decirnos aquí: “bueno, tú lo que necesitas es un auditorio para que puedas reunirte, una cancha de basketball”, o a ver qué se les ocurre. Sino que la misma gente diga: “nosotros necesitamos esto”: buenos precios, salario digno, bajos precios para los productos que consumimos, buenos precios para los productos que producimos en el campo, respeto a la mujer, respeto a los ancianos, educación para los niños, educación y trabajo para los jóvenes, recreación, cultura, vida… Eso es lo que estamos pidiendo: la vida para abajo, porque ahorita no la tenemos.

Y si no la conseguimos ahora, compañeros y compañeras, si dejamos que allá arriba ganen, lo que vamos a conquistar es nuestra muerte y la muerte más indigna que hay: la muerte del que pudo haber hecho algo por cambiarlo y no lo hizo. Es la muerte más humillante que existe, la muerte en silencio, sin que nadie nos tome en cuenta.

Nosotros vemos como zapatistas que no podemos solos, no venimos a decirles: “poblanos háganle así o asá”. Venimos a pedirles: por qué no juntamos su lucha con la nuestra. Por eso cuando llegamos acá no hablamos primero nosotros, pedimos que hablaran primero ustedes, que cuenten su historia. Y escuchamos esa palabra y escuchamos también los silencios de los que no hablaron, y nosotros venimos aquí a aprender. Y junto con nosotros viene un compañero de otra parte de México, también para aprender. Y junto con ellos, vienen todos los compañeros de la Sexta Declaración en todo el país que vienen a aprender.

Y no los venimos a llamar a que se alcen en armas, ni a que se tapen la cara, ni a que dejen su trabajo y se vayan a la montaña. Venimos a invitarlos a que luchen ahí donde están: en su casa, en su calle, en su escuela, en su fábrica, en su comercio, en su organización. Que ahí luchen, pero que ya no luchen solos. Que unamos todo eso. Que podamos entender qué es lo que nos tiene así: ¿quién es el responsable de ese dolor? Quién es el responsable de que cualquier político nos vea como un insecto y a veces nada más nos pisotee por el simple placer de hacerlo. Porque a lo mejor ni quiere, porque estamos ahí a la mano. Y entonces sentimos esa humillación de la impotencia: de que alguien está usando la fuerza contra nosotros y nos sentimos solos. Y nos da coraje, pero ahí nos quedamos.

Nosotros decimos: vamos a unir toda esa fuerza, y vamos a echar fuera a todos esos políticos corruptos. Pero no paramos ahí: vamos a echar fuera a todos los patrones, que son los que están viviendo a costa de nosotros. Y nosotros les decimos que hagan las cuentas: si se puede vivir con puros trabajadores y sin patrones, y van a ver que sí se puede. Y hagamos la cuenta si podemos vivir sin trabajadores y con puros patrones, y van a ver que no camina nada.

Ese es el problema aquí: que un pequeño grupo se está enriqueciendo. Y en ese pequeño grupo están los políticos que —como explicaron muy bien aquí— vienen a vender promesas y además se las pagamos. Votamos por ellos y además les pagamos. Nos roban y además les pagamos. Nos reprimen y además les pagamos. Nos desprecian y les pagamos por despreciarnos. Por qué en lugar de estarnos gastando la vista y el oído —porque nuestra palabra ahí arriba no cuenta—, en lugar de estar torciéndonos el cuello —mirando hacia arriba—, en lugar de estar escupiendo hacia arriba —y que nos cae a nosotros mismos el escupitajo—, por qué mejor no empezamos a hablar hacia los lados, y formamos una organización que nos respete como lo que somos cada quien. No un partido político, no un movimiento para que alguien llegue al poder, sino un movimiento donde la gente se organice, donde nadie pueda ser atacado sin que todos respondan, donde la lucha de cada quien —no importa por pequeño que sea— sea acompañada y apoyada por todos en todas partes. Donde no nos contentemos por un precio, o por un presidente, o por un drenaje, o por una escuela, sino que no nos contentemos hasta que todo el sistema haya cambiado. Y podamos reorganizar este país, como debe organizarse: o sea con la gente de abajo, con la gente humilde sencilla.
Eso es lo que les venimos a proponer, compañeros y compañeras, les venimos a proponer que no estén solos. Les venimos a proponer que esa historia de lucha nos la enseñen a nosotros, a los zapatistas. Prometemos ser buenos alumnos, hacer bien la tarea, sacar buena calificación, y prometemos unirnos a ustedes, no luchando con las armas, sino en un movimiento civil y pacífico. Unirnos a ustedes y juntar nuestra lucha, no sólo así de palabra, sino venir a luchar junto a ustedes, por sus demandas e ir a luchar por las demandas de cada quien, en cualquier parte.
Ahorita estoy llegando yo para conocerlos y para escuchar nuestra palabra, para escucharlos a ustedes. También, después, vendrán otros compañeros y compañeras, a algunos ya los conocen a otros no, pero esos que vendrán son mis jefes y jefas, los comandantes y comandantas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Y no vienen a decir qué hay que hacer, vienen a ir a sus comunidades, a sus fábricas, a las ladrilleras, a las colonias populares, a los mercados, a las escuelas, y a aprender junto con ustedes de su lucha, y a unir esas luchas de ustedes con otros que van a estar en otras partes de México.

Y entonces, la palabra abajo va a empezar a caminar de un lado para otro, y junto con esa palabra y ese oído entre compañeros va a ir creciendo esta organización que ya es nacional. Porque no venimos a decirles que hay que empezar a hacer algo. Venimos a decirles: ya hay algo. Ya hay un movimiento nacional, que es éste de la Otra Campaña. Que tiene organizaciones políticas de izquierda, organizaciones sociales de campesinos, sindicatos obreros, que tiene organizaciones indígenas, pueblos indios de todo el país, que tiene organizaciones juveniles, culturales, de defensa de los derechos humanos, de defensa del medio ambiente. Que tiene personas individuales, familias, que están diciendo: “yo quiero hacer algo por este país. Porque sé que si no hago algo, este suelo que llamamos México, no va a existir”. Va a haber un hueco en el mundo y un hueco en la historia. Y nosotros como hombres y mujeres, chicos, medianos, grandes, jóvenes o ancianos vamos a tener la responsabilidad de habiendo podido hacer algo, no lo hicimos.

Esta es la oportunidad compañeros, los estamos invitando a un movimiento más grande, más terrible y más maravilloso que el de la Revolución mexicana. Más gigantesco que el de la guerra de independencia, porque de aquí lo que tiene que salir es un nuevo país, no un nuevo engaño. Y nosotros como pueblos indios vamos a luchar porque no se nos olvide en ese momento de victoria. Y estamos invitando a los jóvenes para que no sean olvidados en ese movimiento de victoria. Y a las mujeres, y a los niños, y a los ancianos y a los homosexuales, y a las lesbianas. Y a toda la gente que ahora es perseguida, que ahora es despreciada y humillada porque es diferente, porque no es como los demás.

Allá arriba nos están proponiendo un México que significa nuestra destrucción, como pueblo y como nación. Es el México de Martha Sahagún y sus vestidos. Es el México de Vicente Fox y sus idioteces. Es el México del PRI y de Marín y sus corruptelas. Es el México que viola niñas y niños y hacen gobiernos. Es el gobierno que acumula una gran riqueza, mientras se está burlando de nosotros. Es el México que a la hora que llega el norteamericano tiende como alfombra la bandera nacional para que la pisoteen los norteamericanos. Ese México que está allá arriba, que nos disfrazan con lucecitas y música en la televisión, en la radio, en los periódicos, en las revistas, significa que tiene que levantarse sobre nuestra muerte como nación.

Y a cambio de eso, nosotros no les proponemos nada. No les venimos a prometer ni dinero, ni buena vida, ni felicidad, ni despensas, ni gorras, ni banderines, ni matracas. Nosotros les prometemos trabajo, sacrificio, pero con sentido, con un rumbo y con un final. Y en ese final este país va a ser digno, este país va a valer la pena. Y la gente que va naciendo y va creciendo en estos suelos cuando esto pase nos va a mirar con admiración, a todos ustedes y les va a decir: cuéntanos mamá, cuéntanos papá, cuéntanos cómo fue ese momento cuando tú te decidiste a cambiar este país junto con todos. Cuéntanos cuando te pusiste de acuerdo, cuando te decidiste a adherir a eso que se llamó la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Cuéntanos cuando hermanaste tu lucha con los indígenas del sureste mexicano y con los que están en el norte de México. Cuéntanos cuando uniste tu lucha a los obreros y campesinos de todo el país. Cuéntanos, porque nosotros sabemos que esto que ahora tenemos —dirán los niños— no llegó así como así. No llegó el mundo así, sino que hubo que hacerlo y hubo que parirlo.

Así como explicamos que los ricos no siempre fueron ricos, sino que tuvieron que robar, despojar y asesinar para conseguir su riqueza. Así el mundo que nosotros queremos construir, el país que queremos construir como México no va ser de siempre, sino que lo vamos a tener que construir nosotros luchando. Y nosotros pensamos que si somos muchos y muchas, que si tenemos esa dignidad y esa rebeldía que se siente aquí donde estamos y que se ha sentido en todos los lugares de Puebla donde hemos pasado. Si podemos unir esa dignidad y esa rebeldía y hacerla nacional, pues entonces no veo porqué tengamos que estar discutiendo si Marín debe estar en la cárcel o debe renunciar. Marín ni siquiera debiera estar ahí.

Entonces compañeros y compañeras, si ya están en la Otra Campaña presten el oído a lo que está pasando en otros estados, a la voz y a la historia de otros compañeros y compañeras, así como nosotros prestamos el oído a sus historias. Y si alguien todavía aquí en este auditorio, no sabe todavía si le va a entrar o no, que lo piense. Y mientras lo está pensando le decimos: deja de mirar hacia arriba y empieza a mirar hacia abajo, y vas a ver que de este lado no sólo está la verdad y la honestidad. De este lado también está el futuro de este país.

Gracias compañeros, gracias compañeras.

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1 Comentario »

  1. saludos a todos los compañeros independientes y colectivos de todo el pais nosotros somos de cholula somos el colectivo cholollan y estamos tratando de cronstruir un espacio que sea el conjunto de todas nuestras dignidades unidas esta construccion sera el rincon zapatista y hacemos un llamado a que nos unamos a esta dignidad par asi poder ser libres de estas humillaciones y atropellos alos que nos han obligado nuestra lucha saldra victoriosa y la lucha zapatista la hacemos nuestra lucha tambien y esperamos poder encontrarnos pronto en una vida digna les dejo esta invitacion y estas palabras que son solo palabras es el llamado de la consiencia esperamos poder verlos conocerlos y existir juntos todos en aras de la libertad adelante S.M.C.

    Comentario de sergio — noviembre 15, 2009 @ 9:00 pm

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