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23 de enero
Xpujil, Campeche
Buenas tardes compañeros y compañeras:
Saludo en tzotzil
Nosotros venimos de las montañas del sureste mexicano, y aquí en la selva de Campeche con nuestros hermanos indígenas tzeltales, choles, tojolabales, mames, zoques y mero mayas, así como con toda la gente de abajo, pues estamos otra vez como en nuestra casa. Como cada vez que nos está pasando donde caminamos, que parece que con nuestra casa, nuestra rebeldía y nuestra lucha como que se va haciendo más grande y sale de las montañas, sale de Chiapas y llega a Quintana Roo, a Yucatán y ahora a Campeche; pronto a Tabasco, Veracruz, Oaxaca y al resto del país.
Hay una leyenda, una historia que cuentan nuestros jefes más antiguos, la gente de ya edad, de choles —nuestros jefes choles— que cuentan los más antiguos que cuando empezaba el mundo, toda la gente trabajaba parejo, trabajaban duro unos y otros, y todos eran iguales. Entonces, pues, se decía que el mundo estaba plano. Y llegó el día en que se juntó toda la riqueza que habían conseguido estos hombres y mujeres primeros, choles, y pusieron todo en una gran mesa y en esa mesa había mucha comida buena: frutas, carnes, verduras; todo mucho y en abundancia. Entonces sucedió que, estando trabajando todos, unos se adelantaron y llegaron a la casa donde estaba la mesa, y empezaron a agarrar todo lo mejor, a comérselo, lo que podían. Y lo que no les llenaba en su panza, lo fueron escondiendo en otros lugares. Y cuentan que al final llegaron nuestros padres choles, llegaron y ya sólo encontraron un tazón de frijol negro. Cuando reclamaron a los otros por qué se habían acabado la comida y dónde estaba todo lo que habían producido entre todos, esos otros, los robadores, los que se quedaron con las cosas, agarraron el tazón de frijol y se los aventaron en la cara. Y cuentan nuestros más antiguos choles que por eso somos morenos, que así se quedó nuestra piel. Y que desde entonces, quedamos sin nada y desde entonces quedamos sólo con nuestro trabajo, con nuestra capacidad para sembrar la tierra, para hacer crecer el maíz, el frijol, y todas las cosas que ahora comemos.
Y entonces, así es como explica de por sí la Sexta Declaración: no es que hay gente que tiene porque así dijo Dios y hay gente que no tiene porque tiene mala suerte. Los que tienen es porque lo robaron, y robaron el trabajo que teníamos entre todos. Y los que no tienen es porque se quedaron sin nada. “Son libres”, les dijeron los poderosos. Pero libres porque no tienen nada y libres porque entonces tienen que buscar a ver quién los contrata. A veces un hacendado —como en Yucatán—, finqueros —como en Chiapas—, o como se va llamando en cada lugar ese cabrón que vive de nuestro trabajo.
Eso es lo que explica la Sexta Declaración. No que estamos con nuestros problemas que tenemos ahora porque un mal Dios nos dio esa maldición, o porque tenemos mala suerte, o porque ni modo así llegó. Estamos en esta situación de pobreza y necesidad porque nos robaron, nos despojaron y todos los días se están robando nuestro trabajo.
Esa es la verdad. Hay quien quiere engañarse y decir que está mal nada más porque hay mucho trago o porque el rico es más inteligente o trabaja más y por eso tiene más dinero, pero no es cierto compañeros y compañeras. No es cierto que el rico tiene porque trabaja más. Al revés, trabaja menos o no trabaja. Y no es cierto tampoco que es inteligente. Ni tiene que ver con el color de la piel, porque bien que conocemos que hay gente bien cabrona que es morena, y hay gente que es buena y que tiene la piel blanca.
De lo que se trata aquí no es de un color o de una lengua, sino se trata de quién tiene la riqueza y quién la produce. El que la produce es el campesino, el obrero, el pescador, el trabajador del campo y de la ciudad, y el que se queda con ella es el rico.
Cuentan de por sí nuestros antiguos choles que la gente no quedó cabal así. “No estamos de acuerdo —dijeron—, vamos a organizarnos para luchar por lo nuestro, porque eso que estaba en la mesa lo hicimos entre todos. Y, además, era mucho ¿dónde quedó?”. Mientras que esta gente lo que hacía era tenerlo escondido para, según va necesitando, lo va sacando.
Y entonces, pasó este problema que nosotros conocemos, que los campesinos, los trabajadores producen las cosas, pero no son de ellos. Entonces tienen que comprarlas para poder tenerlas. Entonces, están los campesinos en todo nuestro país produciendo alimento, pero no es de ellos, es de los ricos. Entonces, un poco de paga, de dinero que juntan, y con ése van y compran el alimento que ellos mismos produjeron.
E igual con los trabajadores de la ciudad, que son los que producen las ropas, los zapatos, los vehículos, las cosas pues que usamos cada día, como las medicinas y todo eso; son cosas producidas por trabajadores y que los mismos trabajadores tienen que comprar.
Esa cosa que pasó no quedó cabal y la gente se organizó y, entonces, estos ricos y poderosos dijeron: “no vamos a poder con ellos porque son más y tienen mucha fuerza, entonces, probemos a dividirlos”. Y empezaron a meter mala idea de unos contra otros, que sea —como decimos nosotros— a meter chisme. O decir que no, mira, que aquel dice que tú estás muy feo, o que tú estás muy gordo, o muy gorda. Y entonces se empezaron a enojar entre los mismos que estaban luchando por la libertad y por la justicia y empezaron a pelear entre ellos.
“No hay problema —dijeron los ricos— vamos a hacer que se tome en cuenta tu palabra y vamos a hacer elecciones”. Y entonces pusieron a éstos que son como los capataces —o sea los vaqueros, decimos allá en las fincas de Chiapas—, que son los que se encargan de estar pegándole a la gente y persiguiéndola para que trabaje y que ahora se llaman partidos políticos. Y estos partidos políticos, pues, que nos dicen que nos van a ayudar, que sí van a resolver nuestros problemas, que se van a portar bien, que no se van a enriquecer. Pero cada año que pasa, vemos que entra un pobre diablo que no tiene nada, entra de diputado, de senador, de presidente municipal, de regidor, al rato ya tiene carro, al rato ya tiene casa, al rato ya anda vestido, al rato ya habla de otro modo, al rato ya no nos saluda, ya anda con puros políticos allá en Campeche en la capital, o se va hasta México a pasear y ya no nos conoce no nos saluda. Hasta que viene otra vez la elección y otra vez le entra.
Y están estos partidos que se llaman grandes: está el PRI que ya lo conocemos bien, porque hay mucho sufrimiento en el sureste, sobre todo en los pueblos indios, gracias a estos cabrones que son del PRI, del Partido Revolucionario Institucional, y que ahora tienen como candidato a la presidencia a un criminal; ése es un robador pero que no tiene ninguna pena de lo que ha robado y que se llama Roberto Madrazo. Que de repente, tal vez, lo conocen por acá porque él es de aquí cerca, de Tabasco. Y ahí tuvo su gran riqueza con puros robos. Y también, que está metido con los narcotraficantes, pero no los que siembran la droga, sino los que tienen grandes fincas que, en lugar de sembrar maíz o frijol, se dan a la sembradera de la mariguanera de las cosas pues, esas que se llaman las drogas.
Está también el Partido de Acción Nacional, el PAN que le dicen. Pero ¿qué les voy a decir de ese? pues si es el del Fox; ya lo vieron claro pues, que dice que va a hacer muchas cosas y que sí va a cambiar para la gente que está explotada. Y ya lo vimos, ya van a ser seis años y no hubo cambio. Entró, estuvo ahí, ya va de salida, y quedó todo igual para la gente. Pero eso sí, sus hijos, su mujer que se llama Martha Sahagún, pues sus buenos dineros que se están llevando y sus buenas ropas que se estuvo comprando, y sus grandes transas que tienen pues, sus hijos —que ahí de por sí se está sabiendo porque está saliendo en los periódicos y en la televisión—.
Y está también este partido que se llama el PRD, el Partido de la Revolución Democrática, que su candidato es ese Andrés Manuel López Obrador, que también es de aquí cerca, de Tabasco. Y que dice que él sí es bueno y que sí va a cumplir, pero estamos viendo que su gente que lo va a apoyar puro priísta, nomás que se cambió de camisa; se quitó la tricolor y se puso amarillo y negro. Peor todavía, que son los que estaban con Salinas de Gortari. Ustedes lo saben bien, como nosotros, lo que hizo Salinas de Gortari con el campo. Le partió la madre de una vez al ejido y a la tierra comunal. Le quitó pues a la Constitución lo que se había logrado con la lucha de nuestro general Emiliano Zapata. Ahora sí pues como que nos echó en la tumba para que acabamos de morir como campesinos.
Eso hizo el Salinas de Gortari. Bueno, pues su misma gente que estuvo con él cuando chingaron de una vez el Artículo 27 del derecho de la tierra son los que ahora están con López Obrador. Y los mismos que en los estados, en los municipios, se están enriqueciendo y que antes eran del PRI y que luego se hicieron del PAN y que, ahora, son del PRD. Eso lo estamos viendo claro.
Y nosotros no estamos echando mentiras, porque en estos días que han pasado, los paramilitares que nos atacaron fue que se juntaron los del PRD con los del PRI y fueron a atacar una comunidad y secuestraron a un compañero ¿sabes para qué? Para robarle el alambre de púas con que va a cercar su potrero. Lo agarraron, lo obligaron, y él mismo va a cargar el rollo de alambre que le están robando. Y lo hicieron que lo carga, porque pesaba un tanto. Lo llevaron a donde están los robadores y luego lo regresaron, así de noche, sin nada. Él mismo cargó lo que le estaban robando.
Y eso es lo que está pasando de por sí en nuestro país. Lo vemos claro. Nos están robando y nosotros mismos estamos ayudando a que nos están robando. Pero no lo estamos haciendo por gusto, nos están obligando como los del PRD y los del PRI obligaron a este compañero zapatista. Así nos están obligando en todas partes.
Bueno, compañero, compañera, tras que no sólo están ésos, ahí nomás en la esquina, a una cuadra o dos, está ese que se llama Partido del Trabajo, y ese otro que se llama Convergencia Democrática, creo que se llama.
Nosotros conocemos pues, conocemos a esa bola de cabrones porque lo hablamos a sus dirigentes cuando era el diálogo con el gobierno. Te hablan bien bonito, parece que sí están muy decididos en la lucha y que sí van a luchar, pero esos del Partido del Trabajo, que les dicen a ustedes que hay que apoyarlos, se juntaron con los asesinos de campesinos en Guerrero. Así, campesinos como ustedes, los gobiernos priístas de Figueroa los mandaron matar. No los amenazaron, no los metieron a la cárcel, no los golpearon, los asesinaron, porque querían tierra como ustedes, porque querían crédito, porque querían apoyos para el campo. Y ahí está que ese Partido del Trabajo dice que se hace alianza con el PRI en Guerrero y en otros estados. Entonces, cómo les va a decir a ustedes, pues, que va a luchar por sus derechos y por sus libertades si, en otras partes, su mero amigo es el PRI, que es el que nos tiene jodidos. Porque a ése sí lo conocemos bien.
Peor Convergencia Democrática —igual a ése lo conocemos—, ése pasó todos los partidos políticos. Se llama el Dante Delgado su mero dueño, porque ése sí es como una tienda. Ése también nada más anda engañando. Y en algunos lados se junta con el PRI, y en otros con el PRD, y en otros con el PAN. Son partidos que según quién le va a pagar, por ahí va a entrar.
Entonces, lo que está pasando es que aquí nos están ofreciendo, uno y otro, un engaño. Y entonces, que nos lo están vendiendo y que lo vamos a comprar. Un engaño que tiene un color u otro color, y ahí lo vamos a ver.
Nosotros les venimos a decir claro que no se dejen engañar. Que no se dejen llevar por un camino que ya caminamos y no hubo solución. Porque nosotros no venimos así a decirles nada más que no hay que hacer caso; nosotros lo tratamos de por sí. Hablamos con los gobiernos, hablamos con los partidos políticos y pedimos que se reconoce el derecho del indígena y no nos hicieron caso. Y no nos juntamos un tanto como aquí, compañeros, compañeras, juntamos millones en todo México; cientos de miles en otros países. Todos dijeron que sí es justo que se reconoce al indígena y se le respeta, no se le va a estar humillando. Pero, a los partidos políticos —tanto PRI, PAN, PRD, PT, Convergencia, todos— les valió madre. No les importó y no cumplieron lo que estaba pidiendo el pueblo.
Por eso, nosotros ya seguimos ese camino y no hay solución. Ahí lo vean ustedes si creen todavía que haciendo trámites y dando vuelta y vuelta, o poniendo a un cabrón —o a una cabrona, porque también hay mujeres que quieren el poder—, si así va a cambiar las cosas y van a ver que no. Y van a ver cómo se va a empobrecer más la selva de Campeche y cómo van a perder sus tierras que estuvieron trabajando. Van a ver cómo, como campesinos, están todo el día sobándose el lomo para que la tierra produzca y para cuidar la naturaleza, hasta que llega un momento que ya no tienen paga porque todo se está haciendo muy caro. Y entonces, llega el Procede y dice: “hermanito, hermanito, no tengas pena, yo te lo voy a comprar”. Y tras que se quedan sin tierra, se quedan sin nada. “Libres”, así como la historia esa que cuentan nuestros antiguos choles de cómo se originó la explotación.
Y entonces, ¿qué vamos a hacer? Pues o nos vamos de mojados al otro lado a ver si encontramos trabajo, o mismo, vamos a trabajar como peones, como sirvientes, en la tierra que nos vio nacer y en la tierra que trabajamos e hicimos florecer, nada más que ahora es propiedad de otro. Entonces, se están preguntando, entonces ¿qué vamos a hacer?
Pues ese es el trato que venimos a proponer. Nosotros lo que les estamos proponiendo es que vamos a unir nuestra lucha. Aquí no llegamos solos. No sólo somos de Ejército Zapatista de Liberación Nacional, sino que vienen compañeros de otras partes, mismo de aquí del sureste. Vienen compañeros de Quintana Roo, vienen compañeros de Yucatán, mismo de otras partes de Campeche, compañeros de Chiapas. Pero también ya está llegando gente de otras partes de México, del norte, de Veracruz, de los estados que están cerca de Estados Unidos, del Distrito Federal, de la Costa. Incluso vienen compañeros que tienen sangre mexicana —que decimos nosotros— pero que están viviendo en el otro lado, en Estados Unidos. Pero no es que se fueron porque quieren conocer como dice el pendejo del Fox —que dice que la gente va a Estados Unidos porque quiere conocer—, y no, lo sabemos bien que se va, pues, porque de por sí la necesidad que tiene que buscar para dónde.
Todos estos compañeros y compañeras están en nuestra lucha y, como dijeron aquí los compañeros, no es que estamos buscando cargo, no estamos pidiendo pues que el Marcos va a tener un cargo, o que luego va a salir con su pendejada que ya tiene un carro muy bueno y una casa muy chingona. Y anda vete, ya para se fue. Nomás vino y dijo su palabra y no sabemos dónde anda. Sino lo que se trata es que vamos a entrarle todos, cada quien en su lugar, con su modo y en su organización.
Nosotros no venimos a decirles “déjense su organización y vamos a hacer otra cosa”. No es cierto. Nosotros no venimos a decirles “agarra un arma y vámonos al monte”. Tampoco. Nosotros no venimos a decirles “tienes que cambiar tu nombre y te vas a cubrir con un pasamontaña”, peor que aquí hace mucho calor. No venimos a decirles eso, compañeros y compañeras.
Nosotros venimos a decirles que ahí en donde están: en su cooperativa, en su casa, en su organización campesina o indígena, que de por sí aquí tienen mucha tradición de lucha. Tradición de lucha quiere decir historia de lucha, o sea que no nacieron hoy, no están pensando nada más ahorita ya voy a luchar, sino que ya tienen su historia, sus muertos, sus cárceles, su sufrimiento y también sus victorias, pero no se conocen; no hay quien va a saber qué está pasando acá. De repente, pues, muchos periodistas que están aquí, pregúnteles, ahí están, de los televisores, si saben que existe este municipio. A lo mejor lo vinieron a encontrar hoy; a lo mejor el pinche gobernador hasta ahorita sabe que hay un municipio aquí en el estado que está gobernando. A lo mejor muchas cosas se empiezan a saber y a conocer porque empieza a sacar su palabra de la Otra Campaña en Campeche, y de aquí de estas tierras donde estamos que, como ya explicaron pues, está revuelta la dignidad: tzeltal, tzotzil, chol, tojolabal, maya y mero mestiza —porque así está llegando—.
Entonces, está todo esto que nosotros decimos que es la Otra Campaña, que es que cada quien saque su voz y su historia, y su lucha. Y cuando nos pregunten ¿tú quién eres?, uno no diga el nombre, sino diga su lucha. “Yo, no importa cómo me llamo, pero mi historia es ésta: yo empecé a luchar así y asá y me junté con otros compañeros y me reprimieron y me persiguieron, pero no me rendí, y me mataron a un compañero, pero no me dio miedo, y me amenazaron y no me dio miedo y, como quiera, mi lucha creció y ahorita vi que ya tengo algo, un poco, por esta lucha que hice”. Y tal vez ahí, cuando están contando esa historia, compañero y compañera, tal vez les pase igual que a nosotros, porque nosotros hicimos esa cuenta, y entonces vimos que no basta, que falta, que falta mucho y que no vamos a poder solos. A lo mejor también ustedes se dan cuenta que no se va a poder solo.
Entonces, lo que se necesita —decimos nosotros, porque así dijeron nuestros antiguos— es que la lucha se tiene que hacer más grande. Así como dijimos que nuestra casa, donde nos sentimos que estamos entre compañeros, como que se va haciendo más grande; como que Chiapas ya tiene parte aquí y parte en la península y parte en Quintana Roo, y no. Lo que pasa es que el dolor, la casa de dolor que tenemos es la misma.
Lo que queremos hacer es así como están aquí: alegres, de fiesta, con mucho color, con mucha bulla. También hacer que nuestra casa de dolor se convierta en una casa de lucha, de dignidad, de rebeldía. Y entonces, que se una la voz de los compañeros y compañeras que están acá, mismo con otros compañeros y compañeras que están en otras partes de Campeche, pero también con Yucatán, con Quintana Roo, con Tabasco, con Chiapas —donde no nada más estamos como EZLN, sino hay otras organizaciones campesinas, otras organizaciones indígenas, de comunidades de base, de religiosos, de religiosas, de gente creyente, de maestros, de alumnos, de estudiantes, de jóvenes que hacen trabajo cultural, que hacen trabajo de información, que hacen trabajo artístico—, entonces, toda esa fuerza juntarla. Pero no quedarnos aquí nada más en el sureste de México, que ya sabemos nuestra historia, sino también hacernos hermanos y compañeros —que es más fuerte ser compañero que hermano, porque al hermano o la hermana pues no lo escoges tú, ahora sí que así llegó, nacieron pues de la misma familia, y al compañero sí lo escoges tú. Y no importa si no hay acuerdo, o no importa si está más grande o más chico, o si tiene mucha edad o está muy crío, decimos nosotros, que apenas se está criando, que está joven, lo que importa es que hay una causa, una lucha y es lo que nos hace compañeros—, entonces, que nos juntemos con los compañeros del centro de la república, que ya hay; con los compañeros del norte de México, que ya hay; y también con los compañeros que están en el otro lado, o sea pasando la frontera allá en Estados Unidos, que también hay que están en esta lucha.
Y entonces, aquí no vamos a agarrar cargo, ni puesto, ni nos van a dar despensas, ni nos van a dar Procede ni Procampo, ni nos van a regularizar la tierra. Aquí lo que se va a levantar, como se está levantando ya en todo el país, es una cosa que ya hay que ponerle nombre: es una rebelión nacional. Una rebelión nacional que trata de transformar al país, de cambiarlo por completo, no nada más de cambiar de gobierno, sino cambiar todo. Cambiar quién tiene la riqueza y quién la produce. Cambiar todo el sistema de desprecio y humillación que lo mismo están aguantando los indígenas, que las mujeres, que los jóvenes, que los niños y que siempre se olvida, por ejemplo, también de las personas de edad, o sea, los ancianos —como decimos nosotros y que otros les dicen de otras formas—. Todo esto pues, está de desprecio y de humillación y aparte que se están quedando con la paga de todos.
Nuestra propuesta, nuestra idea que estamos llevando a todos lados es que se entren en esta lucha. Al final, como quiera, la vamos a hacer, le entren o no le entren. Y al final, como quiera, vamos a triunfar. No porque así llegó como dice la historia, no es porque así van a decir los dioses, o porque es nuestro destino. No, vamos a triunfar porque vamos a trabajar bien: con inteligencia y con decisión, y porque no nos vamos a rendir y no nos vamos a vender. Porque eso es lo que nos enseñaron ustedes y lo que nos enseña la gente donde llegamos. Porque de repente hay gente que traiciona, sí, pero siempre hay gente que no se vende, que no se rinde. Y no importa cuánto le ofrecen, y no importa cuánto le pegan o cuántos balazos le den, como quiera, no se rinde.
Con esos compañeros y compañeras ya estamos encontrándonos en todo el sureste y vamos a encontrar en el resto de México. Viera que son cien o mil, vamos a poder. Pero ya les vengo a traer la cuenta que no, que somos muchos miles ya, y que cada vez que pasamos en un lado más gente se entra. Y entonces, cada quien tiene que pensar si se queda ahí, esperando, en su casa, en su sindicato, en su cooperativa, en su asociación de campesinos o de indígenas… Esperando a ver si del cielo va a caer otra cosa que no sea agua o sol, y que va a caer la paga, que va a caer la medicina y el vestido… ahí se va a quedar sentado, no va a llegar. Ni del cielo, ni de los gobernantes. Va a llegar de nuestro trabajo. Y cuando defendamos ese derecho, lo conquistemos, sea nuestro otra vez —como de por sí fue en algún tiempo—, entonces nos organizamos para defenderlo.
De por sí va a llegar que nos van a amenazar, que nos van a tratar de dividir, pero ya no van a poder dividirnos o amenazarnos solos, porque en todo México ya tenemos compañeros y compañeras. Ahorita los ven ya que andan por ahí, a algunos tal vez los conocen a otros no, pero estos compañeros y compañeras están escuchando su palabra. Y hay otros que tienen camaritas y micrófonos y están haciendo que esa palabra que van a decir ustedes llegue a otras partes de México y otros la escuchen. Y también vamos a ponernos de acuerdo con los compañeros y compañeras que están aquí, que decimos nosotros la Otra en Campeche, o sea lo que está organizando los trabajos de la lucha aquí en el estado de Campeche, para que les mandamos también la palabra de lo que ya se dijo en Quintana Roo, en Yucatán y en Chiapas. Y según donde vamos pasando, estarles mandando esa idea y esa palabra. Y ahí lo van a ver ustedes claro que van a tener historias iguales en otras partes, a lo mejor de gente que ni conocen.
Entonces, compañeros y compañeras, de lo que se trata la Otra Campaña es de no tener miedo —y si tienen miedo, pues hay que controlarlo—, de no estar solos, de unir nuestra lucha con otros compañeros y compañeras, y empezar a apuntar a que este país cambie como debe de cambiar, o sea, desde abajo y a la izquierda.
Gracias compañeros, compañeras
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Hola:
Aunque pareciera que en nuestro pueblo ha muerto la lucha por la justicia, no es así, seguimos haciendo viva esa palabra de nuestros zapatistas en vos del Sub Marcos, que nos dejó una gran enseñanza y en nuestra cooperativa la seguimos reflexionando.
Estamso al pendiente de los acontecimientos y seguimos adelante.
Que en el 2008 tengamos todos el valor de hablar con la VERDAD, luchar por la JUSTICIA, hacer todo por AMOR para que reine LA PAZ.
Comentario de Elisa Lomelí Curiel — diciembre 30, 2007 @ 11:15 pm
hola………………………………………..
espero que sigan poniendo cosas interensantes de campeche eh………………..
bye
Comentario de mariana — junio 4, 2008 @ 9:01 pm