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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Oct012003

Subcomandante Marcos, entrevista con Gloria Muñoz. EZLN: 20 y 10: el fuego y la palabra

Subcomandante Marcos, entrevista con Gloria Muñoz,
20 y 10: el fuego y la palabra.

Hay un tiempo para pedir,
otro para exigir y otro para ejercer

 

El 17 de noviembre de 2003 se cumplen veinte años de que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional se fundó en algún lugar de la Selva Lacandona. El primero de enero de 2004 se cumplen diez años de lucha pública, de resistencia, creatividad y paradojas de un movimiento que el primero de enero de 1994 llegó para quedarse. Es momento de festejos y recuentos, de mirar para atrás, de hacer un balance, hablar de aciertos y errores, estrategias y sorpresas. Es momento, pues, de reflexionar sobre lo andado.

Hace veinte años que cientos de pueblos rebeldes, cientos de miles de indígenas, se mantienen en la lucha. Los primeros diez años fueron de clandestinidad, tejiendo un trabajo político persona por persona, familia por familia, comunidad por comunidad. Cómo fueron posibles esos diez años sin que nadie se enterara. Cómo se consigue guardar un secreto que incluye a miles y miles de indígenas rebeldes. Veinte años después, sigue pendiente el recuento de la dosis cotidiana de heroísmo y decisión de esos pueblos primeros, una historia que sólo se puede imaginar si se toma en cuenta que todo lo que siguió, y lo que falta, es posible por la existencia y resistencia de ese núcleo duro, ese grupo que cumple veinte y diez de fuego y de palabra.

El Subcomandante Insurgente Marcos, jefe militar y vocero del movimiento rebelde, hace el balance de una década de lucha y resistencia zapatista. En la primera entrevista concedida desde la Marcha del Color de la Tierra, accede a responder a las preguntas que la revista Rebeldía y el periódico La Jornada, en el marco de esta publicación, le hicieron llegar a las montañas del sureste mexicano.

Marcos atiende la sugerencia y no contesta por escrito. Toma la palabra frente a una grabadora y solo, frente a un micrófono, habla sin pausas. Estas serán, imaginamos, preguntas que responde sin pasamontañas y sin más testigos que la lluvia y los cohetes que de pronto se escuchan a lo lejos.

El Sub recuerda el inicio de la guerra, habla de esos doce primeros días, de los enfrentamientos iniciales y, más adelante, se refiere por primera vez en una entrevista al Subcomandante Insurgente Pedro y a su caída en combate la madrugada del primero de enero de 1994. 

Inicio y motivos de la guerra, los recuerdos, los enfrentamientos

Ahora, a nueve años y nueve meses —estamos en septiembre de 2003, siempre hay que insistir en marcar la fecha porque luego cambian las circunstancias—, nosotros seguimos viendo la guerra que se inició el primero de enero de 1994, y que aún mantenemos, como una guerra que se llevó a cabo por la desesperación, pero que entonces vimos necesaria. Nueve años y nueve meses después, seguimos viendo que fue necesaria.

Pensamos que si no hubiera iniciado la guerra, si no hubiera iniciado el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, muchas cosas en beneficio de los pueblos indios y del pueblo de México, incluso del mundo, no se habrían dado de la forma en que se han dado.

Por un lado, el recuerdo de esos días de combates y enfrentamientos, de esos inicios, es un recuerdo doloroso. Recordamos, pues, a nuestros compañeros caídos en esos primeros días, a los compañeros que cayeron en Ocosingo, en Las Margaritas, en Altamirano. Compañeros que compartieron con nosotros muchos años previos a ese primero de enero, preparándose y pensando cómo iba a ser ese inicio de la guerra y qué iba a pasar después. Compañeros con los que compartimos muchas cosas, entre ellos, recuerdo al compañero Sub Pedro, que era entonces el jefe del Estado Mayor y segundo al mando del EZLN. Él muere en Las Margaritas en las primeras horas del primero de enero. Recuerdo también al comandante Hugo o señor Ik, como le decíamos, que muere en Ocosingo, en los combates contra el ejército federal en esa plaza. De los compañeros insurgentes de Materiales de Guerra, recordamos a Álvaro y Fredy, que también cayeron en combate en Ocosingo… recordamos a compañeros milicianos que caen en uno y en otro lado.

Está también el recuerdo de la respuesta brutal —falta de todo honor militar— del ejército federal, que no se dirigió sólo a combatir a nuestras tropas, que para eso estábamos, sino que empezó a liquidar civiles y a darlos como si fueran bajas nuestras, disparando sin ton ni son, para todos lados, sobre todo en la que fue aquella masacre en Ocosingo, en esos primeros días. Recuerdo, pues, esa falta de honor militar que exhibió el ejército federal desde entonces, y que luego repetiría a lo largo de estos diez años de guerra discontinua que hemos sostenido contra ellos. Nos hemos encontrado (y ese el recuerdo que tenemos de los federales) con esa falta de honor militar a la hora de pelear y con las tretas sucias a las que recurre para tratar de elevar su deteriorado prestigio.

Por el lado nuestro, recordamos a nuestros combatientes, no sólo los caídos, sino a los que siguen en pie de lucha, destacadamente a las compañeras insurgentas, que se revelaron en muchos casos como mejores combatientes que los varones. Está también la actitud y la firmeza de nuestros compañeros comandantes, los miembros del Comité Clandestino Revolucionario Indígena —la inmensa mayoría de ellos marchó al frente en los combates junto con nosotros y nuestras tropas, y demostraron lo que pocos demuestran hoy en las organizaciones: que el dirigente debe estar junto con su gente, no al margen de ella, o aparte de ella o atrás de ella. Eso es lo que ahora recordamos.

La lectura que hacemos nueve años y nueve meses después de ese inicio de la guerra es, en resumen, que fue una guerra desesperada pero necesaria —tanto— para los pueblos indios de Chiapas y de México que hasta ese entonces permanecían en el olvido, como decíamos nosotros, en el rincón más olvidado de la patria. Y era la única forma para que cambiaran las cosas, no sólo respecto a la forma en cómo los veía el gobierno federal sino también la sociedad mexicana, incluso la sociedad internacional.

El inicio de la guerra representa para nosotros el dolor pero también la esperanza. Según la lectura que hacemos ahora eso es lo que marcó y permitió todo lo que ha pasado después. Estos más de nueve años no habrían sido posibles en su éxito sin esas primeras horas del levantamiento armado. 

La lectura que hacemos, aparte de la interna, de ese inicio de la guerra, es también algo que va a marcar hasta hoy la historia pública del EZLN. Y es que vemos que, aparte de los enfrentamientos entre el EZLN y el Ejército federal, hay otro enfrentamiento que no es propiamente agresivo, entre el EZLN y lo que nosotros llamamos la sociedad civil. Desde los primeros minutos del inicio del alzamiento se da este encuentro y, de alguna forma, comienza a aventar al ejército federal, una de las partes, como algo completamente exterior al conflicto.

Si se revisan las fotos de aquel primero de enero de 1994, se ve la convivencia, esa relación casi promiscua entre las tropas zapatistas y la sociedad civil. Lo que yo tengo ahora en mi memoria visual, es esa sorpresa de los civiles rodeando a los insurgentes, la sorpresa de verlos y también la sorpresa y el azoro que había en nosotros, en nuestras miradas y en nuestros rostros, al encontrarnos con esa gente. No había camaradería pero tampoco había agresividad en unos y otros. Como que unos y otros estábamos convencidos de que el otro no era el enemigo.

Esto va a marcar desde un principio lo que va a ser la relación a lo largo de todos estos años de encuentros, desencuentros y reencuentros entre el EZLN y la sociedad civil. Es importante señalar, en esta lectura que estamos tratando de hacer, que desde el principio se da este encuentro y desde el principio el gobierno y el Ejército empiezan a quedar al margen. Están, sí, como una fuerza agresiva contra la que se combate, pero que poco o nada va a tener que ver en lo que se va a construir —no en lo que se va a destruir— a lo largo de estos casi diez años. Es esa relación de sorpresa, primero de azoro: Ah, ¡aquí estás!, de uno y otro lado, zapatistas y civiles, a partir de ese primero de enero de 1994.

Esto va a ser importante —lo digo, lo repito— porque durante todos los días de combate, la actitud de la sociedad civil respecto a los insurgentes es tratar de saber quiénes son, cómo son, qué piensan, qué quieren. Tratar de entender qué los había llevado a tomar esa decisión. Mientras que la actitud del gobierno federal y del ejército federal era aniquilarlos, aplastarlos, destruirlos, desaparecerlos. Y digamos que nosotros, después de los primeros combates en los que se tomaron las cabeceras, estábamos más ocupados en combatir, en permitir el repliegue de nuestras tropas y en sobrevivir.

Se supone que en una guerra los civiles aparecen como refugiados o como víctimas, y en este caso no eran una cosa ni otra, aunque, claro, hay casos en los que sí ocurrió así, que hubo refugiados y desplazados en aquellos días. Pero en la mayoría de los casos ahí andaban, al menos en las cabeceras que tomamos, en las plazas en las que combatimos, en las plazas en las que nos movimos, donde hubo combates, donde hubo presencia. La mayoría de la población civil no huía ante la presencia de nuestras tropas.

Entonces, desde las primeras horas de esta guerra que ya va para diez años, se da este encuentro y se desplaza desde ese entonces el lugar que siempre han querido pelear el gobierno federal y sus tropas, el lugar preponderante. Yo creo que ha sido determinante para muchas cosas que han ido apareciendo después.

Hay otra cosa, la forma de tomar las decisiones de los zapatistas, o sea construir las cosas desde abajo, no decidirlas desde arriba. Es eso lo que nos da la fuerza y la confianza de que estamos haciendo bien a la hora de que empezamos la guerra. Es una de las dudas que suele cargar, entre muchas más, un combatiente: si está bien lo que está haciendo. Nosotros teníamos muchas dudas, si íbamos a poder, si teníamos la capacidad, cuál iba a ser la respuesta de la gente, cuál iba a ser la respuesta del ejército enemigo, cuál iba a ser la respuesta de los medios. Muchas dudas teníamos, pero no teníamos la duda de la legitimidad de lo que estábamos haciendo. No me refiero a la decisión personal de cada combatiente —que pesa y mucho— de decidirse a pelear hasta la muerte para conseguir algo. No, me refiero a lo que significa estar llevando a cabo la acción con un respaldo colectivo, en este caso de decenas de miles de indígenas y miles de combatientes.

Diez años: el fuego y la palabra, consolidar la autonomía

Más que dividir en grandes etapas este periodo, nosotros distinguiríamos tres grandes ejes a lo largo de estos casi diez años. El que nosotros llamaríamos el eje de fuego, que se refiere a las acciones militares, los preparativos, los combates, los movimientos propiamente militares. El eje de la palabra, que se refiere a encuentros, diálogos, comunicados, donde está la palabra o el silencio, es decir, la ausencia de palabra. El tercer eje sería la columna vertebral y se refiere al proceso organizativo o a la forma en que se va desarrollando la organización de los pueblos zapatistas. Esos tres ejes, el eje del fuego y el eje de la palabra, articulados por el eje de los pueblos, de su proceso organizativo, son lo que marca los diez años de vida pública del EZLN. El eje del fuego o el eje de la palabra, aparecen con mayor o menor intensidad, en determinados periodos con mayor o menor duración también, y con mayor o menor incidencia en la vida del EZLN y de su entorno, o en la vida nacional o en el mundo. Pero los dos ejes siempre tienen que ver y están determinados por la estructura que van adquiriendo los pueblos, que no sólo son el sostén del EZLN, sino, como lo hemos dicho muchas veces, son el camino por el que anda el EZLN. El ritmo de su paso, el intervalo entre un paso y otro, la velocidad, tiene que ver, tanto en el fuego como en la palabra, con el proceso organizativo de los pueblos. En algunos casos es el fuego, quiero decir la parte militar, preparativos de combate, movilizaciones, maniobras, combates propiamente dichos, acciones de avance o de repliegue, los más importantes o los que aparecen más visibles. En otros casos es preponderante la palabra, o los silencios que se construyen en entorno a la palabra, en este caso para decir callando, como decimos nosotros. A lo largo de estos casi diez años se marca uno y otro eje, pero siempre tienen que ver con la manera en que los pueblos se están organizando.

No es lo mismo cómo están organizadas las bases de apoyo del EZLN para la guerra, a cómo se organizan para dialogar con el gobierno o con la sociedad civil, o para resistir, o para construir la autonomía, o para construir formas de gobierno, o para relacionarse con otros movimientos, o con otras organizaciones, o con gente que no es movimiento ni tiene organización.

En este caso, los pueblos, las bases de apoyo zapatista, adoptan formas que se van construyendo, que no vienen en ningún libro ni en ningún manual, ni, por supuesto, les hemos dicho nosotros. Son formas de organización que tienen que ver mucho con su experiencia, y no me refiero sólo a su experiencia ancestral e histórica que viene de tantos siglos de resistencia, sino de la experiencia que han construido ya organizados como zapatistas.

En ese sentido, 1994 está marcado fundamentalmente, a mi manera de ver, por el eje de fuego; no sólo por el inicio de la guerra y los combates a lo largo de enero, sino también porque todo ese año se caracterizó por movilizaciones militares, tanto del gobierno como nuestras. Y la parte de la palabra estaba más incipiente, más como tanteando.

Las grandes movilizaciones militares son las de enero de 1994 y diciembre de ese mismo año, cuando se da la ruptura del cerco. Ambas implican grandes movilizaciones de miles de combatientes.

A lo largo de ese año, si recuerdan, cuando hay apariciones públicas del EZLN siempre se hace énfasis o se marca el aspecto militar. Hay desfiles y despliegues militares para insistir en que somos un ejército.

Por la parte de la palabra se dan encuentros importantes, pero a la vista de los diez años se ven como esfuerzos incipientes, comparados con lo que va a haber después.

Está, por ejemplo, el diálogo de Catedral, que más que un diálogo con el gobierno era un diálogo con la sociedad civil. Es, pues, la continuación de ese encuentro sorpresivo que hay entre el EZLN y los civiles, del que hablaba el primero de enero de 1994, pero durante el diálogo de Catedral se da en forma más acabada, porque más que dialogar con el gobierno, el EZLN se dedicó a hablar con la gente, en este caso, a través de los medios de comunicación. Se dieron muchas entrevistas, hubo encuentros, etcétera, donde el EZLN trataba de decir: esto soy. Pero todavía seguía faltando la pregunta: y tú quién eres, claro, refiriéndose a la sociedad civil.

En la Convención Nacional Democrática se insiste todavía en la parte de esto soy yo. El EZLN se había dado cuenta que al gobierno no le interesaba acabar con el conflicto sino mantenerlo en un límite que le permitiera acabar el sexenio, aunque, finalmente, no lo pudo acabar bien por las rupturas internas que provocaron el asesinato de Colosio y luego el de Ruiz Massieu… Pero bueno, en la parte de la palabra, eso fue lo que también pasó, la CND.

Al mismo tiempo en 1994 el EZLN empieza a tratar de conocer y definir un perfil de lo que es la clase política con la que se está encontrando también. Aparte del encuentro con la sociedad civil, se dan los primeros encuentros con partidos políticos o con líderes políticos, todavía tanteando bien de qué se trata.

De cualquier forma, aún con el diálogo, la CND y los encuentros con la clase política, veo que el 94 está marcado por la línea de fuego.

1995 sigue la línea de fuego, marcada por la traición del gobierno de Zedillo al diálogo que apenas se estaba iniciando con él. Se da la ofensiva militar contra la posiciones del EZLN en la Selva Lacandona, se dan enfrentamientos, caen compañeros, caen soldados enemigos y se da esa gran movilización militar, la militarización que hasta ahora no sólo se mantiene sino que se ha incrementado a lo largo de estos años.

Todo 1995 es eso, está marcado por eso. Se inicia, pues, el diálogo con Zedillo pero todavía marcado por la amenaza militar, en este caso del gobierno federal, porque elEZLN hace en agosto una consulta previa a la entrada más en forma a lo que va a ser el diálogo de San Andrés: la primera consulta nacional e internacional, donde se pregunta sobre el futuro del EZLN.

El EZLN está haciendo eso, la consulta, porque está pensando que si le va a entrar al diálogo es porque le va a entrar en serio. En la consulta buena parte de la gente, un millón doscientos mil, dicen que sí hay que convertirse en fuerza política. Entonces el EZLN tiene que entrar al diálogo con esa perspectiva, pero aún está el problema de la palabra muy abajo. Durante 1995 sigue siendo preponderante la línea de fuego, aunque la consulta implicó un acercamiento más acabado que la Convención Nacional Democrática en 1994. En 1995 el EZLN recibe varios golpes. 

Luego llegamos  a 1996. El EZLN comienza a construir la palabra en forma más acabada, como arma pero también como punto de encuentro. En 1996 son el Foro Nacional indígena que después se va a constituir en Congreso Nacional Indígena, es el Foro de la Reforma del Estado, es el Encuentro Continental e Intercontinental. Gracias a las comunidades zapatistas, pero también a estos encuentros, el EZLN empieza a preguntar tú quien eres y a obtener respuestas de parte de la sociedad civil. Comienza a ser más preponderante el eje de la palabra.

En 1997 el EZLN va respondiendo a esta nueva forma organizativa de las comunidades, que avanzan cada vez más, y lanza otra vez una iniciativa de diálogo. Esta vez ya no pone comisiones sino un gran contingente, que es la marcha de los 1111, que recorre gran parte de la República para llegar a la ciudad de México, con el fin de exigir el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés.

Desde esa fecha, el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, que es el horizonte de la guerra zapatista, se convierte en un eje muy importante de las movilizaciones del EZLN. Sin embargo, para tratar de echar atrás ese avance y ante las derrotas que está teniendo el régimen, se reactivan los grupos paramilitares, adquieren más y más beligerancia y, finalmente, en diciembre de 1997, con Acteal, el año toma forma definitiva por la línea de fuego. Y esa herida, esa cicatriz, va a durar hasta nuestros días.

1998 es sobre todo línea de fuego. El EZLN y sobre todo las comunidades resienten una ofensiva brutal de parte del gobierno, los ataques a los municipios autónomos, choques, enfrentamientos con bajas de ambas partes en varias regiones del movimiento zapatista, enfrentamientos de miles de bases de apoyo contra columnas del ejército federal para impedir nuevos asentamientos militares. En fin, todo eso define que 1998 se marque como línea de fuego.

En 1999, el EZLN trata, como siempre trata, de voltear la tortilla. Vuelve a insistir en la palabra porque está encontrando respuestas a la pregunta de quién eres del lado de la sociedad civil, pero también de la clase política. Ya se empieza a ver, a definirse, el talante de la clase política que va a ser definitivo en el 2001 y 2002.

En 1999 se lanza la Consulta Nacional por los Derechos y la Cultura Indígenas, y los pueblos zapatistas dan una muestra de fortaleza al poder mandar a 2 500 varones y 2 500 mujeres a recorrer toda la República. La Consulta Nacional representa un esfuerzo organizativo no sólo del EZLN, que ya llevábamos muchos años organizados, sino de mucha gente que no tiene organización y que se organiza no sólo para la consulta, sino para recibir a los delegados, transportarlos, preparar actividades de información y propiamente la consulta. Toda esta movilización le da al EZLN, además de un apoyo fundamental para la ley sobre los Derechos y la Cultura Indígenas, un termómetro cabal de la relación que ha estado construyendo durante todo ese tiempo con la sociedad civil. Por ahí debe haber algunos datos en Rebeldía del esfuerzo organizativo que significó para la sociedad civil esa consulta.

Para nosotros 1999 es una respuesta al gobierno federal y a la política agresiva que había llevado en 1998, es una respuesta a los poderes de la Unión sobre la importancia de la ley indígena, pero, sobre todo, es una respuesta al EZLN de un gran sector de la sociedad que estaba esperando construir una relación política con nosotros.

En el año 2000, ante el periodo electoral, el EZLN se repliega y usa otra vez el eje de la palabra, pero ahora con el silencio. Se dan las elecciones, la derrota del PRI, el ascenso de Fox y el EZLN saca la carta. Después de valorar la Consulta Nacional y los encuentros que tuvo con diversos sectores sociales en el año 2000, lanza la Marcha del Color de la Tierra.

En la Marcha del Color de la Tierra, el EZLN empieza a tratar de acercarse más a esa sociedad que percibe a partir de la Consulta de 1999, esa sociedad que tiene interés en construir algo nuevo, que es también lo que quieren los zapatistas. Y también el EZLN se está haciendo una pregunta fundamental sobre la clase política mexicana —si tiene caso o no seguir construyendo una relación así. Se da la marcha con todos los actos que no voy a repetir aquí.

El EZLN, después de que se da la votación en el Senado, en el Congreso de la Unión, obtiene una respuesta definitiva sobre la clase política mexicana.

 El 2002 se dedica entonces a la preparación de lo que va a ser esa interlocución con la sociedad civil, y a construir, en los hechos, lo que ha venido demandando durante tanto tiempo.

En el 2003, ahora que se anuncia la construcción de las Juntas de Buen Gobierno, se avanza en la autonomía indígena y el EZLN ya se presenta como una alternativa no sólo en la palabra, sino también en la práctica.  No estoy hablando de un ejemplo a seguir ni de una guía para la acción, sino como un referente. El EZLN tiene un perfil político práctico que ofrecer a la hora que dialoga con otros. Un referente político-práctico, civil y pacífico, porque el referente que teníamos era el de una organización armada, el de que había que organizarse y levantarse en armas:

La creación de las Juntas de Buen Gobierno y los municipios autónomos significan ya otra alternativa, otra opción o referente para la sociedad.

A lo largo de todos esos años, desde 1994 al 2003, pero más marcadamente en 1996 y 1997, el EZLN empieza a construir una relación con el mundo, con personas y movimientos a nivel internacional, una relación que tiene sus subes y bajas pero que va a ser importante para este proceso de construcción de un referente civil y pacífico, alternativo. Una especie de ensayo de otro mundo posible que es el que se está tratando de construir en las comunidades indígenas.

Eso es más o menos, a grandes rasgos, lo que puedo señalar de esos tres ejes: el eje del fuego y el de la palabra, dependiendo de la columna vertebral que es el eje de la organización de los pueblos. Y es a partir de ahí que se construye una relación con la sociedad civil, con sus propias características, y donde se da el proceso al que nos llevaron ellos, los políticos, en 2001, con el rechazo al reconocimiento de los  derechos y la cultura indígenas. 

Sorpresas de estos diez años, aciertos, encuentros

Así, en orden cronológico, la primera sorpresa es que el mundo que encontramos no tenía nada que ver con el que imaginábamos en las montañas. De ahí, lo más importante es habernos dado cuenta que la gente, así en general, tenía mucho interés en entender, en informarse, en saber de qué se trataba todo eso; a diferencia de lo que pudiera esperarse, de que la gente estuviera apática, que no les importara o lo que fuera. En este sentido, fuimos muy afortunados al encontrarnos con ese México, con esa gente dispuesta a escuchar y ver qué era lo que estaba pasando con los zapatistas. Esa fue una de las grandes sorpresas.

Otra de las sorpresas que hemos tenido es la juventud. Nosotros pensamos que iba a estar totalmente escéptica, reacia, cínica, poco receptiva a cualquier movimiento, más egoísta, más encerrada en sí misma. Y no, es una juventud generosa, abierta, con ganas de aprender y ganas de entregarse a una causa justa.

Otra sorpresa más es la gran participación de las mujeres, del sector femenino como se dice luego, en cada una de las iniciativas y a todos los niveles. Fue una sorpresa la decisión y la entrega de esas mujeres, de esas hermanas como decimos nosotros, tanto a nivel nacional como internacional.

Una sorpresa política fue el impacto que tuvo la palabra zapatista a nivel internacional, y no me refiero sólo al aspecto intelectual, sino al impacto que ha tenido en movimientos y organizaciones en todo el mundo.

Otra de las sorpresas, hay que reconocerlo, es el grado de deterioro de la clase política mexicana, como para que nos atrevamos a decir que no tiene remedio de plano. Nosotros pensamos que sí había sectores con los cuales se podía hacer algo, pero ya vimos que no. Eso es, a grandes rasgos.

Si lo pudiera resumir todo diría: la gran sorpresa política es que se haya dado un punto de encuentro, o un canal de comunicación, entre este proceso organizativo de los pueblos y lo que estaba pasando abajo a nivel nacional e internacional. Y la última gran sorpresa es la receptividad que hubo al principio en todos los medios de comunicación (aunque la mayoría se fue cerrando conforme pasaban los años) para que se supiera lo que realmente estaba ocurriendo en las comunidades indígenas, no sólo de Chiapas sino de todo México.

Yo pienso que el acierto más grande que hemos tenido es la disposición y la capacidad de aprender, primero de aprender a pelear, de aprender a reconocer al enemigo, de aprender a reconocer al que no es enemigo, de aprender a hablar, de aprender a escuchar y aprender a caminar junto con otros, de aprender a respetar y a reconocer la diferencia. Y, sobre todo, de aprender a vernos a nosotros mismos como somos y como nos ven otros. Eso, pienso, es el acierto más grande de los zapatistas: hemos aprendido a aprender, aunque parezca lema pedagógico. 

La autocrítica, lo que no se volvería a hacer

Si pudiera regresar el tiempo, lo que no volveríamos a hacer es permitir y… promover… que se haya sobredimensionado la figura de Marcos.

Qué más no volveríamos a hacer. Pienso, honestamente, que todo lo que hicimos, bien y mal, lo hicimos pensando —después de valorar— que en ese momento esa decisión era la mejor. Si entonces hubiéramos valorado otras cosas que no vimos, quizá habríamos tomado otra decisión, pero en ese momento no podíamos haber hecho otra cosa. Hicimos lo que pensamos que podíamos hacer. Unas veces nos equivocamos y  otras acertamos. 

El aprendizaje

Entre las muchas cosas que hemos aprendido está la riqueza de la diversidad.

La gran ventaja de haber entrado en contacto con la sociedad civil es haber entrado en contacto con muchos pensamientos y no con uno sólo. Y eso nos ha permitido construir el pensamiento de que, frente a la homogeneidad y a la hegemonía, es preferible el respeto y la convivencia con los diferentes. Otra cosa que hemos aprendido es a valorar y a respetar, y a tomar en cuenta, siempre, la nobleza de la mayoría de la gente, que se ha entregado en diferentes ocasiones fundamentales para la vida del EZLN y de las comunidades indígenas sin pedir nada a cambio, y no sólo, también poniendo mucho de su parte, en algunos casos arriesgándolo todo para apoyar una causa que consideran justa.

El proceso de encuentro con ella, con la sociedad civil, lo platiqué en partes de la Treceava Estela de Chiapas, pero se puede resumir en esto: ha sido un encuentro marcado por el aprendizaje nuestro y el aprendizaje de la sociedad civil para reconocernos mutuamente, y reconocernos a nosotros mismos. Ir construyendo un lenguaje, un puente de comunicación, una forma de entendernos. 

La palabra como arma y el silencio como estrategia

Nos damos cuenta del valor de la palabra, en realidad, hasta los diálogos de Catedral o un poco después. Ahí empezamos a aventar muchas palabras, sobre todo a través de los medios de comunicación, y luego vimos que producían buenos resultados. El silencio lo venimos a descubrir más adelante, a la hora que descubrimos que el gobierno estaba más interesado en que habláramos, no importaba que mentáramos madres, pero que dijéramos algo porque pensaba que así sabía lo que estábamos haciendo. Y cuando estamos en silencio no sabe qué estamos haciendo. Un ejército que ha usado la palabra de una manera tan fundamental como arma, cuando calla, les mueve a preocupación. No sabría precisar cuando mero el silencio adquiere peso… Es definitivamente con Zedillo, por allá del 1996-1997, cuando se construyó, pero donde tuvo más efecto fue en 1998, precisamente justo antes del segundo encuentro con la sociedad civil, que se hizo en San Cristóbal de las Casas.  

El camino de la palabra

La Guerra, el Diálogo de San Cristóbal, la Convención Nacional Democrática, la primera Consulta Nacional por la Paz, el diálogo de San Andrés Sacamch’en de los Pobres, los Foros Especiales sobre Derechos y Cultura Indígenas y sobre la Reforma del Estado, los Encuentros Continental e Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, la construcción del Frente Zapatista de Liberación Nacional, la participación en el nacimiento del Congreso Nacional Indígena, la salida de la Comandante Ramona a la ciudad de México, la marcha de las 1111 bases de apoyo zapatistas, la Consulta Nacional e Internacional por el Reconocimiento de los Pueblos Indios, que incluyó el recorrido de 5 mil zapatistas por todo el territorio nacional, la Marcha del Color de la Tierra y, finalmente, la instalación de las Juntas de Buen Gobierno y el nacimiento de los Caracoles, entre muchos otros eventos, llamados, saludos y convocatorias.

Se trata de iniciativas públicas, aunque faltan algunas que no tuvieron eco o fueron de menor repercusión, que se construyen con base en, o que tienen como columna vertebral, el proceso de organización de los pueblos zapatistas, en el desarrollo de sus formas organizativas. Estamos hablando de una organización que está de tal modo fusionada con su pueblo, con su base de apoyo, que difícilmente puede sacar una iniciativa aparte de, que no implique o no tenga relación con esa base social. Entonces, digamos, en esa línea de la palabra, en esa línea de fuego, el proceso de construcción y de avance y de construcción de las formas organizativas de las comunidades zapatistas, tiene que ver mucho con el reconocimiento del otro, en este caso de la sociedad civil. Entonces, buena parte de las iniciativas mencionadas, son los intentos, acabados o no, con éxito o sin éxito, con los que las comunidades del EZLN tratan de construir la interlocución y el diálogo ida y vuelta con unos y con otros.

En la construcción de esa interlocución, en ese saber cómo es el otro y mostrarnos nosotros como somos, al mismo tiempo, el EZLN —junto con las comunidades— está construyendo la legitimidad de su movimiento, explicando sus causas, las condiciones que lo originaron, sus formas organizativas, e invitando a cada quien no a que nos siga sino a que siga su propio camino, que, como dicen, de acuerdo ambos (o los varios) que vayan a ser o que sean.

A veces la interlocución con la sociedad se da por sector, dada la raíz indígena del EZLN, muy marcadamente con los pueblos indios. También, debido al impacto que tuvo elEZLN y la repercusión y apoyo internacional que recibió, se le pone especial acento a la interlocución con personas y movimientos a nivel internacional. Más en general, con la sociedad civil —así sin definir una clase o un sector social específico. Siempre dándole preferencia a la interlocución con indígenas, con mujeres y con jóvenes. La estrategia, hasta entonces, hasta donde se puede decir, es construir la legitimidad de un movimiento, conocer al otro, conocer su medio, conocer la situación a nivel nacional e internacional. 

Balance del diálogo de San Cristóbal de las Casas y Carlos Salinas de Gortari

Carlos Salinas de Gortari es un ladrón cínico, es lo que lo define entonces y ahora. El primer diálogo con su gobierno en San Cristóbal, nos sirvió a nosotros como medio para mirar a otro lado. En ese momento empezó la estrategia del EZLN de voltear la silla, es decir, acabar con el esquema de ventanilla en los diálogos gubernamentales y aprovechar esos espacios para dialogar con los otros, con la gente, con la sociedad civil como decimos nosotros.

En el caso del diálogo de la Catedral en San Cristóbal de las Casas, como no teníamos el modo y ni nos imaginábamos cómo le íbamos a hacer para dialogar con la sociedad civil, entonces el diálogo se dio sobretodo con los medios de comunicación, esperando que la gente, la sociedad civil, se enterara a través de ellos, de lo que queríamos decir:esto soy, esto es lo que quiero y esto es lo que fui, para decir eso sirvió el diálogo de Catedral.

Fue un diálogo que nos sirvió de mucho; fue muy desgastante porque fue muy intenso. En pocos días mucho trabajo y a la distancia pensamos que el desenlace fue bueno, porque como resultado de este diálogo más gente nos conoció, más gente se aclaró bien. Esas eran nuestras intenciones y nuestros propósitos y fue el punto de partida para que el EZLN CONSTRUYERA la legitimidad que ahora tiene. 

Diálogos de San Andrés y Ernesto Zedillo Ponce de Léon

Zedillo es un criminal que, aparte, es economista o pretende serlo. El balance del diálogo de San Andrés, con su gobierno, es muy positivo para nosotros, porque permitió darle una estructura más acabada a lo que intentábamos en San Cristóbal. Conseguimos que en la mesa se sentaran todos los que pudimos invitar y representó, en esa parte, sin tomar en cuenta todavía los acuerdos, una experiencia que todavía no ha sido valorada ni en México ni en el mundo. Una experiencia de diálogo, de encuentro de una fuerza que no pretende la exclusividad de una mesa en la que se está respondiendo a su demanda, sino que invita a todos. Esto ya se ha escrito en algunos lados.

El principal aporte de San Andrés es la manera en que se construye el diálogo entre el gobierno y el EZLN. Pero, además, del lado del EZLN se abre la puerta para otros lados, incluso para organizaciones y planteamientos muy críticos o hasta rivales del EZLN.

En lo que se refiere a los acuerdos alcanzados sobre Derechos y Cultura Indígenas, significaban la concreción del punto fundamental que el alzamiento de enero de 1994 puso en la agenda nacional, es decir, la situación de los pueblos indios de México. Significaron la posibilidad de incorporar no sólo las experiencias de los zapatistas, sino de pueblos de todas partes de México, y sintetizarlas en la demanda del reconocimiento constitucional de sus derechos. Precisamente por la manera en que se construyó ese proceso de diálogo, por cómo se habían construido los resultados, el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés significaba ni más ni menos que la salida del EZLN a la vida pública. Por todo eso, como se verá después, la clase política se alió para impedir el reconocimiento de los pueblos indios, de sus derechos, y para impedir el quehacer delEZLN en la arena civil y política.  

Vicente Fox, el fracaso de la clase política

En cuanto a Vicente Fox: siendo sintético diría nada más que el proceso de negociación fue un fracaso por toda la clase política, no nada más por Vicente Fox, sino por todos los poderes de la nación, por todos los partidos políticos, por toda la clase política, ese proceso fracasó. Si hubiera triunfado no sólo habría sido ejemplar para México, sino para el mundo. Habría marcado una ruptura y un precedente para orientar procesos de diálogo y negociación en todo el mundo. Pero en lugar de eso, ellos prefirieron encerrarse en su cuarto a contar el dinero del que gozan, en lugar de resolver el problema y marcar un precedente para conflictos internacionales. 

El EZLN y la lucha indígena

Hay que tomar en cuenta que algunos sectores han dicho que el EZLN agarra la lucha indígena después del alzamiento, ya avanzado el movimiento. Según esta versión, de manera oportunista, dice por ejemplo la Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía (ANIPA), cuando el EZLN se da cuenta de que lo indígena está pegando, empieza a reorientar su discurso hacia ese rubro. La acusación es ridícula, como todo lo que hace ANIPA. Si uno toma en cuenta el acto fundamental del primero de enero de 1994, en el discurso de la Primera Declaración de la Selva Lacandona se explica quiénes somos, y se dice: “somos producto de 500 años de luchas y etcétera”, y no hay ningún grupo social que pueda decir eso en México más que el indígena: ni obreros, ni campesinos, ni intelectuales pueden decir eso de estar 500 años…

La otra razón que hay que tomar en cuenta es que en un ejército que se presenta como el EZLN, donde hay dos o tres mestizos y miles de indígenas, no creo que sea necesario decir que es importante la cuestión indígena. Luego, cuando el EZLN abre a la prensa sus fronteras, por llamarlas de alguna forma, se permite el acceso de la prensa a las comunidades indígenas y hablan con la gente, todo esto en el momento en que se están realizando los combates. Esto es mucho más elocuente que cualquier declaración de esas que hacen los dirigentes de la ANIPA y sus asesores.

Sólo quienes se disputan el hueso de representar a los indígenas por puro interés económico o cuota de poder, los que se llaman los indígenas profesionales, los que viven de aparentar o fingir que son indígenas, pueden disputarle esto al EZLN. Sobre todo tomando en cuenta que el EZLN nunca se ha presentado como el representante, el líder o el conductor de todos los pueblos indios de México. El EZLN siempre ha dicho que sólo habla por los pueblos indios que están organizados dentro del EZLN, en concreto, en el sureste mexicano.

Bueno, además, ese señalamiento crítico o calumnia que circula en algunos sectores, se hace siempre a espaldas nuestro, nunca frente a nosotros,  porque saben que no lo pueden sostener.

Siguiendo la historia, nuestra historia, cuando se están discutiendo las leyes revolucionarias en 1993, en lo que ya se estaba formando con el nombre del Comité Clandestino Revolucionario Indígena, es decir, los jefes de los diferentes pueblos indios —tzeltal, tzotzil, tojolabal, chol, zoque y mam—, se discutió si se iba a hacer hincapié en ciertas demandas indígenas del EZLN en el momento del alzamiento, y la parte que argumentó mejor y que triunfó fue la que decía que había que darle un carácter nacional, de tal forma que no se ubicara al movimiento con aspiraciones regionales o “étnicas”, porque se decía que el peligro es que se fuera a ver nuestra guerra como una guerra de indios contra mestizos, y que era un peligro que había que evitar. A mi me parece que la decisión fue acertada, que la Primera Declaración de la Selva Lacandonaes contundente y es clara, que la definición más clara de la cuestión indígena conforme fue avanzando el movimiento ya después de hacerse público, ya después del inicio de la guerra, fue también acertada y fue modesta. En ningún momento se pretendió encabezar ni hablar a nombre de todos los pueblos indios de México. Entonces no sé porque sacan eso —si de por sí de cualquier manera les dan el hueso, de todas formas se acomodan.

Ahora, el EZLN ya de manera pública no se presenta ni se concibe a sí mismo como el parteaguas de la lucha indígena. Nosotros nos presentamos, como dice la Primera Declaración, como parte de un proceso de lucha que viene de muchos años y que está en muchas partes. En el caso de México, la lucha indígena no empieza en 1994 ni empieza en Chiapas, hay antes de enero de 1994 muchas luchas de resistencia, de experiencias valiosas en muchas partes de México, con otros pueblos indios en diferentes regiones del país. Y el EZLN siempre lo ha dicho.

La mesa de San Andrés, la Mesa Uno que se refiere a Derechos y Cultura Indígenas no representó al EZLN. Si hubiéramos pensado que éramos los dirigentes del movimiento indígena nacional, habríamos entrado nada más nosotros. Invitamos a las organizaciones, grupos, intelectuales, todos los que han trabajado y que saben cuáles son las demandas de los pueblos indios, que son diferenciadas pero que se agrupan a grandes rasgos en esto que se ha definido como la autonomía. Esto era importante marcarlo desde el principio porque al inicio del movimiento, en los primeros meses, la clase política y muchos medios de comunicación afirman que el principal problema, o que el fundamento de la cuestión indígena en México, es un problema de asistencialismo. Es decir, los indígenas son pobres y hay que darles limosna, en este caso, más limosna, más lástima. 

Marcos sigue hablando a la grabadora. De pronto se empiezan a escuchar, a lo lejos, truenos de cohetes festivos. El subcomandante explica frente al micrófono: “Esto que está tronando ahora es que están dando El Grito las Juntas de Buen Gobierno. Es la madrugada del 16 de septiembre, estamos celebrando la Independencia de México. Bueno, yo no porque estoy en un rincón, pero allá está la Junta de Buen Gobierno”

El sup intenta continuar su grabación pero el ruido de los cohetes lo vuelve a interrumpir. “Sigue el coheterío, pero es por el festejo de la independencia de México frente a España, pero ya…”, se disculpa.  

Bueno, en un principio se plantea el problema indígena como un problema de pobreza material y no como lo habían planteado no sólo el EZLN, sino, mucho antes, otros pueblos y organizaciones indígenas en el resto del país, quienes lo definieron como algo más complejo que implicaba cuestiones culturales, de autogobierno, de autonomía y no meramente la falta de una limosna más sustanciosa. Al principio buena parte de la opinión pública nacional e internacional ve el problema como de “pobres inditos, hay que ayudarlos un poco, a que tengan buena casa y a que se eduquen”, pensando que la educación es la forma en que el indígena deja de ser indígena, aprende español, olvida su lengua, se amestiza o se ladiniza, como se decía antes, y eso significa que ya mejoró, el momento en que dejó de ser indígena.

Entonces, digamos, esa es una primera etapa de la lucha indígena. Se reconoce que en México y en el mundo las condiciones de vida de los indígenas son desastrosas, prehistóricas. Y se compara su situación con el proyecto de Salinas de Gortari, un proyecto de ingreso al primer mundo, el de un país capaz de darle batería a la globalización. Pero, evidentemente, el problema indígena no estaba sólo en esa comparación.

En la segunda etapa, que es alrededor de los diálogos de San Andrés, se pueden agrupar todas estas experiencias y demandas que hay en el momento en que el EZLNrenuncia explícitamente —y lo cumple— al papel de vanguardia o de cabeza de ese movimiento indígena rico y muy variado. La gente entonces se da cuenta que el problema indígena no es sólo un problema económico, es también cultural, político y social. Y empiezan a plantearse las experiencias que hay en otros lados, comienzan a darse a conocer y a articularse en lo que son los Acuerdos de San Andrés, donde ya se incluyen demandas de autonomía, de autogobierno, culturales. Esto es lo que va a articularse luego en los municipios autónomos zapatistas y en las Juntas de Buen Gobierno, no sólo como producto de la experiencia zapatista sino que, ahora sí, recogiendo todo lo que habíamos aprendido de nuestro contacto con el movimiento indígena nacional, y en algunos casos con el movimiento internacional.

En esta segunda etapa, el movimiento indígena construye en México, junto con el EZLN —no dirigido por él—, esa especie de puente o de causa común que une a todos, que serían los Acuerdos de San Andrés, el reconocimiento constitucional de los pueblos indios para gobernar y gobernarse y decir un montón de cosas. Porque en el momento en que se plantean las cosas sólo a nivel asistencialista, es donde el PRI, el PAN y el PRD, ven un filón: bueno —dicen— si se trata de dar más dinero está bien, nosotros nos quedamos con una parte y les damos otra, así compramos votos, etcétera. Pero en el momento en el que se plantean las demandas de los pueblos indios en cuanto a organización política y formas de gobierno, los partidos políticos no están de acuerdo, como lo demostraron en el Congreso de la Unión y ahora en sus campañas.

Entonces, pues, en la segunda etapa se empieza a construir un consenso sobre las demandas indígenas. En la tercera etapa, que va de la firma de los Acuerdos de San Andrés a la Marcha del Color de la Tierra, se empiezan a generalizar estas demandas, a difundir al interior del movimiento indígena nacional y también al exterior, a la sociedad civil, a los medios de comunicación, por medio de otras organizaciones sociales. Esa tercera etapa acaba cuando el Congreso de la Unión legisla en contra de esos derechos con el apoyo del Ejecutivo, y luego esa decisión es avalada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En ese momento se acaba esa etapa y empieza la etapa en la que estamos. En resumen: en la primera etapa se plantea la necesidad de ciertos derechos; en otra etapa se demanda el cumplimiento de esos derechos y en la última etapa se ejercen esos derechos, es en la que estamos ahora. 

La clase política

El EZLN sale a la luz pública y, deslumbrado por esa salida, empieza a tantear y a reconocer el terreno de quién es quién realmente. No sólo respecto a la clase política, pero también respecto a la clase política, el EZLN estaba aprendiendo.

Una organización que da tanto valor a la palabra, da por sentado que del otro lado ocurre lo mismo y tardamos un tiempo en entender que no, que precisamente para la clase política la palabra no tiene absolutamente ningún valor. Pero para que aprendiéramos esto pasaron varias lunas, como dice un compa.

Entonces, ahí nos fuimos tanteando, fuimos hablando con varios sectores y lo primero que aprendimos de este periodo fue que para el político la palabra no tiene ningún valor. Lo segundo que aprendimos es que no hay principios, ya no digamos morales, no hay ningún principio político que sostengan. Un día dicen una cosa y después otra. Incluso ven mal a quien hace lo contrario. Me refiero en general a toda la clase política sin importar a qué partido político pertenezca. La diferencia entre unos y otros puede ser que hay algunos honestos, es decir, que no roban. No me refiero a su ser consecuentes, que serían los menos. Lo que los hace políticos, ese desprecio por la palabra empeñada, esta falta de principios y de horizonte político es en general para todos, no haría ninguna distinción. Son lo mismo en cuanto a que no hay principios ni tienen moral. Pueden ser un día de derecha si por ahí va el rating o ser de izquierda si cambió el rating, o pueden ser de centro. Por eso la búsqueda del centro, porque así es más fácil correrse de un extremo al otro. Aunque hay partidos que hacen eso con gran versatilidad.

Todo esto lo fuimos aprendiendo poco a poco. Todavía con la amargura de saber a qué nos enfrentábamos, tratamos con la Marcha del Color de la Tierra de obligarlos de alguna forma a que sentaran cabeza o que se dieran cuenta, ya no confrontados con el EZLN sino con todos los pueblos indios y con una movilización nacional e internacional como fue la Marcha del Color de la Tierra. Aún así se portaron como políticos.

El principal aprendizaje durante esta década es que con la clase política mexicana no hay nada que hacer, definitivamente, ya ni  reírse, pues.  

Los cambios entre el México de 1994 y el de ahora

Hay una diferencia fundamental entre el México de hoy, 2003, y el de 1994. Ya hubo el inicio de una guerra y empezaron a pasar cosas a partir de enero de 1994, cosas que no habían pasado en mucho tiempo en la historia del México moderno: el asesinato del candidato presidencial del partido en el poder, el asesinato del secretario del partido que está en el poder, los ajustes internos disfrazados de pugnas judiciales y de acusaciones, la derrota del PRI después de tantos años. Todo eso dentro de la clase política.

Al mismo tiempo, por otro lado, la gente también enfrenta un proceso. Ahora la gente es más crítica, más dispuesta a participar y a movilizarse, que hace años. Pero, gracias a la labor de zapa de la clase política, ahora la gente es también más escéptica, pero ese escepticismo no es como antes, que decían “siempre gana el PRI”. Ahora hay algo de rencor y de coraje en la mayoría de la gente en contra de la clase política.

Y lo que está ocurriendo es que los medios de comunicación (la mayoría de ellos) están abrazando a la clase política, sin darse cuenta que el vuelo es de caída y no de ascenso. Sin darse cuenta de que el descrédito, la falta de credibilidad, de interés, y el rencor que está acumulando la clase política, lo están acumulando también los medios de comunicación que, entusiasmados en su nueva labor de Ministerio Público, olvidan que a quien llevan del brazo es alguien ilegítimo. La legalidad no tiene ningún sustento si carece de legitimidad.

El cambio fundamental lo hemos visto en la gente. En cuanto al sistema político, la alternancia es un cambio pero no significa de ninguna manera democracia, y las últimas elecciones lo demostraron porque estuvo ausente el ciudadano. El modelo económico que tenía el PRI en 1994 no sólo continúa, sino que se ha profundizado. Ahí está el despojo a los fundamentos de la soberanía nacional. En lo social se acelera el proceso de descomposición, precisamente con políticas económicas que destruyen el tejido social. Ahí está el cinismo de la clase política que no tiene ninguna alternativa real para la mayoría de la gente.

En resumen, tanto en lo político como en lo económico y social, México está en una crisis más profunda que la que tenía en 1994.

Las imágenes de estos diez años hablan por sí solas. Manifestaciones y eventos multitudinarios, quizás las concentraciones más grandes en la historia reciente del país, respuesta masiva de la sociedad civil nacional e internacional a cada una de las convocatorias e iniciativas zapatistas, pero los primeros acuerdos de paz siguen sin cumplirse, la guerra no ha terminado, el EZLN sigue con el rostro embozado y no puede hacer política abierta (aunque hace política legítima), el gobierno y la clase política no ceden. Qué hacer. Cómo. Por dónde. Cuál es la apuesta. 

El mundo entre 1994 y 2003

El mundo que encontramos en enero de 1994 sí pensábamos o adivinábamos cómo iba a ser. Ya se había dado el derrumbe del campo socialista y la lucha armada en América Latina no era muy popular, ya no digamos en otras partes del mundo. Eso ya lo esperábamos. Pero el avance que había tenido el neoliberalismo y la globalización en todo el mundo resultó una sorpresa, porque entonces detectamos no sólo que había avanzado el proceso de destrucción y reconstrucción que hemos mencionado en algunos de los textos, sino que también había avanzado el nacimiento y el mantenimiento de formas de resistencia y de lucha en todo el mundo. Las internacionales socialistas o comunistas, o esas redes internacionales mutuas para oponerse al capitalismo, habían desaparecido, pero habían surgido focos de resistencia en varios lados y se estaban multiplicando. A eso se debe que el alzamiento haya tenido receptividad en una parte importante de la comunidad internacional, en gente organizada o con ganas de organizarse. Y me refiero a algo más allá del sentimiento de lástima o de conmoción, legítima, por cierto, de emoción frente a lo que significaba el alzamiento del EZLN y, a través de él,  poder conocer las condiciones indignantes en las que vivían los pueblos indígenas antes de ese primero de enero de 1994. Eso fue para mucha gente; para otros, aparte de esto, significó una apuesta política seria.

Ese mundo que encontramos en 1994, si bien lo imaginábamos, no lo alcanzábamos a entender, y por eso no alcanzamos a entender la receptividad que tuvo en muchos grupos, sobre todo en grupos de jóvenes de todas las tendencias políticas y concepciones. No alcanzábamos a entender porqué el movimiento zapatista provocó esta simpatía y que se crearan comités de solidaridad prácticamente en los cinco continentes.

El mundo que hay hoy, diez años después, está más polarizado. Es lo que nosotros preveíamos, que la globalización no estaba produciendo la aldea global sino un archipiélago mundial que se está agudizando, y no sólo en cuanto a los intereses económicos, políticos y sociales de esta gran sociedad, del poder en general, como decimos nosotros, de este reparto, conquista y destrucción del mundo, sino también en cuanto a lo que se refiere a la resistencia, a la rebeldía que está creciendo de manera autónoma, independiente, no como línea de consecuencia, no como una resistencia que se pueda llevar a todas partes del mundo, sino que está adquiriendo su modo en cada lugar.

El movimiento antiglobalización. No fuimos los primeros

El movimiento antiglobalización o, como ahora se dice, alterglobalización —porque no se trata de oponerse a que el mundo sea mundo, sino de crear otro mundo, como se dice por ahí— no pensamos que sea un movimiento lineal, con antecedentes y consecuentes, ni que tenga que ver con situaciones geográficas y de calendario, de fechas, de decir que primero fue Chiapas, luego Seattle y después Génova y ahora Cancún. No es que uno preceda al otro y lo herede.

Nosotros concebimos nuestro movimiento, y lo declaramos en 1994 a medios internacionales, como un síntoma de algo que estaba pasando o que estaba por suceder. Usamos entonces la imagen del iceberg, somos, dijimos, la punta del iceberg que está asomando y pronto asomarán puntas por otros lados, de algo que está abajo, que se está gestando y que está por reventar, decíamos entonces.

En ese sentido, Chiapas no precede a Seattle en tanto que lo anuncie o Seattle sea la continuación. Seattle es otra manifestación de esa rebeldía mundial que se está gestando fuera de los partidos políticos, fuera de los canales tradicionales del quehacer político. Y así cada una de las manifestaciones, y no me refiero a las que han seguido a la Organización Mundial de Comercio y que se han convertido en su pesadilla más cotidiana, sino a otro tipos de manifestaciones o movilizaciones o movimientos más duraderos en contra de esa globalización de la muerte y de la destrucción.

Somos más modestos en cuanto a nuestro lugar. Somos un síntoma y pensamos que nuestro deber es mantenernos lo más posible como asidero y referente, pero no como un modelo a seguir. Por eso nunca hemos disputado, ni lo haremos, decir que el principio fue Chiapas y los Encuentros Continental e Intercontinental. La rebeldía que hay en Chiapas se llama zapatista, pero en Seattle se llama de otra forma, en la Unión Europea de una forma y en Asia de otra forma, en Oceanía de otra. Incluso dentro de México, en otras partes la rebeldía se llama de otra forma.

Nosotros vemos muy bien ese movimiento alterglobalizador, en el sentido en que no repite el modelo vertical de toma de decisiones, de arriba hacia abajo, y esto le ayuda a que no tenga un comando central, órganos de dirección o algo así. Y que el movimiento haya sabido respetar las diferentes formas que se manifiestan en su interior, los pensamientos, las corrientes, los modos, los intereses y la forma en que se toman sus decisiones.

Por lo poco que sé de Cancún hasta ahora, por lo que aparece en la prensa, particularmente en el periódico La Jornada, se vé que esta dinámica se mantiene y que sigue siendo un movimiento plural, no muy masivo, pero se entiende porque se trasladan de todas partes del mundo. No es lo mismo movilizarse aquí, en Chiapas, por alguien que está muy cerca, que movilizarse por alguien que está en Corea del Sur, por mencionar el ejemplo ahora más candente. Pero sigue estando esta pluralidad de intereses, esta diversidad y esta riqueza, y también esas formas de lucha y de manifestarse.

En este sentido vemos que el movimiento antiglobalización o alterglobalización sigue siendo rico en experiencias, todavía tiene mucho que aportar y pensamos que va a dar mucho, siempre y cuando no caiga en la tentación de las estructuras o de las pasarelas. Es decir, el riesgo que hay siempre es que un movimiento se convierta en una pasarela de personalidades, sin que esas personalidades tengan respaldo de movilizaciones en sus lugares.

Nosotros pensamos que ese movimiento se está traduciendo ya no sólo en la crítica al modelo que representa, en este caso, la OMC, sino que, en muchos aspectos, se están construyendo alternativas no en el papel, sino en formas de organización social en varios lugares, donde ya se puede decir que hay gérmenes de ese otro mundo posible.

Se dice que diversos movimientos tanto de México como de otras partes del mundo, han visto en el zapatismo un ejemplo de lucha e, incluso, que algunos han retomado sus principios para la construcción de sus propias resistencias.

Nosotros les decimos: a los que siguen el ejemplo que no lo sigan. Pensamos que cada quien tiene que construir su propia experiencia y no repetir modelos. En ese sentido, lo que les ofrece el zapatismo es un espejo, pero un espejo no eres tú, en todo caso te ayuda sólo para ver cómo te ves, para peinarte de esta forma, para arreglarte. Entonces, les decimos que vean en nuestros errores y aciertos, si es que los hay, las cosas que les puedan servir para construir sus propios procesos, pero no se trata de exportar el zapatismo o de importarlo. Pensamos que la gente tiene la suficiente valentía y sabiduría para construir su propio proceso y su propio movimiento, porque tiene su propia historia. Eso no sólo hay que saludarlo, sino que hay que propiciarlo.  

Los retos, los errores, las apuestas

O sea que quieren el programa de acción…Mhhhm… Primero hay que aclarar que no todas las convocatorias ni iniciativas zapatistas tuvieron respuesta masiva de la sociedad civil nacional e internacional. Nosotros pensamos que cuando esto ha ocurrido no ha sido culpa de la gente, sino que fueron errores, en este caso míos, porque es mi trabajo, porque aquí en el EZLN los errores se conjugan en primera persona del singular y los aciertos en la tercera persona del plural. Por mencionar dos de esas convocatorias zapatistas que no tuvieron respuesta masiva, están, por un lado, la de Una oportunidad a la palabra, referente a la problemática del País Vasco, que era también con lo que se iba a abrir la incursión del EZLN en Europa; y la otra se refiere al momento en que se difundía en los medios la guerra de Estados Unidos contra Irak. En ese contexto nosotros hicimos un llamado para firmar un manifiesto que hicieron un grupo de intelectuales. Llamamos a la gente a organizar mesas, discusiones, pero no tuvo eco. En esas dos convocatorias no hubo respuesta masiva, cuando menos en esas dos, pero puede haber más por ahí. Esto es para decir que no a todo le he atinado, porque los errores son en la primera persona del singular.

Pero en realidad este apartado está interrogando sobre el qué sigue, y el objetivo del EZLN ahora no es otro que consolidar ese ejercer los derechos de las comunidades, porque, como explicaba al principio, el eje fundamental o la columna vertebral de estos dos brazos o líneas de acción, la del fuego y la de la palabra, es el eje de la organización política y el desarrollo de esa organización política, social y cultural que hay en las comunidades. Y ahora se trata de las Juntas de Buen Gobierno y los municipios autónomos. Ahí hay un paquete.

Como quiera la apuesta está claramente definida en los discursos de la Comandancia el día 9 de agosto, el día en que mueren los Aguascalientes y nacen los Caracoles. Hay apuestas en lo internacional. Hay una apuesta muy clara en lo nacional, que trata de generalizar estas formas de autogobierno o autogestionarias (que aquí son posibles de una forma) en otros lados.

Del gobierno y de la clase política no vale la pena ocuparse mucho, puesto que tampoco se ocupan de uno. Entonces no hay que desvelarse mucho por ese lado. 

Los pueblos zapatistas, la resistencia

A grandes rasgos, eso que sería la columna vertebral del movimiento zapatista, lo que se refiere al proceso de organización de los pueblos, podría agruparse así:

Hay que remontarse al momento en que los pueblos se organizan en una organización político-militar y lo que eso implica, siempre en colectivo. En este caso, pasando del núcleo familiar al de la comunidad. Luego de la comunidad a la región con varias comunidades, y luego de la región a la zona con varias regiones, luego de la zona a todo elEZLN, a los diferentes pueblos indios que se agrupan.

Ya después del alzamiento, debido al contacto que se tiene con la sociedad civil nacional y marcadamente con la sociedad civil internacional, los pueblos enriquecen su experiencia cultural, su horizonte, como decimos nosotros, y pueden enfrentar ya con más comodidad, ya alejados de la tentación del fundamentalismo étnico —ese que es tan caro y tan querido por ANIPA— un proceso de autogobierno, nada más que éste queda un poco retenido porque es parte de las demandas nacionales.

Digamos que se empiezan a construir las formas más avanzadas de autogestión y de autogobierno, que ya funcionaban a nivel comunitario incluso antes de que el EZLNllegara a Chiapas, pero luego avanzan a un estadio más avanzado, al de los municipios autónomos, alrededor de 1995 y 1996, pero este avance se da de forma irregular. Algunos municipios tienen más experiencia en ese proceso de autogobierno, lo construyen y es producto de su propia lucha y de su propio desarrollo, y es ahí donde jalan alEZLN para que aprenda y se vaya adecuando.

En otros lugares no ocurre así, son lugares en los que se supone que había municipios autónomos pero no operaban realmente. En otros lados sí se desarrollan como un gobierno, y con la característica de que manden obedeciendo, con cambios de funcionarios, remoción, sanciones por corrupción, etcétera. Todo esto, en nuestro caso, en las comunidades zapatistas, no es palabra o promesa o utopía, sino que es una realidad, y tampoco es aporte nuestro, es aporte de las comunidades desde antes de que nosotros llegáramos. Esto se va desarrollando cada vez más pero de forma dispareja.

De dos años a la fecha, después de que el Congreso de la Unión y de que el Ejecutivo federal traicionaron la movilización nacional e internacional a favor de los derechos y la cultura indígena, se empieza a tratar de emparejar el desarrollo de los municipios autónomos, se empiezan a consolidar los que ya están, a desarrollarse los que van un poco para atrás, y, a partir de la declaración de la Suprema Corte de Justicia que cancelaba este reconocimiento, se empiezan a encaminar hacia esa nueva etapa que llamamos las Juntas de Buen Gobierno, que son relaciones intermunicipales entre municipios autónomos para resolver problemas que se fueron detectando a lo largo de su existencia.

Como decía yo en Las Estelas —los remito a ellas—, particularmente en la Treceava Estela, todo esto se da en un proceso de guerra, de persecución, de hostigamiento y de ataques de paramilitares, de campañas en los medios muy fuertes en contra, de enfermedades, de catástrofes naturales, y todo lo que se pueda imaginar como obstáculo.

Todo esto enfrentaron los pueblos zapatistas, y aún así, construyen esa alternativa de buen gobierno que son las Juntas, aunque falta ver si lo cumplen, como decimos nosotros.

Se han organizado de manera colectiva. Esto es fácil de decir pero difícil de entender y más de llevar a cabo. Aquí lo que ayuda mucho es la experiencia ancestral, ahora sí que viene de siglos, de las comunidades, primero para desarrollarse dentro de sus culturas y luego para sobrevivir los diferentes intentos de aniquilamiento y de etnocidio que han sufrido a lo largo de la historia, desde el descubrimiento de América hasta nuestros días.

Esa manera colectiva que les permitió desarrollarse cultural, social y económicamente, luego sobrevivir a La Conquista, a La Colonia, al México independiente y al México moderno, es lo que luego les permite construir la resistencia según el modo de las comunidades. El aspecto fundamental de esa resistencia es que es posible porque es colectiva, y además tiene la ventaja de que debido a esta interlocución que construyó el zapatismo con la sociedad civil nacional e internacional, la resistencia empezó a generar la posibilidad de construir una alternativa, y no sólo se trataba de resistir hasta que un día se cumplieran los acuerdos, sino que paralelo a eso resistir, ir construyendo los medios de cumplimiento o de ejercicio de esos derechos que se estaban demandando.

Lo que hace que los zapatistas no se rindan a los diferentes gobiernos, a los ofrecimientos, es la experiencia, la historia y la conciencia de esa historia. Todo lo que ha pasado antes, las palabras, las promesas y lo que ocurre después de esas promesas, nos hace creer firmemente, siempre, que están tratando de engañarnos. Por eso no estamos pidiendo que nos den, sino que nos dejen hacer sin que dejemos de ser lo que somos, indígenas y mexicanos.

El mismo colectivo, el trabajo político, el control que se hace, el desarrollo de las formas de comunicación que tenemos al interior de nuestras comunidades, hace que sea posible que la comunidad arrope a todos y cada uno de sus integrantes, que por voluntad propia deciden mantenerse en la resistencia.

Acabamos de hacer una investigación, y los pueblos priístas no están en mejores condiciones de vida que las comunidades zapatistas, por poner un caso. Las comunidades rebeldes zapatistas, no todas, son las únicas que cuentan con el servicio de salud gratuito. No hay ninguna comunidad, aparte de las zapatistas y aunque no sean todas, que pueda decir lo mismo.

En educación, no se trata de que si pagan o no, sino de que si tienen o no, y las comunidades zapatistas, así en promedio, tienen más centros educativos que las comunidades priístas. Eso en lo que se refiere a salud y educación. La alimentación, esa si es igual para uno y otro. La ayuda que les da el gobierno a los priístas se la gastan en trago y no mejoran en nada su alimentación ni su vestido. En cuanto al problema de la tierra, ese es parejo para todos, aunque el hecho de que el zapatismo propicie, promueva y aliente la producción colectiva, ha permitido, un poco, que la situación no se agudice tanto como en las comunidades priístas.

No estamos en las mejores condiciones, pero estamos mejor que antes del alzamiento. Además, estas mejoras no son producto de las limosnas o de habernos vendido, sino producto de la organización interna de las comunidades, de la organización entre comunidades y del apoyo heroico de la sociedad civil nacional e internacional.

No es lo que queremos, falta mucho para lograr lo que queremos, pero estamos en mejores condiciones que antes del alzamiento y, además, con la convicción de que nuestra pobreza y nuestras carencias tienen rumbo y tienen fin, o sea, tienen una esperanza que las alimente.   

Las mujeres en el EZLN

En cuanto a la lucha de las mujeres indígenas rebeldes, de su triple marginación por ser mujeres, indígenas y pobres, las compañeras se organizan en dos niveles. Históricamente, digamos que las mujeres de las comunidades estaban más marginadas, hechas a un lado, y en el momento en que algunas jóvenes indígenas se van a la montaña y se desarrollan más, eso trae consecuencias en las comunidades.

En ese entonces, las mujeres insurgentes estaban más avanzadas o en mejores condiciones como mujeres, que las mujeres de las comunidades. Pero este impacto que se produce en las comunidades empieza a tener su desarrollo. Y ahora en las comunidades este proceso de organización también ha avanzado mucho, aunque dista de lo que debe ser.

En lo que se alcanza a ver así, a grandes rasgos, uno es que en los puestos de dirección, en zonas donde no había mujeres comités, comandantas, como en la zona tzeltal, de dos o tres años para acá ya hay compañeras, porque las mujeres de los pueblos se organizaron para elegir a sus propias representantes o responsables, como decimos nosotros. Esto pasa desde hace mucho en la zona tzotzil. Pero en otras partes, es hasta hace dos o tres años cuando se empiezan a aparecer más mujeres. Se puede detectar más en el momento en que se empezó a generalizar el sistema educativo zapatista, en el que las mujeres, las niñas que por lo regular se la pasaban en la cocina o cuidando a sus hermanitos, ya asisten a la escuela, aunque todavía no logramos generalizarlo.

Ya prácticamente es inexistente el casamiento por compra, o sea, que a una compañera la casen con alguien que no quiere. Cuando menos en comunidades zapatistas. Pero aún sigue existiendo la violencia intrafamiliar contra las mujeres, el hostigamiento sexual, aunque no existe esa figura en las legislaciones de las comunidades. Lo que pasa es que ahí no puedo decirlo yo, sino que las mujeres dijeran los problemas que están enfrentando.

Como EZLN nosotros pensamos que este movimiento de liberación, de emancipación de la mujer, tiene que ver mucho con las condiciones materiales, es decir, no puede ser independiente y libre la mujer que depende económicamente del hombre. En ese sentido, el avance de las cooperativas indígenas de mujeres les permite a ellas tener un ingreso y tener la independencia económica, les permite hacer muchas cosas que antes no se podía. Y eso se está tratando de generalizar, aunque no siempre a nivel de cooperativa, pero se trata de propiciar que las compañeras puedan trabajar u obtener un ingreso que les dé más independencia, y que eso propicie otras cosas. Pero de eso estamos muy lejos todavía, porque tiene que ver mucho con las condiciones económicas de las comunidades zapatistas.

Nosotros vemos que hay más participación de mujeres en el CCRI. De tres años a la fecha, el porcentaje de comandantas ha crecido hasta llegar a más del treinta por ciento, y antes andaba entre el 10 y el 15 por ciento en todo el comité. Ahora sí hay comandantas de todos los pueblos indios y antes no era así. Participan más, tienen sus reuniones aparte. Yo percibo más respeto de los comandantes hacia las comandantas, cosa que no pasaba, pero falta todavía mucho. Esperamos que algún día podamos dar buenas cuentas respecto a esto. 

Los retos de las Juntas de Buen Gobierno

El principal reto es el que hemos enfrentado todos: es el aprendizaje. Las Juntas de Buen Gobierno están ahora en ese proceso de aprendizaje, donde van a tener que delimitar bien sus funciones respecto de los municipios autónomos, porque en estos primeros días se han dado casos de invasión de funciones. Está pasando que las Juntas de Buen Gobierno empiezan a tomar decisiones que le tocan al municipio autónomo y, en otros casos, funciones que sí les tocan las delegan a los municipios autónomos.

Están ahora en el proceso de asentamiento, de definir su horizonte y su radio de acción con los municipios autónomos, con otros municipios que no son zapatistas y con otras Juntas de Buen Gobierno. Entonces, se están organizando ahorita para ese aprendizaje. Están en cada lugar representantes de cada municipio autónomo, acompañados por una delegación del CCRI de cada zona que les explica y les ayuda a explicar a cada gente que llega. El papel del CCRI es que todo sea transparente hacia las comunidades, que sepan qué es lo que se está haciendo en cada momento, qué dinero se está recibiendo, a qué se está destinando, para que pueda ejercerse ese mecanismo de vigilancia que ha dado resultado por siglos, donde el colectivo vigila que el individuo no se corrompa, etcétera.

El problema que se está encontrando ahora es que la gente que viene a hablar con las Juntas de Buen Gobierno piensan que ellas son el EZLN, y les hacen preguntas que corresponden al EZLN y no sobre las formas de gobierno. Y no hay que olvidar que hay más comunidades zapatistas que las que están organizadas en municipios autónomos y en Juntas de Buen Gobierno. Hay comunidades indígenas que no han alcanzado la cohesión, o no alcanzan a tejer todavía territorialmente la capacidad para ser un municipio autónomo, y mucho menos para tener una Junta de Buen Gobierno y, proporcionalmente, son mayoría las que no tienen representación autónoma en un municipio o en una Junta de Buen Gobierno.

Entonces, pensar que el EZLN es igual a Junta de Buen Gobierno es todavía no acabar de entender lo que plantea el EZLN y por lo tanto, demandarles a las Juntas de Buen Gobierno posiciones, opiniones, funciones que competen al EZLN, a la organización que agrupa a los pueblos en resistencia. Eso es algo que todavía tiene que aprender la otra parte, la sociedad civil.

Nosotros pensamos que todo esto se va a resolver con esa capacidad de la que hablé al principio, de la que nos enorgullecemos los zapatistas, la capacidad de aprender.

 

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