CHIAPAS: LA TRECEAVA ESTELA.
Quinta parte: Una historia.
La historia de los municipios autónomos rebeldes zapatistas es relativamente joven, tiene 7 años cumplidos y entrada en 8. Aunque fueron declarados en ocasión de la ruptura del cerco de diciembre de 1994, los municipios autónomos rebeldes zapatistas (los MAREZ) tardaron todavía un tiempo en concretarse.
Hoy, el ejercicio de la autonomía indígena es una realidad en tierras zapatistas, y tenemos el orgullo de decir que ha sido conducido por las propias comunidades. En este proceso el EZLN se ha dedicado únicamente a acompañar, y a intervenir cuando hay conflictos o desviaciones. Por eso es que la vocería del EZLN no coincidía con la de los municipios autónomos. Éstos expresaban directamente denuncias, solicitudes, aclaraciones, acuerdos, hermanamientos (no son pocos los municipios autónomos rebeldes zapatistas que sostienen relaciones con municipios de otros países, principalmente de Italia). Si ahora los autónomos han pedido que el EZLN cumpla funciones de portavoz es porque han entrado en una etapa superior de organización y, generalizada ésta, no corresponde a un solo municipio, o a varios, el darlo a conocer. Por eso el acuerdo fue que el EZLN diera a conocer esto que ahora cambia.
Los problemas de las autoridades autónomas, en el período ya pasado, se pueden agrupar en dos tipos; los que se refieren a su relación con la sociedad civil nacional e internacional; y los que se refieren a su autogobierno, es decir, a las relaciones con las comunidades zapatistas y no zapatistas.
En su relación con la sociedad civil nacional e internacional, el problema principal es que hay un desarrollo desequilibrado de los municipios autónomos, de las comunidades que se encuentran dentro de ellos e, incluso, de las familias de zapatistas que viven ahí. Es decir, los municipios autónomos más conocidos (como los que son sedes de los ya extintos «Aguascalientes») o más a la mano (más cercanos a los centros urbanos o con acceso por carretera), reciben más proyectos y más apoyo. Lo mismo ocurre con las comunidades. Las más conocidas y las que se encuentran a borde de carretera reciben más atención de las «sociedades civiles».
En el caso de familias de zapatistas, ocurre que la sociedad civil, cuando visita las comunidades o trabaja en proyectos o se instala como campamento de paz, suele construir una relación especial con una o varias familias de la comunidad. Lógicamente, con encargos, regalos o atenciones especiales, esas familias tienen más ventajas que el resto, aunque sean todas zapatistas. No es raro, también que quienes tienen interlocución con la sociedad civil por el cargo que ocupan en la comunidad, en el municipio autónomo, en la región, o en la zona, reciban atenciones especiales y regalos que muchas veces dan de qué hablar en el resto de la comunidad y no siguen el criterio zapatista de «a cada quien según sus necesidades».
Debo aclarar que no se trata de una relación perversa ni de lo que alguien, con soberbia llamó «contrainsurgencia bien intencionada», sino de algo natural en las relaciones humanas. Sin embargo, puede producir desequilibrios en la vida comunitaria si no hay contrapesos a esa atención privilegiada.
En lo que se refiere a la relación con las comunidades zapatistas, el «mandar obedeciendo» se ha aplicado sin distinción. Las autoridades deben ver que se cumplan los acuerdos de las comunidades, sus decisiones deben informarse regularmente, y el «peso» del colectivo, junto con el «pasa la voz» que funciona en todas las comunidades, se convierten en un vigilante difícil de evadir. Aún así, se dan casos de quien se da la maña para burlar esto y corromperse, pero no llega muy lejos. Es imposible ocultar un enriquecimiento ilícito en las comunidades. El responsable es castigado obligándolo a hacer colectivo y a reponerle a la comunidad lo que tomó indebidamente.
En cuanto la autoridad se desvía, se corrompe o, para usar un término de acá, «está de haragán», es removida del cargo y una nueva autoridad la sustituye. En las comunidades zapatistas el cargo de autoridad no tiene remuneración alguna (durante el tiempo en que la persona es autoridad, la comunidad le ayuda en su manutención), es concebido como un trabajo en beneficio del colectivo y es rotativo. No pocas veces es aplicado por el colectivo para sancionar la desidia o el desapego de alguno de sus integrantes, como cuando, a alguien que falta mucho a las asambleas comunitarias, se le castiga dándole un cargo como agente municipal o comisariado ejidal.
Esta «forma» de autogobierno (que aquí resumo en extremo) no es invención o aportación del EZLN. Viene de más lejos y, cuando nació el EZLN, ya tenía un buen rato que esto funcionaba, aunque sólo a nivel de cada comunidad.
Es a raíz del crecimiento desmesurado del EZLN (como ya expliqué, fue a finales de los años 80), que esta práctica pasa de lo local a lo regional. Funcionando con responsables locales (esto es, los encargados de la organización en cada comunidad), regionales (un grupo de comunidades) y de zona (un grupo de regiones), el EZLN vio que, de forma natural, quienes no cumplían con los trabajos eran suplidos por otro. Aunque aquí, puesto que se trataba de una organización político-militar, el mando tomaba la decisión final.
Con esto quiero decir que la estructura militar del EZLN «contaminaba» de alguna forma una tradición de democracia y autogobierno. El EZLN era, por así decirlo, uno de los elementos «antidemocráticos» en una relación de democracia directa comunitaria (otro elemento antidemocrático es la Iglesia, pero es asunto de otro escrito).
Cuando los municipios autónomos se echan a andar, el autogobierno no sólo pasa de lo local a lo regional, también se desprende (siempre de modo tendencial) de la «sombra» de la estructura militar. En la designación o destitución de las autoridades autónomas el EZLN no interviene para nada, y sólo se ha limitado a señalar que, puesto que el EZLN, por sus principios, no lucha por la toma del poder, ninguno de los mandos militares o miembros del Comité Clandestino Revolucionario Indígena puede ocupar cargo de autoridad en la comunidad o en los municipios autónomos. Quienes deciden participar en los gobiernos autónomos deben renunciar definitivamente a su cargo organizativo dentro del EZLN.
No voy a extenderme mucho sobre el funcionamiento de los Consejos Autónomos, ellos tienen su propio actuar («su modo», decimos nosotros) como aval, y no son pocos los testigos «sociedades civiles» nacionales e internacionales que los han visto funcionando y que trabajan directamente con ellos.
Sin embargo, no quiero que quede la impresión de que se trata de algo perfecto y que sea idealizado. El «mandar obedeciendo» en los territorios zapatistas es una tendencia, y no está exenta de sube-y-bajas, contradicciones y desviaciones, pero es una tendencia dominante. De que ha resultado en beneficio de las comunidades habla el haber logrado sobrevivir en condiciones de persecución, hostigamiento y pobreza que pocas veces pueden encontrarse en la historia del mundo. No sólo, los consejos autónomos han logrado llevar adelante, con el apoyo fundamental de las «sociedades civiles», una labor titánica: construir las condiciones materiales para la resistencia.
Encargados de gobernar un territorio en rebeldía, es decir, sin apoyo institucional alguno y bajo la persecución y el hostigamiento, los consejos autónomos enfocaron sus baterías a dos aspectos fundamentales: la salud y la educación.
En la salud, no se limitaron a construir clínicas y farmacias (siempre apoyados por las «sociedades civiles», no hay que olvidarlo), también formaron agentes de salud y mantienen campañas permanentes de higiene comunitaria y de prevención de enfermedades.
Una de esas campañas estuvo, una vez muy cerca de costarme el ser criticado en asamblea (no sé si ustedes conozcan lo que es ser criticado en una asamblea, pero si no, basta que les diga que el infierno debe ser algo parecido) y el ser «mirado» por la comunidad (o sea que la gente te «mira», pero con una de esas miradas que dan escalofríos, en fin, una especie de purgatorio). Resulta que, creo que fue en la Realidad, me encontraba yo de paso y pernoctaba en una de las champas que tienen los compas para esos casos. Ese día pasó el «comité de salud» de la comunidad a revisar las letrinas de cada casa (había acuerdo que las letrinas debían ser tapadas regularmente con cal o ceniza, para evitar la proliferación de enfermedades). Por supuesto que nuestra letrina no tenía ni cal ni ceniza. Los «comité de salud» me dijeron, amablemente, «compañero subcomandante insurgente Marcos, estamos revisando las letrinas por acuerdo de la comunidad y su letrina no tiene ni cal ni ceniza y entonces tiene que ponerle y mañana vamos a venir para ver si ya tiene». Yo empecé a balbucear algo sobre el viaje, el caballo renco, los comunicados, los movimientos militares, los paramilitares y no me acuerdo qué más. Los «comité de salud» escucharon pacientemente hasta que dejé de hablar y sólo dijeron «es todo compañero subcomandante insurgente Marcos». Por supuesto que al día siguiente, cuando pasaron los «comité de salud», la letrina tenía ceniza, cal, arena, y cemento no, pero nomás porque no encontré, que si no hasta sellaba para siempre la mentada letrina.
En la educación, en tierras en las que no había ni escuelas, mucho menos maestros, los Consejos Autónomos (con el apoyo de las «sociedades civiles», no me cansaré de repetirlo) construyeron escuelas, capacitaron promotores de educación y, en algunos casos, hasta crearon sus propios contenidos educativos y pedagógicos. Manuales de alfabetización y libros de texto son confeccionados por los «comité de educación» y promotores, acompañados por «sociedades civiles» que saben de estos asuntos. En algunas regiones (no en todas, es cierto) ya se logró que asistan a la escuela las niñas, ancestralmente marginadas del acceso al conocimiento. Aunque se ha conseguido que las mujeres ya no sean vendidas y elijan libremente a su pareja, existe todavía en tierras zapatistas lo que las feministas llaman «discriminación de género». La llamada «ley revolucionaria de las mujeres» dista todavía buen trecho de ser cumplida.
Siguiendo con la educación, en algunas partes las bases zapatistas han hecho acuerdos con maestros de la sección democrática del sindicato del magisterio (o sea los que no están con Gordillo) para que no hagan labor de contrainsurgencia y respeten los contenidos recomendados por los Consejos Autónomos Zapatistas como son de por sí, estos maestros democráticos aceptaron el acuerdo y han cumplido a cabalidad.
Ni los servicios de salud ni los educativos abarcan todas las comunidades zapatistas, es cierto, pero buena parte de ellas, la mayoría, ya tiene modo de conseguir una medicina, atenderse una enfermedad y de que haya un vehículo para llevarlo a la ciudad en caso de enfermedad o accidente graves. La alfabetización y la primaria están generalizándose apenas, pero una región ya cuenta con una secundaria autónoma que, por cierto, en estos días, «gradúa» a una nueva generación compuesta por hombres y, ojo, mujeres indígenas.
Hace unos días me enseñaron los diplomas y los certificados de estudios de la Secundaria Rebelde Autónoma Zapatista. Mi modesta opinión es que deberían hacerlos de chicle, porque están encabezados con un «EZLN. Ejército Zapatista de Liberación nacional», y luego se lee (en «castilla» y en tzotzil) «El Sistema Educativo Rebelde Autónomo Zapatista de Liberación Nacional (se refiere al que funciona en los Altos, porque en otras zonas hay otros sistemas educativos) certifica que el (la) alumno (a) fulano (a) cursó satisfactoriamente los tres grados de Secundaria Autónoma, de acuerdo a los Planes y Programas Zapatistas en la ESRAZ, Escuela Secundaria Rebelde Autónoma Zapatista «1º. De enero de 1994″, obteniendo un promedio general de ____. Por lo que nuestro Sistema Educativo le reconoce su esfuerzo, sus aportes a la lucha de resistencia y le invita a compartir con nuestros pueblos, lo que el pueblo le ha dado». Y luego se dice «¡Por una educación liberadora!, ¡Por una educación científica y popular!. Me pongo al servicio de mi pueblo.» Así que, en caso de persecución, el alumno no sólo no podrá exhibirlo sino tendrá que comérselo, por eso mejor de Chicle. Está también la boleta de calificaciones (que aparece como «Reconocimiento») y en él se leen las materias (en realidad no son materias, sino «áreas») que se cursan: Humanismo, Deportes, Artística, Reflexión de la realidad, Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Reflexión de la lengua materna, Comunicación, Matemáticas, y Producción y servicios a la Comunidad. Sólo hay dos evaluaciones: «A» («área aprobada») y «ANA» («área no aprobada»). Yo sé que las «Anas» que en el mundo hay se van a ofender, pero yo nada puedo hacer porque, como digo, los autónomos son autónomos.
La educación es gratuita y los «comités de educación» se esfuerzan (reitero: con el apoyo de las «sociedades civiles») porque cada alumno tenga un su cuaderno y un su lapicero, sin que tenga que pagar por ello.
En la salud se está haciendo el esfuerzo porque sea también gratuita. En algunas clínicas zapatistas ya no se cobra a los compañeros, ni la consulta, ni la medicina, ni la operación (si ésta es necesaria y es posible realizar en nuestras condiciones), y en el resto se cobra sólo el costo de la medicina, no así la consulta y la atención médica. Nuestras clínicas tienen el apoyo y la participación directa de especialistas, cirujanos, doctores y doctoras, enfermeras y enfermeros, de la sociedad civil nacional e internacional, así como de alumnos y pasantes de medicina y odontología de la UNAM, de la UAM, y de otros institutos de estudios superiores. No cobran ni un solo peso y, no pocas veces, ponen de su bolsillo.
Yo sé que más de alguno estará pensando que ya parece informe de gobierno y que nomás falta que diga «el número de pobres se ha reducido» o alguna «foxeada» por el estilo, pero no, acá el número de pobres ha crecido porque el número de zapatistas ha crecido, y una cosa va con la otra.
Por eso quiero remarcar que todo esto se da en condiciones extremas de pobreza, carencia y limitaciones técnicas y de conocimientos, además que el gobierno hace todo lo posible por bloquear los proyectos que provienen de otros países.
Hace poco me platicaban unos «sociedades civiles» los sufrimientos que tuvieron que pasar para traer una congeladora que funciona con energía solar. El proyecto consiste en vacunar a los niños, pero la mayoría de las comunidades no tienen energía eléctrica o, si la tienen, no tienen refrigerador. Así que la congeladora permitiría mantener las vacunas hasta que fueran aplicadas a quienes las necesitan. Bueno, pues resulta que para traer la mentada congeladora había que hacer infinidad de trámites burocráticos y, según se investigó, sólo había una organización que podía traer del extranjero lo que quisiera y de manera expedita: la «Fundación Vamos México» de Martha Sahagún de Fox. Por supuesto que no se recurrió a esa agencia de publicidad. Se cumplieron todos los trámites y, aunque tarde, la congeladora se instalará y habrá vacunas.
Además de educación y salud, los Consejos Autónomos ven los problemas de tierras, trabajo y de comercio, donde avanzan un poco. Ven también asuntos de vivienda y alimentación,. Donde estamos en pañales. Donde se está un poco bien es en cultura e información. En cultura se promueven, sobre todo, la defensa de la lengua y las tradiciones culturales. En información, a través de las diversas estaciones de radio zapatista, se trasmiten noticieros en lengua. También, regularmente y alternados con música de todo tipo, se transmiten mensajes recomendando a los varones el respeto a las mujeres, y llamando a las mujeres a organizarse y exigir el respeto a sus derechos. Y, no es por nada, pero nuestra cobertura sobre la guerra en Irak fue muy superior a la de CNN (lo que, bien visto, no significa mucho).
Los Consejos Autónomos también administran la justicia. Los resultados son irregulares. En algunos lados (por ejemplo en San Andrés Sakamch’en de los Pobres) hasta los priístas acuden a la autoridad autónoma porque, dicen, «ellos si atienden y resuelven «la» problema». En otros, como explicaré ahora, se presentan problemas.
Si la relación de los Consejos Autónomos con las comunidades zapatistas está llena de contradicciones, la relación con comunidades no zapatistas ha sido de constante fricción y enfrentamiento.
En las oficinas de las organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos (y en la Comandancia General del EZLN) hay un buen tanto de denuncias en contra de los zapatistas por supuestas violaciones a los derechos humanos, injusticias y arbitrariedades. En el caso de las denuncias que recibe la Comandancia, se turnan a los comités de Zona para investigar su veracidad y, en caso positivo, solucionar el problema juntando a las partes para hacer acuerdo.
Pero en el caso de los organismos defensores de los derechos humanos hay dudas y confusiones porque no está definido a quién hay que dirigirse. ¿Al EZLN o a los Consejos Autónomos?
Y tienen razón (los defensores de los derechos humanos), porque no existe claridad sobre este asunto. También está el problema de las diferencias entre derecho positivo y los llamados «usos y costumbres» (como les dicen los juristas) o «camino del buen pensamiento» (como les decimos nosotros). La solución de éste último corresponde a quienes han hecho de la defensa de los derechos humanos su vida. O, como en el caso Digna Ochoa (que para la fiscal especial no fue mas que una oficinista -como si ser oficinista fuera ser menos-, pero que para los perseguidos políticos fue, y es, una defensora), su muerte. En lo que atañe a una definición clara de a quién o quienes hay que dirigirse para dar curso a esas denuncias, les corresponde a los zapatistas. Y en estos días se conocerá cómo tratarán de resolverlo. En fin, que no son pocos los problemas que enfrenta la autonomía indígena en territorios zapatistas. Para tratar de solucionar algunos de ellos, se han realizado cambios importantes en su estructura y funcionamiento. Pero de esto les contaré después, ahora sólo quise dar una breve semblanza de en dónde estamos.
Esta larga explicación se debe a que la construcción de esta autonomía indígena no ha sido sólo obra de los zapatistas. Si la conducción del proceso ha sido exclusiva de las comunidades, la realización ha contado con el apoyo de muchos y muchas más.
Si el alzamiento del 1 de enero de 1994 fue posible por la complicidad conspirativa de decenas de miles de indígenas, la construcción de la autonomía en territorio rebelde es posible por la complicidad de cientos de miles de personas de diferentes colores, diferentes nacionalidades, diferentes culturas, diferentes lenguas, en fin, de mundos diferentes.
Ellos y ellas, con su apoyo, han hecho posible (en lo bueno, porque lo malo es sólo responsabilidad nuestra) no que se solucionen las demandas de los indígenas rebeldes zapatistas, pero sí que mejoren un poco sus condiciones de vida y, sobre todo, que hayan sobrevivido y hecho crecer una más, acaso la más pequeña, de las alternativas frente a un mundo que excluye a todos los «otros», es decir, a indígenas, jóvenes, mujeres, niños, migrantes, trabajadores, maestros, campesinos, taxistas, comerciantes, desempleados, homosexuales, lesbianas, transexuales, religiosos comprometidos y honestos, artistas e intelectuales progresistas, y ___ (agregue usted lo que falte).
Para todos ellos y ellas (y quienes no son ni ellos ni ellas) debiera haber también un su diploma que dijera «El Ejército Zapatista de Liberación Nacional y las Comunidades Indígenas Rebeldes Zapatistas certifican que ________(nombre del -o la- cómplice en cuestión) es nuestro hermano(a) y tiene, en estas tierras y con nosotros, como casa un moreno corazón, como alimento la dignidad, como bandera la rebeldía, y como mañana uno donde en el mundo quepan muchos mundos. Dado en suelos y cielos zapatistas a los tantos días del mes tal del año etcétera», y firman los y las zapatistas que saben hacerlo, y los que no pues lo ponen su huella». Yo, en un rincón, pondría:
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Julio del 2003.
(Continuará…)
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