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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Feb012003

Febrero: Puebla, la segunda estela (la resistencia y otra Iglesia, la de los equivocados)

EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.
MÉXICO.

Calendario de la resistencia

Febrero: Puebla, la segunda estela (la resistencia y otra Iglesia, la de los equivocados)

Siguen tiritando vela y sombra. Apartando el humo y la hoja de «enero» en el calendario, la mano revela, contradictorio y luminoso, a FEBRERO y, con él, otra mirada, otra mano y otra palabra: PUEBLA.

Es febrero, un mes que convoca a la historia, con todas sus luces y contradicciones. Es Puebla, tierra donde las contradicciones anuncian esperanzas.

Puebla. Según el INEGI, en el año 2000 cuenta con más de 5 millones de habitantes, de los cuales más de medio millón, mayor de cinco años, es hablante de una lengua indígena. En lo que hoy es su territorio sobreviven y resisten indígenas nahuas, totonacas, mixtecos, otomíes y popolocas.

Es febrero y es Puebla. Sobre Tehuacán, la nubecita obliga al sol, no a seguir su empecinada ruta a occidente, sino a volar rumbo al norte. Allá, en plena sierra mixteca, se avizora un cerro rodeado de barrancas. Sobre él se distingue una muralla, como si éste fuera un lugar preparado para proteger la resistencia. Parece que se trata de Tepexi El Viejo. Los nahuas lo llamaron Piedra Partida y los popolocas lo nombran Monte Pequeño. Ahí reposan y retozan mientras el sol le cuenta a la nube una historia que la sonroja, y le enseña:

Cuentan los antiguos mixtecos que el mundo se nació de la unión de dos grandes árboles, en la solitaria Apoala, al pie de una gruta, en el río Achiutl. Unidos por sus raíces, estos dos árboles primeros crearon a la primera pareja mixteca y de los hijos de sus hijos nació el Yacoñooy, el flechador del sol.

Cuentan estos antiguos que era el Yacoñooy un guerrero pequeño, pero valiente y audaz, que nada temía, por grande y poderoso que pareciera.

Porque, dicen estos sabios indígenas, la estatura se lleva en el corazón y suele suceder que quienes parecen pequeños en el exterior, grandes son en la grandeza de su corazón; y quienes se presentan como fuertes y poderosos en su apariencia, son en realidad de corazón pequeño y débil.

Y dicen también que el mundo es grande y es lleno de maravillas gigantes porque gente pequeña de físico supo encontrar en su interior la fuerza que engrandeciera la tierra.

Cuentan entonces que el tiempo andaba los primeros meses del calendario de la humanidad y que el Yacoñooy salió a ver nuevas tierras para hacerlas crecer con el trabajo y la palabra. Las encontró y vio que el sol aparecía como único y poderoso dueño de todo lo que a su luz se alumbraba. En ese entonces el sol mataba la vida de lo diferente y sólo aceptaba las cosas que le fueron espejo, y tributo le rindieran a su grande grandeza.

Y cuentan que, viendo esto, Yacoñooy desafió al sol diciéndole: «Tú, que con tu fuerza dominas estas tierras, yo te desafío para ver quién es más grande y puede dar así grandeza a estos suelos».

Rió el sol, confiado en su poder y fortaleza, e ignoró al pequeño ser que, desde el suelo, lo retaba. Yacoñooy volvió a desafiarlo y así dijo: «No me espanta la fuerza de tu luz, tengo por arma el tiempo que en mi corazón madura», y tensó su arco, apuntando la flecha al centro mismo del soberbio sol.

Rió de nuevo el sol y apretó entonces el meridiano cinturón de fuego de su calor en torno al rebelde, para así más empequeñecer al pequeño.

Pero el Yacoñooy se protegió con su escudo y ahí resistió mientras el mediodía cedía su lugar a la tarde. Impotente veía el sol cómo su fuerza disminuía al paso del tiempo, y el pequeño rebelde seguía ahí, protegido y resistiendo bajo su escudo, esperando el tiempo del arco y la flecha.

Viendo que el sol se debilitaba con el avance del tiempo hecho atardecer, el Yacoñooy salió de su refugio y, empuñando el arco, hirió hasta siete veces al grande sol. Con el crepúsculo, el cielo entero se fue tiñendo de rojo y el sol al fin cayó, herido mortalmente, en el suelo de la noche.

Yacoñooy esperó un tiempo, y viendo que la noche impedía al sol seguir el combate, así dijo: «He vencido. Con mi escudo resistí tu ataque. Hice del tiempo y tu soberbia mis aliados. Guardé mi fuerza para el momento necesario. He vencido. Ahora la tierra tendrá la grandeza que el corazón de los míos le siembre en su seno».

Y cuentan que al otro día el sol volvió, recuperado, a intentar reconquistar la tierra. Pero ya era demasiado tarde. La gente de Yacoñooy ya cosechaba lo sembrado en la noche.

Fue así, por ser vencedores en el cielo, que el Yacoñooy es llamado «El Flechador del Sol», y los mixtecos fueron nombrados habitantes de las nubes.

Desde entonces, los mixtecos pintan en jícaras y tecomates la victoria de Yacoñooy. No para vanagloriarse de la victoria, sino para recordar que la grandeza se lleva en el corazón y que la resistencia es también una forma de combate.

Del cielo de Tepexi, la nube sigue hasta Puebla de Zaragoza, ha tomado nota de la historia y con disimulo disfraza de lluvia las lágrimas que le limpian el rostro y cubren la ciudad.

Puebla, la ciudad capital, sede del gobierno del estado. «Tierra donde se quebró el llamado Plan Puebla-Panamá», dirá la historia tal y como ahora dice…

Que cuando el gobierno estatal anunció la construcción de una carretera de cuota desde la capital del estado hasta Tecamachalco, mediante la expropiación de 800 hectáreas para el parque industrial Milenium, los campesinos de la región se rebelaron y llegaron a advertir que si seguía adelante el despojo, se levantarían en armas.

Los campesinos argumentaron, no sin razón, que las expropiaciones nunca han beneficiado en nada a los afectados. Tres gobernadores han realizado despojos abiertos, que ni siquiera cumplen con el principio legal de expropiar para utilidad pública, pues lo han hecho para beneficiar a particulares.

En Tepeaca la oposición de los campesinos contra la expropiación de tierras para la construcción de la carretera Puebla-Tecamachalco y la construcción del parque Milenium fue fundamental. Se constituyeron en la Unión Campesina Emiliano Zapata Vive, y buscaron primero el diálogo con el gobierno estatal por medio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes del estado. A la petición de diálogo e información, los funcionarios y la policía respondieron con amenazas e intimidación, ocultamiento de los planes (los campesinos obtuvieron una copia del original plan, que incluye la instalación de maquiladoras y otras empresas, incluso un campo de golf financiado por la fundación de Carlos Peralta) y poco creíbles promesas (como en otras ocasiones) de emplear a los campesinos expropiados en las nuevas plantas industriales. Los miembros de la Unión Campesina Emiliano Zapata Vive rechazaron esa posibilidad, ya que enarbolan su derecho a seguir siendo campesinos y están dispuestos a defender con la vida sus tierras, mismas que les quieren pagar, según aseguran, «a menos de lo que vale un refresco».

El proyecto Milenium se paró desde mediados de 2002, en parte por falta de dinero y por presión entre grupos de arriba que se disputan la mayor tajada, pero sobre todo por la firme defensa de la tierra que hicieron los campesinos de Tepeaca y alrededores.

La historia viene de antes

Cuando Mariano Piña Olaya gobernaba estas tierras, con el pretexto de la construcción de la carretera Puebla-Atlixco, expropió grandes extensiones de tierra que después se convirtieron en exclusivos fraccionamientos. Persecuciones, encarcelamientos, constante uso de la fuerza pública para desalojar a los campesinos, fueron algunas de las acciones que caracterizaron a esta «expropiación».

Durante el gobierno estatal de Manuel Bartlett Díaz (ese personaje que, junto con el comendador Diego Fernández de Cevallos y el mayordomo Jesús Ortega, diseñó la contrarreforma de la ley indígena) parte de los terrenos expropiados por su antecesor fueron reordenados en su propiedad para la creación de un exclusivo centro comercial, un club de golf (La Vista) con su también exclusivo fraccionamiento habitacional del mismo nombre, cotizando y vendiendo los lotes en dólares. Ahora el señor Bartlett aparece como «patriota» defensor de la soberanía nacional, oponiéndose a la privatización de la industria eléctrica… hasta que le lleguen al precio (en dólares, de preferencia).

Durante el mismo gobierno se puso en marcha el Plan Paseo de San Francisco, que comprendía 20 manzanas del Centro Histórico en la parte oriente de la ciudad capital y donde vivían en los barrios más antiguos de Puebla miles de personas de muy escasos recursos. La «expropiación» se hizo con el consecuente desalojo de miles de personas pobres a quienes no se les ofreció ninguna opción de vivienda. A los propietarios se les cotizaron sus inmuebles a precios muy bajos, pero el proyecto no se realizó completo, sino que se redujo a cinco manzanas.

De esa superficie, la mayor parte está desocupada y sólo se construyó un remedo de centro de convenciones que funciona parcialmente. No llegaron las tan anunciadas inversiones extranjeras para instalar hoteles de lujo, comercios, varias salas de cine, enormes estacionamientos, áreas verdes y hasta un «laguito» que, prometieron, sería como los de los centros comerciales de Houston. La ciudad sufrió un grave deterioro en su parte antigua, ahí donde originalmente se fundó Puebla. Fue entonces evidente la complicidad de la delegación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para hacer esta destrucción del patrimonio histórico y arquitectónico.

Si con el gobierno de Guillermo Jiménez Morales la represión se dirigió contra el campo (con la ayuda de esa hijastra de Raúl Salinas de Gortari: Antorcha Campesina), con Piña Olaya el objetivo fue la ciudad. Se creó así la policía montada, el llamado comando canófilo y la policía secreta, y se echaron a andar tres grandes operativos: el Swat, el Laurel y el Mercurio. ¿Sus objetivos? El control represivo de Puebla, Atlixco, Texmelucan, Tehuacán. ¿Resultados? Matanzas (Jolalpan, en 1991), asesinatos de líderes (Gumaro, Melitón Hernández, Sebastián García) y acoso a movimientos democráticos (el ataque contra la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, las agresiones contra el sindicato de la Volkswagen y el de telefonistas).

Cuando llegó Manuel Bartlett, encontró un terreno abonado en dos sentidos: primero porque su predecesor inició el proceso de afectaciones de tierras y, segundo, que tanto Jiménez Morales como Piña Olaya habían hecho la mayor parte del trabajo represivo, la mayor parte del proceso de descabezamiento y de contención del movimiento campesino, urbano popular y los movimientos sindicales.

Entonces Bartlett lanzó su proyecto (creado por tres empresas consultoras extranjeras: Alzati, McKenzie y MKS), «Megaproyecto Puebla Plus», que incluía un periférico «ecológico», un acueducto de Nealtican hacia la ciudad de Puebla, un relleno sanitario en la zona sur de la ciudad y la afectación de la zona principal de los barrios del Centro Histórico poblano para la realización del proyecto Paseo de San Francisco.

Legalización del despojo, eso es lo que se encierra detrás de la ley Cevallos-Bartlett-Ortega.

Ya sigue la nube su vuelo bajo el cielo y sobre el suelo poblanos. En ellos ve explotación, sí, pero también resistencia.

En los centros urbanos y sus alrededores han proliferado las maquiladoras. Estas operan, en su gran mayoría, con contratos de protección que se resumen en: bajos salarios (10 veces menos que lo pagado en Estados Unidos y cinco veces menos que en Taiwán), horas extras sin pago, más de ocho horas laborales. Según denuncia la Red de Solidaridad y Defensa Laboral, organización de abogados, sicólogos y antropólogos que asesora gratuitamente a trabajadores, el TLCAN está acabando con la industria textil poblana, y en empresas como Kukdong golpean a los trabajadores como si la historia hubiera vuelto a la época del porfirismo.

Y sí, los principales conflictos derivados de la maquiladora son los malos tratos a los trabajadores, la falta de prestaciones y, en casos extremos, el retraso en los de por sí míseros salarios semanales.

Y es de preocupar que ambos extremos de la autoridad gubernamental, como son la fuerza pública y la Comisión de Derechos Humanos estatal, se pongan del lado de los empresarios coreanos y contra las protestas de las trabajadoras mexicanas.

Pero, siempre lejos de los medios de comunicación y las ridículas campañas electorales, la resistencia crece en suelos poblanos.

En el municipio de Puebla, el llamado Movimiento Ciudadano exige «la cancelación del Programa de Desarrollo Urbano Municipal, así como de la Declaratoria de Utilidad Pública, por no haberse consultado a nuestra población como lo establece el artículo 10 fracción XIII de la Ley de Desarrollo Urbano de Puebla».

En San Lorenzo Almecatla se denuncian las acciones por parte del gobierno para expropiarles sus tierras comunales y ejidales con el fin de realizar jugosos negocios con las empresas que quieren establecer sus parques y áreas industriales en la zona. El gobierno aduce una insuficiencia de áreas para establecer parques industriales en la región, que albergarían inversiones potenciales mexicanas y extranjeras que desean instalarse en Puebla.

En 1997, 36 ejidatarios sin mandato de la Asamblea General de Ejidatarios fueron obligados a firmar un contrato con la empresa alemana Lagermex y Bralemex SA de CV, recibiendo por el uso de la tierra 27.50 pesos por metro cuadrado, irregularidad frente a la cual el comisariado ejidal demandó a la empresa y exigió la restitución de las tierras. El ahora ex gobernador Manuel Bartlett, para garantizarle a la empresa la posesión de la tierra, recurrió al procedimiento de expropiación por «causa pública», frente al cual los campesinos se ampararon legalmente. Por su parte, el gobernador Melquiades Morales, mediante los mismos procedimientos que Bartlett, ha conseguido 10 hectáreas más de tierra, ahora para la empresa Fraccionadora Industrial del Norte.

En el campo, en Huehuetla, existe una tendencia a recuperar la cultura e identidad totonacas. En este contexto se impulsa el proyecto educativo y el reconocimiento a los lugares sagrados, como es el caso de Kgoyomachuchut, en donde existen los restos de un templo ancestral. El Centro de Estudios Superiores Indígenas Kgoyom se encarga de impartir educación media superior (preparatoria) mediante un programa de estudios apegado a la cultura totonaca, donde se enseña medicina tradicional, lengua totonaca, historia a partir de la historia de la comunidad, de la cultura y de las demás culturas, etnoagricultura y computación, entre otras materias. Este proyecto se mantiene con eficiencia académica mediante la asesoría de profesionistas de la sociedad civil, altamente capacitados en las diferentes áreas, que ofrecen su trabajo como servicio, y que provienen de Cesder, la Ibero, la UDLA y la BUAP.

La organización de indígenas totonaca está creciendo para convertirse en una organización regional, la Unidad Totonaca-Nahua (Unitona), y así avanzar en la defensa de los derechos y la cultura indígenas.

El Movimiento Ciudadano, organización de Tlaxcalancingo, municipio de Cholula, ha emprendido una resistencia específica contra el recurso legal de «expropiación por causa de utilidad pública», ya que mediante ello los tres niveles de gobierno pueden cambiar el uso del suelo agrícola y expropiar terrenos ejidales o comunales de manera casi impune.

Estas son sus palabras: «Nosotros consideramos dos alternativas: una, que cuando sepamos de una autoridad de nuestras comunidades que está haciendo planes a espaldas del pueblo, que la obliguemos a que nos consulte, como lo establece la ley, y que nosotros seamos partícipes de estos planes de desarrollo. En Tlaxcalancingo lo hicimos, cambiamos esta ley que nos decían que era muy difícil, porque eran decisiones federales y que había muchos intereses extranjeros y todo eso; bueno, pues nosotros sensibilizamos a la comunidad, le dijimos del engaño en que cayó cuando nos quitaron las mil 82 hectáreas, y bueno, se sensibilizaron y apoyaron.

«La otra alternativa es que nosotros consideramos poner una muralla; es la defensa del rescate, la preservación de nuestra cultura; si nosotros preservamos, si nosotros educamos a nuestros hijos, a todos los ciudadanos sobre la importancia de seguir preservando nuestra cultura, esta es una barrera, una barrera que se pone, porque bueno, a lo mejor ustedes están en un centro urbano, nosotros estamos a 100 kilómetros, ahora ya lo tenemos a la vuelta de la esquina, nosotros consideramos que independientemente de la defensa política, la resistencia política, también se debe hacer una resistencia cultural; nosotros estamos rescatando ahorita nuestras tradiciones, nuestras costumbres, o sea nuestra cultura, para que de esa manera resistamos ante los embates de estos planes de desarrollo que nos afectan de muchas formas.»

Ya atardece cuando la nube llega a una Cholula erizada de torres y campanarios de iglesias. Cholula. No es su nombre primero ni las cúpulas de iglesias su único cielo. Tlamachihualtépetl fue su nombre primero y significa «cerro hecho a mano».

Eso que se ve allá, con el volcán Popocatépetl a sus espaldas, es el templo de la Virgen de los Remedios, colocado encima de un cerro hecho por manos de hombres, de hombres que, como el cerro, tienen el color de la tierra.

Lo que le da soporte y sustento al templo católico es la Gran Pirámide de Cholula, la más grande de Mesoamérica. Pero esta iglesia más bien parece haber sido impuesta sobre el basamento. Como si quisiera decir «Vencí y domino a quienes son el adobe de estos suelos».

Cholula. Aquí la nube debe dejar las alturas para ver y aprender lo que hay en las grutas que el conocimiento ha abierto en la tierra. Siguiendo una serie de túneles, la nube encuentra no sólo la historia humana que levantó esta maravilla, sino también la historia actual. Porque quienes construyeron el también llamado Cerro de Jade, Cerro Precioso o Cerro Divino, sobre cuya sangre y cultura se levantó la Iglesia que bendijo la espada conquistadora, aún siguen siendo el color de la tierra hoy.

Pero hay de iglesias a iglesias, aprende la nube cuando camina pegada a tierra.

Hay, es cierto, la Iglesia que heredó la soberbia, la estupidez y la crueldad del conquistador hispano. El alto clero que elige estar del lado del poderoso y encima de los que abajo son el color de la tierra, sin importar el tiempo que marque el calendario. El Onésimo Cepeda que se reproduce en todo el territorio mexicano, con otros nombres, repartiendo bendiciones en los campos de golf, en los restaurantes de lujo, en las soberbias mesas en las que todo abunda, menos la dignidad y la vergüenza.

La Iglesia que, cuando reza, pide el PAN egoísta al que sirve, y del que se sirve, para estar arriba de quienes están abajo. La Iglesia de la opresión y la soberbia. La que, hereje, adora a los dioses del poder y del dinero. La que ora porque la conquista continúe y no se detenga hasta eliminar a los habitantes más primeros de estos cielos. La que es indulgente con el crimen hecho gobierno y empresa, y condena al fuego infernal y terrestre la rebeldía de quienes piden justicia y paz.

Pero también hay, es cierto, otra Iglesia. La que heredó la humildad, la honestidad y la nobleza. El bajo clero que está en la opción por los pobres. La Iglesia que elige estar del lado de los marginados sin importar la festividad religiosa. Los párrocos, monjas, seglares y creyentes que no imponen ni se imponen, que trabajan abajo, hombro con hombro, con quienes hacen parir la tierra, andar las máquinas, caminar los productos.

Esta otra Iglesia la forman los equivocados. Porque donde dice «amarás a tu prójimo como a ti mismo», ellos leen «amarás a tu prójimo más que a ti mismo». Y donde dice «bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos será el reino de los cielos», ellos leen «bienaventurados los que se acercan a los pobres, porque con ellos será el reino de justicia en la tierra». Y donde dice «no robarás», ellos leen eso: «no robarás». Y donde dice «no mentirás», ellos leen «no predicarás la resignación y el conformismo».

En Puebla, y en toda la República Mexicana, esta otra Iglesia camina de la mano de los pueblos indios y con ellos resiste y lucha.

Se va la nube, oculta ya entre la noche de febrero. En esa misma hoja del calendario, lejos, en las montañas del sureste mexicano, una equivocada de toda su vida, una vieja amiga vieja, una mujer pequeña de estatura y de gran corazón, reza. Pero no reza para pedir el alimento propio, sino para que no falten ni el camino ni el mañana en el andar de los que, sin nombre y sin rostro, son el color que son de la tierra.

Subcomandante Insurgente Marcos.

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