Septiembre de 2002.
Para el Arquitecto Fernando Yáñez Muñoz de Subcomandante Insurgente Marcos.
Hermano grande:
Recibe los saludos de rigor, casi tan rigurosos como el frío que pronto empezará a vestir las montañas del sureste mexicano.
Como recordarás, ahora cumplo 18 años de haber llegado a las montañas del sureste mexicano, es decir, cumplo la mayoría de edad. Esto es un excelente pretexto para escribirte, saludarte y, de paso, felicitarte pues me he enterado que te graduaste con mención honorífica, que es como se gradúan los zapatistas.
Recibí la carta donde me cuentas del proyecto del profesor Sergio Rodríguez Lazcano, la maestra Adriana López Monjardin y Javier Elorriaga, de hacer una revista cuyo nombre será, según entiendo, Rebeldía.
Sobre eso te digo que no podemos menos que saludar ese esfuerzo intelectual y que qué bueno que son zapatistas los que emprenderán esa tarea.
Si la mentada revista Rebeldía no sigue el camino de las publicaciones de izquierda, es probable que hasta impriman más de un ejemplar y, un buen día, la presenten públicamente para que todo el mundo (es decir, los que la hacen y sus amigos y familiares) se entere.
Nunca he estado en la presentación de una revista, pero me imagino que hay una mesa donde se sientan los que presentan la revista y se miran unos a otros, preguntándose, no sin rubor, por qué hay más gente en la mesa que en el público.
Pero, bueno, eso es suponiendo que el proyecto no quede archivado.
Y hablando de supositorios se me ha ocurrido la peregrina idea de que tú estés presente en la improbable presentación de Rebeldía y esté así, en tu voz, representada nuestra voz.
Después de todo será una revista hecha por zapatistas y de alguna forma debemos estar presentes.
Como estamos en silencio y el silencio no se rompe sino que se cuida, nosotros no podremos asistir (claro, aquí estoy dando por sentado que los que hacen la revista tendrán la delicadeza de invitarnos, aunque dudo que lo hagan, no por falta de cortesía sino por pavor a que hablemos de su publicación).
Si no nos invitan, tú hazte el occiso y, cantando esa canción de Aute que dice »pasaba por aquí», da el portazo y, cuando estén bostezando, pide la palabra y suelta un rollo de ésos que dejan heridas. Es seguro que se duermen pero, al menos, en lugar de sueños tendrán pesadillas.
Como ya sé que te estás preguntando de qué puedes hablar si estamos en silencio, aquí te mando algunas reflexiones que te pueden servir para tu intervención.
El problema es que están escritas con ese estilo vivaracho y retozón que es la alegría de chicos y grandes, y no en el estilo acartonado y serio de los antropólogos, pero ahí tú le compones para que sea algo muuuuy formal.
Salen pues las reflexiones (toma en cuenta que he sido muy cuidadoso de no referirme a nada coyuntural o la ley indígena, sobre estos tópicos ya vendrá la palabra que vendrá, tú también cuida que lo que digas no rompa el silencio).
UNO. El quehacer intelectual de izquierda debe ser, ante todo, un ejercicio crítico y autocrítico.
Como lo autocrítico siempre queda pospuesto para el número siguiente, entonces la crítica se convierte en el motor único del pensamiento.
En el caso de la izquierda en México, ese quehacer intelectual tiene ahora, entre otros, un objetivo central, la crítica de la política y la cultura, y de la historia.
DOS. En el México actual, la práctica política y cultural está llena de mitos.
Ergo, la crítica de izquierda debe combatir esos mitos. Y no son pocos los mitos que pueblan la cultura.
Pero hay de mitos a mitos.
Está por ejemplo el mito cultural que reza: »Enrique Krauze es un intelectual», cuando todos sabemos que no pasa de ser un empresario mediocre.
O ese otro que dice: »María Félix fue una diva», cuando lo cierto es que sólo era una profesional de sí misma.
Está el mito de »Viana vende más barato», cuando en cualquier puesto ambulante se consiguen mejor precio y calidad.
En política también hay mitos:
Está el mito de que »El Partido Acción Nacional es un partido de derecha».
Bueno, tampoco es un partido de centro ni de izquierda.
En realidad, el PAN no es más que una agencia de colocaciones para puestos gerenciales. Está también ese otro mito de que »El Partido de la Revolución Democrática es una alternativa de izquierda».
Y no es que sea, en cambio, una alternativa de centro o de derecha, simplemente el PRD no es una alternativa de nada.
O ahí tienes el mito: »El Partido Revolucionario Institucional es un partido político». En realidad, el PRI es una cueva con 40 ladrones que esperan, inútilmente, a su Alí Babá. O ese otro mito tan querido por la izquierda anquilosada que reza: »Ir contra la globalización es como ir contra la ley de gravedad».
Contra eso, en todo el mundo, los marginados de todos los colores desafían a la una y a la otra, y ni la física ni el Fondo Monetario Internacional pueden evitarlo.
Y está el mito por el que pagan, y caro, el gobierno federal y el del estado de Chiapas, que dice: »Los zapatistas están acabados», cuando lo único que se les está acabando a los zapatistas es la paciencia.
Seguramente me faltan mitos, pero sólo estoy mencionando algunos.
Y estoy seguro que la revista Rebeldía los desnudará más radicalmente.
Yo no lo hago así, porque ya se sabe que los zapatistas tenemos fama de »moderados» y »reformistas».
Así nos llamaban los supuestos »ultras» del CGH que, por cierto, hoy están haciendo cola a las puertas del PRD más cercano a su corazón, y a su bolsillo, esperando una candidatura en el próximo proceso electoral.
TRES. El rebelde es, si me permites la imagen, un ser humano dándose de golpes contra las paredes del laberinto de la historia. Y, que no se malinterprete, no es que se dé de topes buscando el camino que lo llevará a la salida.
No, el rebelde golpea las paredes porque sabe que el laberinto es una trampa, porque sabe que no hay más salida que rompiendo las paredes.
Si el rebelde usa la cabeza como mazo, no es porque sea un cabeza dura (que lo es, a no dudarlo), sino porque el romper con las trampas de la historia, con sus mitos, es un trabajo que se hace con la cabeza, es decir, es un trabajo intelectual.
Así que, en consecuencia, el rebelde padece un dolor de cabeza tan fuerte y continuo que olvídate de la migraña más severa.
CUATRO. Entre las trampas de la historia está ésa que dice »todo tiempo pasado fue mejor».
Cuando la derecha lo dice, está confesando su vocación reaccionaria. Cuando es la izquierda parlamentaria quien lo postula, está exhibiendo las claudicaciones que forman su presente.
Cuando es el centro quien habla, es que uno está delirando porque el centro no existe. Cuando la izquierda institucional se ve al espejo del Poder y se dice: »soy una izquierda responsable y madura», en realidad está diciendo »soy una izquierda agradable a la derecha».
Cuando la derecha se mira al espejo del Poder y dice »¡qué hermoso vestido traigo!», se olvida de que está desnuda.
Cuando el centro se busca en el espejo del Poder, no encuentra nada.
CINCO. Ni las formas de lucha ni sus tiempos son de uso exclusivo de un sector social. Ni la autonomía ni la resistencia son formas de organización y lucha que sólo atañen a los pueblos indios.
Y aquí déjame contarte algo: se dice que el EZLN es ejemplo de la construcción de la autonomía y de la resistencia.
Y sí. Por ejemplo, cada insurgente zapatista es una especie de municipio autónomo, o sea que hace lo que se le da la gana.
Y qué mejor resistencia que la que oponen a cumplir las órdenes. Y todo eso es defecto, pero también virtud.
Ahí tiene que el enemigo intercepta nuestras comunicaciones y se entera de que el mando está citando a una reunión en el punto G (nota que mis albures están ya en lo sublime).
El enemigo hace su trabajo y pone una emboscada… pero nadie llega.
¿Qué pasó? ¿Se trata de incompetencia sexual? ¿Los servicios de contrainteligencia zapatista funcionaron a la perfección?
No, si se investiga a fondo se encontrará con que Pánfilo no llegó porque pensó que lo mejor era reunirse en otro lado, Clotilde pensó que sí, pero otro día, y Eufrosino no pensó, porque estaba estudiando un manual de educación sexual para ver si encontraba dónde rayos estaba el punto G (by the way, su compañera todavía espera que lo encuentre).
¿No son éstos ejemplos magníficos de la autonomía y la resistencia zapatista usadas como armas contra el enemigo?
Y hablando de punto G, permíteme otra digresión, al fin que esta carta no será pública.
El nuevo disco de Joaquín Sabina traerá, además de la canción que no es canción que escribió el Sup, una rola que se llama 69 punto G.
Según me cuentan, el disco se venderá como pan caliente (lo caliente debe ser por lo de 69 y punto G), y no es por la canción del Sup sino, acá entre nos, será a pesar de ella.
Ahora me estoy acordando de otro mito, el que dice que »Sabina y el Sup se quieren», cuando al que quieren ambos es a Panchito Varona.
Pero, bueno, lo que yo te quería contar, a propósito de Sabina, es que el otro día estaba yo en un pueblo, cortando un clavel azul para la princesa, y que llega una compañera base de apoyo a presentarme a su hijo.
»Se llama Sabino», me dice.
Yo pongo cara de »¿Sabino?», pero no digo nada.
La compañera entiende mi gesto y me aclara: »Sí, Sabino, como la Sabina ésa a la que usted le hace las canciones. Nomás que como éste es varón, pues salió Sabino y no Sabina».
¿Qué tal?
Con que yo le hago las canciones a Sabina.
Deja que se entere y no nos va a dar ni el uno por ciento de las regalías.
¿En qué estaba yo?
¡Ah sí! En los mitos, en la política y en la cultura, en el continuo dolor de cabeza de los rebeldes en su afán de romper las trampas de la historia.
SEIS. El mito fundamental por el que el Poder es lo que es, está en la historia.
No en la historia que de por sí es, sino en la que inventa a su conveniencia.
En esa historia, en la historia del Poder, por ejemplo, la lucha de los de abajo se compone sólo de derrotas, traiciones y claudicaciones.
Tú sabes bien que estamos llenos de cicatrices que no cierran. Algunas, las menos, son de ésas que el desamor regala.
Las más son las de nuestra historia, la de abajo, y en nuestro caso, la de más abajo, la subterránea, la clandestina.
No es que en ella no haya habido derrotas y traiciones, pero no sólo.
El río que la corre tiene más de heroísmo y generosidad que de mezquindad y egoísmo.
Y hablando de historia, ahora me recuerdo cuando te conocí, hace 22 años, a ti y a Lucha, en la casa que llamábamos La Mina.
Y era La Mina no porque encerrara un tesoro, sino porque era oscura y húmeda como socavón.
En ese entonces, Lucha se empeñaba en hacerme comer y tú en enseñarme tantas cosas que algún día, decías, serían de utilidad.
Creo que no fui buen comensal ni buen alumno, pero recuerdo bien la pequeña figura del Che que me regalaste en un mi cumpleaños y en la que, de tu puño y letra, escribiste esas palabras de José Martí que dicen, más o menos: »El hombre verdadero no ve de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber».
El deber, hermano, ese amable tirano que nos rige.
En nuestra historia he tenido la fortuna de conocer hombres y mujeres para los que el deber es la vida toda y, no en pocos casos, la muerte toda.
Y eso me lleva a la reflexión número…
SIETE. Puesto a escoger entre cualquier cosa o el deber, el rebelde siempre escoge el deber. Y así le va.
Creo, hermano mayor, que deberías regalarles también, a quienes te escuchen el día de la presentación de la revista, esa misma frase, pero actualizada. Y diría algo así como…
«El hombre, la mujer, el homosexual, la lesbiana, el niño, el joven, el anciano, es decir, el ser humano verdadero no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber.»
Esas palabras sintetizan mejor que nada lo que es la vocación del rebelde y superan cualquier cosa que yo pueda decirte a ti o a nadie sobre el asunto.
Bueno, hermano, ya me despido. Te mandan saludos todos los compañeros y las compañeras. Esperan, como yo, que te encuentres bien físicamente, porque moralmente ya sabemos que estás, como siempre, fuerte y firme.
Vale. Salud y, si te apuran, diles nomás que la rebeldía es un dolor del que no vale la pena curarse… nunca.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México. Es septiembre de 2002 y la lluvia no alcanza a lastimar la piel del sol.
PD. Es de esperar que entre el público haya uno que otro militante del Frente Zapatista de Liberación Nacional.
Salúdalos de parte nuestra.
Sabemos ya que están trabajando duro en darse un nuevo rostro, un nuevo perfil.
Y qué bueno que el perfil del Frente ya no sea el de las niñas, sino que le den rostro y rumbo personas como el Don Manuel, curtido ex trabajador ferroviario; como la Mirios, de discreto heroísmo; como el Coronel-Gisella, que es uno y una y no es lo mismo, pero es igual; como los jóvenes estudiantes que estuvieron en el CGH; como los de la UAM; como los del Poli; como los de la UPN; como los de la ENAH; como los de otros centros de estudios superiores; como los veracruzanos que lograron la maravilla que fue Orizaba en la marcha del año pasado; como los de Oaxaca; como los de Tlaxcala; como los de Nuevo León; como los de Morelos; como los del estado de México; como los de Jalisco; como los de Querétaro; como los de Michoacán; como los de Yucatán; como los de Quintana Roo; como los de Guanajuato; como los de Zacatecas; como los de Durango; como los de Chihuahua; como los de Coahuila; como los de las dos Bajas Californias; como los de Colima; como los de Sonora; como los de Sinaloa; como los de Tamaulipas; como los de Guerrero; como los de San Luis Potosí, y como los del DF.
Y como todos los frentistas de base que, si nos atenemos a su número y a su trabajo, resulta que son una especie de pulpos, y, además, todos ellos y ellas ignoran lo que es rendirse.
Otra PD. Y ahora me estoy acordando de otro mito que dice que »el EZLN no quiere a los frentistas», cuando es claro que es a las frentistas a las que no queremos. No, no es cierto.
Sí los queremos a todos y a todas, lo que pasa es que, a su modo, también practican la autonomía y la resistencia… frente a nosotros.
Porque hay rebeldías organizadas, como la que se supone que debe crecer en el FZLN, y rebeldías desorganizadas como la que padecemos en el EZLN, y así nos va.
PD. La última y nos vamos. Un favor: cuando leas algo mío en la presentación de la revista, tose de vez en cuando. Es para fomentar otro mito, el que dice que estoy muuuy enfermo.
Quien quita y me mandan nueces…
PD. Ahora sí la última. (nota: este título de posdata anula el título de la posdata anterior).
Ya se ve que, para estar en silencio, hablamos bastante.
Probablemente se debe a que somos zapatistas. Porque en México, »REBELDIA» se escribe con »Z» de »nuez» y de »zapatista».
Vale de nuez de la India.
El Sup muuuuy enfermito (¡Ja!) soñando que Sombra-Luz por fin camina y que ya se mira el horizonte.
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