Palabra del Comandante David en la ENAH-18 de marzo.
Hermanos, hermanas, compañeros y compañeras estudiantes, maestros y trabajadores.
Hermanos y hermanas que nos acompañan en este acto.
Hermanos todos: A nombre de toda la delegación del EZLN quiero hablarles algo sobre la vida y la situación de los pueblos indígenas.
Ahora más que nunca nos hemos dado cuenta que la situación, las condiciones de vida y el sufrimiento de los pueblos indígenas de Chiapas no es diferente que la vida y la realidad de los pueblos indios de todo el país.
Durante nuestra marcha de la dignidad indígena en los distintos estados y nuestra estancia en esta capital mexicana, miles de voces y reclamos han llegado en nuestros oídos y en nuestro corazón; demandas de justicia, libertad y respeto de miles y millones de hermanos y hermanas indígenas, campesinos, obreros, maestros, estudiantes, artistas, amas de casa y muchos otros más. Todas esas personas honestas y dignas han hecho suya nuestra causa y han entendido que el reconocimiento constitucional de los derechos y cultura indígenas es el comienzo de la construcción de un México nuevo, justo, democrático, que incluye a todos sin racismo ni discriminación a los que fuimos primeros en habitar estas tierras, es decir, a todos los indígenas, que según ahora las cifras mal contabilizadas en las máquinas modernas, las computadoras y otros medios modernos, somos diez millones de indios dispersos en todo el territorio mexicano, que casi el cien por ciento vivimos en la completa marginación, en la extrema pobreza y en el olvido despojados de nuestras tierras y de nuestra riqueza, sin contar con los servicios más indispensables: salud, educación, vivienda digna y sin alimentación por la falta de tierra y de trabajo digno. Y cuando reclamamos nuestros derechos, cuando pedimos libertad, justicia y respeto nos reprimen, nos persiguen, nos encarcelan y nos matan.
Por ser indígenas y pobres no les queda más que callar, resignarse, soportar y someterse bajo las leyes y órdenes de los poderosos representados por los que se dicen gobernar al país.
De esta manera se cierra toda posibilidad de luchar por vías políticas y pacíficas.
Fueron, pues, estas las razones por las que los zapatistas decidimos tomar las armas, no nos dejaron otro camino más que luchar con las armas por Democracia, por Libertad y por Justicia para todos.
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