Miércoles 14 de Febrero, 2001
(Ultima de dos partes)
Para Elodia, esposa de «Tacho»
No hay nada más conmovedor que advertir en los ojos de un guerrillero el amor por su guerrillera. No hay nada más conmovedor que oír hablar a un luchador social el significado que tiene para él la palabra amor. Y no hay nada más conmovedor que corroborar que mismo cuando se está en guerra se puede tener la capacidad de enamorarse.
«El ‘Sup’ está ena-mo-ra-do», me dije después de escuchar a «Marcos» describir a «la Mar», su pareja-novia-esposa-compañera- confidente-lectora-asistente-amante y devota insurgenta. En esta segunda y, por desgracia, última parte de la entrevista, descubriremos qué tipo de relación tiene el portavoz del EZLN, con una mujer de la cual nada más sabemos que es una apasionada de la política, que lee todos los periódicos que se publican, especialmente REFORMA, y que se llama Mariana. Al hablar del amor, no pudimos evitar preguntarle a «Marcos» acerca de la palabra «solidaridad», así como sobre los recuerdos que aún conserva de sus padres. Bueno, «Sup», ¿te acabas de casar? No, ya hace muchos años que tengo casado. Pero antes no se te veía con argolla. No, pero luego ya empezamos a usarla los dos. ¿»La Mar», te pidió que formalizaran públicamente su relación? No, fue un acuerdo de los dos. Llevamos una relación de pareja. Estamos casados según nuestras leyes y no teníamos por qué ocultarlo, porque llevamos ya tiempo. ¿Qué me puedes decir del «Subito»? ¿Todavía no hay nada? Todavía no, pero le estamos echando muchas ganas para que pronto podamos tenerlo. Como quiera, tienes muchos pendientes ahí, cosas que prometiste. Así es. Ser su madrina para enseñarle el Padre Nuestro, si es posible en tzetzal y en francés. Tzeltal, sí. Dinos Marcos, ¿qué es para ti el amor? En cualquier lugar del mundo, en la Selva Lacandona, el amor es un sentimiento muy difícil, porque es una relación de dos. Independientemente de lo que uno considera que es el cariño que se le da a otra persona, tiene que ver mucho con compartir, y finalmente «compartir» significa respetar al otro. Es muy difícil respetar al otro… Porque te puedo decir que yo soy maravilloso como pareja, pero es algo que se le pregunta al otro si es realmente tan maravilloso como él cree que es. De la misma forma que te podría decir qué tan buena pareja es ella. Porque, finalmente, una cosa es el amor y otra cosa es el amor de pareja: «Orale, vamos a vivir juntos». Casamiento, matrimonio, es ese compartir, es el respetar al otro. No se trata de hacerlo como uno quiere que sea, ni uno hacer como uno cree que otro quiere que sea, porque en el amor lo que uno quiere es agradarle al otro.
Finalmente, el encuentro inicial es: «quiero que vea lo mejor de mí», dices cuando alguien te interesa. Que vea que soy muy bonita, simpática, alegre, inteligente, muy sabia o lo que sea, aunque tengas otras cosas, las cuales no siempre vemos. Igual sucedió cuando conocimos a alguien que nos gustó: fuimos muy simpáticos y alegres. Pero a la hora de que ese amor se conjunta con la vida de pareja, pues se requiere respeto hacia el otro. Ya que finalmente estás viviendo y conviviendo con un ser humano, no tienes por qué demandarle lo que no estás dispuesto que te demanden a ti. Entre otras cosas, dejar de ser lo que eres. Tú llegas a una relación de pareja con una historia, ¡Qué ganas de nacer ese día! Y de hecho, ese es el amor, uno tiene las ganas de nacer ese día, que no haya habido nada antes. «Quiero ser nuevo en todos los sentidos, ¿no? No sólo físico, sino también nuevo de todo lo que trae uno en la cabeza desde hace tanto tiempo…» Traumas, fantasmas, atavismos… Atavismos, defectos, todo eso. Sí, los voy a tener después, pero ya junto con ella, pero ya, junto con la que sea mi pareja, en este caso pues con «la Mar». ¿Sí me entiendes? Entonces uno tiene que aprender a respetar lo que es el otro, que a su vez también tiene una historia, y que esa historia no es, necesariamente, mejor que la nuestra. No porque no es la nuestra, sino porque es la historia de un ser humano que está compartiendo contigo las alegrías y en mucho, sobre todo en el caso de nosotros, muchos sinsabores y angustias.
Porque «la Mar» no sólo comparte el trabajo, la vida cotidiana, o las pláticas de que le cuente: «pues así estuvo la entrevista con Guadalupe». No sólo eso, sino también las angustias. Cuando te están buscando de una u otra forma también la están buscando a ella. Cuando estás en riesgo tú, también está en riesgo ella; pero a ti sí te lo reconocen, a ella no porque está detrás, es la sombra. Yo espero que si en este mundo hay justicia, un día ella va a tener su lugar, y no porque sea «la Mar de Marcos», sino porque es «la Mar», «la» Mariana que tiene su propia historia y su lugar, y todo eso. Y la van a poder ver como lo que es, así como a ti te ven como lo que eres, y a él (señalando a Enrique Goldbard, esposo de Loaeza) lo ven como lo que es. Además son pareja, ¡ah, qué bueno! Pero eso no es lo que te haga valorarte a ti o lo haga valorarlo a él. Igual en este caso. Entonces toda la aportación que tiene ella, y que tienen muchas insurgentas, son muchas. No sé si es bueno o malo, pero son muchas las compañeras insurgentas que tenemos aquí. No están, no se ven, se ve el «Mayor», se ve «Tacho», pero atrás de ellos hay otras muchas compañeras que no se ven.. Ellos también tienen «su Mar» Ajá. Sí. Y muchos compañeros, y sobre todo muchas compañeras, que van a tener su lugar, por lo que son, no de quién son, o con quién se relacionaron. Entonces se va a descubrir toda la historia de esta organización, de este Ejército Zapatista ya cuando termine, y van a decir que tenía razón: «Marcos» era uno más; es cierto, «Tacho» era uno más, «Mayor Moisés» era uno más. No lo veíamos porque eran los que se presentaban, pero sí es cierto, sí vamos a pesar. «Estas otras, sobre todo las insurgentas, pesan más que éstos, nomás que no las vimos porque así fue el proceso, pero ahora ya las vemos».
Entonces, vas a descubrir mucha gente maravillosa. De veras, vas a descubrir a «la Mar», pero no sólo «la Mar», sobre todo a algunas insurgentas que te dejarán con la boca abierta. Pero tenemos que cubrirlas. Nosotros también, cuando esto termine, va a ser un acto de justicia no sólo con los pueblos indios sino también con los que jugaron tanto, se jugaron todo y dejaron todo por un albur, y ese albur va a salir bien, porque la gente nos va a ayudar, nos va a ayudar como Sofía lo ha hecho en estos últimos años. Me preguntas que cómo le hago para mantenerme informado, pues bien es gracias a «la Mar». Por ejemplo en la lectura del periódico, es precisamente en lo que es experta. Es una gran lectora, no sólo del periódico, de lo que sea, entonces rápido dice los puntos principales son esto y lo que sea. No te daría tiempo para ver todo, todos los periódicos. Ahora háblanos del otro amor, del amor a los otros, hacia los demás. Como aquél que te inspiran los indígenas. Mira, nosotros pensamos que la gente es esencialmente buena. Pensamos que llega un momento en que opta, porque todo el día estás optando, diariamente estás encontrando cruces de caminos, y te empiezas a ir, y así es como construyes tu vida. Siempre, invariablemente, uno decide lo que piensa que es mejor, qué lo hace bueno. Cuando uno está viendo algo que le parece injusto, inhumano, horrible y todo eso, siente algo. Dices: «esto no puede ser así», «no puedo quedarme con los brazos cruzados». Esa es la cuota de heroísmo que lleva todo ser humano. Por un accidente, un accidente mediático, parece que uno tiene más heroísmo que otro. El accidente mediático es el que puso a «Marcos» ese 1 de enero del 94 a partir de una equivocación. La equivocación es que al que estaba al mando del Palacio Municipal de San Cristóbal le llegó un turista a preguntarle en inglés no sé qué cosa, ya ni me acuerdo. Pensó que era un periodista que estaba preguntando algo en inglés. Entonces, me llamaron a mí, que sabía inglés, para que le dijera al «periodista» lo que había que explicar, lo que estaban explicando ya los compañeros comandantes. Resulta que no, que era un turista que estaba preguntando si podía tomar fotos. ¡Imagínate qué sangre fría la del turista, que están tomando la ciudad donde estaba turisteando y pregunta si podía tomar fotos! Esa cuota de heroísmo que tienes tú, que tiene él, que tienen muchos que no estamos viendo, se concentra en una persona. Pero es esa capacidad de indignación a que otro sea humillado, que otro no sea respetado en su dignidad, que otro sea aplastado, es lo que te hace ser humano.
Porque tú, de una u otra forma, estás diciendo: «ése podría ser yo». No el que está haciendo la humillación, sino el que está siendo humillado. Dices: «no puede ser que eso esté ocurriendo». Y, créeme, que hay tanto heroísmo detrás de esa cámara, como detrás de esta máscara, y detrás de ese periódico, como detrás de estas armas, y detrás de la gente que está leyéndote. Nosotros los vemos así. No nos sentimos ni mejores, pero sobre todo ni peores, pero no nos sentimos mejores que nadie. Y en ese sentido nos quitamos, ahora sí que el sombrero, porque nosotros decimos «bueno, estamos luchando por un lugar, como indígenas», pero la gente que nos está ayudando no está luchando por nada para su beneficio, porque cuando esto termine van a tener la satisfacción de que van a formar parte de la historia de este país, de la parte buena, de la parte que no da vergüenza decir «somos mexicanos». No Acteal, sino lo que evita que Acteal se dé o se vuelva a repetir, y todo eso. Nuestro heroísmo es cotidiano, nomás que en algunos casos se ve y en otros casos no se ve. Imagínate nosotros lo que pensamos de la gente que votó por el PRI, que perdió el PRI, porque como ahorita ya perdió el PRI no se recuerda todas las trampas que hizo. Ese proceso fue escandaloso en trampas. Imagínate una señora, para hablar de mujeres, que va al mercado, que sabe que va a perder la ayuda para la Conasupo, la Liconsa, si vota en contra del PRI, y va y vota en contra del PRI. Imagínate qué heroísmo, ésa sí se está jugando todo, ¿sí? Se está jugando su familia, su futuro, y a lo mejor va a perder, pero entonces van a saber que tú votaste en contra y perdió por el que votaste en contra, y van sobre ti, no obstante hace ese desafío.
Ese es el que merece tener la cámara enfrente. A esa señora es a la que tienes que preguntarle ¿cómo es posible que sienta ese amor por su país, y que arriesgue su familia y su futuro porque este país ya no sea lo mismo? ¿Porque a usted le iba mejor si el PRI quedaba, porque le daban su despensa, y como quiera lo desafió? Millones de ese tipo, algunos fueron para el PAN, otros fueron para el PRD.
Y ya para terminar, «Marcos», yo estoy convencida de la tesis del Doctor Ramírez, psiquiatra de los psiquiatras mexicanos, de que: infancia es destino. ¿Cómo fue la tuya para que te tocara vivir lo que estás viviendo? Bueno, yo vengo de una familia de clase media acomodada. No tuvimos nunca ninguna carencia alimenticia o de … o lo que sea. Lo que tuvo que ver con nosotros, con mis hermanos y conmigo, fundamentalmente fue la educación que nos daban ellos dos: mi papá y mi mamá. No la escuela, sino ellos. Y siempre hacían mucho hincapié en esto que te he explicado durante la entrevista. A lo mejor estoy injustamente tomando prestado palabras que ellos nos dijeron cuando éramos pequeños. «No puede ser que un ser humano permanezca impávido cuando se está cometiendo alguna injusticia», solían decirnos. Mi padre usaba el poema («Civilización») de Jaime Torres Bodet que dice: «Un hombre muere en mí cuando un hombre muere asesinado por el miedo y la prisa de otros hombres». Entonces, eso fue lo que uno está mamando, como luego dice mi mamá también… Ella, mi madre, fue la que me enseñó prácticamente a leer, antes de la escuela. También tenía la costumbre de leer los periódicos. Mi mamá nos ponía a leer en aquel entonces El Excélsior de Scherer. Ahí aprendíamos a leer, ahí leímos a Monsiváis y todo eso. Cuando apenas nos estábamos criando pues, como decimos nosotros. Ese gusto por la cultura, sobre todo por la lectura, más que por la cultura en general, viene de mi madre. De mi papá viene el gusto por el cine, por el teatro y todo eso. Pero sobre todo ese sentimiento de humanidad es producto de esa educación que recibí. No sé si estén orgullosos de mí. Yo he hecho lo posible porque así sea… A lo mejor les doy vergüenza. Quizá dicen: «yo no lo hice tan payaso…»; «este muchacho, ¿por qué es así?…»; «ahora que lo vea le voy a dar sus buenas… y no sé qué». (Risas) A lo mejor sí. Pero lo que soy fue gracias a sus enseñanzas. Ellos me enseñaron todo lo que sé. ¿Viven los dos… tus padres? Yo creo que sí. ¿Y saben de ti? Bueno, seguramente, nunca han sabido tanto de ti como ahora… No sé si saben, a lo mejor no me reconocen por el pasamontañas, aunque dicen que a una madre no la engaña nadie, ni nunca, ¿no? Bueno, Guadalupe, antes de despedirnos permíteme un comercial: «No olvide apoyar a la cuenta número 5001060-5 Plaza 437 de Bancomer. A nombre de María del Rosario Ibarra. Doña Rosario no se va a robar el dinero. No lo vamos a usar para armas, ni para vales, ni para nada. Es para llegar a la Ciudad de México, hablar y pa’ regresarnos nomás». Este dinero es para la paz, para eso estamos pidiendo la ayuda. Por último, «Marcos», y en buen plan, ¿por qué está tu gorra tan maltrecha? Esta gorra es histórica, llegó conmigo a la celda y fue sumando estrellas. Cuando era «subteniente» es una estrella, cuando era «capitán segundo» son dos estrellas y cuando fui «subcomandante» fueron tres estrellas. De hecho así está, ¿sí? Le tengo un cariño especial. Este paliacate no tiene los 17 años que tiene ésta. Esta, sí tiene 17 años, o sea desde que llegué. Pero el paliacate… con ése tomé San Cristóbal, nada más que no se ve ahorita, y casi nunca, porque está muy maltrecho. Este tiene siete años, cumplió el 1 de enero de 1994, con ése salí. Entonces por eso no los cambio. Es el símbolo que de siguen esos pendientes. Cuando ya acaben esos pendientes, entonces ya cambiamos de gorra y de paliacate, y dejamos las armas. Pasamontañas ya no vamos a necesitar pues, creo. A lo mejor van a decir: «no, ¡que se lo ponga!», van a decir… una cuestión de estética. Pues, así, elemental.
Cuando me despedí del «Subcomandante Marcos», me sentí particularmente optimista. Incluso me felicité y hasta me dije: «¡¡¡Qué bueno que existe!!!»
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