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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Feb112001

Comandante Tacho, entrevista con Guadalupe Loaeza

Entrevista Loaeza a Comandante Tacho

Domingo 11 de Febrero, 2001

Chiapas, México.-(11/feb/2001) A continuación presentamos parte de una larga, larguísima conversación que sostuvimos con el «Comandante Tacho» muy cerquita de La Realidad, Chiapas.

A pesar de su pasamontañas, cuando nos encontrábamos entrevistándolo nos pareció muy familiar, pero sobre todo, sincero. Seguramente se debió a su intensa mirada y a su voz pausada y cálida.

Después de escucharlo por más de una hora, llegamos a la conclusión de que el Comandante del EZLN, junto con el «Subcomandante Marcos», se encuentra muy optimista respecto a los resultados de la Caravana de la Paz.

«¿Quién es Tacho?» fue la primera pregunta que formulamos.

«Tacho es un indígena, un campesino analfabeto. No tuve la dicha de vivir en una comunidad en donde hubiera un maestro. Por eso no tengo ni cuarto, ni sexto grado. Pero aprendí a trabajar desde muy niño. Vivo con mi familia y, a partir de unos años, me he convertido en el «Comandante Tacho». Soy miembro del Comité Clandestino Revolucionario Indígena.

«El compañero «Subcomandante Marcos» es el jefe de las tropas insurgentes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Mi trabajo es el organizativo, el que organiza internamente a los pueblos y las regiones de donde nos encontramos geográficamente. Ese es mi papel, el organizativo dentro del Comité Clandestino Revolucionario Indígena.

«Al compañero «Mayor Insurgente Moisés» le corresponde la jerarquía del mando de un ejército. Él está después del compañero «subcomandante Marcos». Luego viene un compañero capitán, un teniente y un subteniente. Esa es la parte de la jerarquía real del Ejército Zapatista».

La Caravana de la Paz

«Para la próxima Caravana por la Paz (que llegará el 8 de marzo al Distrito Federal), le hemos pedido a la sociedad civil y a otros pueblos indígenas, en este caso al Congreso Nacional Indígena, que juntos construyamos la ruta, el camino, el acompañamiento, la búsqueda por esos derechos que no hemos conseguido, y que se nos han negado desde hace más de 500 años.
«Son los mismos derechos de los pueblos originarios que han quedado en el olvido. Por eso vamos a salir para hablar, para aclarar y decir qué es lo que queremos como pueblos indígenas de todo el territorio nacional.

«Vamos a comunicar que no queremos la guerra. Vamos a pedir la paz, pero una paz que sea justa, digna, donde se reconozcan los derechos de todos los indígenas, de los hombres y de las mujeres, pero también donde se nos reconozca cómo somos, con todas las diferencias que existen con nuestros dialectos, costumbres y tradiciones. Queremos que todo eso quede incluido.
«No queremos dividir al país. Lo que queremos es que asuma la responsabilidad. Que reconozcan que somos parte de México. Queremos decirles: Aquí estamos. Somos nosotros. Somos mexicanos. Somos indígenas.

«Queremos, sobre todo, pedirles respeto. Respeto por lo que somos. Respeto por nuestras propias normas organizativas de pueblos indígenas. Respeto por las formas de nombrar a nuestras autoridades. Las mismas que han demostrado que sí es posible seguir organizándose como lo hemos hecho. A lo largo de estos 500 años hemos mostrado que sabemos dirigirnos solos. No hemos necesitado a alguien que venga a decirnos qué es lo que debemos hacer. No. Los indígenas sabemos solucionar nuestros problemas día a día. Por ejemplo, cuando estamos pasando hambre, sabemos qué hacer. También sabemos cuándo una autoridad no está funcionando bien. Entonces la cambiamos. La quitamos. Ponemos a otra autoridad que nosotros mismos elegimos. Sabemos de la necesidad que tiene el otro, el otro hermano, el otro compañero, la otra compañera, o sea, no son intereses (nada más) de una sola persona. Es el interés del pueblo».

«No nada más tengo presente cuando en San Cristóbal los coletos nos impedían caminar por la banqueta. Esas cosas pasaban no nada más en esa ciudad, ni en ese aspecto. Entonces no sólo estaba ese problema, estaba el problema del olvido, el de la muerte, el que no se podía opinar, estábamos fuera del sistema.

«Desde que volvimos a aparecer existen 36 ó 38 municipios zapatistas de los 410 institucionales. Somos muchos: los compañeros de las bases de apoyo, hombres, mujeres, niños, jóvenes, ancianos, todos vivimos aquí, en ningún otro lugar. Vivimos en municipios autónomos. Lo que existe dentro de ellos es que a diferencia de los otros, formamos un Consejo, que es la autoridad nombrada por los (propios) pueblos. Ellos ven qué compañero van a elegir para que asuma ese cargo. No solamente nos estamos refiriendo a los zapatistas, sino también a otras partes del país. O sea que los pueblos indígenas tienen sus propias formas o costumbres. Es decir que, para ellos, levantar la mano para que el otro compañero sea la autoridad, eso es válido. Es válido, cuenta su participación, es directa. Y puede decir: Yo estoy de acuerdo, elijo a ese compañero para que nos represente. Él es el que nos va a representar durante tres años, por llamarlo así, es el que asume los consejos autónomos. Esa es la diferencia de un municipio institucional que dice: Este es el programa, éntrenle y este es el Presidente Municipal y es el que va a decir qué es lo que se va a hacer. Aquí es diferente. Son las autoridades autónomas las que proponen a esa asamblea de autoridades de pueblos, (que a su vez) es representado por un comisariado, un agente municipal o del que vayan a nombrar en la asamblea. También hay otros indígenas que no se identifican como bases de apoyo zapatista, pero que también participan en ese municipio.

«Estos municipios autónomos no sólo están creados por las bases de apoyo, sino también por otros pueblos. Por ejemplo, (cuando) alguien comete un delito, lo primero que hace la autoridad institucional es meterlo a la cárcel. Ahí está por días o por años. Lo que se hace en un municipio que no es institucional es decirle: «Según es el delito, va a pagar su castigo». (Además) va a trabajar en beneficio del pueblo en donde cometió el delito o, en ese caso, en el municipio. Esas son las diferencias. No se acepta que el pago por el delito cometido, se arregle por 5 mil pesos. Esto saldría barato. Con nosotros eso no existe. Nosotros queremos que aprenda, que no lo haga otra vez, que reconozca que lo que hizo está afectando y que estuvo mal. (El juicio público) es la vida cotidiana de los pueblos indígenas. Eso lo aprendimos hace muchos años. Es el medio de gobernar (que existe) dentro de los mismos pueblos. Aprendimos el respeto que se le debe dar al ser humano y el que también se debe de recibir. Esto es lo que nos permite vivir en comunidad, vivir como un pueblo donde se planea.

«Dependiendo de dónde nos encontremos como indígenas, existen otros modos. Hay otros compañeros indígenas de otros estados de la República que tienen otra manera de nombrar a su autoridad que les representa. Esta organización es lo que ha hecho posible que sobrevivamos después de 500 años. Esta experiencia nos está diciendo que: Sí podemos organizarnos, que sí podemos elegir, que sí nos escuchamos y que sí es posible poderlo llevar a cabo».

«Lo que necesitamos es que se reconozca que eso existe, porque hasta ahora no hay una ley que reconozca esa forma de gobernarse, esa forma de elegir, y de reconocerse…

«Lo que nosotros queremos es que se respete (su forma de gobierno). Pero no basta, para que sea válido, tiene que existir una ley en la Constitución. Entonces, sí podrá ser tomado en cuenta legalmente para que no nos traten como hace siglos.
«Apenas hace un año nos trataban como delincuentes. Nos trataban como si hubiéramos estado violando las leyes. ¿Cuántos compañeros hay presos en las cárceles sólo porque fueron nombrados para ser autoridad, o porque simpatizaban con el movimiento (zapatista) o por otro asunto? Como no hay una ley en la Constitución, entonces resulta un delito.
«Nosotros no queremos separarnos de nuestro México. Queremos ser parte de este país. Queremos que nos traten bien. Queremos que nos respeten como seres humanos con todo lo que somos, con nuestra forma de organización, con nuestra cultura, con nuestra creencia, con todo lo que somos».

«Anteriormente (antes del 1 de enero de 1994) no teníamos esperanzas como la que tenemos hoy. Ahora tenemos esperanzas de que lleguemos a una paz justa, digna y verdadera. Antes nos moríamos por una diarrea, por una calentura, por enfermedades curables. Pero (con la paz) ¡eso cambiará!

«El (hecho) de que exista el EZLN nos da otro sentido en la vida. (Sin embargo) los pueblos indígenas no podemos decir que las cosas ya cambiaron. Lo que sí ha cambiado un poco es la actitud. En este aspecto, yo creo que en los pueblos indígenas, sobre todo entre los zapatistas, ha habido un cambio. Antes, por ejemplo, las compañeras, (las) mujeres, que ahora ya tienen cargos, no participaban en una asamblea. No podían proponer, ni tomar decisiones. Pero ahora han demostrado que sí es posible, que tienen la capacidad, sólo lo que se necesita es tomarlas en cuenta.

«En cada pueblo tienen sus promotores y promotoras de salud, entonces eso ha hecho que poco a poco vayan (las mujeres) tomando responsabilidades y que lo vayan haciendo ya en la práctica. Esa es en una de las partes que se ha podido ver lo que está cambiando al interior de los pueblos.
«Pensamos (por todo lo anterior) que (la paz) va a ser posible».

«Lo que nosotros queremos es hablar con el Poder Legislativo. Queremos hacerle aclaraciones, decirle que queremos que nos reconozcan.

«Si venimos con o sin pasamontañas, no es lo importante. Lo que importa es que se reconozcan los derechos de los indígenas mexicanos.

«El problema no es el pasamontañas, el problema es el otro, el que los acuerdos queden legislados y que se asienten en la Constitución para que los indígenas podamos ser respetados. No estamos pidiendo otra cosa.

«Sólo queremos que nos reconozcan. Que nos reconozca. Por eso, cuando se cumplan nuestras demandas sólo queremos quitarnos el pasamontañas. No queremos estar como estamos. Queremos tener una vida normal y familiar.

«Nosotros tenemos esa disposición, no sólo la disposición, lo deseamos. Nosotros ya hicimos una guerra, ya sabemos lo que es una guerra, ya no la queremos. Queremos vivir.

«Si estamos luchando es para que vivamos, para que viva nuestro pueblo, para que viva el pueblo de México, y que los indígenas sean respetados.

«Lo que queremos es tener una vida digna, justa, verdadera, que nos tomen en cuenta. Por eso, le pedimos a la sociedad civil su apoyo moral. Juntos podemos lograr mucho mejor la paz. Para eso vamos a México, para que nos apoyen y nos reconozcan.
«Como nos dice el compañero insurgente «Subcomandante Marcos»: Ustedes llegaron primero».

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