MÉXICO, PRIMERO DE ENERO DEL AÑO 2001.
SÉPTIMO ANIVERSARIO DEL ALZAMIENTO ZAPATISTA.
Por mi voz habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Hermanos y hermanas indígenas mexicanos;
Hermanos y hermanas de México y el Mundo:
En este el año siete de la guerra contra el olvido, repetimos lo que somos.
Somos viento, nosotros. No el pecho que nos sopla.
Somos palabra, nosotros. No los labios que nos hablan.
Somos paso, nosotros. No el pie que nos anda.
Somos latido, nosotros. No el corazón que lo pulsa.
Somos puente, nosotros. No los suelos que se unen.
Somos camino, nosotros. No el punto de llegada ni de partida.
Somos lugar, nosotros. No quien lo ocupa.
No existimos nosotros. Sólo somos.
Siete veces somos. Nosotros siete veces
Nosotros, el espejo repetido.
El reflejo, nosotros
La mano que apenas abre la ventana, nosotros
Nosotros, el mundo llamado a la puerta del mañana.
Hermanos y Hermanas:
Siete han sido los reflejos que el antiguo espejo ha sacado en el segundo mil y el vigésimo cien que terminan.
En el primer reflejo fuimos viento de abajo, despertar inesperado. De muy lejos en el tiempo, la memoria se hizo aliento de fuego. Fiera la mirada y duro el paso, volvimos entonces los muertos de siempre, pero ahora para arrancar un lugar en la vida. Con nosotros la montaña puso así rodilla en tierra y sopló nuestra historia por las calles que habitó el verdugo.
Con el reflejo segundo, labios fuimos para la palabra y oído para el corazón del otro. Quieto quedó el fuego y el pecho aprendió a conjugar ensanchando el nosotros. Hecha entonces escudo y espada, la palabra así resistió y volvió inútil la traición.
Con el destello del tercer reflejo acuerdo hicimos con el que mandaba para que los que somos color y sangre de la tierra, con todos un lugar digno tuviéramos. El que mandaba no cumplió su palabra, pero como quiera nosotros nos convertimos en puente para otros mundos. Aprendimos así que la dignidad no es exclusiva de nación alguna y que la bondad tiene muchos rostros y muchas lenguas habla.
Fue en el reflejo cuarto que quienes nos mandan y sustentan tomaron el paso primero. Un mil ciento once veces miró nuestra mirada a la soledad por fin derrotada. Sin embargo, la estupidez que mandaba con sangre quiso tapar tanto mirar. «Acteal» se llama donde no se cerrarán ya los ojos jamás.
El quinto reflejo fue de crecer la resistencia, de hacerla escuela y lección que señalaba. Allá, del lado del que dijo que mandaba, la guerra, la destrucción, la mentira, la intolerancia. Acá, la callada dignidad, el silencio rebelde, el gobierno de los propios.
El reflejo sexto caminó mucho, cinco veces mil, y a todas las tierras de quienes llamamos hermanos. A ellos preguntamos, a ellos escuchamos. Guardamos su palabra para que madurara y, a su tiempo, su tiempo encontrara.
Vino por fin el séptimo y con él cayó lo que ya tambaleante estaba. Vino el otro con muchos rostros y sin cara, con nombre e innominado, y anónimo completo, no el final, pero sí una escala. Quien nunca imagino que sería posible nada sin su tutela, solo se vio y cayó sin que nadie lo lamentara.
Completado el séptimo espejo, los primeros más antiguos nos hablaron en la boca de nuestros últimos muertos. Nos hablaron y nos dijeron que en el siete era el momento para llegarse a la tierra que se crece hacia arriba. Donde tiene su palacio el señor de mucha lengua y oído poco. Donde vive la razón que puede guiar la buena ley. Donde el otro diferente es nuestro igual. Donde luchar es el pan y la sal de cada día.
¿Cómo podrá presentarse este gobierno a los ojos del mundo mientras esta absurda y cruel situación se mantenga? ¿Cómo podrán hablar de «cambio» de «democracia», de «justicia», si mantienen a sus tropas como ejército de ocupación? El Ejército Federal debe salir de Guadalupe Tepeyac no porque sea uno de los requisitos para la reanudación del diálogo, sino porque nadie puede hablar de paz mientras continúa con las acciones guerreristas que se iniciaron en el anterior gobierno.
Faltan también los cuarteles militares de Roberto Barrios, La Garrucha, Cuxulja, Jolnachoj y río Euseba. En Roberto Barrios el ejército no sólo tiene un cuartel. También mantiene día y noche un retén que inhibe el movimiento de los indígenas de la zona, contradiciendo así las declaraciones del señor Fox y la propaganda gubernamental que hablan de que se han suspendido los retenes. La posición militar de Roberto Barrios tiene, al igual que las de La Garrucha, Cuxuljá, Jolnachoj y río Euseba la única intención de amenazar los centros culturales zapatistas que se encuentran cerca de esos lugares. No tienen ningún valor militar táctico, estratégico, propagandístico, social o económico. Su sola función es intimidar. Y eso, como se ha visto, ha sido un fracaso.
Falta la liberación de todos los zapatistas presos. En Chiapas, Tabasco y Querétaro hay personas que no tienen más delito que el de simpatizar con nuestra causa. No puede haber diálogo si para la justicia gubernamental los zapatistas somos delincuentes. Su liberación es parte fundamental del diálogo.
Falta el reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura indígena. La llamada iniciativa de ley Cocopa no es producto de un capricho zapatista. Fue elaborada por senadores y diputados de los cuatro principales partidos políticos con registro: PRI, PAN, PRD y PT. Esta ley recoge en lo fundamental lo acordado en San Andrés, en cuya mesa dialogaron no sólo gobierno federal y EZLN, sino también representantes indígenas de todas las etnias del país, científicos, investigadores, humanistas y expertos en derecho.
Para el diálogo y la paz, en este séptimo aniversario del alzamiento zapatista llamamos a todos los hombres y mujeres honestos de México y del mundo para que, junto con nosotros, exijamos al señor Vicente Fox que retire al Ejército de Guadalupe Tepeyac y puedan así volver a sus casas los indígenas que llevan casi seis años viviendo en el exilio;
Para demandarle que retire definitivamente los cuarteles militares que amenazan los centros culturales indígenas zapatistas en La Realidad, La Garrucha, Roberto Barrios, Moisés Gandhi y Oventik;
Para lograr que sean liberados todos los presos zapatistas que se encuentran en las cárceles de Querétaro, Tabasco y Chiapas. Su libertad será un acto de elemental justicia a nuestros muertos.
Y ya muchos tiempos antes de este 7, escrito quedó:
«Id y ved un nopal salvaje: y allí tranquila veréis un águila que está enhiesta. Allí come, allí se peina las plumas.
Y con eso quedará contento vuestro corazón:
¡Allí está el corazón del Cópil que tú fuiste a arrojar,
allá donde el agua hace giros y más giros!
Pero allí donde vino a caer, y habéis visto entre los
peñascos, en aquella cueva entre cañas y juncos,
del corazón de Cópil ha brotado ese nopal salvaje.
Y allí estaremos:
Allí esperaremos y daremos el encuentro a toda clase de gente»
(Tomado de la poesía náhuatl Fundación de México en 1325)
Hermanos y hermanas:
Hoy se cumplen siete años de la guerra contra el olvido. Hoy, quien manda dice que quiere la paz. Lo mismo dijo quien lo antecedió y no hizo sino tratar de destruir a quienes lo desafiaban sólo viviendo.
Por eso hoy queremos recordar a todos, y a quien es gobierno, que hay muchas injusticias pendientes de remediar.
Como parte de las señales que demandamos para el diálogo, hemos demandado el retiro y cierre de siete posiciones militares. Cada una de ellas significa una afrenta al deseo de paz de la inmensa mayoría de los mexicanos y de centenas de miles de personas de otros países. El retiro del cuartel militar de la comunidad de Amador Hernández fue una buena señal y un primer paso hacia la mesa del diálogo, pero faltan todavía seis posiciones.
Falta Guadalupe Tepeyac. El 10 de febrero de 1995 los habitantes de esta comunidad fueron despojados de todo lo que tenían por tropas del Ejército Federal. Prefiriendo el exilio a servirle a las tropas de ocupación, los pobladores de Guadalupe Tepeyac se fueron a la montaña y en ella viven ahora. Durante 2 mil 149 días, estos indígenas tojolabales se han visto obligados a vivir y morir lejos de su suelo. Producto de la traición zedillista, esta injusticia continúa hoy bajo el régimen del señor Fox.
Para el diálogo y la paz, en este séptimo aniversario de la guerra contra el olvido invitamos a todos para que nos acompañen a la ciudad de México, sede del Poder Legislativo federal, y convenzamos juntos a los diputados y senadores de la justicia que significa el reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura indígenas.
Hermanos y Hermanas:
Durante muchos años, quienes gobierno tomaron y de él se sirvieron, trataron de destruir la sangre primera de estas tierras. Viendo que como quiera abundaba la semilla más primera, se cansaron de pelearnos con sus muertes más terribles, y entonces los grandes señores quisieron matarnos con olvido.
Pero los indígenas resistimos.
Resistimos a la muerte que mata matando.
Resistimos a la muerte que mata olvidando
Resistimos a la muerte
Vivimos.
Aquí estamos
Así está mandado por nuestro más primeros:
Que en el 7 se abra nuestro latido.
Que eco se haga
Y puente
Y camino
Y lugar
Y casa
Para que viva el corazón primero de esta Patria,
Para que nunca más el silencio sea cómplice del crimen,
Para que la palabra no se pierda entre el ruido,
Para que la soledad sea derrotada y no haya fronteras para la esperanza,
Para que los pies de todos tengan el paso digno,
Para que nadie quede sin un lugar para sembrar la memoria,
Para que todos puedan entrar y salir, y las paredes no sean cárcel, sino cobijo,
Para que este país llamado México nunca vuelva a olvidar a quienes por ellos y con ellos es,
Para que quien antes estuvo fuera y perseguido, dentro se esté y con todos, siendo lo que es, pero con todos,
Para que nunca más sea necesario un primero de enero que despierte y devuelva la memoria,
Para que los indígenas mexicanos sean indígenas y sean mexicanos.
Así está mandado por nuestros más primeros. Es ya el 7. El tiempo marca ya el tiempo de los más pequeños.
El tiempo de los indígenas de México.
Hermanos y Hermanas:
Nosotros somos los zapatistas.
No vencemos. Convencemos nosotros.
No somos servidos. Servimos nosotros.
No somos muro. Puente somos.
No somos quien dicta las medidas, somos los más pequeños nosotros.
Hermanos y Hermanas:
El 7 se ha cumplido. Este año nuestro paso se ensancha. Como hace siete años, pero con palabra en vez de fuego, llega otra vez la hora de los indígenas mexicanos. Desde ellos, con ellos y por ellos, hoy volvemos a levantar la bandera de los derechos y la cultura indígenas. Seguiremos luchando por que México nunca más camine en la desmemoria. Por que la Patria no vuelva a ser sinónimo de exclusión. Por que el mañana nos encuentre juntos a todos los diferentes.
¡QUE VIVAN LOS INDÍGENAS MEXICANOS!
¡QUE VIVAN LOS EXCLUIDOS DE TODO EL MUNDO!
¡QUE VIVA EL EJERCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL!
¡QUE VIVAN SIEMPRE NUESTROS MUERTOS!
¡DEMOCRACIA! ¡LIBERTAD! ¡JUSTICIA!
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Venceremos
Comentario de Martin — noviembre 5, 2020 @ 1:54 pm