Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México.
Carta 6.d.
Febrero de 2000.
A: René Villanueva
De: Subcomandante Insurgente Marcos
René, hermano: Por acá nos hemos enterado de que estás enfermo. En estas tierras, cuando uno tiene un pariente (porque vos sos pariente de todos nosotros, los zapatistas) que está enfermo, es costumbre que uno le endilgue todos los remedios posibles (y los imposibles también) para que se cure. Como el estar enfermo es algo común y frecuente en estas montañas, por todos lados van y vienen recetas que abundan en jarabes, té, pociones, pastillas, vapores y, ¡horror!, inyecciones (Lucha, hermana mayor de todos nosotros, incurre en un variado y efectivo repertorio medicinal que pondría a temblar a los monopolios farmacéuticos; de nada, Lucha, pero no olvides mocharte cuando patentes todo eso)
Como vos sos nuestro hermano, no podemos darte cualquier cosa. Mucho menos si esa «cosa» es una inyección, ese sofisticado instrumento de tortura que, a pesar de que estamos por entrar al tercer milenio, no ha sido prohibido por ninguna organización mundial de lo que sea. Acá, por ejemplo, el Olivio ha propuesto que una consigna para la marcha de mujeres zapatistas el próximo 8 de marzo sea «¡Chocolates sí, inyecciones no!». Yo le dije que no rimaba, y él contestó que de por sí las inyecciones no riman con nada y, en cambio, «chocolates» rima con «juguetes» (se va el Olivio a tratar de convencer a la Mar para que ponga su consigna en la marcha de las zapatistas).
No señor, no te podemos dar inyecciones. Claro que tampoco chocolates. No sólo porque el Olivio ya se los zampó, también porque seguro llegan hechos atole. Así que hemos consultado en nuestro libro especial de medicina que se llama Remedios y recuartos, y encontramos algo que, aunque no te cure, es seguro que no te va a poner peor (lo que, en estos tiempos de «medicina moderna», es ya una ventaja): ¡un abrazo! El abrazo te lo mandamos todos y todas. Se puede aplicar a discreción, pero no abuses porque puede provocar adicción, y abrazos como el que te mandamos hay muy pocos.
Sale pues. No te hagas pato, tómate la medicina sin hacer caras y ya cúrate, porque tu ausencia y la de Beatriz en el Correo Ilustrado han provocado que el rating de esa sección esté por los suelos (me cai, ya hice una encuesta muuuuy científica).
Vale. Salud y no olvides que los abrazos deben ser como las miradas: amplios y limpios.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, febrero de 2000.
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