Chiapas: la guerra
II. La máquina del etnocidio
(Carta 5.2)
Noviembre de 1999
«Ya anochecido y por un atajo llegaron al pueblo Ramón Balam y Domingo Canché. Escapaban de la matanza que los blancos hacían entre los indios. Balam había recibido un machetazo en la espalda y sangraba. Jacinto Canek le dijo:
Ya se cumplen las profecías de Nahua Pech, uno de los cinco profetas del tiempo viejo. No se contentarán los blancos con lo suyo, ni con lo que ganaron en la guerra. Querrán también la miseria de nuestra comida y la miseria de nuestra casa. Levantarán su odio contra nosotros y nos obligarán a refugiarnos en los montes y en los lugares apartados. Entonces iremos, como las hormigas, detrás de las alimañas y comeremos cosas malas: raíces, grajos, cuervos, ratas y langostas del viento. Y la podredumbre de esta comida llenará de rencor nuestros corazones y vendrá la guerra.
Los blancos gritaron:
¡Se han sublevado los indios!«.
Canek. Historia y leyenda de un héroe maya. Ermilo Abreu Gómez
Octubre-noviembre de 1999, agencias internacionales de noticias.- La Secretaría de Relaciones Exteriores puso en marcha una campaña de información vía Internet, para dar a conocer el trabajo que realiza el gobierno mexicano para acabar con la pobreza en Chiapas. El texto que se difunde, escrito en español, inglés, francés, italiano y alemán, dice que las autoridades han logrado en Chiapas grandes avances en educación, salud, reparto agrario y desarrollo agrícola. Sin embargo, el documento no menciona la situación del conflicto armado ni la situación de los indígenas desplazados.
A la sociedad civil nacional e internacional:
De: SupMarcos
Señora: En estos días estará circulando un documento elaborado por la Secretaria de Relaciones Exteriores, sobre el estado mexicano de Chiapas, donde se detallan las acciones gubernamentales en materia de educación, salud, reparto agrario y desarrollo agrícola. Con el fin de completar lo que «informa» el gobierno mexicano, el EZLN lanza el siguiente folleto titulado CHIAPAS: LA GUERRA, que puede ser reproducido total o parcialmente, citando fuente o sin citar, y se puede también hacer un avioncito de papel y arrojarlo en la cara del embajador o cónsul mexicano de su preferencia, o clasificar en el rubro de «horrores» en la «H» de «historia». También puede entregarse a alguna alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU a la que le quieran ver la cara de rabasa. Sale y vale:
En sus manos tiene usted el folleto. En la portada se ve la imagen de un mapamundi que, curiosamente, tiene el mismo contorno geográfico del suroriental estado mexicano de Chiapas. Arriba, con letras «bold» o «black» (o como se les diga a las «negritas») y en mayúsculas, se lee CHIAPAS: LA GUERRA.
Abajo del mapamundi «chiapanizado», en letras más pequeñas se dice: «¿Así son las últimas guerras del siglo XX? ¿O así serán las guerras del siglo XXI?».
En la parte de atrás, o sea en la contraportada, la imagen es un pasamontañas, en el hueco donde debieran estar los ojos hay un espejo. Abajo se lee: «Se permite, es más, se exige la reproducción total o parcial de lo que habla este folleto y, sobre todo, de lo que calla».
En la primera de forros están algunos datos:
País: México
Superficie: 1,967,183 km. cuadrados
Población: 91,800,000 (1994)
Población Indígena: 10 millones (las cifras oficiales hablan de poco más de 5 millones)
Estado: Chiapas
Superficie: 74,211 kilómetros cuadrados
Población: 3,607,128
Población indígena: Más de un millón de personas (el gobierno sólo menciona a 706 mil).
La primera página empieza, sin anestesia, declarando que: Para encontrar «México» en un mapa moderno debe usted apurarse, porque los gobernantes actuales se han empeñado en destruirlo y, si tienen éxito, pronto no aparecerá más en los mapamundis. Localice primero el continente americano. Bien, ahora ubique lo que se llama «norteamérica». Ahora, eso que aparece al sur de los estados norteamericanos de Texas, Arizona, Colorado y California, no es (todavía) una más de las estrellas en la bandera estadunidense. Observe con atención ese pedazo del continente cuyo costado occidental es acariciado por el Océano Pacífico, previa cuchillada que le dejó la península de Baja California como solitario y diestro brazo, y cuyo vientre se adelgaza para darle un lugar privilegiado al Océano Atlántico (protegido por el pulgar de la península de Yucatán). ¿Qué le parece? Sí, tiene usted razón, su figura es la de una mano que espera. Bien, ése es México. ¡Uff!, es bueno saber que aún está ahí.
Ahora anote usted los datos que aparecen en la primera de forros. Conforme avance en la lectura de este folleto, el número de la población indígena en Chiapas irá disminuyendo. El gobierno mexicano lleva adelante una guerra cuyo primer paso contempla la eliminación de casi medio millón de indígenas (precisamente los «faltantes» en su censo, que son los indígenas que habitan en la llamada «zona del conflicto»).
Fuentes gubernamentales estiman en cuando menos 450 mil el número de indígenas que son zapatistas o simpatizan con la causa del EZLN, ergo, son «zapatistas potenciales», es decir, «eliminables».
Con balas, bombas, granadas, paramilitares, esterilización forzada, secuestro y tráfico de infantes, deterioro del medio ambiente, asfixia cultural, y, sobre todo, con olvido, los indígenas mexicanos son aniquilados en una guerra cuya intensidad en los medios de comunicación sube y baja, pero es constante e inexorable en la cuota de muerte y destrucción que cobra en la realidad chiapaneca.
Bueno, ahora concéntrese usted en la esquina suroriental del mapa de México. Esa zona morena y llena de montañas es Chiapas. Sí «Chiapas» y no «Chapas», como lo pronuncia Zedillo. ¿Quién? ¿Zedillo? ¡Ah! Es el que está al frente del grupo que gobierna México. Bueno, no al frente, más bien atrás. No, quiero decir, a un lado. No, es mejor decir que está debajo de. En fin, algunos lo llaman «el presidente de México» pero en este país nadie toma en serio esa afirmación. Bueno, no nos distraigamos. Tome usted un lápiz de color rojo y coloreé esa esquina, la última, de México. ¿Por qué de rojo? Bueno, quiere decir varias cosas: «lucha», «conflicto», «alerta», «peligro», «emergencia», «sangre», «lucha», «resistencia», «deténgase», «guerra». Chiapas quiere decir todo eso, pero ahora sólo tomaremos el rojo como «guerra».
Sí, hay aquí una guerra. Sí, soldados, aviones, helicópteros, tanques, ametralladoras, bombas, heridos, muertos, destrucción. ¿Las partes confrontadas? Bueno, por un lado está el gobierno mexicano; por el otro están los indígenas. Sí, el gobierno contra los pueblos indios. ¿Qué? No, no le estoy hablando de algo que pasó, es algo que ocurre actualmente. Sí, en este fin del siglo XX y cuando ya desempaca su equipaje de incertidumbres el siglo XXI, el gobierno mexicano le hace la guerra a los habitantes más primeros de este país, los indígenas.
¿Qué dice usted? ¿Qué el gobierno de México dice que no es una guerra sino un «conflicto»? Bueno, veamos algunos datos que pueden ser comprobados «in situ», con el simple método de la observación, viendo y escuchando. El problema es que, para el gobierno mexicano, las acciones denotadas por los verbos «ver» y «escuchar» están tipificadas como delitos. Cualquier ciudadano mexicano o de cualesquiera de los países de los 5 continentes debe ser mudo y ciego, so pena de cárcel, expulsión, amenaza, desaparición o muerte.
Pero supongamos que usted no quiere arriesgarse a ser encarcelado, perseguido, amenazado o desaparecido si es mexicano, o, si usted es de otra nacionalidad, amenazado, hostigado y expulsado de nuestro país por autoridades gubernamentales que odian a los que vienen a comprobar «in situ» las informaciones periodísticas. ¿Qué hacer? Bien, para eso está este folleto, en él le diremos sólo lo que es comprobable a simple vista, y no lo que requiere de una investigación a fondo y «contactos» muy arriba en el gobierno… norteamericano. Como aval moral de esta información, le diremos que nosotros nunca le hemos mentido y no tenemos por qué hacerlo ahora. Pero aún así usted tiene el pleno derecho de dudar, así que puede usted recurrir a la prensa internacional y nacional, o arriesgarse a visitar las tierras indias del sureste mexicano. Verá usted que no hay duda de que bajo estos cielos se libra una guerra, y que esta guerra es contra los pueblos indios.
Bueno. Primer dato de guerra: la presencia de un número extraordinariamente alto de fuerzas armadas gubernamentales.
Según la cifra oficial, son 30 mil los elementos del Ejército Mexicano destacamentados en Chiapas. Cálculos no oficiales aseguran que son cerca de 70 mil. Por la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el 1o. de enero de 1994, el gobierno federal envió, en la primera semana de enero, a la zona de conflicto a cerca de diez mil soldados del Ejército Mexicano; 200 vehículos (jeeps artillados y tanquetas, entre otros) y 40 helicópteros. Pero en diez días de conflicto el número de efectivos se incrementó a 17 mil. En ese mismo año, el gobierno federal restringió el conflicto armado a cuatro municipios: San Cristóbal de las Casas, las Margaritas, Ocosingo y Altamirano. Y luego se extendió, en 1999 el Ejército Mexicano amplió su radio de acción a 66 de los 111 municipios de Chiapas. Sí más de la mitad de los municipios chiapanecos viven en situación de guerra. En ellos la autoridad máxima es la castrense.
Para la guerra en el sureste mexicano, el Ejército federal está organizado en la séptima Región Militar, que cuenta con 5 zonas militares: la 30 con sede en Villahermosa, la 31 en Rancho Nuevo, la 36 en Tapachula, la 38 en Tenosique, y la 39 en Ocosingo. Además cuenta con las siguientes bases aéreas militares: Tuxtla Gutiérrez, Ciudad Pemex, Copalar.
Oficialmente la fuerza principal del Ejército federal, la llamada Fuerza de Tarea Arcoiris cuenta con 11 agrupamientos: San Quintín, Nuevo Momón, Altamirano, Las Tacitas, El Limar, Guadalupe Tepeyac, Monte Líbano, Ocosingo, Chanal, Bochil y Amatitlán.
Pero basta un vistazo a vuelo de pájaro para darse cuenta de que esto es falso. Existen grandes guarniciones militares cuando menos en los siguientes lugares:
Zona Selva: San Caralampio, Calvario, Laguna Suspiro, Taniperla, Cintalapa, Monte Líbano, Laguna Ocotalito, Santo Tomás, La Trinidad, Jordán, Península, Ibarra, Sultana, Patiwitz, Garrucha, Zaquilá, San Pedro Betania, Yulomax, Florida, Ucuxil, Temó, Toniná, Chilón, Cuxuljá, Altamirano, Rancho Mosil, Rancho Nuevo, Chanal, Oxchuc, Rancho el Banco, Teopisca, Comitán, Las Margaritas, Río Corozal, Santo Tomás, Guadalupe Tepeyac, Vicente Guerrero, Francisco Villa, El Edén, Nuevo Momón, Maravilla Tenejapa, San Vicente, Rizo de Oro, La Sanbra, Flor de Café, Amador Hernández, Soledad, San Quintín, Amatitlán, Río Euseba.
Zona Altos: Chenalhó, Las Limas, Yacteclum, La Libertad, Yaxmel, Puebla, Tanquinucum, Xoyeb, Majomut, Majum, Pepentik, Los Chorros, Acteal, Pextil, Zacalucum, Xumich, Canonal, Tzanen Bolom, Chimix, Quextik, Bajoventik, Pantelhó, Zitalá, Tenejapa, San Andrés, Santiago El Pinar, Jolnachoj, El Bosque, Bochil, San Cayetano, Los Plátanos, Caté, Simojovel, Nicolás Ruiz, Amatengango del Valle, Venustiano Carranza.
Zona Norte: Huitiupán, Sabanilla, Paraíso, Los Moyos, Quintana Roo, Los Naranjos, Jesús Carranza, Tila, E. Zapata, Limar, Tumbalá, Hidalgo Joexil, Yajalón, Salto de Agua, Palenque, Chancalá, Roberto Barrios, Playas de Catazajá, Boca Lacantún.
Esto sólo en la llamada «zona de conflicto». Para cumplir con la cifra oficial de 30 mil soldados en Chiapas, estas guarniciones deberían de tener un promedio de 300 soldados, cosa que es evidentemente falsa. Las guarniciones pequeñas tienen, en promedio, ese número. Pero los grandes cuarteles superan con mucho 10 veces esa cantidad. Los grandes cuarteles de Rancho Nuevo, Ocosingo, Comitán, Guadalupe Tepeyac y San Quintín cuentan entre 3 mil y 5 mil efectivos cada uno.
Según organizaciones indígenas y sociales de Chiapas (distintas y distantes al EZLN), el Ejército Mexicano tiene actualmente en Chiapas 266 posiciones militares, lo que significa un considerable incremento respecto a los 76 puestos que tenía en 1995. En una carta dirigida a Ernesto Zedillo y al secretario de la Defensa Nacional, Enrique Cervantes Aguirre, las agrupaciones con presencia en las cañadas de la selva de Chiapas, manifestaron que tan sólo en los municipios de Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas, La Independencia y La Trinitaria se encuentran destacamentados 37 mil soldados.
En esos cinco municipios, agregan, la población no llega a los 300 mil, lo que significa que hay un soldado por cada nueve habitantes. Por eso, señalan en el documento, «el retiro del Ejercito Mexicano de nuestras comunidades constituye la principal demanda de los pueblos indígenas de Chiapas; y no responde a intereses de unos cuantos».
Además de las fuerzas «regulares» encuadradas en las zonas militares del Ejército y fuerza aérea en Chiapas, el gobierno cuenta con 51 Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales (GAFE), de los cuales cuando menos cinco están en Chiapas: uno en El Sabino, otro en Copalar, otros en Terán, Tapachula, y Toniná. Para entrenamiento de estos GAFE Estados Unidos destinó 28 millones de dólares en 1997 y 20 millones en 1998. En 97-98 unos 2 mil 500 militares se entrenaron en Fort Bragg, North Carolina, y Fort Benning, Georgia, Estados Unidos.
También en Chiapas, un cuerpo de Infantería de Defensas Rurales, 6 batallones de infantería, 2 regimientos de caballería motorizada, 3 grupos de morteros y 3 compañías no encuadradas. Además de 12 compañías de Infantería no encuadradas en Salto de Agua, Altamirano, Tenejapa y Boca Lacantún.
El promedio de tropa por compañía es de 145 a 160 soldados, y el de un batallón de 500 a 600 aproximadamente.
Paramilitares. Cuando menos 7 grupos de paramilitares: Máscara Roja, Paz y Justicia, Mira, Chinchulines, Degolladores, Puñales, Albores de Chiapas. El responsable de su activación en 1995 fue el general Mario Renán Castillo, entrenado en Fort Bragg, Carolina del Norte, EU, y en ese entonces jefe de la séptima Región Militar. El equipamiento para esta guerra es sorprendente (sólo manejamos las cifras que son públicas).
Compras en 1994. Cuatro helicópteros S70A Blackhawk de la empresa Sikorsky. Otras empresas Bell, MacDonell-Douglas; 7,573 rifles lanzagranadas, 18 lanzagranadas M203P1 de 40 milímetros, 500 rifles de francotirador, 473 mil ítems de campaña, 14 mil sleeping bags, 660 mil raciones, 120 mil cinturones con funda de pistola, 608 apuntadores láser y 208 equipos de visión nocturna, 500 armas antitanque belgas, 856 lanzagranadas automáticos HK19, 192 ametralladoras M2HB. También usan RPG-7 y armas similares al B-300.
En 1996 el Congreso norteamericano autorizó la venta a México de 146,617,738 dólares. Diez millones en refacciones para aeronaves, seis millones de cartuchos, millón y medio de dólares en herbicidas, 378 lanzagranadas, 3 helicópteros MD-500, máscaras antigás, más de 61 mil dólares en productos químicoantipersonales.
En 1997, 10 mil pistolas mil 080 rifles AR-15, 3 mil 193 M-16, y refacciones para tanques y vehículos artillados. En 1999 se tienen previstas compras por, cuando menos, 62 millones de dólares. (Los datos están tomados de Las Fuerzas armadas mexicanas a fin de milenio. Los militares en la coyuntura actual«. López y Rivas, Gilberto; Sierra Guzmán, Jorge Luis; Enríquez del Valle, Alberto; Grupo Parlamentario del PRD, Cámara de Diputados 57 Legislatura).
La Fuerza Aérea Mexicana, según un informe de la Secretaría de la Defensa Nacional, durante los cinco años del sexenio de Ernesto Zedillo, ha incrementado sus operaciones aéreas en 37% con respecto al sexenio anterior. Ahora se realizan hasta 110 operaciones diarias (contra 87 en el sexenio pasado). Desde 1995, la dotación de aviones y helicópteros creció 62%. Al inicio de la administración de Zedillo se contaban con 246 aeronaves, ahora hay 398 (sin contar los 74 helicópteros Huey que se regresaron a EU -con datos del Boletín de la Fuerza Aérea Mexicana y El Universal)
Cada 29 días tienen un accidente, un accidente fatal cada 105 días y se pierde una aeronave militar cada 86 días. Cada 26 días tienen «incidentes» que se pueden tipificar dentro de lo que se llama «presión de guerra» (war stress). Los «incidentes» tendrán un incremento superior a 43% con respecto al sexenio anterior.
Los proveedores de las máquinas aéreas de muerte para México son Estados Unidos, Suiza y Rusia (con datos de la publicación Airpower Journal Internacional, con datos del teniente coronel Luis F. Fuentes, de la Fuerza Aérea de Estados Unidos). Con su apoyo se han armado cinco escuadrones de contrainsurgencia. Uno de los escuadrones de contrainsurgencia (cuenta con cinco helicópteros Bell 205A-1, cinco Bell 206 JetRanger y 15 Bell 212) está destinado a Chiapas y sus 25 helicópteros están artillados. En el rubro de aviones de reconocimiento, de los dos escuadrones de aerofotogrametría (para el levantamiento de planos) con 10 Rockwell 500S Commander que existen, cuando menos cuatro aviones operan sobre la «zona de conflicto»; y de la unidad de búsqueda y rescate, que cuenta con nueve aeronaves IAI-201 Arava, cuando menos dos están destinadas a la aéreovigilancia del territorio rebelde.
Con respecto a los helicópteros, son de notar las nuevas adquisiciones de unidades de fabricación rusa, y el total de aparatos: 12 Mi-8, 4 Mi-17, cuatro Bell 206, 15 Bell 212, tres aerospatiale Sa-330 Puma y dos Bell UH-60 Black Hawk.
La FAM (Fuerza Aérea mexicana) utiliza al Lockheed AT-33 como nave de combate, porque están dotados de una variedad de armamentos, como ametralladoras Browning M-3 calibre .50 en la trompa, así como dos puntos bajo las alas para soportar cargas de bombas de 500 libras y/o lanzacohetes. Según la versión oficial, la FAM no los utilizó en el conflicto de Chiapas (La Jornada).
La realidad es otra. Existen videos tomados los días 5 y 6 de enero de 1994, donde aviones Lockheed AT-33 bombardeaban los alrededores de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Estos videos fueron tomados por Amnistía Internacional, e incluyen fotos de esquirlas y pedacería de las bombas o «rockets» («Chiapas: 1984», doctor Steven Czitrom, México, 1999).
Por si fuera poco, un grupo de 17 observadores extranjeros, encabezados por la organización estadunidense Global Exchange, denunció la existencia de trampas cazabobos que construyen los militares, como parte de una guerra de baja intensidad en contra del EZLN. Explicó que estas trampas consisten en hoyos cavados en el piso, los cuales son tapados con hojas y tienen al fondo estacas de unos 40 centímetros de largo. Agregó que las trampas fueron descubiertas en las cercanías de la comunidad de Amador Hernández. Por otra parte, los observadores dijeron que el armamento que le proporciona Estados Unidos a México, no se utiliza para el combate al narcotráfico sino para la guerra en contra de los pueblos indígenas.
Después de leer, en un pequeño recuadro: México, rehusó en 1993-1995 la ayuda de EU, pero en 96-97 aceptó 7 millones de dólares de parte del Pentágono para entrenamiento y equipamiento (Nacla, vol. 32 # 3 nov-dic de 98), usted cambia de página y se encuentra con el siguiente subtítulo:
EL OTRO NEGOCIO DE LA GUERRA
Todo este gigantesco aparato militar tiene su razón de ser. Aunque el gobierno insiste inútilmente que se trata de una fuerza de «contención» frente a los rebeldes zapatistas, la verdad es que es un contingente de guerra. Una guerra que tiene como objetivo la destrucción de los pueblos indios rebeldes primeramente, y después de todos los demás indígenas. No se trata sólo de una eliminación física, sino más bien de una eliminación en tanto que cultura diferente. Lo que se persigue es destruir, aniquilar todo referente indígena de estos pueblos. El delito es cuádruple: existen (y en el neoliberalismo la existencia de la diferencia es un delito), no responden a las leyes del mercado (no tienen tarjetas de crédito, no conciben la tierra como una mercancía), habitan sobre un territorio pleno de riquezas naturales (véase la carta 5.1 Chiapas: la guerra. Entre el satélite y el microscopio, la mirada del otro, exposición del CCRI-CG del EZLN ante la CCIODH (Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos) el 22 de noviembre de 1999. De próxima publicación internacional), y son rebeldes.
No nos extenderemos más en este aspecto, puesto que este folleto sólo pretende mostrar la evidencia de un dispositivo militar guerrero y una guerra en acción en las montañas indígenas del sureste mexicano. Le hemos mencionado antes que existen en Chiapas cuando menos 266 posiciones militares. Ahora cuente usted por cada cuartel o guarnición, un burdel y al menos tres expendios de bebidas alcohólicas; 266 nuevos prostíbulos y cuando menos 798 cantinas. Los administradores de estos prostíbulos y cantinas son los generales. Están coludidos con los polleros para traficar con mujeres procedentes de Centroamérica, cuyo estatus de ilegalidad impide que tengan la mínima defensa ante sus patrones castrenses.
Además de la proliferación de enfermedades venéreas, la llegada de la prostitución importada ha hecho florecer la local. Es común que en las comunidades indígenas afines al PRI, las mujeres se conviertan en prostitutas que laboran en los cuarteles que ocupan sus terrenos. La entrada de alcohol ha incrementado la violencia intrafamiliar, y crece el número de mujeres y niños golpeados por varones borrachos. Además de que, al posicionarse sus unidades, el Ejército invade terrenos ejidales (y viola la ley que dice defender), y de que el poder de facto de los soldados encuentra cómplices dóciles en las presidencias municipales, en el gobierno del Estado y en la prensa local, el tráfico de seres humanos llega a su máximo horror: el tráfico de infantes.
En el hospital del viejo Guadalupe Tepeyac, la doctora María de la Luz Cisneros, se dedica a proporcionarle al general al mando de la guarnición local, los recién nacidos que roba. Juntos colaboran con una red de traficantes de niños. El procedimiento es muy sencillo: una mujer indígena llega a parir a este hospital. Da a luz y la mencionada doctora le exige a la mujer que presente su identificación porque sin ella no le puede entregar el niño, atemoriza a la mujer y consigue que se retire sin el niño. Otras veces la doctora comunica a la mujer que el niño nació muerto y que no le van a entregar el cadáver porque «no tiene papeles». Los niños robados, con la colaboración del general al mando del cuartel del viejo Guadalupe Tepeyac, son enviados a un lugar desconocido. ¿Cuánto vale un niño o una niña indígena probablemente zapatista? ¿Cuánto valen sus órganos si se venden «por partes»? Estas preguntas sólo las pueden responder la doctora Cisneros y el cómplice con grado de general.
Al tráfico de mujeres y de niños (o de partes de niños), los altos mandos militares destacamentados para contener a los zapatistas, tienen un gran negocio en el narcotráfico. Hasta febrero de 1995, cuando los zapatistas tenían el control total del territorio de la «zona de conflicto», los narcotraficantes se vieron impedidos de usar la selva Lacandona como «trampolín» hacia los Estados Unidos; y la siembra, el tráfico y el consumo de estupefacientes en ese territorio se redujo a cero. Pero cuando el Ejército «recuperó la soberanía nacional», los grandes capos de México y Sudamérica encontraron la comprensión de los generales y, además de que proliferan desde entonces los plantíos de mariguana y amapola, operan a su máxima capacidad las aeropistas bajo control militar. El narco internacional cuenta así con un territorio donde sólo sus socios, los militares, pueden entrar. La tajada que los generales llevan en esta operación no es pequeña.
No sólo los militares tienen negocios gracias a esta guerra vergonzante. Los gobiernos federal y estatal también se enriquecen con la militarización. La gran inversión en viviendas para soldados y cuarteles tiene un beneficiario oculto, el hermano del señor Ernesto Zedillo Ponce de León. Nombre: Rodolfo Zedillo Ponce de León (datos de Debate Sur-Sureste número 2, marzo de 1999) que es dueño de la constructora que levanta complejos habitacionales, centros de tortura, almacenes y puestos de mando del Ejército federal en Chiapas. El padre del señor Ernesto Zedillo se encarga de las instalaciones eléctricas de estos cuarteles mediante su empresa Sistemas Eléctricos SA de CV.
¿Cómo detener la militarización si eso significaría que la familia de Zedillo perdería una importante fuente de ingresos? con sangre indígena se alimenta el «bienestar de la familia» de Ernesto Zedillo Ponce de León.
El croquetas Albores no se queda atrás. Según denuncia del diputado local del PAN, Cal y Mayor, el producto («desayunos escolares» les llaman) que el DIF-Chiapas reparte a 675 mil niños está elaborado con «pasta de soya forrajera» y necesita aditivos como «metabisulfito de sodio y azufre para poder texturizar». La empresa Abasto global SA de CV es la que distribuye y es propiedad de Albores Guillén a través de prestanombres. El gobierno del estado paga 1.56 pesos por cada desayuno a esta empresa que se creó el 17 de febrero de 1998 para «la compra-venta y representación comercial de productos agrícolas, agropecuarios e industriales».
Si usted no está asqueado al llegar a este punto, entonces de la vuelta a la página y entérese de lo siguiente.
LOS PARAMILITARES
En la Cámara de Diputados, el procurador Jorge Madrazo Cuéllar reconoció que en Chiapas actúan 15 organizaciones civiles «probablemente armadas»: los Chinchulines, Paz y Justicia, Abu-Xú, Guardián de mi Hermano. Tomás Múnzer, MIRA, Tzaes, Guaches, Pates, Botex, Xoxepes, Xiles y Los Mecos, todos ellos del municipio de Pantelhó, además de las organizaciones Bartolomé de los Llanos, Fuerzas Armadas del Pueblo, Casa del Pueblo, OCEZ-CNPA, Primera Fuerza y Máscara Roja. Salvo referencias de prensa, no existen ningún otro tipo de pruebas o evidencias respecto de los grupos denominados MIRA, Tomás Múnzer, Primera Fuerza y Máscara Roja.
La historia de los paramilitares en Chiapas se remonta a 1995. Cuando fracasó la ofensiva del Ejército federal en febrero de ese año, y visto el desprestigio que trajo a las fuerzas gubernamentales, Zedillo optó por activar diversos grupos paramilitares. El encargado fue el general Mario Renán Castillo, que había ya traducido del inglés el manual norteamericano que recomienda el uso de civiles para combatir a fuerzas insurgentes. Destacado alumno de la escuela estadunidense de contrainsurgencia, Renán Castillo se dedicó a seleccionar a un grupo de militares para la capacitación, dirección y equipamiento. El dinero lo puso la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), y los «soldados» el PRI chiapaneco.
Paz y Justicia fue el nombre ideado por estos militares para el primero de estos grupos. Su área de operación es el norte del estado de Chiapas y su impunidad llega a tal punto que controlan el tránsito en ese territorio. Nada ni nadie entra o sale en esa zona sin la «autorización» de Paz y Justicia. Los «méritos en combate» de estos paramilitares no son pocos. Cuando menos un atentado de muerte en contra de los obispos Samuel Ruiz García y Raúl Vera López, decenas de indígenas asesinados, decenas de mujeres violadas, y miles de desplazados. Pero los «logros» de Paz y Justicia palidecen ante su hermano menor: Máscara Roja. Preparado y entrenado para operar en Los Altos de Chiapas, Máscara Roja tiene la medalla de la matanza de Acteal, el 22 de diciembre de 1997. En esa «acción», los paramilitares hicieron palidecer a los kaibiles guatemaltecos. El accionar de Máscara Roja ha provocado la existencia de casi 8 mil desplazados de guerra tan sólo en Chenalhó.
El éxito de Paz y Justicia y de Máscara Roja, alentó al Ejército para armar otro grupo, ahora asignado a la selva Lacandona: el Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista (MIRA). El MIRA no ha tenido más éxitos militares que el asesinato de algunos indígenas, y su principal función es prestarse a los teatros de «desertores zapatistas» que cada tanto monta el croquetas Albores Guillén. El croquetas no quiso quedarse atrás y fundó el grupo paramilitar Albores de Chiapas, que tiene características muy versátiles: lo mismo acarrean indígenas a las movilizaciones de «apoyo al gobernador Albores», desalojan campesinos, o ejecutan sumariamente a los señalados por la pezuña que habita el palacio de gobierno en Tuxtla Gutiérrez.
La acción de militares y paramilitares necesita el «acompañamiento» de otras fuerzas. Así que pase usted a la siguiente sección y lea…
LOS OTROS PERSEGUIDOS
El quehacer de militares y paramilitares es complementado por los caciques locales. En Tuxtla Gutiérrez, empresarios priístas chiapanecos, presentaron ante el sustituto Albores, la llamada Fundación Social para Chiapas, AC. El empresario gasolinero, Constantino Narváez Rincón, es el presidente de la fundación, y la coordinadora de campaña de recolección en María Elena Noriega Malo. Esta fundación pretende recabar un fondo de 200 millones de pesos, entre el gobierno del estado de Chiapas, empresarios del estado y del país, para dar atención integral en nutrición, educación y salud a los habitantes de 134 comunidades de alta marginación pertenecientes a los siete municipios de reciente creación. Los empresarios agregaron que tienen experiencias en campañas similares de otros países. El proyecto de la presunta organización independiente avala el programa oficial de Remunicipalización y la Ley sobre Derechos y Cultura Indígena propuesta por el sustituto, el croquetas Albores Guillén.
Sin embargo, en su artículo de Lourdes Galaz, titulado Netwar contra el EZLN, publicado en el diario La Jornada, el 29 de agosto, se indica que los objetivos de la fundación son desprendidos del proyecto The Advent of Netwar (1996), creado por los analistas del Instituto de Investigaciones para la Defensa Nacional, de Santa Mónica, California en Estados Unidos, John Arquila y David Rondfeldt.
Señala el artículo que en algunos círculos políticos y académicos, advierten que ya habría una definición del gobierno zedillista para enfrentar el problema de la guerrilla zapatista en Chiapas. La estrategia de la guerra de redes está enfocada a analizar y contener, aislar, desestructurar e inmovilizar las redes sociales, así como las del narcotráfico, de terroristas y de grupos delincuentes. Según esto, la estrategia debe enfocarse no sólo en al EZLN, sino a todas las organizaciones, frentes e individuos que forman parte de la amplia red de apoyo al zapatismo.
Los analistas recomiendan que deben imponerse todo tipo de acciones y tácticas que van desde las clásicas de corte contrainsurgente (hostigamiento, amenazas, acciones psicológicas, secuestros, ataques de grupos paramilitares, ejecuciones individuales, etcétera) hasta campañas de desinformación, espionaje, creación de ONG financiadas por el gobierno para contraponerlas a las independientes (vinculadas con la red), entre otras.
Como resultado, los más vigilados en esta guerra que se niega a decir su nombre, no son los delincuentes que pululan sobre todo en el palacio de gobierno. Los más vigilados y acechados son los defensores de derechos humanos. Personas que trabajan en ONG chiapanecas, en la Academia Mexicana de Derechos Humanos, en la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, AC, en el Centro Mexicano de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, y, en general, quienes forman parte de la red Todos los derechos para todos, son blanco de vigilancia, hostigamientos y amenazas de muerte.
El hecho de que los defensores de los derechos humanos sean considerados como objetivo militar en esta guerra no es gratuito. Para el gobierno mexicano, el riesgo de esta guerra no es la muerte y la destrucción que provoca, sino que se conozca. Y este es problema con los defensores de los derechos humanos: no se quedan callados frente a las injusticias y arbitrariedades. Pero si para los defensores mexicanos de los derechos humanos hay amenazas, persecución y hostigamiento, para los observadores internacionales hay mentiras. El Ejército Mexicano, cuya maquinaria de guerra en Chiapas es evidente, se esfuerza, inútilmente, en mostrarse ante la opinión pública como un «trabajador social». Las siguientes son «perlas» capturadas por un excelente servicio alternativo de noticias: Nuevo Amanecer Press Europa, Darrin Wood, director. dwood@encomix.es.
Séptima región militar, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 11 de Septiembre de 1999.
«En el marco de la coadyuvancia con el gobierno del estado de Chiapas, las tropas destacamentadas en la séptima Región Militar llevaron a cabo el día de ayer las siguientes actividades: ocho cortes de pelo…» (comunicado de la Sedena).
Séptima región militar, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 12 de septiembre de 1999
«Como parte de las actividades que desarrollan las tropas de la séptima región militar para garantizar el bienestar y la seguridad en diferentes comunidades del estado de Chiapas, el día de ayer se llevaron a cabo las siguientes actividades: seis cortes de pelo…» (comunicado de la Sedena).
Séptima región militar, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 22 de septiembre de 1999.
«Al continuar con el desarrollo de actividades para garantizar la seguridad y proporcionar bienestar a las comunidades del estado de Chiapas el día de ayer se efectuaron las siguientes acciones: seis cortes de pelo…» (comunicado de la Sedena).
Séptima región militar, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 23 de septiembre de 1999.
«Las tropas destacamentadas en la séptima región militar continúan apoyando al gobierno del estado de Chiapas realizando actividades de labor social en auxilio de la población civil en diversas zonas del estado, llevando a cabo las siguientes actividades: cinco cortes de pelo…» (comunicado de la Sedena).
Séptima región militar, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 24 de septiembre de 1999.
«En el marco del auxilio a la población civil y el apoyo que se brinda al gobierno del estado de Chiapas, las tropas de la séptima región militar, llevaron a cabo en diferentes zonas del estado el día de ayer las siguientes actividades: siete cortes de pelo…» (comunicado de la Sedena).
¡Sí, leyó usted bien!, en cinco días los más de 60 mil soldados acuartelados en Chiapas hicieron la labor social de … ¡32 cortes de pelo! Sí, tiene usted razón, son los cortes de pelo más caros y más sangrientos de la historia de la humanidad.
Con esta «humanitaria» imagen del Ejército en Chiapas se termina este folleto. Si usted es una alta comisionada de la ONU y está de visita en nuestro país, no se sorprenda; que nada de esto coincida con el lamentable tinglado que el gobierno mexicano ha montado. Resulta que la mentira es también un arma. Ya se verá si usted se rinde o, como enseñan los indígenas de acá, resiste a la mentira.
Todo lo que le he referido es cierto. Puede ser comprobado directamente o consultado en reportes periodísticos. Aún no refleja la totalidad del horror que esta guerra significa. Pero lo sorprendente no es esta gigantesca máquina de guerra destruyendo, asesinando y persiguiendo a más de un millón de indígenas. No, lo realmente extraordinario y maravilloso, es que es y será inútil. A pesar de ella, los zapatistas no sólo no se rinden ni son derrotados, además crecen y se hacen más fuertes. Según cuentan por estas montañas, los zapatistas tienen un arma secreta muy poderosa e indestructible: la palabra.
Bueno, ya me despido señora. Así están las cosas por acá. No importa lo que le digan, le cuenten o le muestren los siniestros personajes que pululan en las secretarías de Estado, en las embajadas y en los consulados, esta es la verdad. Pero si no me cree, venga a comprobarlo usted personalmente. Sabrá que ha llegado si mira hacia los de arriba y se da cuenta de que abundan los tanques, los retenes militares, los interrogatorios policiacos de los agentes de migración, los cuarteles, los puestos de bebidas alcohólicas, los burdeles, la mentira.
No olvide mirar también hacia los de abajo, ahí se dará cuenta de que la luz puede ser también morena y bajita, que hay quien debe ocultar el rostro para ser mirado y que debe esconderse para mostrarse.
Pero si cualquiera de estos datos no le confirman que ha llegado, porque ciertamente son muchos los rincones de la historia que así pintan arriba y abajo, hemos pensado en facilitarle su visita. A la entrada, verá usted un letrero no muy grande, con letras de colores y torpe trazo que dice: Bienvenidos a Territorio Zapatista, último rincón de la dignidad rebelde. Y no crea que decimos eso de «último rincón» en el sentido de histórico o de consecuencia, porque ciertamente son muchos los rincones que el mundo guarda para su rebelde dignidad y son todos ellos consecuentes. Cuando decimos que somos el «último rincón» queremos decir sólo que somos los más pequeños…
Vale. Salud y, si viene, lo esperamos, aun cuando ya no estemos. Ande con cautela porque es muy sencillo llegar a estas tierras, lo difícil es irse.
Desde las montañas del sureste mexicano.
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Subcomandante Insurgente Marcos
La Realidad en Guerra. México, Noviembre de 1999.
P.D. QUE ADVIERTE: ¡Ah!, se me olvidaba. Tenga usted mucho cuidado cuando llegue a suelos rebeldes. Resulta que, desde el 1º. de enero de 1994, acá se declaró la abolición de la ley de gravedad y es común que, en algunas madrugadas, la luna se desnude y se muestre como lo que es realmente, es decir, una de las manzanas que desafió a Newton…
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