Carta 3 bis bis
Para: Miguel Ángel Granados Chapa. Periódico «Reforma. Corazón de México».
Maestro:
Para saludarlo y comentar su columna, «Plaza Pública», del día 30 de septiembre de 1999, con el título de «Zapatismo en la UNAM». He tratado de calcular las cuartillas que toma llenar su «Plaza Pública» y no extenderme más de lo que me permita suplicarle que, puesto que de un debate se trata, ponga en su espacio estas líneas. No sé cuántas cuartillas (¿2? ¿3?), así que trataré de ser lo más breve posible:
Como se aprecia en la carta 3 bis, he respondido a los doctores Villoro y López Austin (y no sólo a ellos). Lo que no ha ocurrido es que surja una nueva posición del EZLN respecto al conflicto de la UNAM. Seguimos sosteniendo el mismo apoyo al movimiento estudiantil universitario y seguimos manteniendo la misma actitud crítica frente a «los ocho». Pero sobre este punto quisiera extenderme más. Usted escribe: «Si a su vez es congruente con su crítica a los procedimientos autoritarios de los ultras, el Subcomandante Marcos puede controlar el daño a su propia causa y, aunque no le importe, hacer un servicio a la Universidad si propicia la atención desprejuiciada en el CGH, donde su voz es oída, a la propuesta de los eméritos, en vez de descalificarla», (las negritas son mías).
Si nosotros (porque cuando escribe el SubMarcos lo hace el EZLN) hiciéramos lo que usted señala entonces no seríamos más lo que somos. No entra dentro de nuestra ética política el cambiar los principios por conveniencia. Si nuestra posición de apoyo a los estudiantes en huelga significa que se abra una brecha (para usar la imagen que usted usa) entre nosotros y asesores y activistas del zapatismo, pues ni modos.
Al apoyar al movimiento estudiantil universitario, como lo señalé en la carta 3, estamos cumpliendo nuestro deber. Si esto aleja a unos u otros, ni modos. Estamos dispuestos a morir por lo que creemos, imagine usted si no estamos dispuestos a que nos abandonen quienes antes o ahora estuvieron a están, cerca. Nos importa la Universidad y créame que le hacemos un servicio a la UNAM apoyando a quienes quieren y luchan por transformarla y democratizarla, los estudiantes del movimiento. No vamos a propiciar en el CGH la atención desprejuiciada a la propuesta de los eméritos. Nosotros respetamos a los estudiantes y al CGH, ellos ya la han rechazado y han dado sus razones y argumentos. No sólo eso, nos parecen perfectamente entendibles sus recelos y distancias frente a esa propuesta.
Lo que sí hemos hecho, y seguiremos haciendo, es darles a conocer nuestro punto de vista y nuestra posición que es, sintéticamente, que hay que escuchar todas las propuestas, porque la Universidad es eso, universal, y contiene un universo de pensamientos. Las demandas de los 6 puntos del movimiento estudiantil universitario apuntan a mantener la Universidad como ese espacio donde confluyen muchos «otros», y la posición de rectoría apunta a redefinir la Universidad como «Particularidad» que, creo (no estoy muy seguro), sería la negación lógica de la universidad. Para mantener lo universal de la Universidad, los estudiantes han tenido que estallar y mantener una huelga. Para acabar con esa huelga sólo es necesario una cosa, solucionar sus, ahora, 4 demandas (dos se van a Congreso). Verá que no es complicado: Piden la derogación (no la suspensión, que significa que se deja «para después») del Reglamento General de Pagos, lo que sería garantizar el carácter gratuito de la UNAM. El argumento economicista esgrimido para justificar el aumento de las cuotas se ha derrumbado ante el empuje de dos cosas: el palabrerío gubernamental sobre el repunte económico (si estamos tan bien, ¿por qué no aumentar el presupuesto de la educación superior?), y el gigantesco derroche de recursos de rectoría en su campaña de medios en contra de la huelga. Piden la adecuación del calendario escolar de modo que nadie vea afectada la continuidad de sus estudios (no deja de sorprender que se ataque a los estudiantes por no querer estudiar y que una de sus demandas sea que les den chance de continuar con sus estudios).
En el mismo tenor, pero tocando el carácter policial con el que rectoría y el gobierno han afrontado el movimiento, se pide que se anulen los procesos judiciales iniciados en contra de varios estudiantes, maestros y trabajadores. Los puntos referentes al CENEVAL y a las reformas del 97 se pasaron al congreso. Y, como punto 6, se demanda la realización de un Congreso Universitario (donde toda la comunidad discuta y resuelva por eso su carácter resolutivo la pregunta «¿qué Universidad queremos?»
Si pudiéramos resumir el pliego de demandas, se podría decir que lo que los estudiantes están diciendo es: «Rectoría tomó una serie de decisiones sin consultar a la comunidad universitaria. Nosotros nos fuimos a la huelga para que esas decisiones sean tomadas por la comunidad universitaria en su conjunto. Por eso es necesario anular las torpezas de Barnés y hacer un congreso RESOLUTIVO».
¿Por qué no quiere ir a un congreso el señor Barnés? Porque perdería sus propuestas frente a los argumentos de los estudiantes. Y este es el problema, señor Granados Chapa, por el lado de las autoridades ya no hay ni siquiera razonamientos economicistas o empresariales (que los hubo y bastante ridículos), ya hay sólo el principio de autoridad. El «no voy a ceder ante unos mocosos» suplantó a la razón. Y es este principio de autoridad el que, si mal no recuerdo, ha desatado pesadillas que tienen fecha y nombre en el calendario mexicano: Del 2 de octubre del 68 al 10 de junio del 98, pasando por el Jueves de Corpus, el 6 de julio de 88, el 9 de febrero de 95, y Acteal en 97.
No es a los estudiantes a los que hay que presionar para una solución de la huelga, ellos ya dieron lo que tenían que dar. A los que hay que exigirles que la solucionen YA es a quienes tienen los medios para hacerlo: el gobierno y rectoría. ¿Cómo? Satisfaciendo a cabalidad los puntos del pliego de demandas del CGH.
Bueno, pues salieron dos cuartillas bien apretaditas. A ver si se puede completa. Si no, pues yo comprenderé que sólo cite algunos párrafos. Sale. Espero poder visitarlo pronto en su programa de radio (y ojalá que esta vez nadie me regañe por teléfono por fumar pipa). Vale. Salud y ya se ve que lo que planteamos es «otra» ética política (y así nos va), (suspiro).
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Octubre de 1999.
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