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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Jul311999

Los maestros democráticos y el sueño zapatista. 

Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México.

LOS MAESTROS DEMOCRÁTICOS Y EL SUEÑO ZAPATISTA

31 de Julio de 1999.

«Este es el árbol de los libres.
El árbol pan, el árbol flecha,
el árbol puño, el árbol fuego.
Lo ahoga el agua tormentosa
De nuestra época nocturna,
Pero su mástil balancea
el ruedo de su poderío.»

Pablo Neruda. Canto General.

Cuentan los más antiguos de los antiguos, que el mundo se sostiene sobre el abismo del olvido gracias al alto copete de la ceiba. Sobre el árbol madre los dioses primeros, los más grandes dioses, dejaron el mundo. Con colores, palabras y cantos hicieron los dioses primeros al mundo. Cuando terminado estuvo, no supieron los dioses donde dejarse el mundo para irse ya a la cantadera y la bailadera, porque muy musiqueros y bailadores eran estos dioses, los que nacieron el mundo, los más primeros. Y ya estaba lista la gran marimba de luz que la noche atraviesa de lado a lado y nada que encontraban dónde poner el mundo los dioses más primeros.

Entonces los dioses hicieron una su asamblea para sacar acuerdo y, si, algo tardaron, pero nadie se dio cuenta por que apenas se había nacido el mundo y el tiempo no empezaba aún su tiempo. Los dioses del inicio sacaron su acuerdo y llamaron a la madre ceiba para que sobre su cabeza se tuviera el mundo y se lo colocó sobre su copete más alto y quieta se quedó para que el mundo sin sobresaltos se estuviera.

Esto que les cuento pasó hace mucho tiempo, tanto que hombres y mujeres terminaron por olvidarlo y, temerosos de no poder explicar en las escuelas el lugar del mundo, se inventaron historias de estrellas negras, «bigs bangs», sistemas solares, galaxias, universos y otros absurdos que llenan los libros de geografía que en todas las escuelas se padecen.

Todos olvidaron, pero no todos.

Sabedores eran los primeros dioses y clarito vieron que todos se iban a olvidar como se había nacido el mundo y en dónde estaba. Por eso la escribieron toda la historia de cómo se hizo el mundo y hasta un su mapa hicieron para que estuviera claro en dónde es que el mundo estaba. En su cuaderno de apuntes escolares escribieron todo los más grandes dioses, los que nacieron el mundo, los más primeros.

Y entonces los dioses buscaron en dónde guardar el cuaderno de apuntes donde escrita estaba la historia de cómo el mundo fue hecho y el mapa de dónde se estaba el mundo.

Batallaron mucho los dioses por que el cuaderno de apuntes no donde quiera se podía guardar y entonces se hicieron otra asamblea para sacar acuerdos.

Y entonces llamaron a los hombres y mujeres de maíz, los verdaderos, y les contaron la historia de cómo el mundo fue nacido y les explicaron el lugar donde está y, para que lo recordaran aun que se les olvidara, pusieron unos apuntes en un papelito y lo doblaron en varios pliegues, como un acordeón, y lo guardaron en una de las cicatrices que pueblan la piel de la ceiba.

Se fueron los dioses primeros a su bailadera y a su cantadera. Y mucho tiempo después de que se apagó el eco de marimbas, guitarras y zapateados, la ceiba madre seguía firme, sosteniendo el mundo para que no cayera y para que en su lugar se estuviera.

Desde entonces el mundo está donde está. La ceiba lo mantiene lejos de la noche de la muerte peor, la más terrible, la del olvido.

Sobre la ceiba madre se está el mundo. Pero vientos de arriba lo han empujado una y otra vez a lo largo de la historia, buscando hacerlo caer a la oscuridad de la desesperanza.

No pocas veces ha estado a punto de perderse el mundo. Los vientos del Poder le arrojan por uno y otro lado guerras, catástrofes, crisis, dictadores, modas neoliberales, líderes magisteriales charros, gobiernos corruptos, asesinos en puestos gubernamentales, criminales disfrazados de precandidatos presidenciales, partidos revolucionarios institucionales, otanes y televisiones privadas. Miles y miles de pesadillas soplando sus terrores por todos lados, buscando derribar al mundo del alto copete de la ceiba madre.

Pero el mundo ha resistido, no ha caído. Los hombres y mujeres verdaderos de todos los mundos que hacen el mundo se han vuelto tronco y ramas y hojas y raíz junto a la ceiba madre para que el mundo no caiga, para resistir, para crecerse de nuevo, para nuevos hacerse.

Terribles han sido las luchas entre los de arriba y los de abajo, entre los poderosos y los desposeídos. Mucho se ha escrito sobre las razones o causas de estos choques. La verdad es que todos tienen un mismo fundamento: los poderosos quieren derribar al mundo que la ceiba sostiene, los de abajo quieren mantener el mundo y la memoria, porque de ella es donde se crece el mañana.

Contra la humanidad luchan los poderosos.

Por la humanidad luchan y sueñan los desposeídos.

Esta es la verdadera historia. Y si no aparece en los libros de texto de primaria es porque la historia la escriben todavía los de arriba, aun que la hacen los de abajo.

Pero aun que no forme parte de los planes oficiales de estudio, la historia del nacimiento del mundo y el mapa que explica dónde está, siguen guardados en las cicatrices de la ceiba madre.

Los más viejos de los viejos de las comunidades, encomendaron a los zapatistas el secreto. En la montaña les hablaron y les contaron en dónde está el apunte que los más primeros dioses, los que nacieron el mundo, dejaron para que la memoria no se perdiera.

Cada tanto, desde que se nacieron los sin rostro, sin nombre y sin pasado individual, los zapatistas fueron alumnos de la historia que enseña la tierra. Un amanecer del año 1994, maestros se hicieron los zapatistas para, consultando el viejo apunte de la memoria, enseñar cómo se nació el mundo y mostrar en dónde se encuentra.

Por eso los zapatistas son alumnos y son maestros. Por eso los maestros son zapatistas, aun que esto se esconda detrás de las mil siglas en las que la dignidad se vive.

En el Aguascalientes de La Realidad, en una de sus esquinas, la ceiba preside, vigila, alienta y arropa el vertiginoso ir y venir de hombres y mujeres.

Días hay en que nadie camina estos suelos, pero otras mañanas se pueblan de hombres y mujeres de todos los colores tamaños, y sabores que hablan y ríen y se preocupan y bailan y cantan y hablan y sobre todo hablan y hacen acuerdos aunque no siempre y, eso sí, siempre se encuentran.

En las solitarias madrugadas de La Realidad, cuando alguna nube se ha puesto a llorar con húmedo énfasis, cuando más fuerte se llueve arriba y abajo, podrá verse una sobra entre las sombras, sin rostro siempre, que se acerca a la ceiba madre y le busca entre los húmedos pliegues de la historia un papelito. Temblando lo encuentra, temblando lo abre, lo lee temblando y temblando lo devuelva a su lugar.

En ese papelito algo está escrito que es peso enorme que libre hace a quien lo carga. Un trabajo, una misión, una tarea, algo por hacer, un camino qué andar, un árbol que sembrar y crecer, un sueño por velar.

Tal vez el papelito habla de un mundo donde todos los mundos caben y se ensanchan, uno donde la diferencia de color, cultura, tamaño, lengua, sexo e historia sirve para no excluir, perseguir o clasificar, sino para que su variedad rompa definitivamente con el gris que ahora nos ahoga.

¿Quién sabe?

Algo tiene ese papelito, porque, no sé si es una ilusión óptica o alguna de esas fantasías visuales que abundan en las montañas del Sureste mexicano, pero todos jurarían que esa sombra ahora sonríe, si, sonríe como si brillara…

Hermanos y hermanas, maestras y maestros democráticos:

Bienvenidos al Primer Encuentro «Magisterio Democrático y Sueño Zapatista»

Sean bienvenidos a La Realidad, a la que duele y sueña, a la que paciente espera algo bueno, más justo, más libre, más democrático.

A La Realidad mexicana que sueña no el mejor de los mundos posibles, pero que sueña y merece un mañana.

Este es nuestro sueño, el que, paradoja zapatista, nos quita el sueño.

El único sueño que se sueña velando, insomnes, la historia que de abajo nace y se crece.

Maestras y maestros democráticos:

Bienvenidos a La Realidad desvelada, por que es velando que los zapatistas soñamos.

¡Democracia!
¡Libertad!
¡Justicia!

Desde las montañas del Sureste Mexicano

Subcomandante Insurgente Marcos

México, Julio de 1999.

P.D. DE PLEONASMO.- En realidad, y puesto que estamos en La Realidad, eso de «Magisterio Democrático» es una reiteración innecesaria. Ser maestro es ser democrático. Los que no son democráticos, no son maestros, apenas alcanzan la categoría de charritos monta-perros.

 

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