A los pueblos en lucha contra la guerra
A la Europa Social; a los hombres y mujeres que dicen «¡No!»
Hermanos y Hermanas: Reciban todas y todos el saludo de los zapatistas de México. En estos días se llevan a cabo en todo el mundo diferentes movilizaciones y actividades en contra de la guerra que el dinero ha sembrado en el corazón de Europa: la guerra en Kosovo.
En esta guerra, el gran Poder se ha empeñado en obligarnos a todos a tomar partido: o apoyamos la guerra de «pureza étnica» de Milosevic, o apoyamos la guerra «humanitaria» de la OTAN.
Esta es la gran alquimia del dinero, ofrecemos la opción de escoger entre dos guerras, no entre la paz y la guerra.
En la estantería del mercado globalizado, el Poder sólo ofrece a la humanidad distintas versiones de una misma guerra: las hay de todos los colores, sabores, tamaños y formas. Hay para todos los gustos y para todos los bolsillos. Sólo hay algo que las iguala, el resultado. Siempre la destrucción, siempre la angustia, siempre la muerte. Y muerte, angustia y destrucción siempre son para el otro, para el diferente, para el que sobra, para el que estorba, para el de abajo.
Y, aun dentro de la lógica mercantil de vendedores de muerte, el neoliberalismo nos quiere ofrecer un fraude: la guerra que se supone iba a evitar más muertes, no ha hecho sino multiplicarlas; la guerra que debía contener las posibilidades de que el conflicto se expandiera a otras regiones, se ha encargado de asegurar que la conflagración rebase ya los límites geográficos originales, la guerra «inteligente» no ha hecho sino demostrar la gran capacidad destructiva de la estupidez, la guerra de la «buena fe» vuelve a definir la vida humana: ahora su pérdida se contabiliza como «daños colaterales».
Es una mentira.
No es verdad que tengamos que consumir en este mercado mortal.
No es verdad que sólo existan opciones entre distintas formas de guerra.
No es verdad que tengamos que tomar partido a favor de una y otra estupidez.
No es verdad que tengamos que renunciar a la inteligencia y a la humanidad.
Nada legitima la guerra étnica de Milosevic.
Nada legitima la guerra «humanitaria» de la OTAN.
La trampa está ahí, pero cada vez son más los que en todo el mundo se niegan a caer en ella y dicen «¡NO!» a la guerra en los Balcanes.
En Kosovo no sólo está en juego la existencia y resistencia de la Europa Social frente a la Europa del Dinero, no sólo está en juego el aceptar o no el poder de facto de la nueva policía global, nuevo traje con que el Pentágono viste a sus tropas.
También está en juego la posibilidad de reconocer al otro, al diferente, de una forma que no sea muerto, preso, humillado, sojuzgado, perseguido, olvidado.
No caigamos en la trampa, no dejemos que la pérdida de la humanidad pase a la historia en el rubro de «daños colaterales», y sean ahora el cinismo y el conformismo los generales triunfadores de la guerra europea.
A pesar de todo el poder del dinero, a pesar de todas las armas, a pesar de todas las arbitrariedades, a pesar de todos los intentos de hegemonía y homogeneidad, a pesar de todas las trampas, seguimos teniendo el derecho a decir «¡NO!».
Y eso es lo que levantamos hoy. Un «¡NO!» mundial a la mentira que hoy simula verdades en los cielos y suelos de Kosovo. NO a la destrucción del diferente.
No a la muerte de la inteligencia. NO al cinismo. NO a la indiferencia. NO a tener que escoger entre criminales más o menos sanguinarios, más o menos perversos, más o menos poderosos.
Si no decimos «¡NO!» a Kosovo hoy, mañana diremos «¡SI!» a los horrores que ya cocina el dinero en todas partes del mundo.
Es posible otro mundo diferente a este supermercado violento que nos vende el Neoliberalismo. Es posible otro mundo donde la opción sea entre guerra o paz, entre memoria u olvido, entre esperanza o abandono, entre el gris o el arcoiris. Es posible un mundo donde quepan muchos mundos. Es posible que de un «¡NO!» nazca un «¡SI!» imperfecto, inacabado e incompleto, un «¡SI»! que le devuelva a la humanidad la esperanza de reconstruir, todos los días, el complejo puente que une pensamiento y sentimiento.
Esto decimos los zapatistas: ¡NO!
¡Viva la vida! ¡Muera la muerte!
Desde las montañas del Sureste Mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos
México, Junio de 1999.
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