Ejército Zapatista de Liberación Nacional
Enero de 1998.
Planeta Tierra.
Hermanos y hermanas:
Con un poco de retraso, pero hasta acá nos llegaron las noticias sobre sus movilizaciones en México y en el mundo. Según un recuento que nos hacen llegar, del 22 de diciembre de 1997 al 13 de enero de 1998, hubo movilizaciones en 130 ciudades de 27 países de los 5 continentes. En especial, el 12 de enero de este año, muchos actos de diferentes tamaños se realizaron en nuestro país y en distintas partes del planeta, con un idéntico reclamo: alto a la guerra de exterminio, castigo a los responsables de la matanza de Acteal, y cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés.
Si esta carta de respuesta les llega con algo de tardanza, no así ocurre con nuestra actitud. Ese mismo día 12 de enero, a pesar del dolor que recibíamos con la noticia del asesinato de nuestra compañera Guadalupe López Méndez, nos llegó el fuerte eco de sus movilizaciones en la capital de México, en distintas ciudades del país, y en los 5 continentes, y se nos confirmó que hacemos bien en aguantar, en resistir y en evitar las provocaciones que hoy, como ayer, tienen el uniforme verde olivo.
Me cuentan que en las movilizaciones hubo de todo, y no sólo me refiero a que estuvieron hombres, mujeres, niños y ancianos, sino a que hubo bailes, cantos, poesías, marchas, pintas, gritos y mucha indignación. También digo que había de todo porque estuvieron ahí indígenas, mujeres, jóvenes, amas de casa, estudiantes, feministas, homosexuales, sindicatos, campesinos, obreros, comités de solidaridad, intelectuales, artistas, sin papeles, etcétera que incluye todo. Gente pues, gente con y sin nombre. Gente de esa que dice. ¡Ya Basta! y escribe la historia que vale y cuenta. Gente que nos habla, gente a la que escuchamos, gente a la que ahora les escribimos. Gente como ustedes, como nosotros.
Lejos llegaron sus gritos, lejos y fuerte se escucharon, aunque al Poder no hayan llegado. Allá arriba sólo escuchan el ruido del dinero y a sus asesores que, velada o abiertamente, claman por nuestro exterminio.
Pero nosotros sí escuchamos. Por eso estamos refrendando la vocación de toreros y acá estamos, capoteando helicópteros artillados, aviones bombarderos, tanques de guerra y perros de caza (entrenados, dicen, para detectar el aroma del tabaco de vainilla; por eso le estoy entrando ahora al maple).
Nuestro interlocutor no es el gobierno mexicano. Ese, como dijimos, ya no escucha. Nuestros interlocutores son ustedes, los miles y miles de personas que en México y en el mundo quieren y buscan el fin de un sistema de opresión que no es más que una guerra en contra de la humanidad.
Los miles y miles que, oponiéndose a la guerra en Chiapas, se oponen a la muerte en México y en el resto del mundo; que demandan el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés porque exigen una nueva política incluyente y dirigida a los más pobres; los que exigen la desmilitarización y demandan justicia en lugar de balas y soldados.
Respecto a ustedes, nuestra esperanza crece y nos hace mejores porque hemos sabido escuchar. Y, decía el Viejo Antonio, el que sabe escuchar se hace grande y consigue que su caminar siga a través de los tiempos, que lejos llegue, que se multiplique en muchos y otros pasos.
En la cima de las montañas, montados como estamos, se alcanza ver muy lejos. Allá, por ejemplo, alcanzamos a ver que ondea una bandera como si fuera el mañana. Bien alta se mira la bandera y muchos son los que la sostienen. «Es la democracia», me dice uno. «Es la libertad», aventura otra. «Es la Justicia», afirma un tercero. Tal vez, pienso yo. Tal vez, las tres cosas.
O tal vez es la dignidad, esa empecinada forma de vivir y caminar que en ustedes y nosotros se convierte en una adicción.
Por acá las cosas están cada vez más difíciles. Es evidente que el nuevo «coordinador para el diálogo», el señor Emilio Rabasa, vuelve a cumplir la labor de señuelo que ayer desempeñó Esteban Moctezuma B. (alias «Guajardo») en 1995. Mientras habla de «solución al conflicto» (¿notaron que en el gobierno ya nadie habla de «solución pacífica del conflicto»?), los soldados afinan detalles de operaciones, completan informaciones, detallan mapas y distribución de efectivos.
De parte del gobierno sólo esperamos un nuevo ataque. «La solución definitiva», dicen los escribanos del Poder.
De parte de ustedes esperamos lo de siempre: una oportunidad de vida y de lucha por ser mejores.
Ahora, en medio de estas horas de incertidumbre y angustia, estamos más que seguros de que triunfaremos, de que los pueblos indios serán reconocidos e incluidos respetando su diferencia, de que la democracia, la libertad y la justicia serán para todos. Tal vez entonces no tengamos el mejor de los mundos posibles, pero sí tendremos la oportunidad de construirlo.
Por acá llegan historias e imágenes del Zócalo de la Ciudad de México el día 12 de enero de 1998. Unas y otras nos hablan de la rabia e indignación de todos exigiendo justicia, de la incredulidad frente a las versiones de la PGR sobre la masacre de Acteal, del desprestigio del señor Zedillo. Fue, a no dudarlo, una de las marchas más grandes y emotivas de la historia de nuestro país. Grande fue su motivación: la paz con justicia y dignidad. Y grandes son también el coraje y la inconformidad de todos, grandes las ganas de no quedarse impasibles ante la muerte injusta.
Con respecto a las movilizaciones en otros 27 países del mundo, el gobierno mexicano y esa organización criminal llamada PRI, están bastante molestos con la «internacionalización» del conflicto que esas manifestaciones suponen. Parece ser que, lo que llamaron despectivamente «una guerra de Internet», les ha provocado dolores de cabeza en embajadas y consulados. Tomas, manifestaciones en plazas y calles, y millares de cartas exigiendo justicia y paz, desvelan al gobierno mexicano e, inexplicablemente, le provocan arranques súbitos de «nacionalismo» y de rechazo a toda «injerencia extranjera» que no sea, of course, la del gran capital financiero. Las movilizaciones que, exigiendo paz, democracia, libertad y justicia, se dan en los 5 continentes no son para el gobierno de México nada más que «aislados y pequeños intentos de intervención en los asuntos internos del país». Porque para el gobierno de México, el exterminio de indígenas que lleva a cabo es un «asunto interno». ¿Pensarán lo mismo después de la condena del Parlamento Europeo?
Pero nosotros estamos de acuerdo con ustedes en que la lucha por la paz y por la humanidad, es intercontinental. Porque, como decía ese gran e incomprendido internacionalista que era el Viejo Antonio: La vida sin los otros que son diferentes es vana y es condena a la inmovilidad. ¿Qué tiene qué ver esto con la lucha intercontinental por la humanidad y contra el neoliberalismo? Bueno, para explicarles bien tengo que contarles…
De madrugada otra vez, bajo el amenazante avión la mar intenta leer un libro de poesía con la magra ayuda de un cabito de vela. Yo garabateo una carta para alguien que no conozco en persona, que tal vez habla otro idioma, tiene otra cultura, probablemente sea de otro país, sea de otro color y, es seguro, tiene otra historia. Pasa el avión y me detengo, un poco por escuchar y un mucho por darme tiempo a resolver el problema de escribirle una carta a otros diferentes. En ese momento, por entre la niebla de la alta montaña e inadvertido por la mar, se llega el Viejo Antonio a mi lado y, dándome unos golpecitos en la espalda, enciende su cigarrillo y…
LA HISTORIA DE LOS OTROS
«Contaron los más viejos de los viejos que poblaron estas tierras que los más grandes dioses, los que nacieron el mundo, no se pensaban parejo todos. O sea que no tenían el mismo pensamiento, sino que cada quien tenía su propio pensamiento y entre ellos se respetaban y escuchaban. Dicen los más viejos de los viejos que de por sí así era, porque si no hubiera sido así, el mundo nunca se hubiera nacido porque en la pura peleadera se hubieran pasado el tiempo los dioses primeros, porque distinto era su pensamiento que sentían. Dicen los más viejos de los viejos que por eso el mundo salió con muchos colores y formas, tantos como pensamientos había en los más grandes dioses, los más primeros. Siete eran los dioses más grandes, y siete los pensamientos que cada uno se tenía, y siete veces siete son las formas y colores con los que vistieron al mundo. Me dice el Viejo Antonio que le preguntó a los viejos más viejos que cómo le hicieron los dioses primeros para ponerse de acuerdo y hablarse si es que eran tan distintos sus pensamientos que sentían. Los viejos más viejos le respondieron, me dice el Viejo Antonio, que hubo una asamblea de los siete dioses junto con sus siete pensamientos distintos de cada uno, y que en esa asamblea sacaron el acuerdo.
Dice el Viejo Antonio que dijeron los viejos más viejos que esa asamblea de los dioses primeros, los que nacieron el mundo, fue mucho tiempo antes del ayer, que mero fue en el tiempo en que no había todavía tiempo. Y dijeron que en esa asamblea cada uno de los dioses primeros dijo su palabra y todos dijeron: «Mi pensamiento que siento es diferente al de los otros». Y entonces quedaron callados los dioses porque se dieron cuenta que, cuando cada uno decía «los otros», estaba hablando de «otros» diferentes. Después de que un rato se estuvieron callados, los dioses primeros se dieron cuenta que ya tenían un primer acuerdo y era que había «otros» y que esos «otros» eran diferentes del uno que era. Así que el primer acuerdo que tuvieron los dioses más primeros fue reconocer la diferencia y aceptar la existencia del otro. Y qué remedio les quedaba si de por sí eran dioses todos, primeros todos, y se tenían que aceptar porque no había uno que fuera más o menos que los otros, sino que eran diferentes y así tenían que caminar.
Después de ese primer acuerdo siguió la discusión, porque una cosa es reconocer que hay otros diferentes y otra muy distinta es respetarlos. Así que un buen rato pasaron hablando y discutiendo de cómo cada uno era diferente de los otros, y no les importó que tardaran en esta discusión porque de por sí no había tiempo todavía. Después se callaron todos y cada uno habló de su diferencia y cada otro de los dioses que escuchaba se dio cuenta que, escuchando y conociendo las diferencias del otro, más y mejor se conocía a sí mismo en lo que tenía de diferente. Entonces todos se pusieron muy contentos y se dieron a la bailadera y tardaron mucho pero no les importó porque en ese tiempo todavía no había tiempo. Después de la bailadera que se echaron los dioses sacaron el acuerdo de que es bueno que haya otros que sean diferentes y que hay que escucharlos para sabernos a nosotros mismos. Y ya después de este acuerdo se fueron a dormir porque muy cansados estaban de haberse bailado tanto. De hablar no estaban cansados porque de por sí muy buenos eran para la habladera estos primeros dioses, los que nacieron el mundo, y que apenas estaban aprendiendo a escuchar».
No me di cuenta a qué hora se fue el Viejo Antonio. La mar duerme ya y del cabito de vela sólo queda una mancha deforme de parafina. Arriba el cielo empieza a diluir su negro en la luz del mañana…
Esa fue la historia que me contó el Viejo Antonio cuando trataba de escribirles esta carta. Y creo que lo más importante que tenemos que decirles es eso, que los escuchamos, que los reconocemos, que los respetamos.
Puede parecer poco a la distancia, pero ya ven que el reconocer al otro, el respetarlo y el escucharlo, produce cosas tan tremendamente trascendentales como un baile.
Así que, para reconocernos, respetarnos y escucharnos es que, en respuesta al desplegado del 12 de enero de 1998 donde se nos invita a visitar Europa para hablar y escuchar el mundo, les decimos que, tan pronto dejemos de torear enemigos (que no es más que una forma algo complicada de bailar), estudiaremos la posibilidad de que uno o varios de los compañeros y compañeras viajen a Europa, y a donde sea, para reconocer, para respetar y para escuchar.
Por lo que se refiere a que una Comisión de Observación de la Sociedad Civil del Mundo viajará a las montañas del sureste mexicano en fechas próximas, para observar las violaciones a los derechos humanos, les decimos que las comunidades indígenas en rebeldía saludan la iniciativa de la Comisión de Observación y se comprometen a respetar su trabajo. Aprovechamos también la ocasión para saludar con respeto el trabajo de los organismos mexicanos independientes, defensores de los Derechos Humanos, que no han escatimado ni esfuerzo ni dedicación en atender a las comunidades indígenas, a pesar del desprecio gubernamental, al grado de hostigamiento, que han recibido en no pocos casos.
Y ya que estamos hablando de las acciones en México, el Zócalo capitalino no sólo nos deslumbró, también nos trajo una certeza y una esperanza: la certeza de que en este país la gente es infinitamente mejor que quienes dicen gobernarla, y la esperanza de que toda esa gente conquiste lo que hasta ahora le ha sido escamoteado, es decir, el derecho a vivir con democracia, libertad y justicia. Esto último será vivir en paz.
Bueno, es todo por ahora. Sepan siempre que es un honor verlos crecer y hacerse muchos. Y esto es algo que también nos crece y ensancha.
Vale. Salud y, después de la flor prometida, viene el baile prometido (espero).
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, Enero de 1998.
P.D. QUE INVITA A SEGUIR BAILANDO.- Parece que no bastaron sus manifestaciones del día 12. El Poder ha tapiado sus oídos con gruesas pacas de dinero y soberbia, y sigue adelante con su guerra. Habrá que caminar más, gritar más, moverse más. Por lo demás, según dicen el próximo 24 de enero ustedes volverán a decir su YA BASTA. Salud por eso y por lo que siga.
P.D. QUE APOYA EL MENOSPRECIO A LO QUE PASA.- Vean cómo el gobierno da muestras de entender lo que ocurre: para el secretario de Gobernación Chiapas es, otra vez, un problema de 4 municipios; y para la PGR la matanza de Acteal es, ahora, producto de la venganza perversa de un anciano diabólico y rencoroso que tuvo la forma, el tiempo y el modo para armar a 60 paramilitares con AK-47 y R-15, los entrenó en técnicas de comando y planeó, con precisión táctica un operativo que, es seguro, aprendió de sus lecturas sobre la guerra de exterminio en ¿Guatemala? ¿Vietnam? ¿Kurdistán?
P.D. QUE SUPONE.- Puede ser que la Procuraduría General de la República (PGR) no se esté burlando de todos y que, cuando dice que uno de los móviles de la matanza de Acteal sería la venganza personal, se refiera al señor Ernesto Zedillo Ponce de León y a su encono en contra de las comunidades indígenas rebeldes de Chiapas. Digo, es un supositorio.
No hay comentarios todavía.
RSS para comentarios de este artículo.