Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México.
14 de enero de 1998.
A la Comisión Nacional de Intermediación (Conai).
San Cristóbal de Las Casas,
Chiapas, México.
Señoras y señores miembros de la Conai:
Hemos tomado conocimiento del documento que, con el nombre de «Por una estrategia de paz con democracia», dirigieron ustedes a los Poderes de la Unión, al EZLN, a la Sociedad Civil y a los Pueblos del Mundo en fecha del 11 de enero de 1998.
En la parte que se dirige al EZLN, ustedes nos demandan que sigamos actuando en el marco de la ley del 11 de marzo de 1995, manteniendo nuestra voluntad de diálogo y negociación; que continuemos luchando por las vías políticas; que profundicemos nuestros esfuerzos de diálogo con otras comunidades y organizaciones indígenas y no indígenas de Chiapas; y que incrementemos el diálogo con organizaciones de la sociedad civil y de la sociedad política.
Desde el 12 de enero de 1994 (y no desde el encuentro de San Miguel en abril de 1995, como señalan en su carta), el EZLN ha insistido una y otra vez en el camino del diálogo para una solución pacífica de la guerra. No han sido pocas ni pequeñas las iniciativas civiles que el EZLN ha lanzado para, acompañado con lo mejor de la sociedad civil nacional e internacional, ir construyendo las condiciones de una paz con justicia y dignidad.
Ejemplos de estas iniciativas pacíficas son el diálogo de Catedral y la Convención Nacional Democrática en 1994; el diálogo de San Andrés y la Consulta Nacional e Internacional por la Paz en 1995; la convocatoria a la formación de FZLN, la celebración del Foro Nacional Indígena, la firma de los primeros acuerdos con el gobierno federal (que siguen sin cumplirse), el I Encuentro Continental, el Foro Nacional para la Reforma del Estado, el I Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, y las reuniones tripartitas Cocopa-EZLN-Conai en 1996; y la marcha de los 1,111 al Distrito Federal en 1997.
La respuesta gubernamental a nuestra manifiesta voluntad de diálogo y negociación ha sido el incumplimiento de los primeros acuerdos firmados, la activación de grupos paramilitares, el asesinato de nuestras bases de apoyo, la persecución de nuestros dirigentes, el ataque de federales en contra de comunidades, y la saturación de militares en todo el territorio chiapaneco (aunque se pretenda minimizar la geografía de la injusticia con el mote de «zona de conflicto»).
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
El gobierno mandó asesinar a 45 indígenas en Acteal como punto de arranque de una ofensiva en contra nuestra. Por medio de la información de la prensa y de las confesiones de algunos de los implicados, se hace evidente que la masacre fue planeada con antelación y con el conocimiento y dirección de las autoridades. Hace unos días, fueron detenidos policías de Seguridad Pública del estado (por Migración y no por el que se supone que aplica la «ley de armas y explosivos», el Ejército) cuando transportaban armas procedentes de Guatemala. ¿El destinatario? Los paramilitares.
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
Al mismo tiempo que conocíamos su documento, informaciones llegadas a la Comandancia General del EZLN confirmaban el asesinato de nuestra compañera Guadalupe Méndez López, en un ataque de la policía de Seguridad Pública del estado de Chiapas contra una manifestación pacífica en la cabecera municipal de Ocosingo el día 12 de enero.
Como respuesta a las grandes movilizaciones que por una paz con justicia y dignidad se dieron en varias ciudades de México y el mundo, las fuerzas policiacas del gobierno disparaban contra una manifestación civil de indígenas.
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
En la comunidad de La Realidad, por ponerles un ejemplo, el Ejército federal dobló el número de vehículos artillados, de militares y de recorridos. Cuatro veces por día, hasta 38 unidades motorizadas «transitan» por la comunidad indígena tojolabal. Aviones militares realizan vuelos diurnos y nocturnos a diferentes horas y, de día, realizan sobre las chozas indias maniobras de las llamadas «de picada» (usadas en combate aéreo para el ametrallamiento y bombardeo de posiciones fijas). Probablemente ensayan el futuro.
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
El gobierno federal, en boca y acciones de su secretario de Gobernación, define la «nueva» estrategia para Chiapas: suplantación de interlocutores, persecución y aislamiento de los zapatistas, y grandes cantidades de dinero para, fingiendo construir la paz, seguir alimentando la guerra.
Su «estrategia» es absurda: el señor Rabasa es nombrado «coordinador del diálogo» (no «de la delegación gubernamental», sino «del diálogo»). ¿Diálogo con quién? ¿Quién es la otra parte del diálogo que, junto con el gobierno, lo nombra «coordinador»? ¿Y el lugar de la mediación? ¿Y el de la Cocopaa? El señor Rabasa se apresura a declarar que su objetivo no es el diálogo con el EZLN sino «algo más amplio», una «revolución coperniquiana» (¿?). Seguramente se refiere a un diálogo con organizaciones distintas al EZLN en muchas «mesitas» (como ya lo han intentado antes) que distraigan a la opinión pública y tranquilicen a la Unión Europea.
La «nueva» estrategia gubernamental es un diálogo sin la parte contraria, sin mediación, sin coadyuvancia, es decir, un monólogo. El nombramiento apropiado para Rabasa Gamboa sería el de «coordinador del monólogo gubernamental sobre Chiapas».
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
Cuando esta misiva llegue a su destino, nuestros compañeros y compañeras bases de apoyo ya habrán enterrado a Guadalupe Méndez López en las montañas zapatistas. Guadalupe murió luchando por las vías políticas y la respuesta que obtuvo fue una bala calibre 5.56 milímetros en el abdomen «anterior izquierdo».
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
Cuando esta carta llegue a sus manos, el gobierno federal habrá regalado más declaraciones de «paz», hará un recuento de sus interlocutores con «los actores del conflicto» y suplicará que se le crea, insistirá en que todo lo que ocurre en Chiapas es un conflicto «entre pobres» y seguirá apostando a que los «malos tragos» de Acteal y Ocosingo sean digeridos (y olvidados) por la opinión pública. Y el Ejército seguirá persiguiéndonos y provocando choques.
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
¿Qué esfuerzo de diálogo con organizaciones indígenas y no indígenas, con la sociedad civil o política podemos profundizar o incrementar cuando nos persiguen como animales, con perros de caza y con toda la parafernalia tecnológica de la muerte?
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
Vengan, hablen con los soldados (un silencio será su respuesta invariable a las preguntas sobre la persecución), hablen con los policías («A mí si cualquier hijo de puta me tira una piedra, le doy un balazo», dirán con enojo). Háblenles de diálogo, de respeto a la ley, de derechos humanos. «Sólo cumplo órdenes», responderán siempre. ¿De quién son las órdenes? Ya sabemos qué dicen las órdenes («encuéntrenlos y acábenlos»), pero no de quién vienen.
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
El Ejército busca afanosamente el enfrentamiento con nuestra fuerza, esto se puede constatar en sus movimientos, actitud y distribución. ¿Lo hace cumpliendo órdenes «superiores»? Si es así, entonces ¿dónde está la supuesta voluntad de paz del gobierno? ¿Lo hace por iniciativa propia? Si es así, entonces ¿quién está gobernando realmente este país?
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
¿Qué ley debemos acatar si el que la promulga no exige su cumplimiento y el Ejecutivo la viola a su interés y conveniencia?
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
El gobierno federal no está dispuesto a negociar con verdad y responsabilidad. Anhela, y busca con desesperación, sólo un respiro en la crisis actual. Todos sus esfuerzos actuales apuntan hacia allá. No es paz, lo que busca es tiempo. Simular una posible solución al conflicto es su objetivo. Después, cuando las aguas vuelvan a su cauce, insistirá de nuevo en los golpes y las intimidaciones a la rendición.
Pero el gobierno dice que es falso que simule la paz y haga la guerra.
Ese señor no quiere la paz. Pero ahora se ha vuelto más descarado, ha eliminado esa palabra de todo su discurso respecto a Chiapas y a nosotros. Tal vez es mejor así. No hay por qué llamarse a engaño.
Nosotros no estamos dispuestos a rendirnos ni a que nos golpeen impunemente.
Todo nuestro esfuerzo actual está dirigido a resistir el acoso de que somos objeto y a no caer en las continuas, y cada vez más definitivas, provocaciones guerreristas del gobierno.
¿Hasta cuándo?
Esta es la pregunta que dibujó la sangre en Acteal.
Esta es la pregunta que nos hacemos frente a la tumba de Guadalupe.
Esta es la pregunta para ustedes, para ellos, para todos.
Vale. Salud y recordad que la paz, o es justa y digna o no es más que una guerra oculta.
Desde las montañas del sureste mexicano.
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, enero de 1998.
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