Comunicado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México.
23 de Diciembre de 1997.
Al pueblo de México;
A los pueblos y gobiernos del mundo;
A la prensa nacional e internacional;
Hermanos:
En relación con la matanza de indígenas en la comunidad Acteal, municipio de San Pedro de Chenalhó, Chiapas, realizada el día de ayer, 22 de diciembre de 1997, el EZLN señala:
Primero. De acuerdo a la información recabada hasta ahora, unos 60 paramilitares del Partido Revolucionario Institucional (patrocinados por los gobiernos federal y estatal) fueron los que atacaron con armas de grueso calibre a los indígenas desplazados que se encontraban refugiados en Acteal.
Segundo. Como resultado de la agresión que duró hasta 4 horas, fueron asesinados cuando menos 45 indígenas, entre los que se cuentan 9 varones, 21 mujeres y 15 niños (uno de ellos menor de un año de edad). Además de los muertos, quedaron heridos 7 hombres (4 son niños) y 10 mujeres (4 de ellas son niñas).
Tercero. De acuerdo a transmisiones radiales del Gobierno de Chiapas (interceptadas por el EZLN), en las inmediaciones de Acteal y al tiempo que se realizaba la masacre, policías de Seguridad Pública del estado de Chiapas respaldaron la agresión y, en horas de la tarde y noche, se dedicaron a recoger cadáveres para ocultar la magnitud de la matanza. Los señores Homero Tovilla Cristiani y Uriel Jarquin (Secretario y Subsecretario del Gobierno de Chiapas respectivamente), comisionaron a la policía para respaldar este crimen. El señor Julio Cesar Ruíz Ferro estuvo continuamente informado del desarrollo del «operativo» (cuando menos desde las 12 horas del día 22 de diciembre, cuando la matanza llevaba ya una hora). Aprobado por los gobiernos federal y estatal, el ataque se afinó el día 21 de diciembre en una reunión de paramilitares (dirigida por el Señor Jacinto Arias, presidente municipal priista) de las comunidades Los Chorros, Puebla, La Esperanza y Quextic, todas éstas del municipio de Chenalhó.
Cuarto. La responsabilidad directa de estos hechos sangrientos recae en Ernesto Zedillo Ponce de León y la Secretaría de Gobernación, quienes desde hace dos años dieron luz verde al proyecto de contrainsurgencia presentado por el Ejército federal.
Dicho proyecto intenta desplazar la guerra zapatista hacia un conflicto entre indígenas, motivado por diferencias religiosas, políticas o étnicas.
Para cumplirlo, se dedicaron a financiar equipo y armamento (mediante fondos de la Secretaría de Desarrollo Social) y a dar entrenamiento militar (dirigido por oficiales del Ejército federal) a indígenas reclutados por el Partido Revolucionario Institucional.
Para dar tiempo a que estos escuadrones de la muerte estuvieran listos, el gobierno federal mexicano diseño una estrategia paralela de diálogo simulado, consistente en llevar una negociación sin intención alguna de cumplir lo que se acordara y aumentando la presencia militar en las zonas zapatistas.
El gobierno del Estado de Chiapas quedó encargado de garantizar la impunidad de los grupos paramilitares y facilitar su operación en las principales zonas rebeldes: norte, selva y Altos de Chiapas.
Quinto. De esta manera unieron sus fuerzas los gobiernos federal y estatal, el Partido Revolucionario Institucional y el Ejército federal. Su objetivo está sintetizado por el «grito de guerra» de los paramilitares llamados «máscara roja»: «Vamos a acabar con la semilla zapatista», es decir, «vamos a acabar con las comunidades indígenas».
Sexto. Como parte de su estilo de gobierno y muestra de su «voluntad de paz», por diversos canales el señor Ernesto Zedillo mandó amenazas a la Comandancia General del EZLN con el siguiente mensaje: «Prefiero pasar a la historio como represor antes que cumplir los acuerdos con el EZLN».
Esta palabra sí la cumplió.
Zedillo ya pasó a la historia como asesino de indígenas y lleva en las manos la sangre de Acteal.
Séptimo. La oportuna atención de los medios de comunicación a Chiapas y la justa indignación de la opinión pública nacional e internacional frente a lo ocurrido, han provocado que los cerebros del crimen se arrebaten la palabra para lavarse las manos y para prometer investigaciones «a fondo». No van a castigar a los responsables, la impunidad está garantizada porque los que investigan el crimen son los mismos que lo planearon. Por esta razón, las declaraciones del señor Zedillo y de sus subalternos no son más que demagogia.
Octavo. Con motivo de la matanza de Acteal, el gobierno y sus voceros vuelven a llamar al diálogo sin mencionar su determinación de no cumplir lo ya acordado y sólo con el propósito de avanzar en su estrategia contrainsurgente. En este sentido, llama la atención la reciente y ridícula declaración de la Cocopa (que decidió irse de vacaciones en lugar de trabajar por la paz) sobre los hechos de Acteal. Olvidan los legisladores que el que está asesinando niños, mujeres y hombres es el gobierno, olvidan que el que está haciendo uso de las armas es el gobierno, olvidan que el que se niega a un diálogo serio es el gobierno. Es a él al que deben dirigirse cuando hablen de no recurrir a la violencia y de la necesidad de dialogar.
Noveno. Nuevamente el EZLN llama a la sociedad civil nacional e internacional y a las organizaciones independientes para que no se dejen engañar, y para que exijan justicia verdadera y no simulaciones.
Décimo. El Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN se encuentra en estos momentos completando la investigación y analizando lo ocurrido para tomar las decisiones necesarias pertinentes.
¡Democracia!
¡Libertad!
¡Justicia!
Desde las Montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos
Comité Clandestino Revolucionario Indígena – Comandancia General
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México, Diciembre de 1997.
No hay comentarios todavía.
RSS para comentarios de este artículo.