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Palabra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Nov241997

Recuento de las 5 condiciones mínimas planteadas hace más de un año para retomar el diálogo con el gobierno.

Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México.

24 de noviembre de 1997.

A la Sociedad Civil Nacional e Internacional.
Planeta Tierra.

A quien corresponda:

A últimas fechas han aumentado las declaraciones progubernamentales que buscan crear confusión sobre lo que ocurre actualmente en Chiapas y sobre la situación presente del proceso de diálogo entre el EZLN y el gobierno federal. Por esta razón le escribo esta tal vez muy larga carta. Los compañeros me pidieron que la hiciera para tratar de aclarar las cosas. Sale y vale.

Permítame hacerle a usted un rápido recuento de las 5 condiciones mínimas que planteamos hace más de un año para retomar el diálogo con el gobierno, y que le platique cómo están cada una de ellas:

1.- Cumplimiento de la mesa 1 sobre «Derechos y Cultura Indígenas» e instalación de la Comisión de Seguimiento y Verificación (Cosever). Como usted sabe, la Cocopa presentó al EZLN y al gobierno una propuesta de reformas constitucionales. Eso fue hace un año, el 29 de noviembre de 1996. Esta iniciativa de ley (o «ley Cocopa», como le decimos nosotros) fue primero aceptada por el gobierno de Zedillo y luego fue rechazada con el argumento de que la propuesta de ley era en realidad una propuesta de «destrucción de la Nación Mexicana». Seguro recuerda el debate que hubo en los medios de comunicación y cómo, en dicho debate, la postura gubernamental fue derrotada al demostrarse que la demanda de autonomía de los indígenas no sólo no pretendía la fragmentación del Estado Mexicano en muchos «estaditos nacionales», sino la inclusión, con plenos derechos ciudadanos, de los pueblos indios con su especificidad. Todos en el debate coincidieron en que la propuesta de la Cocopa retomaba los principales Acuerdos de San Andrés, y los que se oponían a su aceptación argumentaron que dichos acuerdos (y no la propuesta de Cocopa) eran los que promovían, dijeron, la ‘balcanización’ del país. Si los Acuerdos de San Andrés atentan contra la Nación, ¿por qué los firmó el gobierno? ¿No fue, en el mejor de los casos, una irresponsabilidad del señor Zedillo firmar unos acuerdos tan criminales? Pues no fue así, el gobierno firmó esos acuerdos porque tuvo que reconocer varias cosas, a saber:

1.- Que la autonomía demandada por los indígenas es incluyente y no excluyente.

2.- Que es una demanda de todos los pueblos indios de México y no sólo de los zapatistas (en la mesa 1 el EZLN invitó a lo más digno del movimiento indígena nacional y a los mejores estudiosos de la cuestión indígena en México).

3.- Que esta demanda es reconocida como justa en México y en el mundo.

4.- Que el gobierno no tiene ningún argumento racional para oponerse al reconocimiento de esta demanda.

5.- Que el EZLN es auténtico y legítimo en sus exigencias.

Entonces, lo que hizo el gobierno fue firmar estos acuerdos, sí, pero sin tener la menor intención de cumplirlos. Apostaban ellos al olvido y cansancio de usted, y a la desidia e irresponsabilidad nuestra. Nosotros esperamos con paciencia a que el papel se convirtiera en hechos. Cuando vimos que no sería así, decidimos no seguir adelante hasta que se cumplieran. Por demandas como ésta del reconocimiento a los derechos y la cultura indígenas nos alzamos en armas, ¿hacemos mal en no claudicar, en no dejarnos engañar, en mantenernos firmes?

La instalación de la comisión que se iba a encargar de vigilar el cumplimiento de los acuerdos (esta comisión está considerada en la ley que dictó el Congreso de la Unión en marzo de 1995, no la inventamos nosotros) fue otra simulación del señor Zedillo. Primero quiso mandar, como sus representantes, a un grupo de desempleados segundones, después, ante la oposición de la Cocopa, la Conai y el EZLN, tuvo que rectificar y elevar el nivel de su representación. Pero a la hora de actuar, o sea a la hora en que la Cosever (que son las siglas de la «Comisión de Seguimiento y Verificación») tenía que cumplir su trabajo y verificar que los acuerdos se cumplieran (como los de la mesa I), entonces el gobierno retiró a su gente y paralizó así esta instancia de paz.

Todo lo que tenga que ver con la paz (sea la Conai, sea la Cocopa, sean las iniciativas pacíficas del EZLN y usted) termina por ser atacado por el gobierno, ¿Debemos creerle a Zedillo cuando habla de paz y actúa atacando a la paz?

2.- Propuesta seria de acuerdos sobre la mesa II. Esta fue la mesa sobre «Democracia y Justicia». Nosotros hicimos lo mismo que en la mesa I, es decir, en lugar de sentarnos nada más nosotros y plantear lo que queríamos, invitamos a muchas organizaciones sociales y políticas, a intelectuales, a artistas, a ciudadanos y ciudadanas sin renombre, a los que no están de acuerdo con nosotros y también a los que están en contra de nosotros. Los representantes del gobierno se asustaron porque no tenían ninguna experiencia en hablar con gente inteligente (sólo habían hablado con miembros del gabinete de Salinas y de Zedillo, o sea los mismos). No dijeron una palabra en las discusiones y a la hora de los acuerdos sólo repitieron una: «no». Así que, como resultado de esta mesa de acuerdos, no tuvimos ningún acuerdo. El gobierno ni siquiera se tomó la molestia de argumentar su negativa a acordar nada, lo que hizo fue dialogar con las cúpulas de los partidos políticos y revender a la opinión pública un viejo y gastado producto (que por cierto ya nadie compra): la reforma del Estado (entonces disfrazada de reforma electoral «definitiva»). Así que nosotros exigimos una propuesta seria en este tema porque si dejamos de pelear para hablar, pues tenemos que hablar con seriedad porque con seriedad peleamos. Pero pasa el tiempo y no sólo no hay ninguna propuesta seria, sino que ahora se quiere discutir nuevamente la reforma del Estado excluyendo a la sociedad civil.

3.- Distensión Militar en Chiapas. Todos lo saben porque es noticia diaria en la prensa, en el norte de Chiapas hay una campaña permanente de violencia impune. Todos los días hay muertos, desalojos, encarcelados, desaparecidos. La mayoría de éstos tienen que ver con nosotros, con los zapatistas. Los responsables de esas muertes, desalojos, desapariciones y encarcelamientos a veces se llaman «Paz y Justicia», a veces «Chinchulines», otras «Máscara Roja» o «Mira», unas más «Seguridad Pública del Estado», otras «Policía Judicial», algunas menos «Ejército Federal».

Pero los nombres son lo de menos porque los que actúan, los que financian, los que entrenan, los que ordenan, son los mismos. Y detrás de ellos está un poder, el del gobierno mexicano, y una decisión: aniquilamiento total de todo lo sospechoso de zapatismo. En fin, que aquí hay un total deterioro y una franca guerra. Nosotros exigimos que se detenga, no se puede dialogar por la paz en un lado mientras se sufre la guerra en otro. Pero resulta que, como respuesta a nuestra demanda, no sólo no se distiende sino que se incrementa y se extiende a otras regiones de Chiapas. Ahora el «experimento» sangriento del norte del estado se trasladó a los Altos y en el municipio de Chenalhó, habitado por indígenas tzotziles (zapatistas o simpatizantes del zapatismo en su mayoría), la muerte desgrana su cuenta cotidiana.

Para responder a estos ataques no nos faltan ni armas, ni combatientes ni decisión. La certeza de que una guerra entre indígenas (que es lo que busca el gobierno) sería ayudar a quienes no quieren una solución verdadera, y una paciencia que tiende a agotarse, es lo que mantiene callados nuestros fusiles. Porque creemos que, «cuando la benevolencia y la crueldad pelean por una Nación, el contrincante benevolente es el más pronto vencedor». Y esto no lo dijo Lenin, sino Shakespeare. («Enrique V»).

4.- Liberación de los presos zapatistas. Para el gobierno ser o parecer zapatista es un delito. Poco importa que exista una ley que prohíbe la persecución en contra del EZLN, el Ejército Federal y policías de todos los tamaños y corporaciones se disputan a los zapatistas como presas de caza. En Veracruz hay todavía un presunto zapatista preso, parte de aquellos de febrero de 1995, y en Chiapas, la cárcel de Cerro Hueco tiene tantos que también ahí ya somos mayoría. ¿Cómo vamos a dialogar si nos tratan como criminales?

5.- Un comisionado con capacidad de decisión, respeto, etc. Nosotros no pedimos que del lado del gobierno se siente una persona simpática o agradable (dudamos que en el gobierno alguien reúna estas características), sólo pedimos que el que se siente de aquel lado sí tenga poder de decisión, sea responsable y se conduzca con seriedad y respeto. La pareja Bernal-Del Valle dejó su lugar al señor Pedro Joaquín Coldwell. Lo que sabemos de éste último es lo que ha declarado y revela que no sólo no tiene capacidad de decisión sino que trata de suplirla usurpando el papel de ¡la mediación!

Y ahora, además, el gobierno vuelve con su cantaleta de «los zapatistas no quieren dialogar», «los zapatistas son intransigentes». Por ejemplo, los legisladores de la Cocopa dicen estar esperando nuestra respuesta a las incitaciones para retomar el diálogo. Olvidar todo lo que expusimos arriba y hacer llamadas al EZLN a reanudar el diálogo como si nada hubiera pasado, no hace sino reforzar la estrategia gubernamental de presentarnos como «intransigentes», paso previo a una acción militar.

La Cocopa nació como instancia del Poder Legislativo Federal, trabajó y adquirió compromisos que debe honrar. El hecho de que hayan salido algunos de sus miembros y entrado otros no exime a la Cocopa del cumplimiento de su palabra, ni sujeta a negociación su responsabilidad. En esto no puede haber «borrón y cuenta nueva», como parecen sugerir las abundantes y desordenadas declaraciones a la prensa de algunos de los legisladores.

Todas esas declaraciones públicas padecen de amnesia: olvidan la palabra incumplida del señor Zedillo, olvidan el compromiso de la Cocopa de mantenerse firme en su posición y de no dar marcha atrás, olvidan nuestros muertos, olvidan la militarización, olvidan que en Chiapas hay una guerra… y olvidan a Heberto Castillo.

«Don Heberto» (como le decían los compañeros del CCRI) fue el que enfrentó primero al señor Chuayffet y después a Zedillo. Los legisladores de la Cocopa lo recordarán, pues ellos dieron abundantes detalles al que quisiera oírlo. Don Heberto Castillo les echó en cara, también, el que ahora argüyeran que los Acuerdos de San Andrés significaban la destrucción del Estado Mexicano y que, sin embargo, en febrero de 1996 los firmaron. Les echó en cara que mintieran.

Pero eso fue antes, ahora Don Heberto está muerto y hay nuevos miembros en la Cocopa. Ahí tiene usted que algunos de sus legisladores andan declarando que nosotros los zapatistas les «atamos las manos» y, ¿adivine?, que somos intransigentes. Los que dicen eso deberían recordar la historia. En esos tiempos de Heberto, la Cocopa andaba de un lado para otro, visitó varias veces la zona de conflicto, liberó presos, consiguió distensiones militares, oxigenó un diálogo asfixiado por el gobierno, se mantuvo firme ante las presiones gubernamentales, no intervino en las labores de la mediación y, en su afán de coadyuvar a la paz, se ofreció a destrabar el diálogo y se abocó a tratar de solucionar las 5 demandas mínimas del EZLN. Mucho trabajo y pocas declaraciones a la prensa. Como pago a su trabajo, en aquel tiempo la Cocopa recibió nuestro respeto y reconocimiento, y el desprecio y la humillación de Zedillo y la Secretaría de Gobernación.

Es el gobierno el que se burla de la Cocopa y de su iniciativa, es el gobierno el que incumple su palabra, es el gobierno el que nos persigue y nos mata, es el gobierno el que se niega a dialogar con seriedad y responsabilidad. Es al gobierno al que tienen que reclamarle que estén «atados de manos», es a él al que deben exigirle que abandone la guerra que nos hace y retome el camino del diálogo.

Si la Cocopa va a hacer honor a su compromiso y a «la memoria del difunto Heberto Castillo», no es con nosotros con quien tiene que encontrarse. De nosotros ya recibieron hace un año, la aprobación a su documento de iniciativa de ley. Si van a ser consecuentes, entonces corresponde que exijan al Ejecutivo Federal una respuesta que haga honor a su palabra empeñada en los primeros Acuerdos de San Andrés.

Pero si la Cocopa no va a cumplir su compromiso y su papel, ¿con qué cara van a venir a ofrecerle cualquier cosa a quienes consideran que el cumplimiento de la palabra es medida de la calidad humana? ¿Para qué nos vamos a reunir?

Con amnesia histórica y con vacíos llamados al diálogo no se alcanza la paz ni se resuelven sus obstáculos. Acá, ¿hace falta repetirlo?, hay una guerra. Nosotros ponemos los muertos, y el gobierno pone las declaraciones de prensa… y los asesinos. Bueno, ya casi me despido. Sólo quería decirle también que, detrás de ese absurdo empecinamiento del gobierno en no cumplir con los Acuerdos de San Andrés, se esconde un problema fundamental. Lo que está en el fondo es que hay dos modelos de diálogo que están chocando.

El uno, el que gusta al sistema político mexicano, es un diálogo entre élites, no nos toman ni tomarán en cuenta ni a usted ni a nosotros.

El otro, el que da verdaderos resultados, es un diálogo entre todos. Este segundo modelo de diálogo es el que nosotros hemos tratado de construir en San Andrés Sakamch’en de los Pobres.

El otro diálogo, el de los de arriba, está más cercano a la complicidad criminal que a la democratización y es el que se práctica en la clases gobernante.

¿Verdad que no estamos hablando de lo mismo cuando el gobierno dice «diálogo», y usted y nosotros decimos «diálogo».

El gobierno se niega a cumplir los acuerdos porque son resultado de un nuevo modelo de diálogo. Aceptarlos sería el fin del esquema de diálogo «de ventanilla», donde uno se forma para pedir al gobierno y él decide que sí y qué no, un diálogo sólo entre cúpulas, sin participación social. El cumplir con los Acuerdos de San Andrés le significaría al gobierno el reconocimiento de que es posible otro tipo de diálogo, uno en donde las respuestas se construyan por todos los participantes.

En la mesa I de San Andrés los indígenas se convirtieron en actores y creadores ejemplares. Participaron para construir su destino, y no para pedir, recibir o regatear. El Congreso Nacional Indígena, nacido a raíz de este encuentro de pensamientos y luchas, representa hoy una red de esperanzas y de luchas.

Los Acuerdos de San Andrés Sobre Derechos y Cultura Indígenas son irrenunciables para el EZLN. Representan las aspiraciones mejores de los pueblos indios de México y no sólo de los zapatistas. No podemos pasarlos por alto u obviar su cumplimiento en aras de un pragmatismo que vaya en contra de nuestra ética política.

Nuestro compromiso en la lucha indígena no es con el gobierno, ni siquiera con nosotros mismos, es con todos los pueblos indios de México, con su historia, con su lucha y con su dignidad.

Este es nuestro deber político y nada aceptaremos que implique incumplirlo o regatear su cumplimiento.

El éxito del Diálogo de San Andrés será el éxito de un modelo de diálogo participativo e incluyente.

Por eso el gobierno apuesta a su fracaso y promueve la violencia y la impunidad.

Por eso usted y nosotros luchamos contra la violencia y la impunidad, y porque el diálogo sea verdadero.

Por eso nosotros estamos empecinados en que se cumplan las demandas indígenas. Por eso exigimos que se cumpla la palabra.

Vale. Salud y que gane la lucha por la verdad.

 

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos

 México, noviembre de 1997.

 

P.D. QUE REPITE «¡YA BASTA!».- El próximo sábado 29 de noviembre de 1997, delegaciones de las bases de apoyo zapatistas en las regiones Altos, Selva, Norte, Sierra, Frontera y Costa realizarán una marcha pacífica en la ciudad de San Cristóbal de las Casas. «Contra la violencia y la impunidad» es una de las consignas de esta movilización y un puente con la marcha que la sociedad civil del Distrito Federal realizará del Angel de la Independencia al Zócalo en la misma fecha y hora. La dignidad y la rebeldía vuelven a hermanar dos Méxicos de México.

P.D. POST MORTEM.- Todavía en diciembre de 1996 y en San Cristóbal, los comandantes David, Tacho, Zebedeo y yo merengues hablamos con Heberto Castillo en uno de los patios. Estábamos por salir de regreso a las montañas y ya sabíamos que Zedillo había pedido tiempo para «pensar», después de desdecirse de su aceptación a la iniciativa de Cocopa. Los demás legisladores nos habían contado la historia de los encuentros con Chuayffet y Zedillo, y todos destacaban la valentía de Don Heberto. Así que pedimos hablar a solas con él, un poco para conocer su versión y un mucho para agradecerle su posición. El se encontró con nosotros, nos saludamos y le dijimos que le agradecíamos la firmeza y valentía de su posición. Nos respondió que no estaba con nosotros sino con la justicia, y que lo que exigíamos era justo y por eso lo apoyaba. «De lo otro, pues qué les digo, a mí me queda ya muy poco tiempo y no tengo nada qué perder», nos dijo al despedirse. ¿Sabía ya que se estaba muriendo? No lo sé, pero sí sé que se mantuvo firme y digno en esos sus últimos días. ¿Que por qué le cuento esto? Bueno, un poco para recordarlo y un mucho para cumplir con el homenaje pendiente a un hombre que fue consecuente, aún como político.

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