Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México, 8 de diciembre de 1996
TELEGRAMA URGENTE
Para: La Sociedad Civil
De: Subcomandante Insurgente Marcos
CCRI-CG del EZLN
Señora:
Salud, saludos, Stop. Reverencias muchas. Stop. Supremo con amnesia. Stop. Acuerdos olvidados. Stop. Pretextos renovados. Stop. Probable más sangre india para refrescar memoria. Stop. Urge su presencia. Stop. Posible danza intercontinental ayude a recordar. Stop. Grises pretenden ganar. Stop. Urge arcoíris. Stop. Si hay baile pido mano. Stop. Suspiro. Stop. Después de usted. Stop. Suspiro. Stop. Mano en mano y mano en talle. Stop. Suspiro. Stop. 1, 2, 3. Stop. Suspiro. Vale. Stop. Salud. Stop. Que baile pinte suelo-cielo. Stop y fin.
El Sup-telégrafo pensando, ingenuo, que los puntos y las rayas marcan una tonada para bailar y un camino para andar.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
P.D. QUE TE ANUNCIA REAPARICION DE UN ESCARABAJO RECORDADO ENTRE TANTOS ACUERDOS OLVIDADOS.- Llegó carta de Durito. Avisa que regresa para devolverles la memoria a los malandrines que vuelven por sus fueros. Dice que tardará un poco porque a «Pegaso» (su tortuga, es decir, su montura) le dan vértigo las altas velocidades (es decir, las superiores a los 50 centímetros por hora), y porque trae muchos regalos (entre ellos una sortija que, dice Durito, promete). Dice también que le aparten una pieza para el baile, que con eso de «mano en mano y mano en talle» a él le vienen sobrando varias manos, pregunta si las puede poner (las manos, se entiende) donde los suspiros sean estereofónicos. Dice también otras cosas que la moral y las buenas costumbres impiden reproducir sin que le bajen las acciones al abonero liliputense (qué tal que nos demandan).
¡Ah! También anexa un cuento que a la letra dice:
«La historia del siempre jamás»
«Había una vez un él que era todo noche. Sombra de sombras, paso solitario, mucho se caminaba las noches para encontrarla.
Había una vez una ella que era todo día. Destello de trigo, danza clara, mucho se caminaba los días para encontrarlo.
Mucho se buscaban el él y la ella. Mucho perseguía la noche al día. Sabedores estaban el él y la ella de la búsqueda que no se encontraba, parecía que no, que imposible, que nunca, que jamás…
Entonces llegó la madrugada, para el él, para la ella. Por siempre jamás.»
Tan tan.
Con el cuento termina la carta de Durito.
Yo, por lo pronto, ya solicité un amparo contra el olvido.
Vale de nuez moscada. Salud y que pronto se llegue y para siempre la madrugada.
El Sup viendo una foto del Che que, inexplicablemente, sonríe (el Che, se entiende).
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