Palabras del Subcomandante Marcos en la Conferencia de Prensa del día 8 de diciembre de 1996
Bueno. Buenas tardes. Vamos a informar de lo que ha ocurrido estos días en… en las reuniones que hemos obstruido, sostenido, perdón, con la Comisión de Concordia y Pacificación sobre el tema de las reformas constitucionales sobre derechos y cultura indígena. Voy a hacerles una reseña de lo que ocurrió, y luego a leer dos textos, dos cartas que resumen nuestra posición. Les voy a contar una historia, la historia de una negociación que no fue, de una negociación en la que una de las partes no se enteró hasta que entra en crisis.
Desde que inició la negociación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional con el gobierno del señor Zedillo Ponce de León, esta negociación y este diálogo han estado continuamente en crisis, en concreto porque una de las partes, el gobierno federal, no acaba de decidirse por la vía de la negociación. Con el cambio de Secretario de Gobernación en 1995 se empezó a implementar una estrategia que, a grandes rasgos, se define como la del garrote y la zanahoria, y que consiste en presentar a una de las partes un policía bueno y un policía malo. Se supone que frente a la parte que negocia, en este caso los rebeldes zapatistas, había un negociador (¡ay, cabrón!… ¿ahí está bien?), un negociador bueno y un negociador malo. En este caso, el negociador malo era el dúo dinámico de Bernal y Del Valle y el negociador bueno era el titular de la Secretaría de Gobernación. Durante todo ese tiempo, el papel del policía malo, del garrote, representado por Bernal y Del Valle, consistió en poner en crisis el diálogo para tratar de buscar un momento oportuno que permitiera la solución militar, o permitiera que el EZLN se sentara con menos ventajas y con todo en contra para poder imponer la posición del gobierno federal en la mesa de San Andrés. Y el papel del policía bueno era tratar de resolver esa crisis de modo que el EZLN entendiera que era mejor negociar con el titular de la Secretaría de Gobernación, y para esto se aparentaba como que eran dos posiciones diferentes dentro del aparato gubernamental. Por un lado lo que era propiamente la Secretaría de Gobernación, y por otro lado la delegación gubernamental que encabezaban Bernal y Del Valle.
La última gran crisis antes de la presente, en agosto de 1996, este año, definió que las comunidades plantearan que no era posible seguir el diálogo y la negociación si no se daban muestras claras de que los acuerdos se iban a cumplir, y de que el gobierno estaba dispuesto a negociar con todas sus consecuencias. Entonces se plantearon cinco demandas que eran y son las cinco condiciones para que se reinicie el diálogo suspendido por las comunidades zapatistas a finales de agosto de 1996 en un comunicado que se dio a conocer en los primeros días de septiembre.
Este modelo de la zanahoria y el garrote, del policía bueno y malo, se repitió después de que se acordó la salida de la comandante Ramona para que asistiera al Congreso Nacional Indígena y se volvió a presentar cuando se empezó a discutir el reglamento de la Comisión de Seguimiento y Verificación, y luego cuando se instaló esta Comisión de Seguimiento y Verificación. En las reuniones que sostuvimos con la Comisión Nacional de Intermediación y con la Comisión de Concordia y Pacificación –reuniones que se llamaron tripartitas, el policía malo, el dúo dinámico, se dedicó a sabotear y a tratar de oponerse a las iniciativas que tenía la Comisión de Concordia y Pacificación. Entonces, en la reunión pasada se acordó entre el EZLN y la Comisión de Concordia y Pacificación que era el momento de destrabar un punto fundamental en la crisis: que se cumplieran los acuerdos de San Andrés en lo referente a la Mesa I, en el tema de Democracia y Jus… (perdón), de Derechos y Cultura Indígena. Para eso hubo un primer intercambio de documentos entre el gobierno federal y la Comisión de Concordia y Pacificación, y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y la Comisión de Concordia y Pacificación, donde cada uno presentaba la forma en que esos Acuerdos de San Andrés en la Mesa I podrían plasmarse en reformas constitucionales que garantizaran los derechos y la cultura de los pueblos indios en México.
Inmediatamente, este proceso, este formato de acuerdo, de negociación reventó porque el gobierno federal quiso dar marcha atrás a los acuerdos que tenía en San Andrés y pretendía pasar una reforma constitucional completamente anodina e intrascendente. La Comisión de Concordia y Pacificación hizo una última exhortación a las partes. Su consideración era de que el EZLN se había ido al techo de los acuerdos de San Andrés, y que el gobierno federal se había ido al piso de los acuerdos de San Andrés y quería construir el piso intermedio. El día 19 de noviembre, la Comisión de Concordia y Pacificación envió una comisión de ella a la comunidad de La Realidad en la Selva Lacandona a entrevistarse con miembros de la comandancia, y ahí nos dijeron los miembros de la COCOPA que no estaban dispuestos a prestarse a reabrir la negociación por ninguna de las partes, ni por el EZLN como tampoco por el gobierno federal, y pedían un compromiso, tanto del EZLN como de la Secretaría de Gobernación: que estuvieran dispuestos a aceptar un documento que elaboraría la COCOPA para pronunciarse sobre lo que serían las reformas constitucionales. Se nos dijo que la Secretaría de Gobernación se había comprometido a entregar un último documento sobre cómo pensaban ellos que se iban a plasmar las reformas constitucionales, y nosotros nos comprometimos también a entregar un documento. El acuerdo de las partes era que ese era el documento final de cada uno, y que a partir de entonces el único documento válido era el que produjera COCOPA en base a las dos posiciones. Con ese compromiso llegamos nosotros el 24 de noviembre aquí a la ciudad de San Cristóbal y estuvimos trabajando el 24 y el 25 con el cuerpo de asesores, y el día 26 de noviembre entregamos a la Comisión de Concordia y Pacificación el documento final del EZLN. El día 27 de noviembre, al día siguiente, la COCOPA se volvió a reunir con nosotros y nos volvió a plantear que tanto el documento que había recibido del EZLN como el que le había mandado la Secretaría de Gobernación, insistían en posiciones contrarias y diametralmente opuestas. Insistió la Comisión de Concordia y Pacificación en que no iba a repetir la Mesa de San Andrés. El EZLN estuvo de acuerdo con eso y la COCOPA se comprometió a hacer un documento de las dos posiciones que interpretara los acuerdos de San Andrés y los elevara a iniciativa para reformas constitucionales.
El día 28, la Comisión de Concordia y Pacificación estuvo trabajando eso y el día 29 de noviembre la COCOPA pidió una reunión con nosotros y nos planteó lo que dijo entonces era el documento final. Se nos dijo claramente que era un documento que sólo podía responderse «sí» o «no», y que no estaba dispuesta a recibir observaciones de ningún tipo o a abrir de nuevo la negociación ahora sobre ese documento. Que el «sí» o el «no» de las partes significaba el éxito o el fracaso de la Comisión de Concordia y Pacificación, y que en caso de que cualquiera de las dos partes, tanto el EZLN como el gobierno federal, respondieran con «no», con un «no», la Comisión de Concordia y Pacificación consideraba finalizada su labor de coadyuvancia y habiendo fracasado desaparecería. El EZLN se comprometió a revisar el documento ese mismo día. Estuvimos trabajando toda la noche, incluso con nuestro cuerpo de aserto… de asesores (perdón), y el 30 de noviembre, sábado, el sábado pasado, a las doce del día, nos reunimos con la Comisión de Concordia y Pacificación y le dijimos que veíamos que el documento tenía muchas lagunas respecto a lo que eran los acuerdos de San Andrés. Que faltaban muchos acuerdos de incorporarse en el documento pero que contenía otros y que era importante este avance. Que dado que la COCOPA lo planteaba como un esfuerzo final, el EZLN aceptaba el documento de la Comisión de Concordia y Pacificación como iniciativa de reforma constitucional, y no le hacía ninguna observación ni le corregía ningún acento, ninguna coma.
El día anterior, cuando a nosotros nos entregaron el documento, la Comisión de Concordia y Pacificación nos dijo que a la misma hora en que nos estaba entregando, se estaba faxeando a la Secretaría de Gobernación ese documento. Esto es el 29 de noviembre. El 30 de noviembre, después de recibir nuestra respuesta, en la tarde, la Comisión de Concordia y Pacificación viajó a la ciudad de México, y esa misma tarde se entrevistó con la Secretaría de Gobernación, que dijo que aceptaba el documento pero que comprendieran que como el señor Zedillo andaba fuera convenía esperar a que regresara para poder pronunciarse. La Comisión de Concordia y Pacificación estuvo de acuerdo, nos pidió que mantuviéramos en discreción y confidencialidad el hecho de que el EZLN había ya aceptado. Se nos dijo que la Secretaría de Gobernación también había aceptado (esto fue el domingo primero) y el lunes 2 de diciembre, cuando Cocopa esperaba entrevistarse con la Secretaría de Gobernación y con el señor Zedillo para que se lanzara la iniciativa, se da la destitución del Procurador General de la República, Antonio Lozano Gracia, y la crisis que eso desató en el gabinete y en la clase política en México.
El lunes y el martes no hubo ninguna señal. Estaban, pues, todavía en la bronca que se echaron, y el día martes en la noche –según nos cuentan, la Secretaría de Gobernación se reúne con la Comisión de Concordia y Pacificación y le dice que no está de acuerdo con el documento, que tiene una serie de observaciones. Hace entrega de las observaciones y dice que pide que la Comisión de Concordia y Pacificación lo entregue al EZLN para que el EZLN se pronuncie sobre esas modificaciones. La Comisión de Concordia y Pacificación viene a San Cristóbal, nos da esa respuesta y nosotros le respondemos lo que ya le habíamos dicho: que nosotros habíamos entendido que el documento era un documento final que sólo aceptaba el «sí» o el «no»; que nosotros habíamos dicho «sí» y habíamos cerrado la negociación; que no estábamos dispuestos otra vez al estira y al afloja sobre palabras, puntos, acentos o comas, y que para nosotros, pues, la negociación estaba cerrada y que las llamadas «observaciones» de la Secretaría de Gobernación equivalían a un «no». Que si eso era así, significaba que el gobierno se negaba a cumplir los acuerdos de San Andrés y que nosotros pedíamos retirarnos a nuestras posiciones de montaña para poder pronunciarnos ahí en una posición más segura.
La Comisión de Concordia y Pacificación pidió prudencia y pidió también el apoyo para hacer un último intento de hablar con la Secretaría de Gobernación, y si era necesario, entrevistarse directamente con el señor Zedillo –puesto que habían recibido primero el «sí» al documento por parte de la Secretaría de Gobernación, y luego el «no». En estos días, el viernes 6 y el sábado 7 de diciembre, se dan estas entrevistas entre la Secretaría de Gobernación y la COCOPA, y luego entre la COCOPA y el señor Zedillo en dos partes. Primero se entrevistan con la Secretaría de Gobernación, donde están presentes el señor Chuayffet, el señor Núñez, el señor Franco, y los señores Bernal y Del Valle. La Secretaría de Gobernación acusa en esa reunión a la COCOPA de favoritismo hacia el EZLN diciendo que la COCOPA le había entregado primero el documento al EZLN y que el contenido de la iniciativa de ley sólo incorporaba las posiciones del EZLN y no las posiciones de la Secretaría de Gobernación. La COCOPA rechazó la acusación y comprobó que, al mismo tiempo que había entregado el documento al EZLN, lo había faxeado a la Secretaría de Gobernación, y le insistió a la Secretaría de Gobernación que el contenido de su iniciativa no había sido la posición del EZLN sino los acuerdos que la delegación gubernamental había firmado en San Andrés el día 16 de febrero de este año. Según nos dicen, tuvieron un papel destacado y firme en esa reunión con la Secretaría de Gobernación los senadores Luis H. Alvarez y don Heberto Castillo. La Comisión de Concordia y Pacificación reclamó a la Secretaría de Gobernación que primero hubiera aceptado el documento y luego lo hubiera rechazado. La Secretaría de Gobernación primero dijo que había entendido que el documento era un documento base de discusión y no que era definitivo. La Cocopa le dijo que no, que claramente ya se había dicho en público y en privado que el documento era definitivo y que no aceptaba más que un sí o un no. Después la Secretaría de Gobernación reconoció que había aceptado el documento sin haberlo conocido, sin haberlo leído, y que es después de haberlos leído donde les habían surgido estas dudas; que veían problemas constitucionales, que iban a tener repercusiones graves dentro del Congreso y dentro de la Constitución si se aprobaba tal cual, y cuando la COCOPA le reclamó que por qué no habían pensado en eso antes, la Secretaría de Gobernación contestó que no pensaron que iba a ser necesario cumplir los acuerdos. Luego la Secretaría de Gobernación dice que se trata de un malentendido entre la COCOPA y la Secretaría de Gobernación, y que –en todo caso– es un problema entre la COCOPA y el EZLN. Y la COCOPA le recuerda a la Secretaría de Gobernación que no, que el proceso de diálogo y negociación –y la guerra– es entre el gobierno y el EZLN y no entre la COCOPA y el EZLN, y finalmente le dice que lo que quiere es avisar que va a presentar el documento al Congreso de la Unión como iniciativa de ley. Que esperan que el señor Zedillo lo apoye, y para eso piden entrevistarse con Zedillo para pedirle el apoyo. En caso de que no sea así, la COCOPA dice que presentaría el documento sólo con sus firmas ante el Congreso de la Unión. Gobernación dice que tal vez sea una salida, y reprocha a la COCOPA que haya usado el tono de ultimátum frente al gobierno. Que está bien que la COCOPA planteara ultimátums al EZLN porque era un grupo de transgresores que estaban fuera de la ley, pero que no se le podía plantear ultimátums al gobierno porque el gobierno era la ley. ¡Ja! Y finalmente que, en todo caso, si no salía, el problema era de la COCOPA con el EZLN porque la COCOPA se había comprometido a cosas con el EZLN y no el gobierno. La comisión que se entrevista con la Secretaría de Gobernación insiste en entrevistarse con el señor Zedillo, y se presentan a las 19 horas de ese día en la noche. En esa reunión donde participan –por el lado del gobierno federal– los señores Zedillo, Chuayffet, Núñez y Franco y –por el lado de la Comisión de Concordia y Pacificación, está don Luis H. Álvarez, don Heberto Castillo, José Narro, Jaime Martínez Veloz y Juan Roque Flores, creo que es. El senador Luis H. Álvarez le dice al señor Zedillo que se imagina que ya conoce cuál es el problema y que quiere oír su opinión o su posición al respecto y según dicen los legisladores, el señor Zedillo –en un tono mesurado y respetuoso pero enérgico– rechaza la iniciativa de ley de la COCOPA en unos términos que daban a entender a la COCOPA que el señor Zedillo estaba hablando de un documento que no era el presentado por la COCOPA. Se refirió a una serie de términos y peligros que podía traer la iniciativa de COCOPA si es que era aprobada, y dio algunas referencias. Y la COCOPA entendió que el señor Zedillo estaba hablando de un documento que no era el que había elaborado la Comisión de Concordia y Pacificación, sino que había sido mal informado, tanto del documento como del proceso, porque el señor Zedillo pensaba que la iniciativa era una iniciativa del EZLN para reformas constitucionales, y luego que era una iniciativa que la COCOPA hizo de acuerdo con el EZLN. Hasta el final entendió que era una iniciativa con base a lo que su representación gubernamental y el EZLN habían firmado como acuerdos en San Andrés.
El señor Zedillo dijo al principio que, a diferencia de lo que decía la Secretaría de Gobernación –porque la Secretaría de Gobernación decía que el problema no era de fondo, que estaba de acuerdo con el espíritu de la iniciativa, pero que había detalles que había que cambiar, el señor Zedillo dijo que no estaba de acuerdo con eso; que la iniciativa de ley tenía problemas graves de fondo, y que no eran de detalle; que él tenía que estar atento a esto, porque una iniciativa de este tipo podía traer consecuencias futuras muy graves para el país si se da un cambio constitucional que abriera la puerta a que el país se fragmentara y se dividiera. La COCOPA le insiste continuamente en que no es ése la iniciativa que hizo la COCOPA, que probablemente se refiere a otro documento o que tiene una visión unilateral y amañada de lo que es el documento. La Comisión de Concordia y Pacificación le reprocha al presidente que la Secretaría de Gobernación, que el gobierno, haya faltado a su palabra y al compromiso de aceptar la iniciativa de COCOPA, y que entendían entonces que esa posición gubernamental significaba el fin de la Comisión de Concordia y Pacificación y el fin de la posibilidad de llegar, por una vía rápida, a la firma de la paz. En vista de que la autoridad de la COCOPA se basaba en el apoyo que tuviera tanto del EZLN como del gobierno federal, y puesto que el gobierno federal faltaba a su compromiso, pues ya no tenía sustento su posición. El señor Zedillo insistió en que se trataba de un malentendido entre la Secretaría de Gobernación y la COCOPA, y no una falta de compromiso. Los legisladores — donde destaca, otra vez, además de don Heberto Castillo, ahora el diputado Narro a la hora de sus intervenciones, le insisten en que no, que era un compromiso de la Secretaría de Gobernación y que no lo había cumplido. El señor Zedillo dice que se enteró que la COCOPA estaba dispuesta a entregar la iniciativa de ley con su sola firma, la firma de sus integrantes, y a diferencia de lo que había dicho la Secretaría de Gobernación, que eso podría solucionar el problema. El señor Zedillo dijo que no estaba de acuerdo, porque como él no estaba de acuerdo con la iniciativa, él iba a tener que oponerse con su gobierno a la iniciativa y entonces no iba a pasar y el problema no se iba a solucionar. Que él insistía en que la iniciativa de ley tenía que ser consensada y acordada por las partes. La Comisión de Concordia y Pacificación insistió en que no se trataba de un malentendido sino de un acuerdo incumplido; que veían que había mala información de la Secretaría de Gobernación para la Presidencia; que la base que habían tomado ellos para elaborar la iniciativa eran los acuerdos que firmó el gobierno el 16 de febrero de 96, y de ninguna manera eran la posición del EZLN en la mesa de San Andrés, y que finalmente se había tomado en cuenta tanto lo que había propuesto el EZLN como el gobierno, dado que ambas partes habían firmado esos acuerdos. El señor Zedillo comienza a darse cuenta que no tiene la información completa de lo que ha sido el proceso, que sus objeciones no son a la iniciativa de la COCOPA sino a la versión que le han dado de ella. Finalmente dice que, ante las argumentaciones de COCOPA, reconoce que no es abogado, y que los que están en la Secretaría de Gobernación que dicen que era anticonstitucional el proyecto, tampoco eran abogados. Dijo el señor Zedillo que tenía dudas y que tenía que expresarlas; que estaba preocupado porque pensaba que podía hacer daño con eso, que quería consultar; que él tenía dudas de que esa iniciativa pudiera traer problemas. La COCOPA le hizo la pregunta que todos están haciendo ahorita: si esos acuerdos de San Andrés podían ser tan problemáticos y tan dañinos a la nación, por qué el gobierno le había confiado a COCOPA la iniciativa de ley, y por qué nadie había revisado un material que tenía diez meses de haber sido firmado por el gobierno federal. En esos diez meses, nadie del gobierno se molestó en revisar el material que habían firmado para advertir que estaba mal o –en lenguaje que usó el señor Heberto, que estaba contaminado o minado, para advertirle a la COCOPA que podía traer problemas; que entonces cómo se le había dado la confianza a la COCOPA para trabajar un documento que el gobierno, diez meses después, reconocía que podía traer problemas. Que entonces era cierto lo que decía el EZLN, que el gobierno sólo quería firmar acuerdos por firmarlos, y nunca se había planteado seriamente cumplirlos. El señor Zedillo aceptó, aceptó que había una laguna ahí de información y de revisión, y propone que hay que buscar una salida porque no hay ningún argumento para explicar porqué se rechaza ahora lo que ya se aprobó y se firmó antes. El señor Zedillo propone, insiste en que su intención es sacar una reforma que cumpla los acuerdos de San Andrés, y propone escribirle un mensaje al Ejército Zapatista de Liberación Nacional para explicarle su posición, y pedirle que, de mutuo acuerdo del Ejecutivo Federal y el EZLN, se abra de nuevo la discusión sobre la iniciativa de ley. La Secretaría de Gobernación se opone, porque dice que eso va en detrimento de la imagen del presidente, que cómo se puede estar rebajando a (bueno, bueno) que cómo se puede estar rebajando a dirigirse por escrito al EZLN. El señor Zedillo insiste en que ya hay antecedentes y que él no tiene por qué sentir que se rebaja. Y finalmente queda en que el mensaje sería verbal, el mensaje de… del señor Zedillo para el EZLN. El mensaje, como es versión, mi versión de la versión que dan los legisladores, no hay que tomarlo al pie de la letra, pero más o menos sería éste: manda decir el señor Zedido que (Zedillo, perdón), que tiene una natural duda sobre el impacto de la iniciativa; que su duda es de buena fe, que no puede cometer errores, y que quiere hacer consultas con constitucionalistas para poder aceptar esa iniciativa; que es inobjetable que llevan diez meses con documentos que no conocen sus encargados, pero que hay disposición de aprobar por parte de él, por parte del Ejecutivo Federal. Lanzar la iniciativa y aprobar el documento. Pero insiste en que tiene dudas fundamentales y necesita un plazo para aclarar esas dudas; que no llevaría más de dos semanas, y como muestra de buena voluntad retiraba el documento de observaciones presentado y firmado por la Secretaría de Gobernación a la iniciativa de la COCOPA, y pedía que la COCOPA esperara, ya que el gobierno federal, su gobierno, el Ejecutivo Federal no había respondido. No había respondido todavía su iniciativa, entonces que retiraba lo que había firmado COCOPA, y que pedía ese tiempo para consultar con algunos constitucionalistas para ver si no había problemas con esa iniciativa; que si no había tiempo de que la iniciativa saliera en el periodo ordinario, que trataría de conseguir en el Congreso que saliera un periodo extraordinario para poder sacar la iniciativa de ley.
Insistió en que tenía disposición para resolver el problema y para reconocer los derechos y la cultura indígena en términos constitucionales, pero tenía dudas de que esto pudiera traerle más problemas.
El señor Zedillo reiteró ante la Cocopa que para él, la única salida al conflicto con el EZLN era la vía del diálogo y la negociación, y que de ninguna manera actuaría militar o policiacamente en contra del EZLN, entre otras cosas porque no le conviene. Imagínense si le conviniera…
Que asume los acuerdos de San Andrés y –lo reitera — que tiene algunas dudas, sobre todo en lo que se refiere a la parte de la autonomía indígena, a lo que puede entenderse como «fueros especiales» para los indígenas y a lo que significaría la iniciativa de ley en el indigenismo mexicano, que quien sabe que quiere decir eso. La Cocopa respondió a las dudas; los especialistas que tiene de por sí como miembros de la Comisión de Concordia y Pacificación argumentaron, en términos constitucionales, para resolver estas dudas fundamentales del señor Zedillo. Como quiera el señor Zedillo insistió en que se le propusiera al EZLN este tiempo para hacer las consultas de tal forma de buscar una reforma por consenso.
Como ya sabrán, la delegación del EZLN aceptó esta solicitud del Ejecutivo para hacer estas consultas y ver si en ese plazo, o en el que sea necesario, pasan las iniciativas de reformas constitucionales –según la propuesta de Cocopa– que van a conocer en unas horas más; se las vamos a pasar.
Nosotros lo que pensamos es que finalmente el mensaje era muy sencillo. El mensaje era: quiero tiempo, quiero quince días para consultar a los constitucionalistas.
Entonces por qué tanto tiempo tardó el EZLN para responder.
Primero porque nosotros –de pronto– nos dimos cuenta que estábamos negociando y haciendo acuerdos con un gobierno sin que el titular de ese gobierno se enterara realmente de lo que estaba ocurriendo, según reconocieron ellos mismos. Que la delegación gubernamental había firmado acuerdos y que nunca se había propuesto seriamente cumplirlos. De hecho –según refieren– en la reunión de Cocopa y Gobernación, cuando la Cocopa decía: bueno, por qué si puede traer todos esos problemas constitucionales, por qué no tuvieron asesores que vieran el impacto en la Constitución de esos acuerdos que iban a firmar. Y la Secretaría de Gobernación contestó que no pensó que fuera en serio. Que si hubieran sabido que iba a pasar eso, pues sí hubieran mandado especialistas en la Constitución para hacer los acuerdos.
Según el análisis que nosotros hacemos, algo pasa en las esferas del poder entre el día primero de diciembre, domingo, y la mañana del día dos de diciembre –cuando se decide la remoción del procurador general Lozano Gracia, que hace que la Secretaría de Gobernación modifique su posición del día primero (haber aceptado el documento) y luego el día tres (rechazarlo) y decir que no. En el análisis que hacemos nosotros, en ese periodo, en los círculos del poder o a saber dónde, deciden ajustar cuentas con el Partido Acción Nacional. Son pugnas políticas las que deciden la remoción del procurador, y créanme que no nos simpatiza nada pero son cuestiones políticas las que lo deciden. Entonces hay una valoración allá dentro, allá arriba, donde dicen que la iniciativa de ley va a pasar. Y da la casualidad de que el presidente de la Comisión de Concordia y Pacificación en el periodo donde se iba a presentar la iniciativa, o sea en éste, es el Senador Luis H. Álvarez, de Acción Nacional.
Entonces, en vísperas del proceso electoral legislativo de 1997, Acción Nacional iba a presentar ante el Congreso una ley que beneficiaba a los indígenas, que era un paso casi definitivo en el proceso de paz en Chiapas y que significaba, en términos constitucionales, prácticamente la única reforma constitucional que vale la pena que hubiera hecho el Congreso en los últimos doce años, porque las otras son contrarreformas.
Cuando nosotros recibimos esta primera propuesta de Gobernación con la que pedían que se reabriera la discusión, o sea la que manda la Secretaría de Gobernación antes de lo que dijera Zedillo, nosotros pensamos –no se por qué, somos mal pensados, que de lo que se trataba era de alargar la negociación con el fin de que Acción Nacional, que tenía la presidencia de la Cocopa, no se llevara el prestigio de presentar esas reformas en el Congreso y de verlas aprobadas. Nosotros se los dijimos claramente a los legisladores y yo les dije que lo iba a decir aquí: que con Acción Nacional no sólo tenemos muchas diferencias y muchas críticas, sino además no estamos de acuerdo con el país que quieren llevar adelante aquí en México, pero que de ninguna manera estábamos dispuestos a que la sangre de nuestros muertos y el sufrimiento de nuestros pueblos sirviera para ajustar cuentas entre los partidos políticos o entre los grupos de poder. Que si dentro del gobierno querían ajustarle cuentas a Acción Nacional o si los partidos políticos querían ganarle a Acción Nacional, debían hacerlo en las urnas o en los debates, y no usar un conflicto como el nuestro para provocar esto. Que no nos habíamos alzado ni para que un sector del gobierno tuviera éxito ni tampoco para que uno de los partidos políticos u otro tuviera algunas ventajas. Que nosotros veíamos que dentro del gobierno habían manejado coqueteos o acuerdos con los partidos de oposición para lograr esta especie de prórroga que sacara a Acción Nacional de un papel que podía ser estelar. Afortunadamente, tanto la dirección del Partido de la Revolución Democrática como del Partido del Trabajo tomaron cartas en el asunto y ratificaron su posición de apoyar la iniciativa de ley de la Comisión de Concordia y Pacificación.
Pero no sé si me explico: esos días fueron muy difíciles, no sabemos todavía si ya se alcanzaron a aclarar, pero estaba claro que, como otras veces, el conflicto, la guerra, pues, estaba siendo usada por intereses dentro del aparato gubernamental para los ajustes, y de pronto la solución del conflicto tenía un capital electoral que había que capitalizar por uno o por otro lado.
Por eso nosotros nos negamos a que esto fuera posible o a que fuéramos usados para este ajuste de cuentas. Y fue cuando decidimos que nos íbamos a retirar y cuando la Cocopa dijo que iba a hacer un último esfuerzo con Zedillo. Y nosotros volvimos a insistir hoy, cuando le dimos la respuesta a la Cocopa, que no estábamos dispuestos a esto. Hablamos con los legisladores Don Luis H. Álvarez y Rodolfo Elizondo, de Acción Nacional, para avisarles otra vez que no estábamos de acuerdo con su partido pero que tampoco estábamos de acuerdo en que nos usaran para chingar a su partido, que tenía que seguir otro proceso la disputa que tienen entre ellos y que nos dejaran fuera. Que no veríamos bien que el criterio para que una iniciativa de ley se aprobara no fuera el constitucional, sino quién está en la presidencia y quién va a capitalizar el beneficio de esta iniciativa que todos reconocen que es buena y que va a ser fundamental para el proceso de paz –y que de ninguna forma es anticonstitucional.
En torno a esta iniciativa de ley se han movido muchas fuerzas y posiciones e intereses. Como nosotros hemos manejado que significaría un paso definitivo para el proceso de paz, y hemos iniciado algunas consultas con sectores externos al EZLN sobre qué pasaría si el EZLN sale en el año electoral como una fuerza política independiente –independiente quiere decir no en ningún partido político de los existentes sino aparte, esto pudo haber provocado recelo entre los partidos de izquierda, de oposición, que pudieran vernos como un rival o como una competencia en el tianguis que se viene el año que entra. Finalmente lamentamos que el proceso electoral haya contaminado la iniciativa y que ni modo, pues se llegó a él en un periodo preelectoral y le insistimos a la Cocopa y al señor Zedillo también, que hagan un esfuerzo por sacar esta iniciativa de ley y este proceso de negociación de las presiones preelectorales.
Esto es a grandes rasgos lo que pasó. Nosotros guardamos silencio todos estos días porque teníamos un compromiso, que terminó el día de hoy en la mañana, de qué es lo que había pasado. A grandes rasgos esto es lo que ocurrió. Más detalles les podrían dar los legisladores de la Cocopa que estuvieron presentes.
Nosotros reconocemos el trabajo de ellos y la actitud que tomaron –marcadamente destacada. Repito, la actitud de los senadores Álvarez y Castillo y del diputado Narro, y según cuentan también, la defensa constitucional que hizo el señor Roque Flores, también muy destacada. La Cocopa, como habrán visto en su comunicado, se comprometió a mantenerse en que ese es el documento; ellos consideran que es un avance que Zedillo haya retirado las observaciones que había hecho Gobernación y que pida que no se dé por recibida la posición del gobierno hasta que él consulte. Consideran que el señor Zedillo se ha dado cuenta de que está mal informado de lo que es el proceso de diálogo y negociación y que esperan que tome un papel más directo en la solución del conflicto.
Eso es a grandes rasgos lo que ocurrió. Es a grandes rasgos lo que pasó estos días que estuvimos aquí, además de los aviones y el movimiento militar que ustedes pudieron observar en estos días.
Yo creo que ahí ya tienen varios escándalos, pero como quiera les voy a leer la carta de respuesta al mensaje del señor Zedillo.
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