9 junio 1996
Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México, junio de 1996
A: Campaña Nacional por la Paz y contra el Hambre Un grano para mi hermano
Hermanos y hermanas:
Queremos aprovechar que están reunidos para mandarles un saludo y nuestro reconocimiento por la inquietud que los convoca y organiza.
Hace unas semanas, frente a la campaña gubernamental que escondía, detrás de una supuesta campaña contra el narcotráfico, su interés de reanudar los combates, nuestros jefes indios del CCRI-CG del EZLN decidieron responder con la campaña Para los pueblos indios: Soldados y guerra No. Maíz y paz Sí. Desde 1994, a cada iniciativa de guerra por parte del gobierno el EZLN ha respondido con iniciativas de paz. Ustedes las conocen. Los pueblos zapatistas se han pronunciado una y otra vez por una paz digna, el gobierno por una paz que es sinónimo de muerte o rendición. Por eso no nos ponemos de acuerdo. Los indígenas rebeldes hemos decidido resistir, no hacer la guerra pero tampoco rendirnos. Pensamos que nuestra actitud es comprendida por muchos mexicanos y personas honestas de otros países. Sabemos también que no somos los únicos que resistimos y que somos rebeldes. Por todo el territorio de la Nación mexicana existen puntos de resistencia y rebeldía que no se conforman con al oposición, sino anhelan construir algo nuevo y mejor. Acá, en las montañas del sureste mexicano, miles de familias tzeltales, choles, tzotziles, tojolabales, zoques y mames resisten, como han resistido por cientos de años, con paciencia y esperanza. Ustedes, con su esfuerzo, hacen posible que las dos, la paciencia y la esperanza, se hagan fuertes y sean alivio.
Hay aquí una carrera entre el tiempo y la vida. «Este es tiempo de hambre. Y en el hambre, el tiempo trata de matar al hombre. Sólo la esperanza alivia al hombre de la herida del tiempo», decía el Viejo Antonio cuando, en el amanecer de un junio hace 10 años, veía alzarse apenas el maíz en la milpa. «No hay maíz en la champa ni en la milpa. Es tiempo de hambre, de espera. Mira cómo el maíz empieza a pintar de verde la milpa, mira cómo la lluvia comienza a aliviar lo seco y duro. Los dos, maíz y lluvia, nos dicen que tenemos que esperar, que hay que resistir, que no hay que morir. Ya vendrá el tiempo en que el maíz llegue a la champa y a la mesa de los hombres y mujeres verdaderos, ya vendrá el tiempo en que la lluvia les lave el dolor del suelo duro. Pero mientras llega el tiempo del tiempo, muchos se mueren porque les ganan el hambre y el dolor». El Viejo Antonio acababa de enterrar a uno de sus hijos. «No se logró», dijo el Viejo Antonio después de poner la cruz, amarrada con bejuco, que marcaba la tumba de una niña, de la niña que doña Juanita y él, el Viejo Antonio, habían hecho para que viviera.
«Hambre y hombre, Hombre y hambre. Así fueron nombrados estos contrarios, así llamaron los más primeros dioses, los que nacieron el mundo, a la muerte y la vida, hambre fue llamada la muerte, vida fue llamado el hombre. Por algo será…» dijo el Viejo Antonio después de mirar, desesperado, cómo el maíz apenas alzaba centímetros del suelo. Encendió la pipa y, ya caminando rumbo al cerro, me invitó a acompañarlo a buscar raíces para distraer a la muerte.
Ya sé que este recuerdo del Viejo Antonio no viene al caso en su reunión, pero me vino a las manos cuando, en el cerro de allá enfrente, vi una milpa raboncita y tres helicópteros militares manchando el horizonte. Llevan soldados esos helicópteros, maíz no llevan. Prometen hambre y guerra, espantan la paz y la vida.
Por la paz y contra el hambre, ¿no se llama así su campaña?
«Así se llama», me dice el Viejo Antonio (que ya me lleva un buen trecho adelante, porque mi torpeza en subir cerros es ya una leyenda en las montañas del sureste mexicano). «O lo que es lo mismo: Por el hombre y contra la muerte», dice el Viejo Antonio mientras me espera como es ley, es decir, fumando. Y, es sabido, al Viejo Antonio no hay quien le gane cuando se trata de traducir luchas y esperanzas…
Sí, ya sé que me salí del tema y que sólo debería limitarme a decirles que gracias y que acá los esperamos, pero ya ven ustedes que en las madrugadas de junio se aparecen la lluvia, la asfixia, el desvelo… y el Viejo Antonio. Bueno pues, sale:
Gracias hermanos y hermanas. Acá los esperamos.
Vale. Salud y que en la lucha del hombre contra el hambre ganen los que deben ganar, es decir, los niños.
Desde las montañas del sureste mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos
México, junio de 1996
PD: Dice Durito que cuándo será que a alguien se le ocurra hacer una campaña que se llame Un helado de nuez para mi escarabajo. Yo le dije que no rima, pero Durito dijo que, frente a un helado de nuez, la métrica se puede permitir ciertas licencias. Le regalé tabaco. «No sabe igual», se inconforma Durito, pero recarga y enciende su pipa, y sigue escribiendo. «¿Qué escribes?», le pregunto. «¡Ah! Una sorpresa», dice mientras se protege de la lluvia debajo de una hojita.
No hay comentarios todavía.
RSS para comentarios de este artículo.