Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México, 18 de mayo de 1996.
A: La Sociedad Civil Nacional e Internacional.
Donde quiera que se encuentre.
Disculpad, señora sociedad civil, que os distraiga de vuestras múltiples ocupaciones y reiteradas angustias. Sólo os escribo para deciros que aquí estamos, que seguimos siendo nosotros, que la resistencia es todavía nuestra bandera y que todavía creemos en usted. Pase lo que pase, seguiremos creyendo. Porque la esperanza, señora de rostro difuso y nombre gigante, es ya en nosotros una adicción.
Vuesa excelencia sabrá ya que el horizonte se encapota de un gris que va para negro con la misma celeridad que marcha la venta de nuestra historia. Sin embargo, sabed que la libertad sigue estando ahí adelante, que sigue siendo necesario luchar y que la historia todavía espera quien le complete las planas. Así las cosas, y temiendo que no os veamos de nuevo, aceptad estas tres definiciones que vienen muy a pelo para días tan aciagos como los que nos esperan:
Libertad. Dice Durito que la libertad es como la mañana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla. Yo digo que los zapatistas somos los adictos al insomnio que la historia desespera.
Lucha. Decía el Viejo Antonio que la lucha es como un círculo. Se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina.
Historia. La historia no es más que garabatos que escriben los hombres y mujeres en el suelo del tiempo. El Poder escribe su garabato, lo alaba como escritura sublime y lo adora como verdad única. El mediocre se limita a leer los garabatos. El luchador se la pasa emborronando cuartillas. Los excluidos no saben escribir… todavía.
Aceptad, señora, estas tres flores. Las otras cuatro llegarán luego… si es que llegan.
Vale. Salud y recordad que la sabiduría consiste en el arte de descubrir, por detrás del dolor, la esperanza.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, mayo de 1996.
P. D. Se me olvidaba advertiros, señora, que no se deje engañar usted por funcionarios, columnistas y etcéteras que hacen de la mentira un eco infinito. Nada está resuelto, todo está roto. Y, en lo esencial, hay dos apuestas: la de ellos, la de la guerra, apuesta a que usted seguirá en la indiferencia; la de nosotros, la de la paz, apuesta a que usted bailará un zapateado que hará temblar todo, justo como tiembla el amor cuando es de veras.
P. D. traductora: De París preguntan los (as) traductores (as) si, en la Continental Americana, dije que «el zapatismo es una institución». Yo dije que «el zapatismo es una intuición», pero si el zapatismo termina siendo una institución, entonces es una mala intuición. El «focador», mon cherie, viene de foco, lámpara de mano, y no de foca, ser de cuya humedad ni hablo porque así me va con las feministas. Adelante, pues.
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