Declaración del EZLN en torno a la injusta sentencia dictada en contra de Jorge Javier Elorriaga Berdegué y Sebastián Entzín Gómez.
5 de mayo de 1996.
Por mi voz habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional:
El día 3 de mayo de 1996, y a través de una transmisión radial, hemos tomado conocimiento de que el juez Juan Alcántara dictó sentencia en contra de los señores Jorge Javier Elorriaga Berdegué y Sebastián Entzin Gómez, declarándolos culpables de los delitos de conspiración, rebelión y terrorismo. El señor Juan Alcántara condenó al señor Jorge Javier Elorriaga Berdegué a 13 años de cárcel, multa de 75 días de salario mínimo y suspensión por cuatro años de sus derechos políticos, y a Sebastián Entzin Gómez a seis años de prisión, multa de 40 días de salario mínimo y suspensión por dos años de sus derechos políticos.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional recibe el hecho de la condena a los presuntos zapatistas como una clara señal de guerra. Los señores Jorge Javier Elorriaga Berdegué y Sebastián Entzin Gómez fueron acusados de ser zapatistas y condenados por los delitos de conspiración, rebelión y terrorismo. Esto significa que, para el gobierno mexicano, los zapatistas somos terroristas, delincuentes a los que hay que encarcelar y matar.,El proceso de diálogo entre el EZLN y el gobierno federal ha recibido, con estos argumentos, un golpe definitivo.
Las sentencias en contra de estos presuntos zapatistas tienen varios destinatarios. Uno de ellos es la Comisión de Concordia y Pacificación. La sentencia en contra de Elorriaga y Entzin es una sentencia en contra de los esfuerzos de pacificación de un grupo de legisladores que, en la mayoría de sus componentes, ha tenido una actitud digna y valiente, y que no ha escatimado esfuerzo alguno por conseguir un proceso de diálogo exitoso, es decir, por conseguir la paz con justicia y dignidad que los mexicanos merecemos. La sentencia del señor Juan Alcántara borra todos los empeños de paz de la Cocopa y se burla del Poder Legislativo.
La Comisión Nacional de Intermediación, siempre comprometida en la vía del diálogo y siempre golpeada y hostigada por el gobierno, recibe la ratificación del desprecio que le tiene el poder.
Otro destinatario es el Cuerpo de Asesores para una Paz con Justicia y Dignidad al que, en el marco del Diálogo de San Andrés Sacamch’en de los Pobres, el EZLN convocó para que lo acompañara en la búsqueda de la paz y para evitar el reinicio de la violencia armada. Con la sentencia, el señor Juan Alcántara condena a todos los mexicanos y mexicanas que trabajan por la construcción de la paz en México y los cataloga como terroristas. Ilustres mexicanos y organizaciones fuera de toda sospecha comparten hoy la calificación de terroristas dictada por el único terrorista en México: el gobierno. También se pretende intimidar a los trabajadores de la prensa con la sentencia condenatoria a los presuntos zapatistas. Periodista de profesión, el señor Elorriaga ha visto cómo su trabajo periodístico es usado como prueba de su culpabilidad y sostén de su condena. El periodismo es hoy, en México, sinónimo de terrorismo.
La sociedad civil nacional e internacional, esa fuerza sin rostro ni nombre definido que por vías legales y civiles busca el tránsito a la democracia, ve condenado su esfuerzo y confirmado su temor de que la vía pacífica para el cambio no está abierta todavía en México.
Por último, el principal destinatario de esa condena es el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Al equiparar nuestra justa lucha por una vida digna con el terrorismo, el gobierno nos avisa y advierte que no hay ya regreso posible para nosotros a la vida civil y pacífica. El único futuro que el gobierno nos ofrece, al final del proceso de diálogo y negociación, es el de la prisión y la muerte. Todos los esfuerzos de diálogo y de lucha pacífica que el EZLN ha emprendido desde su aparición pública, en enero de 1994, y a los que ha llamado una y otra vez al pueblo de Mexico, son condenados junto a los presuntos zapatistas.
Queremos decirles que hemos recibido el mensaje y que lo hemos entendido. En estos momentos, nuestros hermanos jefes del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN se encuentran reunidos para evaluar la situación y reconsiderar su participación en el Diálogo de San Andrés. En mi carácter de jefe militar de las fuerzas regulares, irregulares y comandos del EZLN, y en cumplimiento de la indicaciones del CCRI-CG del EZLN, he turnado ya las órdenes pertinentes a todas las unidades zapatistas para que se preparen y estén pendientes de la decisión de nuestro comando supremo.
El Diálogo de San Andrés fue usado en todo momento por el gobierno para ganar tiempo y encontrar la coyuntura adecuada para reiniciar la guerra. Lo que fue denunciado una y otra vez por nuestros delegados zapatistas se ve confirmado ahora. En ningún momento el gobierno abandonó la idea de una solución militar al conflicto. El proceso de diálogo sólo fue un engaño más, como muchos de ésos que hoy en día recibe nuestro pueblo. La guerra viene de nuevo de donde ha venido siempre, de los poderosos.
Queremos agradecerle a todos los verdaderos trabajadores de los medios de comunicación el interés que mostraron en estos dos años de intentos frustrados de paz, y queremos pedirles, también, que sean el vehículo para que podamos agradecer a la sociedad civil nacional e internacional el apoyo que nos dieron para la paz digna y en contra de la guerra. Gracias por todo a todos. Esperamos de la Cocopa y la Conai un esfuerzo decidido para retomar el camino de la solución política que el gobierno ha abandonado.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, mayo de 1996.
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