Comunicado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
1o. de mayo de 1996
Al pueblo de México:
Hermanos:
Este primero de mayo es un día de lucha de todos los trabajadores del campo y de la ciudad, es una lucha por hacernos oír. Nosotros, los no tomados en cuenta por los poderosos, tenemos que luchar porque nuestra palabra nos encuentre y pueda organizarnos. Organizados podemos mandar a que nos obedezcan, organizados podemos pedir cuentas de cómo se gastan los recursos públicos, organizados podemos exigir que nos informen cuál es el destino de las riquezas que producimos, organizados podemos decir cómo queremos vivir: sin explotación ni abusos de las autoridades.
Organizados podemos decir que no queremos trabajar como quieren que trabajemos esos ricos que son gobierno.
Organizados podemos decir cómo queremos trabajar para vivir mejor.
En el México de hoy no tenemos esto, no podemos organizarnos porque no nos dejan organizarnos.
Nosotros los obreros, los campesinos, los indígenas, somos los que trabajamos más duro y en las condiciones más difíciles. ¿Por qué así está esto? ¿Quién es el culpable? ¿Quién decidió esto? ¿Hasta cuándo habrá la justicia?
Hermanos obreros, indígenas y campesinos, nosotros somos los más maltratados por los ricos y somos los más olvidados. Los poderosos nos dicen que somos simples y sencillos, que trabajador es sólo el que trabaja y ya.
Pero bien sabemos que no es simple y sencillo trabajar en las minas y en la industria pesada, en los pozos petroleros, en las plantas de electricidad, en los teléfonos, en las grandes fábricas. En todas partes debemos sufrir cansancio, accidentes y poca paga. Mientras, los ricos se hacen más ricos. ¿Por qué? Porque tienen gentes simples y sencillas trabajando a su servicio.
Y nosotros tenemos que unirnos para cambiar las cosas. Y unirnos quiere decir organizarnos. Y tenemos que escuchar nuestra propia palabra porque nadie vendrá de fuera a traernos la justicia que tenemos que conseguir nosotros luchando. Nadie vendrá a trabajar para que podamos comer, nosotros tenemos que trabajar. Así nadie vendrá a luchar para que podamos ser libres, nosotros tenemos que luchar por ser libres.
Les decimos unidos porque si levantamos la vista un buen rato nos damos cuenta que frente a nosotros están otros hermanos trabajadores, productores del campo. Son campesinos, indígenas. Trabajadores de la tierra son. Igual en las fábricas y en los comercios, en las escuelas y en los hospitales. Trabajadores hay en el campo y en la ciudad. Y en la ciudad y en el campo hay pobreza y hay hambre. Pero no hay pobreza en los palacios del Poder. Ahí sí hay dinero para comprar armas para matar mexicanos, ahí sí hay dinero para comprar policías, soldados, cárceles y muerte. Sólo los que producen muerte y represión tienen dinero. Los que producen riquezas no tienen nada, más que su fuerza para producir riquezas.
Ya no, hermanos trabajadores del campo, hermanos trabajadores de las fábricas, ya no permitamos más esto. Es una gran injusticia que, siendo productores de las riquezas, no seamos los dueños.
Debemos unir ya nuestro pensamiento, por ser los mismos explotados de un mismo sistema. Luchar juntos contra él.
Unirnos con todos los que tienen pensamiento bueno para el pueblo. Como muchos maestros, que quieren una educación buena, la escuela que sea para todos y no para unos cuantos, están los doctores que buscan la salud para el pueblo y no para enriquecerse, están los colonos, que no tienen luz, ni agua, ni drenaje ni los servicios necesarios, están los choferes, trabajan día y noche ganando una miseria y cuando exigen un salario justo son expulsados de su empleo. ¿Qué les pasa a los estudiantes? Ni se diga, peor les pasa a ellos.
¡Ya no, hermanos mexicanos!
A todos los trabajadores de las distintas fábricas de México, a todos los campesinos e indígenas de todo los rincones del país, a los colonos de las diferentes ciudades, a los maestros honestos de todas las escuelas de la república, a los estudiantes, a los artistas, a los religiosos honestos, a todos, para dialogar, para discutir entre nosotros. Los llamamos para hacer una construcción.
Pero antes necesitamos trabajar y organizarnos para hacer realidad la construcción. Es decir, trabajar, luchar, organizarse, para construir una idea mejor, donde nuestro pueblo mande a quienes están gobernando.
Los llamamos para que nuestra fuerza no sólo sirva para producir riqueza para los poderosos, sino que también sirva para producir libertad y justicia para nosotros mismos.
Esto les decimos, hermanos, organicemos nuestra palabra y, con ella, exijamos lo que nos pertenece:
¡Democracia!
¡Libertad!
¡Justicia!
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Mayo de 1996
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