La Realidad, América, 7 de abril de 1996.
Por mi voz habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Hermanos y hermanas de América:
Lo hicimos. We do it. En bancas de palo, en esta inestable realidad que nos moja de sudor y de lluvia, bajo la vigilante amenaza de un avión militar, frente a la impertinencia de los vehículos militares y autoridades migratorias, y uno que otro alacrán amenazando nuestro sueño, lo hicimos.
Con el rojizo regalo de un espejo lleno de luz en cada noche, con un entusiasmo que creíamos sepultado bajo el cinismo que nos oprime, con la esperanza como motor y guía, lo hicimos.
Lo hicimos. We do it. En contra de todos y de todo, ustedes y nosotros hemos llegado hasta aquí y hemos puesto a la palabra a buscar los puentes para encontrar realidades de diferentes países del continente. Cuando no los ha encontrado, la palabra ha creado esos puentes, por ellos hemos cruzado desde esta realidad que nos desvela a otras realidades de esa gigantesca pesadilla que es el continente americano. Nos hemos encontrado aquí porque creemos que es posible ofrecer un sueño como alternativa a la pesadilla. Pudimos descubrir, juntos, que el sueño es posible y es necesario.
La reunión de estos días en La Realidad americana se ha podido llevar a cabo con no pocos y fuertes vientos en contra. Algunos de esos vientos contrarios a la esperanza han venido del Poder, de su soberbia, de su gigantesca máquina domadora de voluntades, de su industria de la muerte. Viendo que era imposible detener la locura de un encuentro continental en territorio rebelde, el Poder optó por arrojarnos silencio y omisiones. Fue inútil. Las palabras aquí dichas, las resoluciones tomadas, las declaraciones emitidas, han iniciado ya su trabajoso andar por las tierras del continente y terminarán por llegar a todos los rincones de la realidad americana.
Pero otros vientos adversos a esta reunión han venido de nosotros mismos, y cuando digo «nosotros» hablo de nosotros pero no sólo de nosotros, también de los otros nosotros que queremos hacernos nosotros en corazón y verdad. De nosotros, los zapatistas, ha salido el viento involuntario que refleja espontáneamente la escalera del privilegio de la interlocución. Aquellos que pelean por que la palabra sea de todos, nosotros, no hablan con todos. Con unos hablan, con otros no.
Ya hemos explicado en otras ocasiones las causas de esta dificultad para hablar con nosotros directamente. Alguien ha dicho que no es posible hablar con nosotros de mortal a mortal, puede ser. Pero no hay que olvidar que hay mortales que son más mortales que los otros mortales. Sin embargo, al hablar con unos y no con otros, no ha sido por lastimar a nadie o por menospreciar la palabra de ninguno. Sólo ocurre que nos equivocamos, que siempre nos equivocamos.
La ternura a veces también duele, y la tierna furia de los zapatistas es este delirio que nos hace suponer que para hacer un mundo nuevo basta con intentarlo, que nos llevó a desafiar la más moderna tecnología militar con unos fusiles de madera y con unas cuantas palabras viejas y gastadas, que nos llevó a luchar contra el poder de los medios de comunicación hablando no a la cabeza o al bolsillo de la gente, sino a su corazón, que nos hace creer que somos invencibles simplemente porque no merecemos ser derrotados, porque la idea que nos anima merece la vida y tiene el derecho de una oportunidad siempre, y que nos llevó a imaginar un encuentro de americanos soñadores. Pero esta ternura, que a unos les parece cursi y a otros peligrosa, es torpe. Y es torpe porque tratando de abrir un lugar para todos se enemista con unos y otros. Al zapatismo se le exige no que se parta en dos sino en muchos pedazos. Y ejemplos sobran.
El mensaje de inauguración satisfizo a unos y preocupó a otros. La ponencia de Durito molestó a unos y a otros les recordó que estos zapatistas tienen los aviones, helicópteros y tanques encima, pero saben reírse y se ven con humor en el espejo. Porque nosotros pensamos que esto de hacer un mundo nuevo es una cosa muy seria y, si no nos reímos, nos va a salir un mundo tan cuadrado que no va a haber forma de dar la vuelta al otro lado.
Pero los reproches y exigencias no son sólo para el EZLN. Las personas que forman parte de la Comisión Organizadora han estado en medio de una doble presión. Por un lado, la presión nuestra que les exigía un encuentro lo más exitoso posible. Por otro lado, la presión de ustedes que les exigía un encuentro lo más exitoso posible. Pareciera que no hay problema, pero sí lo hay. Para nosotros un encuentro exitoso es uno en el que vienen diferentes pensamientos de América y se pueden expresar, un encuentro en el que no haya problemas de seguridad (¿alguien olvidó que La Realidad es un territorio en guerra?).
Las expectativas que generó el encuentro fueron mayores de lo que suponíamos y pronto el número límite inicial que nos marcó la comunidad se vio rebasado. Hicimos un nuevo esfuerzo pero otra vez fuimos rebasados.
Para lograr mantener el límite, los de la Comisión Organizadora intentaron varias alternativas y, finalmente, rechazaron a muchos. La Comisión Organizadora dio la cara por nosotros y, sin embargo, muchos rechazados le reprochan el haberlos excluido, como si hubiera sido decisión de ellos y ellas, y no nuestra. Así que ahora lo repetimos. Nosotros marcamos un límite. La Comisión Organizadora cumplió con nosotros y, para eso, tuvo que enemistarse con muchos que no están aquí, y con algunos que ya están aquí.
Uno de los grupos que no tenía cupo en el encuentro de La Realidad se ubicó en San José del Río. Durante los dos primeros días se dedicaron a criticar la política excluyente de los zapatistas. «Los excluidos» se llamaron a ellos mismos. Recibidos y atendidos en una comunidad zapatista, los «excluidos» se quejaron de los zapatistas. La comunidad zapatista no los corrió ni los hostigó, sino que les organizó fiestas y los trató no como ha extraños o «excluidos», sino como a visitantes distinguidos. Durante la realización del encuentro aquí, varias personas tuvieron que regresar y el cupo fue más holgado. Entonces, con la aprobación de la Comisión Organizadora, acordamos invitar a los que estaban en San José a venir a estar con nosotros en esta fiesta de clausura.
Creemos que, a pesar de los problemas, la reunión ha sido exitosa y se ha pedido realizar incluso con la presión de los patrullajes aéreos y terrestres. Este éxito es, sobre todo, gracias a la Comisión Organizadora, a sus grupos de apoyo y a…
La comunidad de La Realidad ha sabido ser buena anfitriona. Y, como las buenas anfitrionas, ha sabido pasar desapercibida. Por decisión colectiva, estos hombres, mujeres, niños y ancianos han aceptado ser la sede de un encuentro que los pone en el centro de la atención mundial, pero también en el centro de la mira del fusil de muerte del Poder. Todos ustedes regresan a sus países, a sus trabajos, a sus luchas. Algunos se van más o menos desilusionados, más o menos esperanzados, más o menos animados. Algunos de ustedes seguirán trabajando, ahora con vistas al encuentro mundial. Otros no han padecido lo suficiente o han visto lo necesario para decidir que no vale la pena, que todo es repetición, que lo nuevo no es posible porque no existe ya dado.
Pero mientras todos ustedes se van, estos hombres, mujeres, niños y ancianos, indígenas mexicanos, se quedan en La Realidad. Sobre ellos seguirán los hostigamientos militares terrestres y aéreos, sobre ellos seguirán la amenaza o la certeza de la destrucción. Los habitantes de la Realidad lo saben, lo sabían.
Una realidad que se hizo fuerte y poderosa por el aliento de buenos americanos, como ustedes, mañana volverá a ser la frágil Realidad de los indígenas rebeldes zapatistas.
No les pedimos que nos tengan lástima. Nosotros dijimos «¡Ya Basta!» a la injusticia, a la esclavitud, a la falta de democracia, pero también dijimos «¡Ya Basta!» a la lástima.
Tampoco les pedimos que nos idealicen, que vean en nosotros todas las virtudes que imaginaron o que quisieran ver en un ser humano. Somos hombres y mujeres, como cualquiera, con nuestras bajezas y egoísmos, con nuestros debilidades y desaciertos. No somos el hombre y la mujer nuevos. El zapatismo no es el mundo nuevo. El zapatismo es un esfuerzo, una institución, unas ganas de luchar por cambiar, por cambiar todo incluso nosotros mismos. Somos hombres y mujeres que queremos cambiar y cambiarnos y somos hombres y mujeres dispuestos a todo por lograrlo. No les pedimos que vean en nosotros lo que quisieran ser o lo que suponen que deberían ser.
Sólo les pedimos que no nos olviden. Sólo les pedimos que se lleven La Realidad a donde quiera que vayan, que lo hagan suya así como es, con sus claroscuros, con sus extremos, con sus insatisfacciones, con sus limitantes, con esos reflejos que tiene de esa realidad que no queremos y que nos ha hecho rebeldes, pero también con sus esperanzas, con ésas que logran intuirse apenas entre el calor y el lodo. Les pedimos que, donde quiera que vayan, defiendan La Realidad como lo que es, como suya.
Hermanos y hermanas de América:
La reunión preparatoria americana para el Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo ha sido un triunfo. En lugar de limitarse a ser una reunión de preparación o ensayo, se convirtió en un encuentro en sí, en el encuentro de un continente consigo mismo. La calidad de las ponencias presentadas, el trabajo de discusión y análisis en las mesas, las relatorías y las conclusiones, marcan el final de un encuentro, la continuación de un esfuerzo y una lucha, y el comienzo de un sueño que todos hemos soñado en distintas épocas y en formas diversas.
Además de la calidad teórica de muchas de las intervenciones, contamos con importantes participaciones culturales y, sobre todo, con la presencia viva de la juventud de América, de nuestra juventud.
Son la juventud y la niñez los más afectados por la soberbia del Poder y son, también, los más interesados en el éxito de encuentros como éste de La Realidad.
Salud a la niñez y a la juventud de América.
Lo mismo en Canadá, Estados Unidos de América, México, Guatemala, Costa Rica, Venezuela, Puerto Rico, Ecuador, Brasil, Perú, Chile y Argentina, hemos encontrado lo que nos hace iguales: un enemigo, el neoliberalismo, y una causa, la de la humanidad. Esperamos que en el próximo encuentro asistan representantes de los otros países de América.
Pero esta reunión preparatoria ha sido también eso, una preparación para algo que ya empieza a inquietar a los continentes europeo, asiático y oceánico. Una preparación que preocupa al Poder mundial y que le provoca un miedo que le recorre la columna vertebral de oro y mierda que lo sostiene. El Poder tratará de evitar otros encuentros como el de La Realidad. Y nosotros debemos defender este sueño, traerlo bien guardado en el bolsillo del pantalón y sacarlo cada tanto para una caricia o para un aliento.
Defendamos el sueño de América y el sueño del mundo. Defendamos nuestro derecho a luchar por ser mejores.
Hermanos y hermanas de América: El día de hoy, 7 de abril de 1996 y en La Realidad americana, a nombre de los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, declaro formalmente el final de esta reunión preparatoria, la continuación de la búsqueda de América y el comienzo de los preparativos para el Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo que se llevará a cabo del 27 de julio al 3 de agosto de 1996 en las montañas del sureste, Chiapas, México, América, planeta Tierra, sistema solar, universo.
Así que nadie se confunda. Terminamos pero continuamos. Continuamos pero comenzamos. Nos veremos de nuevo, junto a todos los continentes del mundo… por la humanidad y contra el neoliberalismo.
Desde las montañas del sureste mexicano,
Subcomandante Insurgente Marcos.
La Realidad, América, abril de 1996.
No hay comentarios todavía.
RSS para comentarios de este artículo.