Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México.
25 de junio de 1995.
A: Monseñor Sergio Obeso Rivera
Arzobispo de Xalapa
De: Subcomandante Insurgente Marcos CCRI-CG del EZLN.
Montañas del Sureste Mexicano.
México.
Su Excelencia:
Con bastante retraso recibimos su atenta carta del 29 de mayo de 1995, por eso hasta ahora le estamos respondiendo. Hemos recibido con respeto y atención su interés en apoyar el diálogo para una paz, justa y digna, para los mexicanos. Agradecemos su interés, y el de la Comisión Episcopal para coadyuvar a la paz y a la reconciliación en Chiapas, en apoyar el diálogo que nuestro EZLN lleva a cabo con el supremo gobierno.
Como sabrá usted, seguimos enfrentando los problemas derivados del doble lenguaje del gobierno: dice tener voluntad de llegar a una solución política y, sin embargo, endurece su posición, insiste en mantener como rehenes a civiles presos injustamente y decenas de miles de indígenas en las comunidades ocupadas por el Ejército Federal. Nuestra voluntad de dialogar para una solución política no ha variado y hemos dado no pocas muestras de ella. El mal gobierno pretende acusarnos de intransigentes, pero es él el que pretende condiciones humillantes para hablar. Erigiéndose en dios pagano, el supremo gobierno nos quiere arrodillar para permitirnos hablar y ser escuchados. Eso no podemos aceptarlo, no podemos aceptar que todo siga como antes. Nuestras demandas no son sólo materiales. Se refieren, sobre todo, al respeto a los derechos de todo ser humano: su derecho a la democracia, la libertad y la justicia. Lo que nos hace ser humanos, usted lo sabe, no son las condiciones materiales de vida, sino aquellas condiciones que nos hacen compartir penurias y soluciones. El gobierno se niega a discutir nada que no sea la ayuda asistencial con la que pretende aminorar su culpa pública. Al gobierno no le interesa resolver el problema sino aparentar que lo resuelve, y mantiene su objetivo de aniquilarnos.
Esto lo puede atestiguar cualquiera que haya estado presente en los encuentros entre la delegación gubernamental y la zapatista. A la manera de los grandes señores de horca y cuchillo, los delegados del gobierno mantienen, en todo momento, una actitud prepotente y soberbia frente a nuestro EZLN. Nosotros no queremos que se humillen ante nosotros, sino que nos traten con el respeto que cualquier ser humano en cualquier parte del mundo merece.
Señor obispo Obeso, tenemos que decirles claro la verdad, y la verdad es que nosotros queremos un acuerdo digno y no sólo cosas materiales. Tenemos derecho, como mexicanos, a la democracia y a la libertad. Como indígenas también tenemos derecho a que se nos trate como seres humanos y no como animales. Pero queremos que se arregle por camino de paz y no de guerra, por eso ya no hemos hecho la guerra. Pero el gobierno no nos quiere escuchar, en las reuniones nos tratan como si ellos fueran finqueros y terratenientes y nosotros sus peones, eso no podemos aceptarlo. También el gobierno quiere arreglar el asunto con ayudas de dinero y eso calma el problema unos días pero no lo resuelve de fondo, el gobierno no quiere tocar la política antidemocrática y ésta es la base de toda la injusticia social y de la falta de libertad. Nosotros seguiremos buscando la paz, pero justa y digna, o sea nueva.
Por eso pedimos a los obispos que ayuden a buscar esta paz nueva y no nos ataquen sin conocer nuestras ideas y ver nuestros hechos. Nuestras ideas son de democracia, libertad y justicia, nuestros hechos son de paz. Las ideas del gobierno son de autoritarismo, injusticia y esclavitud, y los hechos del gobierno son de guerra.
Disculpe que lo distraiga de sus obligaciones contándole estas cosas, pero he escuchado que se reunieron ustedes con la representación gubernamental y, creo, es justo que escuchen la versión de los zapatistas.
Le comunico que estamos en entera disposición para dialogar con usted en cuanto esto sea posible. Nos estamos dirigiendo a la Comisión Nacional de Intermediación para que, en el marco de uno de los encuentros de San Andrés Sacamch’en de Los Pobres y de acuerdo a la agenda de usted, se celebre el encuentro que, esperamos, será provechoso para la solución, pacífica de la guerra.
Respetuosamente,
Desde las montañas del Sureste Mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, junio de 1995.
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